49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Juan Carlos Sola Corbacho

SIMPOSIO:

"Cambios y contiuidades en las pautas de consumo y vida material en los espacios latinoamericanos e ibéricos: siglos XVI-XIX"

TITULO DE LA PONENCIA:

El sector mercantil madrileño y la economía peninsular a finales del siglo XVIII.

AUTOR:

Juan Carlos Sola Corbacho

(Universidad Complutense de Madrid)

RESUMEN:

A finales del siglo XVIII Madrid era la capital imperial, pero también sede de la mayor concentración de capital mercantil de España. La dinámica de este sector económico, sus actividades y su organización, obviamente ha de ser considerada esencial para entender un sistema socioeconómico como el español que demostraba entonces notables síntomas de fragilidad.

Texto

La historiografía ha caracterizado a Madrid desde su proclamación como capital imperial y al menos hasta el final del Antiguo Régimen como una ciudad parasitaria . La utilización de tal terminología está directamente relacionada con la importancia concedida a los desequilibrios que caracterizaban la organización social de la ciudad determinada por el protagonismo casi absoluto de dos sectores de población: una minoría rentista asentada a la sombra de la Corte, consumidora de productos de lujo procedentes del exterior, y una mayoría de escasos ingresos dependiente de dichas elites. En otras palabras, se ha venido definiendo a la capital imperial como un establecimiento esencialmente consumidor, con un sector productivo débil y reducido, que apenas ofrecía servicio alguno (a excepción hecha de los puramente político-administrativos) a las economías de las regiones que la rodeaban. Madrid, de este modo, se manifestaría como una ciudad aislada de dichas economías y vinculada a circuitos que la unirían prioritariamente con los principales núcleos de producción europeos del momento. En virtud de tales presupuestos, hay que entender que si, para tales investigadores, Madrid, principal centro demográfico, financiero y mercantil peninsular a finales del siglo XVIII, no participó en el proceso de crecimiento que experimentó la economía española durante buena parte de dicha centuria si no fue, para bien o para mal, a través de las medidas políticas impulsadas por los gobernantes y que afectaron en algunos casos directa o indirectamente a la principal corporación mercantil del momento en territorio peninsular: los Cinco Gremios Mayores de Madrid, mucho menos lo haría, como ocurriría en el caso de otras grandes ciudades europeas durante el período, como factor dinamizador en la tímida articulación de las economías regionales que daría paso en algunos a lo largo del siglo XIX a la consolidación de los mercados nacionales.

Precisamente quienes así han venido opinando no han dudado en referirse a las actividades del sector mercantil de la ciudad, y especialmente de quienes se integraban en los Cinco Gremios Mayores, relacionándolas con la importación de los productos de lujo demandados por los sectores más poderosos de la ciudad, la de productos básicos necesarios para la subsistencia de la gran mayoría o con la monopolización de los asientos con la Corona y el municipio. Sin embargo, nuestro punto de partida se establece en la falta de base de unas afirmaciones realizadas a partir de los juicios de valor de los contemporáneos, condicionados obviamente por el posicionamiento de quienes los pronunciaban, que han conducido a la desproporcionada valoración de la orientación, sin duda tradicional, de parte de las actividades del mencionado colectivo, hasta el punto de llegar a presentarlas como las únicas a tener en cuenta para definir sus comportamientos económicos. A continuación vamos a tratar de demostrar que Madrid no puede ser definido por la ya mencionada pasividad o aislamiento, y para ello haremos especial hincapié en las repercusiones que tuvieron, por una parte, el origen de los comerciantes y las vinculaciones familiares que dominaban el sector, por otra, las que se derivaron de las actividades emprendidas de forma institucional por el colectivo y, por último, las que se desprenden de las actividades financieras y mercantiles de los diferentes sectores del comercio activo de la ciudad al margen de tales estructuras.

Del análisis realizado sobre las casas comerciales madrileñas durante el último tercio del siglo XVIII se desprende que la mayor parte de los integrantes del sector habían nacido fuera de la ciudad. Según lo declarado al respecto en sus escrituras de capital o en sus testamentos, tan sólo el 5% de los 253 comerciantes de los que hemos conseguido confirmar su origen eran madrileños por nacimiento 1 . La notable fluidez de los movimientos demográficos que con destino a la capital demuestran tales cifras se vio

Cuadro 1.- Origen geográfico de los comerciantes madrileños, 1765-1800 (en tantos por ciento)

Lugar de origen Comerciantes
Norte de España 82
Noroeste de España 1
Centro de España 5
Sur de España 1
Este de España 1
Madrid 5
Extranjeros 5
Total 100
Fuente: testamentos, capitales. Archivo Histórico de Protocolos de Madrid

favorecida sin duda por la existencia de relaciones de parentesco o de paisanaje entre los inmigrantes con comerciantes ya establecidos en la ciudad tiempo atrás. Así, en principio, el núcleo familiar madrileño destino de los inmigrantes se manifestaba como lugar de acogida esencial para poder afrontar las inseguridades provocadas por el contacto con un medio desconocido ya que la mayor parte de ellos procedían de asentamientos rurales 2 . Pero además con el paso del tiempo y la progresiva integración a los hogares de acogida mediante su participación en los negocios mercantiles familiares en calidad de aprendiz ( mancebo ), el inmigrante conseguía la base de conocimientos, las relaciones y los ahorros necesarios para en un futuro conseguir su independencia económica.

Hasta qué punto la llegada a Madrid modificaba sus relaciones familiares o de paisanaje , potenciando sus vinculaciones con los parientes o paisanos con los que convivía en la ciudad y debilitando las que le unían con quienes permanecían en sus lugares de origen es una cuestión esencial a la hora de desentrañar uno de los factores que pudieron haber condicionado las relaciones mantenidas por Madrid con las economías de otras regiones peninsulares. En principio, hay que subrayar que el proceso antes descrito estuvo marcado por el continuismo generacional. Es decir, quien en un momento de su vida había sido acogido en la ciudad terminaría por asumir el papel de anfitrión de otros inmigrantes tras haber alcanzado una posición socioeconómica que lo propiciase. A finales del siglo XVIII el entramado formado por estas relaciones estaba fuertemente enraizado entre los miembros de la comunidad mercantil madrileña.

Sin embargo, no parece que el proceso hacia la autonomía económica y más tarde el discurrir de la misma demandara trasvases de capital desde las regiones de origen. Las posibilidades que ofrecía en este sentido la dinámica del propio sector eran suficientes. En el camino que conducía al establecimiento del propio negocio, por ejemplo, los esfuerzos quedaban minimizados en los casos en los que el benefactor madrileño nombraba heredero al inmigrante acogido tiempo atrás, lo que ocurría con cierta frecuencia: hemos podido constatar que al menos uno de cada seis comerciantes nombraba heredero de todas sus propiedades a un sobrino que previamente se había incorporado a su casa de comercio procedente de su lugar de origen. Cuando no era así, la consecución de tal objetivo dependía en mayor grado de la capacidad de ahorro del inmigrante durante el período en el que trabajaba como aprendiz (en el que, como puede suponerse, a la sucesión de etapas en el proceso de aprendizaje correspondía un progresivo aumento de responsabilidades y de ingresos), y cuando esto no era suficiente, de las cantidades que les eran legadas a su muerte por su benefactor y otros familiares o paisanos. En muy escasas ocasiones tales legados procedían de parientes asentados fuera de la ciudad. Hemos comprobado además que el establecimiento de compañías con los herederos de quien le había acogido a su llegada a la ciudad o, cuando la misma se había producido en compañía de algún pariente, el acuerdo temporal entre los mismos, podía conducir a la posterior apertura de un negocio propio. La última, aunque no la menos importante, de las posibilidades que podía encontrar el comerciante inmigrante madrileño era el contrato matrimonial . El matrimonio era una institución muy común entre los integrantes del sector mercantil, prácticamente tres de cada cuatro declaraban en su testamento estar o haber estado casados. No obstante, tan sólo en 72 ocasiones hemos encontrado información sobre el capital aportado por los miembros de dicho colectivo y la dote de la que sería su esposa. En casi la tercera parte de los mismos la dote era mayor que el capital, mientras que la mitad de las dotes superaban los 50.000 reales. Las facilidades aumentaban cuando la esposa aportaba al matrimonio una tienda heredada de un matrimonio anterior o de sus progenitores. Según los datos que poseemos alrededor del 40% de los comerciantes madrileños se casaron con mujeres que tenían alguna relación con este sector de la economía madrileña sin que los lazos familiares que con cierta frecuencia los unían previamente fueran un obstáculo para ello.

Tras el definitivo establecimiento de un negocio comercial propio, el apoyo financiero por parte de familiares desde su lugar de origen parece ser tan poco frecuente como hemos visto lo era la ayuda al establecimiento en la ciudad. Al menos eso es lo que podría afirmarse tras analizar la documentación notarial consultada. Pocas son las escrituras de obligación de pago firmadas por comerciantes de la ciudad y parientes asentados fuera de ella o las deudas reconocidas e incorporadas a los inventarios de los negocios a los que hemos tenido acceso. En cualquier caso, no nos sorprende la falta de pruebas que confirmen la existencia de tales vínculos. Hay que pensar que en su contra actuaban en algunas ocasiones la precariedad en la que se desenvolvían las familias en los lugares de origen de los inmigrantes, pero, sobre todo, la definición del ámbito financiero y mercantil madrileño. De hecho, el acceso al crédito es muy probable que quedara garantizado en una sociedad en la que no faltaban las actitudes rentistas ni las casas de cambio. De mayor trascendencia, sin embargo, nos parece la propia organización corporativa del comercio agremiado de la ciudad y el sentido de "solidaridad" que demostraban en sus relaciones los agremiados entre sí. Ambas cosas se manifiestan con todas sus consecuencias, por ejemplo, en las escrituras de compañía en las que se incluía el compromiso de los socios de establecer un límite a las ventas realizadas a crédito excepto a quienes se integraban en cualquiera de los otros gremios mayores, o en la política desarrollada por las corporaciones en su funcionalidad de mayorista o prestamista de sus agremiados a quienes ofrecía condiciones inmejorables para la operatividad de los negocios.

No obstante, aunque debilitados, los vínculos con las regiones de origen de los comerciantes madrileños ni mucho menos desaparecían. La prueba más clara de ello la encontramos en las declaraciones testamentarias que elaboraron y más concretamente en la definición de sus voluntades con respecto al destino de los legados y limosnas. Desgraciadamente sólo hemos podido encontrar 77 comerciantes que especificaran en sus testamentos el destino de las mismas. De ellas se desprende que, independientemente de las limitaciones impuestas por la legislación, los comerciantes madrileños optaban claramente por la protección a la familia, incluidos los integrantes del servicio doméstico y quienes trabajaban en el negocio familiar. La cantidad que destinaban los comerciantes madrileños a legados y obras de caridad en los 77 testamentos a los que venimos haciendo referencia sobrepasan los cinco millones y medio de reales (ver cuadro 2). De ellos más de las dos terceras partes, casi cuatro millones, tenían como destino a miembros de la familia de los comerciantes, sobre todo a quienes vivían en las tierras de origen de los testadores. Teniendo presente que en la documentación notarial analizada hemos encontrado aproximadamente 1.000 comerciantes propietarios de un negocio en la ciudad durante el último tercio del siglo, el volumen de capital trasvasado desde Madrid, teniendo presente las pautas descubiertas en los testamentos analizados, pudo ser de más de 40 millones de reales durante las últimas décadas del siglo XVIII y primeros años del XIX, dirigiéndose mayoritariamente hacia el Norte peninsular, cifra muy importante aunque posiblemente no excesiva, sobre todo si no se olvida que en una cuarta parte de los casos los familiares residentes fuera de la ciudad eran nombrados herederos.

En definitiva, los datos encontrados confirman que los procesos migratorios que dejaban paso a la integración en el sector mercantil Cuadro 2.- Legados, destinos de los legados y estimación del volumen de capital dejado por los comerciantes activos en la capital en el último tercio del siglo XVIII .

TOTAL PORCENTAJE DEL TOTAL CANTIDAD MEDIA POR TESTADOR NUMERO DE DESTINATARIOS (media) CANTIDAD DEJADA POR TESTADOR/ DESTINATARIO ESTIMACION: 1.000 COMERCIANTES
Capellanías 833.983 14'58% 138.997 -- 138.997 11.424.410
Religiosos 101.025 1'76% 1.384 1 1.384 1.384.000
Misas 132.529 2'31% 1.815 -- 3.104 3.104.000
Mandas Forzosas 4.567 0'07% 63 3 21 63.000
Familia (Madrid) 778.650 13'61% 10.666 2 5.333 10.666.000
Familia: lugar de origen 3.173.350 55'47% 43.471 6 7.245 43.471.000
Pobres: lugar de origen 113.400 1'98% 1.553 -- --- 1.553.000
Pobres (Madrid) 26.100 0'45% 358 -- --- 358.000
Instituciones: lugar de origen 143.000 2'50% 1.959 1 1.959 1.959.000
Criados/dependientes del negocio 229.670 4'01% 3.146 3 1.049 3.146.000
Vecinos (Madrid) 89.515 1'56 1.226 4 306'5 1.226.000
TOTAL 5.719.851 100'00% ----- -- ---- 78.354.410

(*): las Mandas Forzosas eran Santos Lugares de Jerusalén, Redención de Cautivos, y Reales Hospitales. En la mayor parte de los casos los testadores no especifican el lugar de las misas. Las instituciones son mayoritariamente ayuntamientos, escuelas y hospitales. Las cantidades están calculadas en reales. Fuente: testamentos. A.H.P.M.

madrileño, estructurados en torno a las relaciones familiares y de paisanaje, concluían en la transferencia hacia las diversas ramas surgidas de tales vinculaciones de una buena parte del capital acumulado mediante el desarrollo de actividades comerciales en la ciudad. Pero, en paralelo y como ya hemos apuntado, en las propias estrategias económicas que, en definitiva, posibilitaban tales trasvases encontramos factores adicionales que condicionaron las relaciones económicas entre Madrid y otras regiones peninsulares. A continuación nos ocuparemos de su análisis. Para empezar, sin embargo, hay que subrayar que en el complejo mundo mercantil madrileño del momento ni todas las casas comerciales tenían una similar capacidad operativa ni se puede generalizar señalando que todas ellas ponían en práctica las mismas estrategias empresariales. En los escritos de los contemporáneos ya encontramos una primera diferenciación por grupos. Así, según los mismos, en la ciudad operaban integrados en el sector financiero-mercantil: casas de cambio , corredores de letras , corredores de número , comerciantes al por mayor , comerciantes en géneros catalanes , comerciantes en hierro y otros metales y comerciantes individuos de los Cinco Gremios Mayores de Madrid3 . Nosotros fijaremos nuestra atención en los cambistas, mayoristas, comerciantes en géneros catalanes e individuos agremiados, al ser estas categorías las que en mayor medida pudieron establecer vínculos con otras economías peninsulares y extranjeras.

Investigaciones recientes subrayan que para superar las carencias del sistema económico en el que desarrollaban sus actividades, fundamentalmente la desarticulación de unos mercados afectados por la lentitud de las comunicaciones o la inexistencia de un marco legal protector, las más de 30 casas de cambio activas a lo largo del último tercio siglo XVIII en Madrid 4 desarrollaron una notable diversificación en sus estrategias empresariales. Entre sus actividades se incluían las propiamente bancarias. De hecho, su denominación como "cambistas" no era arbitraria. Predominantemente, según estas fuentes, optaban por introducirse en el ámbito cambiario relacionado con las casas de comercio de importación y exportación y, en menor medida, por el crédito, tanto a largo como a corto plazo -fundamentalmente relacionado con el comercio de exportación de lana y el de importación de productos coloniales-, así como por otros tipos de servicios de especulación con el capital que previamente depositaba su propietario a un interés negociado. Además se ha confirmado su iniciativa, desarrollando actividades complementarias a las señaladas, en el ámbito mercantil, interviniendo, por ejemplo, en el comercio de exportación de lana, de importación de textiles europeos o catalanes o en el de coloniales, agrario y en menor medida manufacturero 5 .

Calcular el volumen de sus operaciones resulta muy complicado por no decir imposible a partir de la documentación consultada. En cambio, en función del nombramiento de apoderados en otras plazas mercantiles peninsulares podemos referirnos a los vínculos que establecieron fuera de la ciudad. De ello se puede deducir la importancia que tenían las regiones valenciano-murciana y andaluza en el desarrollo de sus actividades: entre ambas absorben prácticamente la mitad de los representantes contabilizados. En relación a la primera de las dos regiones mencionadas destaca la ubicación prioritaria de los apoderados en sus principales núcleos comerciales y urbanos, destacando Valencia y Alicante, y a cierta distancia de estos dos puertos, Cartagena y Murcia. En el caso andaluz, según este tipo de escrituras, el protagonismo gaditano es relevante. De hecho, se puede afirmar que era la plaza peninsular con la que mayor relación económica tenían las casas de cambios de Madrid según se desprende del número de empresas que nombraron apoderados en dicha ciudad. Otras plazas con las que el mundo financiero madrileño estaba relacionado eran Sevilla, Málaga y en menor medida Granada, en relación con la localización en dicha ciudad de la Audiencia hacia donde desembocaba la resolución judicial de algunos de los pleitos originados en este ámbito, Almería, Ronda, Jaen y Puerto de Santa María.

A partir de la información contenida en los poderes otorgados en los que se menciona la causa que los motivaba, se confirma la diversa naturaleza de las operaciones emprendidas por los cambistas madrileños. Predominan los poderes concedidos para el cobro de dinero adeudado, fundamentalmente letras impagadas por casas comerciales establecidas en los lugares antes mencionados. El resto de las operaciones están relacionadas con el crédito a los diversos sectores sociales levantinos o andaluces, las actividades relacionadas con propiedades inmobiliarias, compra y venta de tierras o casas, estas últimas en muchos casos derivadas de su adquisición como consecuencia de fallidas operaciones crediticias, y, por último, y desempeñadas de manera minoritaria por estas empresas, las inversiones en compañías de comercio o seguros andaluzas, en manufacturas o en el arrendamiento de impuestos reales en el marco de dichos territorios.

Llama poderosamente la atención el escaso nivel de contactos entre las casas de cambio madrileñas y la economía mercantil catalana. De alguna manera eso nos puede llevar a participar de las conclusiones a las que se ha llegado recientemente según las cuales Cataluña y Barcelona como centro económico de la región irían configurando cierta autonomía en este ámbito a lo largo del siglo XVIII reduciendo así su dependencia de las empresas establecidas en Madrid para satisfacer los compromisos adquiridos con otras plazas europeas 6 . En principio, el caso del País Vasco puede explicarse en similares términos que el catalán. Menos sorprendente parece las escasas relaciones con el resto de regiones peninsulares. De hecho, su escasa participación en el ámbito económico de las mismas queda marcado por la pérdida del carácter predominantemente cambiario al que nos hemos referido adquiriendo una mucho mayor diversificación y dispersión.

Las alrededor de 20 casas dedicadas al comercio al por mayor asentadas en la ciudad durante las últimas décadas del siglo, según se ha venido señalando, se dedicaban prioritariamente a la importación de textiles extranjeros (franceses, ingleses, holandeses o italianos), aunque en algunos casos también lo hacían con productos nacionales 7 . La primera red de distribución la encontraban en la propia capital imperial, dando salida a las mercancías mediante su venta en sus propios establecimientos, pero también al desempeñar el papel de abastecedores de los comerciantes integrantes de los Cinco Gremios Mayores de la ciudad. Tanto los comerciantes especializados en la venta de textiles de lana (Gremio de Paños), lino (Gremio de lienzos), seda (Gremio de Sedas y Droguería, Especiería y Mercería) fueron clientes de estos grandes comerciantes asentados en Madrid, bien a través de las compras realizadas en sus respectivos negocios, bien al servirles de intermediarios con respecto a otras casas comerciales extranjeras, según se desprende de los inventarios encontrados y de las cantidades que en los mismos confesaban estarles debiendo. Pero su mercado no se limitaba a la capital, según se puede deducir de los poderes concedidos para conseguir el cobro de otras tantas cantidades adeudadas por comerciantes asentados fuera de Madrid, siendo que dichos apoderados se asentaban fundamentalmente en la zona sur de Castilla y Andalucía. La mayor parte de sus actividades en esta amplia zona geográfica giraba en torno a la distribución de los géneros por ellos importados, mientras que la mayor parte de los comerciantes castellanos y andaluces que se abastecían con las mercadurías importadas por estas casas de comercio madrileñas eran vecinos de pequeños núcleos rurales. Las relaciones entre los mayoristas madrileños y los minoristas castellanos o andaluces se establecieron prioritariamente siguiendo el circuito de ferias castellano-manchegas; en otros casos, quedaban reguladas mediante la formación de una compañía de comercio entre ambas partes o la apertura de una cuenta en la casa del comerciante madrileño, lo que significaba el envío de mercadurías respondiendo a los deseos transmitidos por carta del cliente en provincias. La cuantificación de estas operaciones es también imposible de realizar a partir de la documentación consultada.

También debieron ser de notable importancia las actividades emprendidas en Madrid por las casas de comercio al por mayor administradas por individuos procedentes de Cataluña. Sabemos de al menos 10 negocios que encabezados por catalanes operaron en la ciudad en el último tercio del siglo XVIII 8 . El aspecto que de manera más sobresaliente caracterizaba a este sector de la económica mercantil de la ciudad era su dedicación a la importación de mercancías procedentes de Cataluña mediante el establecimiento de convenios o compañías con productores catalanes, de acuerdos para la venta a comisión con alguna casa de comercio de Barcelona o sencillamente a través de la compra periódica en territorio catalán, para lo que se valían de alguno de los integrantes de la empresa asentada en Madrid. El destino de las mercadurías así importadas parece ser su comercialización en el mercado de la capital. Al menos eso es lo que puede deducirse de la inexistencia de apoderados de la mayor parte de estas casas fuera de la ciudad. Es más, en relación a los comerciantes respecto de los cuales hemos podido localizar la concesión de poderes, la gran mayoría localizaba sus intereses en el Principado, y éstos se concretaban en la administración de propiedades que habían heredado de algún familiar.

Además de las actividades desarrolladas por los sectores mercantiles antes mencionados, hay que considerar las que impulsaba el colectivo más numeroso y poderoso de la ciudad: los Cinco Gremios Mayores de Madrid. Para poder comprender perfectamente su trascendencia vamos a fijarnos en primer lugar en las repercusiones derivadas de las actividades desarrolladas en el marco de su organización corporativa para, en un segundo momento, acercarnos con más detenimiento a la dinámica de las empresas que dirigieron sus miembros de manera individual.

Los estudios realizados hasta el presente sobre el sector mercantil madrileño señalan que desde la definitiva institucionalización de los Cinco Gremios Mayores en el segundo tercio del siglo XVIII, las actividades emprendidas por la corporación podrían quedar divididas en cinco grupos: las puramente mercantiles , orientadas a la defensa de sus privilegios comerciales en el interior peninsular o a la práctica de los intercambios entre la metrópoli y las colonias, o bien con otros regiones de Europa e incluso con las costas septentrionales de Africa (fundando para ello las casas de Cádiz, Barcelona, Londres, Méjico, etc). Las de fines fiscales que comenzarían con el encabezamiento de los tributos del Estado y Municipio conjuntamente con los gremios menores para expandir progresivamente su radio de acción hasta hacerse cargo de las rentas reales de Madrid y su provincia y ramos agregados, de la Renta de Excusado, de la Tesorería del Fondo Vitalicio y negociación de vales reales y fondo sucesivo de la Acequia Imperial de Aragón y otros. Los programas de carácter industrial que incluyeron el arrendamiento de las reales fábricas de Talavera, Valencia y Murcia con sus almacenes, las fábricas de paños de Brihuega, Cuenca y Ezcaray, la fábrica de holandillas y la de sombreros de San Fernando, etc. La actuación de carácter financiero o bancario a través del giro de letras o descuentos, y, por último, lo que se ha venido definiendo como actividades varias , como, por ejemplo, los seguros de mar y el fletamento de buques para expediciones y sus retornos 9 .

Todas ellas, en definitiva, ponen en contacto a la economía de la capital con la de otras regiones peninsulares y extrapeninsulares. Sin embargo, no parece que se haya profundizado en las repercusiones que tales actividades pudieron llegar a tener para algunas. Ello queda perfectamente reflejado en el caso de las compañías de comercio establecidas por cada uno de los gremios. Su funcionalidad ha quedado anteriormente señalada tal y como ha venido siendo presentada, aunque de ninguna manera parece haber sido resaltado su carácter como institución que aceptaba el establecimiento de depósitos a interés y plazo fijos. Por ejemplo, la Compañía de Comercio del Gremio de Lienzos aceptó como depósitos entre 1760 y 1780 casi un total de 17 millones de reales, entre las que podrían destacarse las contratadas por la Condesa de Poblaciones o la Duquesa de Béjar, pero también las que realizaron María Dalbiville, Señora de Honor de la Reina, o Miguel de Gamboa, del Consejo de Su Majestad, Secretario General de la Tesorería de Guerra. Las imposiciones realizadas por nobles y altos cargos de la administración suponen la tercera parte de las registradas en el período, superando los cinco millones de reales. Tampoco parece extraño que la tercera parte de las mismas (5.212.435 reales) procedieran de fuera de la ciudad, siendo que la mayoría tenían su origen en el Norte peninsular, de donde eran, como ya hemos visto, un elevado número de los comerciantes activos durante este período en Madrid. Es por eso que, si no se olvida lo apuntado anteriormente sobre los trasvases de capital realizados a la muerte de los comerciantes, se puede deducir la importancia de las vinculaciones entre la economía de dicha región y la de la capital.

En lo que hace a las empresas individuales de los agremiados y sus repercusiones sobre la economía de otras regiones peninsulares, nos fijaremos tanto en los contenidos de su empresa mercantil, es decir, productos y mercados en los que se comercializaban, como en la importancia del resto de actividades y su localización geográfica. Para ello nos hemos basado en el análisis de las ordenanzas que estipulaban las mercancías que podían ser comercializadas por los agremiados, en los inventarios de los negocios que administraron y que hemos podido localizar (11 de tiendas de individuos del Gremio de Paños, 18 del de Lienzos, 11 del de Sedas, 12 del de Joyería y 19 del de Droguería: en total 71), así como en las escrituras de concesión de poderes, de establecimiento de compañías, capital aportado a boda, dotes y testamentos. Todo ello fechado en el último tercio del siglo XVIII.

Así, en la caso de los comerciantes del Gremio de Paños, especializados en el comercio de productos de lana, la mayor parte de los mismos puestos a la venta en sus establecimientos eran de origen español por su valor (casi un 44%) y en menor medida ingleses (casi un 31%), franceses (20%) y holandeses (5%). En cuanto al volumen, era más importante el de las mercancías procedentes de Inglaterra (46%) que las españolas (33%), francesas (16%) u holandesas (con algo más del 4%). Las dos terceras partes de la producción española procedían de las Reales Fábricas (Guadalajara, Brihuega, Alcoy, Ezcaray), una quinta parte de Cataluña (Tarrasa, Barcelona, Reus e Igualada) y el resto de Castilla (Béjar, Ajofrín, Palencia), la Rioja y en menor medida de Aragón.

Entre las casas que se especializaron en la distribución de textiles derivados del lino (primarios, semielaborados y elaborados), individuos del Gremio de Lienzos, predominaba la comercialización de productos españoles (más de un 60% del valor total), siendo el resto de los que sabemos su procedencia (en un 7% de los mismos es confusa) de Francia (casi un 13%) y de los Paises Bajos y Alemania (menos del 10% en los dos casos). Las mercancías españolas eran mayoritariamente de origen gallego y en menor medida de la zona septentrional de Castilla (Bañeza, Rioseco, Bierzo).

Del análisis de los inventarios de las tiendas de los individuos del Gremio de Droguería, Mercería y Especiería se desprende que la mayor parte de los géneros puestos a la venta en estos establecimientos eran textiles, predominando los de seda (no hemos encontrado ningún inventario en el que se incluyeran las mercadurías que, como veremos, se distribuían a las boticas de fuera de la ciudad). Tan sólo una cuarta parte de los 21 productos más vendidos no eran de tal naturaleza. De entre éstos destacan el cacao, el azúcar, el chocolate, el papel, las hebillas así como libros y cartillas. Entre los textiles eran más abundantes los no elaborados, fundamentalmente la seda en bruto y el hilo. El valor de estos dos productos supone más del 40 por ciento del total y casi las dos terceras partes de las mercancías de origen español puestas a la venta por los mismos. La relevancia que tenía el sector sedero para los comerciantes de este gremio madrileño, como veremos más adelante, no se refleja únicamente en los inventarios de sus tiendas, ya que con frecuencia hemos encontrado agremiados que invirtieron importantes cantidades a través de operaciones crediticias en este sector productivo de la costa levantina. En total, por su valor, casi el 70% de los productos puestos a la venta eran de origen español, fundamentalmente valencianos y murcianos, como ya hemos visto, pero también andaluces y gallegos (hilo), y castellanos, como los textiles semielaborados de seda de Toledo, de la Real Fábrica de Talavera o, en menor grado, de la propia capital imperial, o de León (hilo). En menor proporción hemos encontrado mercancías de origen francés (algo más del 7%), italianas, inglesas y holandesas (entre el 1'5 y el 2'2%) y una muy escasa representación de géneros alemanes y portugueses. Desgraciadamente desconocemos el origen de casi el 18% de los productos contabilizados en estos inventarios.

Mayores problemas hemos tenido para desglosar según su origen las mercancías incluidas en los 13 inventarios encontrados que fueron elaborados por comerciantes del Gremio de Joyería. De hecho, hemos sido incapaces de definir la procedencia de casi el 37% de los géneros inventariados. No obstante, hay que comenzar por afirmar que en ningún caso se puede asociar sus actividades mercantiles al nombre con el que se conocía al colectivo. De hecho, entre los productos comercializados habría que diferenciar entre varios grupos: uno, que casi suma el 80% del total, integrado por textiles (prendas acabadas, productos semielaborados o primarios), otro por géneros de quincallería (como tijeras, cuchillos, tornillos, martillos, hebillas, alfileres o clavos), cuyo valor, sumado al de las joyas (entre las que predominaban las piedras, collares, sortijas, aderezos, medallones...) llegaba a ser algo más del 10%, y, por último, un cuarto grupo que incluía un conjunto de mercadurías difícilmente englobables en cualquiera de los anteriores y que, además, quedaría marcado por su gran heterogeneidad: desde productos agrarios o especias hasta rosarios, catecismos, cabos de olor para el pelo, narices de máscara o caretas, cajas o abanicos (en notable número estos dos últimos). Por su procedencia se puede afirmar, con los límites antes mencionados, la preponderancia de los géneros de origen español (casi un 40%), y en menor medida los franceses (algo más del 18%), ingleses (más del 3%), italianos (más del 1'5%) y holandeses y alemanes (con menos del 1%). Entre los productos españoles destacan los productos de seda producidos en Toledo, Talavera, Valencia, Barcelona y Madrid. Además, hemos encontrado que en Madrid se estaban comercializando no sólo, aunque si mayoritariamente, la producción de sombreros de la Real Fábrica de San Fernando, sino también los que se importaban de Barcelona, León o Galicia. De esta última región también llegaba hilo, al igual que de Córdoba o León. El papel fabricado en España procedía de Barcelona y de Aragón. Por último, otros textiles en menor medida procedían de Burgos (medias), Valladolid (cofias), Sevilla (sedas), mientras que de Orihuela se importaba un importante número de cajas de todo tipo.

En lo que hace, por último, a los 11 inventarios elaborados por comerciantes del Gremio de Sedas, hemos podido conocer el origen de tres de cada cuatro productos puestos a la venta en sus establecimientos. Es muy posible que tal indefinición influya sobre todo en las cifras de productos importados de Francia e Italia, que, según esto, debía ser algo superior a lo que señalaremos. En cualquier caso, las mercadurías de origen español parecen ser las que en mayor medida vendían estos comerciantes. Los tafetanes de Valencia, Requena y de la Nueva Fábrica de Madrid, que en total hemos calculado estarían representados en la muestra por una valor de casi 200.000 reales y un volumen de casi 16.000 varas, los rasos de Valencia y Talavera, para los que hemos calculado un valor de más de 150.000 reales y un volumen de casi 8.000 varas, y el moer también de Valencia y Talavera, con casi 125.000 reales y 3.500 varas, son los productos y lugares de donde procedían que hemos encontrado con mayor frecuencia. En menor proporción también quedaron registrados en estos inventarios géneros elaborados en otros centros de producción como Toledo, de donde se llevaban algunas medias, hermosillas o tapices. Tan sólo Francia aparece como competidor de los productos españoles, en algunos casos (fundamentalmente en rasos y grodetur) acaparando la oferta de ciertos géneros que parece tuvieron una importante salida a través de las tiendas de los comerciantes a los que nos venimos refiriendo, como por ejemplo los encajes (de allí procedían la práctica totalidad de los que hemos encontrado valorados en más de 100.000 reales), o las telas de oro y plata (sin competencia alguna alcanzando un valor de casi 70.000 reales y un volumen de más de 500 varas).

CUADRO 3.- Origen de las mercadurías ofertadas por los comerciantes de los Cinco Gremios Mayores de Madrid según su valor (*).

Procedencia Gremio de Paños Gremio de Lienzos Gremio de Sedas Gremio de Joyería Gremio de Droguería, Especiería y Mercería TOTAL (reales) MEDIA DEL COMERCIO AGREMIADO
España 43'9 59'1 50'2 39'9 69'4 4.592.729'5 54'2
Paises Bajos 5'3 9'6 0'2 0'3 1'5 319.288'0 3'8
Alemania 0'0 9'5 0'0 0'9 0'3 215.786'0 2'4
Francia 20'0 12'9 24'5 18'1 7'1 1.379.130'0 16'3
Italia 0'0 1'2 0'7 1'6 2'0 92.199'0 1'1
Inglaterra 30'8 0'0 0'0 3'3 2'2 539.328'5 6'4
Portugal 0'0 0'0 0'0 0'0 0'0 111'0 0'0
Confuso 0'0 7'7 24'4 36'8 17'5 1.337.824'5 15'8
TOTAL 100'0 100'0 100'0 100'0 100'0 8.476.396'5 100'0
(*): el cálculo se ha realizado sobre una muestra de 71 inventarios. Fuentes: A.H.P.M.

En definitiva, como podemos apreciar en el Cuadro 3, independientemente de las diferencias existentes entre cada gremio, en conjunto la oferta del comercio agremiado madrileño se caracterizaba por el predominio de productos de origen español, siguiéndole en importancia los franceses, llamando poderosamente la atención el escaso valor de las importaciones de origen inglés.

Hemos intentado además hacer una estimación del volumen de productos ofertados por este colectivo a partir de la valoración de los negocios de 168 agremiados madrileños que desarrollaron sus actividades en la capital en el último tercio del siglo encontradas en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (38 tiendas de agremiados al de Paños, 33 de agremiados al de Lienzos, 24 de agremiados al de Sedas, 32 de agremiados al de Joyería y 41 de agremiados al de Droguería, Especiería y Mercería) y dando por buenas las cifras que nos dan los contemporáneos de un total de 375 agremiados en 1777 (56 integrados en el Gremio de Paños, 93 en el de Lienzos, 36 en el de Sedas, 61 en el de Joyería y 129 en el de Droguería, Especiería y Mercería) 10 . Tal cálculo se ha visto entorpecido por el hecho de que en algunas de las escrituras no aparecen claramente especificadas las diferentes partidas en que se desglosaba el valor total del negocio (deudas a favor o en contra, acciones, mercancías...), por lo que en esos casos hemos tratado de asignarle un valor al volumen de géneros ofertados en función de las pautas marcadas en este sentido por los negocios que se asemejaban por su valoración y situación. En cualquier caso, todo ello nos ha impuesto conducirnos con cierta prudencia y para ello hemos decidido establecer un margen bastante amplio de error en torno a un límite máximo y un mínimo para dicho concepto. Así, para un número de negocios como el que ya hemos señalado los contemporáneos afirmaban se organizaba el comercio agremiado de la ciudad en el último cuarto del siglo, la oferta en mercadurías debía oscilar entre 54 y 71 millones de reales. Por gremios la oferta se repartiría como sigue: el de Paños podría ofertar mercancías por un valor de entre 6 millones y medio y 7 millones de reales, el de Lienzos entre 16 millones y medio y 18 millones, el de Sedas entre 13 millones y medio y 20 millones de reales, el de Joyería entre 4 millones seiscientos mil y 5 millones setecientos mil y, por último, el de Droguería entre más de 13 millones y 17 millones de reales.

Sin duda, no es más que una visión estática del mundo mercantil agremiado de la ciudad, pero es casi el único dato que podemos aportar. Apenas sabemos nada acerca del ritmo de las importaciones de los productos comercializados en estos establecimientos durante el período al que nos venimos refiriendo. Los registros de la Aduana madrileña tienen poco valor en este sentido si tenemos en cuenta que en las últimas décadas del siglo los contemporáneos nos hablan de que al menos los géneros que entraban en la ciudad en tránsito , con el objetivo de ser comercializados fuera de la ciudad, no pagaban tributos 11 . En fin, el único dato cuantitativo encontrado que nos puede ayudar a hacernos una idea de la dinámica de tales establecimientos es el que nos proporcionan las escrituras de obligación fechadas entre 1767 y 1771 y firmadas por los comerciantes del Gremio de Lienzos comprometiéndose al pago de cantidades adeudas a la compañía de comercio de dicho gremio por la adquisición de mercancías. Tales sumas totalizaban 1.309.504 reales, y sólo en 1771 se contabilizaron 10 escrituras de este tipo por un valor de 785.438 reales, lo que supone, por ejemplo, en este último caso, la cuarta parte de las exportaciones anuales que en promedio se realizaron desde los puertos gallegos hacia América en el período 1778-1818 12 . No hay que olvidar que nos estamos refiriendo tan sólo, y de manera incompleta, a las compras realizadas por los individuos de uno de los Cinco Gremios Mayores a uno de los mayoristas asentados en la ciudad.

Parece claro, pues, que el sector mercantil de la capital estaba poniendo en contacto la economía de la ciudad con la de otras regiones peninsulares a través de la importación de mercancías. Pero los vínculos así establecidos no parece que fueran los únicos. El nombramiento de numerosos apoderados por parte de las casas de comercio de los individuos integrados en los Cinco Gremios Mayores, como podemos apreciar en el cuadro 4, prueba la actuación de estas empresas fuera del ámbito económico madrileño. De la comparación de las cifras incluidas en el mismo podemos deducir que los comerciantes del Gremio de Droguería, Especiería y Mercería

CUADRO 4.- Funcionalidad de los apoderados de los comerciantes de Madrid a finales del siglo XVIII.

FUNCION Apoderados de los agremiados de Paños Apoderados de los agremiados de Lienzos Apoderados de los agremiados de Sedas Apoderados de los agremiados de Joyería Apoderados de los agremiados de Droguería Total
Poder general para cobrar 21 34 7 34 85 184
Poder cobro una sóla deuda 87 79 52 82 276 576
Poder para comprar o arrendar 3 2 -- 3 5 13
Poder para acudir a la justicia 8 4 3 3 12 30
Poder para vender 3 2 -- 3 16 24
Poder para la administración de bienes 3 4 8 6 13 34
Total apoderados 125 125 70 131 407 858
Fuentes: A.H.P.M.

y tras ellos los de Joyería eran los más activos fuera de la ciudad. La misma jerarquización se puede deducir respecto al grupo de quienes tenían poder para el cobro de cualquier cantidad adeudada (producto de escrituras de concesión de poder general para cobrar ), de cuyo nombramiento se puede entender una mayor prolongación en el tiempo y una mayor diversidad en las actividades del dador en el ámbito regional en el que se localizaba el apoderado que en cualquier otro de los casos estudiados.

Como se puede apreciar en el cuadro 6, casi dos de cada tres de los apoderados nombrados por el comercio agremiado madrileño eran vecinos de alguna población castellana o andaluza. Sin embargo, a pesar de que de tales cifras se podría derivar, conociendo las mercancías con las que cada uno de los gremios comerciaban, la orientación y contenido de las transacciones madrileñas hacia dichas regiones, la diversidad de las actividades económicas de tal sector de la economía de la capital, como se puede apreciar en los cuadros 4 y 5 en relación a la definición de los deudores o de la naturaleza de las operaciones a desempeñar por los apoderados, no permite realizar tal afirmación. El análisis más detallado de los poderes y, sobre todo, de los que eran concedidos para el cobro de una sóla deuda, en donde se precisa algo más la naturaleza de la actividad económica origen de la misma, han sido esenciales para poder delimitar con mayor precisión la intervención de los integrantes de alguno de los cinco gremios mayores de Madrid en otras regiones. Ello, por ejemplo, confirmaría lo que se ha venido comentando acerca del papel de Madrid como distribuidor de géneros medicinales, ya que en múltiples ocasiones los deudores a los que se refieren en estas escrituras son definidos como propietarios de boticas localizados sobre todo en Castilla la Mancha y Castilla León, en menor medida en Galicia y, por último, en Extremadura y Cantabria-Asturias. Esto no significa que la totalidad de las transacciones mercantiles de los individuos del gremio se encuadraran en los límites vistos. Por el contrario, hemos encontrado pruebas que confirman que en otros casos, aunque menos numerosos ni mucho menos despreciables, estos agremiados comerciaban con los productos mencionados anteriormente (textiles semielaborados y fundamentalmente sedas e hilos en brutos) tanto en Castilla la Vieja como en Castilla la Nueva así como en Andalucía y en menor proporción en Extremadura. Precisamente, como ya hemos señalado, la especialización en la comercialización de seda en bruto detectada entre los integrantes de este gremio (reflejada claramente en la elevada proporción con la que se presentaba en los inventarios encontrados) aparece estrechamente relacionada con la intervención de los más poderosos del sector en el ámbito de la producción localizado en las costas levantinas como oferentes de créditos a pagar por parte de los productores en la seda que posteriormente era distribuida por los empresarios madrileños en la capital y fuera de ella.

La funcionalidad antes vista, es decir, el abastecimiento del pequeño comercio castellano y andaluz o extremeño es común a otras tantas casas de comercio administradas por individuos del Gremio de Joyería, y en el caso de Andalucía y Castilla la Mancha para algunos comerciantes de lienzos de la capital (en algunos casos a pesar de haber registrado a los deudores como vecinos en el cuadro 5 -definición que aparecía en las escrituras- la transacción origen de la deuda queda descrita como puramente mercantil al explicitar la existencia de una venta de géneros previa en un volumen considerable). Como en el caso de los mayoristas visto con anterioridad, también la mayor parte de los comerciantes clientes de los agremiados madrileños eran vecinos de pequeñas comunidades, siendo básica la organización ferial del comercio en el interior peninsular para la distribución de las mercancías desde Madrid.

Pero, como ya hemos señalado, las actividades desarrolladas por este sector mercantil fuera de la ciudad no se limitaban a las hasta aquí descritas. Por ejemplo, como se puede deducir del cuadro 4, los comerciantes agremiados poseían bienes localizados fuera de la capital. Casi siempre las propiedades inmobiliarias eran tierras de cultivo. La información contenida en los documentos analizados demuestra, sin embargo, CUADRO 5.- Definición de los deudores localizados fuera de Madrid según los poderes para el cobro de deudas emitidos por los comerciantes de los Cinco Gremios Mayores de Madrid en el último tercio del siglo XVIII (en porcentajes).

Definición de los deudores Comerciantes del Gremio de Paños Comerciantes del Gremio de Lienzos Comerciantes del Gremio de Sedas Comerciantes del Gremio de Joyería Comerciantes del Gremio de Droguería Total
Comerciantes 21'9 11'8 12'7 18'1 45'1 31'0
Nobleza 6'3 3'5 18'2 9'7 0'3 4'3
Vecinos 44'8 64'7 41'8 56'6 47'9 50'2
Militares 3'1 4'7 9'1 7'2 0'9 3'3
Administración 15'6 4'7 1'8 4'8 0'9 4'2
Religiosos 8'3 10'6 16'4 3'6 4'9 7'0
TOTAL 100'0 100'0 100'0 100'0 100'0 100'0
Fuente: A.H.P.M: Escrituras de concesión de poder para el cobro de deudas.

que en la casi totalidad de los casos, la propiedad se derivaba o bien de la herencia de las mismas o bien de haber servido como seguro en una transacción crediticia fallida. En escasísimas ocasiones, por tanto, existía de por medio el propósito de invertir en la compra de tierras. Por ello, teniendo presente el origen de la mayor parte de los comerciantes, no es difícil imaginar que su localización se fijaba predominantemente en el Norte peninsular y en segundo lugar en las regiones en las que los agremiados se mostraban más activos. En cualquier caso, la importancia de la posesión y explotación de tierras no era ni mucho menos fundamental en la economía de los comerciantes. De hecho, las únicas propiedades que decidían conservar eran las situadas en sus respectivos lugares de origen, pero siempre cediendo su explotación y los beneficios derivados de la misma a algún familiar vecino de aquellas tierras. Hemos encontrado además un notable número de escrituras en las que se concedía poder para la venta de tierras en otros lugares aludiendo a lo costoso de su administración (en contraste, probablemente, con lo escaso de los ingresos que podían

CUADRO 6.- Distribución regional de la concesión de poderes de representación por los comerciantes de los Cinco Gremio Mayores de Madrid a finales del siglo XVIII (en porcentajes).

Regiones Comerciantes del Gremio de Paños Comerciantes del Gremio de Lienzos Comerciantes del Gremio de Sedas Comerciantes del Gremio de Joyería Comerciantes del Gremio de Droguería Total
Castilla-La Mancha 14'8 28'0 12'9 12'2 27'5 22'1
Cataluña 1'6 0'8 0'0 0'8 1'5 1'2
Valencia-Murcia 9'0 4'0 15'7 9'2 10'2 9'4
Castilla-León 16'4 12'8 24'3 31'3 25'9 23'3
Extremadura 9'0 3'2 0'0 3'8 6'6 5'5
Andalucía 27'1 21'6 18'6 24'4 8'1 16'3
Aragón 0'0 0'8 7'1 2'3 1'3 1'7
País Vasco-Navarra 9'8 16'0 5'7 11'4 3'8 7'8
Galicia 4'9 6'4 11'4 4'6 11'5 8'7
Cantabria-Asturias 7'4 6'4 4'3 0'0 3'6 4'0
Total 100'0 100'0 100'0 100'0 100'0 100'0
Fuente: A.H.P.M.

proporcionar). Con mayor frecuencia, sin embargo, hemos localizado escrituras y referencias al arrendamiento de propiedades agrarias para su explotación a las elites provinciales. En la mayor parte de los casos en Extremadura, Castilla la Vieja y Andalucía.

Otra importante fuente de ingresos era la concesión de créditos o la venta de mercancías a las elites regionales. En el Cuadro 5 se puede apreciar que en este sentido los religiosos eran sus principales clientes, seguidos por los nobles y funcionarios de la administración civil y quienes se integraban en la alta jerarquía del ejército de la monarquía. Por regiones, era Andalucía y Castilla la Vieja en donde hemos localizado la mayor parte de este tipo de deudores, aunque hay que reseñar la elevada proporción de religiosos que localizados en tierras gallegas acudían al comercio madrileño para satisfacer tales necesidades. En lo que hace a la nobleza endeudada con el mencionado sector madrileño, la mayor parte de ella se asentaba en Castilla la Vieja, Levante (Valencia y Murcia) y Extremadura. Por último, hay que subrayar que buena parte de las cantidades adeudadas por los funcionarios de la administración real estaban relacionadas con la necesidad de capitales para acceder al puesto asignado en tierras americanas. Ello, al menos por lo que se deduce de los términos incluidos en las escrituras, no significaba que la relación crediticia incluyera oportunidades para comerciar con los territorios a los que se dirigía el deudor.

En definitiva, introducir, como hasta ahora se había venido haciendo, como elementos esenciales (si no determinantes) a la dinámica económica madrileña de finales del siglo XVIII, por una parte, la "tradicional" iniciativa del sector comercial de la capital definida por el desarrollo de las actividades relacionadas con la satisfacción de las necesidades de la ciudad como principal centro administrativo, rentista y demográfico peninsular y, por otra, el consumo de productos importados de Europa o de los territorios americanos nos parece, tras el análisis realizado, al menos excesivamente simplificador. No hay duda de que las oportunidades que la ciudad ofrecía en relación a su funcionalidad y su definición según los parámetros antes señalados eran muy notables. Incluso, hay que aceptar, en contraposición, el "escaso atractivo" que parecían tener el sector artesanal o agrario para los comerciantes de la capital, aspecto éste que habría que considerarlo en su contexto económico. No obstante, es evidente que los límites de la ciudad no se correspondían con los del ámbito geográfico en el que desarrollaba sus actividades el sector financiero-mercantil madrileño. La iniciativa de las casas de cambio, como hemos visto, continuaba jugando un importante papel en el comercio de exportación-importación de la región levantina y Cádiz. En paralelo, se había consolidado una importante vía de transferencias del capital acumulado por medio de las actividades mercantiles fundamentalmente hacia las regiones del Norte peninsular, desde donde en reciprocidad se buscaba rentabilizar capitales mediante su inversión en las instituciones creadas por el sector agremiado de la ciudad. Además, mayoristas y agremiados intervenían en los mercados castellanos y andaluces ofreciendo mercancías y créditos. Por último, aunque es evidente que el volumen de operaciones de las casas de mayoristas importadoras de productos europeos debió ser muy importante, la movilidad de mercancías propiciada por las actividades de los agremiados, según el cálculo realizado con anterioridad, o de quienes se especializaron en la importación de productos catalanes, a nuestro modo de ver, determinaron el que en la ciudad la oferta de productos peninsulares, al menos en lo que hace a los textiles, fuera superior a la de mercancías extranjeras. En otras palabras, Madrid, en paralelo a la consolidación de su sector comercial y al crecimiento económico del siglo XVIII, se reafirmó como una muy importante plaza financiera y mercantil, consumiendo un gran volumen de mercancías de origen español (como ya hemos señalado, en el caso de los textiles probablemente en mayor medida que los que se importaban de Europa), pero también desempeñando el papel de centro de pagos al exterior y de redistribuidor de productos medicinales, como hasta ahora se había venido diciendo, y textiles, introduciendo junto a las mercancías importadas de Europa, los paños catalanes o elaborados en las Reales Fábricas y, sobre todo, las sedas que procedían de Cataluña, Sur de Castilla (Talavera o Toledo), Valencia, Murcia (en estos dos últimos casos sin elaborar), o la lencería gallega así como otras mercadurías llegados a la ciudad de los aislados y decaídos centros productivos castellanos en los tradicionales canales de comercialización que pervivían en la organización de la economía castellana, las ferias, y en mucha menor medida, creando canales de distribución más estables a través de los contactos con las tiendas abiertas por los comerciantes minoristas de dichas regiones.

Obviamente, el comercio madrileño estaba jugando un papel positivo respecto a la economía española al dar salida a la producción de las establecimientos anteriormente señalados hacia los mercados del interior, incluido el de la propia capital. Ahora bien, hay que subrayar que la precariedad de las estructuras utilizadas para su canalización, realizada de manera mayoritaria a través del sistema ferial, como ya hemos dicho, excluiría la implantación de una red estable y jerarquizada de distribución articulada en torno a la ciudad. Son estos aspectos los que verdaderamente determinan los límites del proceso al que nos venimos refiriendo, al que hay que finalizar por definir como algo coyuntural sin que de él se derivaran cambios estructurales trascendentales en la organización mercantil de las regiones del interior que pudieran haber sido utilizados eficientemente en momentos posteriores. Es más, la intervención en dichos circuitos de un sector comercial como el madrileño, en el "mejor de los casos" desproporcionadamente privilegiado por las autoridades políticas, contribuiría a disolver aun más las bases de la jerarquización urbana del interior como lo muestra el hecho de que ejercieran su papel de mayoristas principalmente respecto a comerciantes de pequeñas comunidades rurales.

NOTAS:

( 1 ) Las cifras expuestas difieren de las que aporta CRUZ, Jesús. Gentlemen, Bourgeois, and revolutionaries. Political chage and cultural persistence among the Madrid Dominant groups, 1750-1850. Tesis Doctoral Inédita Tesis doctoral inédita, para este mismo sector social y período, o las apuntadas por RINGROSE, D.R. Madrid en la sociedad del siglo XIX . La Ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político. Poder económico y elites locales (2 vol). CIDUR. Madrid, 1986. (Vol I, pp. 301-323) sobre la base de la Matrícula de Comerciantes elaborada en 1829. Cruz localiza el origen del 79% de los comerciantes madrileños en el Norte peninsular, el 3'7% en el Noroeste, el 13% en el centro, el 0'5% en el Sur, el 1'6% en el Este (Cataluña/Levante) y el 2'2 en el extranjero. Ringrose calcula que sólo el 34% procedían del Centro-Norte, mientras que los originarios de la capital ascendían al 15 por ciento del total y los castellanos, extremeños y gallegos sumaban casi un 35%. Por su parte, la comparación con otras plazas mercantiles peninsulares es significativa. Por ejemplo, BUSTOS RODRIGUEZ, M. en su trabajo Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del siglo XVIII (1713-1775) . Cádiz, 1995 (94-110), calcula que en la ciudad andaluza los comerciantes de origen español tan sólo eran algo más de la mitad del total de dicho sector. De entre ellos algo más de la tercera parte eran de las regiones septentrionales españolas.

( 2 ) CRUZ, J. en su tesis doctoral, gentlemen, bourgeois, ... , (pp. 286-287) calcula que entre 1750 y 1850 las tres cuartas partes de los inmigrantes incorporados al sector mercantil de la ciudad procedían del medio rural, mientras que el resto lo hacía de capitales provinciales u otras ciudades consideradas como medio urbano en función de su definición como centros administrativos o comerciales de un ámbito regional, pero no porque desarrollaran unas formas de vida que contrastaran con las del medio rural. En la muestra que hemos analizado, delimitada en torno al último tercio del siglo XVIII, ninguno de los comerciantes procedía de centros que pudieran incluirse en el grupo de establecimientos definidos por el mencionado investigador como "urbanos".

( 3 ) Almanak Mercantil. Madrid, 1797.

( 4 ) Almanak Mercantil. Madrid, 1797.

( 5 ) MAIXE ALTES, J. C. Comercio y banca en la Cataluña del siglo XVIII. La compañía Bensi & Merizano de Barcelona (1724-1750) . Coruña, 1994. pp. 187-194. CRUZ VALENCIANO, J. "Cambistas madrileños de la segunda mitad del siglo XVIII". Madrid en la sociedad del siglo XIX . La Ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político. Poder económico y elites locales (vol I). Madrid, 1986. (pp. 453-475)

( 6 ) MAIXE ALTES, J.C. Comercio y banca en la Cataluña ... (pp. 225-306)

( 7 ) Almanak Mercantil. Madrid, 1797.

( 8 ) Almanak Mercantil. Madrid, 1797.

( 9 ) CAPELLA, M. y MATILLA TASCON, A. Los Cinco Gremios Mayores de Madrid. Estudio crítico histórico. Madrid, 1957. p. 69-130

( 10 ) LARRUGA, E. Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España . Tomo I. Memoria V. (pg. 248)

( 11 ) LARRUGA, Eugenio. Memorias políticas y económicas... p. 52-53

( 12 ) ALONSO ALVAREZ, Luis. Comercio colonial y crisis del Antiguo Régimen en Galicia (1778-1818) . Santiago de Compostela, 1986 p. 52

BIBLIOGRAFIA:

Almanak Mercantil. Madrid, 1797.

ALONSO ALVAREZ, Luis. Comercio colonial y crisis del Antiguo Régimen en Galicia (1778-1818) . Santiago de Compostela, 1986

BUSTOS RODRIGUEZ, M. Los comerciantes de la Carrera de Indias en el Cádiz del siglo XVIII (1713-1775) . Cádiz, 1995

CAPELLA, M. y MATILLA TASCON, A. Los Cinco Gremios Mayores de Madrid. Estudio crítico histórico. Madrid, 1957. p. 69-130

CRUZ VALENCIANO, J. "Cambistas madrileños de la segunda mitad del siglo XVIII". Madrid en la sociedad del siglo XIX . La Ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político. Poder económico y elites locales (vol I). Madrid, 1986. (pp. 453-475)

------------------. Gentlemen, Bourgeois, and revolutionaries. Political chage and cultural persistence among the Madrid Dominant groups, 1750-1850. Tesis Doctoral Inédita.

LARRUGA, E. Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España .

MAIXE ALTES, J. C. Comercio y banca en la Cataluña del siglo XVIII. La compañía Bensi & Merizano de Barcelona (1724-1750) . Coruña, 1994.

RINGROSE, D.R. Madrid en la sociedad del siglo XIX . La Ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político. Poder económico y elites locales (2 vol). CIDUR. Madrid, 1986.


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