49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Blanca Emeric

Cabildo, carcel de mujeres y de niños: una relacion etnologica - dialogos y construccion de la vida en la carcel de ana y sus hijos

Por: Blanca Emeric

PRESENTACION

Fue la relación entablada con Ana , la que permitió realizar este trabajo, que hoy les presento. Ella está aquí, en está exposición. Fueron muchas las horas que pasamos juntas elaborando y construyendo está relación etnológica.

He divido el trabajo en dos capítulos: la relación con Ana como metodología, y la vida en la cárcel como espacio de su vida desde una visión antropológica.

CAPITULO 1

Presentación de Ana

La relación con Ana y sus hijos se inicia, en enero de 1995, a partir de la demanda que hace la Dirección de la Cárcel de Mujeres a A.NI.MA. ( Asociación Nacional en Beneficio de la Niñez Maltratada), para atender a detenidas procesadas por lesiones graves hacia un hijo.

Este llamado respondía a la situación en que se encontraban estas mujeres: presentando dificultades de integración, de relación con la administración y también dificultades de sus hijos con los otros niños que viven en situación de cárcel.

En esta primera etapa de nuestra relación, el trabajo estuvo centrado en los momentos que Ana y sus hijos estaban viviendo, y tuve como colaboradora a una psicóloga de nuestro equipo, en varias entrevistas.

Ana es una chica de 21 años, que ingresa a la Cárcel en el mes de mayo de 1994 con tres hijos, Claudio de 3 años, Mariela de 1 año y medio (de su primera pareja) y Daniel de 6 meses (de su segunda pareja). Ana es procesada por las lesiones que le inflige a su hijo Daniel, el cual es dado en adopción en el mes de noviembre de ese mismo año.

Durante 1995, a través de la técnica de historia de vida, con entrevistas semi-dirigidas, semanales, de una hora de duración, fui conociendo su infancia, adolescencia, sus años liceales, sus relaciones familiares, sus parejas, sus problemas y su crisis-delito por la cual llega a la cárcel.

Este período de nuestra relación, estuvo enmarcado dentro de un régimen carcelario abierto donde la Cárcel ofició como un hogar de detenidas. Durante este año 95, Ana logra superar muchos de sus conflictos. Logra integrarse como presa, atiende a sus niños en forma diferente, se relaciona con el exterior-el afuera más fluidamente (con las docentes de la guardería, sus familiares) y consigue trabajar (en una empresa de limpieza, y con las hermanas eulatas). Se capacita como maquinista en prendas de cuero, haciendo un curso en la Universidad del Trabajo en las horas que sus hijos concurren a la guardería.

A partir de marzo de 1996, el régimen de la Cárcel se hace cerrado, con cambio de dirección, técnicos y administrativos. Se permite salir, sólo aquellas detenidas que tienen por orden del Juez la autorización para hacerlo. Ana obtiene salida durante el día para buscar a sus hijos a la guardería y lo fines de semana para ir a la casa de su padre.

Es a partir de estos cambios, donde el encierro se hace sentir más profundamente, donde los conflictos de relación se hacen más patentes, se agudizan los problemas con el sistema carcelario, con el adentro y el afuera. Es cuando le propongo hacer este trabajo en conjunto: su vida cotidiana en la cárcel, su aprendizaje, su experiencia, su conocimiento de este mundo tan peculiar y tan desconocido socialmente.

Desde entonces trabajo intensamente con Ana, y nuestra forma de trabajar es en base al diálogo, a la confrontación de sus vivencias y al aporte mío como alguien de afuera que desea conocer esa realidad que es la cárcel de mujeres y de niños.

Estructuro el trabajo en capítulos, a partir de una distribución del espacio, del espacio carcelario como un espacio antropológico, vivido por Ana y sus hijos. Antes de continuar y de adentrarnos en ese espacio cerrado, con un tiempo también cerrado, me gustaría reflexionar sobre la metodología de esta parte de la investigación que estuvo centrada en Ana como persona.

Espacio Personal: Ana como Persona

Cuando comienzo la historia de vida de Ana, como técnica antropológica, lo hago como ayuda a ella y a sus hijos, como vía de catarsis y de conocimiento de ella y mío.

Mi rol fue de escucha y de espejo, en el cual Ana se iba reflejando, y construyendo su personaje, permitiéndole retomar su pasado, sus pérdidas, sus rupturas, sus angustias, sus deseos, su hostilidad, su ira, así como sus amores. Fueron momentos de mucho dolor, Ana pasa más de una entrevista solo llorando y yo permitiéndole la salida de ese caudal de emoción. En otras ocasiones no desea tener ese día la entrevista, no se siente con ánimo, "estoy en un bajón " son sus palabras para no recibirme. Muchas veces eran problemas de la propia cárcel que no me hacían posible realizar la entrevista, o se hacia en condiciones de mucha perturbación, ruidos, interrupciones de funcionarios en el salón que tenía la entrevista con Ana.

Me tuve que adaptar a todas la irregularidades del medio, de las condiciones cambiantes y de la inestabilidad permanente que se vive en estas instituciones de reclusión, "uno nunca sabe lo que pasa o puede pasar". Dentro de estas circunstancias tuve que adecuarme tanto afectivamente como ajustar la metodología de la investigación. Fui reconstruyendo paulatinamente los datos objetivos y la vivencias acumuladas en ese año de trabajo libre.

Así pude rescatar mi primer día de encuentro con Ana, como inicio de nuestra relación. Debo recordar que era mi primer día de acercamiento a la cárcel , yo no había entrado nunca , la conocía sólo de afuera, no tenía la menor idea de qué iba a encontrar, ni que podría hacer como antropóloga en casos así. Mi situación era de mucho desconcierto, inseguridad por lo desconocido y ansiedad por la propia prisión de mujeres y niños.

Supe con el tiempo y por la relación con Ana, que esa primera entrevista gestó una impronta que luego generó en un óptimo rapport, expresión de una creciente sensibilidad por parte mía respecto de la importancia de la relación entrevistador-sujeto. Me refiero al rapport como la atmósfera o clima de la totalidad de la relación entre ambas.

A medida que Ana se adentraba en su íntimo, emocionalmente cargado y comprometido, más delicada era mi tarea de establecer la comunicación y más profunda se hacia la relación. Al escuchar una y otra vez las grabaciones de las entrevistas, lograba integrar una serie de tipologías de las mismas, las cuales estaban teñidas de tolerancia, comprensión, aceptación lo cual me permitía acercarme cada vez más a Ana.

La entrevista , su desarrollo, las características de esa situación en esas condiciones tan especiales que son la reclusión, influyen sobremanera en el perfil del producto final, donde el proceso sumamente complejo de la interacción y a través de la cual se va generando la historia de vida. Todo este proceso está dotado de un movimiento pendular de acercamiento, intimidad, tener "cerca al otro" y de distanciamiento, desapego o la objetividad, donde los sujetos involucrados Ana y Yo representamos papeles complementarios: uno pregunta, el otro responde; uno escucha , el otro habla; uno está libre, el otro preso.

Está dualidad que acabo de aludir y la reciprocidad que afecta la relación, es vivida en forma desigual y desequilibrada. Es un hecho que existe una contradicción entre la distancia y la cercanía afectiva de ambas protagonistas entre sí y de cada una de ellas con el relato y su contenido muy diferente para cada parte. Ambas cosas son necesarias, Ana se vincula sentimentalmente de un modo muy estrecho con lo que cuenta, se permite aflorar sus recuerdos y las reacciones que ellos le provocan y para que eso sucediera debe confiarse al que la escucha.

En este juego de conciliación entre acercamiento-empatía y distanciamiento-lejanía, donde la ambivalencia juega un rol preponderante, es también el espacio donde se consolida el puente de la complicidad en la atribución de sentido. La relación mía con Ana ha estado siempre afectada por los fenómenos de transferencia y contratransferencia, según el sentido que le da George Devereux. El define la transferencia en un marco de referencia puramente cognitivo, como la transferencia del saber tal como la entiende la teoría del aprendizaje. La contratransferencia como la suma total de aquellas distorsiones en la percepción que el entrevistador tiene de su entrevistado y la reacción que éste le provoca. La transferencia y la contratransferencia tienen fuentes y estructuras idénticas. También está presente Marc Augé en su definición de "transferencia": es la afirmación de la legitimidad de una teorización de lo social y la "contratransferencia" es la duda sobre toda posibilidad de teorización.

La relación nuestra, duradera hasta el momento actual, siempre estuvo signada por el desequilibrio, ya sea por la edad, por la diferencia social, por mi profesión de antropóloga, como status de conocimiento. Sin embargo hay entre nosotras un intercambio afectivo y de aportes mutuos. Ana me ha enriquecido con sus conocimientos y con sus experiencias como mujer, como madre, como presa, algunos de los cuales son bien diferentes a los míos y otros muy similares. Ella me ha mostrado, cómo una joven mujer afronta tantos problemas graves, en situaciones sumamente difíciles, sobreponiéndose por su carácter, su fuerza de coraje, su inteligencia-creatividad, sus ansias de vivir en formas distintas a su infancia, y el deseo de brindarle a sus hijos un modelo familiar diferente al suyo.

CAPITULO 2

A partir de 1996, con un régimen de Cárcel cerrada, comienzo con Ana otro tipo de trabajo, ya no centrado en su persona como espacio personal sino en la vida de la Cárcel. Le propongo hacer este trabajo juntas, en base al diálogo y enfrentamientos de opiniones. Así pudimos ir paso a paso construyendo este espacio de encuentros y desencuentros, con muchas dificultades para realizar nuestras entrevistas ahora muy controladas, y perturbadas, por la interferencia del cuerpo policial que invadía nuestra privacidad.

Estructuramos el trabajo a partir de la confección de un croquis del espacio físico, el espacio del adentro, del interior de la Cárcel efectuado por Ana, como lugar vivido por ella y la representación del mismo (Ver en el anexo el croquis realizado por Ana).

La Cárcel como edificio está enclavado en un barrio montevideano, con su historia particular y por lo tanto con su memoria, memoria que se hace colectiva no solo para los vecinos sino que se extiende a toda la ciudad. Cabildo es el nombre que llevar el Establecimiento Correccional de Detención de Mujeres. Está ubicado sobre la calle que lleva el mismo nombre. La palabra Cabildo nos sitúa en el Montevideo Colonial, donde el Cabildo ofició como ayuntamiento, como una corporación que rigió, nuestra Banda Oriental, y fue también sede de la primera Cárcel. Por otro lado, el edificio que hoy ocupa la Cárcel de Mujeres, fue hasta hace un tiempo atrás un Convento. La palabra Convento nos hace pensar inmediatamente en una casa en la que viven las religiosas/os bajo ciertas reglas de su institución, por lo cual las primeras mujeres presas estuvieron bajo la ordenanza de monjas hasta que se formó el cuerpo policial femenino. Hoy la cárcel está siendo reformada, ampliada a expensas de la parte del Convento que aún está en manos de la curia. Tomemos entonces a la cárcel como un lugar donde los recuerdos de un pasado lejano y otro más cercano, su evocación, su presente y su futuro, permiten referenciarlo como un espacio con ciertos límites geográficos y simbólicos. Nombrar este lugar como cárcel de mujeres y de niños, denominarla Cabildo, es asumir una extensión linguística y simbólica.

La palabra Cabildo tiene también otra connotación jurídica. Los cabildos eran tribunales que en tiempo de los romanos, acudían los pueblos de provincia con sus pleitos, como ahora se concurre a las audiencias. Es decir que el Convento Cabildo tiene su representación en lo religioso y en lo jurídico.

Tanto lo religioso como lo jurídico nos retrotrae al concepto de disciplina, disciplina que distribuye a los individuos en espacios. En el caso de las religiosas la disciplina exige la clausura, el encierro, un lugar cerrado sobre sí mismo. El modelo del Convento como internado aparece como régimen de educación y de corrección.

Si nos referimos a la parte arquitectónica de la Cárcel de Mujeres, su antecedente es religioso porque mantiene su estructura de Convento: "las celdas del Convento", el espacio de la disciplina es siempre celular (siguiendo los conceptos de Michel Foucault). Sus ventanas altas, su patios centrales, sus muros espesos, austeros, los tonos grises, las líneas rectas, rígidas, dan la impresión de soledad, reclusión en cuanto a cárcel y de ascetismo propio de un Convento. Tomando a la Cárcel como un lugar con memoria y diciendo en palabras de Marc Augé "Contemplando el espacio y el presente, pero espacio henchido de tiempo y un presente en permanente huida de sí mismo, Les lieux de mémoire representan un esfuerzo sublime, y por esencia nunca logrado, para concebir un pasado privado de sentido y un presente privado de futuro: el tiempo como misterio extenuado, pero no resuelto."

Descripción de la Institución - Cárcel

La cárcel se organiza en tres secciones bien diferenciadas según sus integrantes y sus funciones. A cada grupo le corresponde un espacio.

El Espacio de Adelante

Allí se encuentran los administrativos, los técnicos, son los que pertenecen al Espacio del Afuera, los que entran y salen de la cárcel. El grupo de los técnicos esta integrado en el área de la salud por: médico general, psiquiatra, ginecólogo, cirujano, partera, jefe de enfermería y enfermeros. En el área social: tres asistentes sociales, dos psicólogas, una procuradora y una maestra. En cuanto a la administración, se compone de: Directora y Subdirectora, dos secretarias, y dos oficinistas, todas pertenecientes al cuerpo policial femenino.

El Espacio del Medio

Es donde se ubica la guardia compuesta por: las funcionarias policiales, que pertenecen al afuera y se encuentran en el adentro como cuerpo de vigilancia-represión.

El Espacio del Adentro/Detrás

Es el lugar donde viven las detenidas y consta de 3 pisos (Ver croquis de Ana).

Estos tres espacios están bien delimitados por altas puertas cerradas con llave y vigilancia en cada una de ellas. Para pasar de un sector al otro se debe pedir autorización a la Dirección.

Esta descripción pertenece a la situación de cárcel cerrada que se instala a partir de marzo de 1996, al aplicarse una nueva ley de seguridad ciudadana. En la situación de cárcel abierta, no había separación entre el espacio de adelante, con el del medio, era todo uno y el pasaje al espacio del adentro-detrás no estaba impedido por la autoridad, si estaba separado por una gran cortina de metal, pero de fácil acceso. En cuanto al espacio del adentro- detrás, el de las presas, cuenta con una distribución de dormitorios y de celdas.

En el momento que realizamos este trabajo, el grupo de mujeres era de 18 penadas, 69 procesadas, 40 niños cuyas edades oscilaban entre 10 años y los recién nacidos. Por ley, las madres detenidas puede tener a sus hijos hasta los 4 años de edad, pero las circunstancias hacían que los niños vivieran más años de cárcel junto a sus madres. En el momento actual, con el sistema de cárcel cerrada, se aplica la ley, y solo habitan los niños hasta los 4 años edad.

Como actividades que brinda la cárcel, están los diferentes talleres: costura, tejido, cocina, confección de muñecos de peluche, expresión corporal y peluquería. Dentro de los grupos que participan dando ayuda están: los alcohólicos anónimos y los religiosos ( Católicos, Pentescostales, Asamblea de Dios, Ciencia Cristiana).

Historia de Ana: Ritos de Entrada y de Salida

Nuestro trabajo se centra especialmente en el espacio del adentro-detrás, la vida de las presas, en su vivir cotidiano, desde la perspectiva de Ana que me permitió iniciar este viaje por los confines de la cárcel de mujeres y niños.

Su entrada a la cárcel, estuvo marcada por un gran traumatismo. Llega con Daniel, el hijo que ella agredió tan severamente, mientras que sus otros dos hijos, Claudio y Mariela, pasan al Instituto Nacional del Menor. Al tiempo logra tener a todos sus hijos con ella. Sus primeros días pasan con la internación casi permanente de Daniel en el hospital de niños, (Pereira Rossell) por sus dolencias. Daniel es un bebé que nace prematuramente (6 meses), con bajo peso, por lo cual Ana debe atenderlo constantemente y sufre muchas internaciones. Esas condiciones continúan en la Cárcel hasta la adopción de Claudio, que se realiza cinco meses después, en el mes de octubre.

Ana relata esos meses como de pesadillas, por su situación emocional, pero sobre todo por la dificultad de comprender lo que le pasaba y como ubicarse en ese medio tan hostil. Se sintió totalmente desamparada y perseguida por parte del cuerpo policial y administrativo, como por las propias presas. Vigilada día y noche con controles sobre su comportamiento, el tener que dar cuentas permanentemente de la situación de su hijo (dar examen de cómo ser madre). Por parte de las presas, el increparla como madre-persona, incriminándola por su delito, su culpa. Se la deja de lado, no se le dirige la palabra y cuando se le dirige es a través de insultos, se la delata de cargos no cometidos por ella. Todo referido a su hijo Daniel. Estuvo al borde de nuevo sumario, como mala madre, abandónica, falta de atención y de dedicación a ese hijo. Una verdadera caza de brujas en donde todos estaban implicados.

Esos primeros meses de Ana en la cárcel, llenos de desasosiego, de no entender nada de lo que le pasaba, fueron muy duros y terminaron con la entrega en adopción de Daniel. Toda esta experiencia la podemos inscribir dentro de un rito de paso o de institución si nos referimos a los conceptos desarrollados por Pierre Bourdieu. Tomando sus palabras " hay que plantear a la teoría del rito de paso cuestiones sobre la función social de lo ritual y las de significación social de la línea de demarcación, del límite que el ritual establece entre lo lícito y la transgresión.

Con el caso de Ana y luego confirmado con otras detenidas por el mismo delito o con filicidio, aparece una rígida frontera tolerable frente al delito cometido, y frente a la transgresión de los límites constructores del orden social y del orden mental que son tratados de salvaguardar de alguna manera. Es la división de: madre-mala/mujer- mala, frente a la maternidad como fuente de todo lo bueno, de dar vida. Atacar a un hijo es considerado el delito máximo dentro de la cárcel de mujeres, pues ataca al prestigio de toda mujer-madre.

Al pasar esa línea de demarcación entre libre/presa, comienza un antes y un después, el rito consagra la diferencia del adentro y el afuera y también dentro de las presas con las iniciadas y las que se inician, las recién llegadas. Los delitos son tipificados por las detenidas, siendo el de Ana el más censurado y repudiado entre ellas, el haber agredido-dado a un hijo. Por eso mismo Ana es perseguida, acosada, excluida, repudiada, por lo cual este pasaje se le hace tan doloroso y se le inflige una condena que es vivida con ataques a su cuerpo y sobre todo a su psiquis. Es una condena social generalizada, a partir del grupo tanto policial, como el de las presas, y de toda la comunidad del afuera. Desde esta óptima el ritual tiene su función social, y la significación de la separación entre los límites entre lo permitido-lícito y la transgresión.

Ana debió pasar por un doble rito de pase y otro de iniciación o como dice Pierre Bourdieu "rito de institución, rito que consagra las diferencias". De Ana libre a Ana presa, dejar el espacio del afuera para ingresar al espacio del adentro-detrás, pero sobre todo está la situación objetiva, está su delito. Vuelvo a referirme a Pierre Bourdieu cuando nos dice que las ciencias sociales deben de tener en cuanta el hecho de la eficacia simbólica, de los ritos de institución; es decir poder actuar sobre lo real actuando sobre la representación de lo real".

Ana ingresa a la cárcel como representante de la madre mala que castiga, que llega a lesionar gravemente a su hijo, madre-diabólica, madre-bruja, que de algún modo está introyectado como modelo en más de una presa, y por lo tanto condicionan las conductas que adoptan las presas respecto a ella. Además esto conlleva al mismo tiempo la imagen que la propia Ana se hace de ella y los comportamientos que se cree obligada a adoptar para ajustarse a esa realidad, como dar en adopción a su hijo Daniel.

Por otro lado Ana es sancionada por la presas por atentar contra su hijo, que constituye su capital-posesión, y atacó a su lugar social, " el ser madre". La madre mala que lesiona a su hijo, al hijo que le permite tener una identidad de su ser social. Se es mujer porque se es madre. Su deber es concebir, es algo de la naturaleza, las madres tienen hijos, aunque muchas veces no los críen. Por lo tanto Ana es un no ser, eso significa no tener un status, ese status que le da y le reconoce la sociedad por ser madre-mujer, como única ubicación que logra dentro de ella.

En este rito de institución, las presas iniciadas ejercen el poder de pertenencia, como una razón de ser, de ser madre, el sentimiento de que se tiene una función, y una función de importancia y sustrayéndolas así de su desprestigio e insignificancia de ser presas. Tomando al ritual como un acto comunicativo, éste oficia como una asignación de identidad, la identidad de ser presa, y cómo debe conducirse, es instituir un derecho de ser que es en definitiva un deber ser.

En el caso de Ana no solo debió procesar la enculturación carcelaria, sino que tuvo que luchar, y desprenderse de la categorización de mujer-madre-bruja, de ese estereotipo que es vivido como una especie de maldición, de víctima irrecuperable, como un destino fijado. Esa investidura de Ana como madre-mala-presa, le produce una marca propiamente social con todo el repudio. Ella tuvo que demostrar permanentemente durante varios meses, que ella era otra, y defenderse de ese rol que las otras reconocían en ella y por lo tanto era tratada diferente a las demás, y la destinaban a ocupar un lugar totalmente despreciable.

Convertirse en ser Ana, fue trabajo de meses, el despojarse de esa investidura y ocupar un lugar digno dentro del grupo de las presas y dentro de la institución carcelaria. Durante ese periodo Ana traía en sus relatos elementos que marcaban la actividad ritual centrada en la alteridad y la identidad, ella como persona y con referencia a la pluralidad entendida como las presas y el cuerpo policial, y todo esto vivido como relaciones problemáticas de conflicto entre mujeres y con la autoridad-poder.

Su lucha por su ubicación dentro del grupo, como identidad relativa de presa fue duro. Ella no estaba dispuesta a ocupar el lugar asignado por el propio grupo, por lo tanto debía demostrar sus cualidades diferentes para se aceptada, es decir, mostrar la alteridad a lo asignado socialmente. Si nos referimos a Marc Augé cuando dice "en un rito de iniciación la situación de los iniciados se modifica en el curso de la operación ritual, aun cuando esa operación sea perfectamente reiterada y habitual a los ojos de los asistentes. En un dispositivo ritual extendido apunta a hacer evolucionar los sentimientos, las apreciaciones y el estado de espíritu de algunos, tiende a persuadir afectivamente y a convencer intelectualmente, en suma tiende a mover lo que en términos estadísticos se llama la el estado de opinión."

En este momento me pregunto yo, si no fui participe de este ritual, al ayudar a Ana a su inserción en ese grupo social que son las presas, y de permitirle la reverberación de su historia como efectos de catarsis y de sociabilidad, como búsqueda de su identidad.

Porque más allá de las condiciones en que se realiza el ritual, su contexto en cuanto a tiempo-espacio, también es adecuado tomar sus consecuencias en cuanto a resultado, en un sentido amplio en la medida que el rito produce modificaciones en el contexto, y hace surgir del acontecimiento-delito como una aceptación, y una posible reparación por el daño ocasionado a una transgresión como es el violentar a un hijo. Esto estaría encuadrado en lo que Marc Augé denomina "dispositivo ritual extendido que se aplica a un espacio material, a una duración mensurable y a efectos de diverso orden, (psicológicos, sociales, políticos) esperados, buscados y hasta elaborados. Se aplica pues al espacio-tiempo del rito y a su carácter "performativo".

Como antropóloga yo me pregunto ¿Cómo habría sido la integración de Ana sin este trabajo?, ¿Qué rol habría asumido?, si lo asignado por su investidura primaria, o si hubiera defendido su situación ambivalente, como cualidad doble de una realidad de ser mujer, madre-mala/madre-buena. De ahí de mi inserción dentro de este ritual extendido, en que la actuación permitió que Ana entendiera su situación y que actuara en forma diferente, según su iniciativa, su propia experiencia.

Rito de Salida

Esto también me hizo pensar en la salida en libertad de Ana que estuvo enmarcada en otro rito de pasaje. Esto se dio en la relación ritualizada del adentro y el afuera, como ser ahora presa/libre. El transitar ese período de estar adentro pero como un futuro bien cercano de estar en el afuera, es decir, el estar en un espacio frontera, produjo tanto en Ana como en el grupo una gran expectativa acompañada de ansiedad, más aún en el caso de Ana (ella estaba cursando su cuarto mes de embarazo de su nueva pareja con la cual convive los fines de semana).

Todo esto crea una ambivalencia dentro de las presas, y actitudes opuestas. Unas toman el camino negativo de la agresión física, Ana es golpeada y debe ser atendida en el hospital. Frente a esta situación Ana se defiende haciendo la denuncia penal, por lo cual debe pasar por juzgado y por médico forense, lo que le remueve el inicio de su proceso. Tiene un enfrentamiento con la propia Directora de la Cárcel que trata de no dar importancia a la agresión para no tener ella que dar explicaciones de su actuación, de su carácter prescindente, al no defender y apoyar la actitud de Ana. En esta ocasión Ana tuvo que retirar a sus hijos de la cárcel, se los lleva el padre, por temor a la represalia por su conducta decidida, y frente a las amenazas recibidas de las probables agresiones a sus hijos. Podemos decir que todos estos comportamientos se enmarcan dentro de un rito de pasaje negativo, destinado como dice Durkheim "a producir gentes fuera de lo común, gentes distinguidas," distinguida por la libertad, por estar embarazada.

En esta ocasión el cuerpo de Ana es tratado como memoria, tanto para las presas como para Ana, depósito de sus experiencias físicas y psicológicas, de su estigma recordatorio de su transgresión, se le muestra en forma compulsiva. Los agravios como especie de maldición que tienden a hacer de Ana una víctima encerrada en acusaciones de su pasado que operan como un destino fijo, sin posibilidad de cambio.

Por otro lado está la posición positiva de este rito, un grupo de mujeres que le dan apoyo, comprensión, y seguridad, cobijándola en sus propias celdas, son las presas que tienen mayor condena por los delitos cometidos. El día de su partida la despidieron con una fiesta que fue muy apreciada por Ana.

Todos estos mecanismos dan testimonio de un reconocimiento hacia Ana respecto a su persona, como ser particular instituida-iniciada en su identidad relativa de ser presa y también en su alteridad como ser liberada y futura madre. Sobre esto en particular Marc Augé nos sugiere "que la toma de conciencia de la identidad suponía un reconocimiento de las alteridades y de su relatividad. Sería entonces posible de hablar de contexto de llegada y de contexto de partida: este último es el que condiciona el rito y el primero está condicionado por el rito.

El Espacio del Adentro/Detrás: Vida Cotidiana de Ana

Me voy a referir a la vida cotidiana de Ana en la cárcel, cómo la ve, y cómo la vive ella.

"Aquí estamos en la edad de piedra, acá no hay hombres que lleven a las mujeres de los pelos, mujeres arrastradas por el piso, porque no hay hombres, pero acá las mujeres se sacan el cuero"

Durante los 2 años y medio de su encierro, Ana dice tener compañeras, pero no amigas , no se plantea poder continuar la relación fuera de este entorno, "acá adentro y nada más, para sobrellevar la vida acá adentro y nada más, afuera no me interesa". Ana tiene una celda como espacio personal que comparte con sus dos hijos, está situada en la planta de abajo (Ver croquis, marcada con una cruz). Ella se relaciona con un grupo de 10 mujeres, pero solo considera compañeras a tres detenidas con las cuales toma mate, mira T.V. y charla con ellas. Yo no subo a los demás pisos, yo tengo todo, acá abajo".

Ana se levanta a las 7 de la mañana, despierta a sus hijos, desayuna con ellos y los lleva a las 8hs. a la guardería, de regreso limpia la celda, lava la ropa y se va a tomar mate a la celda de al lado. Al mediodía almuerza, después sigue conversando hasta la hora de ir a buscar a sus hijos, toman la leche juntos, después se quedan en un lugar donde los niños no hagan bochinche, que no estén corriendo, haciendo lío. Entre las 20hs. y las 22hs, cenan, puede ser a cualquier hora, no tienen hora de acostarse pero en general como máximo 23hs. "Así son todos los días, menos sábados y domingos que me voy a la casa de Juan. Antes me iba a Santiago Vázquez a la casa de mi padre y de mis hermanos."

El encierro de la cárcel es sentido como un choque emocional, dice Ana "acá adentro entre tantas mujeres, tantos problemas, tantas cosas juntas, tanto de todo, siempre hay problemas por una cosa u otra, todo junto, estando todo junto siempre hay fricción. Uno no entiende al otro, siempre hay fricción entre los polos, luchas que terminan mal, cosas que son desagradables." La cárcel es vista como una selva, "es como un animalito que lo crían en cautiverio y después lo tiran a la selva, tiene que aprender a sobrevivir, va a haber otras fieras que lo quieren comer y si quieres sobrevivir tienes que aprender a pelear, usando las armas que tengas. Sobre todo tenés que aprender a usar la cabeza, solo con la fuerza no va".

El espacio del afuera, para Ana no es tan duro, "acá adentro en este espacio cerrado es donde los matorrales están más apretados. Tú aquí perdés todo, solo sos una presa, tenés que ser una persona muy fuerte para no perder tanto. Yo no veo a ninguna de las mujeres que están acá adentro, ninguna es fuerte. Yo creo que si hicimos algo es porque no somos fuertes para sobrellevar la vida, los problemas de la vida, pero es así".

Dentro del grupo de detenidas , surge una categorización determinada por el prestigio ganado, por el status debido a la profesión de cada una. Así tenemos, según Ana: 1°) Las de Punta del Este son todas aquellas que tienen profesión universitaria: médicas, parteras, escribanas, enfermeras, abogadas, personal del cuerpo diplomático, de organismos internacionales. 2°) Las de Pocitos y Carrasco, las que tienen liceo hecho. 3°) Las del Gorro lo integran desde las analfabetas y las de escuela primaria incompleta. Es decir una clasificación por nivel de educación recibido. 4°) Una cuarta categoría está destinada para las extranjeras: brasileñas, peruanas, bolivianas, francesa, china, etc.

También se instituyen grupos de afinidad a partir de la tipificación del delito, y de la pena, del abogado defensor, y del Juez, es decir, por el área judicial también hay acercamientos, por intereses comunes.

También encontramos la reunión en pareja, y su vida en común de lesbianas, todo un tema carcelario, la instauración de una vida sexual diferente, que es aceptado y respetado.

Otra diferenciación que crea una desigualdad son las situaciones del afuera de cada presa. Si se tiene una familia que apoya (esposo, hijos, padres, hermanos), si se tiene una casa-hogar funcionando, si están los hijos con ella o si están afuera con familiares o en instituciones, si el compañero está detenido o no, si se tiene un trabajo-peculio dentro de la cárcel, si se tiene dinero-paquete traído por los familiares, o si se tiene pensiones.

El espacio del afuera-familia, tiene su importancia como referente, de una estructura social a la cual se relaciona a la detenida. Tiene su beneficio en cuanto a posibilidad de lograr una intervención más eficaz con respecto al abogado defensor, y por lo tanto un proceso más rápido, y una aceptación por parte del juez de la posible recuperación de la presa. El sistema de parentesco en cuanto a su estructura y función oficia de respaldo y garantía social, de la reincerción de la detenida a su medio.

La relación de las presas muchas veces se da a través de sus hijos, esto muestra el lugar que ocupan los niños, sobre todo en la relación madre-presa con sus hijos y con las otras detenidas. Hay problemas en reconocer los conflictos de sus hijos, las cosas que hacen cada uno, por ejemplo dice Ana "la hija de Laura ensució las paredes del baño, ella no lo acepta, las culpas son de las otras". Es cotidiano que se castigue a los niños sin motivo, se les pega hasta trompadas. Cuando una madre se descontrola y le da golpes, los lesiona y no se hace nada, ni se le dice nada a la madre. Algunas toman partida por el niño pero las menos. La mayoría no intervienen. Los hijos son de las madres como fuente de poder-posesión y de omnipotencia. Frente a las conductas eróticas, juegos sexuales de los niños, las madres no aceptan, es siempre la situación del otro niño el responsable, el que provoca. Dice Ana hay muchos problemas sexuales en los niños por lo que ven, lo saben pero no lo admiten, lo niegan, se vive con culpa, se proyecta en el otro, es el otro el culpable. No se puede cuestionar a ninguna madre en su rol, hay algunas que ponen límites pero la mayoría dejan hacer lo que quieren a sus hijos. La ley es que cuando el niño no hace nada se le castiga, se le pega y cuando realmente hace algo a otro niño o a todos, ahí no se hace nada. También se utiliza al niño como rehén de una situación, como un poder de fuerza para lograr determinadas cosas. Una detenida tiene alguna dificultad y quiere obtener algún beneficio deja de enviar a su hijo a la guardería o a la escuela, como medida de protesta, de fuerza.

El Espacio Del Medio: Relación Del Adentro/Afuera

Dentro del espacio del medio, encontramos la ubicación-lugar del cuerpo policial femenino y su relación con las presas. Hay una separación bien marcada dice Ana: "ellas son funcionarias policiales y nosotros somos la presas. No podemos dialogar con ellas, ellas están haciendo su trabajo y nosotros somos otra cosa, las presas, ellas tienen que vigilarnos y hacer los trabajos para la Directora". Frente a los golpes que recibió Ana, ellas no intervinieron, ellas no se metieron. Hay guardias que son buenas funcionarias dan seguridad, y tranquilidad, otras están en una situación opuesta, permiten la droga, el alcohol, cuando vienen ellas no se sabe que puede pasar. Ellas cumplen un horario de 12 hs. y luego se van, tienen su hogar y vienen a cumplir con su trabajo, y su función. Las presas viven aquí en el adentro, ellas entran y salen".

En estos meses ingresaron funcionarias nuevas, comenta Ana, recién salida de la escuela policial, son muy nuevitas, no sirven para nada, no le enseñaron modales, ni que existen los derechos humanos, parece que nos tenemos que dirigir a ellas con una reverencia, no aprendieron lo que es ser milicas de acá adentro.

Aquí esta bien marcado el espacio del afuera y el adentro, las funcionarias trayendo el afuera aún no tienen la enculturación del adentro, ser milicas de las presas . Todo esto lleva un proceso de aprendizaje-adaptación, de negociaciones, de intercambio entre los cuales está la palabra. Y el marcar, delimitar los espacios de ellas y de las detenidas.

El relacionamiento se da muchas veces a través del insulto las malas palabras, como aprendizaje y como hacerse valer, poner límites, y también la palabra como poder. Ana cuenta" yo antes no era así de peleadora con ellas, fue después que me cansaron, que no aguanté más y las insultaba, después se dieron cuenta y me dejaron tranquila y yo no las insulté más, parece que fue necesario pasar por esto. En esa oportunidad yo tenía razón y motivo, yo no soy como otras que insultan porque sí". Las funcionarias no pueden insultar, no pueden faltar el respeto a las presas, por el contrario las presas son sancionadas, se le quitan los días de visitas o las salidas, o no tienen paquetes traídos por los familiares.

Agredir verbalmente es un método de lucha, de poder tanto con las funcionarias como con las propia presas. Dice Ana a muchas les resbala y se dejan insultar, pero si hay una mortificación por dentro, si se aguanta todo el tiempo es una gran presión que va contra la propia estabilidad de las presas, por eso se produce la descarga. La agresividad verbal como falta de respeto, de límites, de humillación, como mecanismo de poner afuera la hostilidad o ponerla adentro con el posible deterioro interno. Y como arma de poder produce una inestabilidad emocional que forma parte del castigo de la pena.

Las salidas de la cárcel, ya sea ir al hospital con los niños, al Juzgado por algún trámite del proceso, cobrar pensiones, por defunción de algún familiar, internación por maternidad o por alguna enfermedad, curas en el hospital psiquiátrico, todo se hace con custodia policial. En esas oportunidades la relación de la detenidas y la funcionaria policial, se vuelve tensional, se marca la diferenciación entre ellas, se le hace sentir que ella es la detenida en situaciones como dice Ana en las ocasiones de tener que hospitalizar a Daniel: ellas nos hacen pasar verguenza. Viene el médico a hablar conmigo como madre, ellas le exigen el informe a él como si ellas tuvieran algún parentesco, pero solo es para hacernos sentir mal, por el piso. A parte de ser procesadas, hasta nos sacan el derecho de ser madres. Le piden un informe pero ellas se toman otras atribuciones solo para humillar. Se hace sentir la censura social , el otro como mirada culpabilizadora, si estamos afuera tratan siempre de que todo el mundo sepa que somos presas", como estigma. Se enmarca estas actitudes como parte de la situación carcelaria, de hacer sentir la pena-castigo.

El Espacio de Adelante/Afuera: Relación Directora-Presas

En cuanto a la relación del adentro-detrás, con el espacio de adelante-Dirección-Administración, se centra en el personaje de la Directora y su comunicación con las procesadas. Ana relata como era su relación con la Directora cuando la Cárcel tenía un régimen abierto y cuando se hizo Cárcel cerrada.

Mabel fue la directora del primer período-abierto, cuando Ana ingresa a la Cárcel en ese entonces. Ella tenía la potestad de dar la autorización a las salidas de la detenidas para trabajar, estudiar, hacer trámites, como las salidas de fin de semana a las casas de los familiares. Ana al hablar de ella la considera como una persona siempre dispuesta, atenta a las necesidades de las detenidas, siempre dando apoyo y buscando soluciones a los problemas, sobre todo ella jerarquizaba la relación madre-hijo. Ella tenía otra visión de las presas y de la cárcel, no había tanto control, planteaba la posibilidad de salir adelante, de rehacer la vida, pensaba en la recuperación de las detenidas, se trataba de respetar los derechos humanos. Entablaba una relación en base a la confianza, se interesaba por cada una de las presas y buscaba apoyo afuera de nuevos técnicos, es el caso de A.NI.MA que nos llamó para atender los casos de las mujeres cuyo delito fue la violencia contra sus hijos. En el caso de Ana todo lo que logró estuvo enmarcado en el régimen carcelario abierto, ahora se vive una situación totalmente opuesta, con la aplicación de la nueva ley de seguridad ciudadana, ahora es el juez el que autoriza las salidas después de haber cumplido con la tercera parte de la pena. Se vuelve a un sistema de cárcel cerrada.

La directora actual, Carmen, tiene un sentido de la prisión como institución donde se debe aplicar la ley en todo su rigor a través de un sistema duro, rígido. La Directora tiene la función de ser una ejecutora de las órdenes del poder judicial-Juez, y hacer cumplir las leyes, es un sistema legalista y por lo tanto aplica también la ley que autoriza a las madres a tener a sus hijos hasta los 4 años de edad. En el momento actual, los niños mayores a esa edad, fueron dados a familiares o pasaron a ser institucionalizados en reparticiones del Instituto Nacional del Menor. La idea central, es de tener una cárcel solo de mujeres, donde se debe hacer "buena letra", son palabras dichas por Ana. El concepto de la mujer detenida es: "somos presas, somos marginadas de la sociedad, parece que no somos seres humanos, como si fuéramos animales encerrados en un zoológico, solo nos tienen que alimentar y que no nos salgamos del control, pero ya veo que eso tampoco les interesa, que los animales o las fieras se puedan matar entre ellos, las fieras que se maten, ya está ."

Cubrir las necesidades básicas, tener los servicios esenciales, el agua, la comida, no pasar frío, es lo prioritario. El sentido de recuperación está sustituido: por la autoridad, la ley, el rigor, la diferenciación bien marcada dentro de los tres espacios señalados, presas, funcionarias policiales, y dirección. La Directora es una persona muy dogmática, rígida, autoritaria, las cosas pasan por lo que ella piensa, no hay posibilidad de discrepar, de dialogar. Hay dificultad de diferenciar entre la institución carcelaria y la persona de la Directora, de ahí que Ana dice "es la propietaria de la cárcel, se cree la dueña, es ella". Se crean nuevos controles, pero con una actuación muy personalizada, "ella no se va a jugar la cabeza por ninguna de nosotras mientras no la perjudiquen a ella, todo está bien, ella defiende lo de ella". La situación de legalidad, de aplicar la ley ,es lo que interesa, antes que las situaciones humanas, no hay interés por las presas.

En el momento actual este tipo de sistema se mantiene pero con variantes, con modificaciones y construcciones, en el salón de visita (Ver croquis) dentro del espacio del medio donde se ubican las funcionarias policiales, se amplió con nuevos salones destinado a la vigilancia y mayores controles. También dentro de ese salón de visita, se crea un lugar de trabajo para las detenidas, funciona como un taller con mesas y máquinas, el aspecto es de una fábrica. Esto permite reflexionar en cuanto a lo que plantea Michel Foucualt "como las instituciones disciplinarias van a codificar un espacio que la arquitectura deja en general disponible y dispuesta para varios usos".

Para finalizar, recordemos que partimos del espacio físico de un Convento como principio de clausura-disciplina, luego la cárcel del Cabildo como principio de reclusión-exclusión y en el momento actual aparece la cárcel-fábrica-útil, se fijan lugares determinados para vigilar con los nuevos salones para tener control sobre lo peligroso y también se crea un espacio-útil-trabajo de las presas.

Ana Libre: El Espacio del Afuera

Ana sale de la cárcel en el mes de noviembre después de 30 meses de prisión siendo su pena de 4 años. En el mes de marzo tuvo su cuarto hijo, un varón llamado José Andrés. Claudio y Mariela concurren a la escuela, cursando preescolar y jardín de infantes. Periódicamente la visito, continuamos nuestros diálogos y el trabajo en común, ahora Ana libre y su nueva vida.

CONCLUSION

El sentido de este trabajo fue mostrar cómo a través de la relación etnológica con Ana, se pudo entender su situación, como espacio personal, Ana como persona, con su vida privada y luego con su vida cotidiana-pública como presa. Se toma a la cárcel como lugar de una "realidad social" en el sentido que le asigna Durkheim "como un conjunto de relaciones invisibles, las mismas que constituyen un espacio de posiciones exteriores las unas a las otras, definidas las unas por relación a las otras, por la proximidad, la vecindad o por la distancia y también por la posición relativa, por arriba o por debajo o también, entre, medio".

En el trabajo priorizamos los espacios del adelante/afuera, medio, adentro-detrás, como posiciones en cuanto a lugar físico dentro de la cárcel, pero buscando las interrelaciones de: afuera/adentro, abierto/cerrado, delante/detrás, libre/presa, antes/después y a las relaciones sociales basadas en la identidad/alteridad de las mismas. El espacio como algo determinado en cuanto a su ubicación, pero también como marca de un grupo de personas que se pueden denominar, espacio que se puede recorrer físicamente o mentalmente. El espacio se nombra, se mira, se muestra, se crea una imagen a través de un interjuego simbólico, en cuanto a su función, su contenido y la marca de los límites. De ahí la situación del espacio diferencial como espacio vivido, marcado y reconocido, que es el producido y representado por Ana en el croquis de la cárcel.

En su diseño del croquis de la cárcel, Ana dejó de lado el espacio de adelante-dirección-administración, el que tiene más contacto con el afuera, con la autoridad y el poder. Toma el espacio a partir del medio, donde su ubica el salón de visita hoy convertido en taller- fábrica, y donde se ubican las funcionarias policiales y luego detalla el espacio adentro-detrás el vivido por las presas. Este croquis vive la contingencia de su propia historia social (Armando Silva).

El croquis tiene puntos precisos de corte , excluye el adelante/afuera, como de no pertenencia, expresión de sentimientos colectivos (las presas) y de honda subjetividad social. El espacio del medio, es compartido por las funcionarias policiales y las presas, está ubicado en el centro de la cárcel, podemos referirnos a él como una vitrina/ventana, es el espacio destinado a vigilar/mirar, pero también están las miradas de las presas. Esta vitrina, tomando el concepto de Armando Silva, se constituye en un intercambio de miradas, las presas muestran, las otras que ven. Otras que miran como las ven, otras que se ven sin saber que son vistas, todo un juego donde la mirada está destinada a descubrir irregularidades por una parte y de la otra como posible foco de enfrentamiento.

La cárcel en cuanto a espacio social, tomando los tres sectores, vistos a través de las vivencias de Ana, está compuesta por un conjunto de sentimientos enfrentados, imágenes muchas veces distorsionadas y reacciones muy duras con respecto al simbolismo espacial que rodea a cada grupo bien delimitado. Ana habita con sus hijos una celda en la planta baja (en el croquis tiene una cruz) es su espacio personal donde puede tener cierta privacidad ,dice en su relato: yo soy de las que cuando tengo problemas voy y me encierro sola me tranco en mi celda, pero no todas somos iguales. La celda como posibilidad de separarse, de aislarse, de tener su intimidad. Tomando conceptos de Michel Foucault,"al organizar las celdas, los lugares y los rangos, fabrican las disciplinas espacios complejos: arquitectónicos, funcionales y jerárquicos a la vez. Son espacios que establecen la fijación y permiten la circulación; recortan segmentos individuales e instauran relaciones operatorias, marcan lugares e indican valores, garantizan la obediencia de los individuos"...

Se vive la cárcel ,el encierro como un peso, como opresión, Ana comenta "yo no se que se hace con oprimir a las personas, la opresión lleva a tener más en tensión a la gente". La situación de pena-castigo-sufrimiento, está presente, pero también el sentimiento de ser humillada, marginada, de verguenza frente a actores sociales, y a la sociedad en general. La cárcel parece traducir concretamente la idea de que la infracción ha lesionado, por encima de la víctima a la sociedad entera. Se está en prisión para pagar su deuda (Michel Foucault). Ana reconoció su culpa y su arrepentimiento en cuanto a lo cometido a su hijo Daniel, y su posibilidad de reparar en su nuevo hijo, José Andrés.

Hay un retorno en el momento actual al sistema de la cárcel cerrada, "a las teorías absolutas de la pena fundada sobre el concepto de merecimiento social, al castigo legal, el sistema del sufrimiento legal como algo que está fundamentalmente conexo con el sentimiento de venganza" (Massino Pavarini). "Está la naturaleza simbólica de reafirmación de la esencialidad del valor lesionado con el acto criminal o bien la saludable cohesión de la colectividad honesta respecto al desviado según la teoría del chivo expiatorio y de la sociedad punitiva" (Massimo Pavarini).

Para terminar desearía reflexionar sobre la metodología de este trabajo, en cuanto a la relación etnológica como posibilidad de comprender, de saber y de abrir puertas a la transformación-cambio y sobre todo a la acción. Muchos de los cambios de Ana y sus hijos fueron productos de está relación. En cuanto a mí, me permitió comprender la situación de crisis que vive una madre para llegar a tanta violencia y dirigirla hacia su hijo. También me permitió elaborar nuevas formas de abordaje de casos similares, centrado en el espacio personal, singular, jerarquizando las elaboraciones y representaciones de una conciencia individual.

Está relación etnológica de Ana conmigo estuvo determinada por:

1) la situación de Cárcel abierta que permitió el trabajo de ambas, a partir de la demanda de la Dirección,

2) por la empatía/simpatía que desde un comienzo tuvimos las dos, y

3) por el deseo y el interés mutuo en saber-conocer que le estaba pasando a Ana y a sus hijos y también la situación de Daniel y su adopción.

En el primer periodo, 1995, durante la historia de vida de Ana, oficié en dos oportunidades como mediadora frente a un conflicto de Ana con las maestras de la guardería, a la cual concurrían Claudio y Mariela. Consistió en trasmitirle a los técnicos la situación en que vivía Ana y sus hijos, totalmente desconocida para ellos. Y con Ana buscar un acercamiento hacia la institución y lograr que no la viviera en forma persecutoria. Ana logró retribuir el cambio operado en los maestros, brindando su día libre del sábado para hacer la tarea de limpieza en la guardería.

La otra mediación fue con la Jueza de Menores, por la adopción de Daniel: qué posibilidades había de detenerla, en espera de la salida de Ana de la cárcel. En esta oportunidad no hubo el tiempo suficiente, y Daniel fue dado en adopción.

Al año siguiente presenté un informe detallado del trabajo realizado con Ana frente al Juez Penal para lograr su libertad, antes que naciera su hijo José Andrés. Esta fue concedida.

Las mediaciones fueron mi forma, mi manera de retribuir a Ana y a sus hijos por el conocimiento y el afecto brindado por ella, en el transcurso de dos años de nuestro trabajo .

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