49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Jan Marco Muller

Simposio:Historia urbana de las Américas

Clave:HIST 16

Título:

La plaza privatizada: Los centros comerciales y recreacionales y su adaptación al espacio urbano latinoamericano. El caso de Santafé de Bogotá, Colombia

Autor:Jan Marco Muller

(Facultad de Geografía de la Universidad de Marburg, Alemania)

Resumen

Grandes centros comerciales y recreacionales han surgido en todas las metrópolis de América Latina sobre todo en los últimos diez años, generando un fuerte impacto sobre las estructuras urbanas. Sin embargo, el ambiente latinoamericano a su vez ha modificado el concepto arquitectónico y funcional de los centros comerciales, creando un nuevo tipo de estos establecimientos que es dirigido específicamente hacia estratos socioeconómicos medios y bajos, principalmente el estrato medio-bajo. Estos centros parecen ser rentables, ya que el estrato medio-bajo por si sólo tiene un tamaño varias veces mayor que el estrato alto.

Los centros comerciales de los estratos bajos se caracterizan por contar con un gran número de visitantes, una densidad alta de instituciones públicas, una gran cantidad de instalaciones recreativas y una mezcla de ramos comerciales diferente a la de los centros del estrato alto. Los centros de los estratos bajos generalmente tienen un auditorio donde se presentan eventos culturales de manera gratuita. Especialmente este auditorio es el que convierte la catedral de consumo en un espacio sociocultural y comunicativo, sobre todo los fines de semana. De esta manera, los centros comerciales crean un foco de identificación para una gran parte de la población - una tendencia que es resaltada por la incorporación de elementos urbanos típicos (plaza, patio) en su arquitectura.

Con la transformación del centro comercial latinoamericano en un substituto multifuncional del centro histórico, una visita a este centro ya no es un privilegio de gente adinerada. El concepto se ha vuelto más democrático: dejando a los estratos bajos participar en el mundo mágico de los centros comerciales a través de la creación de sus propios centros. No obstante, este desarrollo termina en una privatización de la plaza, que así queda cerrada para los marginados de la sociedad.

1. Introducción

1.1 Los centros comerciales y recreacionales de América Latina como objeto de investigación

Grandes centros comerciales y recreacionales han surgido en todas las metrópolis de América Latina sobre todo en los últimos diez años, generando un fuerte impacto sobre las estructurass urbanas. Sin embargo, este proceso y su importancia para el crecimiento urbano todavía no se refleja suficientemente en la investigación geográfica. Pocos estudios como los de GORMSEN/KLEIN-LuPKE (1991) para México o las investigaciones sociogeográficas de PINTAUDI (1989) y PINTAUDI/FRUGOLI (1992) para Brasil no pueden ocultar que particularmente las tendencias más recientes de desarrollo no se documentaron en la literatura científica.

Esta situación es sorprendente puesto que el concepto de los centros comerciales y recreacionales sobre todo en los países en desarrollo cambió fundamentalmente en los últimos años. La adaptación del concepto estadounidense de los centros comerciales generó en América Latina a partir de los años 80 la creación de diferentes tipos de centros que se dirigen hacia ciertos estratos socioeconómicos y que incluyen en su arquitectura elementos tradicionales de la ciudad latinoamericana (plaza, patio, etc.). Con estos cambios el centro comercial ya no es un privilegio de la población adinerada sino que ganó importancia también para miembros de los estratos bajos, sobre todo en el sentido sociocultural.

El presente estudio tiene como propósito investigar este cambio tomando como ejemplo los centros comerciales y recreacionales de Santafé de Bogotá y busca responder también a la pregunta sobre el impacto que tienen estos centros en la estructura y el crecimiento de una metrópolis latinoamericana. El trabajo investiga por primera vez los centros comerciales y recreacionales de Santafé de Bogotá desde el punto de vista geográfico y por lo tanto trata de llenar un vacío en la investigación científica.

1.2 Definición

Como el término centro comercial y recreacional es nuevo, hay que definirlo de manera detallada:

Un centro comercial y recreacional es una aglomeración de negocios del comercio al por menor, de recreación y de otros servicios que se planificó o que creció como un conjunto y cuya política de comercio y de publicidad es coordinada por una administración común. El centro comercial y recreacional se caracteriza por estar localizado en un edificio grande y de arquitectura refinada que no está conectado con otros edificios y que tiene buena accesibilidad vial, grandes parqueaderos y generalmente dos o tres pisos comerciales. El centro se abre hacia un paseo peatonal en su interior que se encuentra dotado con elementos de adorno y posibilidades para sentarse y que generalmente está techado y climatizado. El paseo peatonal está flanqueado en ambos lados por negocios del comercio al por menor y de otros servicios que representan una gran variedad de ramos comerciales. Además, el centro cuenta con varias instalaciones comerciales y recreacionales muy frecuentadas y de gran extensión (almacenes por departamentos o de moda, cines, parques infantiles, patios de comida, etc.) que se ubican en puntos estratégicos horizontales y verticales del edificio. El centro comercial y recreacional representa un concepto urbanístico que sirve para el abastecimiento de la población con mercancía de uso a corto, mediano y largo plazo, para la satisfacción de funciones centrales de servicio, para la provisión de empleos a una gran cantidad de personas, como lugar de esparcimiento y como foco sociocultural y comunicativo. Los centros comerciales y recreacionales tienden a generar el desarrollo de comercio en sus alrededores y tienen un impacto duradero en el desarrollo físico y funcional del espacio urbano.

Según esta definición, se entienden bajo el término centro comercial y recreacional únicamente centros del tipo mall (con un pasillo central en su interior), si cumplen las condiciones establecidas anteriormente. Especialmente la presencia de grandes instalaciones de esparcimiento, como por ejemplo un conjunto de cines o un patio de comidas, se constituye en un punto clave para identificar a un centro comercial y recreacional. A estos negocios hay que calificar como anclas, tal como los grandes almacenes por departamentos, ya que pueden reemplazar a los anclas del comercio al por menor.

A diferencia de las definiciones tradicionales, en mi descripción sobresale especialmente el concepto urbanístico de los centros comerciales y recreacionales, el cual es mucho más amplio que la pura función comercial. Los centros hoy en día han ganado importancia sobre todo en el sentido sociocultural y como lugares de esparcimiento. También es necesario incluir en la definición el impacto que los centros comerciales y recreacionales tienen sobre el desarrollo urbano, ya que éste es sumamente dinámico en las metrópolis de los países latinoamericanos.

1.3 Desarrollo de los centros comerciales y recreacionales en América Latina y en Santafé de Bogotá

El concepto estadounidense del shopping-center llegó a América Latina a mediados de los años 60, más o menos al mismo tiempo que en Europa. En 1966 se inauguró en la metrópolis brasileña de São Paulo el centro comercial y recreacional Iguatemi, al cual se califica como el primer centro de su tipo en el subcontinente (véase GORMSEN/KLEIN-LuPKE 1991, P.140). A pesar de esta aparición muy temprana, fue sólo hasta 1972 cuando nació el Centro Comercial San Diego en Medellín como primer gran centro comercial en Colombia. En 1976, o sea con un retraso de diez años, se inauguró finalmente Unicentro, el primer centro comercial y recreacional de Santafé de Bogotá.

Diseñado en forma de la letra W, el edificio de Unicentro cuenta con dos niveles comerciales climatizados y está rodeado por un parqueadero con cupo para 2000 vehículos. En los extremos del pasillo principal se encuentran dos almacenes ancla, entre los cuales se mueve el flujo de clientes. Debido a su concepto básico, este centro comercial es muy interesante, ya que representa un tipo transitorio entre los centros de los años 60 y los de hoy: por un lado, todavía no hay un patio de comidas (los negocios gastronómicos están dispersos en todo el centro), por otro lado, Unicentro ya cuenta con grandes anclas de esparcimiento, en este caso un conjunto de cines y un centro de bolos.

Construido en las entonces afueras de la ciudad, Unicentro estaba caracterizado en los primeros años de su existencia por fuertes debilidades funcionales y una alta fluctuación de negocios. Debido a esta situación insegura, Unicentro permaneció por mucho tiempo como el único centro comercial grande de Bogotá. Los inversionistas prefirieron entonces construir pequeños y medianos centros, los que nacieron en gran cantidad a lo largo del eje de la carrera 15 que lleva hacia Unicentro (véase capítulo 3). Desde el punto de vista contemporáneo hay que calificar este desarrollo como una gran ventaja para el centro comercial y recreacional, ya que Unicentro pudo convertirse de esta manera en el núcleo de un subcentro de la capital colombiana. Como precursor de los demás centros, alcanzó a ocupar el primer puesto entre los centros comerciales, lugar que mantiene hasta hoy. Debido a su tradición, Unicentro es el centro que más atrae personas de todos los estratos socioeconómicos, caracterizándose por tener la mayor área de influencia de todos los centros. Tal como el centro histórico de la ciudad, Unicentro también se convirtió en un punto de referencia geográfica. Esta situación tampoco la pudieron cambiar los otros centros comerciales y recreacionales que entraron en competencia a partir de mediados de los años 80.

A partir de 1987 empezó una fuerte expansión de los grandes centros comerciales y recreacionales en Colombia que duró hasta 1991 y que, con poca diferencia temporal, también se pudo notar en otros países latinoamericanos, por ejemplo en Brasil y México (PINTAUDI 1989, P.91; GORMSEN/KLEIN-LuPKE 1991, P.145). Como ejemplos famosos del subcontinente se pueden mencionar entre otros el Parque Arauco de Santiago de Chile y el Barra Shopping de Río de Janeiro que nacieron en este entonces. En Santafé de Bogotá surgieron en este período nada menos que siete centros comerciales y recreacionales, entre éstos también el Centro Comercial Ciudad Tunal como primer gran centro comercial dirigido a los estratos medio-bajo y bajo.

Varios autores trataron de explicar esta expansión con la crisis económica que azotó al continente en los años 80, aludiendo a la gran atractividad de finca raíz para la inversión de capital. Sin embargo, este argumento no parece adecuado, ya que la crisis fue superada cuando apenas empezó a notarse el gran auge de los centros comerciales. Más bien, hay que buscar la principal razón de este desarrollo en la revolución neoliberal que marcó la política económica de los países latinoamericanos a partir de 1985. En Colombia, la apertura fue introducida bajo la administración Barco (1986-90), cuatrienio que vió el nacimiento de la mitad de los centros comerciales y recreacionales de Santafé de Bogotá. En el caso de Colombia es necesario aludir además a la guerra de la droga contra el cartel de Medellín que se desarrolló en este período. Se puede asumir que entonces muchos narcodólares se invirtieron en finca raíz para lavarlos. Al mismo tiempo, los numerosos atentados con bombas en plena calle ocasionaron un anhelo por más seguridad en la población, al cual el concepto vigilado de los centros comerciales ofreció una respuesta.

En el caso bogotano, otra razón para la expansión de los centros comerciales y recreacionales es el apoyo que estos proyectos recibieron por parte del gobierno distrital y su autoridad de planeación, los cuales consideraron el concepto de los grandes centros comerciales como una posibilidad para abastecer posteriormente con la infraestructura correspondiente a los sectores de la ciudad que crecieron sin planeación o servicios básicos. Incluso, dos centros comerciales y recreacionales que se construyeron en el marco de programas de vivienda, fueron financiados por el banco estatal B.C.H. (Banco Central Hipotecario).

Desde 1991, la expansión de los centros se desaceleró, pero quedó en un nivel alto: desde entonces se inaugura en promedio cada año un centro comercial grande en Santafé de Bogotá. Mucha más atención atrajo en los últimos años la llegada de los hiperalmacenes, sobre todo de cadenas multinacionales como Makro y Carrefour , pero también de empresas colombianas como EXITO y Carulla . Respecto a este proceso hay que tener en cuenta que la capital colombiana crece anualmente en 200.000 habitantes. Como los centros comerciales existentes ya saturan el potencial económico del estrato alto, se intensificó en los útimos años la construcción de centros para los estratos bajos - por si sólo en 1995 nacieron dos centros comerciales y recreacionales para esta parte de la población.

1.4 Legislación de los centros comerciales y recreacionales en Colombia

Antes de comparar los centros comerciales y recreacionales, es importante hacer algunas aclaraciones respecto a su status jurídico, ya que éste influye en muchos aspectos de la investigación. Los centros comerciales en Colombia están constituidos como propiedad horizontal. Esta se caracteriza por el hecho de que la empresa o el consorcio que realizó el centro vende los locales a inversionistas privados, sobre todo cadenas comerciales, pero también a bancos y especuladores, mientras que se queda con el lote y el edificio como tal.

Todos los copropietarios tienen según su porcentaje de área comercial el derecho de voto en la asamblea de propietarios que no solamente define cuál uso se designa a cuál local, sino que decide también sobre la constitución del centro comercial, el denominado reglamento de copropiedad. Este establece las condiciones para el funcionamiento de un negocio en el centro y determina las sanciones en el caso de que éstas no se cumplan. Entre las condiciones se destacan sobre todo aquellas que se refieren al diseño visual de los locales, el horario de funcionamiento y otras disposiciones generales. Además, la asamblea de propietarios elige a la junta directiva y al administrador, los cuales coordinan los negocios cotidianos del centro y la política de propaganda. Los arrendatarios de los locales comerciales no tienen derecho de participar en la asamblea de propietarios.

La estructura jurídica de la propiedad horizontal implica que ni la asamblea de propietarios ni la administración pueden impedir la venta de locales comerciales. Por lo tanto, tampoco tienen influencia sobre los precios de venta y arrendamiento dentro del centro comercial. Los propietarios de los locales pueden vender éstos sin necesidad de autorización alguna, creando de esta manera un mercado de suelos en el centro. Sin embargo, todos tienen que acatar las reglas de juego establecidas por el reglamento de copropiedad. El inversionista generalmente va a estar interesado en arrendar sus locales lo más rápido posible, ya que una gran cantidad de locales vacíos daña la imagen del centro entero y por lo tanto desvaloriza también a sus locales. Si el propietario quiere cambiar el uso designado a un local, necesita la autorización de la asamblea, la cual pregunta antes de decidir a los dueños de los demás negocios del ramo deseado.

El sistema de propiedad horizontal tiene sus ventajas y desventajas. Una gran ventaja son seguramente los procesos democráticos de decisión que llevan a una mayor responsabilidad de los propietarios para el bien del centro comercial entero. Cada propietario puede participar y contribuir con su opinión, aunque no se pueden tomar decisiones contra los almacenes ancla que tienen mucho poder debido a su alto porcentaje de área comercial. Las principales desventajas del sistema son la poca influencia que tienen los arrendatarios de los locales (en muchos casos pequeños y medianos comerciantes), la fuerte presencia de especuladores de finca raíz y finalmente su pesadez burocrática que limita el poder de la administración y que vuelve dependiente cada decisión importante de la convocatoria de la asamblea de propietarios. Sobre todo hay que criticar la poca influencia que tienen los propios comerciantes.

2. Los centros comerciales y recreacionales de Santafé de Bogotá

2.1 Caracterización de los centros y distribución en el espacio urbano

Como tamaño mínimo para ser incluido en el estudio se exigió a los centros contar con 150 locales comerciales y un área comercial total de 7.500 m². Estas cifras resultan de la observación de que todos los centros comerciales de Bogotá superiores a este tamaño cuentan con cines o están actualmente negociando la instalación de éstos. Como estos centros cumplen también con las condiciones establecidas en la definición, hay que calificarlos como centros comerciales y recreacionales. En total se identificaron 14 centros en el área metropolitana de Santafé de Bogotá, los cuales fueron incluidos en el estudio (véase tabla 1). Basado en entrevistas a las administraciones, consultas a las autoridades públicas y observaciones propias, los centros comerciales fueron divididos en tres grupos socioeconómicos, dependiendo de su dotación, su oferta y su especialización en ciertos estratos.

Tabla 1: Los centros comerciales y recreacionales de Santafé de Bogotá

Nombre Año de

inauguración

Ubicación Niveles1 Locales Area

comercial

Centros del estrato alto:
Hacienda Santa BárbaraAndino

Centro Chía

Unicentro

Granahorrar

19891993

1991

1976

1982

Carrera 7/Calle 116Carrera 11/Calle 82

Av.Pradilla/Vía Cajicá

Carrera 15/Diagonal 127

Calle 72/Carrera 11

33

2

2

3

362207

282

310

158

36.400 m²18.600 m²

30.000 m²

44.000 m²

10.000 m²

Centros de los estratos medio-alto y medio:
Búlevar NizaSalitre Plaza

Metrópolis

Galerías

Cedritos

19881996

1984

1987

1990

Diagonal 127/Av. SubaAv. Galán/Carrera 68B

Avenida 68/Calle 75A

Calle 53/Carrera 24

Diagonal 151/Carrera 32

33

2

2

2

267286

145

315

235

33.700 m²29.000 m²

22.900 m²

25.000 m²

sin datos

Centros de los estratos medio-bajo y bajo:
Plaza de las AméricasCiudad Tunal

Centro Suba

Unisur

19911987

1995

1995

Trans. 71D/Calle 26 SurCalle 47B Sur/Carr. 24B

Av. Suba/Carrera 91

Autopista Sur/San Mateo

22

2

2

213259

193

159

33.000 m²15.900 m² 17.000 m²

9.000 m²

1 Niveles comerciales; sin contar niveles de oficinas y consultorios.

Fuente: Elaboración propia, según información de los centros comerciales y recreacionales

2.1.1. Centros del estrato alto

A este grupo pertenecen cinco centros con características muy heterogéneas. En primer lugar hay que mencionar al centro comercial Hacienda Santa Bárbara que fue construido en el sector de Usaquén sobre los terrenos de una antigua hacienda, cuya casona (construida en 1847) fue integrada al nuevo edificio. Con sus amplias zonas verdes y su dotación muy exclusiva el centro no solamente atrae al estrato alto, sino también a muchos turistas. A esta situación contribuye igualmente un hotel anexo que cuenta con un centro de convenciones. El segundo centro comercial del estrato alto es el Centro Andino que fue construido sobre el antiguo lote del colegio alemán y que se inauguró en 1993. Este centro es muy lujoso y tiene un alto porcentaje de negocios de recreación, entre ellos un conjunto de cines Multiplex y un gran restaurante de McDonalds . Además, hay que nombrar los centros comerciales Centro Chía y Unicentro que no se presentarán en este capítulo, ya que serán investigados más adelante. Finalmente, forma parte de los centros del estrato alto el centro comercial Granahorrar, un centro pequeño que se ubica en el distrito financiero de la ciudad sobre la Avenida Chile. Construido en 1982, fue declarado monumento nacional por formar un interesante conjunto arquitectónico con la adyacente iglesia La Porciúncula.

2.1.2 Centros de los estratos medio-alto y medio

Este grupo consta de cinco centros, entre los cuales se destaca el impresionante Búlevar Niza, que fue el único centro comercial y recreacional de Bogotá cuyo diseño se eligió a través de un concurso de arquitectos y urbanistas. Con sus fachadas de piedra arenisca y su gigante cúpula de vidrio se parece a las catedrales del renacimiento. A pesar de su arquitectura impresionante, Búlevar Niza solamente se puede calificar como centro elevado de los estratos medios, ya que la calidad de su oferta es más baja. El centro comercial fue desarrollado por el banco estatal B.C.H. en el marco de un gran proyecto de urbanización. El segundo centro de este grupo es el recién inaugurado Salitre Plaza que se diseñó como corazón del barrio satélite Ciudad Salitre. Esta zona muestra actualmente la más alta actividad constructora de la capital colombiana. Mucho más bajo en la calidad de sus negocios es el centro comercial Metrópolis que fue edificado a principios de los años 80 como centro de una urbanización del mismo nombre. Comparado con otros centros comerciales y recreacionales es bastante pequeño (145 locales) y tuvo que luchar en el pasado con graves problemas estructurales, sobre todo ocasionados por la construcción de un gran almacén EXITO a poca distancia. El centro se pudo estabilizar en los últimos tres años con la inauguración de un centro de convenciones y un conjunto de cines en el mismo edificio. Entre los centros de los estratos medios figura también la Ciudadela Galerías que nació en un viejo barrio residencial como ampliación de un almacén por departamentos de la cadena estadounidense Sears Roebuck . Este centro comercial hoy es el núcleo de un subcentro activo en la calle 53 y se aprovecha sobre todo de los empleados de los alrededores. El quinto centro de este grupo es el centro comercial Cedritos, ubicado en el norte de la ciudad. Es el centro más débil de todos porque fue mal planeado respecto a su ubicación y su conexión vial. Los problemas funcionales se manifiestan en una gran cantidad de locales vacíos y una ausencia casi completa de bancos.

2.1.3 Centros de los estratos medio-bajo y bajo

Este grupo de centros comerciales y recreacionales apareció apenas hace diez años y consiste actualmente en cuatro centros: en primer lugar hay que mencionar a Plaza de las Amércias que en sólo cinco años se convirtió junto a Unicentro en el centro comercial más visitado de Santafé de Bogotá. Se diseñó en forma de la letra Y y fue construido en el suroccidente de la capital sobre los predios de un antiguo hipódromo. Su dotación y estructura interna serán investigados más adelante. El centro más antiguo de este grupo es el centro comercial Ciudad Tunal (inaugurado en 1987) que tal como Búlevar Niza fue desarrollado por el Banco Central Hipotecario en el marco de un proyecto de vivienda. Este centro cuenta con una gran cantidad de funciones centrales, entre éstas una iglesia, y tiene un área de influencia que abarca el sur de Santafé de Bogotá. Finalmente, existen dos centros que fueron inaugurados en 1995 y que se encuentran en sectores que presentan muy altos índices de actividad edificadora (CAMACOL 1994, P.45). Por un lado, se trata del Centro Suba que fue diseñado como ampliación funcional del centro histórico de Suba, un municipio colonial que fue tragado por la metrópolis. Por otro lado, está Unisur que nació junto a la Autopista Sur en la jurisdicción del vecino municipio de Soacha. Se ubica en medio de una población del estrato bajo y tiene una arquitectura interesante, a pesar de ser muy sencilla.

Si uno observa la estructura socioespacial de Santafé de Bogotá, se puede dar cuenta de qué manera la distribución de los centros comerciales y recreacionales depende de la estratificación socioeconómica: los cuatro centros del estrato alto se agrupan en el sector relativamente pequeño de este estrato. Solamente el Centro Chía queda afuera de la ciudad como cabeza de puente delante del frente urbanizador de la metrópolis, indicando una descomposición del barrio tradicional del estrato alto a favor de condominios campestres. Los centros de los estratos medio-alto y medio rodean como un collar de perlas en distancias regulares a la zona del estrato alto. Sólo el nuevo Salitre Plaza rompe este esquema, señalando un traslado de los estratos medios hacia la nueva ciudad satélite Salitre. Los centros de los estratos medio-bajo y bajo se dispersan a través del restante casco urbano, incluyendo el municipio de Soacha.

En este punto hay que preguntarse cómo estos centros se pueden financiar, ya que el poder adquisitivo de los estratos bajos es mucho menor que el del estrato alto. A este respecto vale la pena dar un vistazo a la distribución de la población según estratos socioeconómicos. Según CAMACOL (1989, P.214) los estratos medio-bajo y bajo representan la gran mayoría de la población bogotana. Una persona de dichos estratos seguramente no estará en capacidad de invertir tanto dinero en sus compras como un miembro del estrato alto, no obstante el poder adquisitivo de esta población en total parece suficiente para que se beneficie un centro comercial, teniendo en cuenta el gran número de personas. Esto se puede comprobar con el número muy bajo de locales vacíos en los centros de los estratos medio-bajo y bajo, pero también con el flujo de clientes en estos centros comerciales.

El centro comercial Plaza de las Américas por ejemplo, es visitado por 60.000 personas en un sábado o domingo común y corriente - en el tiempo navideño son aún más. Es interesante observar que el flujo de clientes en los centros de los estratos bajos es mucho más alto los fines de semana que en días hábiles. Este puede alcanzar hasta cuatro veces el número de visitantes que viene entre semana (caso del Centro Suba). Aquí se manifiesta la importancia sociocultural que tienen los centros comerciales y recreacionales como destino del paseo dominical, especialmente para los estratos bajos. Lo que para el estrato alto es el club adonde se va el domingo, es el centro comercial para los estratos bajos.

2.2 Comparación entre los centros del estrato alto y los de los estratos bajos

Si uno compara los centros del estrato alto con los que se dirigen hacia los estratos bajos, se notan graves diferencias estructurales, debido a la distinta situación socioeconómica de los clientes. Efectivamente, el total de 55 joyerías en los cinco centros del estrato alto dice todo frente a 10 joyerías en los cuatro centros de los estratos medio-bajo y bajo. Aún más fuerte es el desequilibrio respecto a los negocios de arte y antiguedades: frente a 35 negocios en los centros del estrato alto, no hay sino uno en un centro de los estratos bajos. Muy interesante parece también la distribución de los negocios que venden ropa masculina: mientras que los centros de los estratos bajos tienen muy pocos negocios que pertenecen a este ramo, un 10,3% de todos los locales de Unicentro vende este tipo de ropa - situación que subraya la importancia de este centro como destino de compras para ejecutivos.

Los centros del estrato alto ocupan también el primer lugar respecto a los bancos: un total de 18 sucursales se encuentra en este grupo, mientras que los centros de los estratos bajos tienen solamente 7. Sin embargo, la imagen contraria se ve respecto a las cajas de ahorro y vivienda, en donde se concentran 11 sucursales en los centros de los estratos medio-bajo y bajo mientras que los del estrato alto tienen solamente 6. La explicación más probable es que la construcción privada de casas es más frecuente entre los estratos bajos mientras que el estrato alto se compra apartamentos en condominios vigilados. Además, las buenas tasas de ahorro de las cajas de ahorro y vivienda atraen a pequeños inversionistas, frecuentes entre los estratos medios y bajos.

En este contexto también vale la pena analizar el número de vigilantes que tiene cada centro comercial: mientras que dos centros del estrato alto no quisieron dar información por razones de seguridad, los otros revelaron que tienen un cuerpo de vigilancia bastante grande. Por ejemplo, el centro comercial y recreacional más exclusivo de Bogotá, Hacienda Santa Bárbara, emplea directamente a 125 vigilantes. Unicentro y Granahorrar también muestran niveles muy altos con 90 y 120 vigilantes respectivamente. El cuerpo de vigilancia de los centros comerciales de los estratos bajos a su vez es mucho más pequeño y no excede las 40 personas, las cuales pertenecen a una empresa de vigilancia contratada. Centro Suba y Unisur cuentan solamente con 20 vigilantes cada uno.

Teniendo en cuenta estas cifras, no es sorprendente que los turistas visiten únicamente a los centros comerciales y recreacionales del estrato alto. Esto se puede deducir también de la dotación de los centros con negocios de artesanías, ya que éstos son un buen indicador del potencial turístico de un centro comercial: las artesanías se consiguen casi sólo en los centros del estrato alto, mientras que faltan completamente en la oferta de los centros de los estratos bajos.

También hay ramos donde los centros de los estratos medio-bajo y bajo son líderes: por ejemplo, los negocios que venden artículos deportivos tienen una presencia fuerte en estos centros (14 almacenes), mientras que los centros del estrato alto solamente cuentan con 7. Aquí se manifiesta el menor poder adquisitivo de los estratos bajos que compran productos más simples. Otras razones por las cuales los miembros de estos estratos adquieren artículos de recreación y diversión, son su cultura (les gusta más hacer deporte que leer un libro) y aparentemente el mayor tiempo libre que tienen (¿desempleo?).

La alta presencia de negocios que venden artículos de recreación y deporte corresponde también con un alto porcentaje de instalaciones recreacionales en los centros de los estratos bajos. En Plaza de las Américas y Ciudad Tunal un 18,3% y un 14,7% de los negocios, respectivamente, sirven para actividades de esparcimiento, tratándose sobre todo de restaurantes de comidas rápidas. Una cifra más alta alcanza solamente el exclusivo Centro Andino en el cual más de un 20% de los locales tiene esta función. Esto se debe probablemente a su edad (inaugurado en 1993), puesto que entonces ya se consideró la tendencia fuerte hacia los elementos recreativos. El más reciente proyecto de un centro comercial y recreacional en Santafé de Bogotá, el Parque Comercial Bima, rodeará de manera circular un completo parque de diversión con montañas rusas e instalaciones acuáticas. El viejo Unicentro también se adaptará en los próximos años a las exigencias del tiempo y será ampliado por un piso entero de instalaciones recreativas.

Resumiendo, hay que anotar que debido a la fuerte dotación de los centros comerciales y recreacionales de los estratos medio-bajo y bajo con instalaciones de esparcimiento, cultura y otros servicios, el porcentaje de negocios que no pertenecen al comercio al por menor es relativamente alto en estos centros. El primer lugar lo ocupa Plaza de las Américas en el que los otros servicios ascienden a un 27,2% de todos los negocios.

Es fácil comprender que el diferente poder adquisitivo de los clientes también se nota en el nivel de precios en los centros comerciales y recreacionales. Esto se puede comprobar utilizando un producto que es sencillo de comparar: por ejemplo, un vaso de 350 ml de Coca-Cola costó en septiembre de 1995 entre 400 y 600 Pesos en el exclusivo Centro Andino (900 Pesos equivalían entonces a 1 US$), mientras que el mismo vaso se consiguió en Ciudad Tunal, un centro de los estratos medio-bajo y bajo, pagando entre 180 y 320 Pesos. Aún más grande es la diferencia en el valor de las boletas de cine aunque a este respecto hay que tener en cuenta la dotación técnica. Mientras que Hacienda Santa Bárbara exigió 6.000 Pesos en un día hábil, la entrada a los cines de Ciudad Tunal costó solamente un cuarto de esta suma.

Un interés especial merece la distribución de librerías y papelerías, ya que aquí se puede notar una sociedad de dos clases: mientras que los seis centros de nivel más alto cuentan con una gran cantidad de estos negocios, este ramo casi no se encuentra o es completamente ausente en los centros de los estratos bajos. Esta situación se puede explicar por la carencia de una cultura de leer entre estos estratos y por el porcentaje relativamente alto de analfabetas que se encuentra en las zonas en las que se ubican los correspondientes centros comerciales. Sin embargo, no se puede deducir directamente del número de librerías y papelerías el porcentaje de analfabetas.

Llama la atención que los centros comerciales y recreacionales de los estratos bajos están ampliamente dotados con instituciones públicas centrales. Esto se debe sobre todo al gobierno distrital que exige especialmente de estos centros una dotación correspondiente. Por ejemplo, en el centro comercial Ciudad Tunal, construido por el Banco Central Hipotecario , se encuentran instituciones centrales como un centro médico, una iglesia y un Centro de Atención Distrital (CADE) donde se pueden hacer trámites oficiales como los relacionados con los servicios públicos. Los centros del estrato alto carecen de esta dotación; allí faltan las entidades públicas casi completamente. No obstante, cuentan con oficinas de correo, las cuales a su vez no existen en los centros de los estratos medio-bajo y bajo.

Una característica especial de los centros de los estratos medio-bajo y bajo son sus atrios techados en los cuales las administraciones ofrecen gratuitamente eventos culturales, sobre todo los fines de semana. Entre estos se destacan conciertos, presentaciones de teatro, desfiles de moda y otras actividades. Especialmente el atrio de Plaza de las Américas impresiona por sus dimensiones: 3.000 personas caben en esta sala techada, la más grande de Colombia. Con estos programas los centros comerciales por supuesto tratan de atraer clientes pero al mismo tiempo se crea un foco sociocultural que influye en la identificación del ciudadano con su centro comercial. En algunos casos esto se nota también en el nombre del centro comercial: de esta manera hay que entender el nombre del nuevo Unisur como un antónimo consciente a Unicentro, el centro comercial de la gente adinerada.

Tabla 2: Cantidad de carros por familia según estrato socioeconómico

Estrato socioeconómico Cantidad de carros por familia en Bogotá (1987)
Alto sin datos
Medio-Alto 1,05
Medio 0,49
Medio-Bajo 0,18
Bajo 0,08
Bajo-Bajo sin datos
Fuente: CENAC 1987a, P.59

Finalmente, hay que destacar que los centros comerciales y recreacionales de los estratos bajos tienen parqueaderos mucho más pequeños que los centros del estrato alto. Mientras que los últimos ofrecen un promedio de casi 1.200 cupos para sus clientes, los parqueaderos de los centros de los estratos medio-bajo y bajo solamente tienen un promedio de 500. Esta situación se puede explicar por la tenencia muy baja de automóviles en los estratos bajos de la población, como muestra la tabla 2. Según estos datos, solamente una de diez familias del estrato bajo y una de cinco del estrato medio-bajo tiene un carro.

3. El impacto de los centros comerciales y recreacionales en el desarrollo urbano

Se sabe que los centros comerciales y recreacionales funcionan como catalizadores que influyen y en muchos casos aceleran el desarrollo urbano. A este respecto se pueden plantear tres posibilidades: el centro comercial se puede construir en un sector ya urbanizado, se puede edificar al mismo tiempo que la urbanización adyacente o su construcción puede preceder el desarrollo urbano. En este capítulo solamente se analizará la última posibilidad, ya que aquí se puede observar como un centro comercial influye en el desarrollo espacial de una metrópolis latinoamericana.

Como ejemplo para este proceso puede servir sobre todo el centro comercial y recreacional Unicentro que hace 20 años nació en la entonces periferia de Santafé de Bogotá. La construcción de este centro sobre la calle 127 ocasionó un desarrollo muy dinámico en el norte de la ciudad, en el cual las grandes empresas urbanizadoras jugaron un papel clave. En el primer lugar hay que mencionar a Pedro Gómez, el caudillo de la construcción en Bogotá, quien desarrolló a Unicentro junto con dos socios. En los años después de la inauguración de este centro, Gómez realizó una gran urbanización en los alrededores que hasta 1980 se caracterizó como el sector con la más alta actividad constructora de Bogotá (CENAC 1987b, P.37). Más tarde invirtió en instalaciones de servicio elevado, las cuales fueron ubicadas adyacentes a Unicentro. A este respecto hay que mencionar especialmente el hotel de cinco estrellas La Fontana que a su vez atrajo otros negocios. Así se fue desarrollando poco a poco un subcentro alrededor del centro comercial. La creación de tales subcentros con centros comerciales y recreacionales como núcleos se observa principalmente en relación con los centros del estrato alto, los cuales están ligados a la especulación de suelos. Los centros de los estratos bajos todavía no muestran este impacto en sus alrededores.

Debido al dinámico desarrollo en la zona de Unicentro se formó en los años 80 un eje comercial a lo largo de la carrera 15 que causó el desplazamiento del uso residencial en la zona y llevó a una verticalización de la construcción sobre este corredor vial. Dicho eje se puede identificar claramente, tal como otros corredores parecidos, en el mapa del uso de suelo de Santafé de Bogotá (PLANEACION DISTRITAL 1994, P.28), el cual no se puede reproducir en este texto. Estos ejes comerciales muestran qué impacto duradero pueden tener los centros comerciales y recreacionales sobre la estructura urbana desde el punto de vista funcional.

Ya a principios de los años 70 se pudo observar una degradación funcional del centro histórico de Bogotá que se aceleró después de la inauguración de Unicentro en el norte de la ciudad y la realización de otros proyectos de centros comerciales y recreacionales. Hoy en día el centro tradicional de Bogotá no es más que un centro comercial entre muchos que abastece solamente a sus propios habitantes. Su importancia regional como lugar de compras desapareció completamente, sobre todo en relación con la mercancía de uso a mediano y largo plazo. A pesar de esta situación, el centro histórico ha podido mantener su importancia en dos aspectos: como centro institucional con entidades nacionales, departamentales y eclesiásticas y como centro intelectual con teatros, galerías de arte, museos, bibliotecas, salas de concierto, etc. Solamente la cultura popular con sus cines, discotecas y restaurantes de comidas rápidas se trasladó hacia los centros comerciales y recreacionales.

El ejemplo más reciente de la influencia que tienen los centros comerciales y recreacionales en el desarrollo urbano de Santafé de Bogotá es el Centro Chía, que se construyó al norte del frente urbanizador de la capital en una zona rural. El centro fue realizado por una familia adinerada propietaria de vastos terrenos y se dotó con un alto valor recreacional: un parque con lago pertenece al centro comercial. Desde su inauguración en 1991, el centro ha venido luchando con graves problemas funcionales que se deben a su distancia de la metrópolis. Estos problemas se manifiestan en una gran cantidad de locales vacíos y un porcentaje muy bajo de cadenas comerciales. Obviamente, el Centro Chía sirve como objeto de especulación que valoriza los terrenos adyacentes que pertenecen a la misma familia. En 1995 empezó la construcción de un gran conjunto residencial junto al centro comercial que se dirige hacia el estrato alto. El condominio tendrá una extensión de 100 hectáreas, estará fuertemente vigilado y contará con mansiones, piscinas, un campo de golf y una entrada separada al centro comercial. La infraestructura existente y el bello paisaje atraerán al estrato alto bogotano a esta zona. Si esto ocurre, es posible predecir cuánto tiempo necesita el frente urbanizador de Santafé de Bogotá para cubrir los 15 kilómetros de distancia que faltan hasta llegar al Centro Chía.

4. Resumen

Considerando el desarrollo de los centros comerciales y recreacionales para los estratos medio-bajo y bajo, no se puede mantener la conclusión de BÄHR/MERTINS (1995, P.107) según la cual el creciente número de centros comerciales y recreacionales es un indicador del aumento de las disparidades socioeconómicas y una creciente apartheid social. Es indudable que los centros comerciales específicos para ciertos estratos llevan a una segregación de la población, sin embargo, ésta no perjudica unilateralmente los estratos bajos. Para estos estratos se ha desarrollado en América Latina una forma propia de centros comerciales.

Teniendo en cuenta el desarrollo más reciente, es necesario alejarse de la idea del centro comercial como templo lujoso de compras que solamente es accesible para una pequeña y privilegiada parte de la población. El concepto del centro comercial se ha vuelto más democrático. Con la transformación de una máquina de consumo en un substituto multifuncional del centro urbano histórico, el centro comercial deja participar también a los estratos bajos en su mundo mágico. Especialmente a través de la creación de centros diseñados para las necesidades de estratos específicos, el centro comercial y recreacional se transformó en un medio de identificación para muchas personas.

Bajo estas circunstancias, no es sorprendente que los nuevos centros comerciales latinoamericanos traten de referirse a modelos urbanos. Desde el patio (de comidas) hasta la plaza que se encuentra sobre todo en los centros de los estratos bajos, los centros comerciales y recreacionales intentan simular un espacio urbano familiar para la población. En su función sociocultural la plaza en el centro comercial y recreacional ya alcanzó a tener la importancia de la plaza histórica o aún la sobrepasó. Hoy en día es la plaza del centro comercial donde la gente se encuentra para charlar, mantener contactos vecinos o simplemente para observar la vida urbana desde un banco. Ni siquiera el embolador de zapatos falta en la imagen folclórica, aunque cuenta con un salario fijo y no tiene que luchar por su sobrevivencia como sus colegas enfrente del centro comercial. Ultimamente, los centros comerciales tratan de simular la plaza histórica hasta en el sentido institucional: en la plazoleta central de Plaza de las Américas (Santafé de Bogotá) se encuentran instituciones bancarias, heladerías y al frente la catedral - la catedral de consumo por supuesto, que es más alta que el resto del centro y funciona como lugar sagrado.

Sin embargo, el acceso al nuevo mundo solamente es posible pasando por un control de caras en la entrada, ya que este espacio público es de propiedad privada. Se privatiza la plaza, cerrando el centro urbano para grupos marginales. Los centros comerciales y recreacionales son el espejo de una sociedad que se esconde detrás de muros y condominios y que no quiere saber nada de los problemas sociales.

El centro comercial y recreacional es una utopía urbana: una ciudad ideal, en la cual no hay problemas ni crímenes. Llegando de la calle con su ruido y su contaminación, uno entra a un ambiente tranquilo que está lleno de vegetación, colores y música suave. En el centro comercial siempre es de día, siempre hay buen tiempo y cada navidad es blanca. No hay lotes sin construir, muros embadurnados, construcciones en ruinas o alcantarillas sin tapa. En el microcosmos del centro comercial tampoco existen vendedores ambulantes, gamines, ladrones o prostitutas que puedan dañar la imagen. La realidad social se queda en el vestuario del centro y el pueblo puede tomar unas vacaciones de la vida cotidiana olvidando sus problemas. Esto se refiere a los estratos bajos aún más que a los estratos altos. El peligro de la droga centro comercial y recreacional es que hace adicto y suprime la vista de la realidad social. Hay que asentir a Liliana RUBIO (1987, P.4) cuando dice que los centros comerciales son una respuesta a los problemas que generaron por su propio concepto.

Bibliografía

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latinoamericana). Darmstadt/Alemania.

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CENAC (1987a) (ed.): Actividad edificadora, oferta de edificaciones y demanda por

vivienda en Bogotá 1987. Bogotá/Colombia.

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GORMSEN, E./KLEIN-LuPKE, R. (1991): La plaza comercial en América Latina -

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PINTAUDI, S.M. (1989): O templo da mercadoría. Estudo sobre os Shopping-centers

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RUBIO, L. (1987): Centros comerciales como resultado del desarrollo en el norte de

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