V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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NUEVAS DIMENSIONES DE LO LOCAL FRENTE AL ESPACIO MÓVIL DE LO GLOBAL

Lo local como contexto de recepción mediática

V CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA
Lo local y lo global. La antropología en un mundo en transición
La Plata, 29 de Julio al 1 de agosto de 1997
Mabel Grillo*

Las redes de lo global

Se ha dicho repetidamente que la globalización es el segundo gran proceso de desterritorialización que se produce en la modernidad. El primero fue la constitución de los estados naciones. No obstante, algunas diferencias entre ambos procesos ayudan a aclarar las transformaciones culturales actuales. En primer lugar, la creación de los estados nacionales aparece ligado a estrategias de reterritorialización. Esto es, los grupos culturales afincados en lo que luego sería el territorio nacional fueron sometidos a un proceso de nacionalización. Junto a la articulación económica, administrativa, jurídica y militar de esos grupos llevada adelante por los estados, la nación como dimensión cultural, como comunidad imaginada -según la repetida expresión de Anderson (1993)- les dio sentido de cohesión e identidad cultural.

La cuestión territorial surgió de manera central en todas y cada una de las dimensiones que conformaron la constitución de las naciones hasta tal punto que el territorio, sus contornos y su geografía, fue parte de lo que Terán (1986) llama, cuando narra este proceso en Argentina, la simbología litúrgica de la pedagogía de la nacionalidad. Así, territorio, simbología y sentimientos en común constituyeron las esferas de lo real, lo simbólico y lo imaginario en las que se instauraron los estados nacionales.

Lo global, en tanto, es una instancia de pertenencia que, en principio, se presenta como "sin lugar". Si bien algunos autores como Mattelart, por ejemplo, identifican la cultura global con las industrias culturales de Estados Unidos, "soportes naturales de universalidad" (1989:76), en realidad esta no es la posición más aceptada. La dicotomía "centro-periferia" parece haber entrado en desuso (Ortiz, R 1996).

Robertson (en Waters 1994) considera que lo global debe asociarse al incremento de entidades, intercambios y normas de alcance mundial. Hay cada vez más agencias e instituciones internacionales, se han incrementado las competencias internacionales, se intensifican las formas globales de comunicación, prácticamente se ha aceptado un tiempo unificado global y cada vez se hacen más comunes nociones tales como ciudadanía, derechos humanos y las concepciones sobre la humanidad.

Por su parte, autores como King o Hannerz (en Featherstone 1990) identifican lo global a las grandes ciudades o, más precisamente, al corazón mismo de las grandes ciudades; allí donde se desarrollan relaciones que implican dominio y habilidades comunicacionales que trascienden los estilos culturales propios de los ámbitos nacionales involucrados.

En un sentido similar, Featherstone (ibid) relaciona cierta autonomía de lo global a la emergencia de terceras culturas, las que no pueden ser comprendidas como el producto de intercambios bilaterales entre estados naciones. No obstante advierte que debe ser evitada toda visión homogeneizadora a la que puede llevar esta idea, en tanto sólo es una fase del prisma complejo que es la cultura. Otra fase estaría representada por la proyecciones sobre el globo de las propias culturas de las sociedades nacionales.

En la base del razonamiento de todos estos autores, interesados por problemas como la homogeneización cultural, las identidades y las diferencias, surge una necesidad de localizar lo global. Sospecho que esta búsqueda de un lugar para lo global se transforma en problemática porque proviene de algunos sobreentendidos que conviene discutir a la luz de las nuevas teorías sobre el espacio, lo local y las identidades.

En primer lugar se busca un lugar o lugares para la cultura global porque se asocia cultura a naciones estados y estas a territorios "físicos" a espacios de representación. En otras palabras, no hay cultura sin territorio y, si hay cultura global, debe haber uno al que asociarla. Ella ha de tener lugar en el sentido que Marc Augé (1995) da al concepto como espacio de identidad, de relaciones y de historia que simboliza la relación de cada uno de sus ocupantes consigo mismo, con los demás ocupantes y con su historia común. Pensar lo global desde la cultura, sea como instancia o como proceso -globalización- en términos de lugares específicos de realización, fácilmente identificables y estables, se torna dificultoso.

Procesos de identificación múltiples.

Esta necesidad de localizar lo global, de afincarlo, parece estar ligada a cierta concepción del espacio como territorio proveedor de identidad cultural. Deviene del tipo de estudios clásicos de la antropología cultural dedicados a conocer comunidades, esto es grupos bastante aislados, con fronteras marcadas y "homogéneos" culturalemente. Tal es así que desde esta perspectiva la idea de la nación como ámbito de cultura ya fue bastante discutida y la identidad nacional fue considerada por algunos autores una identidad de segundo orden, por ser histórica (Ortiz, R. 1994). Como si en los otros grupos culturales la cultura surgiera adosada a su carga genética y no fuera también un proceso semiótico y social.

Por otro lado, la identidad era entendida de manera esencialista y conservadora; su fuerza estaba en la tradición. Esta perspectiva fue fracturada, inicialmente, de manera teórica, por la teoría lacaniana de la formación especular de la identidad y luego, históricamente, por el caleidoscopio cultural y la revalorización de las diferencias de fin de siglo, de la cual fue en gran medida responsable el feminismo y la teorías feministas surgidas en las últimas décadas1. En los estudios culturales actuales, la identidad no es percibida como un todo articulado de rasgos que definirían una entidad de una vez y para siempre sino como juegos de identificaciones surgidos de procesos sociales, dinámicos, contradictorios y ambiguos.

Como sostiene Clifford "La identidad, considerada etnográficamente, debe ser siempre mixta, relacional e inventiva.(...) Al intervenir en un mundo interconectado uno es siempre, en diversos grados, 'inauténtico': atrapado entre culturas, implicado en otras."(1995:25) En ese marco, Keith y Pile (1993) sustentan que si la identidad emerge de la diferencia es parcial porque la diferencia es localizada en un campo relacional.2 Así, las identidades surgen y se definen en términos de las demás identidades con las cuales establecen relaciones. En un mundo crecientemente interconectado, con múltiples referencias, los polos relacionales aumentan y siguiendo el razonamiento de Keith y Pile nos encontraríamos con la tan mentada fragmentación creciente de los grupos sociales.

Aún cuando esa apreciación sea lógicamente correcta, lo que ocurre en la realidad social es que las identidades se disponen en un campo de poderes que articulan y definen, organizan y priorizan los reconocimientos establecidos. Las que están en la superficie de la discusión social y política son aquellas que, por diversos motivos históricos situados, pugnan por ser reconocidas.

Es por ello que frente a la creciente articulación del mundo y la construcción de lo global como ámbito de referencia cultural, lo local ya no encuentra sólo su significado en "otros locales" -otras localidades, otras regiones, otras naciones/la región, la nación- sino que debe retomar sentido frente a la nueva instancia relacional.

Lo global moviendo los márgenes de lo local.

Dijimos al comenzar que la búsqueda de "un lugar" para lo global, similar a un territorio, perturba la comprensión del fenómeno desde el punto de vista de su significado cultural. Algunos enfoques actuales sobre el espacio ayudan a parcibir el problema de otra manera. Doreen Massey (1993) en un desafiante artículo sobre los nuevos modos de ver el espacio suma el movimiento a las tres dimensiones tradicionales a partir de las cuales se lo describe. Dice que en realidad ella sólo está haciendo explícito algo que está implícito en muchos tratamientos del espacio como los de Foucault y Jameson3. Para la autora necesitamos conceptualizar el espacio como la coexistencia simultánea de interrelaciones e interacciones entre todas las escalas, desde los niveles más locales a los más globales. Agrega que, si bien ya estamos de acuerdo en que lo social construye lo espacial, ahora debemos asumir que al mismo tiempo lo social es construído por lo espacial.

Desde este punto de vista, interpretamos que cuando lo global es reconocido en la escala de percepción de un grupo social local los sujetos quedan integrados a un nuevo redimensionamiento espacial. Ello puede ocurrir hoy frente a la pantalla de un televisor, comprando un artículo de Corea, ante la imagen de un satélite o al informarse sobre la película en la que Madonna -según Renato Ortiz (1994), uno de los ídolos de la cultura global- hace de Evita. Lo global sin territorio, puro movimiento, es un nuevo espacio que redefine identidades locales. No en un estilo idéntico al de los estados nacionales, sino reservando para si múltiples sitios de distintos órdenes y niveles, con una simbología propia e imaginarios singulares, muchos de los cuales aún deben desentrañarse.

Por lo pronto, como venimos sosteniendo hay espacios que se mueven por nosotros. "La noción de viaje se encuentra comprometida" sostiene Renato Ortiz y, hablando en tiempo pasado, recuerda "el viajero traía informaciones para los que permanecían inmóviles en sus países. Hoy su condición es otra : atravesado por la modernidad-mundo `viaja` sin salir del lugar. (...) Somos ciudadanos mundiales porque el mundo penetró en nuestra vida cotidiana." (1996:39) También De Certau (1995) nos dice que "en el siglo XX la etnografía refleja nuevas prácticas espaciales, nuevas formas de residir y circular", modalidades que debemos comprender antes de hacer un diagnóstico sobre las identidades actuales.

Una expresión de estas formas actuales de "residir y circular" la encontramos en el consumo que se hace de los medios de comunicación. Los medios aparecen tanto como instrumentos de localización como de deslocalización y es en las prácticas del consumo cotidiano donde podemos observar algunos indicios del modo en que los actores sociales resuelven sus traslados. Nos parece necesario reconstruír esos viajes, describir la oferta de itinerarios, observar las demandas de los usuarios, comprender las prácticas de consumo.

En los apartados siguientes mostraremos cómo se presentan estas cuestiones en una población del interior de Argentina.

Un estudio de audiencias en una ciudad del interior.

Río Cuarto es una ciudad del interior argentino de alrededor de 130 mil habitantes. Está ubicada en el centro geográfico del país, al sur de la provincia de Córdoba. Brevemente daremos algunos datos sobre la ciudad y su zona aledaña para ubicar al lector en el contexto en el que se realizaron los estudios a cuyos resultados aludiremos en esta ponencia.

Río Cuarto es una ciudad enmarcada por una zona agrícola-ganadera, considerada próspera en relación a vastas zonas de Argentina, con una población rural que mantiene contacto fluído con lo urbano. Algunas investigaciones recientes destacan que en el sur de la provincia de Córdoba se ha quintuplicado el espectro de emisoras de radio y televisión en los últimos diez años. Advierten que estas emisoras responden al modelo comercial predominante en la radiodifusión argentina, tienen una programación similar, están financiadas por publicidad y se dirigen a audiencias integradas al circuito económico. Asimismo, informan que las tres cuartas partes de la población de la región tienen acceso a algún sistema de cables. (Carniglia, E. 1991, Carniglia, E. y otros 1995) La oferta de medios en la ciudad de Río Cuarto tiene características similares. Dispone de un canal abierto de televisión (frec.13), con más de la mitad de su programación de origen nacional (de géneros variados), alrededor de una quinta parte de producción internacional (series y películas) y otra quinta parte de producción local (noticieros, periodísticos y entretenimiento). Hay una empresa de cable que permite el acceso, además de al canal abierto citado, a otro canal local (frec.10) con una porción similar al anterior -la quinta parte- de producción local , pero con más programación internacional -alrededor de la mitad-, y el resto de producción nacional. Ofrece otras 37 frecuencias que incluyen a 44 señales (por utilización diferencial de los horarios de emisión de algunas señales), 27 de producción nacional (20 de cable) y 17 internacionales. Las señales internacionales se identifican a sí mismas como señales nacionales de Chile, México, Brasil, Venezuela, Italia, España o no están identificadas con orden nacional alguno, pero su procedencia se reconoce en la población como estadounidense: MTV, CNN o HBO.

El 73% de la población de la ciudad está abonada al cable. Este porcentaje es mayor en un 20% a la media nacional (53,2%), está sólo 4 puntos por debajo de la media de Canadá (77,7%) y siete por encima de la de Estados Unidos (65.9), países que están en primer y segundo lugar en la escala mundial de abonados al sistema de cables (Fuente: Magazine Semanal 31/09/96, ATVC -Asociación Argentina de Televisión por Cable-). Nos encontramos así con una ciudad articulada al mercado mundial de medios.

Veamos sintéticamente qué ve y qué prefiere la audiencia de esta ciudad del interior argentino. En un estudio de audiencias que realizamos en octubre del año pasado observamos lo siguiente : la emisora más vista es un canal local, aquél cuya programación es mayoritariamente de origen nacional y local. Dos de los programas ubicados en los tres primeros lugares son noticieros, primero está el noticiero local, segundo los noticieros nacionales y en tercer lugar un programa de entretenimientos de producción nacional (Hola Susana!). Asímismo, cuando preguntamos que tipo de género de programas prefieren, los entrevistados mayoritariamente optaron por los informativos. El canal de procendencia internacional que está ubicado en mejor lugar en las preferencias de la población es HBO -films continuados- que está en tercer lugar, después del canal local citado y de uno de procedencia nacional.

Las ocho radios más oídas son locales y el diario que lee el ochenta por ciento de los entrevistados que leen al menos un diario todos los días es local.

Frente a este panorama general de preeminencia absoluta de consumo de medios locales y , en particular, de noticias surge obviamente la pregunta referida al papel actual de lo local en el uso de los medios para fines informativos. Ello desde una perspectiva de análisis que reconoce el creciente proceso de articulación mundial como un hecho y a los medios de comunicación como uno de sus instrumentos de realización. Robertson, Giddens, Appadurai, Ortiz, por nombrar algunos de los más destacados analistas de este proceso, coinciden en que la tecnología comunicacional es parte de la propia naturaleza de lo que denominan con sus matices diferenciales globalización, mundialización, sistema-mundo, etcétera.

Reconocemos que el proceso de globalización no se manifiesta en los medios solamente en los contenidos de los mensajes transmitidos por los medios. El sistema mediático actual está globalizado a partir de pautas de producción, criterios de selección, formas de distribución y gestión, formas y contenidos de las tandas publicitarias, entre otras cuestiones ya standarizadas a nivel mundial. En este marco, el origen o la procedencia de los mensajes pierde relevancia. Por ejemplo, un programa televisivo producido localmente puede seguir los cánones mundiales de producción y edición y reservar escasas referencias de localización. No obstante, en el caso de lo que se denomina habitualmente el paquete informativo diario el peso de la proximidad como valor noticioso todavía se mantiene y es utilizado insistentemente en la definición del destinatario. Por ejemplo, en un estudio realizado anteriormente pudimos observar que los noticieros televisivos, son uno de los pocos espacios televisivos que generalmente construyen audiencias nacionales (Grillo, M. 1995). Este marco de una audiencia que dispone de un sistema de medios empresarialmente articulado a la oferta mundial y que consume preferentemente medios locales y lo hace tras la búsqueda de información, abrió numerosos interrogantes. Las respuestas necesarias están en los propios actores sociales; se refieren a las imágenes asociadas a lo local y al proceso de globalización, a los significados que evoca el lugar donde desarrollan sus vidas cotidianas, al papel otorgado a los medios de comunicación en las agendas personales y al uso de la información recibida por los medios.

Por ello, a partir de los datos obtenidos en el estudio cuantitativo de audiencia, estamos realizando una serie de entrevistas en profundidad a un grupo de pobladores con el fin de comprender las cuestiones que venimos planteando desde el punto de vista de los actores sociales involucrados.

Audiencias locales y contextos cotidianos de interacción.

En la investigación Globalización, identidades y medios de comunicación -Construcciones discursivas sobre campo y ciudad en el sur de Córdoba (Grillo, M. et al. 1996) estamos entrevistando a habitantes de la ciudad de Río Cuarto y de la zona rural que la rodea. En el marco de la discusión conceptual planteada en la primera parte de esta ponencia el objetivo de las entrevistas es, como dijimos, reconocer cómo construyen los entrevistados sus sentidos de filiación a sus lugares, el papel de lo global y lo local en esas construcciones y las referencias que hacen a los medios de comunicación. Esta investigación está en marcha. Aquí, sólo se presentan parte de los resultados obtenidos en entrevistas realizadas a empresarios de la ciudad de Río Cuarto. Seleccionamos a un grupo de empresarios para entrevistar en primer lugar porque partimos de la idea de que debía ser el más articulado a las instancias de globalización en marcha. Y, en vista de la preeminencia del consumo de los canales y las programas informativos locales en el estudio de audiencia citado, queremos comprender sus propias interpretaciones del consumo que hacen de los medios.

En sus respuestas, la globalización aparece siempre como un proceso: esto es, la idea de un mundo articulado con un centro decisorio, al que se podría analogar con un comando o gobierno central está ausente. En general se habla de lo global -estado- o de la globalización -proceso- como algo dinámico que avanza e integra, de una manera progresiva y "fatal".

"La globalización es un efecto que tarde o temprano nos iba a tocar, es una realidad. Uno no puede ser una cosa aislada en el mundo, cuando todo está avanzando..." (J.C.) El papel de los medios es informar. La información permite que el proceso se conozca pero ello no quiere decir que se pueda hacer algo para evitar sus consecuencias.

"En noviembre y diciembre del 94 vivíamos en el paraíso y en 48 horas avisaron que el tequila se venía y se vino el mundo abajo."(C.A.) "La información a veces sirve pero a veces no. Vos estás en una isla y te dicen que el ciclón viene, a lo mejor te podés meter en un hueco, pero mucho más no podés hacer." (J.C.) Aparecen así, enlazados, flujos económicos e informativos; los primeros son irreversibles y los segundos, sólo anuncian su llegada. Desde el punto de vista económico, "el efecto tequila" desnuda la trama trágica según la cual puede percibirse la globalización. (Grillo 1996) La globalización también se asocia a marcas "Shonny, Philips, Toshiba, firmas con las que no se puede competir", a los grandes supermercados "Carrefour y Macros"... "(cuyos propietarios) se juntan a tomar un café entre ellos y le regularon el mercado". También son globales "Australia, Nueva Zelanda, los tigres asiáticos, Japón y Estados Unidos". Lo global se descentra, no está en un sólo lugar, y al descentrarse también se mueve. Son flujos financieros, empresas multinacionales y naciones que se hacen presentes como íconos exitosos del proceso en marcha. Si podemos imaginar a lo global circulando por redes, es en estos puntos donde se recarga de energía, donde se reaprovisiona de sentido. Poniéndonos en el lugar de nuestros entrevistados podemos decir, también, que son exponentes exitosos de un mundo económicamente articulado.

Frente a esos referentes las particularidades locales no presentan vías de escape. Tal es así que lo singular de cada lugar se diluye frente a la fuerza, irreversibilidad y potencia de la nueva instancia relacional. Son espacios frente a los cuales "las ciudades del interior" empiezan a parecerse. Hasta hace poco tiempo Río Cuarto, por ser una ciudad "meramente mercantil" estaba en desventaja frente a San Luis a "la que tocó la varita mágica de la promoción indutrial" y a San Francisco "una ciudad industrializada"; hoy, "en el marco de la globalización estamos todos en las mismas condiciones". La propia imagen reflejada por aquella "otra" instancia es de una debilidad igualadora. Y es en los intentos de superación de esta debilidad donde podemos encontrar hoy el resurgimiento de las identidades locales en el mapa de las luchas por las identidades sociales. La cuestión es no reproducir, en el proceso de la interpretación, una versión romántica, parroquial y represiva de la sociedad, sino pensar que las localidades tiene múltiples significados y es importante estar atentos a sus procesos de fluidez, contradicción y conflicto (Revill 1993).

Tan así es, que junto a la versión anterior y desde el punto de vista de la vida cotidiana los entrevistados encuentran a la ciudad "de una escala urbanísticamente vivible".."esta es la ciudad casi tipo ideal"(J.C.). Hay tiempo para ir al club, tomar un café en un bar con los amigos, dormir la siesta..."Eso que en Buenos Aires no lo puede hacer nadie, ni Macri, porque los tiempos no dan" (C.A.) y es donde, después de viajar por el mundo, se vuelve "para darle una calidad de vida adecuada a los hijos" (R.I.). Es en el ámbito de lo más privado, de los afectos, donde la ciudad aparece valorada positivamente; claro que -como coinciden todos- se vive aquí mientras se tenga trabajo, y si no, "hay que salir a buscarlo donde sea". Contradicciones y conflictos de identidades locales en un grupo altamente integrado a la dimensión económica del proceso de globalización. Posiblemente la que ofrezca mayor claridad con respecto al juego de poderes siempre presente en las relaciones sociales.

Lo local, las interacciones cotidianas y la creación de espacios.

Con el fin de ordenar y profundizar las vías de análisis sugeridas hasta el momento y, principalmente, para recuperarlas en la continuidad del estudio cualitativo en marcha, nos hemos propuesto la consideración de tres dinensiones no excluyentes que interjuegan entre las identidades locales, el proceso de globalización y la recepción de medios. Ellas son : lo local como instancia de filtro de la información proveniente de las esferas más distantes, el peso de las interacciones cotidianas como compensación de un mundo que se percibe como inasible y determinado y la creación de espacios propios de circulación y encuentro.

a. Lo local como filtro de la información de lo distante. Los medios de comunicación integran indudablemente el sistema de lo que Giddens (1994) denomina "mecanismos de desanclaje". Y lo integran como parte de los dos tipos reconocidos por el autor, como señales simbólicas -la información- y como sistemas expertos -los medios- encargados de producirlas. Estos sistemas expertos "disocian la interacción de las peculiaridades de lo local" (1995:34) y es muy probable que ello ocurra, pero lo que también parece importante agregar es que, en el caso estudiado, esa disociación se prefiere cuando es producida desde lo local. En el caso del consumo de la información por los medios, la confianza que los actores depositan en estos mecanismos parece seguir sujeta a cánones tan repetidos como la proximidad aliada a la familiaridad que se asocian con lo local. Podría decirse también que el experto se ve como parte de un contexto común de interpretación.

La mediatización de la experiencia es un proceso propio de la utilización de señales simbólicas, los medios intensifican esa mediatización al hacer próximo lo lejano pero, al mismo tiempo, construyen sus audiencias desde el lugar de la emisión.

La intensificación de la oferta del campo experiencial mediatizado lleva como contrapartida la instauración de lo local como contexto de recepción. En nuestros entrevistados, por ejemplo, acceder a la información sobre un hecho económico ocurrido en el mundo -efecto tequila-, tomado como indicador de globalización, quizás hubiera sido innecesario en el pasado. En sus propias palabras, ese conocimiento hoy no le sirve demasiado para reaccionar a tiempo pero le hace más previsible el futuro en el contexto de sus propias interacciones.

En otras palabras, la articulación mundial exige que hoy sean reconocidos hechos lejanos, pero mejor si esa recuperación se hace desde el propio campo de sus actuaciones cotidianas.

b. El valor de las interacciones cotidianas.

Es un lugar común apelar a la importancia de la cotidianeidad en la explicación de las conductas de los actores sociales. El proceso de globalización lleva a que si por un lado los actores sociales se ven presos a esferas determinantes y alejadas de su accionar, al mismo tiempo ven reforzadas su necesidad de filiación local.

Como contrapartida del proceso de desterritorialización y desanclaje, aumenta la necesidad de localización de la experiencia de recepción. Quizá porque esa incidencia es inevitable se torna necesario reconocerse como parte de un mundo cotidiano singular y productivo. Desde el punto de vista de los sujetos, este proceso no debe pensarse como una confrontación de lo local con lo global sino como una integración progresiva de nuevos ámbitos de referencia y, en consecuencia, de relocalización. En otras palabras, lo local se sigue construyendo en la vida cotidiana incorporando nuevas estrategias para hacer previsible el campo posible de las interacciones sociales.

Conviene aquí remitirnos nuevamente a Giddens (1995: 42) "..los medios no reflejan realidades sino que, en cierta medida, las configuran; pero esto no quiere decir que dabamos sacar la conclusión de que los medios han creado un reino autónomo de `hiperrealidad`, donde el signo o la imagen lo son todo".

Es en este sentido que la audiencia que estamos estudiando se presta a la interpretación de que si bien lo global se configura como instancia de percepción y redefinición de identidades, esto no quiere decir que el peso de lo cotidiano -las prácticas diarias- pierda la espesura y necesidad que siempre tuvo lo inmediato. Tanto para las orientaciones requeridas por el mundo de la vida de todos los días como para la interpretación de aquello que se percibe autónomo y distante.

Esuchar a Florio -un comentarista de una radio local- hablar sobre el desenlace de la toma de la Embajada japonesa en Perú y las declaraciones del presidente argentino sobre el tema, tanto enfrenta a los oyentes a una situación internacional y mediatiza la experiencia del mismo como contextualiza localmente un tema mundial incorporándolo modalizado a una audiencia construída localmente. Si, como comúnmente se dice, lo global atraviesa lo local, lo local filtra lo global, haciéndolo propio y, si bien sus consecuencias no son evitables al menos se tornan previsibles en término del contexto de recepción vivido que es donde los actores sociales se perciben actuando y decidiendo en sus interacciones cotidianas.

Cuando se habla de comunidades interpretativas de consumidores (Radway J. citada por Silverstone, R. 1996, García Canclini, N. 1995), aludiendo a grupos (de edad, género, clase) que atraviesan las audiencias locales y nacionales, no debería ignorarse que la densidad de lo próximo suma un factor de consideración a esas configuraciones. En el uso de la información ellas no desplazan, por lo visto, el sentido de pertenecer al menos a una misma oferta mediática y, en consecuencia, a una audiencia común.

Estas cuestiones no deben verse de manera excluyente. Se puede pertenecer a una comunidad joven de consumidores, pero no por eso se deja de ser un joven de una audiencia local. Las instancias se agregan y suman, las identidades se redefinen pero no se excluyen, sino que se integran por los propios requerimientos de la vida cotidiana. Pero, parece pertinente tener en cuenta que estas redefiniciones y adiciones no se dan siempre de manera armoniosa sino que generalmente implican conflictos y ambiguedades. (Harvey, D. 1995) c. La creación de espacios propios de circulación y encuentro. Vivir en una ciudad de "escala vivible" -como dice uno de los entrevistados- es percibir que el dominio de las circunstancias aún es posible. Es un modo de marcar fronteras con ámbitos distantes en cuya dinámica se deposita la determinación y causa de lo "inmanejable".

Ubicar en el lugar en que se vive los afectos, lo familiar, los recorridos conocidos nos habla de la rutinización de la experiencia y de los componentes afectivos de la identidad local. También de la creación social de esos espacios a partir de las interacciones cotidianas. Entre esas interacciones podemos encontrar hoy desde "las charlas de café" -algunas sobre el giro de los mercados mundiales-, el consumo cotidiano familiar de los medios -donde se reinterpretan sucesos lejanos- hasta la sensación de integrar un circuito de audiencia local recibiendo información del mundo. Es en este sentido que conviene que retomemos a Massey (1993) cuando nos advierte que debemos resignificar al espacio haciendo converger simultáneamente las interrelaciones entre todas las escalas.

Ahora bien, para terminar, una pequeña disgresión sobre las escalas vivibles y la necesidad de producir espacios en la vida cotidiana. Percibir el sitio de nuestras interacciones cotidianas como un lugar, tornarlo en escala vivible, es propio hasta de los sujetos que habitan los mismos nudos neurálgicos de las redes globales. La localización espacial, es el aquí y ahora requerido sostenidamente por nuestra interacciones cotidianas que generan y reproducen una cultura común. (Tudor, A., 1974) Lo que estoy tratando de decir es que para explicar los procesos de lo global y lo local, aún desde perspectivas dialécticas, debemos acudir a ciertas imágenes que representan lo distante y lo próximo, lo móvil y lo quieto, lo inclusivo y lo excluyente, pero estos pares opositivos no sirven para dar cuenta del modo en que se resuelven en la vida cotidiana de los actores sociales las realidades a las que refieren. Allí donde hay sujetos interactuando, sean próximos o distantes, es necesario reconocer la localización de la experiencia comunicativa y la producción de una cultura común que permita llevarla adelante. En ella se integran todas las escalas perceptibles en el horizonte común de la experiencia. Esto nos sugiere que aún en las relaciones personales distantes -vía internet, por ejemplo- es necesaria la percepción de que se comparte un espacio, localizado en un aquí y ahora, y un nosotros producto de una cultura común de la propia interacción. Así, si las interacciones producen espacios, una vez generados, los espacios virtuales construyen nuevas formas de localización de las relaciones sociales. Quizá, sea allí donde lo local muestre también una dimensión desanclada de un territorio físico determinado.

Notas

*Departamento de Ciencias de la Comunicación, Univ. Nac. de Río Cuarto. Esta Ponencia presenta resultados del proyecto "Globalización, identidades y medios de comunicación" subsidiado por la SeCyT-UNRC.

1 La teoría feminista aportó categorías significativas de análisis para interpretar prácticas y representaciones sociales que enmascaran la discriminación, jerarquizan las diferencias y naturalizan las construcciones sociales. Estas conceptualizaciones trascendieron el marco de análisis del problema de la mujer para ser recuperadas por la teoría social en general.

2 Keith y Pile dicen retomar a Laclau y Lefebvre al conceptualizar de este modo la identidad. En realidad, antes que estos autores la antropología cultural de corte estructuralista se ocupó de mostrar repetidamente cómo se manifestaba esta visión relacional de la identidad grupal en las comunidades estudiadas.

3 Especialmente Jameson, quien habla de la necesidad de "mapas cognitivos globales a escala social y espacial" que permitan neutralizar la confusión espacial y social de esta época (1991:86).

Referencias

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