V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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"Formular lo moderno" : el museo en la feria, entre lo efímero y lo permanente.

Lic. Laura Vugman*

"Modernity is the transcient, the fleeting, the contingent; it is the one half of art, the other being the eternal and the inmutable" (Baudelaire 1863)

Introducción

Este trabajo se origina en una investigación que tiene como objetivo general aportar al análisis de la construcción de la nación en la Argentina. Se realizó un estudio de la participación de la República Argentina en la Feria Mundial de Chicago de 1893 que celebraba el IV Centenario del Descubrimiento de América. Los objetivos específicos de la investigación fueron determinar quiénes y cómo construyeron una imagen para representar a la nación en el concierto internacional de fines de siglo XIX.

Entiendo la nación como una unidad económico-productiva y como una unidad cultural dentro del sistema capitalista, y las ferias mundiales como escenarios en donde se despliega este doble carácter de la nación.

En la Feria de Chicago, la Argentina cambiaba sus rubros de exportación y los presentaba para competir en el mercado mundial sin contar con un pabellón propio. Los productos de la "cultura" avalaban esta nueva inserción de la Argentina que se presentaba como una nación moderna y civilizada; nación entre naciones. ¿mediante qué elementos se sustentaban los cambios en la producción? Caracterizaré aquí la participación del Museo de la Plata en la elaboración de esa imagen, deteniéndome en un momento culminante del proceso de preparación de la representación argentina para Chicago: La Exposición Preliminar de Buenos Aires.

1. La modernidad: naciones, ferias y museos

El estudio antropológico de la nación como un producto político-cultural significa problematizar la tarea de hacer cultura, la producción y reproducción de disposiciones y representaciones sostenidas colectivamente, como un espacio de luchas múltiples conformadas por una diversidad de acciones e intenciones históricamente situadas (Foster 1991).

Sin embargo, las naciones no sólo son unidades culturales.

Como categoría socio-política, la nación es un artefacto, un fenómeno surgido en un periodo histórico reciente ligado a un cierto tipo de estado territorial moderno, el estado nación, en el contexto de lo que se ha llamado la era del imperio (Hobsbawm 1990). Las naciones, como tales, están situadas en un punto de intersección entre la política, la tecnología y la transformación social. En efecto, existen no sólo como funciones de un tipo particular de estado territorial o la voluntad de establecerla, sino en el contexto de una etapa del desarrollo científico-tecnológico y económico que da marco al capitalismo. Debe ser entendida dentro de la superestructura política del sistema de una economía-mundo, ligada a los estados soberanos que formaron el sistema interestatal y son definidos por este (Elias 1976; Hobsbawm 1990, Gellner 1983).

En contraposición al orden de los imperios coloniales basados en la supremacía racial de orden natural y estática, el sistema mundial de naciones es modificable.

La creación de una auto-imagen, de una diferenciación cultural es entonces, parte de la estrategia de los estados para competir en el mercado.

"(...) la nación ha sido, en su origen, un medio de explotar la rivalidad entre los estados en el curso de esta lenta, pero regular modificación del orden jerárquico (interestatal) y por lo tanto de las diversas ventajas ofrecidas por el sistema, por oposición a la clasificación más grosera fundada sobre las razas. De manera simplista, se podría decir que la raza y el racismo unificaron las regiones del centro y las regiones de la periferia en las luchas que las opusieron, cada una en su área geográfica, mientras que la nación y el nacionalismo dividieron geográficamente las regiones del centro y las de la periferia en la rivalidad intraregional e inter-regional que, de manera mas compleja, las opone para modificar su rango dentro del orden jerárquico. Estas dos categorías explotan la tentativa de mejorar una posición en el seno de la economía-mundo capitalista" (Wallerstein 1988:112).

Este nuevo orden debe ser legitimado mediante ejercicios de ingeniería social que buscan inculcar ciertos valores y normas de conducta a través de prácticas que implican una continuidad con el pasado. El historiador Eric Hobsbawm (1983) acuñó la expresión "invención de tradiciones" para referirse a estos ejercicios que legitiman el presente a través de la supuesta profundidad histórica de un fenómeno reciente como las naciones modernas.

Dado este doble carácter de la nación como unidad productiva y cultural donde se integran las esferas del valor económico y del valor simbólico, la invención de la tradición resulta una forma de avalar determinados productos o formas de producción pretendidamente asociadas a viejas tradiciones. De esta manera, un país puede identificarse con un tipo de producción "inventando" una relación "natural" entre nación y producto, como la distinción entre países "cafeteros", "productores de caucho", "industriales", "ganaderos", o " graneros del mundo" y el carácter nacional que respalda la calidad de determinados productos, como la "seriedad" o "frialdad" alemana, la "organización" japonesa, la "alegría" brasilera o la "espontaneidad" de los latinos. Naturaleza y carácter o idiosincracia se presentan como esencias y por lo tanto, como tradicionales "en sí mismas". Las ferias mundiales eran uno de los escenarios en donde se consagraban esas "esencias" mediante prácticas que contribuían a imaginar esas comunidades que son las naciones (Anderson 1991).

Las Ferias Mundiales o Exposiciones Universales surgieron en Europa a partir de la mitad del siglo XIX. En ellas se exhibían los adelantos de la ciencia y la técnica y las naciones presentaban sus riquezas económicas y culturales.

Estos eventos tenían características de torneos: las naciones competían entre sí por la colocación de sus productos en el mercado mundial.

Roberto Da Matta (1985) asimila a las ferias mundiales con el carnaval, señalando que las exposiciones internacionales son rituales con planes, objetos, eventos y paradigmas de conducta múltiples. Su objetivo es mostrar la simultaneidad. Como los carnavales, las ferias combinan lo que la vida cotidiana escinde, como la producción y el consumo, el trabajo y la diversión, la riqueza y la pobreza, y la vida social de los países del mundo. Los carnavales y las ferias mundiales son ritos del mismo género y su principal característica puede ser su capacidad para sugerir mucho pero revelar poco. Como todo acto conmemorativo, son auto-referenciales. Significado y forma no pueden ser divorciados. Mientras que los ritos históricos (como las asunciones presidenciales, las fiestas de independencia y cívicas) tienen un foco claro y referencial que está lejos de sus acciones, los carnavales y las ferias mundiales está diseñados para su uso inmediato (Da Matta 1983:2).

Da Matta interpreta las ferias mundiales como foros para la "exhibición e idealización estética del mundo práctico" (1983:3). Objetos mundanos -una vaca, un caballo, un tractor- son descontextualizados y alterados en escala, y de este modo exotizados y estetizados. Pero en esta dramatización de los objetos reside la posibilidad de formas de vida alternativa. Si las ferias mundiales son celebraciones del capitalismo global en aumento y de sus posibilidades de consumo, también sirven para presentar a la experiencia nuevas vidas que pueden ser vividas a través de esos objetos.

Como señala Turner (1979) para cada formación social existe un modo dominante de liminalidad pública, el espacio/tiempo subjuntivo que es la contrapartida de sus textura pragmática indicativa. Para el capitalismo del siglo XIX las ferias representaban la potencialidad de este modo subjuntivo. Más que una feria comercial, eran festivales de mercancías pero en las que la atracción residía en las fuentes imaginativas representadas por el mundo en sí mismo y por la distribución de la humanidad dentro de él.

Por eso John Knight (1992) propone que más que la "ritualización" y sacralización de lo que es (Da Matta 1983:3), la contemplación de lo que podría ser es seguramente una mejor caracterización del atractivo simbólico de las ferias. De modo similar, en vez de reducirlas a ostentosas exhibiciones del capitalismo, tiene más sentido ponderar lo que agregan al capitalismo, "Las exposiciones internacionales exhiben a un tiempo la diversidad cultural (mostrada a través de las representaciones extranjeras y de los pabellones provinciales) de la república y el dominio tecnológico de la naturaleza que permite experimentarla eficiente y confortablemente. Proclaman un mensaje universal desde una plataforma local y para el antropólogo es precisamente este carácter local de las proclamas de universalidad lo que es más llamativo" (Knight 1992:21).

Las ferias y exposiciones universales del siglo XIX eran conmemoraciones del sistema mundial de mercado, en las que se actualizaba la unidad de un capitalismo novedoso. En efecto, desde un principio, ferias y conmemoraciones estuvieron ligados. La primera feria, "La gran exhibición de las obras de la industria de todas las Naciones", conocida como "El Palacio de Cristal" , se inauguró en Londres el 1§ de mayo de 1851, significativamente, antes de ser apropiada por el movimiento obrero internacional la fecha formaba parte del antiguo calendario festivo religioso europeo marcando el comienzo del año de trabajo.

La Exposición de Filadelfia de 1876 conmemoraba los cien años de la independencia norteamericana; la "Exposición Universal" de París en 1889, el centenario de la Revolución Francesa. En 1900, París celebraba el fin de siglo; en 1904 Estados Unidos celebraba el centenario de la compra de Louisiana a la Francia napoleónica; en 1915 la apertura definitiva del canal de Panamá, sueño secular de la burguesía mundial, servía de leit motif para la "Exposición de San Francisco" (Foot Hartman 1991:60).

Con el mismo poder condensador de los rituales y del capitalismo, las ferias implican una compresión de escala en espacio y tiempo (Harvey 1989). En expresiones como "el mundo en una isla" o "vea al mundo en un día", la totalidad se hace presente en la experiencia de los participantes, expositores y público, en una localidad particular para contribuir a la concepción de una "ecumeneidad imaginada", extendiendo al mundo la noción introducida por Benedict Anderson (1991) con respecto a las naciones como comunidades imaginadas.

En la representación de este mundo y sus habitantes, los sujetos de la expansión capitalista imperial eran exotizados mediante estrategias que incluían su exhibición en grupos vivos o en reproducciones de aldeas indígenas.

Estas exhibiciones estaban a cargo de los museos de antropología, instituciones que habían sido el producto de la expansión colonial y en cuyo interior se debatían - según los paradigmas de la época sobre el concepto de cultura- las posibilidades educativas de estos recursos expositivos.

En un contexto de profundas transformaciones, las ferias mundiales contribuían a percibir la modernidad y a imaginar la ecumene como totalidad . Eran el escenario para hacer públicos los últimos adelantos de la técnica y la ciencia: el cine, la máquina de coser, el teléfono, fueron presentados en estas exposiciones. El establecimiento oficial de la hora universal fue realizado durante la Exposición Universal de París de 1889.

"...en los años que van desde 1880 a la primera guerra mundial, las innovaciones incluyeron el teléfono, el telégrafo inalámbrico, los rayos X, el cine, la bicicleta y el aeroplano. Establecieron las bases materiales para una reorientación; desarrollos culturales independientes tales como el psicoanálisis, el cubismo y la teoría de la relatividad moldearon directamente a la conciencia. El resultado fue una transformación de las dimensiones de la vida y el pensamiento y un cambio en la experiencia del tiempo y el espacio (Kern 1983).

Este mundo, reducido a un espacio más unitario como consecuencia del movimiento de bienes e individuos, capital y comunicaciones, productos materiales e ideas, sufría paradójicamente una nueva división: el establecimiento de naciones. En la vorágine de la compresión témporo-espacial en que surgieron las naciones, sus organizadores asignaron una profundidad temporal inventada que operaba como soporte a la especificidad de su producción. Sin embargo, las ferias son efímeras por definición y les permiten a los paises cambiar su imagen, pudiendo presentarse en una como una nación de "economía pastoril" y en otra como "industrial"; ello dependerá de la integración de sus sectores productivos y de sus posibilidades de inserción en el mercado, pero siempre conllevará una construcción cultural. Por eso las ferias internacionales, esos "torneos" en que las naciones se presentan compitiendo por la hegemonía en el mercado, constituyen un escenario de privilegio para estudiar la articulación de los sentidos de lo nacional que se construyen a partir de la incorporación de los países al sistema mundial capitalista.

2. Argentina como Nación

La República Argentina nació como nación moderna del Estado centralizador y fue concebida según el proyecto de Organización Nacional que se inició con las ideas de Juan B. Alberdi y Domingo F. Sarmiento, entre otros, como civilizada, blanca y europea. Las clases ilustradas y liberales se propusieron crear el estado nacional sobre bases "modernas", imponiendo a una población a la que consideraban "tradicional" el sistema institucional de los países más civilizados: se trataba de "construir una nación para el desierto argentino; en ese lugar iba a parecer realizada una aspiración anhelada y compartida -pero constantemente frustrada- por el resto de Hispanoamérica: el progreso argentino es la encarnación en el cuerpo de la nación de lo que fue un proyecto formulado en los escritos de algunos pensadores argentinos, es una ambiciosa empresa de imaginar un país y luego edificarlo" ( Halperín Donghi 1982:7-9).

Estos pensadores imaginaban un país en términos de las teorías sociales vigentes; el evolucionismo positivista, un pensamiento histórico y sociológico que analiza el rumbo de la historia para comprender el pasado y se consagra a escrutar las leyes del progreso y de la evolución (Botana 1984). En este marco, la industria era sinónimo de progreso al punto que un territorio sin mano de obra civilizada, esto es, adiestrada en las normas del "trabajo" capitalista, era considerado un "desierto" y se obraba en consecuencia.

"Mis escritos son acciones" -afirmó Alberdi. "Esta es la diferencia -proclamó Sarmiento el año en que fue electo presidente- entre el filósofo que contempla civilizaciones muertas en mundos antiguos, y la imaginación del estadista americano, que está improvisando sobre esta tierra virgen mundos nuevos, sociedades viriles, ciudades opulentas, campiñas floridas...." (Botana 1984:12).

Si este desierto fue construido por la pluma, también fue interpretado por las armas. En 1879 el General Julio Argentino Roca llegaba hasta las márgenes del Río Negro culminando una campaña militar contra los "salvajes" e incorporando a la economía de la República Argentina quince mil leguas cuadradas, siendo buena parte de ellas uno de los territorios templados mas fértiles del mundo.

La clase dirigente trasformaba la economía argentina, apoyada por la promoción de inmigración europea y alentada por la demanda del mercado internacional: en los años posteriores a 1890 la producción se volcaba de la explotación pastoril hacia el mercado externo, y junto a los rubros tradicionales de exportación -cueros y lanas-, aparecieron otros con nueva demanda: los cereales.

La expansión del trigo como el principal producto sintetizaba la expansión territorial y la nueva composición social de la población argentina: más de 1.000.000 de inmigrantes ingresó al país en el decenio 1880-1890 y 800.000 en la década siguiente. Buenos Aires concentraba la riqueza y era la llave de la vida nacional, pero también la "Babel de América". Estados Unidos recibió el mayor número de inmigrantes que se trasladaron desde el Viejo Mundo a las áreas nuevas: 32,4 millones entre 1821 y 1932.

A la Argentina ingresaron 6,4 millones lo cual resultaba proporcionalmente a la población nativa, la tasa más elevada de inmigrantes /nativos: en 1895, el 25,5 % y en 1914, el 30 % ; en los Estados Unidos, aún en las épocas de mayor flujo inmigratorio, esta relación nunca superó el 15 %.

3. El IV Centenario en Chicago, 1893

El IV Centenario del Descubrimiento se celebró en este contexto con dos eventos internacionales, uno en el Viejo Mundo y otro en América: la Exposición Histórica Americana de Madrid en 1892, y la Feria Mundial Colombina de Chicago en 1893. La República Argentina participó en ambas.

Los eventos de Chicago y Madrid son similares en su carácter conmemorativo, pero difieren en los respectivos términos. Aunque en la actualidad "exposición" y "feria" aparecen como sinónimos, ambas provienen de contextos diferentes. "Exposición" es un término acuñado en Francia para referirse a los eventos destinados a la exhibición o presentación de bienes. Las exposiciones están organizadas por el estado, tal como sucedió con la Exposición Histórica Americana de Madrid. En 1892, el estado español gastó mas de dos millones y medio de pesetas y cuatro años en la preparación de la celebración. Varias ciudades fueron renovadas, se construyeron monumentos y pabellones según el modelo de las recientes exhibiciones internacionales. La palabra "feria" tiene en cambio connotaciones comerciales.

Proveniente de los Estados Unidos, se refiere a los eventos que también incluyen la exhibición y presentación de bienes pero para su venta. Las ferias combinaban intereses estatales y corporativo-empresariales en su organización y despliegue. La realizada en Chicago en 1893 fue promovida por la corporación "The Worldïs Columbian Exposition".

La coyuntura coincidía con la expansión del trigo como un producto de exportación argentino. Estados Unidos, sede de la Feria, era a la sazón el primer competidor en este rubro y en la atracción de mano de obra requerida para esta producción: la inmigración europea.

Al conmemorar el IV Centenario con una Feria, Estados Unidos legitimó la apropiación del término América a través de una invención del pasado fundado en 1492 recreando la ecumeneidad imaginada. El centro de la relación Europa-América viraba a América del Norte- resto de América y sobre todo, al Caribe, hacia donde Estados Unidos dirigía su política expansionista.

"...en 1889, el secretario de estado James Gillespie Blaine, uno de los promotores de la celebración, había convenido la primera reunión de estados Americanos en Washington (años antes, Estados Unidos había boicoteado un proyecto similar de Bolívar). En 1890, Minor C. Keith adquirió 800.000 acres de tierra pública en Costa Rica, el congreso de USA pasó la Tarifa McKinley y empresarios estadounidenses controlaban el 80 % de las exportaciones cubanas de azúcar. En 1891, el almirante Bancroft Gherardi amenazó tomar parte de Haití y la marina norteamericana preparaba la guerra contra Chile. En 1892, el Correo Central de los Estados Unidos , actuando como un comisionista civil, compró la deuda externa completa de la República Dominicana. Cuatro siglos después de España, los Estados Unidos cobraban terreno. El recorrido era el mismo: primero el Caribe, luego el continente (en Trouilliot, 1990).

¿Cómo se presentó la Argentina en esta Feria y en este contexto, particularmente en casa de su prinicipal competidor para construir un lugar de privilegio en la ecumeneidad imaginada?

He presentado a las ferias como conmemoraciones de la globalización capitalista en donde se despliega la doble naturaleza de esta integración: por un lado las naciones son iguales entre sí para competir y por el otro lado, esa integración se basa en las diferencias construidas en base a la selección de un patrimonio que supuestamente expresa su tradición. Para las naciones europeas esta tradición expresaba la unidad temporal y espacial que las constituía.

Sin embargo, el moderno estado nacional argentino fue construido en oposición a lo que se consideraba un desierto, desconociendo a la población nativa.

¿Cómo lograron los participantes argentinos consagrar un patrimonio que no estaba enraizado en una tradición con profundidad histórica para diferenciarse culturalmente del resto de las naciones?

4. La Exposición Preliminar

En 1890, comisionados al extranjero, delegados por la corporación que organizaba la Feria de Chicago comenzaron a visitar a los hombres de estado y empresarios de todas partes del mundo, para coordinar su participación en este evento. En nuestro país, estas visitas dieron origen a un movimiento de recolección y clasificación de muestras por el interior del país que pasaron a formar parte de la colección de los productos del mundo, ordenados por categorías y taxonomías que los uniformizaban. Así, mediante la participación en esta feria nuestro país se integraba al mercado mundial y pasaba a formar parte de los territorios conocidos que componían la ecumene. También se integraba a los cánones de clasificación de objetos propio de la modernidad.

Como corolario de estos procedimientos se realizó en Buenos Aires una Exposición Preliminar en donde se exhibía la selección hecha para representar a la Argentina en la Feria Colombina de Chicago.

La Argentina no tuvo en Chicago un pabellón propio. Lo que se enviaba iba a ser distribuído por los Pabellones generales de Minería, Industria, Agricultura y Etnología.

Las colecciones obtenidas para representar al país se consagraban en esta Exposición Preliminar representando a la nación como un todo. En esta oportunidad, miles de personas podían contemplar las grandezas y riquezas potenciales del país, a través de las muestras provenientes de las colonias agrícolas y de la industria surgente e imaginar el territorio en que se proyectaban.

Tras varias postergaciones se inauguró el 14 de diciembre de 1892. Según las crónicas, sobresalieron aquí los productos de la industria: las maderas, cueros, talabartería, equipos militares, tejidos, licores, fideos, zapatería, conservas alimenticias, pinturas, fósforos, chocolate, etc.1.

En presencia del ministro de Hacienda, el Dr. Romero, el señor Julio Victorica2, presidente de la comisión organizadora de la exposición leyó una carta enviada por el Dr. Luis Saénz Peña, quien se excusaba por no asistir al acto de inauguración de la muestra de los objetos con que la República iba a concurrir a la Exposición de Chicago, pero encargaba al señor ministro de Hacienda representar al gobierno nacional en ese importante acto. Agradecía a todos y a cada uno de los expositores los esfuerzos individuales que habían hecho para que la República fuera dignamente representada en la exposición a la que había sido invitada.

Las palabras del ministro de Hacienda fueron elocuentes en cuanto al valor de la industria. Los productos eran el resultado de la "libertad de las instituciones". Mencionaba a la industria como sinónimo de cultura en su grado más alto de expresión. Por eso, los países más industrializados eran los (sic) "pueblos más cultos de la tierra"3:

"Nada puede señalar mejor el camino que hemos recorrido desde que la libertad brilló sobre nuestro suelo y que el pueblo argentino se dió sus instituciones libres y procuró practicarlas y los elementos de riqueza y trabajo que tenemos aquí a la vista y con los que nos preparamos a ocupar nuestro modesto puesto entre los pueblos más cultos de la tierra que van a disputarse la palma del trabajo y del genio en la exposición de Chicago"(mi subrayado).

En el discurso inaugural, el ministro Romero, realizaba una cronología de la participación Argentina en las principales exposiciones industriales realizadas hasta entonces que recuerda la ley de los tres estadios de Comte4: En los términos del ministro, la imagen de nuestro país cambiaba desde su ausencia del Cristal Palace en Londres, 1851, pasando por su aparición como país rico en propiedades "naturales" y con un pueblo "trabajador" que explotaba los recursos de su suelo y los productos de la actividad pastoril en París, 1889, hasta convertirse en una nación industrial en Chicago, en 1893:

"Ahora", decía, "vamos a concurrir no ya sólo con los productos pastoriles de nuestras razas perfeccionadas de la más avanzada agricultura, sino también con productos de nuestra incipiente industria cuyo desarrollo ha empezado recién ayer y hoy ya nos sorprende y con los que mañana reclamaremos un puesto honroso entre los pueblos cuya civilización y cultura permiten marchar a la cabeza de los demás. El trabajo es la ley suprema de las naciones y aún las más favorecidas por una pródiga naturaleza no pueden sustraerse a su dominio"... (mi subrayado).

"(...)En el catálogo en que se inscribieron los nombres de los pueblos civilizados que presentaban con orgullo los esfuerzos de sus industrias no figuró el nuestro (se refiere a Londres). Más tarde se nos fué permitido presentarnos como un pueblo trabajador que explotaba la riqueza de su suelo privilegiado y los productos de su riqueza pastoril merecieron la buena atención de las naciones que exhibían con legítimo orgullo las manufacturas de sus fábricas y la potencia productora de sus maravillosas maquinarias. La emulación entre ellas es una necesidad de su existencia y un beneficio para la humanidad. El mejoramiento de las condiciones sociales y el bienestar del mayor número dependen de su tendencia a los pueblos a elaborar todos los productos que fabrican las demás naciones. Esa legítima emulación ha dado orígen a todas las leyes protectoras que todas las naciones civilizadas han dictado para favorecer sus nacientes industrias y a ella también se deben en parte los multiplicados ...que con íntimo placer vemos aquí reunidos..."

Al entrar en su etapa industrial, la Argentina podía figurar entre las naciones más poderosas. Recordemos que para ese entonces ocupaba el séptimo lugar en el ranking mundial, aún cuando su riqueza dependiera de la colocación de los productos de la agricultura. La presencia de la industria señalaba la entrada plena de la Argentina en el proceso de modernización.

La definición de la Argentina como un país con industria realizada por el ministro en esta Exposición ponía fin a los reclamos de algunos industriales que, quejándose por los pocos fondos asignados por el gobierno para la exhibición de las principales fábricas, acusaban a la comisión organizadora de preparar una exhibición cuyo propósito era la exposición de materias primas. Esta denuncia fue publicada en los Anales de la Sociedad Rural, junto a la respuesta de Julio Victorica. En ella, el presidente de la comisión enumera los productos a exhibir destacando la presencia de los productos industriales y a continuación destaca la participación de las instituciones estatales que acompañarían esta muestra dando fe de "la importancia y la cultura de la República" (Victorica 1892:225). En su respuesta, dedica un párrafo aparte para destacar la presencia del Museo de La Plata, que concurriría con la descripción de sus colecciones para "contribuir al éxito de nuestra representación" (op.cit).

La polémica publicada en Anales de la SRA, así como el discurso del ministro revelan las dificultades que generaba imponer una definición tan novedosa como la de una nación industrial. Apenas unos tres años atrás, en la Exposición de París, la Argentina se presentaba al mundo - exitosamente- mostrando sus riquezas naturales y ahora queríamos ser industriales ¿Cómo avalar este cambio? ¿En qué consistía la contribución del Museo de la Plata?

Acuarelas de "la industria antecolombiana"

El gobierno argentino había solicitado al Museo de la Plata la selección de objetos para exhibirse en la exposición de Chicago. Sin embargo, el Museo resolvió mandar reproducciones en acuarelas de sus más distinguidas piezas arqueológicas, en su mayoría piezas procedentes de Catamarca, alegando, por un lado la novedad de las colecciones públicas que constituían su patrimonio y, por otro, la falta de recursos para su envío: "Las colecciones públicas, cuya organización empezó recientemente, no podían enviar objetos originales sin que estos fuesen convenientemente estudiados, teniendo en cuenta las contingencias de viaje tan largo a través del Océano, y que en el mismo caso se encontraban los objetos pertenecientes a particulares. No era posible proceder a formar nuevas colecciones, porque no disponíamos de suficientes recursos.

En vista de esto, resolvimos reunir en una colección de láminas la representación de piezas que caracterizan la industria antecolombiana en esta región, conservadas en los establecimientos públicos y en poder de algunos particulares, con lo que subsanaríamos en parte las dificultades que tocábamos en el desempeño de la comisión que se nos habia confiado".

Las acuarelas enviadas a Chicago reproducían piezas de cerámica, la mayoría de ellas provenían de Catamarca. Estas correspondían a la etapa de la historia del territorio nacional a la que Moreno reconocía mayor grado de civilización. El catálogo que acompañaba las acuarelas , las reinvindicaba como "productos de la industria antecolombiana", "antigedades" de la nación y reclamaba la importancia de su estudio, asignándoles el mismo valor y grado de civilización que a las maravillas de los imperios inca y azteca. Al destacar la riqueza de estas colecciones, que la distiguían de Norteamérica, reforzaban también la importancia de las instituciones que las albergaban: el Museo de La Plata y el Museo Nacional de Buenos Aires:

"El corto tiempo de que disponemos ha impedido que demos mayor extensión a este álbum, que apenas encierra una pálida idea de las riquezas arqueológicas indígenas que hay reunidas ya en el Museo Nacional de Buenos Aires y en el de La Plata, entre otras colecciones; pero creemos que estas láminas han de interesar vivamente a los estudiosos de las cosas de la America antigua. Ellos deberán ocuparse también de las antigedades de este país, como lo hacen de las de México, Centro América y Perú, aún cuando no les ofrezcan las maravillas de la arquitectura y escultura de los paises nombrados" .

Podría considerarse que la presentación de acuarelas, en lugar de los objetos originales, restaba importancia a la presencia del Museo. Sin embargo, este procedimiento correspondía a las operaciones de clasificación, catalogación y reproducción de las piezas -inscripciones en papel (Jenkins 1994)- en que se basaban las prácticas antropológicas del siglo XIX, los artefactos tridimensionales se incorporaban así a la bidimensionalidad del texto que constituye el armazón del campo de la ciencia. Las acuarelas entonces, aseguraban la presencia del Museo en este campo internacional.

Tampoco debe interpretarse como un desdén hacia las Exposiciones o Ferias Universales. La existencia de un "Proyecto para la realización de una Exposición Retrospectiva Argentina de carácter internacional para celebrar el Cuarto Centenario del Descubrimiento de AmSrica (Moreno 1889)en el Museo de La Plata" demuestra el interés y compromiso que su director asignaba a la función educativa que los museos desarrollaban en estas ferias5 .

En un fragmento de la carta enviada al entonces gobernador Francisco Seguí que recuerda el proyecto de Brown Goode para la Feria de Chicago6, sugería:

"Llevándolo a cabo, la ciudad más antigua (recuerdo la Buenos Aires de Pedro de Mendoza) y la más moderna de la República, conmemorando hechos estremos (sic) de la historia humana sud americana de cuatro siglos, nos mostrarían: la primera, el presente y grandioso porvenir, y la segunda el lento y prodijioso pasado; una los elementos con que contamos para seguir adelante, y otra los que han desaparecido después de actuar en larga lucha por la existencia desde lo ignorado hasta el día, para hacer que seamos lo que somos" (Moreno 1889).

El pasado que el Perito Moreno aspiraba a exhibir en esta muestra era el pasado biológico y la historia era la de la evolución. Desde los invertebrados a la fundación de La Plata, la historia se integraba en un solo relato que unía naturaleza y cultura, la tierra y los indios, a Colón y las luchas por la independencia. En este relato el progreso tiene cierto carácter teleológico asociado al darwinismo social. El hombre emergía de la naturaleza y la idea de humanidad abarcaba también a los pueblos indígenas. Aún así, hay en este devenir algunos menos "dotados" para la supervivencia:

" Asistiremos a la aparición y desaparición de los menos favorecidos en la lucha desigual que se llama progreso, y así de etapa en etapa biológica, nos encontraremos frente a nuestro semejante.

El territorio nacional albergaba elementos vivientes para ilustrar la primera etapa de la sociedad humana (éstos se habían presentado en París en 1889):

"No nos será difícil hallar en nuestro territorio los elementos para un cuadro de la primera sociedad humana en este suelo en la época de la piedra, que en este momento tengo delante encarnada en un indio fueguino que talla puntas de flecha a la manera del hombre llamado fósil, sirviéndose de los mismos instrumentos que este..."

La arqueología, cuya constitución como disciplina estaba construyéndose en el Museo, contribuía a aportar elementos de pueblos "más civilizados", pero aún así víctimas de la "ley del progreso":

(...)Ascendiendo en la evolución social, reconstruiremos la vida física y moral de los pueblos civilizados cuyas ruinas históricas están esparcidas por todo el territorio argentino. Presenciaremos las guerras de esos pueblos con los vecinos que dominaron, y cruzarán luego por delante de nosotros, vencidos en sus penosas emigraciones hasta sucumbir en las soledades australes. Nos asombraremos ante las pruebas evidentes de las relaciones internacionales que existieron entre estas y otras naciones geográficamente muy distantes que también perecieron víctimas de la implacable ley indicada, y nos acercaremos así al descubrimiento de América por Colón (mi subrayado).

Moreno consideraba a los Estados Unidos, y en particular a la institución que dirigía Brown Goode, como "los hermanos mayores"7. En este modelo a imitar se incluía la competencia que se daba también en el plano económico, la producción de cereales y la inmigración necesaria para su explotación. En la carta de Moreno a Seguí, esta competencia aparecía planteada en términos de raza:

La etapa colonial marcaba el comienzo de la historia escrita y los albores de la nacionalidad. Aún así, esta etapa marcada por la fuerza de la conquista y el poder de la iglesia, era reconocida como la "infancia"; la emancipación marcaba la entrada en la adultez: (...)La tarea entonces será más fácil, pues a los huesos, las armas de piedra y metal, los trabajos de tierra cocida y la tradición oral, agregaremos la palabra escrita, y ayudados por añejas crónicas, reharemos la epopeya de la conquista austral, iniciándola con la reconstrucción de la primera Buenos Aires para la cual no faltan documentos.

Veremos el duro y lento ascender de los pueblos al amparo de la espada y de la cruz, hasta que adultos, con fuerzas propias, se desligan de la lejana metrópoli.

Esta historia tenía como culminación, un final feliz: el surgimiento de la Nación, el paradigma del progreso: (...) Asistiremos a la lucha por la libertad y festejaremos su triunfo, pero lamentaremos los tiempos difíciles porque atraviesan esos pueblos, que caen y se levantan hasta que se declara la ciudad de Buenos Aires cabeza de la nación y se funda La Plata estableciéndose así, sobre bases sólidas, la nacionalidad argentina" (Moreno 1889)

El progreso del país se afianzaba con los avances realizados en las comunicaciones. Este era un logro del siglo XIX que anunciaba la llegada de la modernización y como tal no podía faltar la referencia al gran protagonista de la era: el ferrocarril:

...desprendiendo caravanas en todas direcciones, les haremos visitar todo nuestro país, conduciendo a cada uno al sitio que más interés le despierte.desde Patagonia hasta Bolivia, desde Entre Ríos hasta Chile, por agua y por tierra, en cómodos vapores y rápidos ferrocarriles, porque en tres años más habremos completado y mejorado los elementos de transporte actuales" (Moreno 1889).

"Les haremos conocer nuestra ciudad que contará entonces con cien mil habitantes y cuya creación y desarrollo será la prueba mas elocuente de que las razas llamadas latinas tienen las mismas facultades de desenvolvimiento que las anglo sajonas." También en términos de esplendor urbano, continúa:
(...) "en este suelo americano en donde el levantar ciudades en un día no es ya privilegio esclusivo de las últimas (...) Buenos Aires se les presentará como encarnación de la riqueza colosal de estas rejiones (sic), rivalizando entonces con las mejores ciudades norte- americanas..."(Moreno 1889)

Conclusiones

He interpretado aqui la participación del Museo de la Plata en la representación nacional en Chicago y el discurso inaugural de la Exposición Preliminar de los productos reunidos para participar en esa feria, entendiendo a ambas instancias como prácticas de historización8en donde la industria aparece como una categoría ordenadora de la historia nacional.

En un mundo de constantes transformaciones las ferias permitían comprender los cambios producidos (y asociar los logros de la técnica y la ciencia de manera optimista a la ideología de "la riqueza de las naciones) subrayando los logros del capitalismo. Esta tensión entre lo efímero y lo permanente es una característica de la modernidad, definida en términos de Marshall Berman como:

"ese modo de experiencia vital -la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los pelligros de la vida- que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo de hoy.(...) ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo, y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnía, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en este sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigedad y angustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx, "Todo lo sólido se desvanece en el aire" (Berman 1982: 1)

En estas ferias que eran lo efímero por definición , los museos de antropología aportaban el carácter permanente a la modernidad: operaban consagrando los objetos de los "otros"; los presentaban como etapas superadas en el desarrollo de una humanidad única, contribuyendo a una narrativa en la cual las sociedades industrializadas constituían la etapa culminante.

En este caso, el Museo de la Plata mediante la estetización de las culturas indígenas presentó acuarelas que reproducían cerámica: una expresión material que caracterizó como "industria" y a la que se podía reconocer como parte del pasado nacional, otorgando profundidad temporal a la nación. La Exposición Preliminar continuaba este relato, ubicando a la Argentina como nación industrializada y por tanto, proyectándola al futuro como una de las naciones mas civilizadas de la tierra.

Bibliografía

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NOTAS

* Docente del Departamento de Ciencias Antropológicas . Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buensos Aires. Becaria UBACYT.

1. Los participantes individuales a la exposición incluían al autor de un tratado de metodología del idioma nacional, un fabricante de calzoncillos, uno mandaba facsímiles de todos los diarios de la República, otro vistas fotográficas de toda la República; una colección de mapas geográficos; trabajos en pelo; calzado; hesperidina, galletitas y dulces;. licores y vermouth, aguardientes, fideos, impresiones y libros editados, velas, jabón, otro puntas y alambres para cercos, artículos de talabartería y curtiembre, bovedillas, etc.

2. Julio Victorica, miembro directivo de la Sociedad Rural, en 1878 fundó el Boletín Nacional de Agricultura (órgano de la dirección de Tierras y Agricultura). Después de un año escribía en esa publicación, exhortando a trabajar "en la propaganda y con hechos prácticos para inclinar a gobernantes y gobernados a llevar a cabo las grandes obras de progreso que el país exige para que la agricultura florezca y nuestra patria se engrandezca..." y continúa "debemos empeñarnos y unir nuestros efuerzos particular y colectivo, pues no es posible esperarlo todo del Gobierno, para llevar a cabo la gran conquista de establecer en el país la verdadera industria agraria (...)" (Boletín Nacional de Agricultura, tomo XVII, año de 1893, Dirección de Tierras y Agricultura)

3. "En esa época la Argentina no pertenecía a la eufemística categoría de los "países en desarrollo" sino a la de "países jóvenes". Como los Estados Unidos, Canadá o Australia, oponía una imagen de vigor y oportunidades a la de los "países viejos", en los que el futuro de cada hombre estaba signado en gran medida, por el lugar y el grupo social en que había nacido(...)" (Sábato 1991)

4.Oscar Terán (1987) señala que en esta etapa, el positivismo estuvo presente como una instancia de interpretación del pasado nacional, diseñando instituciones que trazaban el límite en cuyo interior se asimilarían los sectores integrables a la modernidad, en tanto que la variable coercitiva operaría también institucionalizadamente expulsando de él las fracciones pre o extracapitalistas renuentes a incorporarse a la estructura nacional (Terán 1987).

5 Francisco Pascasio Moreno es conocido como el "Perito" Moreno. Esta forma de llamarlo, que funde persona con función, se refiere a su intervención como especialista en la demarcación de los límites internacionales de nuestro país. Un claro ejemplo del papel de los científicos en la construcción del estado-nacional en lo que constituye uno de sus aspectos básicos: el territorio. El proyecto ilustra su intervención en la elaboración del otro pilar fundamental que hace a esta matriz temporo-espacial que es la nación: la historia.

6.George Brown Goode, quien había organizado el Museo Nacional en 1881, tenía un lema para la Feria de Chicago de 1893: "La feria ilustraría los pasos del progreso de la civilización y sus artes en los siglos sucesivos, y en todas partes hasta el tiempo presente". Se convertiría en una enciclopedia ilustrada de la humanidad. La exposición sería en esencia "un esfuerzo para educar y "formular lo moderno" (en Hinsley 1991:346).

7. Cfr. Moreno, correspondencia con la Institución Smithsoniana.

8Rosana Guber (1996) habla de prácticas de historización para referirse a la selección, clasificación registro y reconceptualización de la experiencia, donde el pasado se integra y recrea significativamente desde el presente a través de prácticas y nociones socioculturalmente específicas de temporalidad, agencia y causalidad.

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