1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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¿FAMILIAS O INDIVIDUOS POBRES? Acerca del concepto de vulnerabilidad y de las unidades de análisis* .

Nélida B. Perona**

Desde hace algún tiempo se han multiplicado los trabajos que focalizan el análisis o que se refieren, en términos generales, a la pobreza o a diferentes aspectos de la temática; ello da cuenta tanto de la envergadura de la problemática como de las dificultades para abordarla aun cuando la definición y su visibilidad aparecen claras y obvias para la opinión pública Asistimos entonces a una especie de relanzamiento de la temática de la marginalidad y de la exclusión, con - algunas veces- nuevos discursos para hacer referencia a cuestiones sociales que emergen con manifestaciones diversas y novedosas. Los esfuerzos son para diferenciar rasgos estructurales de los de reciente aparición y por describir las características que adquiere: la magnitud, la extensión y la complejidad, tanto de su composición como de procesos por los que se arriba a este "espacio" de exclusión.

La exclusión recorta un espacio donde se incluye a sujetos que comparten la ausencia "de algo", la no incorporación, la no participación en determinados beneficios, pero al mismo tiempo presentan una diversidad de situaciones por las trayectorias, la disposición de recursos y donde operan muchas veces, la comparación con un ex ante diferente.

En esa línea temática el objetivo de este trabajo es plantear, en los estudios de pobreza la conveniencia (y eficacia?) analítica de recurrir a unidades colectivas (compuestas, agrupadas), tales son los grupos familiares, y a ellas referir un concepto de vulnerabilidad, como imagen que es potencialmente más dinámica que la de pobreza. Este planteo remite a algunas cuestiones, bastante debatidas, tanto de índole teórico conceptual como metodológico- técnica. En primer lugar, respecto de la pobreza, las formas de medición y por ende a los referentes empíricos que se utilizan, su validez para dar cuenta de la complejidad del fenómeno. En segundo término, la referencia a la construcción de unidades de análisis colectivas reenvía a los supuestos con que se construye y a las operaciones téóricas y técnicas que implica.

En primer lugar se presenta una referencia a las discusiones acerca de la medición de la pobreza; se plantea luego la noción de vulnerabilidad y su posible fertilidad analítica para referirla finalmente a las unidades de análisis.

La noción de pobreza aparece como un estado una situación y como ausencia de..., en general entendida como carencia, independientemente del criterio de definición y medición que se utilice.

Estas carencias hacen referencia a distintos tipos de dificultades, según sea la índole de los indicadores, directos o indirectos, que se utilizan y por ende el método por el cual se mide y se clasifica el fenómeno. De este modo se es pobre cuando no se logra satisfacer algunos de los requerimientos básicos o definidos como necesidades básicas, pero también se es pobre cuando aun cubriéndolas los ingresos se ubican por debajo de una imaginaria línea de pobreza. En ese sentido siempre es relativo a un grupo de comparación.

En el primer caso se hace referencia a situaciones de larga data, caracterizadas como de "pobreza estructural"; los indicadores de las condiciones de la vivienda y del hábitat que se incluyen en esa forma de medición, constituyen un forma de evaluar un aspecto de las condiciones materiales de existencia logradas en el tiempo, y en algún sentido permiten identificar situaciones menos coyunturales. En el segundo se incluyen los pauperizados, los "pobres por ingreso". Esa distinción apunta a características que en buena parte se cruzan y que en todo caso, muestran que los pobres estructurales, independientemente de su ingreso en el momento de la medición, son aquéllos que históricamente han tenido dificultades para alcanzar niveles mínimos de "acumulación familiar".

Algunas críticas hacia los métodos habitualmente usados para la medición (LP y NBI), enfatizan la insuficiencia que se expresa en una visión parcial del fenómeno así como la importancia de la complementariedad de métodos. En el primer caso por el supuesto "de que la satisfacción de necesidades dependiera sólo del consumo privado de los hogares"; en el segundo "se eligen variables que dependen de la propiedad de activos de consumo (vivienda) o de los derechos de acceso a servicios gubernamentales (agua, eliminación de excretas y educación primaria)"1.

Boltvinik (1992 y 1995) considera que son diversas las fuentes de donde se puede determinar el bienestar de los hogares y por lo tanto una medición adecuada debe tomarlas en cuenta. Reconoce como dimensiones o fuentes de bienestar lo siguiente: el ingreso corriente, el acceso a satisfactores gratuitos o muy subsidiados por el estado como salud, agua, etc, el patrimonio básico acumulado del hogar -posesión de la vivienda más el equipamiento y mobiliario de la vivienda y otros bienes durables- los nivele educativos, las habilidades y conocimientos no pensados solo como medios para la obtención de ingresos sino directamente como satisfactores de la necesidad humana de entendimiento y el tiempo libre disponible para la recreación, descanso, etc.. A estas cinco dimensiones, indica, se podría agregar una sexta que sería un "patrimonio o capital de contingencia", es decir la posibilidad de evaluar cómo, los sujetos involucrados, se podrían enfrentar a circunstancias extraordinarias, no habituales y por ende generadoras de otro tipo de necesidades no básicas. Es de notar que la medición basada en el ingreso dejaría de lado las actividades diversas realizadas por los hogares para llegar a ese punto, incluído el sacrificio de bienes pasados2.

En los diferentes conceptos aparece la idea de dificultad y de ausencia. Estas ausencias, carencias, pueden considerarse como efectos de una diversidad de situaciones previas, son compartidas en el punto de llegada por quienes están afectados por ellas. Pero no se participa de la misma historia y por tanto serán diversas las modalidades de enfrentarse a la condición que los une. En suma, cualquiera sea la forma de pobreza, refiere a carencia, a la imposibilidad de lograr condiciones de vida aptas para el ejercicio pleno de los derechos que le competen como ser humano. Carencia se refiere también a dificultades para acceder a herramientas y recursos que le permitan superar la situación de "pobreza". Estas carencias no sólo comprometen el presente, con el debilitamiento de la trama social sino que involucran a las generaciones futuras, en la perspectiva de la transferencia intergeneracional de la pobreza. Es casi un "círculo perverso", un destino de pobreza donde se reproduce las condiciones de marginalidad. Los pobres no participan en la vida económica y social, excluídos del mercado, su presencia política o su influencia social se mantienen en el plano formal antes que en el real.

Tanto la idea de dificultad para el acceso a diferentes oportunidades y recursos como las críticas a las mediciones de pobreza , cuando se plantea la insuficiencia de los indicadores que de cuenta de otros aspectos, abren la posibilidad de pensar en la riqueza de la noción de vulnerabilidad.

Uno de los problemas del concepto puede ser la imprecisión, la ambigüedad y la polisemia, ya que se alude con el mismo a fenómenos diversos y situaciones y trayectorias disímiles que al mismo tiempo comparten el estar en una condición actual. Ese problema puede ser al mismo tiempo una virtud ya que permitiría trabajar con las diferencias. Castel(1991) considera las situaciones de carencia en función de relacionar dos ejes: Un eje de integración-no integración en relación al trabajo, es decir la relación con los medios por los cuales un individuo logra o no reproducir su existencia en el plano económico; otro vinculado a la inserción, o no, en una sociabilidad socio familiar, es decir la inscripción o la ruptura con respecto al sistema relacional en el seno del cual reproduce su existencia en el plano afectivo y social. Esta intersección generaría tres zonas: de integrados- estables, de vulnerabilidad, de exclusión donde se encuentran los más desfavorecidos3. Esto parece sugerente para pensar las posibilidades de la "vulnerabilidad" en el sentido antes expresado, de las diferencias. Develar las heterogeneidades de esa zona de turbulencias para implementar las diferentes acciones posibles.

Así se propone el concepto de vulnerabilidad como herramienta analítica para estudiar lo que ocurre en ese espacio de exclusión y pobreza, cuyos límites son difusos y móviles. Esta será entendida como una condición social de riesgo, de dificultad, que inhabilita e invalida, de manera inmediata o en el futuro, a los grupos afectados, en la satisfacción de su bienestar -en tanto subsistencia y calidad de vida- en contextos sociohistóricos y culturalmente determinados. Al definirla como condición social de riesgo se pretende incluir las dimensiones referidas a la posición, a la situación más objetivable y las vinculadas a la percepción de la situación de riesgo y privación; pretende asimismo reconocerle su significado dinámico, ya que la idea de riesgo implica la probabilidad de ocurrencia, esto es, la posibilidad de concreción y cristalización, en este caso de vulnerable a vulnerado. En este aspecto y en el plano de las políticas las acciones apuntarían a la prevención.

Un concepto de vulnerabilidad en tal sentido alude a situaciones de debilidad, de precariedad en la inserción laboral, de fragilidad en los vínculos relacionales; situaciones éstas en las que se encuentran, en mayor o menor medida, una diversidad de grupos sociales y no sólo los que se definen como pobres según las mediciones usuales. Este universo formaría parte del espacio donde se aplica la vulnerabilidad o integraría algunas de las dimensiones de la misma, pero vulnerabilidad no se agota en pobreza, más bien la incluye.

Los hogares vulnerables -y los individuos- se enfrentan a riesgo de deterioro, pérdida o imposibilidad de acceso a condiciones habitacionales, sanitarias, educativas, laborales, previsionales, de participación, de acceso a la información y a las oportunidades.

En ese sentido el concepto de vulnerabilidad ayudaría también a identificar a grupos sociales, hogares e individuos, que por su menor disponibilidad de activos materiales y no materiales, quedan expuestos a sufrir alteraciones bruscas y significativas en sus niveles de vida ante cambios en las condiciones laborales de sus miembros activos. Pero también para estudiar diferentes aspectos de las condiciones de vida, en su sentido más general, no sólo en lo que se refiere a infraestructura y a los aspectos materiales, sino también aquéllos que se vinculan a lo simbólico cultural, al modo en que los grupos y los individuos, elaboran demandas, articulan expectativas y procesan experiencias.

Es en esta línea que se privilegia la aplicación del concepto a unidades de análisis colectivas, grupos familiares/domésticos ya que es allí donde adquiere mayor significado y aplicabilidad.

El uso de estas unidades, al menos desde la perspectiva sociológica, ha sido bastante fecundo tanto en cuanto a desarrollos conceptuales como a los resultados en hallazgos de investigación, bajo supuestos tales como "instancias mediadoras", "contextos familiares", entre otros y para dar cuenta de la relación entre capacidades, recursos y requerimientos, del uso de la fuerza de trabajo, de diversidad de acciones llamadas "estrategias" en sentido laxo.

Las unidades de análisis conformadas por agregados remiten, en su construcción, a la objetivación de una diversidad de relaciones que operan en los espacios de interacción e involucran a los componentes de los grupos familiares; desde los lazos de consanguinidad y corresidencia hasta los sistemas de poder, autoridad y adjudicación de responsabilidades, así como los sistemas simbólicos, de normas y valores que rigen. No debe asumirse como espacio armónico, de consolidación de afectos, sino también de tensiones.

La propuesta de trabajar la vulnerabilidad social de modo que permita analizar las diferencias, las heterogeneidades, el mayor o menor nivel o grado de fragilidad y de riesgo de las unidades familiares, incluye considerarla en diferentes ámbitos o dimensiones, algunos que hacen al contexto, otros al micro espacio de relaciones conformado por las características de los miembros. La información se registra para los individuos o para el hogar, según sea la dimensión que se considere; el registro deberá realizarse de modo de poder establecer las relaciones pertinentes.

1) En relación al hábitat y a las condiciones habitacionales, con indicadores que refieren al acceso pasado y actual a un aspecto de las condiciones materiales de existencia. Por ejemplo: dotación de servicios, situación dominial y características de la vivienda, equipamiento doméstico,.

2) Vinculada a los tipos y formas de la organización familiar, así como a la posición social de los hogares, ya que las características sociodemográficas de los hogares y su ubicación social importan para analizar requerimientos y necesidades y la posibilidad de satisfacción, según diferentes etapas del ciclo vital, responsabilidades según género y generaciones. Los indicadores deberán referirse a todos los integrantes del grupo .

3) Ligadas a las características educacionales, ya que no sólo advierte sobre las capacidades operativas de la población y la posibilidad de dar respuestas a los requerimientos del mercado laboral, sino también de los posibles niveles en la adquisición de, y en la exposición a, redes de socialización. Incidiría también en la conformación de determinado capital cultural. En este punto es particularmente importante considerar los niveles de escolaridad de modo diferencial según los grupos de edad y de los lugares que ocupen en la estructura familiar.

4) En relación al ámbito laboral, ya que el trabajo como recurso generador de recursos, no sólo posibilita el sustento material a la existencia, sino también que determinadas formas y condiciones de trabajo proveen -o no- seguridad, reconocimiento e inserción en alguna clase de mecanismo de integración y cohesión social. En esta dimensión sería pertinente considerar también las trayectorias como uno de los recursos explicativos de mayor o menor logro en los niveles de acumulación de activos materiales y no materiales, estos últimos vinculados las formas de capital social que se pueden generar a través de la inserción en diferentes ámbitos.

5) Con aspectos relativos a lo previsional ya que muchas de las garantías asociadas a la condición salarial están en retroceso.

6) En el ámbito relacional, que contemple las posibles inserciones de redes de relaciones, en sistemas de sociabilidad, de contención que hacen a la integración en diferentes lazos sociales.

Las diferentes situaciones de privación y de fragilidad se definirán por la interrelación de distintas dimensiones considerando el peso diferencial que se le otorgue a cada una. Con condicionamientos del "contexto" se deben interrelacionar las características propias de los grupos a analizar, familiares o sólo corresidenciales, sus atributos, sus capacidades, las normas y valores, los sistemas simbólicos, las diferencias de género, entre otras.

NOTAS

* Este trabajo es una primera aproximación a la discusión acerca del tema; se vincula al desarrollo de los proyectos de investigación que se llevan a cabo en el CIER (Centro interdisciplinario de Estudios regionales), en particular a "Desocupación y vulnerabilidad", realizado como estudio de caso, en un barrio de Rosario y conjuntamente con S. Robin, a quien agradezco sus sugerencias y comentarios.

** Investigadora-Docente. CIUNR-Facultad de Ciencia política y Relaciones Internacionales. U.N.R. Rosario.

1 Julio Boltvinik "Indicadores alternativos del desarrollo y mediciones de pobreza", en Estudios Sociológicos, Vol.XI, núm.33, setiembre-diciembre 1993, El Colegio de México. Las posturas respecto a la medición de la pobreza han sido objeto de numerosos trabajos de los que sólo se mencionan algunos: Amartya Sen, "Sobre conceptos y medidas de pobreza", en Comercio Exterior, vol. 42, núm.4, México, abril 1992. Este número de la revista está dedicado al tema: "El conocimiento de la pobreza en América Latina" e incluye, entre otros, A.Minujin y P. Vinocur "¨Quienes son los pobres del Gran Buenos Aires?", donde también se plantea la propuesta de la complementariedad de los métodos.

2 Estas consideraciones están expuestas en O. Cuéllar, "Perspectivas en el estudio de la pobreza. Entrevista con Julio Boltvinik, Fernando Cortés y Rosa María Rubalcava", en Sociológica, año 10, num. 29, setiembre-diciembre 1995, UAM-Azcapotzalco, México.

3 Robert Castel, "Los desafiliados. Precariedad del trabajo y vulnerabilidad relacional", en Revista Topía, año I N§ 3, noviembre 1991.pp.28-35 y "De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso", en Archipiélago, N¦ 21, Madrid, 1995. La métamorphoses de la question sociale, Fayard, París, 1995.

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