1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES

LOS DE AFUERA DEL CERCO: LOS POBRES FRENTE A LA TELEVISION Y A LA VIDA

Esteban Vernik1

I CONGRESO INTERNACIONAL DE POBRES Y POBREZA

Buenos Aires, septiembre de 1997.

Lo que a continuación leeré presenta algunas reflexiones que surgieron a partir de una investigación etnográfica realizada en una zona periférica de la Ciudad de México, sobre la relación entre la interpretación de las noticias televisivas y la construcción simbólica de la ciudad entre sectores populares urbanos23.

I. LOS DE ADENTRO Y LOS DE AFUERA

La salida de la ciudad de México hacia el sur encuentra su ruta por la delegación de Tlalpan, límite entre la ciudad y el Estado de Morelos. En el sur de esa delegación, justamente entre la nueva autopista paga y la carretera libre México-Cuernavaca, se encuentra el viejo pueblo de San Pedro Mártir. Caminando por la calle del mercado del pueblo, habiendo dejado atrás a la plaza, aparece un enclave residencial que desentona con las características del paisaje del pueblo: un moderno condominio de clases medias. Alrededor de este, las casas de los habitantes tradicionales del lugar son pobres.

El condominio se instaló en la zona hace seis años e inauguró un estilo de vida distinto al de la vida tranquila y tradicional del pueblo. Los nuevos vecinos, por ejemplo, no participan -sino es sólo a través de algún aporte pecuniario anual- de las fiestas comunitarias que los habitantes del barrio organizan a través de la parroquia.

Además, dadas las muy marcadas diferencias económicas entre los nuevos y los viejos moradores del lugar, los dos grupos casi no se cruzan en la calle que los separa; mientras unos la transitan a pié, los otros entran y salen del condominio casi exclusivamente en sus automóviles.

Los dos grupos tienen muy poco contacto entre sí. Los que viven afuera del condominio -como parte de nuestro trabajo pretendió resaltar- mantienen entre sí diversos lazos comunitarios. Los que viven adentro del condominio, en cambio, mantienen entre sí relaciones que la mayoría de las veces están mediadas por el dinero y el cálculo. Pocos se conocen entre sí, y los temas comunes muchas veces se reducen al mantenimiento del condominio, como el pago del jardinero o la conveniencia de nuevos mecanismos de seguridad.

La visión que se tiene del lugar es la de dos universos de habitantes -los de afuera y los de adentro del condominio- que viven en la misma calle, pero que se encuentran separados por un vallado que escinde territorios. Los residentes de adentro del condominio viven en la zona hace no más de seis años; los de afuera del condominio nos relatan muchos años de vivir en la zona, varios de ellos nacieron en San Pedro Mártir, y en todos los casos sienten una fuerte identificación emocional con el pueblo.

El cerco del condominio -junto con su portón, al que los habitantes de adentro accionan a través de una célula fotoeléctrica desde sus automóviles- nos parece señalar la emergencia de un vallado social que hace a la desterritorialización de las formas urbanas; es decir, al proceso por el cual las relaciones sociales pasan a estar cada vez menos mediadas por los territorios.

Aquí cabe hacer una salvedad, y es el de la única vía por la cual los de afuera cruzan el cerco e ingresan al condominio: es el caso de las mujeres de afuera que entran al condominio como trabajadoras domésticas. Las mujeres de afuera, o trabajan como empleadas domésticas en el condominio o trabajaron alguna vez. El condominio es referido por ellas como un horizonte laboral al cual podrán acceder en momentos en que ellas o alguna pariente que las visite lo necesite.

Pero más allá de esta particular excepción, se aprecia la eficaz desterritorialización que produce el vallado y el portón. Junto a esta desterritorialización física que escinde el tránsito de ciertos habitantes, puede observarse además otra forma de desterritorialización. Es la producida por las redes masmediáticas que conectan a grupos de habitantes territorialmente separados. En este sentido, las miradas -electrónicamente mediadas por la televisión- que tienen quienes viven en el condominio y quienes lo hacen afuera, están también diferenciadas según los equipamientos audiovisuales que ambos grupos disponen. Parte de la irrupción que el condominio produce en el paisaje del pueblo está dada por la presencia de antenas parabólicas.

Las conexiones satelitales que estas producen -y las de la televisión por cable- dan al interior del condominio, produciendo así una diferenciación en el acceso a los circuitos informativos respecto de sus vecinos del otro lado del cerco. En el marco de este orden de diferencias y exclusiones que produce la cultura audiovisual, es tal vez el noticiero de la televisión abierta, en virtud de la amplitud de sus audiencias, un punto de reconocimiento común entre ambos grupos de vecinos. Aunque -y esta es la otra parte que quisiéramos señalar- este reconocimiento, al moldearse en las diferentes cotidianeidades, toma sentidos que por momentos son opuestos.

En las experiencias que realizamos separadamente con grupos de adentro y de afuera, proyectamos un mismo audiovisual con fragmentos de noticias televisivas que aludían a la cuestión urbana. Tal como preveíamos encontramos en los grupos de adentro y de afuera diferentes reconocimientos de las mismas noticias que, en mucho, se anclaban en sus distintos mundos de vida. Veamos con algún detalle la información que obtuvimos frente a uno de esos bloque de noticias que proyectamos. Se trataba de imágenes de un incendio ocasionado por un depósito de materiales inflamables -ubicado en una zona en la que supuestamente no se lo podía habilitar- que se encontraba colindante con un conjunto de casas de familia y con una escuela. El incendio que proyectamos, ocurrió a las siete de la mañana y demandó casi tres horas hasta que finalmente pudo controlarse. Fue escenificado -en forma simultánea a su acontecimiento- por las cámaras del helicóptero del noticiero 'Al Despertar'.

Del reconocimiento de esas imágenes, obtuvimos mucha información sobre la recepción de la noticia entre los participantes de afuera del condominio, quienes le atribuyeron un caracter muy vivencial; y por el contrario, muy poca información entre los habitantes de adentro.

Incluso, para estos últimos la noticia aparecía sobredimensionada frente a los temas que consideraban que debería cubrir el noticiero. Esta diferencia en la importancia de la noticia según los dos sectores es un dato que seguramente tiene que ver con el tipo de noticia; por lo cual si hubiésemos proyectado otra noticia la relación podría haber sido a la inversa. Por ejemplo, es de esperar que si la noticia hubiese sido sobre las oscilaciones de la bolsa de valores, habríamos obtenido mucha importancia sobre la noticia entre los participantes de adentro y poca importancia entre los de afuera. Asumiendo entonces que para el caso de la noticia que proyectamos, obtenemos como dato que los habitantes de afuera le asignan una marcada importancia y un considerable cúmulo de información sobre la misma, nos proponemos a continuación comprender algunas de las causas de este tipo de reconocimiento. ¨Por qué para las clases medias esta noticia del incendio tiene poca importancia e interés, y para los sectores populares es vivida con tanta importancia e interés? ¨Qué motivos llevan a los sectores populares urbanos a interesarse por los incendios que ocurren en la ciudad?

II. LAS MUERTES SOCIALES

"Una comunidad no puede durar más que en el nivel de intensidad de la muerte, se descompone en cuanto le falta la grandeza particular del peligro".

Blanchot4

Una clave que creemos puede ayudar a explicar esta resonancia de los de afuera del condominio con esta noticia, es el temor y la vulnerabilidad que sienten en sus vidas diarias. Las personas del afuera se sienten más vulnerables a las catástrofes. Viven la muerte por accidentes de forma mucho más cercana. Sienten -pero además viven en términos reales- una mayor proximidad ante los peligros que acarrea la vida urbana; sienten y viven una mayor cercanía ante este tipo de muertes. En este sentido, los habitantes de afuera experimentan, de manera mucho más sentida que los de adentro, la condición de "ser para la muerte". Aclaramos que nos estamos refiriendo exclusivamente a las muertes que son productos de accidentes y catástrofes en la vida social y no a las muertes que son producto de enfermedades. La muerte en general es una condición de todos -independientemente de nuestra condición de clase-, es una condición de todos los "mortales". Pero las muertes que son productos de incendios, de accidentes en la ciudad, de -por ejemplo- la explosión de un gasoducto -llamémoslas "muertes sociales", en contraposición con "las muertes naturales" que son consecuencia de enfermedades- afectan más a los pobres urbanos que a los sectores medios. Entonces, los de afuera experimentan con mayor intensidad la finitud de la vida porque, ciertamente ellos y sus semejantes -es decir, la comunidad-, se encuentran más próximos a las "muertes sociales". Ilustremos esto con un caso "real" que surgió en nuestras entrevistas.

La señora L vio por primera vez la noticia del incendio que proyectamos mientras miraba, como todas las mañanas, 'Al Despertar'. Fue en ese momento en que vió que se producía el incendio en la misma cuadra en la que vive su hermana. Vió "en vivo" cómo el fuego incendiaba a las casas de la calle en que vivía su hermana. Así la señora L, se alarmó por -nada menos que- "la vida" de su hermana, su cuñado y sus sobrinos.

Dejemos por un momento de lado el problema de la condición masmediática de esta situación, obsérvese su carácter dramático. Tal vez, a través de la televisión la situación sea aun más angustiosa que si se la presenciase directamente. De cualquier manera, la situación que experimentaba esta señora es la de ver las imágenes de un fuego que se extiende sobre el lugar de la casa de sus familiares. Situaciones de este tipo -para nosotros tremendas, de cierta naturalidad para los sujetos que nos las relatan- ocurren corrientemente en la vida de los pobres urbanos. Los habitantes de afuera que participaron en nuestras experiencias nos relataron varias situaciones de peligro de vidas. Preguntándoles si ocurrieron incendios en la zona en que ellos viven, recordaron varios casos en los que ellos participaron salvándose o ayudando a salvar a sus vecinos del fuego propagado por alguna industria o depósito ubicados en lugares no habilitados. Este tipo de incendios son peligros que sufren por culpa de otros. Otros a quienes identificaron como los dueños de los establecimientos industriales que se sitúan alrededor de sus casas.

Es tal vez en este contexto donde resulte más significativo comprender por qué los de afuera, en forma opuesta a los de adentro, encuentran útil a las noticias sobre los incendios de la ciudad. Los incendios, al igual que otros peligros de la vida urbana, son sentidos y vividos desigualmente entre los pobres y las clases medias. Esto al decirse así, es obvio; pero quizá ayude a comprender las razones de las distintas preferencias temáticas de los pobres y de las clases medias. Las distintas elecciones en los temas del noticiero se anclan en distintas sensibilidades; pero estas últimas son también producto de distintas cotidianeidades.

En el interés y la utilidad de los pobres hacia determinadas noticias como esta que exhibe un incendio, interviene el temor que sienten por las consecuencias de su posición en la ciudad de la urbanización caótica. La vulnerabilidad de sus vidas diarias, la cercanía con que cotidianamente viven los accidentes, las catástrofes, la "muerte social".

Por otra parte, vemos que esta condición de los de afuera de mayor conciencia de la finitud de la vida, del - si se nos permite la expresión- "ser para la muerte social", encuentra su contraparte en las actividades de la comunidad. Los lazos comunitarios que unen a los habitantes de afuera del condominio actúan como respuesta, aunque parcial, a la precariedad de sus existencias.

Para finalizar, retomemos la situación vivida por doña L para apreciar cómo las redes televisivas y telefónicas operan acercando y alejando a los habitantes de la ciudad, en un movimiento en el que el orden masmediático integra y jerarquiza a los distintos miembros de la comunidad nacional imaginada.

Como todas las mañanas, doña L se despierta y prende el televisor para ver "Al Despertar". De pronto, ve la noticia del un incendio sobre la cuadra en que vive su hermana. Ve, tal como se ve desde el helicóptero del telenoticiero, el humo y el fuego que se propagan sobre las casas lindantes a la de sus parientes. Además, se entera por el reportero que han evacuado las casas y que algunos vecinos están siendo hospitalizados. Comienza la angustia: "se imagina yo al ver la noticia me sobresalté porque dije ahí está mi hermana, mi sobrina, mi cuñado corren peligro".

La cobertura de la noticia duró prácticamente las tres horas que dura "Al Despertar", el mismo tiempo "real" durante el cual sucedió el incendio. Las imágenes que de tanto en tanto mostraban el fuego desde el helicóptero, transmitían -en forma simultánea a la incapacidad de los bomberos para controlar las llamas- cada vez más angustia e incertidumbre. No se precisaban los nombres de las personas heridas, y se veían llegar cada vez más carros de bomberos y ambulancias. Se veía por la pantalla unas imágenes que - más allá de toda información periodística- exhibían con toda contundencia el suceso: llamas que no podían ser controladas, por momentos el fuego crecía.

Doña L seguía las secuencias por el único medio de comunicación que disponía: el noticiero de televisión. No tenía teléfono, entonces acudió al de una vecina -"único medio de comunicación que tenemos"-, pero la dueña de ese teléfono ya se había ido a trabajar. Doña L salió entonces a buscar un teléfono público, "de esos nuevos que instalaron", para llamar a su hermana; pero cómo le iban a contestar si en ese momento la casa de su hermana corría peligro y sus parientes ya habían sido evacuados.

Finalmente, a las seis de la tarde -es decir, ocho horas después de la finalización de "Al despertar", que era la última información que disponía- doña L se entera -porque su hija llega hasta la Colonia Doctores, a la zona del hecho, y comunica telefónicamente lo ocurrido a la casa de la vecina-, que sus familiares habían sido evacuados y que, por suerte, no sufrieron daños físicos por el incendio.

Doña L concluye su relato diciendo: "Y hasta para uno que vive lejos y tiene familia ahí también se alarma".

Esta reconstrucción de la masmediatizada angustia que Doña L sintió mientras veía por televisión el incendio de la casa de su hermana, nos conduce a pensar cómo las redes televisivas y telefónicas conectan a los habitantes de la ciudad, a detenernos en particular en las diferentes experiencias que viven ciertos habitantes de la ciudad. Son los más vulnerados, los que sufren con mayor frecuencia e intensidad a la ciudad caóticamente urbanizada y masmediáticamente modernizada. Los que disponen de recursos viven menos situaciones de riesgo de este tipo, y si les llegan a suceder, de lo primero que disponen es del teléfono y de un medio de transporte propio para atravesar la ciudad y llegar directamente al lugar del hecho.

¨Cuán lejanas son las distancias urbanas, en cambio, para los que no tienen medios de transporte y de teléfono propios y ven los sucesos desde el televisor? Lo lejano, lo cercano. ¨Cuán mediatizada es la experiencia de ver el incendio de la casa de una hermana en forma "inmediata" a los llamas que se extinguen y se inflaman? La mediatizada escena que produce inmediatez. Doña L sentía "estar ahí, a unos pasos del incendio". Sin embargo, eran dos grupos de personas parientes entre sí, viviendo en dos puntos de la ciudad bien distanciados entre sí. La señora que vive en San Pedro Mártir "vive" por la televisión el incendio de sus familiares en forma simultánea a como lo "viven" los afectados que están siendo evacuados. La única información con que cuenta es la de la televisión que muestra que a los vecinos de la zona se les están quemando sus casas. En síntesis, se enteró por la TV, lo lejano se acerca a través de las redes televisivas; pero también, lo cercano se aleja -en forma angustiante- para quien no tiene un acceso directo a las redes telefónicas.

En fin. La modernización masmediática actúa sobre la ciudad caóticamente urbanizada trastocando las nociones del tiempo y el espacio. Las posibilidades democratizantes que emanan del proceso de ampliación de los medios de comunicación electrónica se conjugan con la diferenciación jerárquica que surge de la estructura social. En la contemporaneidad del teléfono y el televisor, los pobres urbanos experimentan estos movimientos paradojales de manera aún más trágica y angustiante. Este es el sitio que la modernidad masmediática le reserva a los excluídos; son los que permanecen por afuera de las comunidades cercadas con vallados y portones electrónicos, son los que viven afuera.

III. COMENTARIO FINAL

En las conclusiones a nuestra investigación hemos querido llamar la atención sobre las posibilidades hermenéuticas que surgen del mundo vital de sectores populares urbanos. Nuestra comparación con sus vecinos de los sectores medios no pretendió situarlos en una relación antagónica, qué habríamos dicho si la contrastación hubiese sido con los condominios lujosos de los ricos de El Pedregal o Las Lomas. Buscamos, más bien, resaltar cómo las diferentes cotidianeidades inciden en sus interpretaciones de la "realidad" televisiva, y también de la otra.

Las lecturas en oposición al discurso de 'Televisa' que encontramos -con su marcado anclaje en experiencias vitales comunitarias- nos alientan a pensar en un potencial crítico de los sujetos populares para comprender e interpretar su situación en el mundo. Se trataría de capacidades hermenéuticas que no se corresponden con el nivel de escolaridad de los sujetos. Si con esto no concluimos en una romantización de los pobres frente a los poderes de la industria masmediática -y para esto qué ilustrativo resulta 'Televisa' con su "parecido de naturaleza" al Estado-, entonces podemos ver en las posibilidades de interpretación de los sujetos un espacio auspicioso para el trabajo político.

Digámoslo de otro modo, si aceptamos que los poderes de las audiencias para resignificar los textos se dan en el marco de una agenda de discursos a la que estos no acceden; entonces podemos, con esas limitaciones -y por supuesto, otras más-, alentar una perspectiva política que se asiente en la condición hermenéutica de la vida cotidiana de los sujetos. Una apuesta a las capacidades de interpretar de los sectores populares a partir de las posibilidades de la sociación comunitaria. De ese estar juntos solidario porque sí, de ese estar en comunidad por afuera de "los vallados con portón electrónico".

NOTAS

1 Profesor Adjunto del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes.

2 "El noticiero de 'Televisa'. Una etnografía entre audiencias de la ciudad de México". Programa de Estudios sobre Cultura Urbana, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1996. Tal investigación buscaba explorar la recepción del discurso televisivo de noticias por medio de un dispositivo de Experiencias Audiovisuales que consistían -muy básicamente- en "ver un video con la gente". En éste se proyectaron fragmentos del discurso de los noticieros de 'Televisa'; el montaje incluía noticias que referían a la cuestión urbana y especialmente a la ciudadanía urbana.

Entre estas figuraban imágenes del tráfico urbano, de la contaminación, de las protestas y movilizaciones callejeras y de un incendio de gran proporción que afectó a sectores populares de la ciudad. Sobre la recepción de este último bloque nos referiremos en la presente ponencia.

3 Parte de estas reflexiones aparecieron en mi artículo, "Comunidades cercadas. La exclusión urbana en la televisión y en la vida", Perfiles Latinoamericanos. Revista de Flacso-México, n( 9, 1996.

4 Blanchot, M. (1992): La comunidad inconfesable. México, Vuelta, p. 21.

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