1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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LA HETEROGENEIDAD DE LA POBREZA RURAL.

Reflexiones preliminares en torno a su estudio.

Carla GRAS y María Inés ALFARO1

INTRODUCCION

En la última década, el fenómeno de la pobreza cobró creciente relevancia. La mayoría de los estudios realizados se refieren a la magnitud y características de la pobreza urbana. Por el contrario, la pobreza rural no ha sido abordada en la misma medida, lo que puede asociarse a la escasa "visibilidad" de los pobres rurales en Argentina.

Nuestros estudios sobre el mundo rural nos han llevado a trabajar con pequeños productores (campesinos, ex- asalariados, familiares capitalizados) que atraviesan distintas situaciones de pobreza. En este trabajo nos proponemos reflexionar sobre el fenómeno de la pobreza rural desde una mirada que jerarquiza la heterogeneidad de las situaciones existentes. Nos interesa en particular dar cuenta de las formas en que ellas moldean la cotidianeidad de los sujetos.

Para ello, realizamos en primer lugar, una revisión de los principales enfoques en torno al fenómeno de la pobreza, proponiendo un recorrido por distintos modelos de abordaje y por diversos esfuerzos explicativos orientados a examinar sus causas. En segundo término, intentamos una aproximación a la caracterización de la pobreza rural en Argentina, dando cuenta de su heterogeneidad. Finalmente, desde una perspectiva microsocial, plantearemos qué se entiende por "ser pobres" en el medio rural y cuáles son las condiciones de acceso a determinado recursos -materiales y simbólicos-, entendiendo a estos como aspectos que hacen a la creciente vulnerabilidad de los sujetos sociales rurales caracterizados como "pobres".

Las entrevistas en profundidad que se utilizan en este trabajo2 son concebidas como instrumentos de análisis privilegiados, en tanto expresan los testimonios de los hombres y mujeres del campo sobre la evolución de sus condiciones de vida. En las historias particulares aparecen los trazos de un proceso de profundización de la vulnerabilidad de estos sectores. Dicho proceso resulta de las transformaciones en sus inserciones productivas- en tanto que agentes económicos- y en el acceso a determinados bienes sociales -en tanto que "ciudadanos" -.

1. DIVERSOS ENFOQUES EN TORNO A LA POBREZA

Desde algunos enfoques la pobreza es vinculada con el surgimiento de la llamada "nueva cuestión social" (Rosanvallon, 1997). La misma da cuenta del quiebre de los principios que estructuraban una determinada forma de organización social y daban marcos de reconocimiento y representación colectiva. Los procesos de extensión y recrudecimiento de la pobreza y la exclusión, como dimensiones de este fenómeno más amplio, ponen en discusión aquellos principios. Otros enfoques sitúan el análisis de la pobreza en el plano de la reestructuración económica y la asocian a los efectos de las políticas de ajuste estructural implementadas en la mayoría de los países de América Latina. En este caso el énfasis está puesto en el desplazamiento de determinados sectores sociales en tanto que agentes económicos, mientras que "la nueva cuestión social" alude a su exclusión como ciudadanos.

No obstante, al acercarnos a las diferentes conceptualizaciones de este fenómeno nos encontramos con dificultades derivadas de la inexistencia de una teoría de la pobreza en sentido estricto. Tal como advierte Altimir (1979) no existen marcos conceptuales que expliquen satisfactoriamente el síndrome de la pobreza en su totalidad. A esta situación se le agrega el status descriptivo que asume dicho concepto, en tanto ha sido delimitado por las categorías de las dimensiones que lo componen y su relativa ambigüedad, derivada tanto de las imprecisiones de las dimensiones elegidas para su identificación como del hecho de que se trata de un concepto socialmente definido y, por ello nunca neutral.

Como plantean Aparicio y Soverna (1985) el concepto de pobreza tienen connotaciones empíricas y se acerca más a un observable que a un concepto teórico.

En tal sentido, la literatura académica ha producido escasos enfoques donde el fenómeno tenga identidad propia.

Más bien se lo ha abordado desde las diferentes facetas y núcleos temáticos que con él se vinculan: la situación de empleo, las desigualdades en la distribución del ingreso, la satisfacción de necesidades básicas, los efectos del ajuste estructural, los procesos de estratificación social, las intervenciones estatales y las políticas sociales, las estrategias de supervivencia de los sectores populares y las demandas sociales emergentes. Todos ellos funcionan como diferentes "entradas" al fenómeno de la pobreza.

Por otra parte, nos encontramos con la discusión en torno a las causas que generan situaciones de pobreza. Aparicio y Soverna (1985 ) identifican tres tipos de explicaciones divergentes: la economicista, que sostiene la identidad entre crecimiento económico -vía modernización tecnológica- y superación de la pobreza; la estructural, en donde el subdesarrollo y la distribución desigual de los recursos son señalados como causas principales de la pobreza; y los planteamientos derivados del marxismo, que conciben a la pobreza como un resultado de la dinámica capitalista.

Diferentes ámbitos de investigación y planificación se han convertido en espacios privilegiados de producción de conocimiento en torno al problema de la pobreza. Así, desde mediados de los 70, la CEPAL ha producido un importante conjunto de trabajos, que reflejan un debate conceptual y metodológico y un esfuerzo por captar la magnitud y dimensión del problema en la región. Entre ellos destacamos los trabajos de Altimir (1979), quien se constituye en un "clásico" de la cuestión. El enfoque desplegado -que coincide con las explicaciones "estructurales"- sostiene que el crecimiento económico es una condición necesaria pero no suficiente para la superación de la pobreza. La solución se encuentra en la modificación de "los estilos de desarrollo prevalecientes con el objeto de remover los obstáculos estructurales que impiden el acceso de los pobres a los frutos del crecimiento económico" (CEPAL, 1985).

En los últimos años, los organismos multilaterales de financiamiento -en particular el Banco Mundial- aportaron estudios que dan cuenta de la magnitud de la pobreza en América Latina proponiendo medidas de política para su morigeración. Estos vinculan la pobreza con los problemas de gobernabilidad y desarrollo de la región, sugiriendo la necesidad de proteger transitoriamente a los pobres (vía focalización), hasta que se manifiesten los beneficios del ajuste estructural.3

A partir de la publicación de "La pobreza en la Argentina" (INDEC, 1984), diversos centros de investigación prestaron atención al problema. A comienzos de la década, desde UNICEF se producen un conjunto de trabajos que caracterizan a los sujetos en situación de pobreza, poniendo énfasis en las dificultades de acceso a los bienes sociales y en las conductas individuales frente a la pobreza, así como en los procesos de pauperización de la clase media. También desde el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) se generaron estudios centrados en las múltiples estrategias de supervivencia de los sectores populares afectados por situaciones de pobreza, identificando y caracterizando diversos grupos sociales (Feijoó, 1983; Llovet, 1980).

Actualmente se desarrolla en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL) un programa de investigación sobre pobreza urbana y políticas sociales que incluye estudios referentes a salud, educación y trabajo, vejez, mujeres, juventud y el papel de las redes sociales.

En algunos de los trabajos mencionados la pobreza es concebida como una dimensión de la desigualdad social (Golbert y Tenti, 1993) mientras que otros (Minujin y Kessler, 1995) destacan las dimensiones más cualitativas de los procesos de empobrecimiento así como los diversos "sentidos" del término pobreza (Malimacci, 1996). Desde otra faceta, Murmis y Feldman (1992) se interrogan sobre el acceso al examen de la estructura social que ofrece el concepto. Su preocupación radica en conocer en qué medida la pobreza extendida modifica la posición relativa de las clases y grandes agrupamientos sociales. Precisamente, sobre estas herramientas conceptuales se sostenía gran parte de la investigación sobre estructura social.

El recorrido efectuado nos permite observar que, si en décadas pasadas el problema de la pobreza se vinculó a los estudios sobre la "marginalidad social" -en los 60- y a la economía del sector informal urbano - desde los 70- , en la actualidad el fenómeno aparece ligado a un concepto poco definido: el de la exclusión social.

Los aportes hasta aquí revisados aluden fundamentalmente al problema de la pobreza urbana. La expresión de este fenómeno en el medio rural ha sido menos estudiada. De allí que queremos detenernos sobre esta cuestión presentando, en el próximo apartado, algunos esfuerzos de caracterización de la pobreza rural en Argentina.

2. LA POBREZA RURAL EN ARGENTINA

Los procesos que atraviesa el sector agropecuario argentino no son ajenos a las transformaciones operadas en el resto de la economía durante las últimas décadas. Entre ellas cabe mencionar la regresiva distribución del ingreso, el vuelco exportador de la producción, el comportamiento diferenciado de las distintas producciones, la profundización de las articulaciones entre el agro y el resto de los sectores económicos, la expansión del capital en la agricultura, la desregulación de las actividades económicas.

Los datos del Censo Agropecuario de 1988 aportan una primera imagen del impacto de estos procesos en el sector.

Los mismos dan cuenta de un descenso significativo en el número de explotaciones con respecto a 1969, que se evidencia particularmente entre las de menos de 200 hectáreas, que pasaron de 428.570 a 282.029 unidades. No existen nuevos datos agregados, pero es posible suponer que desde entonces las transformaciones han sido de mayor magnitud.

La disminución de estas explotaciones encierra una heterogeneidad de situaciones sociales. En este estrato coexisten campesinos pobres, campesinos medios, familiares capitalizados. Su desaparición involucra distintos niveles desde donde se produce la "caída" -como también diferencias regionales y productivas - y plantea interrogantes sobre las condiciones en que dichos sujetos han logrado o no reinsertarse como agentes económicos. Los que continúan en la producción - cerca de la tercera parte de las explotaciones agropecuarias - están sometidos a situaciones de vulnerabilidad. En muchos casos, sus ingresos no alcanzan a cubrir niveles mínimos de subsistencia; en otros, no pueden mantener el pequeño capital acumulado.

En cuanto a los asalariados, los Censos de Población muestran una disminución de su peso dentro de la PEA agropecuaria entre 1980 y 1991. La evolución del sector denota sustitución de trabajadores por capital e incorporación de tecnologías con alta productividad por persona ocupada (Aparicio, 1996). Este proceso reconoce diferencias entre permanentes y transitorios, "nuevos" asalariados (calificados y mejor remunerados) y "viejos" (peones generales, cosecheros) (Aparicio, Giarracca, y Teubal, 1992).

En una presentación reciente4, Murmis analiza la situación de los campesinos. Plantea el aumento de persistencias en base a dos tipos de situaciones: defensivas o de marginación, interrogándose sobre lo que ocurre con este sector en el caso de actividades dinámicas. Sin embargo, aclara que, en la etapa actual, el grueso de las pequeñas explotaciones están poco insertas en los procesos dinámicos en el agro. En el caso de los asalariados, menciona la existencia de procesos diversos: aumento del trabajo calificado, disminución de la ocasionalidad en actividades que se expanden, y desplazamiento de trabajadores en las que se estancan. En este último caso, adquiriría relevancia un proceso novedoso: el desplazamiento de transitorios y su inclusión en el sector de asalariados periurbanos.

Estos sectores son englobados en la categoría de pobres rurales. Estos análisis se realizan en base a la medición de la pobreza con el sistema de necesidades básicas insatisfechas (NBI), existiendo pocos trabajos que utilizan la llamada "línea de la pobreza".

Según datos elaborados por la Secretaría de Agricultura, en base a datos inéditos del Censo de Población de 19915, existen 338.596 hogares rurales con NBI, en los que viven 1.588.683 personas. Los pobres rurales representan el 36% de la población rural total, mientras que los pobres urbanos alcanzan al 18% de la población urbana total. Sin embargo, el número de pobres urbanos triplica al de los pobres rurales.

La distribución de la población con NBI por regiones permite ver una concentración geográfica de la pobreza rural. El NEA y el NOA concentran el 30.3% y 32.8% de la población rural con NBI total del país. En los extremos se encuentran Cuyo (9.8%) y la Patagonia (4.9%). El peso de las regiones en el conjunto de las situaciones de pobreza rural no debe oscurecer el hecho de que coexisten zonas rurales con distinto grado de pobreza y prosperidad. Si consideramos el peso de la población rural pobre dentro de cada región, observamos que el NEA y el NOA conservan su primacía. Allí, la población rural con NBI representa poco más de la mitad de la población rural regional (54.1% y 55.7% respectivamente). Si bien Patagonia y Cuyo tienen una baja incidencia en la pobreza rural nacional, la población pobre concentra más de la tercera parte de la población rural regional (37.6% y 33.4% respectivamente).

El análisis de los distintos perfiles ocupacionales de la población con NBI permite tener una visión de la composición interna de la población y los hogares rurales pobres. En primer lugar, cabe señalar que el 49% de los jefes de hogares rurales con NBI no está ocupado en el sector agropecuario. Por otra parte, no todos los jefes de hogares con NBI ocupados en el sector agropecuario viven en el campo: el 21% tiene residencia urbana, situación en la que se encuentra el 24% de los jefes asalariados.

La población rural con NBI en el conjunto nacional se distribuye de la siguiente manera: el 40% son inactivos, el 29% son trabajadores familiares (patrón, cuentapropista y familiar sin remuneración fija), y el 26% son asalariados.

Si consideramos la ocupación de los jefes de hogares rurales con NBI, se observa una predominancia de la asalarización (39%), seguida del trabajo familiar (32.6%) y los inactivos (24.8%).

Sin embargo, las categorías corresponden solo a la ocupación principal de los jefes, lo que si bien permite dar cuenta de la heterogeneidad de la pobreza rural, no la describe totalmente, en particular, porque el mundo rural se caracteriza por la pluralidad de ocupaciones tanto de los jefes como del resto de la familia. Asimismo, la información no permite decir nada acerca de aquellos hogares que, sin enfrentar situaciones de pobreza crítica, han visto empeorar sus ingresos, su capital y sus condiciones de vida.

Es importante tener en cuenta la variedad de situaciones que pueden quedar incluidas en la categoría de pobres rurales, tanto en lo que refiere a sus características socioeconómicas, sus niveles de ingreso, sus estrategias de supervivencia como a las actividades y regiones en que están insertos. El trabajo de Soverna y Craviotti (1995), que sintetiza los hallazgos de más de 30 estudios de casos sobre estos grupos, los efectuados por el Equipo de Estudios Rurales del Instituto Gino Germani de la UBA, por la Secretaría de Agricultura, el proyecto ECIRA-MLAL, la Universidad de Comahue, el CEIL; los estudios sobre migrantes o sobre las poblaciones de la Puna (Reboratti, Manzanal, Islas), entre muchos otros realizados en la última década, dan cuenta de la heterogeneidad social de la pobreza rural.

En ellos pueden verse las diferentes características de los asalariados: los "puros" que viven únicamente de la venta de su trabajo en los mercados agropecuarios o los que combinan trabajo agropecuario y no agropecuario; los "golondrinas" que se insertan en ciclos largos o cortos de migración; los permanentes y los transitorios; los calificados y no calificados; los asalariados a porcentaje ("tanteros", medieros o contratistas) que asumen los riesgos de la producción, aportando también el trabajo del grupo familiar. Otro tipo de asalariados son aquellos que disponen de pequeñas parcelas, las cuales pueden funcionar como lugar de asentamiento o proveer alimentos para el autoconsumo.

Los campesinos también conforman un sector heterogéneo.

Existen campesinos "puros", que combinan el control de la tierra y el empleo del trabajo familiar, y viven de los ingresos de la venta de la producción agropecuaria. Hay diferentes situaciones asociadas a la tenencia y tamaño de la tierra, al tipo de producción, a la existencia de ingresos provenientes de subsidios, jubilaciones, producciones artesanales. Como aclara Soverna (1995), no es este el tipo más frecuente.

Existen también campesinos que además de producir para el mercado en sus propias parcelas, despliegan múltiples estrategias ocupacionales, asalarizándose en mercados agropecuarios y/o no agropecuarios - que incluyen la migración y/o trabajos en el sector urbano - vendiendo servicios como cuentapropistas. Sus ingresos pueden incluir giros de miembros migrados, subsidios o jubilaciones. Es decir, combinan características de los campesinos "puros" y de los asalariados. Para estos sujetos, los ingresos de la producción predial puede tener un peso diferente en el ingreso total, desde ser el principal hasta ser complementario o marginal. Este tipo de estrategias ocupacionales y de supervivencia de los hogares son indicadores de pobreza rural (Soverna, 1996).

Finalmente, existen campesinos "diferenciados" que incorporan trabajo ajeno en la producción o algún indicador de capitalización, como tractores o equipos de cultivo. Se incluyen aquí franjas de campesinos "transicionales" y familiares capitalizados en crisis. Dentro de este conjunto, se encuentran productores que - si bien no pueden ser considerados como pobres - atraviesan situaciones de empobrecimiento. Es decir, que han interrumpido - e incluso retrocedido - un proceso de capitalización y de mejora de las condiciones de vida (vivienda en el pueblo, educación de los hijos).

La consideración de la heterogeneidad de la pobreza rural y de la existencia de situaciones de empobrecimiento constituye un paso fundamental para comprender el fenómeno.

Asimismo, y como plantea Mallimacci (1996), dicha comprensión debe dar cuenta de cómo los "pobres rurales" viven y perciben su situación y sus perspectivas. Es decir, qué es ser pobre desde la perspectiva de los sujetos. En ese marco, visiones sobre el desplazamiento de la producción o la exclusión social que surgen de los análisis macrosociales adquieren una nueva dimensión.

Desde esa perspectiva, presentamos en el próximo apartado un análisis de entrevistas realizadas a productores tabacaleros de Tucumán y pequeños productores y ex- asalariados de Santiago del Estero, provincias donde la población rural con NBI alcanza al 14% y 17% de la población rural regional. En ellas, trataremos de dar cuenta de las percepciones y apuestas de sujetos que viven en situaciones de arrinconamiento.

3. LOS RELATOS DE LOS SUJETOS

La pobreza rural no sólo se expresa a través de indicadores "objetivos" referentes al nivel de cobertura de necesidades básicas o de recursos controlados por las unidades productivas. También permea las visiones de los sujetos acerca de sus posibilidades y horizontes, su autopercepción e identidad. Está vinculada a dimensiones económicas, pero también culturales, históricas y simbólicas.

En los puntos que siguen trabajamos, en primer lugar, en torno al sentido que adquiere el "ser pobre" para los sujetos, y en segundo lugar, la vivencia de dos situaciones: las dificultades para acceder a recursos en el caso de campesinos y ex-asalariados santiagueños y el proceso de empobrecimiento de una franja de productores familiares de tabaco en Tucumán.

3. 1. "Ser pobre" en el medio rural

Como surge de los relatos, aquellos sujetos que podríamos definir como "pobres estructurales" se autoperciben como "pobres". En un primer sentido, dicha definición aparece relacionada con la falta de recursos para procurar la subsistencia. Pero además expresa una sensación de carencia más profunda y persistente. No se trata de una vivencia que establezca un corte en la vida de estos sujetos, un "antes" y un "después".

"No teníamos nada, no sabíamos nada" (C.G, Figueroa, Stgo. del Estero) "Toda la vida hemos sido pobres" (C.V. La Cocha, Tucumán)

En un segundo sentido, la pobreza aparece asociada a la condición campesina y, por ello, es percibida como una situación de subordinación social. Aparece aquí una referencia a su posición en la estructura social y a relaciones de dominación.

"Hay gente con capital que no quería que la gente se agrupe, que siga siendo pobres, que seamos esclavos de ellos" (...) Existían muchos que vivían de los campesinos, que les pagaban más barato, usaban a los pobres" (Santos Lugares, Alberdi, Stgo. del Estero)

En algunos relatos se entrevé una visión en la cual la situación en que se vive puede ser modificada. En ese contexto, la autoorganización aparece como un recurso de difícil construcción pero que atenúa su vulnerabilidad.

"Somos gente muy humilde nosotros (..) a la gente de capital no les gusta que los pobres nos organicemos" (N,V, Santos Lugares)

Sin embargo, esa resistencia no siempre - ni necesariamente - implica confrontación o percepción de un antagonismo. Por el contrario, a veces supone "aguantar" en el sentido de persistir; otras veces, "esperanza" .

"Nos quedamos aquí, aguantando, de una forma o de otra, a veces se come bien, a veces comemos mal, pero así está la cosa" (N. V, Santos Lugares, Santiago del Estero) "Tenemos que seguir con la esperanza de que algún año se pueda componer" (V.P, La Cocha, Tucumán)

La condición de "pobres" en el medio rural va más allá de la insatisfacción de ciertas necesidades básicas y comporta situaciones de estigmatización de los propios sujetos, de sus prácticas cotidianas y de sus estilos de vida. En este sentido, sus demandas apelan también a la dignidad y la autoestima. "Somos humildes" dicen frente a la mirada de los otros y allí se entremezcla el estigma y la reivindicación de su derecho a ser incluidos.

3.2. Los recursos bloqueados para campesinos y ex- asalariados:

Santiago del Estero es una de las provincias del Noroeste con mayor presencia campesina. El origen de estos sujetos es diverso: ex-asalariados del obraje, ex-migrantes temporarios, ocupantes precarios, pequeños agricultores asentados hace varias décadas. Tradicionalmente expulsora de mano de obra de baja calificación, la provincia reúne históricamente importantes índices de pobreza estructural.

Las formas de producción de los campesinos de sus diversas regiones se realiza en condiciones de escasez de recursos estratégicos. No poder acceder a estos recursos no sólo obstaculiza la reproducción de la explotación sino que también compromete las condiciones de vida y el sostenimiento de la propia unidad doméstica.

La imposibilidad de contar con herramientas o de contratar determinados servicios productivos, de obtener créditos para llevar adelante las tareas agrícolas, de recurrir a capital de giro para afrontar gastos y, fundamentalmente, la escasa disponibilidad de tierra y riego en condiciones y cantidades adecuadas expresan las dificultades que estos campesinos afrontan para llevar adelante su producción.

Asimismo son indicadores de carencias y revelan las situaciones de pobreza que atraviesan estos sujetos.

"A veces cuando uno tiene que sembrar no tiene la herramienta, no tiene los animales" (M,A, San Jorge, Dpto.

Figueroa) "Yo tengo 10 has. con monte y todo, que es muy poco, bastante poco para mi familia. Animales tengo pero poco, para el consumo de la familia. No me alcanza". (N,V. Santos Lugares, Dpto. Alberdi) "El problema del agua es prioritario, somos pequeños agricultores y si no tenemos agua no podemos sembrar, no podemos hacer nada. Los problemas grandes son agua y tierra" (H,S, San Vicente, Figueroa) "Todos somos ocupantes, todos los pobladores de aquí estamos en la misma situación"(L,S, San Vicente, Figueroa)

Las dificultades para vivir de la producción predial implican la construcción de estrategias ocupacionales que, aunque puedan aportar algún ingreso, acrecientan su vulnerabilidad.

"Nos juntábamos para ir a buscar trabajos porque aquí en la zona no encontrábamos. Nos juntábamos para no salir tan solos, si íbamos a ir a otras provincias, a veces nos tocaba ir a lugares que ni conocíamos. +bamos obligadamente por la necesidad que teníamos de buscar trabajo, aquí hay poco trabajo, casi nada. Hemos sufrido mucho por la ausencia de trabajos, para poder mantener a la familia, las familias pasaban mucha necesidad. (N,V. Santos Lugares, Alberdi) "Mis chicos son chicos que han sufrido, un año han salido conmigo porque no teníamos para comprar un hacha, hemos salido ha hacer changas, dormíamos en el piso, comíamos comida fría." (dirigentes, Santos Lugares)

Existen otro tipo de recursos a los que los pobres rurales no acceden. Estos son determinados servicios sociales básicos que no son provistos por el Estado en calidad y cantidad suficientes, lo cual aumenta la vulnerabilidad de los sujetos sociales y añade un conjunto de necesidades básicas insatisfechas.

"La educación está abandonada, no tenemos escuela, los tenemos que mandar afuera, hay problemas con los maestros, no enseñan pero los chicos pasan de grado" (grupo de productores, Dpto. Alberdi) "A veces se pierden tres días de clase, los chicos de quinto grado no saben leer de corrido y eso es malísimo.

Esta malisimamente mal la escuela de Saladillo. Hacemos notas pero esto tiene que tener una solución" (cooperadora, Quimilí )

Como surge de los relatos, el acceso a la educación -que es un servicio altamente valorado por los campesinos- no se efectiviza o cuando se presta la calidad del mismo es sumamente deficiente, lo que implica, en muchos casos, comprometer las posibilidades de un futuro mejor para los hijos. La escuela cumple además un rol fundamental en la alimentación.

"Buscamos fondos para el comedor escolar. (...) Estamos haciendo un trabajo que no hay que dejarlo. Pensamos poner arboles y sembrar verdura y fruta para los chicos, estamos buscándole la vuelta para salir adelante (...) Es para que la gente que tiene chicos en la escuela este más aliviada, ya que los chicos comen en la escuela" (Presidente cooperadora escolar, Quimilí, )

Situaciones similares se plantean frente a la provisión de servicios sanitarios. Como nos contaba un médico de la zona: "No hay una buena cobertura médico- asistencial, no contamos con una ambulancia desde hace años. El hospital de tránsito es lo único, tiene 6 camas y dos camas para cólera" (...) "Si hay una emergencia tengo que llamar a Santiago por radio policial y tarda como ocho horas, el problema es para trasladar a los pacientes. Las últimas veces que he pedido ambulancia no me han mandado y el paciente tiene que pagar para llevarlo" (médico de la zona de Santos Lugares, Dpto. Alberdi)

Este aislamiento geográfico introduce un conjunto de dificultades que bloquean el acceso a múltiples recursos. Impide la adecuada comercialización de los productos y la comunicación con los centros urbanos que proveen los servicios que no se prestan en las zonas rurales.

"No tenemos caminos, estamos muy abandonados. Si nosotros tuviéramos un buen camino, el producto lo podríamos vender en buenas condiciones, pero desgraciadamente estamos aislados"(dirigentes, Santos Lugares, Alberdi) "Por la distancia no podemos llegar a tiempo o también como se trata de gente humilde, cuestan mucho los viajes" (N, V. Santos Lugares, Dpto. Alberdi)

Ser pobres también significa estar excluidos e incluso desconocer la existencia de derechos que los asisten en tanto que ciudadanos. Los casos más recurrentes son la desprotección de la vejez y el acceso a la justicia.

"El anciano no está jubilado porque los patrones no hicieron los aportes" (Notas de campo, zona Juries) (Por la lucha por los derechos a la tierra )"Algunas veces han caído presos nuestros compañeros, hemos tenido que denunciar, denuncias en los derechos humanos" (dirigente, Quimili)

En definitiva, las situaciones de pobreza rural incluyen un conjunto de recursos bloqueados que atentan contra la participación del sector en la toma de decisiones y que contribuyen a su "invisibilidad social". Los pobres del campo no "se ven" y por ello muchas veces no son considerados como sujetos de política por parte de los centros decisorios.

"Permitiría que los gobiernos nos reconozcan, y que también cuando nosotros solicitamos algo sepan que estamos, que existimos,(...)si existimos, queremos vivir como nos corresponde, vivir no esperando siempre de las dádivas, eso es por un tiempo y después se acaba"(M. C, paraje Santa rosa, Quimili) "A lo mejor han pensado que el campesino también forma parte del pueblo, porque la mayor parte parece que piensa que comienza en la ciudad y termina ahí nomás" (N,V, Santos Lugares, Alberdi)

3.3. Situaciones de empobrecimiento

En los relatos de productores tabacaleros de Tucumán aparece definido un "antes" que contrasta con un presente percibido como una situación en la que se conjugan diversas pérdidas. Se trata de pequeños productores familiares cuyos orígenes revelan la existencia de un proceso anterior de movilidad social ascendente: padres campesinos o jornaleros. Muchos de ellos conservaron en los primeros años esos rasgos.

Con la expansión del tabaco en la provincia a partir de los 80, y recurriendo a múltiples estrategias (véase Gras, 1994), lograron aumentar su producción y compraron maquinarias. Sus ingresos mejoraron por la introducción de tecnologías (agroquímicos) que les permitieron obtener mejores rendimientos y calidades. Muchos emprendieron nuevos cultivos y abandonaron los trabajos más pesados (como la cosecha), contratando asalariados transitorios.

Mejoraron o construyeron la vivienda, y cumplían con el sueño de educar a los hijos.

En los últimos años, la crisis de la demanda y los precios tabacaleros en la provincia los volcó a una situación de vulnerabilidad que creían lejana: "Este año va a ser muy difícil para el productor iniciar al campaña, porque hay productores que viven solo del tabaco, y no van a estar en condiciones de emprender la campaña"(V.P, La Cocha )

Sin embargo, no se trata solamente de no poder producir un año. Los reacomodamientos de la actividad pusieron en juego las estrategias que venían desarrollando desde hacía décadas. El tabaco ya no era rentable, y ello no sólo involucraba la manutención de la familia sino también una falta de alternativas con que enfrentar la nueva situación.

"Actualmente el tabaco está siendo no rentable para el productor. Lamentablemente en esta zona no hay otra cosa que se pueda poner que no sea el tabaco, así que tenemos que seguir con la esperanza de que algún año se pueda componer" (C.D, Graneros) "Hacer otro cultivo no es posible. Si tuviera la extensión de tierra y la maquinaria haría granos, pero lamentablemente no tenemos, así que uno tiene que hacer tabaco nomás" (J.V.O, Graneros).

En ese contexto, las situaciones familiares o los problemas climáticos adquieren una dimensión "trágica", como piezas de un dominó que caen sobre una situación de creciente vulnerabilidad.

"En los últimos 6 años perdí 3 cosechas por inclemencias del tiempo. Entonces yo ya me he visto empeñada con las compañías (que compran tabaco)" (C.R, Corralito.).

"Antes por lo menos con el tabaco nos dábamos vuelta el año pero este año le digo que no sé, y para mejor los dos enfermos, con remedios" (C.D, Graneros).

Perciben que van "quedando" en la actividad en condiciones cada vez más marginales: los tractores ya son viejos, plantan menos hectáreas. La búsqueda de ingresos fuera del predio vuelve a ocuparlos. Las inversiones realizadas para mejorar las condiciones de vida quedaron detenidas: "Siempre yo tengo otro medio de vida, un trabajo así que para mí no es tan difícil empezar. Uno siempre tiene la esperanza de que este año va a ser mejor" (R.P, Alberdi).

"Pudimos terminar la casa hace mucho, pero ya después no le pudimos hacer nada" (C.D, Graneros.) "El problema son los precios y la misma situación económica, antes una vivía del tabaco, le alcanzaba. Con 500 kg de tabaco mi papá hizo la casa. Hoy en día con 500 no hago una pared. Hoy con 2000 kg no hago nada" (C,M, La Cocha).

En los relatos de estos productores no aparece solo un proceso de emprobrecimiento que resulta de la disminución de los ingresos, sino también un empobrecimiento de los "sueños", de las apuestas que sostuvieron sus acciones y decisiones. El progreso en la actividad estaba asociado al progreso de las familias, a lograr "otra" situación, diferente de la que habían partido. La siguiente entrevista da cuenta de la incertidumbre que esa interrupción provoca: "Vamos dejando el campo. Como productora chica que soy, estos cambios me asustan" (C.R, El Corralito.).

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ROSANVALLON P. (1997) La nueva era de las desigualdades Edit.Manantial. Buenos Aires.

SOVERNA S. (1995) "Sistematización de estudios de casos de pobreza rural" SAGPyA-PROINDER. Mimeo.

NOTAS

1 Sociólogas. Grupo de Estudios Rurales. Instituto Gino Germani. Facultad Ciencias Sociales. UBA.

2 Utilizamos material de campo relevado en el marco de nuestras investigaciones como becarias de UBACyT y CONICET.

3 Numerosas son las críticas que este enfoque ha provocado. Entre ellas sugerimos ver el trabajo pionero de Graciarena (1979) y el más reciente de Gurrieri, A (1993) en donde se advierte del carácter transitorio y residual de estos planteos de política y se señala la inadecuación del supuesto que las sostiene. Esto es de la capacidad de los programas de ajuste estructural para promover el crecimiento equitativo y, con ello la superación de la pobreza.

4 "La estructura agraria argentina hoy". Seminario IADE, 30 de Junio de 1997.

5 Dirección de Planeamiento y Desarrollo Agropecuario. SAGPyA..

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