1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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Juventud, pobreza y trabajo.

Un estudio de caso: el Gran Rosario durante la década del '90.

CARLOS CRUCELLA
SILVIA ROBIN

PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL "POBRES Y POBREZA EN LA SOCIEDAD ARGENTINA"

UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES - NOVIEMBRE 1994

PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL "POBRES Y POBREZA EN LA SOCIEDAD ARGENTINA" Tema 2. Pobres, pobreza y participación social.

Ponencia: "Juventud, pobreza y trabajo. Un estudio de caso: el Gran Rosario durante la década del '90." Autores: Silvia Alicia Robin. Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (CIUNR).

Carlos Crucella. Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (CIUNR).

1.- Introducción.

El presente trabajo tiene por objeto presentar resultados preliminares y parciales de una investigación en curso sobre la evolución reciente de la situación laboral de los jóvenes en el Gran Rosario y las diferencias observables entre aquellos que pertenecen a hogares vulnerables respecto de los restantes miembros de este grupo etario.

Para ello se ha utilizando la información suministrada por la EPH, así como la proveniente de cien encuestas y veinte entrevistas en profundidad realizadas a jóvenes residentes en la zona que pertenecieran a unidades familiares definidas como vulnerables.

Los hogares vulnerables fueron definidos como el conjunto de los ubicados en los cuatro primeros deciles de la distribución del ingreso familiar per cápita y de aquellos que, con independencia de su nivel de ingresos, habitaran en villa. El primer requisito está obviamente asociado a la idea de que las situaciones de vulnerabilidad están básica -aunque no exclusivamente- relacionadas con la insuficiencia de los ingresos. En este caso, el ingreso promedio per cápita de los hogares situados en los primeros cuatro deciles se ubica en torno del valor correspondiente a la línea de pobreza para la onda abril de 1996. La inclusión de las familias que residen en villa responde al hecho de que, de acuerdo al resultado de investigaciones anteriores -confirmado en las encuestas y entrevistas realizadas para el presente estudio- es percibido por sus miembros como un handicap en la búsqueda de trabajo (cuando al postulante a un empleo le piden el domicilio tiene que dar el de algún pariente o amigo que no viva en la villa, porque de lo contrario no lo llaman). En este sentido, los hogares vulnerables están definidos como un subconjunto de unidades domésticas pobres resultante de la intersección del cuarenta por ciento de hogares más pobre de acuerdo a sus ingresos y de aquellos que se encuentran en condición de pobreza por no satisfacer uno de los indicadores de NBI.

La elección de este criterio responde a un doble objetivo.

Por un lado, constituye un "piso" en el sentido de que si bien no incluye -ni pretende hacerlo- la totalidad de las situaciones de vulnerabilidad asegura, en cambio, que todos los jóvenes pertenecientes a estos grupos familiares se encuentran en esa situación. Por otra parte, y desde un punto de vista operativo, tendía a facilitar la identificación de la población objetivo de la encuesta y las entrevistas.

2.- La dinámica del mercado de trabajo del Gran Rosario.

A lo largo de la década del '90 la situación ocupacional urbana del país -o, por lo menos, la de aquellos aglomerados relevados por la Encuesta Permanente de Hogares- ha venido sufriendo un pronunciado deterioro que, por sus consecuencias sobre el nivel de vida de amplios sectores de la población, se ha convertido en un tema prácticamente excluyente de la agenda social y política.

En el Gran Rosario este fenómeno se manifestó con particular intensidad como consecuencia de una disminución de las oportunidades laborales frente a una fuerza de trabajo que creció exactamente en la misma proporción en que lo hizo la población total, lo que resultó en un notable incremento de la desocupación abierta, cuyo volumen se duplicó entre 1992 y 1996.

Como paralelamente tuvo lugar una contracción mucho más acentuada de las ocupaciones propias o genuinas, el ensanchamiento de la brecha de empleo registrado en ese período se inscribe en el menos favorable de los escenarios posibles -oferta laboral creciente y demanda de mano de obra decreciente-, situación que califica muy negativamente a la evolución del mercado laboral del área , habida cuenta que de las cifras mencionadas se desprende que sólo el 30,4% del aumento de la discrepancia entre el volumen de la fuerza de trabajo y la cantidad de puestos de trabajo genuinos puede explicarse por la variación -moderada, por otra parte- de la primera, mientras el 69,6 restante corresponde a la desaparición de ocupaciones genuinas existentes al inicio del período, que se constituyeron en el principal factor explicativo del notable incremento experimentado por la distintas formas de subaprovechamiento parcial de la fuerza laboral.

De esta manera, mientras que a comienzos del cuatrienio uno de cada tres ocupados de la región se encontraba parcialmente subempleado (32,0%), a comienzos de 1996 eran dos de cada cinco los que se encontraban en esa condición (41,5%). Este significativo deterioro de la calidad de los puestos de trabajo existentes, unido al explosivo incremento del desempleo abierto, se tradujo en fuerte aumento de los niveles de subutilización de la mano de obra, cuya proporción respecto de la población económicamente activa creció doce puntos porcentuales entre los extremos del período, pasando del 38,9 al 53,0% entre esos años.

CUADRO I
Empleo y subutilización de la fuerza de trabajo.

Valores Absolutos Variación 1992-6 (en miles) (en %) 1992 1996 Ocupados 401.3 377.0 -6.1 Ocupados plenos 272.7 220.7 -19.1 Desocupados abiertos 45.3 92.3 103.9 Subocupados horarios 35.8 50.9 42.2 Subocupados invisibles 92.8 105.4 13.6 - Sector informal urbano 65.1 91.7 40.7 - Servicio doméstico 27.7 13.8 -50.2

Subutilización total/PEA (%) 38.9 53,0 Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril/Mayo de las respectivas EPH (Base de Usuario), INDEC y los resultados provisorios del CNPV 91, IPEC, Serie B, Trabajos Especiales N§ 8.

3.- La situación ocupacional de los jóvenes.

Los marcados desequilibrios que caracterizaron la evolución del mercado de trabajo de la región en los últimos cuatro años hizo sentir sus efectos sobre la totalidad de la población activa. Sin embargo, contrariamente a lo que habría resultado esperable en función de las dificultades que tradicionalmente han debido enfrentar los jóvenes y adolescentes para insertarse en el circuito productivo, no fueron los miembros de este grupo etario los más afectados por el creciente deterioro de la situación ocupacional.

CUADRO II
Composición de los subutilizados totales (en %)

1992 1993 1994 1995 1996

Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 Jóvenes 32.7 28.1 30.2 25.6 27.6 No Jóvenes 67.3 71.9 69.8 74.4 72

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril/Mayo de las respectivas EPH (Base de Usuario), INDEC.

Entre 1992 y 1996 la proporción de jóvenes y adolescentes económicamente activos afectados por algún tipo de subaprovechamiento de su capacidad laboral aumentó del 58,4 al 67,5 , nivel que, como era esperable, superó el correspondiente al de los no jóvenes a lo largo de todo el período.

No obstante lo elevado del mismo, rasgo característico de este segmento etario que denota las mayores dificultades que enfrentan sus miembros para insertarse en forma apropiada en el aparato productivo, su crecimiento entre puntas fue menor que el experimentado por el resto de la fuerza de trabajo. En consecuencia, si bien la utilización de la capacidad laboral juvenil no pudo escapar de la situación general de deterioro que afectó al conjunto de la población activa, lo hizo en forma relativamente menos intensa.

No obstante, dada la magnitud del crecimiento experimentado por el volumen total de subutilización total durante ese período así como el elevado nivel inicial de subaprovechamiento de la fuerza de trabajo juvenil, al final del cuatrienio el mismo había alcanzado un grado ciertamente preocupante, no obstante la menor participación proporcional de jóvenes y adolescente en el conjunto de la mano de obra total o parcialmente desocupada.

Si bien el crecimiento del nivel de subaprovechamiento de la fuerza laboral juvenil entre los años extremos respondió a las mismas causas que el registrado para la totalidad del mercado de trabajo -fuerza de trabajo en aumento y contracción de la demanda laboral genuina-, y en proporciones similares (36,2 y 63,8% respectivamente), su perfil temporal reconoce diferencias en sus causas inmediatas así como en los mecanismos en que se resuelve contablemente.

Así, con la sola excepción de 1994, en que se registra el único aumento -por cierto, explosivo- de la fuerza de trabajo del cuatrienio, la evolución de la oferta laboral actuó año a año a favor de una contracción de la magnitud de la brecha de empleo, efecto que fue contrarrestado con creces por la disminución prácticamente ininterrumpida - nuevamente la excepción la constituye 1994- de las posiciones laborales plenas. Tanto en 1993 como en 1996 el desequilibrio se resolvió principalmente a través de la expansión de formas de subutilización parcial de la mano de obra -subempleo horario y actividades informales respectivamente-, con algún componente no desdeñable de desempleo encubierto en 1996. El año 1994 constituye la única situación de subutilización creciente con creación de ocupaciones plenas, cuyo incremento se repartió en proporciones similares en la absorción parcial de la sobreoferta de mano de obra y en la transformación de puestos de trabajo no genuinos (particularmente aquellos de jornada parcial involuntaria) en empleos propios, con un marcado crecimiento del desempleo abierto. En 1995, la expansión de la fuerza de trabajo subutilizada no refleja la verdadera gravedad de la situación, ya que dos terceras partes del incremento de la desocupación abierta reflejan el tránsito a esa condición de trabajadores que hasta ese momento se encontraban parcialmente subempleados, lo cual no afecta cuantitativa pero sí cualitativamente a la brecha de empleo, toda vez que implica un deterioro en el nivel de vida de un 30% de sus miembros, derivado de la imposibilidad de seguir obteniendo algún ingreso a través de ocupaciones no genuinas.

CUADRO III
Subutilización de la fuerza de trabajo juvenil (en % de la PEA).

1992 1993 1994 1995 1996 - Desocupados abiertos 24.2 19.8 28.0 39.0 33.9 - Subocupados horarios 10.0 17.2 11.9 10.8 10.9 - Subocupados invisibles 24.2 23.6 19.7 13.8 22.6 - Sector informal urbano 16.7 18.8 15.9 10.3 20.5 - Servicio doméstico 7.5 4.8 3.8 3.5 2.1

Subutilización total 58.4 60.7 59.7 63.6 67.

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril/Mayo de las respectivas EPH (Base de Usuario), INDEC.

Como resultado de ello a comienzos de 1996 sólo uno de cada tres miembros de este grupo etario que deseaba trabajar había conseguido insertarse laboralmente en forma genuina, en tanto de las dos restantes una debía conformarse con hacerlo a tiempo parcial, en el sector informal o en actividades domésticas mientras la otra se enfrentaba a la imposibilidad de encontrar cualquier tipo de ocupación.

4.- Juventud y vulnerabilidad.

4.1.- Las características de los hogares vulnerables.

Los hogares así vulnerables representan el 43,2% de los grupos familiares de la región. Al mismo tiempo, aquellos que cuentan con algún joven o adolescente entre sus miembros constituyen el 39,4 de las unidades domésticas.

Dentro de este grupo, al cual nos referiremos de ahora en adelante, más de la mitad se inscribe en la categoría de vulnerable.

CUADRO IV
Grado de Sobrerepresentación Relativa de los hogares vulnerables
con jóvenes (en %).

Total Vulnerables No vulnerables Hogares con jóvenes 100,0 52.3 47.7 Hogares 100,0 43.2 56.8 GSR 21,1 -16,0

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril 1996 de la EPH (Base de Usuario), INDEC.

Tanto entre los hogares vulnerables como en los que no se hallaban en esa situación se advierte un claro predominio de jefes varones, aunque mucho más acentuado en el caso de los últimos.

Si bien la condición de vulnerabilidad no parece, en consecuencia, un fenómeno directamente relacionado con la cuestión del género cabe hacer notar, sin embargo, que la proporción de los jefes de sexo femenino de hogares vulnerables que se encuentran ocupadas en el servicio doméstico -actividad caracterizada por sus reducidos ingresos y condiciones laborales frecuentemente precarias- cuadriplica la correspondiente a las mujeres que se encuentran al frente de unidades familiares no vulnerables.

Los hogares vulnerables se caracterizan por el menor nivel de instrucción de sus jefes. Se comprueba que la proporción de aquellos que podrían caracterizarse de analfabetos funcionales triplica prácticamente la correspondiente a las restantes unidades familiares. Paralelamente, el porcentaje de jefes de hogares no vulnerables que cuentan con estudios medios o superiores casi cuadriplica la de los hogares en situación de vulnerabilidad.

 CUADRO V 

Características de los jefes de hogares con jóvenes (en %).

Vulnerables No vulnerables Sexo 100.0 100.0 Varones 77.2 85.2 Mujeres 22.8 14.8

Nivel de instrucción 100.0 100.0 Sin instruc. y prim. incomp. 29.5 11.6 Prim. comp. y sec. incomp. 58.3 43.7 Sec. comp. y super. incomp. 10.1 35.2 Superiores Completos 2.1 9.6

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril 1996 de la EPH (Base de Usuario), INDEC.

Como era esperable, el tamaño promedio de los hogares vulnerables supera al de las restantes unidades familiares en una proporción cercana al 50% .

Si bien no existen diferencias en el número medio de integrantes económicamente activos con que cuentan ambos tipos de hogares, los vulnerables tienen en promedio un inactivo más que aquellos que no se encuentran en esa situación, de modo tal que la relación promedio inactivos/activos en los primeros supera significativamente la correspondiente al resto de las unidades domésticas.

El valor alcanzado por esta relación es atribuíble fundamentalmente a la notable importancia de menores en las familias vulnerables, cuyo número promedio triplica al de los hogares no vulnerables, segmento cuya tasa de participación es, por razones obvias, prácticamente nula.

Avanzando un poco más en el análisis puede observarse, sin embargo, una diferencia atribuíble no ya a la proporción existente entre los miembros activos e inactivos de las respectivas categorías de hogares, sino al modo en que los integrantes del primer grupo -ocupados y desempleados- se distribuyen entre cada una de ellas. En este sentido se comprueba que el número promedio de desocupados que habitan en unidades domésticas vulnerables duplica el correspondiente a los restantes grupos familiares, de forma tal que mientras de cada diez hogares no vulnerables sólo tres tienen un miembro activo desempleado, en el caso de los vulnerables esa cantidad asciende a siete.

De esta forma, mientras la relación media era de 2,6 pasivos por ocupado en estos últimos, en las familias no vulnerables la misma se reducía a menos de la mitad, proporción similar a la que se verifica respecto de la relación promedio inactivos/perceptores de ingresos.

 CUADRO VI 

Características de los hogares con jóvenes.

(promedio de personas por hogar).

Vulnerables No vulnerables Tamaño 5.4 4.2 Inactivos 3.4 2.2 Activos 2.0 2.0 Ocupados 1.3 1.8 Desocupados 0.7 0.3 Perceptores de ingresos 1.6 2.2 Miembros menores de 14 años 1.6 0.5

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril 1996 de la EPH (Base de Usuario), INDEC.

4.2.- Las características ocupacionales de los jóvenes.

En primer término se observar que la tasa de actividad de los jóvenes vulnerables es casi un 10% más elevada que la correspondiente a los restantes miembros de ese segmento etario, mostrando una mayor predisposición por parte de los primeros para incorporarse a la oferta laboral.

Dado que la proporción de jóvenes que se encuentran ocupados es significativamente menor entre los vulnerables que entre aquellos que no se encuentran en esa situación, resulta razonable asumir que el nivel más elevado que presenta la tasa de participación de los primeros se encuentra asociado a la "hipótesis del trabajador complementario", en relación con el mayor deterioro de las condiciones laborales y la insuficiencia de ingresos que caracteriza a los hogares que integran.

 CUADRO VI 

Tasas de actividad, empleo y desocupación abierta (en %).

Vulnerables No vulnerables Actividad 47.7 44.0 Empleo 27.1 34.4 Desocupación 43.2 21.7

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril 1996 de la EPH (Base de Usuario), INDEC.

La conjunción de ambos factores -mayor oferta laboral relativa y menor capacidad de inserción laboral- resulta en una tasa de desocupación abierta cuyo valor prácticamente duplica el correspondiente a los jóvenes no vulnerables.

 CUADRO VII 

Características ocupacionales de los jóvenes (en %).

Vulnerables No vulnerables

Categoría ocupacional 100.0 100.0 Patrón 0.9 0.0 Cuenta propia(*) 33.2 22.6 Asalariado 65.9 77.4

Tareas 100.0 100.0 Alta calificación 43.5 65.9 Baja calificación 56.5 34.0

(*) Incluye a los trabajadores sin salario.

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril 1996 de la EPH (Base de Usuario), INDEC.

Al analizar la categoría en la cual se desempeñan los jóvenes que han conseguido insertarse laboralmente se advierte el mayor peso relativo que tienen en la estructura ocupacional de los que califican como vulnerables aquellas que remiten a condiciones laborales menos estructuradas. En efecto, sólo dos tercios de este grupo trabaja en relación de dependencia, proporción que supera las tres cuartas partes entre los jóvenes no vulnerables. Asimismo se comprueba que en tanto sólo una tercera parte de estos últimos realiza tareas que demandan escasa o nula calificación, esa proporción supera el 50% en el caso los jóvenes vulnerables.

El Cuadro siguiente permite resumir la mayor precariedad que caracteriza la situación ocupacional de los jóvenes vulnerables vis à vis la correspondiente a los restantes miembros de ese grupo etario.

Así, se comprueba la subrepresentación de los ocupados de este grupo respecto de su participación en la oferta laboral del segmento de 15 a 24 años, al igual que la correspondiente a los puestos de trabajo en relación de dependencia y los de mayor calificación con relación a su importancia relativa en el total de ocupados jóvenes.

Resulta plausible suponer asimismo la existencia de una mayor presencia de asalariados pertenecientes a establecimientos del sector informal urbano entre los jóvenes vulnerables que entre aquellos que no se encuentran en esa situación, lo que calificaría aún más negativamente las características de la inserción laboral de ese grupo.

Finalmente, y como contrapartida de las mayores dificultades que enfrentan los jóvenes vulnerables para acceder a un empleo, se advierte la notable sobrerepresentación que tienen los desocupados de este colectivo en relación con su participación en la PEA. La sobrepresentación de los nuevos trabajadores entre los desempleados vulnerables indicaría las mayores dificultades para ingresar al mundo del trabajo que tienen estos jóvenes -fenómeno que cabe asociar al menor capital social con que cuentan-, a la vez que señalaría que se encuentran relativamente en mejores condiciones para permanecer en su puesto de trabajo.

 CUADRO VIII 

Grado de Sobrerepresentación Relativa de los jóvenes vulnerables (en %).

GSR Vulnerables No vulnerables Total Vulnerables No vulnerables PEA 54.5 45.5 100.0 Ocupados 46.5 53.5 100.0 -14.7 17.6 - Asalariados 42.5 57.5 100.0 -8.6 7.5 - No asalariados 56.7 43.3 100.0 21.9 -19.1 - Baja calificación 59.0 41.0 100.0 26.9 -23.4 - Alta calificación 36.4 63.6 100.0 -21.7 18.9 Desocupados 70.4 29.6 100.0 29.2 -35.0 - Cesantes 53.4 46.6 100.0 -24.1 57.4 - Nuevos trabajadores 79.4 20.6 100.0 12.8 -30.4

Fuente: Elaboración propia a partir de la Onda Abril 1996 de la EPH (Base de Usuario), INDEC.

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