ASPECTOS METODOLÓGICOS DE EXCAVACIÓN Y REGISTRO DE MATERIAL SUBACUÁTICO EN SANTA FE LA VIEJA.

Biondi, V; Braicovich, R; Fernandez, S; Salvatelli, Lorena*, Sportelli, Paola*

* Area de Arqueología subacuática, Departamento de Arqueología, Facultad de Humanidades y Arte, Universidad Nacional de Rosario.

Los ambientes de río han sido escenarios claves para el asentamiento y desarrollo de diferentes comunidades en toda la región nordeste. Es por esto que las aguas guardan, en sus profundidades, información importante acerca de las actividades realizadas por el hombre en el pasado. La utilización de técnicas subacuáticas le permite a la arqueología extender su espectro de investigación hacia otros horizontes, obteniendo así una visión más global y acabada del pasado. En tal sentido, el objetivo de este trabajo es delinear los ejes fundamentales que fueron aplicados a la problemática específica del sitio Santa Fe La Vieja durante las excavaciones arqueológicas subacuáticas en las distintas campañas realizadas.

PRESENTACIÓN DEL ÁREA.

A fines de 1996 queda incorporada en el Departamento de Arqueología, el Área de Arqueología Subacuática, integrada por docentes y estudiantes de la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario.
Desde entonces se han llevado a cabo distintas actividades con el fin de:
1. Complementar con la metodología subacuática las investigaciones arqueológicas, recuperando el patrimonio cultural subacuático para obtener, de ésta manera, una visión más integral de los sitios de la región Noreste.
2. Formar recursos humanos en la disciplina con el objetivo de incrementar el conocimiento de la misma dado su escaso desarrollo a nivel tanto curricular como nacional.
3. Incentivar el interés de la comunidad en la disciplina para lograr su apoyo en la preservación, conservación y protección del patrimonio cultural subacuático.

Tomando como base estos objetivos, se organizaron muestras que se presentaron en distintas localidades e instituciones, así como también, charlas dirigidas a alumnos de establecimientos educativos primarios.

INTRODUCCIÓN.

Desde tiempos muy remotos, el agua significó uno de los principales determinantes en la elección de asentamientos de los grupos humanos. La continua interacción con este entorno se tradujo en la utilización del mismo, no sólo como fuente de alimentos, sino también como vías para la navegación que facilitaron el contacto con diferentes sociedades. Como consecuencia de este uso, en la actualidad se encuentra en los lechos de los ríos, lagos y fondos de los mares, gran variedad de evidencia material, -producto de acciones deliberadas, situaciones accidentales, cambios en las líneas de costa y de catástrofes naturales -, que ha sobrevivido intacta brindando una importante vía de acceso para el estudio de nuestro pasado.
Trabajar sitios sumergidos implica el desarrollo de técnicas que permitan abordar el entorno sin dejar de lado el carácter científico. Actualmente se cuenta con equipamiento y tecnología que hacen viable el trabajo debajo del agua.
Es de suma importancia hacer hincapié en el hecho de que un abordaje subacuático puede desarrollarse con el mismo rigor científico que en tierra. La arqueología subacuática debe trabajar conjuntamente con la arqueología terrestre conformando una unidad que contribuya a la comprensión de las actividades llevadas a cabo por los hombres en distintas épocas.
Tradicionalmente, las expediciones con trabajos subacuáticos fueron orientadas a la búsqueda de pecios en aguas abiertas en detrimento de investigaciones dirigidas a la valoración de la riqueza que atesoran las aguas interiores. Paulatinamente el eje de investigación amplió su visión y comenzó a interesarse en la posibilidad de hallar evidencia en ambientes fluviales y sitios lacustres.
El objetivo de este trabajo es delinear los ejes fundamentales aplicados a la problemática específica del sitio Histórico Santa Fe La Vieja; emplazado en un albardón sobre la costa firme de la terraza pampeana, dentro de un ambiente de río.

SANTA FE LA VIEJA. UBICACIÓN ESPACIO-TEMPORAL.

El 15 de Noviembre de 1573, Juan de Garay sienta las bases de la ciudad de Santa Fe. El trazado urbano se estableció en forma de damero en torno a la Plaza de Armas, y, en relación a ésta, se distribuyeron los edificios más importantes: el cabildo, las iglesias y conventos. Las manzanas trazadas fueron divididas en cuatro partes, constituyendo cada una de éstas un solar. En las tierras por fuera del trazado urbano se instalaron chacras y estancias. Si bien no se conserva el plano original de la ciudad, la hipótesis es que esta contaba con once manzanas en dirección norte-sur y seis manzanas en dirección este-oeste.
Hacia el año 1651 y, debido a los trastornos que imponían los ríos y arroyos por las constantes inundaciones que carcomían las riberas de la ciudad, e impedían las comunicaciones y la necesidad de acortar las distancias con el interior, se promueve el traslado de la ciudad al lugar donde se encuentra emplazada actualmente.
En 1949, Zapata Gollán descubre las "Ruinas de Santa Fe la Vieja", limitadas hacia el este y sur por el río San Javier; al oeste la Ruta Prov. N°1 y, al norte la localidad de Cayastá. En ese momento, todavía se hallaban restos del edificio de la Iglesia Matriz las cuales se encuentran al borde de la barranca. Unos años más tarde, se pierde al igual que la mitad de la Plaza de Armas, la Casa de Garay, el Colegio y la Iglesia de los Jesuitas.
En 1957, este sitio es declarado "MONUMENTO HISTÓRICO NACIONAL" dando lugar a diversos trabajos arqueológicos, efectuados por distintos investigadores que hasta 1995 fueron únicamente terrestres. A partir de ese año, se comenzaron a realizar las excavaciones subacuáticas.

OBJETIVOS Y METODOLOGÍA:

El proyecto de Arqueología Subacuática en Santa Fe La Vieja gira en torno a tres ejes fundamentales:
1) Relevar información concerniente a la dinámica del río San Javier y la destrucción de la barranca con el fin de comprender el impacto del mismo en la remoción y depositación diferencial del sedimento y de los materiales.
2) Diseñar una metodología de trabajo adecuada a las condiciones específicas del sitio, teniendo en cuenta la no visibilidad producto de una conjunción de factores tales como: el gran caudal de agua que presenta el río, unido al sedimento que éste acarrea y a la velocidad de la corriente.
3) Formación de recursos Humanos a través del montaje de un programa que consiste en implementar el desarrollo de una Escuela de Campo.

Estos ejes fueron tenidos en cuenta por los responsables del proyecto (García Cano, Javier y Valentini, Mónica) durante las campañas realizadas en los años 1995, 1996 y 1998. Los integrantes del Área, tuvimos oportunidad de participar en forma activa de la última campaña.
En ella se realizaron equipos de trabajo, dividiéndose las tareas en dos grupos: uno que trabajó en el agua y otro en tierra. De esta manera, las ocupaciones que les eran asignadas a cada miembro - por ejemplo buceo, registro y fichaje de material, etc. - se desarrollaban con mayor precisión y dinamismo. Esto se tradujo en la complementariedad de ambos grupos, hecho que fue indispensable para la recuperación de toda la información.
El grupo que desarrolló sus actividades en el agua llevó adelante un trabajo metodológico que hizo hincapié en el problema de la visibilidad del Río San Javier -donde el promedio es de 0 cm. absoluto, producto del material en suspención que aportan los ríos Paraguay, Pilcomayo y Bermejo.- predisponiéndose a realizar las tareas a ciegas. Esta total ausencia del sentido de la vista, obligó a potenciar otros sentidos como el tacto y el oído, convirtiéndose en la única fuente de información que poseíamos.

En este sentido, el buzo al sumergirse contaba solamente con el equipo autónomo, sus manos como herramientas de trabajo y con partes de su cuerpo para efectuar mediciones (una vez en superficie, esas medidas eran transferidas a una escala expresada en metros).
Esta ausencia de visibilidad influyó en la decisión de establecer que las inmersiones se realizaran con un determinado límite de tiempo, el cual oscilaba entre quince y treinta minutos, permitiendo recordar con exactitud las tareas desarrolladas bajo el agua.
Toda la información recuperada por los buzos, se volcó en unas planillas de registro, donde cada uno y después de cada inmersión debía describir todo lo que sintió, como ser: el sedimento (grueso, mediano, fino), cuánto excavó, si varió la corriente, etc.
El otro problema a tener en cuenta fue la oscilación de la corriente fluvial, por ello fue importante utilizarla a favor del buzo. Éste debía colocarse con la cabeza orientada al Norte y con el cuerpo orientado al Sur. Para cooperar con ello, se utilizaron métodos para posicionar y mensurar al buzo; los elementos con este fin fueron cabos o caños (los cuales forman una cuadrícula de 70 cm x 70 cm), que se tomaron como referencia dada su fácil identificación al tacto. Estos recursos sirvieron de guías para que los buzos prospectaran y excavaran, así como referencibles en la localización de materiales.
Para mensurar al buzo, se utilizó como patrón de medidas, partes de su cuerpo o el cabo guía. Una vez en superficie, esas medidas fueron transferidas a una escala de medidas reales (metros).
El grupo que actuaba en tierra recolectaba la información que el buzo le transmitía y los materiales recuperados, para volcar todo ello en las fichas de materiales y realizar un primer análisis. En primera instancia el material era discriminado en: cerámica, restos óseos, madera, loza y vidrio. Éste venia acompañado de material malacológico (mejillón de río) el cual se separaba, pero también la mayoría traía adherido musgos que no se podía remover. Una vez hecha esta identificación y clasificación, el material era descripto en detalle y luego embolsado y rotulado para su posterior estudio.
Toda esta información, quedaba registrada en las distintas fichas que se convertirán en la única herramienta de trabajo luego de las campañas como registro arqueológico sistematizado.

CONCLUSIONES.

Participar en esta campaña fue una experiencia enriquecedora para todos los integrantes del Área, no sólo porque formábamos parte, por primera vez, en una excavación de estas características, sino que además permitió el intercambio de información y conocimientos con estudiantes del Instituto de arqueología, Departamento de Arqueología Marina de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega y la Universidad Nacional de Montevideo de Uruguay, que nos brindó una perspectiva de cómo se desarrolla o qué problemas presenta la Arqueología Subacuática en estos países.
Creemos que el proyecto contribuirá al desarrollo científico brindando un enfoque integral del sitio que coordine los resultados de ambas ramas de la Arqueología. Utilizar las dos técnicas para la investigación arqueológica ampliará los horizontes del conocimiento en sitios costeros, dado que la totalidad del registro se encuentra más allá de los límites visibles.

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