Algunos planteamiento en torno al ambiente, la economía y la sociedad

José Gpe. Vargas Hernández, M.B.A.; Ph.D.
Centro Universitario del Sur
Universidad de Guadalajara
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México
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La problemática ambiental

     Toda la problemática ambiental gira en torno a la relación que existe entre la finitud de los recursos ambientales y al uso y abuso que se hace en la explotación de esos recursos lo que genera grandes desequilibrios económicos y sociales que ponen en entredicho la misma sobrevivencia de las sociedades humanas.

      La finitud del ambiente y sus terribles consecuencias para el género humano es ya motivo de gran preocupación no solamente para los científicos sino también para aquellas personas conscientes de su responsabilidad en el usufructo de los recursos ambientales que comprenden “el conjunto de elementos naturales, artificiales o creados por el hombre, físicos, químicos y biológicos que posibilitan la existencia, transformación y desarrollo de organismos vivos entre sí y sobre el ambiente de un determinado espacio” (Sabsay, 2002). La presunción de la finitud de los recursos ambientales se ha resquebrajado incapaz de incluir a todos los humanos en las mieles del desarrollo económico basados en el correcto usufruto.

      A través de la historia, cada grupo humano confronta los conflictos específicos y diferenciados resultantes de una compleja relación entre la sociedad y la naturaleza. En un momento determinado de la historia, las sociedades humanas asentadas en espacios distintos pero con diferentes etapas de desarrollo, coevolucionan con los ecosistemas, hacen uso de sus recursos naturales, confrontan los conflictos ambientales que se presentan simultáneamente y en desfasamiento con las etapas de desarrollo y transforman sus condiciones de vida.

      Como resultado de estos conflictos entre la naturaleza y la sociedad humana,  que ni las instituciones actuales con su pronunciada asimetría, resultado del modelo de desarrollo económico y político pueden resolver, el camino del desarrollo humano se estrecha y se agota. Es precisamente este desarrollo humano el objetivo y la medida del desarrollo económico de los pueblos. Así la naturaleza es tratada desde las mismas estructuras del poder de una sociedad que solamente busca los máximos beneficios (rational choice) desde los prejuicios economicistas, manifiestos en los intereses que están presentes en  la conciencia de la burocracia política y que manipulan una conciencia pública  por un uso más racional de los recursos ambientales. Mientras que los beneficios derivados de la explotación de los recursos ambientales son para unos pocos, los costos los pagan las mayorías. Este es el tipo de economía ambiental que nuestra sociedad evolucionada ha desarrollado.

      La conciencia pública por el cuidado de los ecosistemas, un uso más racional y un adecuado manejo de los recursos naturales, sobretodo los no renovables, ha estado presente en los mandatos religiosos en los diferentes momentos de la historia de las sociedades humanas. El surgimiento de un movimiento conservacionista después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial se lanza con una estrategia estática y limitada en alcances orientados a la preservación de los recursos ambientales en grandes santuarios sin que se usufructen adecuadamente para la satisfacción de las necesidades de las generaciones actuales.

      A pesar de las prédicas de principio de respeto a los recursos ambientales, la explotación de los mismos da lugar a grandes injusticias y desigualdades derivadas de una pésima distribución de los beneficios y que lamentablemente ni la sociedad ni el Estado moderno ha podido resolver. Todavía más grave es que a la hora de resarcir los daños causados por esta  pésima distribución de los beneficios, no haya quien se responsabilice.

      El camino está abierto para que la acción colectiva ejercida por la sociedad civil inicie a tomar conciencia de su función protagónica para desentrañar y atacar las verdaderas causas de los conflictos ambientales, a analizar las motivaciones y conducta humana en los diferentes contextos ambientales, a buscar el trasfondo de las situaciones específicas y determinadas en la problemática ambiental, a condición de que adopte una perspectiva de tratamiento plural, en donde todas las ideologías quepan.

El fracaso del desarrollo sostenible

     El concepto de desarrollo sostenible parecía ser el instrumento de salvación. Pero a mi juicio, muchas esperanzas se han puesto y los resultados alcanzados desde su pomposo lanzamiento en la Conferencia de Estocolmo en 1972, han sido frustrantes, a tal grado que se puede dictaminar que el modelo de desarrollo sostenible ha fracasado. Hasta la fecha no conozco de un avance significativo en materia de desarrollo sostenible, sino más bien ciertos resultados parciales que dejan mucho que desear y discutir.

     La noción de calidad de vida es lanzado en la Declaración de Estocolmo como un bien jurídico en relación con el derecho que tienen las generaciones presentes y futuras al bienestar derivado del mejoramiento ambiental. Para que el desarrollo sea  sustentable, de acuerdo a la Comisión Brundtland (ONU, 1987), éste “debe asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”.

     La equidad intergeneracional es el principio ético sobre el que se sustenta con fundamento en que las actividades del desarrollo deben lograr satisfacer las necesidades de las generaciones actuales y garantizar la satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones. En la Declaración de Estocolmo se señala que el grado de desarrollo humano es el objetivo y la vida del desarrollo sustentable, en el que “todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades colectivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras, y tienen el deber de preservarlo”

      En otras palabras, cuál es el derecho que nos asiste a las generaciones actuales de gastar y consumir los recursos que también pertenecen a las generaciones futuras? Mucho se ha discutido estos planteamientos y poco se ha alcanzado en la realidad. Ni las generaciones actuales satisfacen sus necesidades a pesar de la sobreexplotación que hacen de los recursos ambientales, ni las generaciones futuras lograrán alcanzar la satisfacción de sus necesidades con menos recursos a su disposición que las generaciones actuales.

     La falla puede localizarse en los mecanismos institucionales que son el resultado de las estructuras del poder ejercido por el modelo económico hegemónico. Se ha llegado al punto de no retorno en donde la evolución de  las sociedades humanas requiere de cambios profundos en sus estructuras de relaciones de poder. Por lo tanto, el marco jurídico institucional existente es totalmente disfuncional con los nobles propósitos del el desarrollo sostenible, y es en gran medida el responsable de la falta de alcances en la calidad de una vida digna de los seres humanos.

     La falta de un ordenamiento ambiental que evite los procesos de degradación y contaminación de los recursos ambientales es uno de los principales obstáculos al proyecto utópico del desarrollo sostenible y que pone en riesgo la misma subsistencia del género humano. Actualmente ni el Estado ni la sociedad misma ejercen actividades centradas en el “daño-responsabilidad-sanción”.

Constitucionalismo y desarrollo sustentable

    El movimiento constitucionalista ha evolucionado para garantizar los diferentes derechos fundamentales.

Tipo de

 constitucionalismo

Derechos que consagra

Tipo de Estado

Función de control

Clásico

Individuales, civiles y políticos

Estado-Gendarme

Democracia liberal.

Instituciones

Social

Sociales

(Colectivos)

Bienestar o Estado providencia

Reconocimiento de garantías individuales.

Sindicaturas, auditorias, ombudsman, etc

Tercera Generación o de Incidencia colectiva

Derechos al ambiente, consumidores y usuarios

Sustentabilidad del desarrollo

Estado Post-privatización

Estado neoliberal

Otros agentes diferentes del Estado

(Sociedad civil)

La protección de los derechos ambientales que recaen sobre la anticipación de daños a bienes que son de las colectividades, no solamente son complicados en los procedimientos sino que son difíciles de medir y evaluar, sobretodo cuando sus efectos ocurren en el futuro.

     Quizás aquí en esta discusión de la reparación de los daños deba entrar también el concepto de reparación de perjuicios que contemplan algunas regulaciones, entre ellas la mexicana,  que implica la anticipación de los beneficios que dejan de recibirse por los daños al medio ambiente.

     La democracia participativa es un método de resolución de conflictos ambientales que puede conciliar las variables económicas, ambientales y sociales mediante el involucramiento y la participación de la ciudadanía que ejerce su derecho al libre acceso de la información ambiental publicitada por los mismos actos gubernamentales. La gobernabilidad democrática debe sustentarse en herramientas que promuevan una utilización más racional de los recursos ambientales en función de determinados estándares de calidad que garanticen la sustentabilidad, tales como la provisión de información transparente mediante libre acceso, los programas promocionales de educación ambiental y una institucionalización de mecanismos, políticas y procedimientos orientados por un proyecto de desarrollo verdaderamente sustentable .

    La formulación de políticas públicas y estrategias mediante la concertación de voluntades en la cual los intereses son regulados por grandes visiones y objetivos de protección ambiental y desarrollo sustentable, con procedimientos de resolución de conflictos que implican la reparación de daños y perjuicios en los ecosistemas. La implementación de estas políticas deben ser más de competencias de una gestión pública de los gobiernos locales.

Referencias

ONU (1987). Nuestro Futuro Común. Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y

     Desarrollo. (Comisión Brundtland) Organización de las Naciones Unidas.

Sabsay, Daniel Alberto (2002). “La problemática ambiental y del desarrollo sostenible

    en el marco de la democracia participativa”. Notas del curso de Ambiente, Economía

     y Sociedad. FLACSO, 2002.


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