Perspectivas del Turismo Cultural II
La gestión del turismo y sus problemáticas desde visiones sociales

Recorridos Culturales por el Legendario Camino del Inka

Christian Vitry

            A lo largo de la cordillera andina, desde Ecuador hasta la distante Mendoza, atravesando los más agrestes y variados paisajes, salvando vados abismales, cruzando pantanos, lagos, desiertos, altas cumbres y tupidas selvas, se dibuja sobre el paisaje una red de caminos de por lo menos 23.000 kilómetros de extensión. 

            Cuando los conquistadores ingresaron a las indómitas tierras andinas no pudieron evitar su admiración por la vialidad imperial de los Inkas.  El cronista Cieza de León tras ingresar al Tahuantinsuyu comentó: "De Ipiales (Colombia) se camina hasta una provincia pequeña que ha por nombre Guaca y antes de llegar a ella se ve el camino de los Ingas tan famoso en estas partes como el que Aníbal hizo por los Alpes... Creo que si el emperador quisiere construir un camino real que se parezca al que va del Cuzco a Quito o que parte del Cuzco para ir a Chile, pese a todo su poder, no ha de lograrlo". A fines del siglo pasado el incansable geógrafo explorador Alexander Humboldt se refirió a los caminos del Inca diciendo: “...tuvimos dificultad en el Altiplano de Pullall para conducir nuestras mulas cargadas a través del terreno pantanoso, mientras a nuestro lado divisamos extenderse los restos grandiosos del camino inkaico con 20 pies de ancho. Cimentado estaba profundamente y empedrado con bloques labrados de pórfido negro.  Cuanto he visto de calzadas romanas en Italia, en Francia meridional y España no era más imponente que estas obras de los antiguos peruanos. Hállanse según mis observaciones barométricas, a 4.000 m. de altura sobre el mar.”

El Qhapaq ñan o Inka ñan (camino del Inka) era en realidad mucho mas que una simple vialidad que unía las diferentes geografías y ecosistemas del Tahuantinsuyu, representaba la presencia simbólica del poder y autoridad del Estado Inka, cuyo uso era exclusivo de sus miembros, existiendo un riguroso control mediante puestos de observación y vigilancia  distribuidos de manera equidistante y conectados visualmente entre sí. Además, los Tampus o Tambos que eran los alojamientos para el Inka o los viajeros en misión oficial, como así también especies de depósitos donde se almacenaba comida, leña, forraje, ropas, armas y otros tantos productos necesarios para el incanato y su sistema de control estatal.           

Si realizar una caminata por los bellos paisajes que atesora nuestra geografía resulta una experiencia inolvidable, que decir entonces si dicho paseo se hace transitando por el legendario camino del Inka, que fuera motivo de admiración de conquistadores, investigadores y cuanta persona tuvo oportunidad de conocerlos y caminarlos.  Pocos saben que en el Noroeste argentino existen cientos de kilómetros de caminos arqueológicos en buen estado de conservación que, de ser adecuadamente tratados, pueden transformarse en un atractivo turístico de primer nivel, especialmente para los que gustan disfrutar del trekking o senderismo por comarcas montañosas.

Este legado patrimonial de las culturas americanas precolombinas se ha conservado hasta nuestros días casi intacto en muchas partes, no pudiendo uno salir del asombro ante tanto ingenio constructivo y conocimiento del terreno. Se los puede seguir a lo largo de cientos de kilómetros por los  variados ambientes del noroeste argentino, desde el yermo paisaje puneño, pasando por los semiáridos Valles Calchaquíes, siguiendo por el fértil y templado Valle de Lerma, hasta las postrimerías de las húmedas Sierras Subandinas. Caminos que oscilan entre los 2 y 3 metros de ancho, cuyas características constructivas varían desde  la simple limpieza o despejado del terreno y amojonado lateral, hasta caminos empedrados, enlajados, con canales y sofisticados sistemas de desagüe, como también con escalinatas esculpidas en la roca viva o construidas con rocas trabajadas para tal fin.  Existen caminos que ascienden por pendientes que oscilan entre los 40 y 70 grados de inclinación, donde los laboriosos constructores debieron cortar la roca de la ladera o amurallarla para que éste pase. Como en Perú, en el NOA también existen puentes de madera y roca, que salvaban vanos de las quebradas y cárcavas profundas. Además, caminos que conducen hasta los elevados santuarios de altura, como el caso del volcán Llullaillaco (6.739 m), el Nevado de Chañi (5.900 m), Nevado de Cachi (6.380 m), Nevado de Acay (5.716 m), el volcán Socompa (6.080 m) entre otros.

            A pesar de los miles de kilómetros en que se entretejen estos caminos arqueológicos, existen similitudes constructivas que los hacen característicos y únicos.  Donde el terreno era aplanado los Inkas trazaban una línea perfecta, a veces de varios kilómetros como el caso de la recta de Tin Tin en los Valles Calchaquíes, actual Ruta Provincial Nº 33, que fuera otrora camino precolombino; otro elemento distintivo, fue el de unir dos puntos o localidades empleando la menor distancia posible, sin por ello olvidar u obviar la disponibilidad de agua y la menor inclinación del terreno.  Las diferentes técnicas aplicadas a la construcción de estos caminos, se adaptaban sobremanera a los viajeros, cuyo objetivo se orientaba a reducir a la mínima expresión el esfuerzo y desgaste  físico.

            El Noroeste argentino no cesa de sorprendernos con tantas riquezas que merecen la pena ser conocidas y difundidas por todo el orbe.  El turismo cultural, si está bien encaminado, se transforma en un aliado y principal defensor del patrimonio, posibilitando nuevas investigaciones y educación, preservando los lugares, difundiendo la cultura local y generando trabajo para muchas personas.

Transitar por el pétreo derrotero construido por el Inka, permite transportarse a través del tiempo y recorrer la rica historia y geografía cultural de este confín andino.

 


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