Criterios y Fundamentos para un Replanteo de la Epistemología Antropológica

por Florencia Isola Zorrozúa.

I

La práctica antropológica está circunscripta a un contexto determinado, no está fuera de la historia, sino sumergida en esta y no de cualquier historia, de la historia de los enfrentamientos, de las luchas, de la historia político y económica. Nuestra práctica antropológica, refiriéndonos a lo concreto de la actual producción en la Universidad de Buenos Aires, se ve sesgada, direccionada y moldeada por quienes obtienen la victoria ideológica en tales enfrentamientos.

No es aquí nuestro propósito desentrañar cuáles son o no los acontecimientos específicos de tal victoria, ni cuales los mecanismos de lucha que están operando para la obtención de un determinado espacio de "poder". Pero si pretendemos una aproximación al análisis de los sesgos que este tipo de "victorias ideológicas" imprimen en el contexto de la realidad académica actual de la carrera.; en tanto que comprendemos que tales efectos no son aleatorios y azarosos, menos aun inocentes, por lo contrario, establecen los lineamientos epistemológicos, elocuentes de la situación actual de nuestra disciplina.

II

Definir la antropología por el método que esta usa, es algo a lo que han recurrido con frecuencia algunos antropólogos cuando se encontraron frente a la problemática, no poco confusa, de querer delimitarla. Pero sabemos, y creo que ya todos sabemos, que ninguna ciencia o disciplina puede ser definida por su metodología.

Las prácticas metodológicas de la antropología biológica o de la forense, se acercan mucho más a las prácticas de la biología, de la química, que a las de la antropología social, y nadie duda de lo antropológico de estas orientaciones, pero esta capacidad de orientaciones en la antropología llega hasta el limite que cualquier tema que a uno se le ocurra, y bajo cualquier situación de ocurrencia puede ser antropologizable. En una explicación esencialista al mejor estilo Aristotélico, la antropología desde su práctica nos asegura y nos intenta demostrar la "esencia antropológica" de todas las cosas que nos rodean; y el ser dotado para captar esta esencia es el antropólogo, como en Aristóteles era el filosofo.

Entendamos que más de una vez, por no decir demasiadas, se ha especificado o intentado delimitar a la antropología por su capacidad para ejercer una "mirada antropológica". Lo subjetivo que puede llegar a ser la mirada que los sujetos -en este caso los antropólogos- puedan ejercer sobre las cosas, hace que la misma como criterio de demarcación no tenga sentido, y que como mirada resulte demasiado ciega.

Creemos, y comprendiendo las limitaciones de nuestras convicciones, que delimitar criterios de demarcación para definir la antropología es una tarea impostergable, como también consideramos que desde ninguna óptica estos criterios pueden ser los metodológicos, dado que muchas ciencias o disciplinas comparten metodologías; ni tampoco los esencialistas, siendo estos desbordadamente metafísicos.

Parece que la comunidad antropológica ha temido a los criterios de limitación y demarcación, considerada seguramente a la amplitud -en los términos que ya mencionamos-, como una característica favorable. Amplitud que pierde a la antropología en un entramado de significaciones y resignificaciones hasta el punto que en la actualidad el significado de la misma, para un gran sector de la comunidad antropológica, esta más relacionada con una corriente estética, que con algún estamento de ciencia o disciplina.

En lo personal disfrutamos de las manifestaciones estéticas y son parte constitutiva de nuestras vidas, nos parece rescatable la búsqueda de cierto preciosismo, pero de ahí a considerar que la antropología se basa en este tipo de prácticas, y no que estas pueden ser un elemento o no que considera en su investigación el antropólogo en cuestión, nos parece confundir los niveles, confusión que para nuestro gusto, en estos tiempos, sucede muy frecuentemente.

Cuando se delimita una ciencia, en los criterios de la misma, hay cosas que van a quedar afuera, que se van a perder por lo que implica el ejercicio mismo de la delimitación. Pérdida que casi con un sentido de desolación psicológica, los antropólogos hemos temido. Hubo que hacer las definiciones más amplias, las que engloben más cosas, las más difusas y sin ningún tipo de sistematicidad para que cualquier cosa resulte antropologizable. Ahora para que la antropología no se pierda en un entramado confuso de objetivos y prácticas, hay que desenredar el ovillo, deshacer la galleta; entonces, recién empezar a plantear cosas básicas, como qué es la antropología, cuales son sus objetivos, hay que cuestionar su metodología intocable, refiriéndonos específicamente al trabajo de campo; para entender de una vez por todas, que aunque lo tiremos abajo, la antropología puede seguir existiendo, también se tiene que dar la discusión entre ciencia y disciplina, para poder salvarla de la agonía. Recién después, podremos empezar a hablar de otras cosas entendiéndonos y constituyéndonos en una comunidad de antropólogos.

Actualmente los únicos que han reconocido académicamente la crisis epistemológica de la antropología han sido los nombrados antropólogos posmodernos, que de alguna forma han planteado una teoría de la teoría antropológica.

Los presentes delineamientos no tienen como objeto hacer una crítica relevante a la antropología posmoderna, sino oponerse, dado que se constituye como la antropología que no queremos, una corriente estética, basada en la crítica literaria y sin ningún tipo de contextualización político-económica, en donde los pilares fundamentales son el conocimiento no-científico y la subjetividad. Tenemos que ver si la antropología posmoderna sucedió, y si nos sucede, porque la comunidad antropológica no logra conformar un movimiento alternativo capaz de producir un conocimiento no híbrido y una crítica sistemática a la llamada antropología clásica que critican los posmodernos, y una crítica a los posmodernos mismos.

Creemos que la tarea presente de la comunidad antropológica, para la no disolución de la antropología en un misticismo snobista, ecléctico y esquizofrénico, pasa por una revisión seria y un replanteo riguroso de su epistemología, pero que esto ahora lo tiene que dar la otra campana de la concepción de lo que es antropológico. Quizá; sólo así -y solamente así-, la antropología reviva.

Bibliografía de referencia.

-Foucault, Michel (1991) Saber y verdad .Madrid: Ed. La Piqueta.
-Foucault, Michel (1979) Microfisica del poder. Madrid: Ed. La Piqueta.
-Hobbes, Thomas (1983) Leviatán. Madrid: Sarpe.
-Isola Zorrozúa, Florencia (1996). Fragmentos de un discurso antropológico posmoderno (Una perspectiva critica). En Revista Espacios N§ 7. Santa Cruz. -Reynoso, Carlos (ed.) (1991) El surgimiento de la antropología posmoderna.México: Gedisa.
-Russell, Bertrand (1992). El Conocimiento humano. Buenos Aires: Planeta.

 

 


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