Los Museos y su Papel en la Formación de la Identidad

Por Margarita Barretto

El concepto de identidad ha cambiado al cabo de los siglos, así como la forma en que las ciencias ven al sujeto portador de la misma. El sentido tradicional de identidad presupone unidad, homogeneidad interna, y, en algunos casos, la existencia de un "yo" igual y estable al cabo de los años

Para la óptica post moderna, el sujeto posee múltiples identidades que coexisten y se manifiestan en función de factores diversos, externos a él o internos. El sujeto es parte integrante de una sociedad, en gran medida determinado, moldeado por esta y por su historia y, además, por su inconsciente. Por ello, no tiene un comportamiento ni una postura siempre iguales a lo largo de su vida ni en todas las circunstancias.

"la identidad ...es transformada continuamente de acuerdo a las maneras en que somos representados y tratados en los sistemas culturales que nos rodean" (Hall, 1995:12) Al mismo tiempo, se considera que toda formación de identidad implica el reconocimiento de la diferencia y se realiza por oposición a ella.

Las instituciones que tienen la responsabilidad de transmitir la historia de una determinada sociedad, tienen, por lo tanto, una gran importancia en la formación de la identidad del individuo, o sea, decirle de donde viene, mostrarle sus raíces, sus iguales y sus desiguales. Esto servirá para que el individuo no solo sepa quien es, sino para que, sabiéndolo, se instrumentalice para construir su futuro.

Dentro de este marco de ideas, algunos museos vienen jugando, desde la década de 1970, un papel importantísimo en la creación o recuperación de identidades locales, nacionales o regionales, mostrando la unión en la diversidad cultural en la que están insertos. Siguieron la filosofía expresada por Georges Henri Rivière, para quien los museos debían ser "una institución al servicio de la sociedad que adquiere, conserva, comunica y expone con la finalidad de aumentar el saber, salvaguardar el patrimonio, la educación y la cultura, bienes representativos de la naturaleza y del hombre" ^u(el subrayado es nuestro)

Los trabajos más famosos son los del ecomuseo de Le Creusot (rancia) y del museo vecinal de Anacostia (Estados Unidos) en los cuales se intentó contribuir a la formación de la ciudadanía, en el primero a través de la acción comunitaria y en el segundo del rescate de la cultura popular.

Le Creusot abarca un área de 500 kilómetros cuadrados, donde viven 150 personas, algunas en propiedades rurales y otras en los pueblos de Le Creusot y Montceau-les-Mines.

Dentro, todo, hasta los árboles eran patrimonio y la gran innovación era que los habitantes gerenciaban el museo de forma comunitaria. Durante los ocho años de duración de la experiencia (hasta 1986) fue palco de una acción museológica totalmente innovadora. El personal del museo consistía en técnicos, investigadores y animadores culturales que vivían dentro de la comunidad e interactuaban con ella. Los habitantes, por su parte, eran sujeto y objeto de las investigaciones y daban su opinión sobre los programas que el museo debía desarrollar.

El museo de Anacostia se abrió en 1967 en un distrito negro de Washington. Su origen fue una exposición para conscientizar a la población sobre el peligro que representaban las ratas y como exterminarlas. Actualmente su trabajo continúa asentado sobre las necesidades de la comunidad local. El trabajo de los científicos recibe el complemento de los habitantes, sean niños, estudiantes, trabajadores o minorías. Funciona en un viejo depósito y no tiene acervo própio. Las actividades se realizan de acuerdo a las necesidades de la comunidad, talleres de música étnica, artes plásticas, etc y se realizan exposiciones para tratar temas de interés elegidos por la comunidad.

En el tercer mundo también hubo trabajos marcantes en este aspecto, como los realizados por el Museo Nacional de Niger, en Niamey, y el museo comunidad de Chordelej, en Ecuador.

Los trabajos de estos museos pueden ser inscriptos dentro de la educación permanente, en el concepto aportado por Pierre Furter, de una educación destinada a favorecer el desarrollo cultural de las personas para que puedan reinsertarse y reinterpretar permanentemente su sociedad y jugar en ella un rol protagónico.

El Museo Nacional de Niger fue un museo al aire libre construído de acuerdo a los moldes de Skansen, en Suecia, (considerado paradigma de este tipo de museo), reconstruyendo casas de diversas partes del país con la intervención directa de los artesanos de cada región. Fue concebido en 1958 y se cree que Varine Bohan se inspiró en él para sus trabajos en Le Creusot. Estaba orientado a propiciar que los africanos tomasen conciencia de su pasado y conocieran la inmensa diversidad cultural de su país. Se propuso hacer un trabajo de educación continuada, fuera de los esquemas escolares. La idea era hacer con que los jóvenes no olvidasen lo que aprendían y que recibieran una formación más amplia que les permitiese utilizar sus manos para trabajos prácticos. El museo les enseñó técnicas tradicionales tales como la cerámica o la construcción de casas de tapia, a cultivar verduras y frutas, criar gallinas, así como nociones de mecánica. De esta forma los jóvenes reciclaban los conocimientos anteriormente adquiridos y adquirían otros nuevos e instrumentales. Al mismo tiempo recuperó leyendas utilizando la historia oral y mantuvo vivas canciones tradicionales. Realizó también un trabajo pionero con desempleados y discapacitados que antes eran mendigos, a los que consiguió reinsertar en la economía a través de la confección y venta de artesanías.

El Museo-Comunidad de Chordelej pudo ser analizado a través de los relatos de un intelectual del equipo idealizador y de un miembro de la comunidad que pasó a ser agente cultural. De acuerdo con el primero, el Museo Comunidad surgió a partir de la premisa de que la educación contemporánea debe ser humanística, crítica, flexible, identificada con la cultura y permanente, porque, dado el ritmo acelerado de los cambios, no es posible más vivir del saber acumulado en la escuela, sino que es necesario reciclarse permanentemente; aprender a aprender. Dentro de esta filosofía, el museo se propuso ser el depositario de la memoria de la comunidad y el revitalizador de sus valores.

Estaba instalado en una casa común adaptada, como forma de valorizar la arquitectura local. Guardaba las piezas arqueológicas de la región y las obras de artesanos muertos y vivos. Los últimos, realizaban talleres en los cuales cambiaban ideas entre sí y con técnicos y tenían un grupo de discípulos que serían los continuadores de su oficio. El museo permitió la reformulación de las relaciones entre artesanos y comerciantes, a través de una acción conscientizadora en la cual se trabajaron los conceptos de subdesarrollo y dependencia.

El museo educaba al artesano dándole la oportunidad de fortalecer y renovar sus conocimientos y a la comunidad recuperando en ella la memoria de su pueblo, revalorizada. En esta labor educativa, recuperaba, sobre todo, la identidad de un pueblo antes sometido. Los resultados del trabajo realizado quedaron muy bien evidenciados en las palabras de un campesino artesano que pasó, después de un tiempo, a ser agente cultural.

"Los primeros pasos fueron el darme confianza, hacerme ver que soy útil y capaz;... me dí cuenta que podía pensar en ayudar a los demás...Y lo que es más, comencé a conocer quienes somos y quienes debemos ser, para rescatar los valores propios de un pueblo lleno de tradición e historia" (Jara:1985:17)

Otro trabajo digno de mención también sucedió en Ecuador, en el Museo del Banco Central (Quito). Después de años de investigación arqueológica, arquitectónica e histórica, en 1969 se abría un museo que mostraba 2000 años de historia del país, de una forma pluralista, donde estaban representados tanto el indio como el español, nos solo en las exposiciones, sino dentro del personal. Por primera vez en el país se contrataba en un museo una guía indígena, que hablaba quechua, lo que permitió que todas las comunidades visitasen las exposiciones y se sintieran igualmente en casa. Decía su director que, de esa forma "se afirmaba nuestro ser mestizo, simbiosis biológica y originalidad espiritual, nuevo ser y nueva raza"(Crespo Toral, 1985:66)

Las experiencias relatadas no nos deben dar la falsa impresión de que todos los museos son centros de educación popular o de conscientización cívica. Gran parte de los museos aún continúa contando la historia escrita por los vencedores y mostrando las riquezas de príncipes y duques. Lo relatado apenas demuestra que los museos tienen el potencial para ejercer una acción educativa que lleve a la mejor comprensión de la identidad, que puede traer, como consecuencia, una mejor calidad de vida para diferentes sectores de la sociedad, basada en la tolerancia y en el intercambio.

BIBLIOGRAFIA

BARRETTO, Margarita.- Análise da Utilidade Social dos Museus de Campinas, Disertación de Maestría defendida el 11 de agosto de 1993, FE/Unicamp/Br.

BRANDC3O, Carlos R.- Educaçao popular, S.P., Brasiliense, 1984.

CABRERA JARA, R.- El museo-comunidad de Chordeleg, in Alternativas de Educación para grupos culturalmente diferenciados, Cuenca. (Ecuador). OEA, 1985, Tomo III: 13-21 CRESPO TORAL, Hernán.- Museos: Arqueología, arquitectura y estética, in Alternativas de Educación para grupos culturalmente diferenciados, Cuenca. (Ecuador). OEA, 1985, Tomo III: 61-70 FURTER, Pierre.- Educaçao permanente e desenvolvimento cultural, Petrópilis, Vozes, 1974.

HALL, S.- A Questúo da identidade cultural, IFCH/Unicamp, Textos Didáticos, No 18, Dezembro 1995. GIRAUDY, D. e BOUILLET, H.- O museu e a vida, Fund. Pró-Memória, Inst. Nal. Do Livro, UFMG, Belo Horizonte,. 1990. HUDSON, Kenneth.- The dream and the reality, in Museums Journal, April 1992, 27-32.

TOUCET, Pablo.- Um museu original a céu aberto, in O Correio da Unesco, ano 3, n. 4, Abril 1975.

 


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