FRAGMENTOS SIGNIFICATIVOS. Reflexiones Sobre la Subjetividad Expresada a Través de la Colección.

Diana Massa v

"Como si buscara una especie de célula primordial, el nudo blanco, el origen de las formas y de las palabras, en el rasgueo de una guitarra, en la melodía que se repite y repite sin terminar. Un núcleo que es el origen de todas las voces y de todas las historias, una lengua común que está como grabada en el vuelo de las aves, en el caparazón de las tortugas, una forma única."

Ricardo Piglia, La Ciudad Ausente.

Un Relato de vida y una Colección de Monedas

     ¿Cuáles son las razones por las que una persona decide, como en una tarea interminable, juntar objetos? ¿Por qué sería importante documentar la existencia de una pequeña colección de monedas, aparentemente significativa sólo para su dueño? ¿Cómo comprender la intencionalidad que subyace a la formación de colecciones? ¿Cual es el vínculo entre el coleccionismo particular y el patrimonio cultural  que contienen y exhiben  los museos?

     Este trabajo es, en primera instancia, el acercamiento a un fragmento del relato de vida de un hombre que colecciona monedas japonesas. Pero también es el recuento de las preguntas que quedaron sin contestar, en parte porque probablemente las respuestas las conozca solamente Kazuo y, en parte, porque mi relación con él fue efímera. Es, además, el intento de pensar su afición desde enfoques que rescatan las  historias personales de los coleccionistas y ligarla a la comprensión de los procesos que suybacen a la formación de colecciones. Mi intención es proponer que estos marcos intepretativos pueden servir para comprender el substrato subjetivo que interviene en la formación de toda colección y, en ese sentido, contribuir a la comprensión del papel de los sujetos en los procesos vinculados con la constitución de series de objetos considerados representantes de un período histórico determinado. Por lo tanto, no pretende establecer una línea de trabajo acabada, sino sugerir caminos alternativos para pensar la afición de coleccionar objetos.

     Kazuo es mexicano, hijo de japoneses, es profesional. Es el  único hijo de una pareja que llegó a México en 1930 y el último de una cadena familiar de varones que ejercen la misma profesión; su padre, abuelo y bisabuelo, oriundos  de Hiroshima.

     Conocí a Kazuo en su casa. Me pareció un hombre amable y medido en sus expresiones, hablaba con tono bajo y pausadamente, parecía introvertido. Su casa, aunque de construcción occidental, tiene una marcada influencia de estilo japonés, ventanales de vidrios repartidos, jardín interior, escasos objetos de adornos, ikebanas de crisantemos blancos. Al entrar sentí la impresión de un mundo conformado por orden, austeridad y  amplitud. Evidentemente él no se acercaba a la imagen, construida  por mí a priori, de un apasionado coleccionista en su "contexto natural". Faltaban los cuadros que mi imaginación había colgado de los muros, las vitrinas llenas de pequeños objetos, las lámparas suntuosas, los tapices y las alfombras, los libros en las bibliotecas. Faltaba ese exceso "naturalmente" vinculado con la pasión que implícitamente une al coleccionista con sus objetos.

     Tiempo después, me di cuenta que ese mundo me habló en el lenguaje del coleccionismo con una de sus frases más significativas, el orden. Pero además descubrí, que una colección de monedas japonesas antiguas, era lo más parecido a un tesoro que yo había visto hasta entonces; y los tesoros, como todos sabemos, no se muestran, se guardan para ser exhibidos en circunstancias especiales a personas determinadas ¿ O en circunstancias determinadas a personas especiales?.

     La idea de la colección como tesoro, como una forma de acumulación que  produce prestigio por la exhibición de lo poseído  y, al mismo, tiempo ligada a lo oculto de los templos, palacios reales y criptas, puede rastrearse en muchos trabajos sobre el tema. De hecho, el origen del coleccionismo de objetos de arte o arqueológicos, está vinculado a un proceso complejo en el que intervinieron diversos factores; colonialismo internacional,  intereses devocionales, afirmación de una nueva condición económica, y surgimiento de una actitud de apreciación de ciertos objetos como trascendentes al orden de lo cotidiano y de un mercado internacional en el cual  considerados como curiosidades, obras de arte o evidencias del pasado se convertían también en mercancías. La historia de muchas de las piezas que forman parte de las colecciones de los  museos contemporáneos evidencia esta compleja transfiguración que sufrieron los objetos al circular dentro de una sociedad y entre sociedades como bien personal , don , mercancía , botín de guerra o como parte del patrimonio cultural , dentro del proceso  que Nicolas Thomas denominó "promiscuidad de los objetos"[1].  Pero de las formas y significados de la exhibición de objetos de colecciones particulares hablaré después. Empezaré ahora por el origen de esta colección personal, porque, también como relataré más adelante, los tesoros parecen relacionarse en al línea de descendencia familiar de una manera especial.

     Como lo define Werner Muensterberger, la afición por coleccionar puede entenderse como la selección, adquisición y posesión de objetos de valor subjetivo (Muensterberger 1994:4). El coleccionismo se caracteriza por ser una modalidad de posesión y relación con los objetos que implica un fuerte involucramiento emocional, por esto sus  prácticas se manifiestan también con una recurrencia tal que han sido conceptualizadas como  "obsesivas"[2]. Esta especial forma de involucramiento con los objetos ha sido trabajada en sus dimensiones psicológicas y afectivas tratando de reconstruir disposiciones inconscientes cuyos orígenes se pueden rastrear en la infancia temprana. De acuerdo con esta postura el coleccionista asigna a sus objetos un valor especial, ya que su posesión cumple la función de modificar estados de angustia, ansiedad o incertidumbre (Muensterberger:1994).

     Ciertamente existe una amplia gama de variaciones personales entre el tipo de objeto coleccionado, las formas de coleccionarlo y guardarlo, sin embargo, a estas particularidades subyacen prácticas que están ligadas a una particular valoración del objeto, se lo inviste de poderes especiales y se lo convierte en un sustituto simbólico en el que se transfieren deseos que difícilmente podrían expresarse en otros planos (Baudrillard: 1988).

     Kazuo tiene una colección de monedas japonesas antiguas cuyo límite temporal, estrictamente fijado, está entre 1868 y 1945. Aunque posee piezas anteriores a este período, no las considera propiamente de la colección. Su explicación es que al no tener fechas acuñadas, le es difícil conocer exactamente la fecha o el período al cual pertenecen, él no es un especialista en numismática, es un "coleccionista"; por esto mismo no las puede ordenar y clasificar en series. El orden, clasificación y establecimiento de taxonomias es una de las características principales de la constitución de una colección, porque mediante ellas se construye la serie de objetos significativos. En la colección, la serie es más importante que el objeto mismo, ya que en ella se expresan , a través de la manipulación de objetos, la necesidad de control sobre un mundo imaginario. En tanto el objeto no resiste a la clasificación, ordenación y manipulación, se convierte en el medio privilegiado mediante el cual se expresan deseos del propietario (Baudrillard:1988).

     La colección no es solamente un conjunto más o menos ordenado de objetos, es principalmente una forma de pensar y concebir relaciones significativas entre objetos y de estos con el "mundo" o el contexto social al cual pertenecen. Coleccionar implica constituir también una forma de apreciación y de ordenación racional para ese conjunto de objetos y, como diría Barbara Kirshenblatt-Gimblett, constituir una actitud que haga posible la apreciación del conjunto de fragmentos como un todo coherente (Kirshenblatt-Gimblett: 1991).

     En el caso de Kazuo, las monedas consideradas parte de la colección están dispuestas en un álbum, separadas una de otra, con un orden temporal progresivo desde las más antiguas a las más recientes, cada una tiene registrado el precio y la fecha de compra. En un apartado  especial, sin orden aparente, están dispuestas las monedas más antiguas que no pueden ser clasificadas, algunas pertenecen al siglo XVIII, su factura es casi artesanal, tienen para Kazuo el valor de lo único. Se podría decir que, la dificultad para su incorporación a la serie de la colección radica precisamente en esta cualidad de objetos únicos. Al no poder ser clasificados él los adscribe a una categoría difusa que difícilmente entra dentro de patrones establecidos, su particularidad las hace por un lado especialmente valiosas y dignas de ser poseídas y por otro inclasificables e imposibles de incorporar al orden sistemático de esta colección. 

     El interés de Kazuo por coleccionar monedas, tiene un origen múltiple y está vinculado en su recuerdo directamente a las figuras de sus padres. Las primeras piezas las recibió como regalos de año nuevo durante la niñez, por otra parte ellos solían recompensarlo por sus calificaciones escolares con una moneda y finalmente siendo adolescente, su madre viajó a Japón y le trajo como regalo unas monedas que él considera los objetos fundadores de su colección. Su primera colección se formó entonces con estas monedas, que en ese momento estaban en circulación y eran consideradas como ahorro, y con un conjunto de monedas del siglo XVII que pertenecían a su padre y éste le cedió. En la formación de esta protocolección, se expresa la múltiple significación de este tipo de objeto, como bien de cambio representaban un tipo de acumulación, como regalo eran el vehículo a través del cual se expresaron formas de vínculo afectivo entre él y sus padres.

     La colección, según Jean Baudrillard, es en primer lugar, un discurso para sí mismo, aún cuando se pueda convertir en un discurso par otros. Las conductas de manipulación, ordenación y sobre todo el hecho de que la colección parece no tener fin - es un juego serial en el cual el objeto único es el término donde se resume todo un paradigma - están relacionados con la necesidad de satisfacer un deseo, la imposibilidad de lograrlo es lo que subyace al acto de coleccionar (Baudrillard:1988). Los objetos son el vehículo a través del cual se expresan deseos, pero también contribuyen a crear un sentimiento de identidad, funcionan como fuente de autodefinición. El valor asignado a las piezas, puede incluso expresarse en una suerte de "subjetivización del objeto",  en este juego de identidades se les asigna nombres que los particularizan y distinguen (Muensterberger:1994). En el relato de Kazuo, algunas monedas especiales son conocidas por sus nombres, así un peso mexicano acuñado en 1913 es llamado "Peso de la bolita", o una moneda mexicana del período revolucionario se conoce entre los entendidos como un "Muera Huerta".

     Desde este punto de vista, los objetos permiten reconstruir una historia subjetiva, objetivada en la colección, son el medio por el cual también se establecen identidades. Según  Kazuo su colección de monedas le permite reconstruir la historia de una Nación, Japón. Los límites impuestos a su colección, racionalmente delimitan esta historia entre el momento en que Japón entra en el mercado de valores mundial y 1945, el final de la segunda guerra mundial. Me pregunto entonces, ¿es posible establecer una relación entre el último límite temporal y la derrota de Japón en la guerra, precedida por el estallido de la bomba en Hiroshima?, seguramente él tendría la respuesta que desconozco, aquí solo  puedo sugerir una línea que relaciona la selección de un tipo de objeto y su ordenamiento, con la identidad nacional de sus padres y , tal vez , con la suya propia como  hijo de inmigrantes.

     Sus padres llegan a México en la década del treinta. Este período, según el relato de Kazuo, fue especialmente difícil para Japón, la recesión económica y el desempleo determinaron migraciones en masa hacia países latinoamericanos. En México, las cosas no iban mucho mejor, el país estaba atravesando el crítico momento de  contienda civil de la Guerra Cristera. En este contexto sociohistórico, su padre se acoge a una ley de revalidación de títulos que le permitía ejercer como profesional y decide dejar Japón para establecerse en México. Su intención según refiere Kazuo, era desarrollarse en su profesión; también "hizo mucho dinero" e invirtió en varias empresas cuyo destino es incierto en el relato y parecen no haber tenido un final feliz. La primera fue la adquisición de acciones de una mina de plata que al poco tiempo quebró y la segunda, la compra de hectáreas de terreno que "también se perdieron".

     Surge aquí una nueva pregunta ¿este fragmento de relato de vida, a través del cual Kazuo reconstruye los orígenes de su familia y las actividades de su padre, se ligan con su interés actual por coleccionar específicamente monedas japonesas?. De su relato no se desprende que él establezca relación entre esta situación y su afición actual. Cuando se refiere a su interés por coleccionar monedas japonesas, lo describe como un reto que se impone a sí mismo al recuperar objetos que en México resultan raros, y por lo tanto, difíciles de conseguir. Su interés no es económico, él colecciona por "el gusto".

     La conceptualización de la actividad como un reto, o como una obsesión es otra de las características comunes que establece unidad en la diversidad de coleccionistas y colecciones. En este tipo de comportamiento, la ausencia cobra una importancia mayor que la presencia del objeto. La falta actúa como motor impulsor de la práctica recurrente. La búsqueda progresiva y permanente es un aspecto característico de las prácticas de los coleccionistas, la necesidad de nuevas adquisiciones estaría ligada a raíces profundas y tendría su origen en un registro no siempre consciente de pérdida  o vulnerabilidad. Es el intento por construir una totalidad ideal que satisfaga el deseo de completud (Muensterberger:1994). En el caso de Kazuo, esto es claro cuando expresa que su colección para él no tiene valor económico, no es una inversión, su objetivo es tratar de "conseguir el mayor número posible de monedas de cada año, de completarla lo más posible". Sin embargo, sabe que este deseo es imposible de satisfacer, lo expresó así cuando le pregunté cuándo consideraría terminada su colección, "...no se puede terminar, son muchísimas...".

     La condición recurrente vinculada  a las prácticas con los objetos que caracteriza el interés coleccionista, queda de manifiesto en su necesidad de adquirir monedas. Kazuo perdió una colección cuya formación le había llevado diez años, después de un primer momento en el que, desilusionado y apenado por la pérdida, decide no continuar con su actividad; se "inquieta" y comienza nuevamente a formar otra colección, la actual, que en cinco años sobrepasó en número la anterior. Sin embargo,  hubo una pérdida irrecuperable, en la primera colección estaban las monedas que su madre y su padre le habían regalado, sus primeras monedas.

     Si la colección es un discurso para sí mismo en el cual el objeto funciona como instrumento de control,  intento de reconstitución en un presente de un mundo de deseos y representaciones ¿Cuál es el deseo que por imposible de satisfacer, actúa como motor impulsor en la formación de esta colección? Ciertamente este trabajo no intenta dar cuenta de este interrogante , sin embargo la respuesta de Kazuo a  mi pregunta sobre las monedas que quisiera tener en su colección si pudiera, me parece significativa: - "las monedas que tenía mi padre, esas me gustaría tenerlas".

Los Fragmentos Significativos en los Museos

     Quisiera volver ahora a las preguntas iniciales y vincular sucintamente estas primeras ideas sobre el coleccionismo con la reflexión museológica que se está desarrollando en los últimos años. En la primera parte del trabajo intenté explorar la conformación de la colección como una serie de objetos con valor subjetivo, que vinculados estrechamente con la historia personal del coleccionista, representan el intento de restituir el orden y completud de un mundo de deseo . ¿Cómo se relacionan el interés particular de un coleccionista con las colecciones   que se exhiben en los museos?

     Creo que este enfoque sugiere en principio dos líneas de reflexión vinculadas estrechamente que pueden ser pensadas desde las ciencias sociales. En primera instancia pone de relieve la importancia de atender a las concepciones y prácticas de aquellos que están "detrás" de las colecciones. Al incorporarse a la colección, los objetos sufren una transfiguración en la que parecen relacionarse entre sí de una manera que, paradójicamente, opaca los vínculos que los constituyeron como tales. Al separarlos de sus relaciones originales, la colección crea un contexto nuevo para su apreciación e interpretación a la vez que los constituye en un conjunto significativo para el conocimiento (Kirshemblatt-Gimblett:1991). La serie, apoyada en la taxonomía, remite de un objeto a otro y convierte la relación entre objetos en el foco principal de interés, en la forma privilegiada de comprenderlos, al mismo tiempo que naturaliza relaciones construidas socialmente en momentos históricos particulares. El  origen de esas relaciones está en los vínculos que los sujetos establecieron con los objetos y a través de ellos con otros hombres y mundos, medidados por sus concepciones, valores, prácticas e intereses.

     Esta línea de reflexión nos remite al campo de los procesos que subyacen a la reconstrucción del pasado en instituciones específicamente concebidas con esta finalidad, los museos. El estudio de la conformación de las colecciones y su disposición museográfica en espacios públicos de exhibición, es un área que compete a las ciencias sociales ya que estas instituciones participan en la conformación de representaciones y valores sobre el  pasado y presente de las sociedades. El museo, en tanto forma de organizar, establece taxonomias y series de objetos que participan en la conformación y legitimación de esas representaciones (Pearce:1993). En él se construyen y exhiben conjuntos de objetos que tienden a conferir un sentido al pasado desde el presente, actualizando de una manera particular la relación entre ambos.  A la formación de conjuntos de objetos en una totalidad armónica y coherente que permita al visitante aprehender la historia, subyace el deseo de conferir sentido y orden a un tiempo que sólo puede ser aprehendido a través de sus restos materiales. También aquí la constitución de estos conjuntos significativos está mediada por las concepciones teóricas, valores e intencionalidad de los sujetos vinculados a su investigación, preservación y exhibición. Esto es, " la exhibición no es la historia misma, sino su evocación basada en una organización e interpretación particular de los fragmentos del pasado" (Morales,1995:27). Es el intento desde el presente de reconstituir el orden y sentido de un tiempo que se nos desvela de manera fragmentaria materializado en objetos. Este intento también está vinculado al deseo de reconstruir una identidad con raíces en el pasado. Como lo expone Ivan Karp, las exposiciones museográficas son espacios privilegiados para presentar imágenes de uno mismo, y de los "otros", ya que a través del orden de los objetos y del control de lo representado se pone en juego incluso la definición de un sentido de identidad (Karp:1991). Si esto es así, es necesario  explorar los procesos a través de los cuales se conforman estos objetos que, como evidencias del pasado o  representantes de un presente permiten acceder a su conocimiento. Esto es, conocer quiénes y cómo deciden la forma en que se confiere orden y significado a un mundo. Explorar el campo de conformación de representaciones sociales implica, desde esta óptica, preguntarse por las mediaciones que establecen los sujetos cuyas prácticas están directamente relacionadas con las colecciones de los museos en situaciones socio-históricas particulares.

     El museo moderno es también el ámbito donde los objetos de colecciones particulares se transfiguran en patrimonio cultural de una sociedad y son convertidos en bienes públicos[3]que pueden dar cuenta de una historia colectiva que pretende trascender el orden de lo personal. La constitución de la colección real del Louvre como primer museo público en Francia es el ejemplo paradigmático de este tipo de transfiguración que prolonga intereses y racionalidades subjetivas hasta los límites de un nosotros en función de objetivos políticos[4]. También la historia del coleccionismo entre los Habsburgo nos muestra como se transformaron las colecciones reales de privadas y casi secretas a públicas con finalidad educativa[5]. En estos casos colecciones privadas pasaron a formar parte del  patrimonio público y fueron ordenadas según criterios de clasificación de las disciplinas que se encargaban  del estudio de las piezas en cada momento histórico. 

     En nuestro país, sólo para citar algunos de los numerosos ejemplos,  el actual Museo Histórico Nacional, que fue creado en 1889 con el nombre de "Museo Patriótico", incrementó su acervo inicial con la incorporación de colecciones de familias ilustres de la época [6](García et al.: 1992) . El Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti", se creó en 1904 y sus primeras colecciones fueron donaciones hechas por Indalencio Gómez y  del mismo Ambrosetti, su primer director. A éstas  se le sumaron otras provenientes de investigaciones científicas, compras , canjes y donaciones; algunas de sus colecciones también provienen de  coleccionistas particulares [7].

     En el traspaso de la condición de colección personal a pública, los conjuntos de objetos que se incorporan como  parte del patrimonio cultural , conservan el  sesgo  personal que confirió orden y coherencia a una  multiplicidad de objetos. La particular racionalidad que dio forma al conjunto se traslada y prolonga en los depósitos, inventarios, catálogos y exhibiciones de los museos y subyace a las nuevas práticas y clasificaciones que se llevan a cabo con los objetos. Los límites originales del conjunto, valores estéticos de las piezas o su potencial para la comprensión de un período o manifestación cultural particular y las clasificaciones impuestas a las piezas al incorporarlas a la colección, permanecen y se continúan en el espacio de los museos.  El juego de subjetivización del objeto, que se manifestaba en la imposición de un nombre que los identifica y diferencia, se continúa en el ámbito de las prácticas de los  museos ahora trasladada a la colección. Se conocen y manipulan como un conjunto coherente que  es identificado con el nombre de quien las creó. "La colección", en el espacio de los museos, continúa siendo  identificada con su formador y lleva su nombre. Aunque en el proceso de patrimonialización[8], se les adjudique a los objetos otros nombres y otros valores asociados a su potencial para la interpretación pública - derivados de los criterios clasificatorios de las distintas ciencias vinculadas a su estudio y preservación - se los seguirá reconociendo como parte de ese conjunto original reunido por un sujeto particular. En el museo moderno  también tienen cabida y se reproducen estas formas personales de ordenar y clasificar fragmentos de mundos diversos. En estas instituciones de la modernidad - herederas de los principios de la Ilustración y del Romanticismo - conviven , a veces conflictivamente, diversas racionalidades representadas en las colecciones  preservadas y expuestas a la interpretación pública.    

          Finalmente quisiera señalar que esta reflexión no apunta a reducir el estudio del coleccionismo  a una multiplicidad de singularidades subjetivas, de hecho intenta  problematizar el sentido social de coleccionar y exhibir objetos. Si pensamos el museo no sólo como una institución con entidad física destinada a preservar y exhibir objetos, sino como el principio subyacente a una forma de pensamiento que en su conformación incorporó  una serie de actividades diferentes,  un sistema conceptual para explorar e interpretar el mundo (Pearce: 1993) , atender a la dimensión subjetiva de las prácticas relacionadas con las colecciones de bienes públicos tiende, más bien, como sugiere Devereaux, a tratar de entenderse en relación con el "objeto de estudio". Esto  significa incluirla en la reflexión sobre estas prácticas y pensar de qué manera interviene en la constitución de esos "objetos" (Devereaux:1977).  

     El enfoque que inspiró esta reflexión es, ciertamente, uno de los que se puede aplicar cuando intentamos rescatar el lugar de los sujetos en la constitución de colecciones y de evidencias históricas. Creo que los campos de la historia de vida y la historia oral, podrían dar aportes valiosos a esta forma de pensar las relaciones entre sujetos y objetos en el intento de reconstruir el pasado o exhibir el presente a través de colecciones. En esta propuesta, los "objetos que hablan por sí mismo", dejarían escuchar las voces de las mujeres y hombres que los constituyeron como parte de sus historias.

BIBLIOGRAFIA

Deveraux, George

1977    DE LA ANSIEDAD AL METODO EN LAS CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO.

            México,  Siglo XXI.

Baudrillard, Jean

1988    "El sistema marginal la colección" en: EL SISTEMA DE LOS OBJETOS, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 97-121.

DaCosta Kaufmann, Thomas

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Duncan, Carol

1991    "Art museum and the ritual of citizenship" en: Ivan Karp and Steven Lavine (editors) EXHIBITING CULTURES. THE POETICS AND POLITICS OF MUSEUM DISPLAY, Washington and London, Smithsonian Institution Press, pp. 88-103.

García Canclini, Néstor

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Kirshenblatt, Gimblett, Barbara

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Morales, Luis Gerardo

1994    ORIGENES DE LA MUSEOLOGIA MEXICANA. FUENTES PARA EL ESTUDIO HISTORICO DEL MUSEO NACIONAL, 1870-1940, México, Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana.

____     

1994    "Museografía e Historiografía" en: BOLETIN ARCHIVO HISTORICO GENERAL DE LA NACION, México. Dirección de  Publicaciones, Archivo General de la Nación, Cuarta serie, núm. 2, invierno 1994, pp. 15-38.

Muensterberger, Werner

1994    COLLECTING, AN UNRULY PASSION. PSYCHOLOGICAL PERSPECTIVES, Princeton, New Jersey, Princeton University Press.

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1993    MUSEUMS, OBJECTS AND COLLECTIONS. A CULTURAL STUDY, Washington, D.C., Smithsonian Institution Press.

Pearce Susan

1994    "Collecting Reconsidered" en : Susan Pearce (editor) INTERPRETING OBJECTS AND COLLECTIONS, London, Routledge, pp. 193-204.

NOTAS

v Agradezco a mis compañeras del Museo Etnográfico que leyeron este trabajo, aportaron ideas y  colaboraron con información sobre las colecciones, Lic. Andrea Pegoraro, Lic. Vivian Spoliansky,

Lic. Adriana Callegari, Lic. Mónica Beron y Dra. Inés Baffi. También a la Dra. Mónica Lacarrieu por la lectura atenta del borrador y sus comentarios sugerentes. Los errores, omisiones y aseveraciones son, por supuesto, responsabilidad de la autora.

[1] En la "vida" de los objetos, ni las significaciones particulares que se les asignan ni los tipos de relaciones en los que están implicados son estables. El valor acordado a un bien deber ser interpretado en términos de contextos sociales específicos tanto como en el nivel abstracto de la lógica económica (Nicolas Thomas ,"Objects, Exchange, Anthropology")

[2] La caracterización de una forma de comportamiento como obsesiva no está utilizada aquí como expresión de conductas patológicas. Mas bien me refiero a la condición recurrente de ciertas prácticas que implica involucramiento afectivo con los objetos y se manifiesta en la necesidad de su repetición.

[3] Bienes públicos no está usado aquí como de acceso al visitante en general, cuestión por otra parte controvertida, sino en el sentido propuesto por Susan Pearce para los museos como instituciones públicas, en tanto modelan representaciones sobre lo que es valioso e importante conocer y recordar en cada período histórico (Pearce: 1993).

[4] La transformación de la colección real francesa en museo público como un acto político con implicancias simbólicas tendientes a crear una representación de ciudadanía - a través de la posesión de bienes comunes a una sociedad - ha sido trabajada entre otros por Carol Duncan en su trabajo "Art Museum and the Ritual of Citizenship".

[5] Para consultar un minucioso trabajo sobre las colecciones de los Habsburgo en Austria , desde la época de los tesoros imperiales hasta el museo moderno del siglo XIX,  y su incidencia en la transformación del coleccionismo europeo ver: Thomas DaCosta Kaufmann "From Treasury to Museum: The Collections of the Austrian Habsburgs".

[6] Durante la gestión de  Adolfo Carranza ingresan al museo entre otras: la "colección Trelles" (1893), donada por Alicia Trelles que incluía numerosos retratos de adelantados, capitanes y soldados de la conquista española en América; la "colección Angel J. Carranza" comprada en 1901 y las donaciones de Eduardo Madero (García et al: 1992)

[7] En 1947 el Museo de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" traspasa al Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti" sus colecciones arqueológicas y etnográficas. De esta manera  se incorporaron al museo las colecciones Zavaleta y Aramendia. La "colección Zavaleta"  está formada por una gran cantidad de piezas arqueológicas del Noroeste argentino de distintos  períodos, cerámica, líticos, bronce y restos óseos humanos ; también componen la colección una serie de objetos que no se corresponden con piezas arqueológicas verdaderas. La "colección Aramendia", ingresada al Museo Bernardino Rivadavia en los años 1925 , 1828 y 1929 está compuesta por 5i88 piezas líticas de la patagonia argentina; los artefectos estaban acompañadas de información precisa,  de manera que se pudo reconstruir, en algunos casos,  las unidades de recolección. La "colección Wichmann", formada por un geólogo, fue donada al Museo Etnográfico  en el año 1930. Está compuesta por 12.590 piezas, básicamente   artefactos líticos y objetos de cerámica de las provincias de Santa Cruz, mitad oriental de  Neuquén, Rio Negro y Chubut, los objetos no tenían infomación detallada. La "colección González Garaño" donada en 1989 por la Sra. María Teresa Ayerza de González Garaño, está compuesta por piezas etnográficas y arqueológicas , especialmene platería mapuche y araucana, piezas del noroeste argentino, cerámica y textiles.   (La información sobre las colecciones Wichmann y Aramendia fue suministrada por la Lic. Mónica Berón).

[8] Entiendo aquí por patrimonialización, el conjunto de acciones tendientes a la constitución de productos culturales en bienes patrimoniales de una sociedad  que se caracteriza por una forma histórica de acumulación , la conformación de un conjunto de bienes como base de un saber objetivado, su expansión mediante la educación institucional y su perfeccionamiento por la investigación y experimentación sistemática, Este proceso está atravesado por las acciones del Estado, movimientos sociales y el sector privado (García Canclini:1989).


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