CONGRESO VIRTUAL 2000

Estudiantina, todos a la calle! Fiesta y ritual en la ciudad de Posadas.

Autor Néstor Alvarez.

Introducción

La Estudiantina posadeña es un desfile de estudiantes en el cual participan todos los colegios secundarios de la ciudad de Posadas. Para situar el tema señalamos algunas de sus características más sobresalientes. Se trata de una fiesta organizada por alumnos de colegios secundarios, en la cual intervienen también otras instituciones de la sociedad local. Los desfiles se realizan en la calle[1]; los jóvenes van vistiendo trajes de fantasía, cuyos complicados diseños, elaborados especialmente para cada estudiantina, están totalmente cubiertos con lentejuelas[1] y apliques de diversos materiales (telas, plumas, alambre, plásticos, etc.). Cada traje forma un grupo –escuadra o ala— dentro de la comparsa. Los colegios desfilan en comparsas compuestas de dos bloques: las chicas bailan y los chicos tocan ritmos con instrumentos de percusión.

La producción artística estudiantil –Estudiantina— es el resultado de un desarrollo planificado[1] cuyos ámbitos de organización son cuatro: a) comparsas –incluye las bandas de música, cuerpos de baile y carrozas—; b) desfile de la estudiantina; c) elecciones de reinas y, d) show de escolas.

La realización de la “Estudiantina Posadeña”, actualmente, requiere una gran inversión de recursos económicos y humanos, con una planificación y organización formalizada a partir de reglamentos de la Asociación Posadeña de Estudiantes Secundario (Apes), Ordenanzas Municipales[1], etc.. La producción general de la fiesta esta centralizada en Apes, pero las actividades concretas de producción –confección de trajes, carrozas, ensayos, cálculos económicos, etc.— depende de cada estudiante (y de su familia), grupo e institución escolar particular.

La fiesta se instituye en la ceremonia de entrega de las llaves de la ciudad. Lo que hace las veces de una “bisagra” entre el “caos” de los ensayos nocturnos en la calle y el ordenado desfile estudiantil al cual asisten estudiantes, profesores, padres y otros vecinos[1] de la ciudad.

Esta ponencia desarrollará los aspectos que marcan a la Estudiantina como ritual social en los momentos característicos de esta fiesta posadeña[1] actual.

Las partes del ritual estudiantil

La Estudiantina como ritual social es un proceso que se instituye en etapas que se suceden en un tiempo cíclico anual demarcado por actos que señalan el cambio de situación del estatus social de la fiesta; el momento de transición (liminaridad) separa los ensayos preparatorios del desfile, la construcción de carrozas y elecciones de reinas en cada colegio, del desarrollo de la fiesta propiamente dicho: el desfile de las comparsas estudiantiles por la calle de la ciudad de Posadas.

Los estudiantes organizan la estudiantina desde los primeros días del año escolar (marzo/abril), la elección del tema alegórico de la comparsa, el diseño de los trajes, las fiestas para recaudar dinero, etc.; los ensayos de ritmos y pasos de baile comienzan tres o cuatro meses antes de la inauguración de los desfiles, esto es, desde mayo o junio hasta septiembre, cuando comienzan los desfiles oficiales.

Esta fiesta local se desarrolla de menor a mayor sin solución de continuidad; nosotros notamos tres momentos clave: a) el momento de los preparativos de la fiesta; b) la realización del desfile estudiantil, que es el acto más fuerte del ritual; y c) el momento de post-estudiantina, cuando se terminaron los desfiles y solo resta esperar los dictámenes para saber que comparsa ganó. Este momento de espera podría ser definida como la liminaridad por la cual transitan los estudiantes y sus instituciones hacia la vuelta a la normalidad, a lo cotidiano, ordinario o rutinario de la institución escolar. Esto es, durante el desarrollo de la fiesta, los estudiantes van adquiriendo “poder”. Se trata de un poder inherente al tipo de ritual que ellos conducen, es decir, un poder transitorio y de fantasía que dura mientras se desarrolla la fiesta. Cuando el poder de la fiesta y, por lo tanto el de los estudiantes, pierde su fuerza porque la fuerza mágica del ritual termina, los estudiantes héroes de la estudiantina vuelven a ser alumnos comunes con guardapolvo blanco; vuelven a su estatus de adolescentes, alumnos de colegios secundarios que deben ajustarse a los requisitos y exigencias de la institución escolar: estudiar y dar examen.

Agentes e instituciones de la fiesta

Se trata de los ensayos, preparativos y puesta a punto de todo lo necesario para lograr un buen desfile. En el tiempo de preparación se manifiesta una fuerte tensión interinstitucional –escuela/municipalidad/vecinos—. Es la trastienda del espectáculo que se representará, finalmente, en el escenario público del desfile: la calle. Esta etapa se instala mediante una serie de acontecimientos ceremoniales donde se diferencian las diversas instituciones y agentes interesados, a saber:

Las instituciones escolares:

i- los colegios que entran y los que no; a su vez, éstos con representaciones[1] numerosas (colegios “grandes”) y, aquellos menos numerosos (colegios “chicos”).

ii- en cada escuela se diferencian los alumnos que entran a la comparsa de la escuela, única forma de participar activamente en el desfile, y los que no entran por diversos motivos[1]. Los profesores asesores de estudiantina, que se involucran personalmente con la fiesta acompañando en todas las instancias a sus alumnos –son los profesores asesores de rubros: banda de música, cuerpo de baile y carroza—, y aquellos profesores que se mantienen al margen de la organización estudiantil.

Los estudiantes experimentados en la organización de la fiesta –básicamente por haber entrado a la estudiantina en varias oportunidades— son quiénes dirigen y enseñan a sus pares durante los ensayos y desfiles. Generalmente estos estudiantes desarrollan una carrera en la comparsa de su colegio. Comienzan en primer o segundo año tocando más accesibles (tontón, cajitas, chapiteros); en tercer y cuarto año también tocan redoblantes y, en quinto año, tocan “chancas[1]” o zurdos mayores. En tercer y cuarto año se definen los futuros directores de la banda que, generalmente, son alumnos del último año. Los futuros directores deben contar con el acuerdo de los directores generales salientes. En resumen, existe una carrera o trayectoria lógica en la transmisión del habitus de la fiesta.

iii. El ente municipal es la otra institución, como detentor del poder público directamente interesado en el orden de la vía pública –la calle—; participan activamente el Intendente municipal y sus funcionarios que deben resolver conflictos entre vecinos y estudiantes por los ensayos en la calle. Lo básico es garantizar al contribuyente una distribución equitativa de las molestias que acarrean los ensayos frente a las casas de vecinos no vinculados directamente con la fiesta.

Los Concejales sancionan Ordenanzas que atañen exclusivamente a los ensayos y desfiles estudiantiles, para reglamentar horarios, calles y plazas habilitadas para la concentración estudiantil, etc..

Como dijimos, la estudiantina tiene tres grandes momentos; durante el primer momento de la organización del desfile, cada colegio define los temas alegóricos de las comparsas, comienzan los ensayos y la confección de trajes. La elección de temas y alegorías, confección de trajes y carrozas, son temas excluyentes durante el primer mes de preparativos. Existen distintas modalidades y mecanismos para la elección del tema de la comparsa según el colegio. Los democráticos formales, donde la elección del tema se hace mediante la exposición y elección entre distintos proyectos en una votación general, y donde cada alumno puede presentar su propuesta –tema principal, diseño de trajes y carroza; costos de los materiales, etc.—. Pero también existe colegios donde se reúnen los alumnos más interesados y con experiencia para acordar los temas que representará el colegio. Generalmente son alumnos del último año y el profesor asesor, todos con suficiente experiencia para opinar y decidir sobre la cuestión.

El gran conflicto que se plantea al interior de la institución escolar radica, como sabemos, en que el régimen escolar tiene una planificación curricular anual que debe cumplir, esto la lleva a entender que los ensayos de comparsas son una gran perdida de tiempo.

Esto es así principalmente por que la Estudiantina es una inmensa fiesta organizada en forma paralela a la planificación institucional escolar. Es decir, la estudiantina no está incorporada a los planes formales de estudio, pero su realización es inevitable. Se producen enfrentamientos que se traducen en luchas libradas por los estudiantes en dos ámbitos distintos:

a) en el ámbito institucional escolar, el conflicto predominante al interior de la institución ocurre entre los estudiantes que quieren –necesitan— salir a ensayar y los profesores que “deben dar clases”, es decir, necesitan cumplimentar con los requisitos escolares, y

b) en el ámbito de la sociedad civil donde el colegio, en tanto que unidad institucional, se enfrenta en negociaciones con las demás instituciones civiles públicas y privadas involucradas en la fiesta. Las negociaciones más arduas ocurren entre los estudiantes que ensayan en la calle y los vecinos que no soportan el ruido y la invasión de estudiantes en todo el barrio.

Los conflictos son más aparentes que reales. Durante los ensayos y construcción de carrozas, la institución observa estrictamente que éstos se realicen en horarios extra escolares.

¡No hay posibilidad de ensayar en las horas de clase! Excepto los días previos al desfile oficial !?.

Los estudiantes desfilan en representación del colegio; exhiben y se exhiben tras la insignia del colegio que se convierte en una divisa que refiere a la historia y prestigio de la institución; conforman una delegación de la institución escolar y, aunque esta delegación es reconocida como representación oficial del colegio, la calidad de la participación de sus alumnos en el desfile, depende y es mérito únicamente de los estudiantes, y no del colegio.

A pesar de todo, los resultados, triunfos y derrotas, de los estudiantes se “transfieren” a la institución y ésta los acumula en su historia como prestigio simbólico, poder social y tradición.

Se trata, entonces, de enfrentamientos en el cual “la sangre nunca llega al río” ya que si bien el control de las autoridades institucionales es estricto y muchas veces restringen las actividades pro estudiantina, el desacuerdo no radica en “hacer o no hacer” la fiesta, muy por el contrario, el conflicto está centrado en la lucha por la dirección y control de la fiesta antes que en su eliminación.

Al final de la fiesta instituciones y agentes involucrados ganan prestigio y poder, simbólico y real. La sociedad local evalúa a través de medios formales e informales[1] la calidad de la participación de cada colegio –brillo, prolijidad o disturbios—. En relación al ente municipal se discute si logró o no mantener el orden en la vía pública.

El momento de paso hacia el desfile

Este es el momento en que se transforma el campo. El desfile se caracteriza por una distensión[1] en las relaciones ente los estudiantes y los vecinos, pero la tensión se traslada al control de la calle por parte de las autoridades y agentes de seguridad públicos, durante las noches del desfile.

Unos días antes de la inauguración de la estudiantina, como dijimos, la institución escolar cede posiciones y dan a los estudiantes carta franca para terminar con todos los detalles del conjunto de la representación (trajes, ritmos, coreografías, carrozas, etc.). Otro tanto ocurre con los vecinos que toleran mejor el ruido... “porque total, unos días más y termina todo”. Sin la protesta del vecino, los agentes municipales también son más flexibles con los ensayos en la calle. Los días previos a la inauguración de la fiesta, la Estudiantina tiene una fuerza incontenible. Los estudiantes ocupan las calles y toda la ciudad queda envuelta en la fiesta. Esto constituye una nueva situación en el campo: su transformación o paso de “preparativos” a fiesta communitas, o fiesta de la toda la comunidad posadeña.

El acto que oficializa la fiesta es la entrega de las llaves de la ciudad a los estudiantes. El Intendente y sus funcionarios no solo entregan las llaves simbólicas, sino que también, se actúa un “traspaso” de mando de autoridades funcionales. Los delegados estudiantiles de la Asociación Posadeña de Estudiantes Secundarios (Apes), asumen los distintos cargos públicos municipales. El presidente de Apes se convierte en Intendente de la ciudad de Posadas; el secretario general estudiantil en Ministro de Gobierno municipal, y así subsiguientemente con todos los cargos del gabinete. El período que duran las autoridades estudiantiles, no se explícita pero se sobre entiende, es hasta la finalización de los festejos que abarcan dos fines de semanas.

Una vez asumidos como autoridades, los estudiantes visitan los despachos de los funcionarios y se enteran, en general, de las tareas que allí se desarrollan. En la mayoría de los casos esta aproximación a la función pública dura dos o tres días, con excepción de aquellas oficinas donde les proporcionan servicios (teléfono, fax, computadoras, etc.), en estos lugares se quedan más tiempo. Este traspaso de mando en lo más simbólico que tiene todo el ritual de la estudiantina. Básicamente constituye el permiso oficial para que los estudiantes ocupen las calles de la ciudad para el desfile.

La estudiantina como campo de disputa por el prestigio institucional

En la perspectiva de Bourdieu, los triunfos permiten a cada agente o jugador acumular los valores específicos disputados en el juego. Los jugadores –agentes o instituciones—pueden ocupar, según el volumen de capital que disponen, posiciones dominantes o subordinadas dentro del espacio de juego en cuestión. Tomamos este autor para definir lo más importante del de la estudiantina, que es la disputa de prestigio social de la institución escolar en el desfile. Bourdieu dice que el juego se define precisando aquello que constituye su objetivo y, para nosotros, lo que la estudiantina pone en juego no es material ni monetario sino un valor simbólico que se traducible en prestigio institucional públicamente reconocido.

No obstante, en la Estudiantina se dan premios que consisten en trofeos y dinero en efectivo que, por otra parte, no alcanza siquiera a cubrir los costos que implican entrar al desfile. Los estudiantes, y su padres, son conscientes de este mal negocio económico, sin embargo no escatiman esfuerzos (tiempo, trabajo, dinero) para lograr una representación competitiva.

La Estudiantina, en definitiva, constituye un campo de juego cuyo objetivo es la obtención de prestigio institucional dentro de un campo social más amplio donde existen muchos otros factores eficientes para lograr ganancias y mejorar las propias posiciones en el campo social. La estrategia básica del juego consiste en hacer llegar la mayor cantidad y variedad de recursos al colegio propio para ser utilizado en la fiesta.

El capital específico de la estudiantina se denomina prestigio institucional. La fiesta de la Estudiantina posadeña es un juego en el cual cada grupo social demuestra sus poderes o capital social, político y simbólico que invierten en la fiesta con el fin de mantener o aumentar su prestigio histórico.

Este capital simbólico (prestigio, poder, reputación, honor, etc.), adquiere dos tipos de valores específicos, uno sincrónico que es todo lo que se muestra y/o refiere al colegio durante las noches de desfiles estudiantiles y los tres meses de los preparativos. El otro valor tiene una perspectiva diacrónica y consiste en la historia del colegio en cuanto a su participación en las estudiantinas anteriores, ie, los resultados obtenidos que incrementan o disminuyen el prestigio de la propia institución. Esto nos revela en perspectiva a la institución escolar como capitalizadora de los valores que se ponen en juego durante la estudiantina[1].

El concepto prestigio institucional que utilizamos para definir el capital específico de la estudiantina se basa en el volumen del capital (o poderes) con que cuenta el colegio en los campos económico, social y político asociados a la fiesta, y que es lo que nos da la posición que ocupa cada institución escolar en el campo social.

Un ejemplo de esto es la matrícula de los colegios más antiguos y prestigiosos de Posadas que está integrada, en su mayoría, por miembros de los sectores sociales medios y altos, capaces de transformar sus capitales en poderes o valores disponibles para la Estudiantina.

En pocas palabras, disponen de un mayor volumen de capitales: dinero, bienes de capital (maquinarias, talleres, galpones, transportes, combustibles, insumos varios); relaciones sociales con personas influyentes a través de los cuales obtienen favores y facilidades diversas tendientes a incrementar el capital específico de la apuesta en la fiesta.

Pero ¿en qué consiste concretamente el prestigio institucional transformado en “capital específico” de la estudiantina posadeña?.

Antes que nada, el capital específico, es el valor o factor eficiente en un juego particular y sirve como poder para entrar al juego (Bourdieu, 1990; Bourdieu y Wacquant, 1995). Tener una cantidad determinada de capital específico, permite al actor existir en el campo, en lugar de ser solamente un número. Existen tres criterios para evaluar la distribución del capital específico que es el que define la posición del actor en cada campo: 1) posesión o no del capital específico en juego; 2) posesión mayor o menor del capital específico; 3) legitimidad de la posesión del capital.

Estos criterios nos permiten distinguir aquellos agentes e instituciones que dominan porque tienen el capital específico, de aquellos que no lo tienen y están subordinados a los primeros. Entre aquellos que tienen poder, distinguimos los que ocupan posiciones con poder legítimo y aquellos que, aunque tienen capitales y poderes, el grado de posesión y/o de legitimidad social de sus poderes los ubican en posiciones subordinadas dentro del campo.

Ahora podemos poner en claro los atributos del capital social y simbólico que está en juego en un ritual como éste. A continuación señalamos los puntos estructurales del capital específico que se disputan las instituciones escolares en la Estudiantina[1].

1- Antigüedad de la participación en la estudiantina que acredita el colegio: esto marca el compromiso de la institución con la fiesta, y diferencia los colegios que iniciaron la Estudiantina en 1950 de los que se fueron incorporando al campo en los años sucesivos. Los colegios más antiguos en la estudiantina tienen también mayor prestigio legitimado por la historia de la fiesta;

1.1- La antigüedad de la institución educativa en el medio, le proporciona una identidad particular reconocida por la comunidad posadeña.

2- Premios y reconocimientos acumulados en la estudiantina, obtenidos por el colegio en las anteriores ediciones de la fiesta;

2.1. Premios en comparsa, carrozas y reinas estudiantiles;

2.2. Reconocimiento y repercusión social en la comunidad y en la prensa local.

3. Cantidad total de alumnos del colegio que entran a la estudiantina, en comparsas, carrozas, Apes, etc., lo que indica el poder relativo de los agentes y la institución en el juego;

3.1. cantidad de integrantes en bandas y cuerpos de baile;

3.2- posición que ocupan los alumnos del colegio dentro de la organización burocrática—política de Apes: presidente, secretarios, vocales, colaboradores, etc.;

3.3- total de la matrícula del colegio;

3.4- extracción social predominante de su matrícula.

4. Creatividad y fuerza demostrada en el desfile: en ritmos, coreografías, diseño de trajes y carroza. En este punto se expresa:

4.1. los valores simbólicos observables en el desfile: el brillo y lujo de los trajes (plumas, apliques, tocados, etc.);

4.2. creatividad e innovación en ritmos musicales, coreografías y pasos de baile;

4.3. instrumentos musicales cantidad, variedad y novedad; etc.

5. Volumen total de la apuesta económica realizada por el conjunto de la representación institucional escolar, esto es, el capital económico total que sostiene la apuesta de cada colegio en la estudiantina. En el desfile de comparsas, carrozas y reinas lo que marca la diferencia (y la desigualdad) entre los distintos colegios es la mayor o menor capacidad de inversión económica que poseen, en conjunto, la población del colegio.

Una suerte de suma de estos distintos valores enumerados determina la posición relativa del colegio en el campo de la estudiantina. El prestigio institucional es la posición reconocida como legítima por la sociedad posadeña a cada colegio en relación a la Estudiantina. Pero este reconocimiento trasciende la Estudiantina y se instala en el campo social más amplio, donde la substantivación de la posición proviene de los distintos sectores que componen la sociedad local. Así, el prestigio que se obtiene en el desfile público se asienta, finalmente, en el nombre y la historia de la institución. Esto perdura, se acrecienta o disminuye, con la calidad de la participación institucional—estudiantil, ed, de su representación cada año.

Los estudiantes de las instituciones escolares antiguas y prestigiosas se consideran creadores de la Estudiantina, y de hecho, son los que con mayor seguridad asumen la responsabilidad de conducir y organizar los desfiles, así como hablar de y en nombre de la Estudiantina. Ellos dicen que tienen “tradición” en la estudiantina porque tienen un “estilo propio” de actuación, característico y reconocible por los demás. Pero también se refieren a un conjunto de conocimientos prácticos –experiencias y habilidades adquiridas y transmitidas de una promoción a otra—, adquiridos en y para la fiesta. Este conjunto de prácticas se aprende en forma paralela y autónoma con respecto a los aprendizajes curriculares.

Estos conocimientos prácticos otorgan una posición de privilegio a los más antiguos dándoles las mejores cartas del juego; pero también las obligaciones son mayores –en el sentido de mayor presión social en a la producción y a la “imagen” con la que saldrán a desfilar en la calle—; ya que tienen más prestigio, experiencia, conocimientos y capacidad para acercar recursos a su institución. Las expectativas del público sobre estas instituciones es grande, los colegios tradicionales de la Estudiantina deben estar a la altura de su prestigio; deben satisfacer las expectativas puestas en ellos.

Mientras tanto, los colegios “chicos” en la fiesta estudiantil acompañan todo el proceso, conscientes de que ellos no compiten por el premio mayor porque no disponen del volumen de capital social, político y simbólico suficiente para entrar a la competencia. Entran al desfile, son parte del ritual estudiantil, pero participan como grupos complementarios y subordinados a los grupos de colegios grandes, quiénes sí entablan una lucha por obtener los máximos premios puestos en juego.

El control de las instancias decisivas de la estudiantina siempre estuvo en manos de las representaciones de colegios antiguos y prestigiosos de Posadas quienes, por esto mismo, asumen el derecho de hablar de la Estudiantina, de su historia y de su organización actual, la fiesta les pertenece más que a las representaciones nuevas.

El despliegue de brillo, fuerza, ritmo, belleza, alegría, juventud solo es posible mediante la asignación de tiempo, trabajo y dinero que, en tanto valores económicos, se encuentran con mayor disponibilidad en la clase social media de Posadas, en su mayoría profesionales –abogados, arquitectos, médicos, etc.—; empresarios medianos –comerciantes y empresarios del medio—; funcionarios públicos jerarquizados –diputados, ministros, etc.—, cuyos hijos concurren a las escuelas y colegios con más prestigio y tradicionales de la ciudad.

Por su parte, aquellas instituciones cuya población no cuenta con tales capitales –o, por lo menos, no en la cantidad necesaria para competir con los grandes— en virtud de no contar con una población prestigiosa y/o poderosa; entran al desfile en posición desventajosa. Estos colegios presentan comparsas con falencias visibles –desde la óptica del sector dominante del campo—, escaso número de integrantes, coreografías sencillas, trajes con diseños menos elaborados y con pocos accesorios (menos lentejuelas, plumas, espaldares, etc.). Varios de estos colegios no presentan carrozas por lo que sus reinas estudiantiles desfilan en carrozas de otros colegios. Se trata de instituciones con producción general comparativamente pobre, es decir, con mucho trabajo y esmero, pero con pocos recursos.

Esto muestra algo esencial de la fiesta: en la Estudiantina se muestra y se demuestra quién es quién en la sociedad posadeña. Pertenecer a un colegio grande es “ser grande” y son reconocidos como tales por la comunidad.

La estudiantina transforma en este ritual su producto artístico, concreto y simbólico, en prestigio institucional. Este capital pertenece a la comunidad posadeña en su conjunto, ya que es construido por los distintos sectores sociales a los que pertenecen los estudiantes y sus familias —escuela, municipalidad, comercio, etc.—.

Lo que se ve, lo que se exhibe es, a su vez, lo que tiene valor (lo que se evalúa). El jurado califica la muestra de cada colegio en la calle, sin ponderar el trabajo acumulado que representa en relación a los esfuerzos que cada institución puede realizar[1].

Así, el prestigio de la institución escolar no es otro que el prestigio de su matricula institucional. Los estudiantes, en tanto que grupo social, ponen en juego el prestigio social que tienen como clase. Recordemos que el colegio no participa plenamente en ninguno de los momentos de la fiesta, ni le preocupa primordialmente la posición final de su representación estudiantil.

La institución escolar (el colegio), sin embargo no realiza apuestas fuertes, permanece en un segundo plano durante todo el proceso. Solo aparece si los estudiantes transgreden las normas sociales y/o van en contra de los intereses de la institución, para coaccionarlos y reencausarlos, ya que si los alumnos son cuestionados también lo es la escuela como referente institucional. Si la institución se transforma en “blanco” de las criticas de la sociedad y a sus directivos se les pide explicaciones, seguramente los estudiantes verán menguados sus derechos y libertades para participar en la fiesta. Aunque debemos aclarar que en situaciones semejantes, nunca las disposiciones fueron drásticas y siempre primó el interés por salir a desfilar.

El momento post-estudiantina

En este apartado haremos un resumen a modo de cierre. La fiesta de los estudiantes posadeños es un gran ritual social que se compone de dos momentos principales claramente diferenciados y opuestos en el ritual: ensayos no-oficiales versus desfiles oficiales. La entrega de las llaves de la ciudad marca el paso entre ambos momentos del ritual.

El desfile es una competencia entre colegios; pero no “de todos contra todos” porque el ritual delimita niveles: uno superior o dominante y el otro inferior o subordinado. El nivel dominante de la fiesta está conformado por los colegios prestigiosos –aquellos con mayor antigüedad en la comunidad y larga trayectoria en la estudiantina; cuentan con mayor volumen de inversión económica en el desfile— son los que realmente compiten.

En el nivel subordinado del desfile están aquellos colegios cuya participación es reciente, es decir, colegios sin historia en la fiesta –lo que aquí es lo mismo que colegios sin prestigio o con poco capital específico de la estudiantina.

La estudiantina como ritual es una fiesta que consagra a los grupos sociales dominantes de la sociedad posadeña, representados en las instituciones tradicionales, poderosas, grandes. Instituye, en un plano simbólico y práctico, las diferencias separando los sectores sociales por su poder de gasto económico en la fiesta.

Como en una relación de fondo y figura, la estudiantina, compone un cuadro en el cual vemos a los estudiantes desfilando con las insignias de su colegio, con muchas lentejuelas y ritmos; mientras que en el plano de fondo, como observadores (¿el público ?), todos los sectores sociales de la comunidad posadeña se hallan sosteniendo la legitimidad de esta fiesta.

Sin embargo, los estudiantes al participar en la fiesta, se divierten, se encuentran con sus amigos, conforman nuevos grupos de amistades, y viven una experiencia común y placentera; lo que hace de la estudiantina una actividad prioritaria y necesaria para los estudiantes del secundario.

BIBLIOGRAFÍA

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