CONGRESO VIRTUAL 2000

¿Posesión o Participación?: El caso del Rewe de la comunidad mapuche del Ñorquinco (Parque Nacional Lanín, Provincia de Neuquén, Argentina)

- Roberto MOLINARI

“No pedimos que nos devuelvan el Rewe, sólo queremos volver a ser parte de él...”

(Taller Territorio Indígena Protegido 2000)

Introducción

Qué implica el patrimonio?, se posee o se es parte de él? Cómo se resuelven estos temas vitales para su conservación ante entendimientos estructuralmente dispares? A qué principios debe responder un manejo eficaz, entendiéndolo como estrategia para resolver problemas de conservación, convirtiendo un patrimonio pasivo y estático en activo y dinámico, en función del bienestar de las sociedades y sus ecosistemas? El presente caso trata sobre la aplicación de criterios del manejo de recursos culturales arqueológicos para resolver el pedido de restitución de un espacio sagrado de la comunidad indígena, y especialmente muestra cómo se enriquece la conservación a instancias de la cosmovisión mapuche.

El Manejo de Recursos Culturales en la Administración de Parques Nacionales

La Administración de Parques Nacionales (APN) maneja los recursos culturales de las áreas protegidas a su custodia, a través de planes, programas y proyectos orientados a su conservación, investigación y uso público.

Consideramos recurso cultural a todo vestigio del trabajo humano que constituye evidencia de la diversidad y variabilidad de las actividades y relaciones de los individuos o sociedades y sus interrelaciones con el medio ambiente natural, en una perspectiva espacial y temporal. La designación de un recurso cultural se fundamenta principalmente en su valor histórico (en sentido amplio, prehistórico e histórico), derivado de su asociación a un aspecto de la historia humana y/o su evolución (Molinari 1998a; Proyecto de Política de Manejo de Recursos Culturales en la APN 1999).

El Manejo de Recursos Culturales (MRC) está guiado por los principios de valor, beneficio público, conocimiento, respeto e integridad. Los recursos culturales son valorizados no sólo por sus cualidades físicas, sino más bien por sus atributos asociativos y simbólicos, información que hace a su valor histórico.

El MRC en las áreas protegidas de la APN proporciona un acercamiento hacia otras formas de vida y de relaciones con el ambiente, un aprendizaje sobre otras culturas y la consecuente interrogación sobre nuestro propio comportamiento ambiental. Bajo este entendimiento, el MRC es una parte sustancial al manejo de los ecosistemas (ME) e implica la indisociabilidad de los recursos naturales y culturales.

Antecedentes del Rewe del Ñorquinco

La Seccional Ñorquinco del Parque Nacional Lanín posee un Rewe o Rehue antropomorfo de origen mapuche -recurso cultural APN nº 00219- conocido con tales características sólo en Chile, el cual fue investigado por Berón y Goñi (1987). Los autores señalan que se trata de una talla antropomorfa en madera cuya altura es de 185 cm, confeccionada sobre un sólo tronco, ubicada en una pampa restringida de aproximadamente 250 x 250 m, sobre la barda de basalto que flanquea la margen derecha del río Pulmarí, muy cerca de su naciente en el lago Ñorquinco. En lengua mapuche el término rehue se compone del vocablo re que significa puro, genuino, exclusivo, y el vocablo hue que indica lugar o paradero.

El lugar es un espacio abierto, limitado por el bosque de pehuén o araucaria (Araucaria araucana), un arroyo al oeste y la bajada de la barda al norte, en un ambiente lacustre de bosque andino patagónico. La talla mira al este y es el centro de una suave depresión de unos quince metros de diámetro. De acuerdo a la misma fuente de información se trata de un espacio de celebración de la ceremonia religiosa mapuche denominada Nguillatún, Nguellipún, o Camaruco, la cual confiere al lugar el valor y el carácter de sagrado para la comunidad mapuche, significado que integra en forma inseparable tanto al rasgo cultural mencionado como al entorno natural circundante.

El último antecedente de celebración de un Nguillatún en Ñorquinco se remonta al año 1934 o 1935, instancia que coincide con la creación del Parque Nacional Lanín. El significado mencionado y su uso tradicional es anterior al área protegida y de acuerdo a los criterios por los cuales se decidió preservar el lugar, no existen dudas que la zona representaba un importante valor de conservación. En otras palabras, no existen antecedentes de que se intentara proteger el lugar por las consecuencias derivadas de su uso tradicional, lo cual es un indicador de que existían condiciones de buen uso, o uso tradicional sustentable.

La Confederación Mapuche Neuquina solicitó en el año 1996 la restitución y el reconocimiento del “Centro Ceremonial Filosófico-Religioso Mapuche” de la Seccional Ñorquinco con el objetivo de recuperar la práctica de la ceremonia religiosa del Nguillatún y resguardar el espacio sagrado. La superficie total solicitada abarcaba aproximadamente 233 hectáreas cuyos límites son la margen del lago Ñorquinco y las nacientes del Río Pulmarí, limitando con el cuadro denominado Coyahue.

Consideraciones actuales

Desde la perspectiva de la conservación y el manejo de recursos culturales, el Rewe y su entorno constituyen un “paisaje cultural” de gran significado. De acuerdo a conceptos incorporados por el Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1992 (Fuentes UNESCO 1996) para la propuesta y declaración de sitios del patrimonio mundial, se ha creado la categoría de paisajes culturales definiéndolos como “...lugares que han sido creados, formados y preservados por los vínculos y las interacciones entre el hombre y su entorno.”, para concluir que “...el éxito de la conservación depende del mantenimiento de esos vínculos.”

En coincidencia con estos conceptos, en nuestra Política para el MRC (Molinari op.cit.) citábamos que “el valor de un recurso cultural estará dado en atención a su contexto de asociación, considerándose como recurso tanto la totalidad del recurso como sus partes constitutivas, naturales y culturales.”, deduciendo entonces que “En su evaluación se estimará también el entorno natural de emplazamiento, el cual es soporte de la concepción, creación y significado del recurso cultural.”

Lo importante de estas nociones es que nos acercan a la naturaleza y realidad de los recursos culturales, de cuya evaluación surgirán las decisiones de manejo, de las cuales dependerán los resultados y derivará consecuentemente la relativa eficacia para conservarlos.

Existen tres categorías de paisajes culturales para la UNESCO y ellas son:

· los claramente definidos, pensados y creados intencionalmente por el hombre, que Stanley Price (1997) establece como paisaje concebido (jardines, ciudades, conjuntos de templos, etc.).

· el paisaje esencialmente social activo en la sociedad contemporánea, estrechamente asociado al modo de vida tradicional, para Stanley Price (op.cit) paisaje evolutivo: aquel que refleja la forma de actuar del hombre sobre la naturaleza para satisfacer necesidades sociales y económicas, en un espacio físico dado (campos de cultivo, corrales, aleros y cuevas, etc.).

· el que está marcado por la fuerza de asociación de los fenómenos religiosos, artísticos o culturales del elemento natural, más que por huellas culturales tangibles. Para Stanley Price (op.cit.) paisaje asociativo: sin rasgos culturales tangibles, refiere a algún hecho histórico, religioso, social o artístico.

Considerando las ideas de estas tres categorías, la zona del Rewe del Ñorquinco puede encuadrarse dentro de la segunda y tercera clase establecidas, paisaje evolutivo y paisaje asociativo, en razón de que es todavía un elemento social activo ligado a la vida tradicional de una comunidad (evolutivo), y en razón de que el lugar se asocia a fenómenos religiosos y sociales (asociativo).

Teniendo en cuenta que la conservación de recursos culturales en la APN apunta a un manejo integrado del patrimonio natural y cultural (Hurtado Mendoza 1993) y que los recursos culturales son considerados “evidencias de la diversidad y variabilidad de las actividades y relaciones de individuos o sociedades y sus interrelaciones con el medio ambiente natural” (Proyecto de Reglamento y Política de MRC 1999), podemos conceptuar a la zona del Rewe de Ñorquinco como un claro ejemplo de indisociabilidad de valores naturales y culturales a preservar.

Una dificultad para comprender estas perspectivas es consecuencia del sesgo puesto por nuestra compleja cultura en la fragmentación y división de los campos de la realidad (Bohm 1998), en la cual la economía, la religión, la política, la conservación, lo natural, lo cultural, etc., aparecen, se tratan, parecen y terminan siendo materias desvinculadas. Pero no es la única forma de ver la existencia que tienen la diversidad de las culturas, en grado diverso más lejanas o cercanas a la percepción de una realidad abarcadora, integrada e interdependiente, donde el grupo humano de que se trate es una parte más del sistema y no el poseedor de los recursos.

El reclamo mapuche tiene que ver con la recuperación de un espacio religioso, social y filosófico que no está separado de su vida económica y de los recursos naturales que contiene, y dentro del cual la vida mapuche es una parte relacionada. Otra muestra de esa cosmovisión es por ejemplo el sentido que han tenido los establecimientos de altura en el Noroeste de nuestro país para los incas, cuyo significado integra lo simbólico, ritual, astronómico, político y económico en forma indisociable (Schobinger y Hyslop 1991). Un modelo actual de esa percepción de la realidad se encuentra en lo expresado por el representante de Nigeria ante la UNESCO, Lambert Messan (Fuentes UNESCO op.cit.): “En nuestros países, donde el patrimonio es vivo, la conservación suele formar parte de la vida de la gente”.

Si nuestro objetivo es conservar el patrimonio y nuestras actividades para tal propósito constituyen el manejo, entonces este debería apuntar en su base a la consideración de una realidad integrada y a cuestionarnos acerca de la posesión o participación del patrimonio.

Creemos que existe una relación en ambos extremos que se da entre fragmentación/posesión y entre interrelación/participación, y que consecuentemente estas perspectivas afectan los resultados de nuestro manejo para la conservación.

En otras palabras, si dividimos lo que sea, imaginándolo separado de sus relaciones, como algo que es y funciona independientemente, en verdad lo estamos reduciendo y resultará lógico entender que podemos poseerlo, pero esta desvinculación inevitablemente tendrá sus consecuencias cuando lo manejemos, al no medir o descuidar los efectos que provocará sobre sus partes “realmente” relacionadas. A la inversa, si nuestro entendimiento es que en la realidad todas las partes funcionan relacionadas, o aún mas, la totalidad es la forma que adquieren esas relaciones, entonces será más evidente considerarnos partícipes y no poseedores, seremos parte y no dueños, y nuestras decisiones de manejo sobre cualquiera de las partes tendrán en cuenta e intentarán cuidar al conjunto de las relaciones.

Esta es en pocas palabras la idea central de la perspectiva holística a que hacemos referencia en otro trabajo (Molinari et al 2000). Sólo podríamos manejar cualquiera de las partes de un todo, con cierto éxito para la conservación, si primero nos aproximamos a la percepción de la totalidad de la cual forma parte. Bajo esa perspectiva nos aproximaríamos metodológicamente al significado global del bien, el cual es un derivado de los valores y relaciones que representa.

Parte de esta idea había sido enunciada años atrás en una nota editorial del Boletín del GCI (1992), en donde se aludía a que el trabajo de conservación es básicamente una cuestión de valores y a la importancia que tiene -para un manejo eficaz- el establecer y conciliar el conjunto de valores que un bien representa para todas las partes involucradas.

En el caso que nos ocupa, el reclamo de la comunidad mapuche representa el agregado de un valor no tenido en cuenta hasta el momento, el cual transformó desde ese momento el significado que se tenía de la zona de Ñorquinco. A partir de esa evaluación podremos estimar o desestimar el valor considerado, conservarlo o negarlo, pero difícilmente hacerlo desaparecer. Luego de 65 años de ocultamiento volvió a salir a la luz y necesariamente se deberá evaluar cómo se concilian los valores establecidos por la APN y por la comunidad mapuche, para el recurso cultural y su entorno.

Perspectivas de manejo

El Parque Nacional Lanín cuenta con amplios antecedentes en el tema de cesión de tierras (efectivizadas o en trámite) relacionados con programas de manejo sustentable por parte de las comunidades mapuches Curruhuinca, Cayún y Raquithué (Osidala y Fernandez 1997).

En principio la zona que comprende el Centro Ceremonial reclamado se encuentra en un área de Parque Nacional refiriéndonos a su sentido estricto, como categoría de manejo de máxima restricción de uso. Sin embargo, la principal dificultad para acceder a la restitución pasaría por considerar efectivamente fundamentado el pedido, ya que aún encontrándose en área de Parque Nacional existen mecanismos legales que reducirían la cuestión a la elaboración y aprobación de una ley: de modificación de la actual zonificación y la correspondiente cesión a la propiedad comunal. Desde esa perspectiva la ley actual no impide sino que condiciona, y la cuestión principal pasaría por una fundamentación justa para las partes involucradas y efectiva para la conservación del recurso cultural y su entorno de relación

En cualquiera de los casos el criterio del MRC sería conservar una parte del espacio protegido del Parque Nacional Lanín a través de una estrategia consistente en el manejo de la zona -considerada como centro ceremonial religioso mapuche- a cargo de la comunidad descendiente del lonco Aniceto Catrileu, asociando de esta manera y como ellos mismos expresan, el objetivo de “...recuperar la práctica de nuestra ceremonia filosófica-religiosa Nguellipún, resguardando nuestro espacio sagrado -Rehue- ...”

El caso era para nosotros poder dar contenido a palabras vacías que es común escuchar cuando se pretenden solucionar problemas parciales con respecto a bienes del patrimonio cultural, tales como “participación”, “salvaguarda del patrimonio”, “puesta en valor”, “transferencia educativa”, etc., y que difícilmente se traducen en concreciones si no están percibidos en orden a un todo y guiados por una causa final, que en la conservación sería la de mejorar el bienestar de las poblaciones y de los ecosistemas de los cuales forman parte (Molinari et al, op.cit.)

La incorporación de comunidades indígenas en el manejo de un área protegida es considerada una práctica avanzada o aún como un objetivo especial de conservación en otras partes del mundo. En el caso del Parque Nacional Ngorongoro en Tanzania los massai  desarrollan libremente su forma de vida y protegen de este modo importantes valores paisajísticos que muestran la armoniosa y dinámica relación del hombre y la naturaleza (Ndosi 1984). Otro ejemplo lo constituye el National Park Service (EEUU) cuyas políticas de uso de las áreas protegidas han incorporado a los pueblos indígenas en el manejo de los recursos, considerando además a esta forma de preservación como uno de los valores del Parque Nacional (Crespi 1984).

Conclusiones

Para el debate de las ideas y la búsqueda de una solución al caso planteado, la Confederación Mapuche Neuquina y la Administración de Parques Nacionales acordaron la realización de un Taller denominado “Territorio Indígena Protegido”en la ciudad de San Martín de los Andes (Provincia de Neuquén) a comienzos de mayo del año 2000. Y sus resultados superaron las expectativas de ambas partes.

Las exposiciones dieron cuenta de diversos temas relacionados como la legislación existente con respecto al reconocimiento y los derechos de los pueblos indígenas, los antecedentes de cesión de territorios y planes de desarrollo de las comunidades mapuche en el Parque Nacional Lanín, el marco de complejidad y conflictos de posesión y manejo en esa área protegida que amenazaban al desarrollo de la comunidad Ñorquinco si se hacía lugar a la restitución, el entendimiento de la cosmovisión mapuche, los valores del Rewe y su territorio circundante, etc.

Tuvimos oportunidad de agregar consideraciones que hacen a la conservación en general, referidas a su necesaria actividad de mitigamiento y prevención. Como decíamos más arriba en Antecedentes..., el origen de este conflicto fue la creación del Parque Nacional y la desvinculación de la comunidad indígena del territorio del cual formaba parte. A 65 años de ello, seguiríamos reproduciendo tal situación?

Así, exponíamos en el Taller: “Nuestros esfuerzos en conservación están dirigidos a velar por la sustentabilidad de la vida, trabajamos para el mejoramiento del bienestar y de la calidad de vida de los pueblos y de los ecosistemas de los cuales forman parte, insertos en una sociedad que en general desconoce las consecuencias ambientales de su comportamiento o que en el mejor de los casos considera a la conservación como una especie de amenaza. Entonces, más que reproducir la experiencia contradictoria de la sociedad en las decisiones que tomamos, deberíamos reproducir hacia la sociedad nuestras experiencias sobre conservación, hacia un cambio de comportamientos y relaciones. Nuestro trabajo responde a un modelo deseado, nuestros productos deberían ser referentes de ese modelo, las consecuencias de nuestros productos deberían responder a lo deseado”.

Como resultado del Taller se convalidaron tres principios básicos que funcionarán como lineamiento rector del proceso de fortalecimiento de las relaciones entre la Administración de Parques Nacionales (APN) y la Confederación Mapuche Neuquina (C.M.N.). Los principios fueron refrendados por Resolución de la APN, adquiriendo de ese modo la correspondiente formalidad y legalidad. Ellos son:

TERRITORIO

En el marco de las relaciones entre la APN y CMN, se establece, incorpora e implementa el concepto de Territorio, entendido en los dos aspectos en que se discutió:

desde la dimensión cultural,

“el espacio en el que se desarrolla la cultura Mapuche, el cual comprende como un todo (waj mapu) los recursos naturales, la superficie (xufken mapu) y el subsuelo (minche mapu) de la tierra, el aire (wenu mapu), la historia de sus relaciones sociales, culturales, filosóficas y económicas, como también su evolución. En el territorio no existen las partes sino las continuas relaciones entre ellas, que conforman el Todo (Waj mapu).

desde la dimensión jurídica, según el artículo 75°, inciso 17) de la Constitución de la Nación Argentina en su reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, y el concepto asumido por la Ley Nacional N° 24.071, que ratifica el Convenio n° 169 de la OIT que en su artículo 13, inciso 2) explicita:

“La utilización del término “tierras” en los artículos 15 y 16, deberán incluir el concepto de territorio, lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna otra manera.”

CO-MANEJO

Entendido el manejo en la APN como el conjunto de decisiones y actividades que tienen por objetivo la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, en términos de desarrollo sustentable, y entendiendo que el pueblo originario mapuche ha desarrollado un concepto de manejo integrado a su ecosistema como parte de él, y basado en conocimientos y prácticas que tienen plena vigencia, se determina que el vínculo directo entre ambas prácticas confluyen en el co-manejo como la única forma de viabilizar los objetivos propuestos.

La naturaleza del término implica una repartición de responsabilidades y competencias y una clara definición entre el ejercicio de la autoridad pública y las pautas de uso, acceso, control y manejo de los recursos, y el aporte e influencia equitativa de las partes (APN-CMN) en la generación y planteo de ideas, como en el posterior proceso de toma de decisiones.

El principio de co-manejo asumido constituye la implementación práctica del Convenio de Biodiversidad ratificado oportunamente por el Estado Argentino. Dicho convenio en su Artículo 8° j) enuncia que

“…respetará, preservará y mantendrá los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas que entrañan estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, y promoverá su aplicación más amplia…”

VINCULO ENTRE DIVERSIDAD CULTURAL Y BIOLOGICA

A través de la comprensión de los valores y el significado que posee el Rewe como elemento filosófico central de la vida comunitaria Mapuche, se reconoce la trascendental dimensión del vínculo existente entre diversidad cultural y diversidad biológica.

Actualmente, se encuentra elaborado el Proyecto de Ley Nacional que restituye a la Comunidad Mapuche Ñorquinco el territorio del Rewe, con una superficie de 341 hectáreas, las cuales incluyen también otro recurso cultural de la zona: el sitio arqueológico Palo de Ciprés, un alero con pinturas rupestres correspondiente a épocas prehistóricas.

El MRC instó a esta inclusión que creemos supone utilidades comunes a las partes del acuerdo en tanto el recurso cultural mencionado es representativo de las antiguas ocupaciones humanas en la región, resultando muy afín que su cuidado permanente quede bajo la co-responsabilidad directa de la comunidad mapuche. Como decíamos más arriba en Consideraciones..., tal experiencia nos permitirá acercar a la práctica la metodología de conservación que apunta al restablecimiento de los vínculos como una clave para el mantenimiento de los recursos, teniendo en cuenta que dicho sitio cultural se ha encontrado integrado al territorio del Rewe hasta la época de creación del Parque Nacional Lanín.

A la luz de los resultados y adaptativamente se podría pensar que bastó poder constituir un espacio de comunicación y discusión de perspectivas, para que surgiera un entendimiento positivo que no reconoce antecedentes hasta el momento y que puede convertirse en el principio de un camino hacia la reconversión de relaciones para con los pueblos indígenas y sus derechos a nivel nacional. Es común que casos como el del Rewe de Ñorquinco se resuelvan negativamente, en instancias unilaterales, por parte de las autoridades encargadas de dictaminar. La gran diferencia en este caso corresponde a cómo se llevo a cabo el proceso de la toma de decisiones, con real participación e intercambio de todas las partes involucradas.

En el final del comienzo de este camino volvemos a la frase inicial de este trabajo: “No pedimos que nos devuelvan el Rewe, sólo queremos volver a ser parte de él...”, para descubrir a su autora, una adolescente mapuche de apenas 18 años opinando mientras se desarrollaban las deliberaciones del Taller. No pude dejar de sorprenderme por todo lo que involucraba esa frase, una idea central en nuestro actual MRC a la que arribamos luego de 10 años de trabajo. Cuando le pregunté cómo llegó a entender la realidad de esa manera, me contestó “...viviendo.”

Bibliografía Consultada

Berón, M. y R. Goñi. 1987. Rehue Antropomorfo en la Región del Lago Ñorquinco. Perspectivas Arqueológicas y Etnográficas. Revista Patagónica Año VII Nº 32. Buenos Aires.

Bohm, D. 1998. La Totalidad y el Orden Implicado. Cap.1 Fragmentación y Totalidad. 3a. Edición. Barcelona.

Boletín del GCI 1992. La Conservación de Sitios: una Cuestión de Valores. Conservación. Nota Editorial. Vol.VII NºII. Washington.

Crespi, M. 1984. The Potential Role of National Parks in Maintaining Cultural Diversity. International Perspectives on Cultural Parks. Colorado.

Fuentes UNESCO Nº80. 1996. Centro del Patrimonio Mundial (UNESCO). Junio de 1996.

Hurtado Mendoza, L. 1993. Manejo Integrado del Patrimonio Natural y Cultural: un Aporte Teórico y Metodológico. Manual para la Capacitación del Personal de Areas Protegidas. Vol.2 10c. National Park Service. Washington.

Molinari, R. 1998a. Orientaciones para la gestión y supervivencia de los recursos culturales: Proyecto de Reglamento para la Preservación del Patrimonio Cultural en Areas Protegidas de la APN. 1 Congreso Virtual de Antropología y Arqueología. www.equiponaya.com.ar

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Ndosi, O. 1984. Reconciling Tourism, Wildlife and Cultural Values: A Case of Study of the Ngorongoro Conservation Area, Tanzania. International Perspectives on Cultural Parks. Colorado.

Osidala, N. y M. Fernández. 1997. Gestión Forestal en la Comunidad Mapuche Curruhuinca. Planes de Manejo Forestal Participativo. Primer Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y otras Areas Protegidas. Santa Marta.

Proyecto de Reglamento para la Conservación del Patrimonio Cultural en Jurisdicción de la APN y Política de Manejo de Recursos Culturales. 1999. Dirección de Conservación y Manejo. Dpto. de Investigación. APN. Buenos Aires.

Schobinger, J. y J. Hyslop 1991. Las Ruinas Incaicas de los Nevados del Aconquija (Prov. de Tucumán, Argentina). Comechingonia. Año 9. N° Especial.

Stanley Price, N. 1997. Curso de Management de Sitios con Arte Rupestre. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. (Transcripción MS).



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