Arqueología histórica en Oaxaca, México. Alcances y limitaciones
Susana Gómez Serafín
Enrique Fernández Dávila
Instituto Nacional de Antropología e Historia
El centro histórico de la ciudad de Oaxaca
Ya desde 1942, la XXXVIII Legislatura Constitucional del Estado de Oaxaca decretó la "Ley sobre protección de monumentos coloniales, artísticos e históricos y poblaciones típicas del estado" para ser implementada por un comité central constituido por el gobernador del estado, el inspector de la Dirección de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos, dependiente del Instituto de Historia y Arqueología, el jefe de la Oficina Federal de Hacienda en el estado, el presidente municipal de la ciudad de Oaxaca y un ingeniero o arquitecto titulado. En cada uno de los municipios del estado debía conformarse un comité con las mismas funciones, es decir, la salvaguarda y protección de su patrimonio cultural.
Posteriormente, el centro histórico de la ciudad de Oaxaca comprendido en una superficie de 252 hectáreas, fue declarado zona de monumentos históricos el 1 de marzo de 1976, creando para ello el Consejo del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca que tenía entre sus principales funciones la de:
" coordinar las acciones tanto de las autoridades federales como locales, así como encauzar las inquietudes del sector público, apoyando las acciones federales que ejecuten las secretarías de Desarrollo Urbano y Ecología y de Educación Pública en la protección del patrimonio federal y natural, promoviendo la protección y catalogación de bienes inmuebles de valor monumental y artísticos Alentará la participación ciudadana en la conservación del Centro Histórico, colaborando con las autoridades municipales en los diversos problemas del casco histórico ".[1]
En la Gaceta Municipal del 15 de diciembre de 1998 se señala que tanto el sitio arqueológico de Monte Albán como el mismo centro histórico fueron declarados por la UNESCO patrimonio de la humanidad en 1987 y en el Plan Parcial de Conservación del Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca así como en su Reglamento general, publicado en la misma gaceta, se hace un recuento del patrimonio edificado señalando la existencia de 22 inmuebles de arquitectura monumental, 182 de arquitectura relevante, 544 de arquitectura tradicional y 735 como de arquitectura popular. A partir de este balance se señala que:
"El estado actual de los inmuebles inventariados refleja un acelerado proceso de destrucción y deterioro del patrimonio edificado, al encontrarse el 11 % inexistente, en ruinas o parcialmente deteriorado, mientras que el 26 % presenta alteraciones graves, y el 11 % ha sido subdividido; por lo cual sólo el 62 % se encuentra en buen estado". [2]
El 16 de abril de 1998 la comisión de cultura de la Cámara de Senadores encabezada por el senador del Partido de Acción Nacional (PAN) presenta una iniciativa de modificación a la fracción XXV del artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que fue aceptada por el pleno del Congreso en el mes de enero del año 2000. De forma inmediata, el 28 de abril de 1999 propuso al Senado una iniciativa de Ley sobre el patrimonio cultural de la nación.
En esta iniciativa se plantea una derogación de la Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia y la total modificación y reforma de la Ley Federal sobre Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos por la vía de conformar un consejo de cultura que incluya a secretarios de estado y gobernadores, así como a los "más destacados especialistas". En respuesta a ello, la comunidad científica y cultural del país rechazó unánimemente tal propuesta teniendo como resultado su congelamiento, es decir, fue puesta en reserva por considerarla una regresión respecto a su materia legislativa.
A nivel local, el actual gobierno libre y soberano del estado de Oaxaca decretó la creación de un Consejo Estatal de la Cultura para la protección del patrimonio cultural y natural del estado de Oaxaca.
Dicho consejo lo conforman, sin la representación del INAH, el gobernador del estado de Oaxaca, el director del Instituto Oaxaqueño de las Culturas, el representante de la oficina del Centro Historico de Oaxaca y el arquitecto Javier Legorreta como miembro honorífico destacado. Este consejo pretendía ganarle la partida a la misma iniciativa con la que se verían favorecidos los intereses privatizadores del estado, pero hasta la fecha y con la misma improvisación con que se formó dicho consejo, es el momento en que se desconoce el reglamento oficial con el que pretende operar.
A consecuencia de los sismos de gran intensidad ocurridos en julio y septiembre, especialmente el del 30 de septiembre de 1999, llegaron a afectar en diverso grado poco más de 300 inmuebles históricos, religiosos y civiles de regiones como la Mixteca y la costa así como los inmuebles del estado de Puebla y Morelos en menor grado, en el cual gran cantidad de casas del siglo XVIII ubicadas en el Centro Histórico se ven seriamente dañadas. Aunádose a este fenómeno natural se sumaron las intensas lluvias y una secuela de temblores de mucha menor intensidad y un conjunto de causas como la total ausencia de programas de mantenimiento y conservación tanto de los particulares como institucionales y gubernamentales así como el completo abandono de los inmuebles provocaron en la gran mayoría de los casos una desestabilización estructural lo que ocasionó que gran cantidad de muros de carga cedieran fácilmente ante los empujes sísmicos.
Toda vez que el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca está constituido por 1483 inmuebles de géneros diversos considerados como monumentos históricos, la evolución socioeconómica a través de las épocas prehispánica, novohispana, independentista y porfiriana se refleja en esta ciudad y constituye un aporte fundamental de su historia. Por ello se ha definido el origen de todo centro histórico como la ciudad misma, por lo que corresponde a:
" su ámbito geográfico más emblemático, dado que actua como soporte material de su historia y de su memoria colectiva y como tal posee un valor patrimonial singular puesto que su especificidad es el resultado de un proceso histórico secular de construcciones, destrucciones y/o reconstrucciones." [3]
Pese a que en los últimos años se ha logrado realizar exploraciones arqueológicas dentro del entorno de los inmuebles históricos ( ex conventos de Santo Domingo de Oaxaca y Santa Catalina de Sena, así como en la Plazuela del Carmen Alto de esta ciudad), aún se carece de un programa de arqueología histórica urbana. La situación no puede ser más grave a la fecha ya que tan sólo en el centro histórico, las restauraciones realizadas en un sinnúmero de edificaciones históricas han afectado de manera determinante los contextos arqueológicos, destruyendo evidencias sin la menor consideración y con la venia institucional normatica y sin la intervención de arqueólogos especialistas. Entro otros aspecto, el origen de esta situación existe o está dado desde el momento en que las investigaciones de arqueología histórica se encuentran excluidas e ignoradas en el Reglamento del Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca, emitido con fecha del 15 de diciembre de 1998.
En este reglamento se autoriza, previa revisión del proyecto, realizar modificaciones de toda índole al partido interior de los inmuebles con la condición de que la fachada observe una homogénea regularidad en ritmos y alturas con los inmuebles vecinos.
Al no incluir en dicha reglamentación a la investigación arqueológica, además de no ser tomada en cuenta por el proyecto denominado como FONDEN 1999-2000 (no sólo en la ciudad y centro histórico sino en prácticamente todos los inmuebles históricos de la entidad que fueron afectados por los sismos), la afectación y consecuente destrucción de contextos arqueológicos que se ha dado y continúa ocurriendo, se puede calificar de catastrófica.
Tanto la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, la Coordinación Nacional de Arqueología y la Delegación estatal del INAH tienen ante sí una gran responsabilidad ante estos hechos por lo que deberán en estricto apego a la normatividad vigente, implementar la creación y aplicación de un programa permanente de arqueología histórica
El Programa del Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN) del gobierno mexicano, puesto en marcha a raiz de las afectaciones anteriormente mencionadas pone en evidencia y reafirma la falta de interés en el conocimiento de su pasado patrimonial al evitar que arqueólogos especialistas realizen las necesarias investigaciones en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca. A partir de su implementación se hizo patente la carencia de una aplicación concreta y objetiva de la normatividad de la Ley vigente de 1972, lo mismo que por lo que la impunidad con la que se ha actuado al reconstruir e incluso construir con formas nuevas las fachadas, no resultaría tan grave como es el que el interior de esas mismas casas y que muchas se encuentran tapadas por cubiertas provisionales o por las mismas fachadas que ya se reconstruyeron, se aprovecha para modificar el partido arquitectónico de manera parcial o totalmente, a la par que se altera de forma irreversible el subsuelo de la ciudad.
Esta alteración del subsuelo que se lleva a cabo al realizar las excavaciones para las nuevas recimentaciones, hechura de cisternas de agua e incluso de albercas, así como nivelaciones del terreno para conformar nuevos espacios, han generado que el patrimonio cultural edificado tanto en época prehispánica como colonial, y en subsecuentes etapas históricas, sea irremediablemente destruido. Hemos de dar de manera sintética, unas referencias de la fundación de la ciudad de Antequera que darán una idea de la importancia que ésta ha tenido a través del tiempo.
Antecedentes de la fundación de la ciudad de Oaxaca
La cédula real del 25 de abril de 1532 fue firmada por la reina a nombre de Carlos V en la que se le daba carácter de ciudad a Antequera. Esta había tenido la jerarquía de villa desde 1521 cuando las primeras tropas de Orozco arribaron al valle, y posteriormente en 1526 cuando llegaron los primeros dominicos, pero estos intentos fueron, al parecer poco afortunados ya que también la tuvieron que ratificar como villa en 1529. Desde sus primeros reconocimientos militares, Oaxaca o Antequera como quisieron llamarle los españoles sin mucho éxito, fue desde los orígenes de su fundación, un botín en disputa.
Desde 1529 Carlos V expidió una real cédula en la que concedía a Hernán Cortés el título de marqués del Valle de Oaxaca. Cortés siempre deseoso de obtener más tierras para su marquesado reclamaba para sí una amplia extensión que él aseguraba, no tenía ningún asentamiento español, pero la Primera Audiencia resolvió favorecer un nuevo emplazamiento hispano en las tierras del centro del valle de Oaxaca que inicialmente se le habían mercedado. Así, Oaxaca cambió de nombre a Antequera, aunque en contadas ocasiones se le denominaba indistintamente, o con los dos nombres: Oaxaca-Antequera, mientras que Oaxaca o Huaxyacac con un asentamiento indígena, seguiría siendo parte de la merced otorgada a Cortés.
No cabe duda que Cortés era un gran estratega militar, pero su habilidad de poco sirvió frente a un grupo de soldados cansados que deseaban también establecerse en el fértil valle de Oaxaca ya que el clima no era tan inclemente como el que encontraron en Tututepec, población de la costa del Pacífico oaxaqueño y capital del señorío mixteca a donde habían sido enviados por el marqués, mientras que las hostilidades de los indios del valle debieron ser considerablemente menores a las sufridas en la costa.
Cortés pedía a la Audiencia de México que con base en la merced real de 1529 y nuevamente solicitada en 1532,[4] se respetaran sus dominios que comprendían cuatro villas. Solamente una de las villas que el marqués pedía, a su vez tenían trece pueblos sujetos a ella; así Coyolapan, actualmente Cuilapan tenía como sujetos a los pueblos de Tlalistac, Macuilxóchitl, Cimatlán, Tepecimatlán, Ocotlán, Tlacochahuaya, Los Peñoles, Huexolotitlán, Cuyotepec, Teozapotlán, Mitla, Tlacolula y Zapotlán.[5]
Como lo debió entender rápidamente Cortés, los pueblos mercedados comprendían no sólo algunas cabeceras de importantes señoríos, sino a los pueblos y estancias que se encontraban sujetos a estas cabeceras, por lo que estaba reclamando para sí una inmensa cantidad de tierras además de sus veintitres mil vasallos.[6]
Al comprender que los problemas de jurisdicción les rebasaban, los oidores de la Segunda Audiencia prefirieron enfrentar la merced de los veintitres mil vasallos otorgada a Cortés pensando que con esta acción se daban por concluidas las exigencias del marqués; sin embargo, también ello propició serias confuciones al carecer de censos poblacionales así como de una clara definición de lo que significaba un vasallo.[7]
La recién constituida ciudad de Antequera había tenido su primer asiento formal a partir de la comisión conferida a Juan Peláez de Berrio, quien en su carácter de alcalde mayor se le encomendó que fuera:
" a la dicha provincia de Guaxaca y mireis en ella el mejor asiento y sitio que os pareciera para en él fundar y edificar la dicha Villa de Antequera ( ) en el cual dicho sitio hareis hacer la traza de la dicha villa con mucho orden y concierto, las calles señalando primeramente solares para la iglesia, hospital y casas de Cabildo y la vuestra y de todos los otros vecinos que llevais en una copia, los cuales han de ir luego con vos y mirando que a los alcaldes y regidores y los otros oficiales del Concejo se les den solares en lugares más preeminentes como en estas partes se acostumbra hacer y así a los otros por este concierto según la calidad de cada persona ".[8]
Para 1533, Carlos V daba temporalmente fin a los problemas que las mercedes de Cortés le ocasionaban, precisándole que solamente le correspondían los pueblos de Cuilapan, Oaxaca y Etla, aunque más tarde logró que se añadiera a su vasta extención la población de Santa Ana Tlapacoya, llamándose al conjunto "las cuatro villas marquesanas".[9]
Así, a los pocos años de fundada la ciudad de Antequera se comienzan a edificar importantes edificios, tanto de la administración pública, como del orden religioso y privado. A continuación se presenta la relación de algunos de estos inmuebles que han podido ser localizados al analizar un plano de la ciudad de Oaxaca elaborado en 1777 y su cotejamiento con información bibliográfica que especifica, en algunos casos, los cambios que estos han sufrido a lo largo de los años:
Templo de la Purísima Concepción
El templo de la Concepción fue construido por el obispo Ledesma en 1592, pero debido al temblor de 1604, éste sufrió severos daños. Inicialmente fue colegio de jesuitas y después convento de monjas. Cuando los jesuitas fueron desterrados de México, las monjas de Regina Celi trasladaron a vivir al convento de la Compañía de Jesús (Casa Fuerte). Posteriormente el convento fue abandonado y a principios del siglo XIX se convirtió en carcel hasta que al trasladar la carcel al ex convento de Santa Catalina en 1862, en el edificio se instaló la Casa de Moneda que permaneció en el lugar hasta fines del siglo XIX. Posteriormente la propiedad fue vendida a particulares, primero al general Martín González y éste al canónigo Carlos Gracida quien trasladó al inmueble el Colegio del Espíritu Santo.[10] Lo que queda de este inmueble actualmente corresponde a la panadería Bambi y a la tienda de muebles anexa, ubicados en la esquina de las calles García Vigil y Morelos.
Colegio de Virgen
Al parecer fue construido a fines del siglo XVII. Este colegio más tarde fue llamada Colegio de Niñas de Nuestra Señora de la Presentación; posteriormente se fundó en el mismo lugar la Escuela Normal para Profesoras. Años después se ubicó el ayuntamiento de la ciudad. En 1938, para albergar las joyas descubiertas en la exploración arqueológica de la tumba 7 de Monte Albán, se estableció en el inmueble el Museo de Arqueología. Hoy día en el inmueble se encuentran la oficinas del Centro de Protección al Turista.[11]
Palacio Episcopal
Fue construido a mediados del siglo XVI y desde 1580 debió haber sido la casa de los obispos de la Diócesis. En el plano de 1777, el Palacio Episcopal, también conocido como ex Obispado, aparece localizado en la 1ª calle de la Libertad (actual García Vigil). Desconocemos si este edificio fue posteriormente reubicado en la 7ª de la Av. Independencia, que era conocida con anterioridad como la calle del Obispado.
Se sabe que poco tiempo después de construido, el segundo obispo de Oaxaca, Fray Bernardo de Alburquerque donó su residencia para que la recién fundada orden de monjas, que posteriormente se establecerían en el convento de Santa catalina de Sena pudiese tener donde vivir. Al parecer tuvo diversos usos ya que los subsecuentes obispos oaxaqueños vivieron en diversas casas sin que el Obispado los alojara. Posiblemente el Palacio Episcopal comprendía una extensión mayor de lo que actualmente tiene, abarcando parte de la 1ª calle de la Libertad y parte de la 7ª de la Av. Independencia. En el Palacio Episcopal, que contó con una carcel inquisitorial durante la colonia,[12] se estableció durante la insurgencia una fundidora de cañones y en 1869 fue ocupado como Palacio Federal.[13]
Palacio Arzobispal
El edificio se localizaba entre la 1ª calle de Minerva (actual 20 de Noviembre), Colegio de Niñas (Actual Av. Independencia) y enfrente a la alamenda De León. Este inmueble se construyó al parecer a mediados del siglo XVI.
De acuerdo con Pérez-Moreno[14] este edificio se convirtió sólo hasta 1849 en el Palacio Arzobispal pero durante 1865 y 1866, el obispo José María Covarrubias tuvo por residencia la casa que actualmente alberga a la Facultad de Arquitectura 5 de Mayo (entre las calles 5 de Mayo y Av. Independencia), y el siguiente obispo, Vicente Márquez vivió durante 20 años en la casa localizada enfrente del Palacio Arzobispal en la que posteriormente sería el Banco Minero[15] y en la actualidad convertida en el Hotel Antonio (ubicado en la esquina de Av. Independencia y Porfirio Díaz).
Desde principios del siglo XIX, el inmueble pasó a manos de la familia Fogoaga pero a mediados del mismo siglo era propiedad del Sr. Joaquín Vasconcelos, quien posteriormente lo vendió al obispo Vicente Márquez y este a su vez en 1888 se lo vendió al arzobispo Gillow, quien se encargó de reconstruirlo desde sus cimientos.[16] En la actualidad el inmueble que ocupa el espacio del Palacio Arzobispal funciona como oficinas de Telefonos y Telegrafos.
La Alhóndiga
Este edificio fue construido para almacenar los granos que el pósito compraba además de los que los encomenderos estaban obligados a entregar en consignación para su venta. La autorización para su instalación se otorgó en 1690 en la parte sur de las Casas Reales, sobre la calle de la Carnicería (actual Las Casas) por tener junto a su depósito el expendio de carne para la ciudad.
Posteriormente, a mediados del siglo XVIII se autorizó la construcción de una nueva Alhóndiga y al parecer ésta se empezó a edificar desde 1753; sin embargo, faltando solamente dos mil pesos para concluirla (lo cual indica que estaba avanzada su construcción), aún aparece 22 años después de su factible conclusión localizada en el plano de 1777 en su lugar original, es decir, en el costado oriente de la Plaza de San Juan de Dios, en lo que fuera la propiedad del regidor Luis Ramírez de Aguilar.
La Aduana
El inmueble que en 1777 albergaba a la Aduana se ubicaba en la actual calle 5 de Mayo y Av. Independencia, aunque pudiera estar en gran parte de la manzana que forman estas calles. A principios del siglo XIX la Tesorería y Aduana del Estado fue reubicada en la calle de Hidalgo, esquina con 20 de Noviembre, por tal motivo la actual calle de Hidalgo se conocía hasta 1848 como la 1ª calle de la Aduana. Según Jiménez y González[17] la Aduana estaba localizada en en mismo lugar que la Alhóndiga, pero al parecer, la aduana se organizó hasta 1777, con el establecimiento de la Hacienda Real.[18]
Estanco de Tabaco
Durante el gobierno de Carlos III se monopolizaron todas las industrias que en ese entonces se consideraban prioritarias para la economía peninsular. Por ello, por medio de la cédula real del 2 de enero de 1776 implanta en Nueva España el Estanco de Tabaco.[19] Este edificio se localizaba en la 7ª calle de Hidalgo, aunque al igual que el de la Aduana que aparece en el mapa de 1777, pudo abarcar gran parte de la manzana donde se ubicaba. Ya en el plano de Manuel Gijón de 1808, el Estanco de Tabaco o Factoría de Tabaco se localizaba en la esquina de la 2ª calle de Benito Juárez (actual Macedonio Alcalá) y la 6ª calle de Morelos. Actualmente en este edificio se localiza el Monte de Piedad que también fue cambiado de la manzana de enfrente y que ahora es el gimnacio de la UABJO.
Palabras finales
A la investigación sobre las transformaciones sufridas por los pueblos indios bajo el dominio español así como el estudio de los cambios socioeconómicos de las sociedades novohispanas se les ha identificado con el nombre de arqueología histórica. Se trata de trabajos realizados con enfoques multidisciplinarios por medio de una recuperación sistemática de materiales arqueológicos, muebles e inmuebles, que en ocasión son considerados como bienes patrimoniales.
La naturaleza de los datos que se recuperan son el resultado de hechos sociales concretos ocurridos bajo condiciones históricas determinadas, por lo que estas investigaciones dan el soporte y la justificación histórica a los bienes patrimoniales. Por lo anterior es fundamental que estos trabajos se conviertan en tarea institucional sustantiva e imprescindible es su inserción dentro de las normatividades federales y estatales tal y como se legisla para los entornos de la arqueología prehispánica. La aplicación diferencial que de la normatividad se hace en centros históricos y emplazamientos novohispanos mina la base sustancial del bien patrimonial que al no tomarlo en cuenta permite su destrucción a nombre de una restauración moderna.
Para la arqueología histórica es primordial
" el estudio de las manifestaciones materiales de la expansión de la cultura europea en el mundo no europeo, que se inicia en el siglo XV y finaliza con la industrialización o el presente dependiendo de las condiciones locales. Así la arqueología histórica contribuye a la antropología moderna a través del estudio de los procesos de expansión, exploración y colonización europeas, información que alternativamente puede ser obtenida a partir de documentos históricos y de las colecciones de artefactos recuperados".[20]
Ya en el estudio de colecciones de los materiales obtenidos la arqueología histórica se enfoca sobre los análisis de las tendencias de consumo de acuerdo a la distribución de las mismas dentro de la estructura de clases sociales del momento histórico determinado bajo estudio.
Un aspecto importante de la arqueología histórica es la arqueología de la arquitectura. Dado que uno de los principales indicadores arqueológicos es la arquitectura (a la que se asocian importantes colecciones de artefactos ubicados en diversas matrices o contextos), el análisis de este indicador combinando la metodología arqueológica y arquitectónica no es del todo nueva.
Desde hace treinta años las escuelas inglesa italiana y española desarrollaron este tipo de análisis realizado a partir de la reconstrucción hipotética de la morfología de los inmuebles desde el análisis estratigráfico de los paramentos caidos.[21] Pese a la importancia de estos estudios consideramos que los análisis realizados por Villalobos[22] son fundamentales en el desarrollo de la arqueología de la arquitectura con enfoque cuantitativo. Toda vez que la identificación de un inmueble como si fuese este un artefacto nos lleva a concebirlo como un sistema complejo compuesto de partes, es decir, de sus elementos arquitectónicos, de fábrica, instalaciones y acabados dentro de los cuales está sustentada una parte preponderante del inmueble que se desea estudiar.
La identificación de tales elementos nos permite entender al inmueble más allá del análisis arquitectónico y estructural y de distribución de espacios, puesto que la puntual identificación de los materiales constructivos de dichos elementos arquitectónicos nos conducen a establecer las secuencias y etapas constructivas así como a desentrañar los conjuntos de procesos dados dentro de una clara división del trabajo que ocurre durante la edificación.[23]
Con ello la práctica de la arqueología de la arquitectura identifica a los elementos arquitectónicos como fechándolos, como componentes del sistema-contexto-artefacto, convirtiéndose así en una metodología esencial para determinar cuáles de ellos son originales y a qué época edilicia pertenecen para así brindar a restauradores y arquitectos la posibilidad de restaurar elementos arquitectónicos de originalidad probada científicamente y reducir la especulación reconstructiva que a todas luces le restan credibilidad a los trabajos de esta clase.
Bibliografía
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[1]El centro histórico de la ciudad de Oaxaca, Gobierno del estado de Oaxaca, 1986. Sin autor.
[2]Gaceta Municipal, tomo 1, núm. 1, 1998:17.
[3]Rodíguez y Fernández, "El centro histórico de Ourense. Arqueología y arquitectura", Revista de Arqueología, año XX, no. 219:6, Madrid.
[4]Ambas fechas son históricas ya que la primera corresponde a la ratificación de Villa de Antequera y la segunda a su nombramiento como ciudad, con lo quela Corona pretendían dar por terminado los alegatos de Cortés, asegurándole que ya existía un asentamiento español en las tierras que él pretendía como parte de su marquesado.
[5]Martínez, José Luis, Hernán Cortés, 1990:635-636, UNAM-FCE, México.
[6]Martínez, José Luis, ibid., pp. 639-640.
[7]Martínez, José Luis, ibid., p. 641.
[8]"Comisión a Juan Peláez para poblar la Villa de Antequera de Guaxaca", tomado de Acervos, 1997, nos. 3 y 5, pp.11-12, Oaxaca.
[9]Martínez, José Luis, ibid., p. 636.
[10] Portillo, José Oaxaca en el centenario , 1998:138.
[11] Al parecer Portillo (1998) confunde el Colegio del Espíritu Santo con el Colegio de Niñas de Nuestra Señora de la Presentación ya que ubica a este primero en el plano de la manzana 117 de las calles 5ª de Morelos, 2ª de P. Díaz y 2ª de la Libertad (actual G. Vigil), pero en la página 148 del mencionado libro ubica al mismo colegio en el número 25 de la Av. Independencia que correspondería al antiguo Colegio de Virgen.
[12]Jiménez y González, 1992:63.
[13] Portillo, 1998:142.
[14] Pérez-Moreno, 1999:59
[15]Portillo, 1998:142c.
[16]Portillo, 1998:180.
[17]Jiménez y González, 1993:35.
[18] Portillo, 1998:140c.
[19]Saalas, Carlos, La cimentación del antiguo estanco 1998:403.
[20] Schuyler, Historical and historical sites 1978.
[21] Carandini, Andrea, Historias en la tierra, 1997; Xavier Dupré Raventós, "Prólogo" Historias en la tierra, 1997; Barker, Phillipe, Techniques of archaeological excavation, Batsford, London, 1977.
[22] Urbanismo y arquitectura mesoamericana, 1992.
[23]Fernánde, Enrique y Susana Gómez, " Metodología aplicada en el desarrollo ", 1998:107-120.
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