49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Gloria Carreño y Celia Zack de Zukerman

02 Hist. América Latina ante la Segunda Guerra Mundial

Los refugiados polacos en la Hacienda de Santa Rosa, estado de Guanajuato.

Gloria Carreño y Celia Zack de Zukerman

Centro de Documentación e Investigación de la Comunidad Ashkenazí de México.

Resumen

En esta ponencia se trata el caso de un grupo de refugiados polacos que fue aceptado en México durante la Segunda Guerra Mundial, como un caso de excepción, y que fue confinado en la Hacienda de Santa Rosa en el Estado de Guanajuato. Analizaremos el comportamiento de algunos elementos de este grupo bajo la óptica de la historia de las mentalidades, y la dinámica interna dentro del grupo en sí, como la relación con las autoridades mexicanas y las autoridades polacas internas del propio campo de refugiados.

Texto

El nivel de la historia de las mentalidades es el de lo cotidiano y de lo automático, es lo que escapa a los sujetos individuales de la historia, porque es revelador del contenido impersonal de su pensamiento; es lo que comparten César y el último soldado de sus legiones, San Luis y el campesino de sus dominios, Cristóbal Colón y el marinero de sus carabelas

Jacques Le Goff.

El campo de refugiados de guerra polacos establecido en las inmediaciones de León, Guanajuato entre 1943 y 1947, fue en sí un complejo social donde se reprodujeron, a escala, los elementos de la mentalidad colectiva que había caracterizado, en su sociedad de origen, a los ahora refugiados; mentalidad que en un nuevo contexto de espacio y tiempo tendrá una confrontación con varios elementos que no provocan un cambio súbito de mentalidad sino una modificación paulatina que en ciertas situaciones llegó a romper en crisis.

El campo de refugiados de Santa Rosa, Guanajuato, llamado familiarmente por los habitantes del entorno la pequeña Polonia, se sitúa como un hecho sin precedentes en el contexto de la política mexicana respecto a la problemática de los refugiados, ya que fue éste el único contingente al que se le permitió la entrada al país con la condición de permanecer en un campamento.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la política mexicana hacia los refugiados se caracterizó por una falta de interés por contribuir a resolver tal problema. El campo de refugiados Santa Rosa se creó gracias al Convenio firmado entre el presidente de México, Gral. Manuel Avila Camacho y el primer ministro del gobierno en el exilio de Polonia, Wladyslaw Sikorski; dicho convenio fue presionado por el interés de los aliados en resolver varios aspectos: desocupar los campos de refugiados ingleses en India y Persia, lo que les permitiría recibir nuevos contingentes; contribuir a solucionar el problema de los refugiados, que estaba en la mira de la comunidad internacional; y, por otra parte, permitió a Estados dar la imagen de contribuir a la solución del problema de los refugiados y mejorar su posición bajo el lema del Panamericanismo Unidos sin usar su territorio.

El campamento de Santa Rosa, fue el primero de refugiados, en el occidente, para los desplazados de Europa Oriental durante la Segunda Guerra Mundial1.

La investigación sobre los refugiados de Santa Rosa que estamos realizando abarca el análisis de los siguientes aspectos: la situación de Polonia en el marco internacional, la situación y el problema de los refugiados, la actitud política de México ante la inmigración y concretamente ante el problema de los refugiados, el funcionamiento interno del campo y el impacto que éste conglomerado humano significó para la sociedad circundante. Los dos últimos tópicos nos han llevado a incursionar en el aspecto de la vida cotidiana y la huella de ésta en la mentalidad del grupo, tema que abordaremos en este coloquio.

La motivación para abordar este tema surgió al encontrar en los archivos la presencia de lo que Solange Alberro llama los casos límite, los cuales se explican, para el contexto de la historia de las mentalidades, como: lo marginal, lo delictuoso (que) nace en el seno de una sociedad y se origina en sus contradicciones; lo marginal no es una perversión individual desligada del contexto social, cada sociedad tiene sus márgenes, su criminalidad, su delincuencia específica2 y agrega estos individuos van a ser los instrumentos, los trujamanes de esas tendencias que se encuentran difusas en la sociedad3. En nuestro trabajo, los casos límite son prostitutas, ebrios, pendencieros, y sujetos conflictivos, que ejemplifican lo que fue el rompimiento de un orden preestablecido.

¿Cuál era dicho orden establecido?

El de un grupo obligado a vivir en un espacio limitado bajo normas fijadas por factores ajenos a ellos; sin la posibilidad de desarrollarse como individuos.

El convenio para la creación del campamento se firmó en diciembre de 1942 durante la visita del Gral. Sikorski a México.

Dos contingentes, sumando mil 453 refugiados, llegaron a León, Guanajuato; uno el 1° de julio de 1943, y el segundo, el 2 de noviembre del mismo año. Este grupo vivió en la Hacienda de Santa Rosa hasta principios de 1947 cuando el gobierno de México disolvió el campamento y otorgó permisos de residencia a aquellos que quisieran permanecer en el país.

El grupo de refugiados polacos estuvo integrado en su mayoría por mujeres y niños debido a que se trataba de esposas, viudas e hijas de soldados que servían al ejército polaco; los hombres que integraban el conjunto eran o menores de edad o aquéllos no aptos para servir en el ejército, soldados licenciados y ancianos. De los habitantes de la colonia 992 estaban integrados en familias que habían hecho toda la trayectoria del exilio unidos, 195 venían solos, 30 en compañía de algún pariente ( no familia nuclear) y 236 huérfanos4.

La mayor parte de los individuos de este grupo procedía de la parte oriental de Polonia que desde su primera partición en 1772, estuvo bajo el gobierno de Rusia -zona de Lituania, Polesie y Wolyn- o bajo el gobierno austríaco -Galitzia-, hasta 1919 cuando Polonia recuperó tales provincias y fue reconstituido como un estado independiente, determinándose sus fronteras hasta 1921. Al estallar la Segunda Guerra Mundial tras ser invadida Polonia por el ejército nazi y de acuerdo con el Tratado Ribbentrop-Molotov5, la URSS atacó Polonia y se anexó los territorios que anteriormente había dominado. El gobierno de la URSS confiscó todas las propiedades y negocios privados tanto citadinos como rurales y a sus propietarios, así como de todo aquél que consideraban burgués o un elemento negativo para su política, y los ciudadanos polacos fueron deportados al interior de la URSS, la mayoría de los casos a las inhóspitas regiones de Siberia, Ubekiztán y Kazajstán. Entre los deportados también se encontraban los refugiados de occidente que huían del terror nazi. Los deportados en la URSS estaban considerados bajo dos categorías: libres que eran los que estaban en los koljoz y teóricamente podían moverse libremente a su lugar de trabajo, y los presos políticos en diferentes cárceles. En estas deportaciones murieron miles de gentes debido a las condiciones infrahumanas en que se vieron obligados a vivir durante el trayecto y en los propios campos de trabajos forzados y cárceles.

Esta gente que se vio despojada de todos sus bienes materiales y de su propia libertad personal, fue adquiriendo una nueva característica social marcada por la sobrevivencia, totalmente distinta al mundo donde habían nacido, el que era existente, donde todo se suponía independiente de ellos y simplemente lo vivían; ahora debían reaprender a usar las cosas, apropiarse de los sistemas de usos, perder cualquier relación de estrato social para homogeneizarse en el nuevo ámbito impuesto.6

Ana Zarnecki una de las refugiadas de Santa Rosa, nieta de un propietario agrícola de Truszeliszki en la región de Vilno, relata cómo la población pensaba que la presencia del ejército soviético les salvaría de la invasión nazi, para percatarse muy pronto que esta era otra ocupación.

El 14 de junio de 1940 estaba yo con mi abuelito, trabajando en el campo, porque ya no nos dejaban tener trabajadores. Vimos los soldados que rodeaban toda la hacienda con carabina y bayoneta calada acercándose a nosotros y mi abuelito dijo: ya vienen por nosotros. Ya sabíamos que estaban llevándose a la gente a Siberia, llegaron y nos dieron 15 minutos para salir, para recoger nuestras cosas, sólo nos llevaron a mi papá, mi mamá, a mi hermana y a mí. A mi abuelo lo dejaron porque ya era viejo, que se pudra en su tierra, dijeron. No les interesaba porque no tenía fuerzas para trabajar. Nos metieron en un tren de carga para animales, ahí había unas tablas para acostarse, éramos 35 personas en un carro con pequeñas ventanas enrejadas, todo cerrado, con un agujero en el piso para las necesidades de uno, sin agua, sin nada. En este tren nos fuimos a Rusia, hasta Siberia, pasando por Novo-Sibirsk, ahí abordamos en barco, y después en bote hasta una colectividad que llamada la Llave Negra, la ciudad más cerca era Bakshar. Las casas ahí eran todas iguales, un sólo cuarto con una chimenea en medio y nada más. Nos pusieron en un cuarto con unos señores rusos que tenían ocho hijos. Nosotros éramos cinco, más una amiga íntima de mi mamá; había una sola cama para los señores y los niños se acostaban junto a la chimenea y el chiquito estaba en una cuna, a nosotros nos dieron un rincón para que nos acostáramos en el suelo. Nos pusieron a trabajar inmediatamente en invierno cortando árboles, un trabajo que para las fuerzas de una niña era imposible; nos pusieron a secar papas para el ejército, lo cual nos obligaba a trabajar todo el día, o toda la noche porque la fábrica no paraba. En tiempo de verano, durante la cosecha, nos ponían a trabajar un día, una noche y un día continuos, porque en ese tiempo no se va la luz y había que apurarse porque pronto venía el frío y no se alcanzaba a cosechar todo. Ahí nos daban de comer una jarrita de agua caliente que decían que era el té, sin azúcar y sin té y cien gramos de pan. El pan era feo, negro, duro; al medio día nos daban un cucharón de sopa de papa, si encontraba uno una hebra de carne era mucho, pero si encontraba un hueso lo mordía todo el día hasta que lo acababas de masticar como un perrito.7

Aunque presentamos sólo un caso, la concurrencia de otros testimonios de historia oral y documentos, nos permite considerarlo como representativo de un sector, en el que la suma de las experiencias individuales comenzó a conformar el carácter del grupo. En su exilio Siberiano o Ubekistano al cambiar su ambiente original, su pertenencia a un estrato social se diluyó y tuvieron que enfrentarse a tareas nuevas, aprender nuevos sistemas de usos, adecuarse a nuevos hábitos ser [capaces de luchar durante toda la vida (...) contra la dureza del mundo.8

En estas condiciones vivieron hasta que en el verano de 1941 comenzó a cambiar la correlación de fuerzas en la contienda al atacar Alemania a la URSS, y ésta pasó a ser la aliada en potencia; Inglaterra empezó a presionar al Gobierno Polaco en el Exilio para mejorar las relaciones con la Unión Soviética. El gobierno Británico vio la posibilidad de convertir en un elemento útil logísticamente el armar un ejército polaco en la URSS que captara a los exiliados entre los que había un gran número de oficiales y soldados capaces de servir a las armas; veía que en el caso de un entendimiento entre Polonia y la Unión Soviética, la primera sería de mucho mayor ayuda por razones geográficas a la lucha de la URSS contra Alemania de lo que podría ser la Gran Bretaña. Se estimaba en un millón 230 mil los ciudadanos polacos exilados en la URSS, de los cuales 180 mil eran miembros del ejército polaco.

El 4 de julio de 1941, el gobierno soviético ofreció dar facilidades a Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia para formar Comités Nacionales dentro de la propia URSS, permitiéndoseles organizar fuerzas militares a las que ese gobierno proveería de armamento. Así los prisioneros de guerra en territorio soviético serían entregados a los Comités Nacionales en un número de 20 mil, quienes lucharían conjuntamente con el ejército soviético contra Alemania.9

Los acuerdos firmados el 30 de julio de 1941, propiciaron el desplazamiento de los ciudadanos polacos aptos para las armas y sus familiares hacia las regiones del sur de la provincia de Semipalatinsk. Sikorski especificó en sus demandas, Tashkent, Alma-Ata y el sur de Kazahstan donde un clima mas suave ayudaría a los soldados y civiles a recuperarse físicamente, también propuso Persia, donde el clima y la prometida ayuda británico-americana permitirían la recuperación pronta para formar un ejército fuerte que se incorporara al frente.

Una vez liberados, la actitud soviética fue de aplazar la reunión de los polacos; en primer lugar se les ocultaba, hasta donde les era posible, la noticia del acuerdo polaco-ruso, y, en segundo, les dificultaron la evacuación, la mayoría de los exiliados debían salir por sus propios recursos en balsas hechas de troncos, o caminando hacia el este, hasta encontrar los sitios donde poder abordar algún transporte para salir de Siberia.10

En Kransowodsk (...) puerto en la orilla del mar Caspio. En el desierto que rodea al puerto había miles de deportados civiles liberados de los campamentos de trabajo y de los koljoces que esperaban su turno para ser embarcados hacia Irán. Había también regimientos enteros del ejército polaco. El primer viaje a través del mar Caspio, de Krasnowodsk a Pahlevi, fue muy trágico. Todos los refugiados fueron llevados en los barcos de carga. Parados en la cubierta, apretados uno contra otro sin poder moverse o cambiar de posición...navegaron toda la noche...en medio de una tormenta. Era una noche de terror, noche de muerte. La furia de la naturaleza movía tanto el barco que la gente empezaba a caer al mar. Los que sufrían mas eran los niños, que al no poder sostenerse de los barandales caían al agua. En la obscuridad se oían dramáticos gritos de las madres pidiendo ayuda...todos temblaban de frío mojados por la lluvia y las olas del mar. El pánico dominaba a todos, quedaban indefensos en las manos del destino.11

En Pahlevi fueron sometidos a un aislamiento médico de una semana y tras una escrupulosa revisión por médicos ingleses se reunió el grupo que fue trasladado en camiones militares a Ahvaz. El comando militar inglés responsable de organizar a los refugiados, formó grupos de setecientas personas que envió en barcos hindúes a Basra y Bombay donde se encontraba un centro de repatriación dirigido por la embajada de Polonia en la India.12

La situación en los campos de refugiados en Persia e India permitían cierto alivio a los refugiados, la comida, aunque racionada, era en las cantidades indispensables, se tenía a la vez el espacio mínimo para dormir y la atención médica, pero la vida cotidiana no dejaba de ser una constante lucha, por la supervivencia, por un puesto mejor en el interior de la integración dada, por un puesto en el seno del conjunto, cada uno según sus necesidades y posibilidades.

Dentro de esta cotidianidad, el grupo seguía siendo desprotegido, estando a merced de otros, no eran dueños de su destino, nadie sabía hacia donde se dirigirían. Entre septiembre de 1939 y verano de 1942 estos hombres y mujeres habían salido de su hogar, servido en campos de trabajo forzados y desplazados hacia los campos de refugiados bajo la protección aliada, fue hasta finales de ese año que comenzó a definirse los destinos de los refugiados: las colonias en Kenya, Tanzania y México.

En el campamento de Karachi la invitación para ir a México apareció escrita en una pizarra; tal anuncio provocó gran emoción entre los refugiados. Se inscribieron mil personas a las que se les presentaron películas americanas de propaganda, películas de vaqueros y películas mexicanas, después de estas proyecciones 200 de los inscritos se habían disuadido a viajar a México. Hablaban de que en este país la lucha por la subsistencia era dura y un campamento polaco no podría sobrevivir. Estos rumores disuadieron a otros tantos quizá porque se acostumbraron a no hacer nada13.

Los refugiados se embarcaron el 13 de mayo de 1943 en el buque Old City of London hacia Bombay donde continuaron el viaje en el Hermitage, a cargo de Henryk Stebelski. Fueron acomodados en el interior del buque en dormitorios con literas asfixiantes; les compensaba la buena comida estilo americano y la ilusión de un futuro promisorio.

La organización de los transportes estuvo a cargo de funcionarios y diplomáticos del gobierno polaco en el exilio. Stebelski, designado comandante del transporte, nombró de entre los propios refugiados a los vicecomandantes de salas, a un encargado de ayuda económica, a una traductora que les mantuviera al día las noticias de la radio y a una encargada de asuntos escolares; organizaron una pequeña tienda, una enfermería instalada en 4 cabinas con 16 camas, con un médico al cargo, cinco enfermeras y una monja. Una semana más tarde, Stebelski, consiguió cabinas adicionales para hacer mas cómodo el alojamiento (estas cabinas fueron asignadas a quienes desempeñaban labores, marcando así el primer grupo de privilegio).

Desde el momento mismo de subir al barco, el grupo inició un proceso de redefinición, ahora eran una comunidad en cuyo interior se iba formando una estructura social nueva, con una vida cotidiana común donde comenzarían a conjugarse las ideologías, las actividades, las habilidades, los afectos, las necesidades (como la comida o el reposo), el trabajo, el diálogo, la sexualidad, el juego, la diversión, con una mentalidad, donde se manifestaría lo cotidiano, lo automático, lo revelador del contenido impersonal de su pensamiento14.

Durante el viaje, que duró cinco semanas, el grupo estuvo ocupado en diferentes actividades que iban desde dar clases a los niños, conferencias sobre los distintos lugares que iban tocando en su ruta, clases de inglés, conferencias ideológicas, historia de Polonia, formación de grupos de scouts , celebración de misas, y representaciones teatrales y bailes. En cada puerto recibieron fruta, dulces y ropa de las comunidades polacas o judías, así como de la Cruz Roja. A este incipiente bienestar se agregó la solidaridad pues en el transporte convivieron con soldados que regresaban de los frentes cuya actitud era proteger a los refugiados polacos, sentimiento que despertado por la presencia de niños y mujeres.

El 25 de junio el Hermitage llegó a la costa de Los Angeles, Estados Unidos, donde desembarcaron separando a los hombres de las mujeres para llevarlos a bordo de camiones a los campamentos; en el transcurso vieron la soñada América con grandes, simétricas y limpias calles, numerosos estacionamientos, se pueden ver las torres de los campos de petróleo. Después de dos horas de lo que un testigo calificó como un interesante viaje, llegaron a un campo cercado con alambre de púas -que resultó ser un campamento de concentración de ciudadanos de Países del Eje- que el testigo comparó con los campos soviéticos en Siberia; se imponía más la imagen militar que el hecho de estar recibiendo camas confortables con sábanas limpias y comida abundante. Ahí pasaron dos días durante los cuales pudieron tener contacto con las asociaciones polacas norteamericanas, que se comprometieron a ayudarlos. La comunidad polaca envió en ese primer encuentro 7 mil dólares, ropa para las mujeres, frutas y dulces; en los repartos de los obsequios eran frecuentes las riñas y disputas por las prendas.15

A pesar que desde la salida de Siberia a este grupo no le faltó protección, los miedos adquiridos en el exilio debido a las fuertes carencias a que estuvieron sometidos -el hambre constante, el inhóspito clima de la tundra a la taiga y al desierto, la pérdida paulatina de la salud, la inseguridad y la visión cotidiana de la muerte-, se manifestaron en diferentes formas ante las nuevas situaciones que se les presentaban en la convivencia cotidiana en su nievo espacio de residencia: Santa Rosa.

De acuerdo al convenio firmado por Avila Camacho y Sikorski, se estipulaba que la estancia de los refugiados quedaba restringida al campo hasta el fin de la guerra, que su manutención quedaría a cargo de las Organizaciones polacas en los Estados Unidos y al gobierno de Estados Unidos, y que al fin de la guerra estos serían repatriados a Polonia. Con todo ello, se trataba de evitar que los refugiados tuvieran trabajos remunerados que compitieran con la mano de obra mexicana o que solicitaran permisos de residencia.

La idea de que los refugiados quedaran confinados a la hacienda y que tuvieran el mínimo contacto con el entorno se debía al interés de Estados Unidos (que en ese tiempo era aliado de la URSS en la guerra contra Alemania) en que no se filtrara ningún conocimiento sobre el sufrimiento de los refugiados en el cautiverio soviético, lo cual entorpecería las frágiles relaciones que comenzaban a establecerse entre estos dos países; Eileen Egan, quien fuera una ejecutiva del Catholic Relief Services dice: ...difícilmente ningún país podía ofrecer estas ventajas, como el campo mexicano, con sus humanitarias y seguras condiciones, y ser al mismo tiempo, una tumba para la verdad sobre los trabajos forzados en la URSS16.

Así, en este encierro forzado, vivieron 461 hombres y 957 mujeres para quienes en ese entorno, su cotidianidad se presenta como una realidad suprema, la que tiene un significado subjetivo. Esta realidad inmediata se presenta como la realidad por excelencia a la que se le debe prestar la atención total, ésta dejó en un segundo plano la preocupación de la guerra y el conflicto de las fronteras polacas. La preocupación por procurar que las cosas marcharan bien dentro del campo era lo inmediato, se imponía sobre la conciencia de manera intensa, masiva., imposible de ignorar, ... aún más difícil atenuar su presencia imperiosa17. Esta cotidianidad impregnada aun de miedos, de la memoria de todo lo vivido, resultaba difícil para cualquiera de los refugiados, tanto para la mayoría silenciosa como para los casos que provocaron conflictos a la vida interna.

El conjunto social de Santa Rosa, estaba permeado de miedos e incertidumbres. Independientemente de sus miedos individuales, este grupo compartía miedos colectivos, incertidumbres masivas que aparecen y desaparecen provocadas por elementos políticos, religiosos, económicos y sociales18: el miedo a la pérdida de la libertad, a la miseria, al hambre, a la alteridad, a la enfermedad, a la violencia, al futuro. Miedos presentes todo el tiempo, aun en el nutrido grupo de niños, para los cuales era muy pronto que se sacudieran el hábito del miedo y el ropaje de la preocupación que los envolvía, su natural precaución era un testigo de la agonía que tantas veces habían encontrado y sobrepasado, que estaban aterrorizados de encontrarla otra vez19.

El miedo ocasionado por la pérdida de la libertad era vigente, y con razón, pues el principio de su destierro y agonía en trenes sellados que los llevó a cuatro continentes, se repitió en el camino hasta este último destino del mundo, donde también un tren sellado los llevó a León y a la Colonia Santa Rosa. Egan recuerda no se permitió ninguna parada en los Estados Unidos después de que los polacos fueron subidos al tren como borregos, en la frontera había soldados con bayoneta calada impidiendo cualquier intento de que los refugiados dejaran el tren y se mezclaran con los ciudadanos americanos20.

Un casco de hacienda fue el espacio en donde permanecieron los 1453 refugiados, contando con dormitorios generales para hombres, para mujeres y algunas habitaciones privadas asignadas a ciertas familias, y en cuyo perímetro los refugiados pudieron tener ciertos trabajos como cultivo de hortalizas, talleres de zapatería y en general aquellos que cubrieran las necesidades inmediatas del campo.

En el campamento no existía la libertad de la vida cotidiana quizá se podría decir hago lo que quiero pero el ámbito limitado lo impedía. Dice Agnes Heller Si alguien puede reproducirse en el mundo determinado de acuerdo con su propia voluntad (con sus representaciones), en su vida cotidiana es efectivamente libre. Si por el contrario no está en condiciones de reproducirse o no le es posible hacerlo al nivel deseado, se siente no libre y en realidad no es libre en el plano de la vida cotidiana. Si él se priva del terreno que quisiera arar, si se prohibe el casarse con quien desearía, si se priva de la posibilidad de trasladarse físicamente que ha poseído hasta aquel momento o que pretende, en su vida cotidiana no es libre.21

La población de Santa Rosa estaba compuesta de la siguiente manera: más de la mitad eran niños y jóvenes menores de 20 años, su ocupación primordial era ser estudiantes (628), las mujeres amas de casa era el segundo grupo importante (370), entre ambos eran dos tercios. Les siguen los que habían sido agricultores (127), los que habían ejercido oficios (112), cuarenta y cuatro eran profesionistas y cincuenta habían ejercido diversos empleos.22

Además del confinamiento, hubo una presencia física que resultó amarga para la mentalidad de los refugiados: la de los guardias armados asignados por la Secretaría de Gobernación. Estos controlaban exclusivamente las eventuales salidas y entradas al campo y, en general, no intervenían en la disciplina interior, ya que era controlada por elementos designados de entre los propios refugiados, formando una policía polaca llamada Guardia ciudadana que a su vez dependía del llamado Departamento de Seguridad. La vista de las armas al llegar a Santa Rosa abría la herida causada por la salida al destierro, cuando a punta de bayoneta fueron sacados de su tierra, recordaba el control en Siberia o Ubekistán, recordaba el control de la NKVD (Nachalnij Komitet Vnutriennij Diel-Ministerio del Interior de la URSS), y para aquellos que como Wladyslaw Rattinger, que estuvo detenido en Tarnopol, recuerda los guardias no buscaban conservar la disciplina, sino que la imponían con fuerza bruta. Cualquier protesta, cualquier grito, cualquier inconformidad de los presos era reprimida en forma arbitraria y despiadada. Sin importar cual era la razón, con lujo de fuerza sacaban a las personas y las llevaban a celdas de castigo23. A fines de 1944, se estableció tambinal ciudadano; existió también el Comité auxiliar, una especie de organización autogestionaria, pero la voz de los delegados oficiales integrado cinco personas prevalecía para el encargado del Ministerio del Trabajo quien presidía dicho comité sobre la opinión de los representantes de los habitantes de siete personas.24

Desde la salida de su hogar, bien sea en el Occidente u Oriente polaco, la realidad de estos exiliados era tratar de salvar la vida, nada de lo que pueda llevar consigo un desterrado puede considerarse un bien, los objetos sólo constituían la posibilidad de poder cubrir necesidades vitales. El abuelo de Ana Zarneki, tras de que se llevaron a sus hijos y nietas, le hizo llegar, a través de sus antiguos trabajadores, costales de ropa, toallas, sábanas y, dice Ana, eso nos salvó porque vendíamos la ropa, los vestidos, los manteles, lo que teníamos a las mujeres rusas y con eso conseguíamos harina, y en un recipiente grande hervíamos agua y echábamos harina y era como un atole, sin sal, sin azúcar, sin nada, nada más atole aguado, y ese era nuestro alimento de todo el día (...) cuando trabajábamos en la fábrica de secar papas pensábamos que podríamos comer algo; pero después de tres días nuestro estómago ya no aguantaba, la papa, si la tomas todo el tiempo, provoca vómito.25

De los campos de trabajo forzado fueron concentrados en Thaskent donde, al ser atendidos por los Aliados y la Cruz Roja, se empezaron a satisfacer las necesidad básicas de alimentación. Para ubicarlos en campos de refugio, estos hombres y mujeres fueron movilizados en caravanas hacia Samarkanda, Bujara e Irán, una jornada de 800 millas, que tenían que recorrer en su mayor parte a pie. Estos enormes esfuerzos provocaron un fuerte colapso físico y comenzaron a aparecer con gran fuerza las enfermedades como desinteria, tracoma, tuberculosis, o piojos y chinches que les consumían el cuerpo.26

Emmanuel Freyd, quien fue delegado especial del Gobierno Polaco en el exilio en Londres y Consejero de la Embajada Polaca establecida en la Unión Soviética en agosto de 1941, participó en la localización de los deportados y prisioneros de guerra para poder tomar ventaja de la amnistía que se había obtenido, y concentrar el mayor número de ciudadanos. El describe la situación en que se encontraban: los centros (de búsqueda) se tuvieron que convertir en cuidados para huérfanos y niños separados de sus padres, clínicas temporales para los enfermos y los que estaban muriéndose, o estaciones de alimentación para la inanición que predominaba...27.

Se presentó el miedo al hambre y a la miseria que van de la mano con el miedo al futuro, para este grupo que no podía ser dueño de su presente, tampoco había ninguna certeza del futuro; el desplazamiento en el que se inscribían voluntariamente, para ir a México, Africa o permanecer en Bombay, resultaban al fin decisiones temporales de los aliados y no decisiones personales. Volver a Polonia tras el fin de la guerra, tampoco resultaba muy prometedor, como tal era, al principio del destierro, el plan original; ahora imperaba la angustia de encontrar un país devastado por la guerra, angustia que más tarde se agudizó al pensar en volver a una Polonia comunista; el miedo se recrudeció cuando se hizo del conocimiento de la gente de Santa Rosa los acontecimientos de Katyn28; se conjugaba así el miedo a la violencia.

Si en la vida cotidiana se tiene siempre temor a lo desconocido, al otro, al que es diferente a uno mismo, estos refugiados que en tan corto tiempo vivieron tanta tragedia y viajaron por caminos inseguros, desarrollaron la desconfianza y el temor que se manifestaba tanto en la desconfianza entre ellos mismos como hacia los directivos del salvamento, por no saber cual sería la orientación que estos funcionarios imprimirían a la vida de la colectividad. El grupo de funcionarios que integraron la administración del campo, aunque representaban todos al gobierno polaco en el exilio, tenían diferentes tendencias ideológico-políticas; algunos habían llegado por su cuenta a México a principios de la guerra, como Feliks Sobota; otros, como Henrik Stebelski, habían llegado como empleados de la Legación de la República de Polonia durante el periodo de la Segunda República y la época de la guerra; y, finalmente, estaban los que llegaron específicamente a desempeñar funciones administrativas en la Colonia Santa Rosa; en la forma de conducir sus funciones cada uno de ellos revelaba tal carga ideológica.

Tadeusz Lepkowski escribe que las autoridades de Londres llevaban a cabo una política consecuente de aislamiento y autoaislamiento de los habitantes. Tuvieron la intención de ejercer sobre los refugiados un verdadero gobierno de las almas y decidir sobre todos los aspectos de la vida interna mediante una disciplina feroz y un control casi policiaco. Tal actitud se debió a la intención de proteger a los trasladados de influencias perniciosas del México laico y de la izquierda en general. Parece que los organizadores de este severo régimen campanario eran el delegado del ministerio del trabajo y previsión social b. Smejko y los sacerdotes J. Jarzebowski y L. Kasznynski. Los directores y supervisores del campamento tuvieron, sin lugar a dudas, nobles intenciones, ya que todo lo que hicieron, a veces a fuerza, debía servir a los altos ideales de conservar en forma pura las fuerzas de la juventud y de los niños para que no llegasen a ser mexicanos, para que nadie deseara quedarse en la tierra azteca. Todos debían conservar las fuerzas con el fin de poder regresar a la patria liberada y reconstruirla de las ruinas. Durante años han imbuido esta idea a los niños y jóvenes en Santa Rosa, haciendo de ella el objetivo de la vida, la instrucción y todo lo que se ocupaban29. El miedo al otro también se manifestó en las intolerancias religiosas a todos aquellos que no fueran cristianos.

Después de la Primera Guerra Mundial, con el renacimiento de Polonia como país independiente, resurgió un nacionalismo polaco que sirvió de marco para el reclamo por parte de las minorías de un mayor reconocimiento y otorgamiento de derechos ciudadanos. Lejos de crear un ambiente de igualdad ciudadana que propiciara el acercamiento entre las minorías y los polacos, el nacionalismo polaco despertó sentimientos xenófobos y que, en el caso de los judíos, iban acompañados de un antisemitismo ancestral que provenía de su vida en Polonia, pese a que la situación legal de los judíos, en teoría, era de igualdad, pues tanto en el Tratado de Versalles30 como en el Tratado con Polonia31, se les prometió el derecho de llevar una vida nacional y abolir cualquier tipo de discriminación. Sin embargo la realidad era distinta. La política era promover la etnia polaca a expensas de las minorías nacionales, especialmente de los judíos que representaban el 10.5% de la población.

La discriminación por parte de la mayoría polaca hacia las otras etnias forma parte de la mentalidad social de origen de este grupo, válido tanto para el polaco que discrimina como para el que es discriminado y siente que eso forma parte de una forma de vida. Los refugiados se habían enfrentado a situaciones dolorosas, y ahora, en el campo de refugiados donde deberían sentirse protegidos, lejos de haberles surgido una mentalidad mas tolerante hacia el otro, resurgió la antigua intolerancia. Esa mentalidad ancestral no se sustituye fácilmente por una nueva, aun considerando que todos habían formado parte de un mismo destino de sufrimiento, de persecución y muerte. Como ejemplos de intolerancia, tenemos tres casos en el campo: el de los judíos, el de una familia bautista y el de las trabajadoras sociales cuáqueras que venían a hacer su servicio social al campamento. En todos los casos recibieron agresiones morales. A los judíos se les agredía cotidianamente, pero particularmente en el día más importante del calendario religioso, Yom Kipur (Día del Perdón), cuando el lugar que habían preparado para rezar fue profanado al llenarlo de excremento de vaca. En el caso de los bautistas la discriminación la recibieron los hijos en la escuela por no llevar la clase de doctrina católica, obligatoria en el programa de estudios polaco. En el tercer caso, las trabajadoras sociales fueron acusadas de hacer proselitismo religioso por lo que fueron llamadas ante las autoridades del campo constituido, en un jurado informal.32

En todos estos casos intervino el Cónsul Stebelski quien, entendiendo la difícil situación del campamento, luchó para que se modificaran tales actitudes de intolerancia.

Junto a toda la problemática interna, el tiempo libre constituía otro problema, y ocuparlo significó un reto para las autoridades del campo. En una carta a Eric Kelly33, Bojdan Smejko34 plantea el asunto como la rehabilitación moral y sostiene que utilizar a los refugiados en los trabajos del campamento es importante porque de esa manera van a volver a Polonia como ciudadanos útiles.

En los años pasados en los campos de prisioneros en la URSS, el derecho de vivir se compraba con trabajos forzados; en los campos de tránsito tampoco se les dio la oportunidad de ocuparse en trabajos de responsabilidad ni volver a la vida normal, en la cual las obligaciones son parte inseparable de los privilegios y responsabilidades. La única forma de regresarlos a la vida normal y verdadera democracia, es volverlos a la interdependencia de trabajo y pago, entre obligaciones y privilegios.35

La realidad de Santa Rosa, vista a partir de las fuentes administrativas, se podría pensar menos dramática: todos los niños y jóvenes estaban ocupados en la escuela o en el aprendizaje de oficios como técnico dental o platería, el aprendizaje del inglés, en actividades de teatro, funciones de cine, lecturas colectivas de novelas clásicas polacas, excursionismo, conferencias sobre temas nacionales polacos, historia polaca y sobre México. Los adultos desarrollaron sus habilidades como fue la confección y compostura de zapatos, la instalación de un taller dentro de la misma colonia; hubo carpinteros, fontaneros y electricistas, algunas señoras trabajaban en la cocina, otros plantaban sus propias hortalizas, además se ocupaban de preparar las escenografías de los diferentes representaciones teatrales, cosían y bordaban los vestidos que usaban los alumnos en los desfiles de las fiestas nacionales mexicanas, a las cuales eran regularmente invitados, y se convirtieron en una parte inseparable de ellas. El deporte fue otra actividad importante, en la colonia se construyó una cancha de tenis, se iba dos veces por semana al balneario para entrenamientos de natación, se jugaba basquetbol, voleibol y atletismo. Si bien, la regla era que los refugiados no podían salir del campamento, la realidad fue que pidiendo el permiso adecuado pudieron salir de excursión, o a visitar familiares en diferentes ciudades, o pasar revisión médica en la ciudad de México y hacer paseos en la propia ciudad de León. La comida era buena y aún la gente que trabajaba fuera del campamento como el señor Koslowski, preferían regresar a cenar al campamento que comer en un restaurante de la ciudad de León36. Contaban con servicio médico dentro del propio campamento con un médico residente que era también un refugiado y un médico que vivía en León y supervisaba toda la actividad médica, había enfermeras de profesión y autodidactas que ayudaban en todo lo referente a la clínica37.

Las lesiones que el grupo recibió con la experiencia de la guerra, con el desplazamiento, la prisión, los campos de trabajo forzado permearon la mentalidad del grupo con miedos y angustias; la mayoría silenciosa se acopló y pudo vivir con cierto bienestar, pero no todos, y había quienes pese a los esfuerzos para intensificar la vida social y cultural (...) se ahogaban literalmente en la atmósfera de prohibiciones y normas disciplinarias38. Pero como en toda sociedad no faltaron los individuos que rompieron el esquema debido a su comportamiento límite y que trajeron una serie de problemas a la vida cotidiana del campamento. Estos problemas causaron enfrentamientos entre las autoridades y los refugiados, lo cual dividió a los unos de los otros.

El 13 de abril se celebró una conferencia en la colonia Santa Rosa convocada por Henrik Stebelski, cónsul de Polonia en México, con la asistencia de Bohdan Szmejko, delegado del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social en México; Feliks Sobota, delegado del Ministerio de Enseñanza y Culto; el cura Kaszynski; Henrik Obienski, delegado del Consejo de la Comunidad; Wladislaw Osieczkowski, contador delegado del Ministerio de Asuntos Sociales; las delegadas del National Council of Catholic Women, Pulina Koziett, Karolina Slawinska, Renata Raczkowska; Helena Sadowska y el Dr. Samuel Chrabolowski; el interés de Stebelski en esta junta era poner en claro los problemas del campamento. En primer lugar el problema financiero administrativo del cual explicó el Cónsul Stebelski que el dinero prometido por los Estados Unidos no había llegado con regularidad debido a sus problemas financieros ocacionados por la preparación previa a la apertura del segundo frente en la guerra. Pero, pese a la preocupación por los frecursos, el principal tema que se trató en esa reunión fue el social, que era el más urgente para los oficiales del campo; los motores de este problema eran los sujetos que Stebelski calificaba como: la hez de la sociedad este primer grupo estaba compuesto por ladrones, ebrios, y prostitutas (para el momento en que se llevó a cabo esta junta el problema lo tenían bajo control); por otro lado, estaba el grupo que se especializaba tanto a crear conflictos dentro del campo como a esparcir rumores falsos en la prensa extranjera, quienes Stebelski calificaba como los pendencieros, estos se valían de discursos demagógicos, de calumnias sobre la administración llamando a una sublevación en el campamento.39

Al hablar de los pendencieros, Stebelski señaló que en un tipo de campamento como Santa Rosa, es muy importante estar de acuerdo en como se evalúa a la gente para que no suceda que un jefe de la colonia se apoye en algún individuo considerado conflictivo por otro jefe.

Respecto a las constantes quejas de las carencias que sufría el campamento, Stebelski hizo énfasis en que la rehabilitación de los refugiados no consistía sólo en dar techo y comida sino también en desarrollar actividades sociales para que se mantuvieran ocupados.

Al referirse al problema del antisemitismo, Stebelski dijo que en la prensa norteamericana y mexicana se hablaba mucho de ello y que dicha propaganda resultaba muy perjudicial para el gobierno polaco. En Polonia existía en algún nivel antisemitismo, por ello, se necesita hacer una propaganda para obtener en el futuro resultados positivos; ese es uno de los papeles que tiene la escuela: enseñar a los niños el rumbo adecuado40.

La presencia de casos conflictivos dentro del grupo de los refugiados fue advertido por Henryk Stebelski desde su estancia en la India como Cónsul de Polonia; y como jefe del primer transporte, al rendir su informe recomendaba, entre otras cosas, hacer énfasis en la selección de los refugiados que se transportaran en lo futuro. Señala si hicieron gran esfuerzo para transportar mas o menos mil personas en una distancia tan grande por medio mundo, creo que debe ponerse atención especial a la selección de gentes a estos muy lejanos y costosos transportes. No se indica incluir en los transportes a gentes no confiables, aventureros y sospechosos. Ya sucedió que llevaron rateros y prostitutas. En México no hay ejército que esté vigilando el orden en el campamento polaco. El orden del campamento está asegurado por la vigilancia ciudadana polaca y por un inspector de la policía federal y solo algunos policías armados; esto sería suficiente para asegurar la paz en una población tranquila. Pero es mas difícil cuando entre esta población tranquila pueden encontrarse algunas personas que son la hez de la sociedad, según mi opinión estos elementos intranquilos se pueden quedar en los campamentos de la India o Africa Oriental donde contamos con el ejército británico41.

Este grupo límite de refugiados ocasionó múltiples trastornos en la colonia en los meses inmediatos a su arribo, provocando que fueran a la cárcel en arrestos efectuados por la Guardia Ciudadana y autorizados por el Cónsul Stebelski; tales visitas a prisión al parecer sosegaron a dichos elementos, quienes de cualquier forma siguieron ocupando su lugar en la estructura social que conformó el grupo de refugiados.

A los conflictos propios del grupo de los refugiados se agregaron los problemas de los administradores; éste era un grupo que trabajaba en el campo, pero vivía fuera de él, y como hemos dicho, cada uno era enviado y pagado por una organización distinta. Dedicaban más tiempo a su prestigio personal y a una velada competencia por tener un mayor arraigo para informarlo a sus organizaciones, que a lograr un acuerdo entre todos para la resolución común de los problemas del campamento. Unos desprestigiaban a otros lo que causaba una serie de incertidumbres entre los refugiados y el aplazamientode la resolución de los problemas inmediatos, como eran comprar zapatos para los niños del orfanato, proveer material para la clínica, dar mayor atención a los proyectos sociales, o resolver las dificultades pedagógicas en la escuela. Se llegó a proponer que la administración del campamento fuera un autogobierno, es decir desligarlo de la Legación polaca en México, pero esta postura nunca prosperó.

Otro problema surgió a causa de la confrontación e injerencia de las señoras del Nacional Council of Catholic Women quienes, durante una visita al campo, provocaron una crisis. Ellas habían recibido una abundante información de parte de Muc y Machalowski con constantes quejas, la mayoría infundadas, y acusaciones de todo orden como mal versación de fondos, incumplimiento de funciones, abuso de autoridad y relaciones ilícitas. Al llegar estas señoras a Santa Rosa hicieron una inspección prejuiciada en todas las áreas del campamento, agregando elementos de insidia que aumentó la tensión ya existente debido a las intrigas que provocaban diariamente los elementos límite y las enemistades entre los funcionarios del campo. Lla crisis surgida por esta visita duró varios meses.

Esta dio lugar a una serie de recriminaciones entre los funcionarios, desviando el verdadero origen del problema y la voluntad para resolverlo, un ejemplo de ello es la carta del Padre Kaszinski al Delegado de Asuntos Religiosos y Enseñanza, Feliks Sobota, donde le reclama los infundios de los delincuentes notorios, que lo habían hecho víctima a los que sentía la necesidad de contestar como una obligación moral, religiosa y patriótica, dice: ...en la escuela los maestros tienen la obligación de llevar a los niños a misa y cumplir su deber como católicos. Sin embargo, no he visto a los maestros comulgar, ni asistir a la procesión del Santísimo, lamentaba la mala relación entre las Hermanas Felicianas y los maestros; y sostenía que desde su llegada, denuncó la bigamia, el concubinato y la prostitución y que Sobota estaba en primer lugar en la lista(sic). Acusaba a Sobota de aliarse con delincuentes en su contra por lo que lo desprecia y no le tiende la mano.42

Sin embargo por encima de todo esto se mantuvo el punto de vista ecuánime de la mayoría silenciosa, aquella que agradecía el estar a salvo y tenía la mirada puesta en el futuro a pesar de miedos y angustias. Testimonio de ello, es el de Irena Godymirska, refugiada del campamento, quien escribía sobre la necesidad de dejar las quejas y pensar en el futuro. Estoy observando a los habitantes de Santa Rosa desde hace un año y no les falta nada sólo leche de pájaro, se puede decir que vivimos con lujo, y es un buen lugar para apuntar que estamos gozando de cosas buenas, camas con sábanas, luz, estufas eléctricas, comida, vestido, podemos reparar zapatos, material didáctico por el que no pagamos y para los que no trabajan hay un subsidio mensual, y lo mas importante un servicio médico excelente. Se puede decir que Santa Rosa es un sanatorio de descanso, es lo que tenemos que recordar y agradecer. Pero estos rumores, quejas interminables, ¿no es una verguenza? Es verguenza porque estamos presenciando un panorama falso que no tiene nada que ver con la realidad, esta manera de conducirse es vergonzante, ¿dónde están las causas de este mal? Aprendimos a quejarnos, mendigar, estamos contagiados por el veneno del descontento, en sus ambiciones no razonables. Debemos pensar si las causas no están en nosotros y si no tenemos esta buena voluntad para agradecer a Dios y a todos por todo lo que tenemos, estamos en condiciones privilegiadas, estamos olvidando que la mayoría de nosotros tenía que trabajar en Polonia muy duro por un pedazo de pan, y ahora las faldas de seda, los permanentes, ropa interior lujosa, manicura, entiendo que cualquier persona quiere estar mejor, pero también se necesita pensar que va a llegar este momento que vamos a regresar a la patria arruinada y a un trabajo fuerte y no estamos pensando sobre el mañana. Hay tantas posibilidades de aprender una nueva profesión y si el destino nos dará posibilidad de ganar y ahorrar algo que servirá mañana en el país donde cada centavo será necesario. Cómo se alejan de la realidad del campamento las informaciones que estamos dando, cuando hay las fiestas que hacemos, donde las mesas se hunden de tanta comida y bebida. Todos queremos pintar la vida gris cotidiana y a veces una diversión es necesaria, pero en esta guerra tan trágica, estamos usando los recursos para las fiestas, pero la pobreza entre nosotros es grande porque seguimos estirando la mano por una lismona, tenemos que golpear nuestros pechos en arrepentimiento, ¿dónde está la noción de ser buenos?, tenemos que solazarnos si después de la guerra podremos vivir en estas condiciones. Tenemos que regresar el pensamiento a nuestros familiares, la tragedia que se extendió en todo el mundo, y ojalá los restos humanos que nos quedan se despertarán para algo mejor43.

Notas.

1 Egan, Eileen, For whom There is no Room, Scenes from the Refugee World, Paulist Press, New York, Mahwah, NJ, 1995, p. 15.

2 Alberro, Solange,Historia de las mentalidades e historiografía en Introducción a la historia de las mentalidades, DIH-INAH, Cuadernos de trabajo, n.24, México, 1979, p.25

3 Idem, p. 26.

4 Archivo de la Legación de Polonia en Mexico, 738/ Administración/Spis Uchodzcow Polskich Na Terenie Meksyku, 15 noviembre de 1944. Listas de los refugiados del primer y segundo transportes.

5 El 23 de agosto de 1939, Alemania firmó un pacto de neutralidad con la URSS en el que se incluía un protocolo secreto de distribución de Polonia. Este pacto fue firmado por los ministros del exterior de los dos países, Wenceslao Molotov y Joachim Von Ribentropp.

6 Heller, Agnes, Sociología de la vida cotidiana, Ediciones Península, Barcelona, 4a edición, nov. 1996, p. 21.

7 Entrevista a Ana Zarnecki por Gloria Carreño y Celia Z. de Zukerman el 15 de julio de 1993, México, D.F.

8 Heller: 23

9 Coutouvidis, John y Jaime Reynolds, Poland 1939-47, Leicester University Press, 1986, pp. 60-77.

10 Entrevista al Sr. Jaime Bszieszinski por Celia Zack de Zukerman, Haifa, Israel, 22 de diciembre de 1996.

11 Wojciechowski, Zbigniew, Powrot Meksykanow, Krajowa Agencia Wydawnicza. RSW Prasa/ Ksiaska/ Ruch Entrevistas de un reportero de televisión de Polonia con los polacos -refugiados de guerra- que recibieron el asilo en México. Traducción de Ladislao Rattinger Wysocki, p. 9-10

12 idem, p. 10

13 Archivo de la Legación Polaca en México, 738/AI General, crónica del primer transporte de Karachi a México, por Arnold Schnitzer, del 20 de abril al 1° de julio de 1943.

14 Heller: 95-96 y Le Goff, Jaques, Las Mentalidades. Una historia ambigua en Introducción a la Historia de las Mentalidades, DIH-INAH, Cuaderno de Trabajo n. 24, México, 1979, p. 67

15 Archivo de la Legación Polaca en México, 738/A1 General, Crónica del primer transporte de Karachi a Mexico, por Arnold Schnitzer del 20 de abril al 1 de julio de 1943.

16 Egan: 25.

17 Sobre el aspecto de la cotideaneidad nos sustentamos en Berger, Peter y Thomas Luckmann, La Construcción social de la realidad, Amorrortu editores, Buenos Aires, undécima edición en castellano, 1993, p.39

18 La idea del miedo y su impacto en el conglomerado social la tomamos de Duby, George, Año 1000, año 2000 La huella de nuestros miedos, ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 1995.

19 Egan: p.13

20 idem, p.19

21 Heller: 213

22 Fuente: Archivo de la Legación de Polonia en México, 738/Administracion, Listas del primer y segundo transportes de refugiados, 1943. Las gráficas fueron procesadas por David Placencia Bogarin. Como oficios consideramos: ferrocarrilero, carpintero, sastre, vaquero, puerquero, peluquero, mecánico, jardinero, herrero, cerrajero, encuadernador, constructor, carnicero, electricista, pintor, barbero, artesano, experto en madera, tejedor; como profesiones se consideró: secretaria, ingeniero, médico, enfermera, maestro, auxiliar sanitario, químico, fotógrafo, contador, mecanografa, monja, clérigo, agrónomo, diseñador; como empleos diversos se consideraron: chofer, guardabosques, dependiente, comerciante, capitán de meseros, telefonista, mesera, marinero, obrero y policía.

23 Rattinger Wladyslaw y Adrezej Rattinger, Con qué derecho? tres años de vida sin vida, ed. del autor, Mexico, 1992, p.50

24 Lepkowski, Tadeusz:54

25 Entrevista a Ana Zarneki...loc. cit.

26 Egan: p. 69-74

27 Egan: p.53

28 El descubrimiento de los cadáveres de los oficiales polacos asesinados por el ejército soviético en los bosques de Katyn, por el ejército alemán. A pesar de que el ejército soviético quiso hacer ver que fue algo sembrado por los nazis, se documentó que los asesinatos habían sido en época de la ocupación soviética.

29 R. Samsel, Desde la Tierra del Fuego al Río Grande en América Latina , Varsovia, 1976, pp.330-331, (en polaco), citado por Tadeusz Lepkowski, Op.Cit. , pp.52-53.

30 En la Conferencia de Paz celebrada en París en 1919 se trató el problema de las minorías bajo el principio de la autodeterminación, el derecho a una existencia nacional y en el cual, los derechos humanos quedaban dentro del status de la ley internacional.

31 El primer tratado de minorías que se firmó en la Conferencia de Paz fue con Polonia y se basó en el Memorandum que el Comité de Delegaciones Judías presentó. cfr. The Committe of Jewish Delegations (1919-1936) en Studies in International Law, p.p. 311-337. cfr. Zack de Zukerman, Celia, El Pueblo Judío y la Comunidad Internacional, Cuadernos de Investigación 1, Centro de Documentacion de la Comunidad Ashkenazí de México, Mexico, 1995.

32 Archivo Yaad Vashem, Carta confidencial sobre los judíos refugiados en el campo de Santa Rosa 7 de enero de 1944. carta del Sr. Vlodaver al Presidente de la Federación de Judíos Polacos en Londres, señor Schwartzbard, 19 de noviembre de 1943, M-2/79.

33 El primer encargado del campamento, enviado por el gobierno de Estados Unidos.

34 El cónsul polaco en León y responsable del campamento.

35 Archivo de la Legación Polaca en México, 738/ Carta de Bohdan Szmejko a Eric Kelly, noviembre 24 de 1943.

36 Entrevista al Sr. Benjamín Koslowsky por Celia Zack de Zukerman, el 28 de febrero de 1994.

37 Entrevista a Ana Zarnecki ... Loc. cit. Egan, p. 25. Cartas y notas en el archivo de la Legación Polaca en México.

38 Lepkowski, T:54

39 Este grupo conflictivo estuvo encabezado por tres refugiados Muc, Machalowski y Ostojski; los dos primeros tuvieron comisiones administrativas desde el inicio del viaje hacia México, sin embargo su actitud de enfrentamiento provocó que los oficiales del campamento les relegaran. Machalowski denegó participar en cualquier empleo argumentando que estaba sumamente ocupado haciendo cartas de quejas para los periodistas y a cualquier funcionario en Estados Unidos de quien pudiera obtener su dirección. Archivo de la Legación Polaca en México, 738, Protocolo de la conferencia convocado por el Cónsul Stebelski en la Colonia Santa Rosa, 13 de abril de 1944. Egan: p. 50

40 Archivo de la Legacion de Polonia en Mexico, Protocolo de la conferencia...13 de abril de 1944.

41 Archivo Legación de Polonia en México, Informe de Stebelski y recomendaciones para el Segundo Transporte, 738/Ogulni/AI.

42 Archivo de la Legación de Polonia en México, 738/Ogulni, 28 de junio de 1945.

43 Archivo de la Legación de Polonia en México, Boletin Polak W Meksyku marzo de 1945.


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