49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Gustavo Vega-Delgado

CULTURA Y PSIQUIATRIA.

EL CHIRICULAPO; ROCA ENIGMATICA QUE "LLAMA" AL SUICIDA.

Una investigacion de campo en psiquiatra transcultural.

GUSTAVO VEGA-DELGADO

Itinerario de viaje y ambientacion geografica:

A partir de la ciudad de Loja por una actual carretera asfaltada, a unos 120 kilmetros, hacia el sur-oeste se encuentra la ciudad de Catacocha, en cuya silueta exterior, a escasos pasos de su centro mismo, como en el cinturn del pueblo, se encuentra la roca del Chiriculapo, o Shiriculapo, un peasco gigante de donde una inusual cantidad de suicidas se ha lanzado al abismo. Desde el Villonaco, en las alturas de la ciudad de Loja, se aprecia en el camino, las chilcas arriba y los faiques abajo, cortejando esa culebra descendente que es la carretera y, como sucede con la "serpiente que se come a la rana", finalmente el camino curvo y re-curvo se abre como para engullirse al pueblo, ya en el valle a Catamayo. Rebasando la cordillera del Villonaco a partir de la ciudad de Loja, se abre el valle del Catamayo, en cuyo vientre profundo crecen los caaverales verdes y su follaje ebrio. No hemos de olvidar la vieja referencia lojana respecto a su accidentada topografa, "Que habiendo el Creador terminado su misin de hacer la tierra, como la faltara Loja, tom un pedazo de papel, lo apu, lo tir y lo dijo all apiado como qued, arrugado, (yo dira pisho, al decir quichua) y agreg: all está Loja." (1)

Al hacer un alto en el descenso, a medio andar de él, al fondo, en lontananza se aprecia el destino final de esta jornada de trabajo: el monte Pisaca, custodio de Catacocha, que como entre dos piernas flexionadas de una mujer voluptuosa, el cerro erguido se eriza como un pene en filo hacia el azul de arriba.

Descendemos como clavadistas haciendo piruetas hasta zambullirnos en las caas, las palmeras, las buganvillas de todo color en el calor de Catamayo. Ya en él, el ingenio Monterrey nos recuerda en su homloga geografa y altitud ecolgica al ingenio que en Catavia, en el valle de Yunguilla del Azuay, intentara fallidamente de hacerlo producir José Peralta, el ministro alfarista, principal idelogo del liberalismo nacional y rector de la Universidad de Cuenca. También los bombachos y bumbuchos árboles de mango y la Hostera, con el sonoro y eufnico nombre de El Guayabal aparecen a la derecha de la va. Ella nos despide antes de trepar de nuevo la cordillera.

Dejamos a la derecha Chuquiribamba (cuya magra y distante tierra resonara en todo el pas por el tristemente célebre "cenicerazo" que le propinara en pleno Congreso el honorable Villamagua -precisamente de esta tierra- a Dahik, a la fecha aon futuro vicepresidente del pas, cuyo futuro también estara reservado por obra y gracia de la corrupcin de sus gastos reservados). En el camino quedan San Pedro de la Bendita en la entrada de El Cisne, "la Churona" virgen venerable y venerada, desde 1596, (2) la más célebre del pas, superior inclusive a la Virgen del Quinche cercano a Quito. La Churona naci como una devocin conjunta para implorar sus favores para hacer llover en estas áridas tierras y para aplacar los peligros de los difciles precipicios de la arrugada tierra Loja, como patrona de los caminantes a fin de protejerles de inminentes despeaderos. Muchos cactus y esos pajaritos sucos --los chilalos- quedan ya atrás en nuestro camino.

Cuchillamos luego el lomo de la cordillera en las "Chinchas" y a la izquierda un monte triangular coronado por una rara roca que como una borla de una boina vasca, completa el cerro, mientras varios centenares de eucaliptos Saligna, de hoja pequea, como duendes rectilneos, más frondosos que los ordinarios y de corteza blanca, custodian la vera del camino. Estamos en Velacruz, la encrucijada de la ruta a la frontera peruana en Macará de un lado y a la costa, as como al altiplano Orense de Pias y Zaruma por otro. Ese curioso "cerro con yapa" en la cabeza le llaman "Tarimbo" los vecinos y al frente ya se aprecia otro cerro grueso, el "Guanchuro", camino a Sigiro.

En los huecos del montaoso terreno lojano, crece el café, al cual se le ve ya en tiempos de cosecha frondoso en sus arbustos y repleto de sus pepitas rojo-negras, pepas adictas y adictopoyéticas para cuantos dependen de ellas, entre los gourmets cafeinmanos: a lo lejos y hacia los claros subtropicales, el café y el sabroso man --también con su leyenda propia por su decantada accin afrodisaca, segon los peritos en la materia- crecen con esplendor, siendo transportados por los diligentes burritos, -los taxis los llaman con humor en toda Loja- los que abundan en la zona. Circunvalamos al "Tarimbo" y pronto reaparece el imponente "Pisaca", al que ya le habamos divisado en el descenso del Villonaco. Vale recordar que estamos a una altitud media de no más de 1800 metros en estas estribaciones subtropicales de la provincia de Loja.

El "Pisaca", es grande como un potro alazán que ha decidido alzarse en dos patas y, como todo "taita", el Pisaca se hace acompaar de un hijuelo que el calor volcánico no quiso que crezca tanto como el padre: es el "Pisaquita". Más allá otro custodio más maltn de igual forma triangular y cnica es el "Pisaquilla". Una toma de agua que en su tiempo fue realizada por el ingeniero Naranjo, oriundo de Latacunga dejamos a la izquierda del camino.

La ciudad de Catacocha, sede de los Paltas, se abre de pronto. Es un pueblo que tiene ese primor de ciudad estanca en el tiempo: balcones, flores y escalinatas; más de 70 casas han sido declaradas permanentes y no demolibles por el Municipio; es Patrimonio Nacional desde 1993. Catacocha en sus murales, algunos de poco valor estético pero de enjundia histrica, recuerda que es la tierra originaria de El Arupo, ese curioso y coqueto árbol con esa quinceaera flor rosada, que además es tierra en sus vecindades del afamado bandolero social, que robara a los ricos y donara a los pobres: Naon Briones, personaje hecho célebre por Eliecer Cárdenas en su novela "Polvo y Ceniza", (3) (además de otra obra que segon los lojanos tiene más base histrica escrita por Bustos) que es tierra del cura Párroco Armijos, (entre paréntesis to de la Presidenta de la Junta Monetaria en el gobierno de Durán Ballén, apuntan los informantes) que es tierra del cura Crdoba, valiente defensor de la construccin de la Panamericana por Catacocha, quien envuelto en una bandera se lanz al camino arriesgando su vida frente a los tractores, logrando que la panamericana no pase por Cariamanga sino por Catacocha en uno de los perodos del doctor Velasco Ibarra. (Todos sabemos que moltiple ha sido la lucha de los pueblos porque las carreteras pasen por sus poblados, so pena de muerte. As como sin ferrocarril Sibambe, Huigra, Alaus, el Tambo y hasta la propia Riobamba, se extinguieron casi del todo o perdieron presencia.)

Catacocha es además tierra de valores arqueolgicos notables, pues el hermano marista Joaqun Lievana Calle, inici un excelente museo sobre la regin Palta, el mismo que se conserva en el Colegio Marista, comunidad religiosa que cuando por primera vez llegaran al pas, lo hicieran precisamente en Catacocha. Los Maristas fundaron luego la Universidad Técnica Particular de Loja, en la capital de la provincia. El museo lo visitamos con agrado y con profunda atencin para entender a cabalidad el entorno de nuestra investigacin, pues cuando se hace un rastreo sobre cualquier tpico de la ciencia -en este caso el asunto central sobre el suicidio- no cabe hacerlo sin el contexto global de su entorno, pues de lo contrario las conclusiones serán irremediablemente falsas, incompletas, miopes o sesgadas.

Estamos ya en el Chiriculapo, roca impresionante y bella, pero tenebrosa a la vez; en su inmediata vecindad el Centro de Salud Hospital y al del panorama, al frente del paisaje, al fondo se divisa el Cerro de "la Hamaca", al pie del el "Guachaurco" y muy cerca el monte "Coposo", en donde en 1981, se estrell el avin que conduca al presidente Jaime Rolds, su esposa y comitiva. Al pie del Chiriculapo, un abismo de más de 100 metros en picada y casi 300 metros en chaflán hacia la quebrada, nos sobrecoge en el alma. Desde uno de los lados del Chiriculapo, más cerca del "Anfiteatro" del Hospital de Catacocha, (extraa paradoja algo irnica como para que su sala sea eventual huésped en caso de autopsias, si se quisiera practicarlas) se puede apreciar el perfil de la roca: la parte baja de la misma hace un relieve hacia fuera, ligeramente en forma tal, que parece remedar una nariz aguilea: la "nariz del diablo" lo llaman los vecinos, con seguridad por la relacin especial de la roca con el diablico suicidio de tantos.

Para oponer al supay indgena o demonio cristiano, era por tanto preciso edificar el antdoto de la imagen de Cristo Redentor en la punta de la roca, escultura en blanco, muy pobre desde el ángulo estético, pero valiosa sin duda en el mérito no siempre conseguido de disuadir a los suicidas endiablados. Llegamos al atardecer para disfrutarle mejor en su belleza geolgica, pero a la vez para iniciar nuestra investigacin sobre los numerosos suicidios reportados desde lo alto de esta impresionante piedra.

Estamos ya listos con cámaras de fotos y de video, con grabadoras y por encima de ello, con nuestros colaboradores de la investigacin: Arturo Vélez, actual chofer del rectorado de la Universidad de Cuenca, un antiguo conocedor de la zona, quien hace 25 a 30 aos era transportista y conocedor tanto de personas antiguas de la comarca, a más de la geografa de la zona, su hijo Fernando, estudiante de los oltimos aos de la facultad de Ciencias Econmicas de la Universidad de Cuenca y la tecnloga médica Fanny Mendieta, del Dispensario San Juan de Jerusalén de Cuenca, quien apoyara la investigacin con filmacin, fotografas y entrevistas.

El Chiriculapo: roca, leyenda y suicidio.

Laurentino Albalá Medina, tiene un libro interesante: "Paltas: Leyendas y Tradiciones". (4) Consta en él los detalles sobre la leyenda del Chiro o Shiro: se trató quizás de un ave mítica, cuyas huellas las dejaba hacia atrás, para engañar a la gente. Una suerte de ave y ser extraordinario a la vez. Es en la roca donde habita el Chiro o Shiro, ente semihumano, quien viva acompaado de una parejita de dos shiros pequeños. (5) Quizás de este nombre se derivó el de un ave real, pequeña y cantora, la que sale en venta en el pueblo entre Abril y Mayo, la chiroca, la que habla además lo que se le enseña.

Parecera ser que los suicidas quisieran emular al Chiro y hacerse aves y lanzarse fantásticamente a un vuelo fatal desde lo alto de la peña que diera en nombre al Chiriculapo. También se lo escribe as: "Shiriculapo", queriendo hacer alguna referencia a los shiros, pero también a los shiris: los monarcas quiteños aborígenes, este asunto último que es más remoto, por cuanto los shiris no estuvieron, pero conquistaron estas tierras.

"El balcón del inca" lo llaman más con afán turístico; sin embargo hay posibles referencias en el sentido de que ya desde tiempos remotos la roca serva para suicidios u homicidios. La concepcin del diablo estuvo presente en la mentalidad aborigen: "supay" se dirá al "demonio" en quichua; el suicidio también era obra del supay; suicidios hubo en el incario: recuérdese que tuvo que prohibirse la interpretacin musical de las ocarinas, esas flautas chatas y menudas de barro, porque luego de ser ellas tocadas, sobrevenían olas suicidas.

Notas de campo sobre el suicidio en Catacocha:

Dos principales informantes tiene esta exploracin cientfica: el seor Nerio Vicente Vivanco Román de unos 65 aos de edad y el seor Franco Heras de 35 aos de edad aproximada. Al solicitarle su colaboracin, por tratarse de personas pertenecientes a dos generaciones diferentes, se pens, posibilitara una apreciacin sobre el tema con más radio de informacin confiable. Ambas personas son muy conocidas en Catacocha y de profundos valores ciudadanos. Su cooperacin fue clave para consignar estas observaciones. Para reforzar la investigacin se realiz otras entrevistas con personal del colegio marista y del museo, con familiares de los suicidas y además con uno de los suicidas que fallaron en su intento.

Se visit el Registro Civil con el ánimo de tener otra fuente de informacin. Se concluyo de ello sin embargo que tocante a la informacin de las muertes por suicidio, éstas están infrareportadas en la oficialidad de sus fuentes. Se trata de una realidad vergonzante por lo que obviamente los familiares tratan de guardarlo sigilosamente; salvo en circunstancias demasiado evidentes saldrá a flote la realidad. El sostén bibliográfico fue de colateral apoyo, particularmente de dos obras ya citadas: la de Galo Ramn (6) y la de Laurentino Albalá (7)

Miguel Erráez fue el primero que se suicid menciona Don Nerio (Don Viche); al principio nadie supo; encontraron los zapatos quienes fueron de cacera en la base del pen -porque haba tigres y osos en la base del pen-. Era sobrino de don Juan Erráez, célebre en Loja por haber tenido alrededor de 76 hijos y segon algunos más escépticos, al menos 50 en Pero, Ecuador y Colombia. Más de una sonrisa se abre cuando se cita a una agraciada mujer de su tiempo, "La Coral".

Se esgrime que la principal razn para el suicidio en los más de cuarenta casos que ha ocurrido durante aproximadamente los 50 oltimos aos es la pobreza, las penurias econmicas; la segunda razn es cuestin de enamorados, de corazones rotos o no correspondidos. Ambos informantes concuerdan que la mayor parte de los suicidios se sabe lo hicieron bajo estado etlico. Cabe recordar que segon varios estudios confiables, (Procuradura General del Estado y otros) en Azuay, y Loja se reporta de las más altas estadsticas de consumo alcohlico. El aguardiente "Zhumir" y el "Cantaclaro" son parte de sendas identidades y de sus respectivas culturas alcohlicas de azuayos y lojanos. Por supuesto el alcohol desinhibe al sujeto, aflojando los mecanismos del super ego y propiciando una conducta suicida; segon los reportes internacionales en más de la mitad de los suicidios, el alcohol se incluye como invitado de rigor de la situacin.

Se seala a s mismo que hace 2 y medio aos se hizo la construccin de unos pasamanos, a manera de protectores de seguridad en el borde de la roca, a la vez que dos miradores para apreciar mejor el abismo en cuanto maravilla geolgica. (Quienes visitan el Empire State Building en Nueva York saben que en el mirador de éste y otros edificios, se ha protegido sus balcones con especiales mallas y materiales de seguridad para evitar precisamente no solamente los accidentes, sino los suicidios.) La imagen de Cristo Redentor se alza en el tope de la roca, mandada edificar por el padre Luis Antonio Aguirre hace 53 aos aproximadamente.

La pea tiene una pequea aberturita en la mitad, pues por all es donde más frecuentemente se lanzan. Don Nerio dice que ha escuchado que parece que pierden el oxgeno y que "pegan un grito de muerte, tanto que se les oye al frente en Colanga, antiguo nombre de Catacocha". Hay más hombres que mujeres en la lista conocida y además la gente sabe que caen desnudas porque pierden sus vestimentas en el espacio al llegar al fondo;"salen en afrechos", se los puede recoger en un saquillo. El rango de edad de los suicidas estara entre los 17 y los 55 aos de edad. Amada Sánchez tena apenas 16 17 aos cuando se suicid por razones emocional-afectivas. Son mucho más frecuentes aqu por cierto los suicidios masculinos que los femeninos, lo que se inscribe en la lgica generalizada internacional. (Los intentos fallidos son en los reportes internacionales más constantes entre las mujeres, pero los consumados, más entre los varones.)

Dos hermanos se suicidaron: primero se lanz del Larinuma Cristbal Neira Chamba, quien se mat por pobreza y luego por la pena de su hermano, Gustavo se lanz del Chiriculapo. Se deca que luego de libar, su hermano Cristbal le llamaba. Gilberto y Jorge Neira se mataron uno tras el otro por igual. En la literatura especializada es frecuente encontrar casos de suicidios entre esposos o entre hermanos o entre amigos por el especial nexo de solidaridad (caso del hijo del poeta Efran Jara, quien se ahorc y al poco tiempo su amigo ntimo N. Maldonado opt por el propio método. La tragedia de su hijo le hizo escribir a Jara uno de los poemas más bellos sobre el suicidio, válido para la literatura y por supuesto también para la psiquiatra: "Sollozo por Pedro Jara" se llama la referida composicin) (8) Más allá de la simple fenomenologa del suicidio, éste trae la insondable e inextinguible sed por el infinito, por el más allá, por saber que hay detrás de la muerte, antes de que por razones naturales o del destino ésta sobrevenga, como cuando Alfonsina Astorga -"vestida de mar" camin sin volver hacia el mar gigante, o como "obstinacin de mariposa por el otro lado del espejo" como dice de su hijo suicida Efran Jara.

Algunas veces lo han hecho en presencia de mujeres, tal fue el caso del joven Cueva Enrquez, quien se lanz abriéndose paso ante unas jovencitas de otros lugares que visitaban la roca. Alguna actitud de base histérica quizá hay que leer en este comportamiento.

Se sabe también que Galo Saraguro se escap del control de sus padres que prevean ya su suicidio y se lanz entre las manos maternas y paternas que intentaban impedirlo, ante la pena de su madre Esperanza Erráez, en cuya familia Erráez por su parte, hay también al menos dos suicidas.

El joven Ramrez, reciente bachiller, por motivos amorosos y por la oposicin familiar a sus pretensiones afectivas, se lanz al abismo en Larinuma en presencia de ellos.

Incluyo una lista publicada en: "Catacocha, Patrimonio Nacional" de Galo Ramn Valarezo, (9) sobre los nombres de los suicidas, en el Chiriculapo y en el Larinuma, segon investigacin recogida precisamente por uno de nuestros amigos informantes, Franco Heras y, además por Anbal Cruz Castillo: (Lista que a pesar del valioso esfuerzo de sus recopiladores no es completa sobre los casos totales.)

Corocheco (sobrenombre) José Guerrero

Adolfo Vivanco Manuel Pizarro

Amada Sánchez Juan Lalangui

Ovidio Galán N. Labanda

Cristbal Menéndez Francisco Carchi

Vctor H. Valarezo N. Poma Carchi

Gustavo Menéndez Raul Astudillo

Mara Nole Vctor Agila

Efrén Barba Manuel Daz

José Saraguro José Soto

Galo Saraguro E. Vctor Daz Morocho

Héctor Enrquez Fredy Ramrez B.

Pablo Feijo Alcvar Bailn C.

Fabián Ros Anbal Bailn C.

Digno Galán Leonardo Rosario S.

Agustn Guerrero Nivardo Jiménez

Anselmo Guerrero Lizardo Maldonado

Gilbert Neira C Honorato Torquez

Jorge Neira C. Ocamidoro Calero

Clavadistas fallidos:

Algunos han sobrevivido a la caída, han caído entre los desperdicios del Larinuma, que es hoy un botadero de basura, y a los tres das ha salido gente viva del lugar. Hay un árbol, de Numa en la mitad del peasco; "es el caso de que Hugo Celi Vivanco se queda enganchado en la chompa en el árbol. Con lazos trabajados con cuero de res -no haba sogas en esa época- lazeándolo lo sacamos vivo, regresaba y se golpeaba la cabeza con la roca mientras tena lugar el salvamento". El Papá de nuestro informante, Don Tarquino Vivanco, que a su vez era to del suicida, con un látigo le castigó para que nunca lo haga y "por ello nunca más quiso suicidarse; hoy vive en Santo Domingo de los Colorados y es muy rico y prspero" anota Don Nerio, informante y pariente de la vctima salvada del relato.

También el señor Edelmiro (Miro) Tandazo se lanz sin conseguir morirse. Fue posible gracias al contacto de Franco Heras, entrevistarle, fotografiarle además de filmarle con su consentimiento obviamente, a fin de manejar con él la adecuada ética en nuestra investigacin. Dijo que no lo volvera a hacer y que aceptaba que el trago es lo que hace perder la cabeza y arriesgarse a lanzarse del Chiriculapo o el Larinuma. El seor Tandazo tiene una semi parálisis del lado izquierdo del cuerpo; en Catacocha le llaman "el siete vidas" porque otra vez recibi un balazo en la cabeza y también sobrevivi.

El humor lojano en la mitad de la tragedia:

El humor lojano es diverso del humor quiteo por cierto. Al respecto léase las obras de Luis Chauvin: "De Loja con humor". (10). Hay una anécdota hilarante que se nos relat al respecto de los suicidios de Catacocha, una broma en la mitad de la tragedia, broma cruel: se refiere el caso al llamado Nio Vituco Vivanco Tinoco, quien decide lanzarse del Chiriculapo, "no quiero vivir un da más" dijo. Se va a la pea y de pronto se vuelve diciendo: "no me mato porque hoy estoy con gripe".

Hablando de suicidio, otra sacarosa anécdota pertenece al doctor lojano Carlos Rojas Delgado, quien cuando estudiaba la carrera de Odontologa en la Universidad de Cuenca, acostumbra relatar que viva (y beba) como inquilino de una distinguida familia cuencana, cuyo domicilio se localizaba en la calle Vásquez de Noboa -luego la cambiaron a Presidente Crdova- entre Benigno Malo y Luis Cordero, uno de cuyos hijos, con frecuencia al calor de varios aguardientes, aterrorizaba a su clan entero, amenando con quitarse la vida. Por la especial ascendencia que Carlos tena sobre el occiso en potencia, era buscado "con palo de romero" por toda Cuenca para que acuda al salvataje, ceremonia que se repeta con increble y fatigante continuidad. Un buen da, Carlos fue como de costumbre secuestrado de sus actividades sagradas o profanas por la atribulada familia. Acudi de inmediato y detect al suicida histrinico suspendido de una barra metálica por sus manos y bajo suyo, el escalofriante abismo de apenas 2 metros hacia el suelo. Ante los gritos de chantaje: "ahora me mato", el futuro doctor Carlos Rojas, alias El Obispo como le llaman con aprecio sincero de Quito a Loja, se aprest a encaramarse sobre la barra y pisándole los nudos de los dedos -suicidas falsetas- danz sobre ellos, aadiendo reiterativa e imperativamente: "ahora te matas, debes ser hombre de palabra". De sobito, la amenaza se fue como por arte de magia y el intento suicida, calcado hasta la saciedad se cur permanentemente, ante las eternas gracias de la absorta y agradecida familia.

Los chistes cumplen una funcin de salud mental colectiva en un contexto de seriedad y hasta de tragedia. Al margen de estas sanas bromas, el psiquiatra sabe -y no debe olvidar- que entre la histeria y la depresin solo median circunstancias muy dificiles de ser distinguidas y generalizadas y, peor para sacar conclusiones en favor de minimizar tan rápidamente el mensaje de un suicida en potencia, porque sabe la ciencia que quien dice que va a suicidarse es porque alberga una significativa posibilidad de que alguan vez lo concrete.

La peña de Larinuma y el agua del Larinuma:

Hay más suicidios en la roca vecina al Chiriculapo: la de Larinuma, que tiene más altura que el Chiriculapo, tal vez 150 metros, aunque la inclinacin es mayor, pues no es tan vertical como el Chiriculapo.

Hay una creencia que es muy conocida, la creencia de que quien ha bebido el agua de Larinuma (una catarata que cae en la mitad de la pea) se queda enamorado de la tierra y volverá siempre. La explicacin y la hermenéutica de ella tiene que ver en parte con una funcin de contencin de la migracin, la que es muy alta en la zona, en parte tiene lgica bajo la evidencia de que se padece de falta de agua y el agua del Larinuma es casi milagrosa para la zona y además, en parte con el atarse a una concepcin animista de las montaas, propio de los Andes.

Animismo, animatismo y suicidio:

La roca "invita a lanzarse":

Han afirmado tres de ellos segon informes de Don Nerio y de Don Franco. Dos de ellos han dicho que "fueron invitados a lanzarse dice Franco. Cuando llegan al final de la roca, escuchan una mosica muy atractiva, la pea como que se ilumina y al borde como que el aire de la pea les hace lanzarse". "Unos ancianos refieren de esto", agrega Don Nerio.

El animismo es una constante antropolgica en los pueblos. En los Andes, dado que es la cadena montaosa más grande del mundo, después de Los Himalayas, el animismo en torno a los montes juega un papel dominante. El animatismo, es además un nuevo ingrediente en la cosmovisin, cuando los cerros y montaas, amén de las rocas no están slo con vida -animadas- (de ánima, alma) sino que son protagonistas de historias, mitos, leyendas e infinidad de referentes en el comportamiento sagrado y profano de sus gentes, y sobre diversos mitos sobre el Chimborazo, el Carihuairazo, el Cotopaxi, el Tungurahua, el Cayambe, el Imbabura y el Cotacachi.) (11)

El Chiriculapo llama al suicida, como las sirenas a Ulises y tantos navegantes. El imán obliga a lanzarse. Arriba, al filo de la roca, quienes lo hemos visitado podemos decir sin mitos que el borde del abismo si bien da inevitable miedo, a la vez jalona y como que "atrae" en el sentido literal del término. En las alturas se da un verdadero "vértigo" que hace temer, que produce fobia, pero que a la vez seduce. Alfred Hitchkock, el director y maestro del cine psicolgico, en su pelcula precisamente titulada "Vértigo" (12) demuestra que Kim Novack, la protagonista femenina de la obra, planea un falso suicidio en las alturas del campanario de una iglesia, sin embargo al ser descubierta que cometi un homicidio, en un segundo momento prefiere suicidarse de verdad -o quizás se accidenta- en el propio lugar en las alturas del campanario. Las alturas son profundamente temidas pero a la vez atraen irresistiblemente a James Stewart luego de un trauma pasado que conservara en su memoria; suben ambos reviviendo la historia criminal las escaleras hasta que ella se lanza de la torre al vaco, ante la perplejidad impotente de él, mientras su vértigo parece curarse.

El cerro rocoso Perrunsapal de Azogues está encantado; Àsede de suicidios o eugenesia?

A escasos kilmetros de Azogues, frente al puente que sobre la carretera panamericana deja las antiguas rieles del ferrocarril, hay un monte triangular, cnico, rocoso y sembrado de cactus; su inclinacin no es vertical, pero es casi un acantilado. Es en este pen -Perrunsapal- entre Azogues y Biblián en donde segon los vecinos del monte aseguran, que un seor Izquierdo se lanz de la roca abajo hacia el ro Burgay; también hay la creencia de que no se desencantará el monte si otra persona no se lanza, además de que refieren que durante la noche se escucha mosica y una banda de mosicos suena dentro, que se abre la pea como en dos puertas al frente de la roca y una vez que los hombres entran, la roca se cierra, les atrapa y la pea encantada se les traga.

En efecto, la seorita Zoila que tiene 75 aos de edad y es respetada en su vecindad, quien vive al frente de la roca, dice para nuestra entrevista que "una vez un seor Izquierdo se lanz desde lo alto de la roca y que qued atascado y se salv, pero de nuevo se levant y se volvi a lanzar. Desde all, el monte está encantado y para que se desencante otro debe lanzarse".

Es una forma de interpretar el suicidio bajo una distinta lgica explicativa. En el caso del Perrunsapal parece que éste ejerci un papel en la Eugenesia y en los infanticidios: los nios nacidos con defectos, dicen los vecinos de la roca, eran lanzados desde lo alto. Semejante comportamiento ocurri con el monte Taigeto de Esparta para lo propio; quizás pasaba también con los cenotes maya: (13) esa suerte de pozos de agua subterránea junto a las ciudades mayas. Como en Yucatán llueve mucho -pues está en un bosque tropical homedo- sin embargo no hay ros; la lluvia que cae sobre la roca caliza va sedimentándose en pozos subterráneos lo que fue aprovechado por los mayas. En varios de los cenotes, los mayas acostumbraron realizar sacrificios humanos, especialmente nios.

El factor contagio:

Como el volcán en Japn, hay lugares preferentes para el ejercicio del suicidio en otros sectores. Los puentes sobre el ro San Lorenzo en Montreal, Canadá, los rascacielos en Nueva York o Chicago, el lanzarse a las rieles del subway en Nueva York, el arma de fuego en todo Estados Unidos, la horca en sociedades más tradicionales, el envenenamiento con frutas silvestres, en el caso de la tribu suicida Mataco de Bolivia en el Gran Chaco, son técnicas preferentes en lugares concretos. Un ao un joven japonés se suicid lanzándose al cráter de un volcán, pues en ese mismo ao alrededor de mil suicidios con la misma técnica tuvo lugar segon referencia de Michael Tousignant, profesor de la Universidad de Quebec, en Montreal, estudioso profundo del tema.(Transcultural Psychiatric Research Review, McGill University, Montreal)

En el suicidio, el elemento "contagio" es clave, tanto que se convierte en un "factor", más que en una "sumatoria", para hablar en lenguaje matemático, tanto que exponencializa nuevos acontecimientos, casi calcados respecto a los que se imitan. De hermano a hermano, de amigo a amigo, de cnyuge a cnyuge, los suicidios se "contagian", como si fuese una enfermedad mortal transmisible. En general en las enfermedades psquicas, se sabe que se contagia más fácilmente de "nervios" que de "sarampin". En psiquiatra se dice caricaturizando que cuando hay una persona deprimida en casa, hasta el perro se vuelve deprimido. En el suicidio parecera que se produce como una verdadera hipnosis, en donde la conciencia deliberante está relajada y descansa ciegamente en el imán imperativo de alguien que ejerce la influencia desde la posteridad, lo cual se vuelve obligatorio. "Los muertos mandan" dice Amado Nervo en su "Amada Inmvil" y sin duda cuando la muerte es por suicidio, la influencia es mucho más notoria.

En el caso del Chiriculapo de Loja, sin duda que el alcohol, los fracasos emocionales o econmicos son invitados de rigor en los suicidas; sin embargo Àpor qué no otra técnica para trascender al más allá?. Lo imponente y extasiante de la roca, tanto que cumple un papel de un verdadero rascacielos a lo Empire State Building de Nueva York, esta vez natural, unido a otras razones: las tradiciones arcaicas desde tiempos aborgenes paltas sobre la roca, (sitio posible para ejecutar a los guerreros que cometan faltas disciplinarias, lanzándoles al vaco en las condenas a muerte) (14) los mitos animistas sobre el Chiro, la seduccin que llama al suicida, el valor lojano proverbial, juegan todos ellos factores concurrentes y desencadenantes para el suicida. En el caso de Loja, la penuria econmica de tierras de difcil produccin podra ser una razn con más yapa para la explicatividad del por qué. Pero por encima de ello, el "contagio" es sin duda una razn mayor para que sea el Chiriculapo, lo que sera el arma de fuego para muchos otros suicidas. El primero conocido en forma real, no mtica se lanz hace aproximadamente cincuenta aos y a partir de él, siguieron y seguirán lanzándose, "aventándose" desde la piedra, como dicen con propiedad para comparar el suicidio con lo que hace el "viento", los propios catacochenses.

La psicología social del valor lojano y la bravura del suicidio:

Naon Briones, Robin Hood criollo.

Aparentemente los informantes no ven relacin entre los suicidios del Chiriculapo y del Larinuma, con el bandolerismo social del célebre personaje lojano que hiciera historia y leyenda: Naon Briones. Aqu discrepo con ello, porque considero que la concepcin generada en la comarca de que el de Catacocha es un "vivo", (Léase "los vivos de Catacocha": Galo Ramn: op. cit.) (15) además que jamás reniega de su tierra y lo reconoce donde sea -asunto de orgullo general- y que se saben gente valiente, es parte de la personalidad colectiva de los neopaltas: las referencias de bravura del cura Crdoba, arriba citadas adrede se inscriben en esta pauta general de comportamiento. El caso de la osada, la rebelda y el coraje de Naon Briones está incluso pintado en los muros de la ciudad como un elemento que forma parte de las races propias de Catacocha.

Aceptando que los informantes atestiguan que la pobreza es una principal razn para el suicidio, por la aridez de las tierras quizá, aunando a ello que el contagio de una técnica para suicidarse juega un papel de verdadera contaminacin poblacional hipntica, más el factor alcohol para des inhibir al suicida y si es asunto cultural notorio de valor el suicidarse, como smbolo de fortaleza, quizás de prestigio, es de esperar que la vida anecdtica de Naon Briones estimule subliminal o subconscientemente en la decisin suicida de varios de ellos. Su muerte mediante una verdadera cacera policiaca, fue casi una decisin suicida, aunque diversa en método y técnica por cierto.

Naon Briones naci en Cangonamá en 1902 (Albalá, L. : op. cit.) (16) la fecha de su bautizo consta en documentos eclesiásticos, ocurrido en Julio 12 de 1902; hijo natural de Horacio Bustos y de Etelvina Briones "no pudo ir a la escuela más que hasta un segundo grado, lo que propici quizás en él una reaccin de venganza social", dice Franco Heras. Hered una mula y como su to no le entregara, se rebel por lo que fue sometido a prisin; al salir de ella, asesin a to y mula. Debi ser empero Briones de una inteligencia especial y sobre todo de un coraje singular. Es el prototipo del bandolero romántico, enamorado, de buena presencia fsica, "era impecable; dicen que acostumbraba vestirse de seda, lo que seduca a las mujeres" -agrega Don Nerio Vivanco- ; era Naon de gran sensibilidad social, pues todo lo que robaba lo daba a los pobres. Sin embargo los ladrones ordinarios se tomaban el nombre de él para sus fechoras, a quienes cuando Naon se percataba, los asesinaba sin piedad.. La esposa legal de Naon fue Dolores Jaramillo, oriunda de Sosoranga.

Los bandeirantes brasileos fueron un curioso y notorio caso de bandolerismo social. Las expediciones armadas partan de la capitana de San Vicente, después de Sao Paulo para explorar tierras deconocidas hacia el sur, pero también a la regin centro oeste o a la minera -Minas Gerais-. Fueron expediciones paulistas, compuestas de nocleos familiares compactos; eran pobres, blancos o mestizos; atacaban las misiones jesutas, apresaban a los indgenas y además robaban oro y piedras preciosas. (Referencia comentada al autor por el profesor brasileo de la Universidad de Cuenca, Mario Coussou) Varios guerrilleros latinoamericanos a partir de la concepcin y práctica del Che Guevara, siguieron esquemas de accin semejante a Robin Hood o en varios aspectos, asumieron conductas vecinas a las de Naon.

Finalmente la leyenda de Naon cay, Don Deifilio Morocho Padre (el hijo fue el general Deifilio Morocho, quien cambi su apellido algo vernáculo por el más más sonoro y de appeal extranjerizante de "Morosh") le tendi una celada en las cuevas de Sosoranga, con el apoyo masivo de la polica y el ejército. "Dicen que Naon le dijo "acércate perro" y que le escupi a Morocho, pero todo estaba preparado, éste le asesin con dinamita colocada en las piedras, le asesin encuevado" dice Don Nerio Vivanco.

El suicidio: algunos acontecimientos comparativos:

El suicidio siempre ha impresionado a la humanidad. En el Ecuador suicidas ilustres han sido Medardo Angel Silva y César Dávila Andrade.

Ernest Hemingway, premio Nobel de literatura que viviera en Estados Unidos y Cuba y varios de sus descendientes también se suicidaron a la luz de un curioso contagio familiar. El autor de "El Viejo y el Mar" se dispar una carga de fusil de caza en la boca. Su nieta, Margaux, actriz y modelo se suicid en 1996, en el 35 aniversario del suicidio de su abuelo, que ocurri el 2 de julio de 1961. El padre de Margaux, un médico de Chicago, Clarence también se suicid en 1928 y el hermano mayor de la actriz hermano, el escritor Leicester lo hizo con un balazo en la cabeza en 1982. El abuelo materno de Margaux hizo lo propio. (Segon reportes de AFP. Léase El Mercurio, Cuenca, edicin del 3 de julio de 1996.)

En Japn se han suicidado una legin entre gente sencilla e importante; recuérdese el autor de una obra suculenta, "El Pabelln de Oro" (17) obra que narra el incendio, por parte de uno de los estudiantes novicios para monjes budistas, incendio perpetrado a uno de los templos más bellos y famosos de Kiotto, cuyo nombre lleva precisamente la obra y cuyo autor, candidato al premio Nbel de literatura, decidi suicidarse.

Es interesante la relacin homicidio-suicidio. Para algunos investigadores, mientras en una poblacin la tasa de homicidio es alta, la de suicidio es baja y viceversa. Los Onas en la Patagonia reportaron una de las tasas más altas de homicidio pero una de las más bajas de suicidio. La tribu suicida, Mataco de Bolivia por el contrario, una de las más altas de suicidio y de las más bajas de homicidio. La explicatividad yace en la teora de que cuando la agresividad está dirigida hacia el exterior -el homicidio- la auto agresividad -el suicidio- es baja y viceversa. En la actualidad Estados Unidos por ejemplo reporta 10 veces más la tasa de homicidios de la media, la más alta de los pases occidentales; la media es 1 homicidio por 100 mil habitantes. Entre la poblacin negra norteamericana, la principal vctima homicida de un negro no es un blanco, sino otro negro. En tanto, Estados Unidos, para 1992, la tasa de suicidio fue de 13 por cien mil habitantes. Claro que en el tercer mundo latinoamericano, la muerte por homicidio es altsima: El Salvador: 30 por cien mil habitantes, México y Colombia, 15, para 1992. (Chesnais) (18)

La tasa de suicidios se cuenta en referencias de cien mil habitantes. Hablando de pases, las estadsticas entregan prioridad en el mundo a ciertos pases: Dinamarca por ejemplo tiene para 1992 una tasa de 30 por 100 mil habitantes, Francia 22, Alemania Unificada 20 y Japn 19, que antes llevaba una cifra más alta. Suecia igualmente ha reportado cifras altas. Hungra entre 1956 y los aos 80, entre la invasin soviética y la liberalizacin lleg al inusitado 45 por 100 mil, el más alto en la historia de los pases, mientras Austria a raz del desmembramiento del imperio entre 1931 y 1938 lleg al inusual 41 por 100 mil. (Chesnais, op, cit.) (19)

Si se hablara de etnias, los Mataco de Bolivia y algunas etnias que están bajo intenso estrés aculturativo reportan cifras altas de suicidio, como es el caso de los Inuit (o esquimales) en el Artico.

Emile Durkheim clasific tempranamente los suicidios en Egoistas y Altruistas. Mientras el Hara Kiri japonés era un suicidio por verguenza y honor ante el fracaso en los samurai, los guerreros japoneses, los pilotos kamikasi se suicidaban por fama y gloria patritica para dar en el blanco enemigo un avin con explosivos, en tiempos en los que no se haban inventado los teledirigibles. Modernamente Jack Palack, en las postrimeras de los aos setenta, el joven checo, se prendi fuego ante la invasin de tanques rusos a la en ese entonces Checoslovaquia. Bobby Sands en Irlanda, ayun por encima de los cien das hasta su inmolacin en protesta contra los ingleses protestantes en el Irish Revolutionary Army, a principios de la década de los ochenta.

Hay métodos y métodos para suicidarse; as como los Borgia en los protervos usos del Papado fueron célebres en la depuracin de la técnica del envenenamiento, hay quienes adrede han elegido esta propia técnica para matarse. El arsénico, el curare, el cianuro han sido usados en tiempos de la guerra fra por espas descubiertos.

Se menciona (Garcés) (20) que Eugenio Espejo fue envenenado en la cárcel de Quito con arsénico. Rasputn fue envenenado sin éxito para sus detractores con ácido cianhdrico, monje malvado que como saba de ello, cre lenta tolerancia al cianuro ingiriendo pequeas cantidades en dosis crecientes. El mosico Petera Tchaikovsky se dice quizás se suicid tomando a sabiendas un vaso contaminado con el vibrin clera y varios pacientes con cáncer terminal o con SIDA han elegido la va del suicidio inyectándose potasio va venosa. Tuve hace unos aos un paciente deprimido, con una especial personalidad hermética e introversa, a la sazn era estudiante en su oltimo ciclo del internado de la facultad: finalmente se suicid inyectándose un cctel que inclua haldol, diazapán y potasio.

Hay ruletitas rusos que más allá de la fanfarria, son "thrill seekers", buscadores de riesgo, suicidas sucedáneos que saben que se corren el riesgo de morirse. Los hay también entre los cientficos: se menciona que Pettenkofer a fin de burlarse de las propuestas de Robert Koch (quien descubri los agentes de la tuberculosis, la lepra y el clera) pues crea el detractor de Koch que no exista tal agente microbiano de la enfermedad fatal del clera, decidi beberse un tubo de ensayo en el cual se supona estaba contaminado de clera. Por curiosa (o teatral situacin) result ileso, sin producirse ni siquiera una leve indigestin. (21)

Quizás lo más dramático de los suicidios ocurre cuando éstos tienen lugar en forma colectiva. Si el Chiriculapo es un pen suicida, Mazada, nuevamente otra roca, fue testigo pétreo en el primer siglo D.C. de un suicidio colectivo. Los judos guiados por Erazael, se atrincheraron en la cospide inexpugnable de un pen para resistir el asedio de los romanos. Finalmente se suicidaron en masa un millar de personas. En el cine contemporáneo, Peter O« Toole, el brillante actor británico, protagoniza de comandante romano en la pelcula que lleva el preciso ttulo de Mazada, en una obra cinematográfica que recuerda uno de los hitos más duros de la humanidad. Guyana a fines de la década de los setenta y Waco en Texas hace pocos aos fueron también escenarios de suicidios en masa, diferentes esta vez porque fueron propiciados más que por religiones, por sectas dogmáticas. En el caso del Chiriculapo, se han dado suicidios no colectivos, pero s, aunque en forma no simultánea suicidios por parejas: amigos, hermanos han sido subsecuentemente vctimas solidarias.

El cálculo epidemiolgico para las tasas de suicidio se hace: nomero de suicidios por 100 mil habitantes. Si Catacocha tiene ahora algo más de 5 mil habitantes; (22) si a lo largo de cerca de cincuenta aos se han suicidado algo más de cuarenta personas; si la poblacin de acuerdo a los datos fue de 3 mil habitantes hace cincuenta aos, dando una aproximada media de 4 mil habitantes, se ha presentado 1 suicidio por ao y por 4 mil habitantes (0.25 por 1000 habitantes, 25 suicidios por 100.000 habitantes, lo que en efecto es alto). Pero lo más llamativo del Chiriculapo es que los cuarenta y más casos se produjeron solamente mediante este onico método: lanzarse al vaco desde la roca. Quedará para otra investigacin cientfica profundizar en el sentido de que si habra oleadas suicidas en ciertos aos por ejemplo o si tal comportamiento se ha mantenido en forma más o menos constante.

El párroco de Paute, Azuay, padre Hernán Rodas ha dicho en poblico que le preocupa la situacin de Paute después del Desastre de la Josefina, pues se registra "un suicidio por semana". A pesar que conocemos la tragedia de Paute y la seriedad de Hernán Rodas, lder de la comunidad, ésta es una cifra realmente alarmante. que por simples referencias internacionales es exageradamente alta, lo que amerita mayor investigacin cientfica, pues más allá del rumor, o de primeras impresiones hay que comprobar si en efecto la gente se suicida, desaparece o se accidenta sin deliberada voluntad. Mara Rosa Crespo (23) reporta en un interesante ensayo literario y antropolgico que en la pequea comunidad predominantemente indgena de Juncal, cerca de la ciudad de Caar hay numerosos suicidas; levanta informacin de campo de quince suicidios consumados, a partir de 1972, la mayor parte por envenenamiento y pocos por ahorcamiento; nuevamente sin embargo el factor anomia, migracin intensa de la poblacin y aculturacin violenta parecen encontrarse en el subsuelo explicativo de tal fenmeno. Mediante un reciente alcance, se ha reparado que parece existir una tendencia al incremento de los suicidios entre las mujeres. (Conversaciones directas con la autora del trabajo mentado.)

Segon las estadsticas oficiales del Ecuador, para 1994, la primera causa de muerte para el grupo de edad entre los 10 y los 19 aos de edad es el suicidio y las lesiones autoinflingidas. Segon las observaciones generales en los oltimos aos, se ha incrementado inmensamente los suicidios en el pas, pues en 1994, 171 suicidas fueron mujeres y más de 340 fueron hombres, comparativamente a nomeros muy por debajo, en los previos a esta fecha. En la otra cara de la medalla al hablar de agresin -cuando en vez de enfatizar en autoagresin o suicidio hablamos de heteroagresin u homicidio- para el grupo de los 24 a los 64 aos, el homicidio y las lesiones inflingidas intencionalmente fueron la primera causa de muerte para los hombres solamente. Es curioso y alarmante hacer notar que para las provincias de Guayas, Los Ros y Sucumbos, la primera causa de muerte -solo para los hombres- es igualmente en cada caso provincial, el homicidio. (Todo ello para el mismo 1994.) (24)

El camposanto no es para los suicidas:

Los suicidas no eran -y no son aon en muchas partes- enterrados en campos religiosos, ni se les pasa misa, ni se les hace honras religiosas. Igual trato reciban los no bautizados -llamados en Catacocha as como en otras partes "jbaros" o con más clemencia "jibaritos" si eran nios-. A pesar que en el Ecuador desde el tiempo de Don Eloy Alfaro, los cementerios pasaron en su administracin de la Curia a los Municipios, todava hasta hace poco tiempo era comon observar que los curas párrocos eran dueos de los cementerios, cobrando inclusive por los nichos. Recuerdo perfectamente en Jima, Sigsig, Azuay que as suceda cuando el autor de estas lneas ejerca su medicatura rural, por allá en el ao de 1975.

En el caso de los suicidas del Chiriculapo y del Larinuma, la primera en ser inhumada en camposanto fue Amada Sánchez pues hasta 1987 no se levantaba aon la sancin religiosa. Posteriormente otros suicidas como el caso del seor Ros, está fechado en su lápida "noviembre 5 de 1990", ya en el cuerpo central del cementerio. Recorriendo éste en compaa de nuestro equipo de trabajo, notamos claramente que varias tumbas y sus respectivas cruces, cuyos suicidios ocurrieron antes de 1987, están claramente excéntricas del grupo total de las otras tumbas. El cementerio de Catacocha está ubicado en una colina especial, desde donde se observa al frente y muy de cerca al Pisaca, y sus dos vástagos el Pisaquita y el Pisaquilla, otrora nido de hermosos y grandes buitres, hoy extinguidos, cazados sin piedad por el terrible prejuicio e ignorancia acumulados contra las aves de rapia; atrás del cementerio, como queriendo éste, darle adrede las espaldas a la pea suicida o fugarse medroso de una mirada inquisidora, dura y asesina del pedregal-cadalso, se encumbra arrogante, desafiante y sin embargo bella, la roca compacta del Chiriculapo, sede de tantos y embrujantes suicidios.

Notas bibliográficas:

(1) Ramn, Galo: Catacocha, Patrimonio Nacional, Ed. Asoc. Paltenses Residentes en Quito, Quito, 1994.

(2) Idem, op, cit. Pag, 42.

(3) Cárdenas, Eliecer: Polvo y Ceniza Ed. El Conejo. Quito, 1986.

(4) Albalá Medina Laurentino: Paltas: leyendas y tradiciones. Ed. Casa de la Cultura, Nocleo de Loja y Universidad Técnica Particular de Loja, Loja, 1995.

(5) Idem. Op. Cit. Pag. 83 y siguientes.

(6) Ramn, Galo. Op. Cit.

(7) Albalá, Laurentino. Op. Cit.

(8) Jara Idrovo, Efran: Sollozo por Pedro Jara. Cuenca, 1985.

(9) Ramn, Galo. Op. Cit.

(10) Chauvin Hidalgo, Luis: De Loja con humor. Tomos 1, 2 y 3. Ed. Asoc. Lojana 18 de noviembre. e Imprenta Delta. Quito, 1994.

(11)Jara, Fausto: Recopilador: Challi Chuzalungu pachamanta. En los inmemoriales tiempos del pcaro Chuzalungo. Versin quichua y castellana. Ed. LAEB: Univ. de Cuenca, GTZ, 1994.

(12) Hitchkock, Alfred: Vértigo. O De entre los muertos. Produccin cinematográfica, 1959.

(13)Instituto Hondureo de Antropologa e Historia: Copán. Ayer y Hoy. Tegucigalpa, 1992.

(14) Albalá, Lauentino. Op. cit. Pag. 86.

(15) Ramn, Galo: Los "vivos" de Catacocha. En: Op. cit.

(16) Alabalá., Laurentino. Op. Cit.

(17) Yukio Mishima: El Pabelln de Oro. Ed. México, 1990.

(18) Chesnais, Jean-Claude: Historia de la violencia: el homicidio y el suicidio a través de la historia, Unesco. Pars, 1992.

(19) Idem. Op. Cit.

(20) Garcés, Enrique: Espejo, médico y duende. Ed. Smbolo y Minist. de Salud Poblica. Quito, 1996.

(21) Idem. Op. cit. Pag.144.

(22) Galo Ramn, Galo. Op. Cit, 1995.

(23) Crespo Cordero, Mara Rosa: Los suicidas de Juncal. En: Estudios, Crnicas y Relatos de Nuestra Tierra. Ed. Monsalve Moreno. El Mercurio, Cuenca, 1994.

(24) Merino Cristina y Vallejo, Francisco: Mortalidad y aos de vida potencialmente perdidos en el Ecuador. En: Correo poblacional y de la salud. Ed. Cepar. Vol. 4. No 3, Quito. 1996.


Buscar en esta seccion :