49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

EL AMOR A LA FUERZA O LA FUERZA DEL AMOR. EL RAPTO EN LA SOCIEDAD CHILENA TRADICIONAL

HIST 14: HISTORIA DE LAS MENTALIDADES Y NUEVA HISTORIA CULTURAL

NOMBRE DEL AUTOR: IGOR ALEXIS GOICOVIC DONOSO *

RESUMEN

  El despliegue de los afectos ilícitos en la sociedad tradicional se realizó a través de mœltiples manifestaciones. Nuestra ponencia aborda uno de ellos: el rapto. Su recurrencia, en su dimensión consensual o violenta, evidencia su relevancia como comportamiento cotidiano. De ahí nuestro interés por comentar como incide en la construcción de mentalidades colectivas en Chile tradicional.

ABSTRACT

  The deployment of the love illegal in the society traditional by execute for intermediaty of multiples manifestations. Our report he board one of its: the abduction. His resort, in his dimension consent or violent, evidence his outstanding how conduct daily. Of there our interest for comment how intervene in the construction of mentality aggregated in the traditional Chile.

EL AMOR A LA FUERZA O LA FUERZA DEL AMOR. EL RAPTO EN LA SOCIEDAD CHILENA TRADICIONAL

Presentación

  El rapto fue a todas luces una de las conductas afectivas de carácter transgresor más recurrente en la sociedad tradicional. En esta ponencia nos proponemos analizar sus dos dimensiones. Por una parte los raptos forzosos que manifiestan similitudes con el estupro; y por otra, los raptos consensuados, en los cuales las situaciones de seducción están habitualmente presentes.

En el caso de los raptos violentos, la negativa de las doncellas a formalizar una relación afectiva, sea esta formal o ilícita, obliga a los amantes a intentar forzar la misma a través del asalto violento. Por el contrario, en el caso de los raptos consensuados la pareja conviene la sustracción de la doncella para de esta forma concretar una relación afectiva que es obstaculizada por diferentes factores. Es particularmente interesante observar como en ambos casos la cópula sexual es la acción inmediata que sigue al rapto, lo cual da cuenta de una sexualidad bastante activa que busca diferentes canales para manifestarse. En el caso del estupro, a través de la violencia sexual, y en el rapto consensuado, como corolario del encuentro afectivo.

El rapto consensuado ponía al descubierto la voluntad de los amantes de llevar a cabo su unión afectiva por encima de las disposiciones sociales y religiosas de aquellos que se oponían a la misma. Expresaba, además, la virilidad del acto masculino. Pero era también una agresión al honor familiar, que se vindicaba eventualmente con el matrimonio, y en aquellos casos que involucraban diferencias sociales, se convertía en un atentado al orden establecido. En estos casos la reacción contra la fuga de una pareja era inicialmente social. Los ofendidos, casi siempre familiares, buscaban la reivindicación pública de su honor con el encarcelamiento del ofensor y el depósito de la ofendida.

Ambas situaciones, estupro y fuga consensuada, conmovían periódicamente la apacible vida aldeana de la sociedad tradicional, poniendo al decubierto la activa y ardorosa vida sexual que la corroía, a contrapelo de los dictados del buen amor dispuestos por la Iglesia y el Estado.

El Amor a la Fuerza

  El estupro o rapto forzado se manifiesta con particular recurrencia en medios rurales y especialmente, aunque no exclusivamente, en estratos subalternos de la población. Se trata fundamentalmente de empecinamientos afectivos por parte del galán, regularmente no correspondidos por la doncella, los cuales, a través del asalto violento a la pareja esquiva, logran concretarse como cúpula sexual.

En muchos de los casos de raptos forzosos los victimarios actúan con violencia no sólo contra la ofendida, sino que incluso contra sus familiares, de esta manera buscan intimidar a su víctima y a sus parientes para de esta forma consumar su asalto sexual sin mayores obstáculos. Así, en 1833, Dionicio Alarcón ingresó a la residencia de Manuel Ramirez con la intención de sustraer a su hijastra Gertrudis González. En esta oportunidad, al igual que otras tres que la precedieron, Alarcón amenazó verbalmente al grupo familiar incluso con armas cortantes. En su testimonio ante las autoridades civiles de Concepción, Gertrudís González señaló

Hace como dos años que Alarcón le propuso tener trato ilícito y que a pesar de sus oposiciones logró llevársela un día amenazándola con un cuchillo. Se fueron a la Florida y a los tres días llegó su madre y llendo a la justicia se la pudo traer y a él lo tomaron preso. A los cuatro meses volvió a llevársela estuvo con ella un mes y después le dijo que se fuera donde su madre y así lo hizo. El Domingo diecisiete, llegó Alarcón y le dijo a su padrastro M.Ramires que se llevaría a Gertrudis o si no la mataría y también haría lo mismo con él y le lanzó una piedra que le pegó en la boca y en la cabeza. Su madre defendió a su padrastro con un hacha y Alarcón logró escaparse y pasar a nado la laguna de Las Tres Pascualas. Agrega que ella siempre ha sido opuesta a las intenciones de Alarcón.

Características similares al caso anterior manifiesta el rapto de la joven Petronila Garai, a manos de su pretendiente Manuel Oyarzún. Al presentar su demanda ante el tribunal de Rancagua el padre de la agraviada expuso que

Se encontraba en terrenos de su propiedad cosechando con su familia y había dejado al cuidado de la casa a su hija mayor Petronila. En esa circunstancia apareció Oyarzún armado de cuchillo, tomó a su hija y amenazándola para que no gritara se la llevó consigo a los bosques en donde la tuvo con él ocho días.

Por su parte la ofendidad, en sus dichos ante el tribunal, ratificó la denuncia de su padre

Un día pasó a su casa Manual Oyarzún cuando ella estaba sola y trató de persuadirla de que se fuese con él porque quería casarse con ella. Ella se negó y él le dijo que había de publicar por todas partes que estaban los dos tratados para que nadie se casase con ella. Al día siguiente apareció de nuevo inastándola a que se fuese con él, persuadiéndola de que se casaría, porque ese era su fin. Ella se negó. El la sacó por la fuerza y la amenazó con un gran cuchillo. La llevó a una viña de su tía en donde pasó con él toda la noche y el día siguiente, después la llevó a otras casas ocultándola durante 6 días hasta que la llevó a un maizal de su padre donde durmieron juntos. Al día siguiente fue encontrada por su madre en el maizal.

También en el rapto de Antonia Lucero el agresor procedió a consumar la sustracción sometiendo la voluntad de su pretendida mediante el uso de un arma blanca. Cabe hacer presente que en este caso el agresor contó inicialmente con la colaboración de la ofendida, la cual se manifestaba dispuesta a abandonar su hogar debido a los malos tratos de que era objeto por parte de su padrastro; así por lo menos lo expuso ante las autoridades de Rancagua

Declara que hacía tiempo que conocía Eucebio Córdova, el cual la solicitaba pero que ella no aceptaba sus propuestas de amor. Sin embargo la noche de Sn. Pedro recibió un recado del demandado para que saliese esa noche de su casa, que él la llevaría a Valparaíso. Ella aceptó porque su padrastro no le daba buena vida. Agrega que a un a cuadra de su casa se arrepintió y pidió a Córdova que la llevase a su casa, pero éste la amenazó con un cuchillo, por lo que tuvo que seguirlo...

Es significativo que en todos estos casos, la acción violenta que acompaña al rapto se encuentra respaldada por el uso de armas cortantes, elemento de trabajo y de defensa personal de uso habitual en la sociedad tradicional. Los raptores en este caso operan instintivamente, arrastrados al asalto por la pasión ilimitada que depierta en ellos la doncella a la cual requieren. En este acto impulsivo recurren, entonces, a los instrumentos y dispositivos culturales que los acompañan habitualmente en sus quehaceres domésticos.

Para Fabiola la acción de rapto no difiere sustancialmente de las anteriores. En su caso el novio procedió a un rapto violento, que desmbocó en un concubinato ilícito. En su caso la única forma de salvaguardar su honor fue contraer nupcias con el agresor. En su solicitud de divorcio ante el Tribunal Eclesiástico, Fabiola denunció que

"Hace como 11 años... hallándose al lado de su padre fue asaltada su casa a media noche por una banda de hombres desconocidos. Los asaltantes se apoderaron de ella, llevándosela a los cerros vecinos. Uno de estos hombres sería su marido, quien después la llevó donde una tía de él. Después fue depositada por el padre del raptor en casa de un cura donde permaneció un mes. Durante este tiempo ella rechazó sus propuestas de matrimonio. Entre tanto estos hechos se habían publicitado excesivamente, de suerte que para salvaguardar su honor debió sofocar la indignación y el odio que le tenía a su raptor y accedió al matrimonio. Su marido "corrompido e incapaz de apasionarse" se entregó a la disipación y al vicio, agregando luego los malos tratos contra ellaC537/1845..

En otros casos la violación afectaba a mujeres que mantenían una relación de galanteo previo aun no consumada. En estos casos la impaciencia de los novios por acceder a la relación sexual hacía que en determinadas circunstancias abusaran sexualmente de su pareja estable. Este es el caso de María Josefa Lobos, quien denunció ante los tribunales de San Felipe a su novio Ascencio Escobar, por los delitos de rapto y estupro.

La Fuerza del Amor

  Nuestro interés principal apunta al rapto consensuado, pues en él podemos observar una conducta transgresora en la cual los dos miembros de la pareja disponen voluntariamente el incurrir en una acción que transgrede las normas del buen amor, que tanto la Iglesia como el Estado intentaba difundir y cautelar. En estos casos los raptores son sujetos provenientes de diferentes capas y sociales y de distintas etnías raciales. Ello demuestra que la conducta transgresora atravesaba horizontal y verticalemnte al conjunto de la sociedad tradicional. La ilicitud que constituía el rapto era una salida para aquellos que intentaban apurar un matrimonio obstaculizado por la voluntadad de terceros o era eventualmente un canal adecuado para ejecutar una acción de seducción. De hecho en la mayoría de los raptos consensuados el protagonista del rapto, opera con muchas de las técnicas, procedimientos e instrumentos del seductor, es por ello que al hablar de raptores también estamos hablando de seductores Es tan corto el amor y es tan largo el olvido... Seducción y abandono en Chile tradicional, 1750-1880, Revista Contribuciones Científicas y Tecnológicas Nº114, Universidad de Santiago de Chile, noviembre de 1996; y en el mismo volumen el artículo de René SALINAS MEZA, La transgresión delectiva de la moral matrimonial y sexual y su represión en Chile tradicional (1700-1870)..

El "donjuanismo", entendido como el asedio permanente y engañoso a mujeres aparentemente asequibles o desprovistas de protección, fue un mecanismo de uso habitual en los procesos de seducción y por ende estuvo presente en muchos raptos. Al respecto vale la pena consignar el siguiente testimonio. En 1789 el cura de Rancagua exponía ante el tribunal eclesiástico la conducta de José, quien simultáneamente mantenía relaciones ilícitas con una mujer casada y con una joven de la localidad. Amonestado y sancionado por el secerdote, José se comprometió a dejar aquella vida, pese a lo cual muy pronto fue demandado por María por incumplimiento de promesa de esponsales, palabra "...bajo la cual la había deflorado, de cuyo hecho se hallaba en cinta". Pese a estar comprometida la palabra y autorización de sus padres, José no se presentó a ejecutar los esponsales, motivo por el cual fue públicamente excomulgado.

Esta conducta pone manifiesto la tendencia incubada entre algunos sectores sociales tradicionales a desarrollar sus inclinaciones sexuales más alla de las disposiciones de "buen amor" establecidas por las autoridades eclesiásticas y por encima de los convenios suscritos por la autoridad familiar. Incluso se puede percibir en la conducta de José un claro y abierto desacato a las mismas. Tan temeraria actitud involucraba sanciones penales y sociales severísimas, como el destierro y la pérdida de dote, pero para José ello no adquiere especial relevancia; las satisfacción sexual se presenta en su caso como una recompensa que bien amerita los riesgos que se corren.

El proceso de seducción poseía una serie de fases que los seductores se encargaban de ir marcando a objeto de concretar su objetivo. La primera de ellas era acceder a la pretendida y establecer un primer contacto personal que facilitara la comunicación. Este contacto podía ser fortuito o estar previamente concertado a través de intermediarios, los cuales eran, regularmente, familiares, personal de servicio o amigos personales. Concretadas las presentaciones que las formalidades de la época establecían, el seductor comenzaba a ejecutar la etapa del galanteo, llamado en el lenguaje de la época: "requerir" y "tratar de amores". Esta fase consistía en un período de enamoramiento en el cual el pretendiente enaltecía a la mujer y le prodigaba atención y muestras de cariño. Se inicia en esta etapa el juego de los afectos, circunstancia en la cual el seductor recurre a todas sus destrezas con el objeto de conquistar a la hembra. Se deslizan miradas, ademanes y movimientos; se susurran voces, suspiros y sonidos; se entregan promesas, palabras y relatos, todos cargados de un alto poder de persuasión y convencimiento. En definitiva, se construyen una serie de códigos afectivos que responden al modelo cultural propio del período.

La práctica de relaciones sexuales durante el galanteo dependía en gran medida del intercambio de la palabra de casamiento. La palabra de casamiento o esponsal era una costumbre frecuente entre los novios que ansiaban constituir cristianamente su relación de pareja. Para que este compromiso de esponsales tuviera validez se necesitaba una promesa verdadera, libre, mutua o recíproca y expresada por algún signo externo, que acreditara la voluntad de contraer matrimonio. Este contrato se celebraba regularmente ante un cura. La promesa verbal sólo era revocable si no se había producido previamente una relación sexual, ésta constituía una obligación social y moral que nadie podía eludir y que, además, garantizaba que la entrega sexual estaba garantizada por la palabra empeñada. Al cerrarse el compromiso de esponsales se producía, regularmente, un intercambio simbólico de objetos que solemnizaban el acuerdo y se convertían en prueba irredarguible de la palabra empeñada. Como en esta lógica el proceso del matrimonio se iniciaba con la palabra de esponsales, la verificación de relaciones sexuales eran un hecho subsecuente. Con la entrega sexual de la novia el proceso de seducción ya estaba completo. Las alternativas posteriores quedaban entregadas a la voluntad del seductor, el cual podía optar entre el cumplimiento de la palabra empeñada y contraer nupcias, practicar indefinidamente una cohabitación o unión consensual o sencillamente desconocer el compromiso y abandonar a la seducida.

El acceso expedito al hogar de la afectada (sea este autorizado o clandestino) y el despliegue, por parte del amante, de una serie de palabras y ademanes que apuntan a convencerla de sus buenas intenciones, son los elementos característicos de la etapa del galanteo en el proceso de seducción. Mediante estos elementos de convicción, el amante intenta ganar la confianza de su pareja y convencerla de la honestidad de sus sentimientos.

En el caso de Mercedes fue el apasionamiento de Julio el que la llevo a condescender sexualmente con él

"Estando viviendo en casa de mis padres con la honestidad y recogimiento propio de mi edad y sexo, buscó el demandado oportunidad de comunicarse conmigo como lo hizo, siendo admitido en mi casa con la conveniente urbanidad; al poco tiempo me significó su amor y luego sus apetitos y como yo me desistí, la pasión que lo dominaba lo llevó a prometerme casamiento. Vencieron al fin mi flaqueza sus tenaces insinuaciones y bajo esa promesa usó de mi cuerpo y continuó haciéndolo hasta que reconociéndome embarazada me abandono vergonzosamente".

Estanislao Lemus optó por granjearse primero la confianza de la madre de Carmen Orosco, para posteriormente acceder a ella y rendirla ante sus presiones amatorias. Así lo manifiesta la madre de la afectada, Eusevia León, en su declaración ante el juzgado de Los Andes

"Siendo solicitada [mi hija] en distintas ocasiones por Lemus, jamás quize acceder mientras no tomasen estado de matrimonio y a esto Lemus no hizo más que [suplicarme] le concediese a la niña en matrimonio a lo que [accedí]. Acto seguido se las arregló para ver a solas a la novia y le obligó con fingimientos y fuerza a que satisfaciese su apetito carnal hasta el estado de perder su virginidad".

Una estrategia muy distinta es aquella que despliegan los amantes furtivos, que deben buscar mecanismos alternativos para acceder hasta sus parejas. En sus casos se trata de un ingreso ilícito hasta el hogar de la afectada y de la consumación del acto sexual con total desconocimiento de los demás corresidentes. Este es el caso del mulato libre Miguel Torrejón que, en 1752, fue denunciado ante los tribunales de justicia por el delito de escalamiento, en la propiedad de don Francisco de Zarate en la villa de Santa Cruz de Triana. En los autos del proceso se acreditó que Miguel escalaba la propiedad de Zarate todas las noches para trabar ilícita amistad con Sonia, sirvienta esclava en la casa de Zarate y casada con otro de sus empelados.

En muchas ocasiones estos seductores acometían a sus parejas eventuales siguiendo estas técnicas de galanteo. En otras los vínculos de proximidad que mantenían con las seducidas, ya fuera por razones familiares, laborales o de cercanía espacial, hacía que contaran con la confianza de los jefes de familia y, a partir de ello, pudieran penetrar en el hogar de la doncella a objeto de practicar la sustracción.

En el rapto de la joven Margarita Ximenez, llevado a cabo en San Felipe, en 1822, por Manuel Marcoleta, joven perteneciente a la élite local, interveniene como intermediario y protector del raptor su hermano Vicente, el cual fungía en esos momentos como gobernador del distrito. En este caso se combinan dos situaciones, por una parte se trata de sujetos pertenecientes a la clase dominante local. Antecedente que les asigna roles distintivos en la sociedad y que por ende involucran niveles de protección de la honra más altos, lo cual los presenta como incapaces de cometer actos como el de rapto. Manuel Marcoleta no constituía para la familia de Margarita un peligro inminente frente a la cual era necesario imponer determinados resguardos. Mucho menos si su hermano Vicente era nada menos que la primera autoridad política de la región en esos momentos. De aquí deviene el segundo elemento a considerar. En este caso la participación activa de determinadas autoridades en hechos de esta naturaleza, que como en este caso involucran a personas de su familia.

Es factible también que el rapto se produzca pese al consentimiento a la relación de pareja proporcionado por la familia. En estas situaciones los afanes del seductor indican una clara intención a contraer esponsales que jamás se verificaran. Así por lo menos lo sospechaba Doña Rosa Carrasco en 1865, cuando prensentó una denuncia por rapto en contra de don Clodomiro Ocampo, a quien acusaba de haber sacado a su hija Eloisa Carrasco de su hogar de manera subrepticia. En su exposición ante el juez de Rancagua señaló que

"... encontrándose en Valparaízo con su espresada hija como mes y medio de esta fecha, conoció allí a Clodomiro Ocampo con quien hiso amistad y recibió con frecuencia su vicita. En esas circunstancias Don Clodomiro le pidió para casarse con ella a su hija Eloisa, quien conbino en el pretendido matrimonio, como igualmente la declarante por creerlo conbeniente, y cuyo enlace debería tener lugar en Rancagua a donde deberían dirijirse pocos días después. Con este objeto se pusieron en marcha para esta ciudad el treinta del pasado o primero del actual según recuerda biniendo en su compañía don Clodomiro Ocampo, y abiéndose alojado en casa de la declarante. Para llebar a cabo el mencionado contrato Ocampo principió hacer las diligencias del caso y resultando ser menor de edad y necesitar del consentimiento paterno prometió ir a Santiago con el objeto de obtenerlo. Pasados algunos días sin quererse trasladar a esa ciudad conocí que talbes tubiera dificultades para conseguir el consentimiento paterno, y con el fin de proporcionar recursos para su biaje se los hise presente, sin contestarme de un modo afirmativo. Conociendo que pudiera haber engaño en el espresado don Clodomiro le dije que conbenía que se fuera a dormir a un hotel, pudiendo ir a mi casa a almorzar i comer. Esto sucedió como cuatro días a la fecha; y anoche serca de las ocho, desapareció de mi casa mi hija Eloiza, llevándose toda su ropa y hoy a las siete de la mañana la encontré con don Clodomiro Ocampo en la casa de un birlochero Cortes serca de Machalí; y sin duda Ocampo la sedujo sacándola de mi casa.

También el raptor puede ser un vecino, un sujeto próximo a la familia desde el punto de vista del espacio que habitan. Así, en 1858, las sospechas relativas al rapto de Loreto Torres recayeron sobre Román Pizarro, debido a que éste ... era vecino y había pedido a la robada antes del hecho.

En este mismo contexto se ubica la situación de quienes siendo trabajadores en una determinada faena, especialmente agrícola, faltan a la confianza depositadas en ellos por sus patrones y abusan de un miembro del grupo familiar o de quienes forman parte del personal de servicio de las casas. Este es el caso del zapatero Felix Quintero, residente de la localidad de Codegua, que denunció ante los tribunales de Rancagua, a mediados del siglo XIX, al aprendiz de zapatero Agustín Araya, quien abusando del la confianza que Quinteros había depositado en él como su trabajador mejor considerado, procedió a raptar a su hija Filomena.

Si bien una de las alternativas para resarcirse de la pérdida de honor generada por el rapto consensuado o por el estupro, era el matrimonio entre el victimario y la víctima, en muchos casos la afectada e incluso su propia familia se negaba a formalizar el vínculo aduciendo la existencia de una serie de defectos o problemas en el novio, los cuales podían desembocar en un matrimonio infeliz para la afectada. De esta manera, en 1854, Cruz Basualto se niega a contraer nupcias con su agresor debido a que éste era muy bebedor. Una denuncia similar estampa el padre de Carmen Escalona en contra de Santos Diaz, a quien acusa de ... muy vicioso, esto es, vive y juega, pero no se que haya cometido otro delito que el rapto de mi hija. Por su parte la madre de Felipa Vargas raptada por Nicolás Cornejo en 1876, niega su consentimiento al matrimonio señalando que el raptor es de mui mala fama y haría la desgracia de mi hija. Mientras que Felix Quintero, padre de Filomena Quintero, se niega a aceptar el matrimonio de ésta con su raptor Agustín Araya, porque lo considera un corrompido y tunante.

Las técnicas desplegadas por los raptores para conseguir sus objetivos pueden llegar a ser no sólo heterogéneas, sino que tambíen bastante sofisticadas en su diseño y ejecución. En muchos casos las resistencias de la doncella, las complicaciones propias del lugar en el cual se encuentra recogida, el número de sirvientes de su casa, el estado de alerta de su familia, obligan a los amantes a desplegar una serie de artificios para poder concretar sus objetivos.

Es así como, Manuel Oyarzún, para agilizar la decisión de Petronila Garai en torno a la fuga que había planificado, la amenaza con publicar por todas partes que estaban los dos tratados para que nadie se casase con ella. Manuel marcoleta por su parte presiona a su pareja Margarita Ximenez, amenzándola con quitarse la vida y asesinarla a ella, si ésta no consiente en fugarse con él. Incluso, en un arranque de gran sofisticación, introduce opio en la comida de la familia de Margarita para adormecerlos y, de esta manera, facilitar las condiciones del rapto.

A quiénes afecta el rapto o seducción, o más bien quiénes convienen con sus enamorados la ejecución de esta apasionada modalidad de concretar una relación de pareja obstaculizada por la sociedad tradicional. Partiendo desde otro punto de vista cuáles son las condiciones que facilitan la disposición al rapto y contribuyen a su concreción. Al respecto, lo primero que habría que convenir es que el rapto consensuado no sólo involucraba a jóvenes doncellas en condiciones y disposición de casarse. Las fuentes documentales permiten entrever que no son pocas las raptadas que, no sólo no tienen ninguna opción de contraer vínculo matrimonial, sino que además ya se encuentran transgrediendo uno previamente establecido, las que se embarcan en esta modalidad de construcción de relaciones afectivas. En muchos de estos casos predomina al interior de su relación de pareja o el abandono prolongado por parte del marido, o eventualmente la práctica reiterada de malos tratos. En ambas circunstancias la fuga se convierte en una interesante y legitimada alternativa, especialmente para aquellas que aspiran, por la vía del escape, a construir una nueva relación amorosa.

En esta línea situacional se inscribe el rapto de Manuela Torres por parte del cortador de tejas Juan Gomez. En su declaratoria ante el tribunal que los procesaba, Manuela delcaró que sabía

... que está presa por haberla encontrado con Juan Gomez escondida en el carrisal ... que la razón de haberse juntado con ese hombre fue porque continuamente su marido la amenazaba con el sable y por eso le rogó a Gomez que la llevara a Peumo. Asegura que antes de irse con Gomez no había tenido trato con él y no lo conocía y que él no la sacó de adentro de la casa sino que ella salió y se encontró con él a media cuadra de la casa.

Petrona Soto, por su parte escapó en tres oportunidades distintas con Juan Suárez, del lado de su esposo José Riveros; y si bien en ningún momento se acredita que Riveros haya dado malos tratos a su cónyugue, la reiteración de la conducta de ésta deja en evidencia que la relación de pareja sancionada legal y religiosamente ya se encontraba definitivamente agotada y que, por el contrario las carencias que encontraba Petrona sólo se satisfacían junto Juan Suárez. Incluso las propias declaraciones de Riveros permiten acreditar el aserto anterior. En su querella contra Suárez, presentada ante el tribunal de la villa de Los Andes Riveros señaló que

...se querella contra Suarez, actualmente preso en la cárcel pública de esta Villa, por haber usado de la arbitrariedad de entrar por tres veces a la casa del querellante y robarle a su mujer. La primera vez la pudo recuperar en Santiago y la recibió gustoso por haberle pedido perdon. La segunda vez llegó Suarez con un puñal en las manos y agarrándolo lo insultó y amenazó y a su mujer le dijo que si no le seguía la mataba y ésta así lo hizo. La tercera vez la sacó de su casa por medio de un tal Narciso Villanueva por lo que ahora piensa que su esposa ha ido gustosa todas las veces para cometer adulterio.

Una circunstancia excepcional lo constituye el rapto de María Mercedes Fuentes por parte de Pantaleón Azocar. María Mercedes era viuda y se encontraba recogida en la casa de Pascual Corvalán que reconocía por asilo paterno desde mis más pequeños años. En su caso el seductor operó sobre la base de sus carencias afectivas logrando con seducciones, promesas y artificios... corromperme mi onor bajo la palabra de unirse matrimonialmente.... Tras una rápida y fogosa relación, de la cual María Mercedes resultó embrazada, Pantaleón optó por el abandono.

También es intersante considerar los casos en los cuales el rapto se manifiesta en varias oportunidades. Es decir se trata de una conducta reiterada que pone al descubierto el empecinamiento de los amantes por ver concretada la relación afectiva a la cual aspiran. Este es el caso de David Reyes, quien empecinado con la consecución de los afectos de Brijida Farfán, procede a sustraerla desde su hogar en dos oportunidades. En este mismo contexto se puede interpretar el rapto y conducta adulterina de Petrona Soto y Juan Suárez, previamente descritos.

A medida que profundizamos en el estudio del rapto nuevas problematizaciones se van presentando; entre otras: por qué la mayoría de las mujeres y de los hombres involucrados en raptos por consenso son jóvenes cuyas edades fluctuan entre los 12 y los 19 años para las mujeres y entre los19 y los 25 años para los hombres. Qué motivos los orientan a acometer una conducta transgresora que pese a su juventud e incluso pubertad, han internalizado perfectamente como tal a través de años de adoctrinamiento religioso y familiar. Petronila Garai por ejemplo tenía 17 años al momento en que fue raptada violentamente por Manuel Oyarzún de 26; Loreto Torres raptada en 1858 por el hilador de cañamo Román Pizarro tenía 16 años de edad y su pareja 23; Rosa Contardo, raptada en 1861, por el empleado italiano Luis Trucco, tenía 15 años y su seductor 19; la misma edad de Dolores Infante, raptada por Justo Pastor Ortuzar y asesinada por el padre de éste en 1858; Brígida Farfán sustraida desde su hogar en 1862 por David Reyes tenía entre 12 y 13 años, mientras que David tenía 20; las hermanas Margarita y Seledonia Aranguiz, raptadas por los hermanos Clemente y Evaristo Castro en 1863, tenían 19 y 23 años respectivamente y sus raptores 22 y 24 años; María Juana Hernández, raptada en 1874 por Jacinto Baeza tenía 15 años; Felipa Vargas, raptada por Nicolás Cornejo había cumplido en 1876 16 años y Nicolás 26; Margarita Ximenez raptada en 1822 por Manuel Marcoleta contaba a esa fecha con 17 años de edad; Eloisa Carrasco sustraida desde su hogar por Clodomiro Ocampo tenía 15 años al ser raptada en 1865 y Clodomiro 19 años; y Filomena Quintero tenía 14 años al momento de ser raptada por Agustín Araya, de 25 años de edad, en 1869.

En la mayoría de las situaciones de rapto las mujeres son sacadas desde sus propios hogares, estando presente su grupo familiar o el curador de la doncella sustraida. El arrojo del raptor rompe cualquier barrera física que pueda obstaculizar su contacto con la dama de sus amores. En ello contribuye no sólo la disposición de la doncella a ser raptada sino que también, en muchos casos, la conducta desprevenida de los padres frente a un hecho de este tipo. En el rapto de Petrona Echavarría, su amante José Simones penetró en la casa y la sustrajo en presencia de su padre José María Echavarría quien no se percató del evento hasta que le fue comentado por un vecino de la villa de Talca. Así se desprende de su testimonio ante las autoridades judiciales de la villa

(dijo)... que en la noche del jueves cuatro de noviembre proximo pasado, se desapareció de su casa su hija Petrona, que poco antes había salido de la misma casa José Beño Simones, que había estado allí de vicita; que el declarante no tenía noticia de ninguna relación ilícita que existiese entre ambos; que el domingo en la noche supo por Mateo Montero, hombre casado, que la niña estaba en su casa, a donde la había traído de casa de Juan Poblete; que al día siguiente fue traída a casa de un yerno del declarante, Lorenzo Alvear; que por Pablo y Mateo Montero, supo que José Beño Simones había sido al autor del rapto.

En el caso del rapto de Carmen Escalona por parte del peón Santos Dias, si bien su padre se encontraba al tanto de las relaciones afectivas que los unían y a las cuales él se oponía, el raptor aprovechó la circunstancia de la ausencia del padre del hogar paternos para sustraer a la doncella. Al respecto el padre ofendido, Lorenzo Escalona, señala

Estando fuera de su casa hace veinte y tres días, como a media noche mi citada hija [Carmen en unión con Diaz se fugaron de ella y solo hayer por los encargos que había hecho los encontré en este pueblo y fueron conducidos a la cárcel.

Por su parte, María Juana Hernandez fue sustraida desde el despacho que regentaba su madre en en las proximidades de la estación de Rancagua, mientras ésta se encontraba en la cocina de la casa. Al exponer su caso a las autoridades locales, Gregoría Hernández indicó

... tengo una hija ilegítima llamada María Juana Hernandez, i le faltan tres meses para cumplir quince años. Como a las oraciones del cinco del actual me encontraba con mi citada hija en la cosina de mi casa cituada cerca de la Estación, i sentimos que principiaron a golpear la puerta de un despachito que tengo en la misma casa, i mande a mi hija que fuera a ver lo que ocurría i volvió diciendome que buscaban una vela; le dije que fuera a venderla i así lo hizo, volviéndose a la cosina. Al poco rato principiaron otra vez a golpear la puerta del despacho i dije a mi hija otra vez que fuera a ver lo que ocurría i no volvió más a la cosina. Todo el día siguiente la busqué i no tuve ni aun noticia de su paradero. Por la mañana del día siete fue a mi casa un celador llamado Gabriel López i dijo que mi hija se encontraba en la policía i había sido encontrada con un tal Jacinto Baeza, a quien conozco de vista, i únicamente había ido a mi despacho dos o tres veces a comprar un vaso de chicha, i luego se había retirado i agregando el dicho López que un cabo de policía Zamorano había encontrado a mi hija. Después de parecida mi hija, me ha dicho que el tal Jacinto Baeza fue el que se la llevó por fuerza la noche mencionada i tomándola de un brazo, i que la había tenido en una casa, ignorando el nombre del dueño.

Entre las condiciones que facilitaron la tarea de los raptores o que mirado desde otrro punto de vista incentivaron la transgresión femenina, figuran los malos tratos paternos. Es decir aquellas condiciones de vida que se tornaban insoportables y que, por ende, apuraban la fuga del hogar. No eran pocos los padres en la sociedad tradicional que castigaban y hostigaban permanentemente a sus hijas y, con ello, las arrojaron en brazos del primer amante que les ofreció afecto y mejores condiciones de vida. La huida del hogar para estas mujeres involucraba iniciar la construcción de una nueva relación, que en ningún caso se sospechaba podía reproducir las precariedades de la vida anterior.

Así, Antonia Lucero señaló al tribunal de Rancagua que escapó de su hogar junto con el cortador de teja Eusebio Córdova, porque su padrastro no le daba buena vida. Mientras que Carmen Escalona huyó con el peón Santos Dias porque su padre, Lorenzo Escalona, al enterarse de su relación con Dias me castigó cruelmente, amarrándome y pegándome de azotes, los que repitió porque yo le reiteré que me casaba con Dias.

El rapto es un fenómeno eminentemente nocturno. Los raptores y sus victimas se escabullen al amparo de las penumbras. Actuán sigilósamente, en silencio. Escalan murallas, recorren patios, corredores y zaguanes. Cubren sus cuerpos con atuendos estrafalarios y enmascaran sus rostros. Ingresan hasta los rincones más seguros de la residencia patriarcal, cogen su botín y escapan. En el rapto de Rosa Contardo por el jóven empleado de droguería Luis Trucco, se pueden observar parte importante de los movimientos desplegados por los raptores para acceder hasta sus doncellas y concretar el rapto. En su declaración ante el juez de Talca que lo proceso Luis señaló

Conocía desde algún tiempo a la señorita Rosa Contardo, cuyas simpatías cultibabamos por correspondencia epistolar, pues no visitaba la casa. Considerando la imposibilidad que tendríamos para casarnos por la posición del padre que nos negaría su consentimiento convenimos ambos en huirnos... A la noche me fuí en compañía de Don Ricardo a la casa del padre de la niña Contardo, y permanecimos en la calle paseándonos por la asera del frente un largo rato hasta que salió el muchachito que me llebaba y entregaba la correspondencia, que iba a comprar elados y a su vuelta le dije: que avisase a su señorita que ya estaba yo esperándola. Advertiré que Don Ricardo estaba disfrazado con una manta y unas patillas postizas que no se a quien pertenezcan... Al poco rato de haber entrado a la casa el muchachito y estando a la distancia como de un cuarto de cuadra, vi salir o aparecer un vulto como de mujer a la puerta de calle acompañada con el niñito y luego me dirijí allí, la reconocí y marchamos con el niñito y don Ricardo....

En el caso del rapto de Margarita Ximenez por parte del Capitán de Granaderos, Manuel Antonio Marcoleta, es también visible la ejecución de este tipo de acción utilizando una serie de coberturas, que permiten encubrir la acción y la identidad de sus protagonistas. En su respuesta a una indagatoria practicada por el tribunal Margarita señaló

Que don Manuel Marcoleta entró hasta el jardín de la casa en la noche que sacó a la declarante habiéndose ésta escapado del lado de la madre... Que cuando salió a verse con don Manuel Marcoleta, no lo encontró en el cuarto del mayordomo, sino que afuera del jardín que ignora quien la mandase llamar, pero que una muchacha llamada María le avisó que la llamaban sin decirle quien, y que esta muchacha podrá decir quien fue la persona que con ella mandó llamar a la declarante... Que don Manuel Marcoleta, la sacó acompañado con un mozo que no conoció ni supo como se llama... Que es verdad que fue conducida a la casa de don Vicente Marcoleta, en donde se estuvo como una hora, hasta que el mismo don Vicente la trajo a casa del cura.

Es importante consignar que si bien en la mayoría de los raptos las mujeres condescienden con sus parejas a su salida del hogar paterno seducidas por la promesa de matrimonio que efectúa el amante, no es menos efectivo que la disposición a la salida es voluntaria. Las mujeres, por diferentes razones y motivaciones, optan por escapar de seno paterno e iniciar una aventura de destino desconocido junto a sus eventuales parejas. La mayoría de las raptadas reconoció en algún momento ante las autoridades civiles que su rapto y fuga contó, a lo menos en un comienzo, con su complacencia. Algunas como Cornelia Cespedes optan por la fuga después de prolongadas relaciones ilícitas con sus amantes. De esta manera creen posible acelerar los esquivos consentimientos familiares para la verificación del matrimonio. Inquirida por las aurtoridades judiciales de Talca, señaló

"Que estaba ella en relaciones ilícitas con Cruz Basualto i su madre no quería que casase con nadie, que Basualto la invitó para que se fuesen para Lontué, que allá se casarían i luego volverían a Talca; que también la invitó una prima de ella Faustina Moya, que la confesante se resolvió a irse i salieron de Talca como a las once de la noche....

Rosa Contardo argumenta que cedió a las presiones de la seducción y que incluso su opción aun no estaba clara al momento de salir de su hogar. Pero pese a ello en ningún instante insinúa la posibilidad que su salida del hogar no haya contado con su aprobación.

Engañada con las protestas amorosas de don Luis Trucco, corroboradas con sus cartas que recibía por el órgano del muchachito de mi casa Eliseo, convine en fugarme con él de la casa de mis padres. En la noche en que lo verificamos no tenía resolución para hacerlo fluctuando en dudas, temores e incertidumbres pero no fuí dueña de mi misma y lo consentí por un recado que me dió Eliseo de parte de Trucco de que me esperaba ya hacía algún tiempo. Llegué a la puerta de calle y Trucco me tomó de un brazo y otro joven que estaba con él se puso al otro lado y marchamos adelante.

El que la mayoría de las relaciones ilícitas o de las expectativas afectivas que detonaban los raptos, carecieran de la autorización familiar correspondiente y, por ende, se tornaran furtivas, obligaba a los amantes a recurrir a una seire de intermediaciones (materiales y personales) que les permitían construir vinculos de comunicación con sus parejas y, de esta forma, allanar el camino a la consumación del rapto. Estas intermediaciones, al ser materiales, consistían básicamente en cartas o notas enviadas por los amantes para comunicar un punto de contacto o la hora de la fuga, mientras que en el caso de aquellas de carácter personal tomaban el nombre de alcahuetería, en la medida que se trataba de personas que prestaban su colaboración, ya sea para facilitar el contacto de los amantes, su fuga o su posterior refugio. En muchas ocasiones la alcahuetería corría por cuenta de los empleados o personal de servicio de los amantes, mientras que en otros casos se trataba de familiares o amigos personales del raptor.

En el rapto de Rosa Contardo existen varios de estos elementos presentes. Tal como lo confiesa Luis Trucco en su exposición ante las autoridades de Talca, la amistad que mantenía con la afectada se mantenía por correspondencia epistolar, pues no visitaba la casa. En la comisión del rapto es acompañado por uno de sus amigos personales, don Ricardo Cruz; mientras que el acceso hasta su amante es allanado por una serie de individuos (en su mayoría niños) que formaban parte del personal de servicio de la residencia de Rosa Contardo. Por último, otro de los amigos personales de Luis, don Pedro Nolasco Rivera, le proporcionó las habitaciones necesarias en su fundo para refugiarlo a él y a su pareja.

Tampoco es ocasional que en algunos raptos los intermediarios o alcahuetes pertenezcan a la misma familia de la afectada. Madres, hermanos o tíos de las víctimas pueden estar en connivencia con el pretendiente, en función de relaciones de amistad con el mismo o por condescender con las aspiraciones de la eventual novia. En el rapto de Brijida Farfán por parte de David Reyes, uno de los principales implicados es el tío de la víctima, a quien se acusa de haberla instigado a abandonar el hogar familiar. Al menos así lo sostiene la raptada y su madre. Al respecto la joven raptada indicó a la autoridades de Rancagua que

".. el diez y del actual como a las seis de la tarde mi tío José Moreno me aconsejó para que me fuese con David Reyes, manifestándome que mejoraría de condición, i convine en fugarme en esa misma noche, aunque no había tratado a Reyes i sólo lo conocía de vista. A las oraciones me mandaron a comprar pan i en la calle ví que me esperaba José Moreno con el cual me fuí a un potrero inmediato al lugar denominado Las Hornillas en el cuál me dejó mientras vino al pueblo a buscar a Reyes. A las diez de la noche, según me parece, llegó con el precitado Moreno al punto en que yo me encontraba, pero regresó inmediatamente, dejándome a solas con David Reyes .

No era poco habitual que los sujetos involucrados como alcahuetes en una situación de rapto, una vez iniciadas las diligencias judiciales, intentaran relativizar su compromiso y responsabilidad en los hechos. Lo anterior nos permite colegir que si bien las solidaridades con las conductas afectivas ilícitas se manifiestan reiterada y profundamente, la extensión de las mismas se ve debilitada por la aplicación de sanciones onerosas para quienes han sido partícipes de ellas. El temor a dichas sanciones es lo que en definitiva obliga a los alcahuetes a intentar deslindar responsabilidades en aquellas situaciones de las cuales fueron protagonistas activos y que, para pesar de ellos, los comprometen penalmente. Este fenómeno de participación activa en una situación de rapto y de posterior intento de desvinculación, es claramente perceptible en el proceso seguido contra José Beno Simones por la sustracción de Petrona Echavarría. Del expediente judicial en cuestión se desprende que a lo menos participaron como alcahuetes del mismo don Juan Poblete, que proporcionó su residencia para alojar a los amantes y la viuda Juana María Flores que también facilitó algunas habitaciones con el mismo fin. Pese a lo anterior todos ellos trataron de minimizar sus respectivas responsabilidades. Es así como Juan Poblete señaló que

"... como entre las ocho y las nueve de una noche, que el declarante no recuerda, pero que hará más o menos como un mes, llegaron a casa del declarante José Benito Simones y Pablo Montero, llevando consigo a Petrona Echavarría; que Montero le pidió permiso para dejar en su casa a la dicha niña, mientras tanto se hacían las diligencias para su casamiento con Jimenez. Que al día siguiente a la misma hora llegó Jimenez con Mateo Montero, hermano de Pablo, y se llevaron consigo la dicha niña; que el declarante no pudo impedir este hecho, por que estaba enfermo en cama, a más de ser un anciano inábil; que el día anterior le dió alojamiento a la joben por ponerle a cubierto de otros resultados; que mientras permaneció en su casa no hubo ningún desorden pues Simones solo apareció allí cuando vino a dejarla y a llevarla, que lo expuesto es cuanto sabe y la verdad...".

Estas alcahueterías alcanzaron peligrosos niveles de compromiso en el rapto y posterior homicidio de la joven Dolores Infante. Dolores había sido raptada desde la casa de su madre (por adopción) por don Justo Pastor Cruzat y conducida hasta el fundo que administraba el padre del estuprador, José Cruzat. Este último en un arranque de ira motivado por la relación ilícita que se encontraba desarrollando su hijo, agredió a Dolores con una tranca provocándole graves lesiones, las que después de una larga agonía le causaron la muerte"... fue cierto el referido echo (rapto), i que su autor fue dn. Justo Pastor Cruzat, que hará como tres meses a que lo ejecutó, que lo supo él porque se lo contó el mismo don Justo Pastor Cruzat i también la niña Dolores Infante, que él la mandó a los pocos días que se la robó a dejarla al lugar de los Maitenes, i no se atrevió a llevarla sino una parte de camino, i se la trajo otra vez a las casas de la Rosa, donde mismo la tenía desde que se la robó, que también presenció esto Francisco Fuentes, que ahora no se halla en el lugar porque D. Justo Pastor Cruzat le pagó por que se ocultase porque supo que el subdelegado lo había mandado buscar por que se decir que el sabía del echo... (...) que también ha oido decir en las casas de la Rosa i a todo el vecindario que D. José Cruzat ha sido el autor de la muerte de la niña por golpes y palos que le dió con una tranca porque la pilló en una piesa con su hijo D. J.P.C. sentados los dos brasero por medio..."; Archivo Judicial de Rancagua, Legajo 694, pieza, 1858.

. En este caso es significativo como la autoridad patronal logra que se encubra primero el rapto y más tarde el homicidio. Nicolás Durán, mayordomo de la Estancia de La Rosa, propiedad del hacendado Juan Esteban Ortuzar, expuso ante las autoridades de Rancagua

"... que es cierto sucedió dicha muerte en dicho lugar dia i hora, que también ha sabido el miercoles en la noche que la tenían escondida en las casas, y que como el ha presenciado que sucedió dicha muerte ha sido que el miércoles referido que es el pasado, por la noche le ordenó don Juan Estevan Ortuzar que sacase dicha niña, i la llevase a casa de José Cerda, i al efecto la sacó de una piesa de dichas casas donde se hallaba bajo las serraduras de dos llaves, que la encontró en una cama sin abla, muy mala, que le obserbó solamente que solo habría un ojo, i el isquerdo no lo abría por que lo tenía inchado i todo el lado hasta la oreja, i en ese estado la hizo sacar de allí i conducirla en angarilla por Bisente Baso, Antonio Lara, Romualdo, no sabe que apellidos tiene, i Trancito Maldonado a casa de José Cerda; que por el camino a veces se le oía algunos quejidos pero sin articular palabras i ayer por la mañana falleció en ese dicho punto.

Durán no sólo acata las ordenes de su patrón respecto de la necesidad de trasladar el cuerpo moribundo de Dolores, sino que, además, se preocupa de organizar la cuadrilla que ha de realizar el cometido, niega la posibilidad de que la muerte de Dolores haya sido un homicidio, intenta sepultar el cuerpo de manera clandestina de común acuerdo con el hacendado y el cura del distrito, e incluso intenta obstruir las diligencias practicadas por el Inspector de Codao en torno a verificar el paradero de la occisa.

El labrador Tránsito Maldonado, coopera en la acción de encubrimiento de la raptada, trasladándose por órdenes de su patrón hasta la casa de la curandera Mercedes Olmedo, a objeto proporcionarle ayuda médica a la lesionada joven. Se suma, además, al coro de opiniones que intentan demostrar que la muerte de Dolores se habría debido a causas naturales.

Del testimonio de la curandera Mercedes Olmedo se puede deducir las condiciones materiales en las cuales se mantuvo a Dolores mientras duró su cautiverio. Es probable que estas condiciones no sean necesariamente las que debieron vivir la mayoría de aquellas que optaban por el rapto consensuado, pero no es improbable que en aquellas circunstancias en las cuales el raptor no lograba generar todas las condiciones necesarias para respaldar su acción, las precariedades se convirtieran en una regla en la convivencia de éstas parejas.

"...que el domingo pasado llegó ... a las casas de la Rosa i luego la entró para dentro la Manuela Maldonado, i la llevó, abrió una puerta i entraron a otra i bajo estas dos llaves en esta última piesa estaba en una cama no D. Justo Pastor, sino una niña i la comense a examinar, la cama toda susia de orines, i al pie de la cama lo mismo, un charco de orines, i como puedo le tomo el pulso i no le encuentro, se dirigió a examinarla el corazón, i a penas le sentía latir, le tocó los pies i estaba con calor natural, la quiso enderesar o sentar i tenía el pescueso embarazado i las espaldas que no pudo doblarse, le aplicó unos parches a las cienes porque obserbó que todo remedio ya era inútil i estaba en el último caso... luego trató de salir para afuera i así lo hizo i la enferma quedó sola i enserrada bajo las dos llaves puestas por la dicha Manuela... después vió a D. Justo Pastor, i le dijo ella i él lo mismo... (dijo) que no conocía a dicha niña i que la tal Manuela que sería bueno ver modo de hacerse pasar algún alimento, i la Manuela le contestó de mal modo, i le dijo qué alimento, caldo no puede tomar, i salió i cuando volvió trajo una masamorra i quisieron hacerle pasar, pero no pudo i que no se atrevió a preguntarle por lo que le hubiesen dado en los días anteriores, porque le respondía con enojo, i no le daba razón, pero que no vió allí ni en que poner la cama i una silla i una obscuridad...".

Una vez concluida la acción del rapto, los sustractores y sus parejas debían buscar los ámbitos hacia los cuales dirigirse a objeto de encontrar refugio. Para ello se escapaba normalmente hacia parajes aislados, como el monte y el río, o como lo describimos previamente, hacia las casas de amigos o parientes, otros optaban por trasladarse de villa, y no faltaban los que recurrían, si las condiciones así lo ameritaban, a las casas de mala vida, prostibulos y chinganas, lugares en los cuales la sociabilidad popular siempre se tranformaba en una eficaz fuente de solidaridades.

Rosa Contardo es traslada a la salida del pueblo (Talca) por su amante Luis Trucco, y desde ahí hasta las casas del fundo de don Pedro Nolsaco Rivera. Cornelia Céspedes también fue sacada desde la villa de Talca y, en su caso, marcharon esa noche (con su amante Cruz Basualto) y les vino el amancer en el río. También junto a un río (el Claro), encontró el celador Pascual peredo a Manuela Torres y a Juan Mercedes Gómes, tras protagonizar ésta una fuga desde el hogar de su esposo en San Fernando. Brijida Farfán fue traslada por su tío José Moreno a un potrero inmediato al luger denominado Las Hornillas en el cual me dejó mientras vino a buscar al pueblo (de Rancagua) a (David) Reyes. Pertronila Garai fue llevada por su amante hasta una viña propiedad de su tía y más tarde a un maizal de su padre, lugar en el cual fue posteriormente encontrada. Por su parte la viuda María Mercedes Fuentes, una vez que salió de la casa de su tutor Pascual Corvalán, en la villa de Talca, fue conducida por su amante Pantaleón Azócar hasta el puerto de Constitución. Por último Jacinto Baeza condujo a su amante Juana María Hernández hasta la fonda de Carmen Sepúlveda, lugar en el cual se sentaron cerca de un brazero de fuego, y permanecieron allí, tomando algunos tragos de chicha.

También resulta interesante observar los medios o recursos empleados por los raptores para huir con sus víctimas. Entre los más comunes encontramos el transporte personal, pero también es frecuente el uso de animales (caballos, burros, mulas, etc.), y el de birlochos y carretas. Así, Rosa Contardo y Luis Trucco marcharon hasta la casa de Pedro Nolasco Rivera. Lo mismo hizo Cornelia Céspedes y Cruz Basualto, Justo Pastor Cruzat trasladó a la joven Dolores Infante hasta las casas de la Estancia de La Rosa montada en su caballo. Pantaleón Azócar optó por movlilizar a su amante María Mercedes Fuentes en un virlocho. Clodomiro Ocampo utilizó un carruaje para trasladar a Eloisa Carrasco desde Rancagua a Machalí.

Pero el rapto, al igual que otras manifestaciones de transgresión afectiva, no pasaba inadvertido para la comunidad local. Como ya hemos señalado, a algunas familias les tocaba participar como protagonistas de estos procesos, mientras que parte de la población local se veía involucrada como intermediarios o partícipes indirectos de la transgresión. Pero el resto de la comunidad no estaba al margen de estas situaciones. Por el contrario, participaba de ellas actívamente. Muchos conocían de antemano las relaciones ilícitas que unían a los amantes, otros habían observado las acechanzas de los raptores, no pocos vieron la ejecución del rapto y la huída de la pareja, y la mayoría conoció de oídas estas acciones, las comentó en sus círculos de sociabilidad y las condenó de manera pública, aunque en el fuero de sus conciencias en no poocas oportunidades fue partícipe de alguna similar o por lo menos anhelaba serlo.

La fuga y adulterio de Petrona Soto con Juan Suárez no es un hecho sorpresivo para la comunidad de Los Andes; la mayoría de sus miembros estaban al tanto de las relaciones ilícitas que los únían y, por ende su tercera fuga era algo previsible. En el rapto de Bríjida Farfán por parte de David Reyes, el matancero Polinardo Fuentes asegura ante el tribunal que le hizo presente a Reyes que hacía mal en tener e la referida niña en su habitación. Me propuse avisar a los padres de Bríjida Farfán lo que ocurría, pero no me lo permitieron mis ocupaciones.

Es significativo, a la vez, el testimonio del padre de José Benito Simones que al intentar impedir el matrimonio de su hijo con Petrona Echavarría, argumenta que

... la casa de Echavarría, es un caguín de toda clase de desórdenes, permitiendo que en ella se quedasen hijos de familias, y entre ellos mi hijo, a dormir todas las noches, después de embriagarlos la madre y la mujer del espresado José María. Sus hijas andaban solas por todas partes, tratando con toda clase de personas sin la menor reprensión de sus padres, como que dos de ellas se fugaron de su casa para casarse a su antojo y sin previo consentimiento de sus padres.

El Honor

  Las transgresiones afectivas y por ende el rapto, conmovían profundamente a la sociedad tradicional. El honor familiar, base de sustentación del sistema patriarcal, se veía radicalmente cuestionado por la conducta de los transgresores. Todas las disposiciones del buen amor cristiano eran avasalladas por los apetitos sexuales desplegados por las parejas de amantes ilícitos. Debido a ello la primera reacción de los involucrados y de sus familias era intentar revertir dichos cuestionamientos y salvaguardar los valores en los cuales se apoyaba el prestigio familiar.

La preservación y difusión de las relgas del honor patriarcal tenían diferentes connotaciones, dependiendo de la estructura social a la cual adscribían los sujetos. Así, la élite local, "residente en el marco de la plaza y propietaria de esclavos y sirvientes para las tareas domésticas", contaba con los recursos suficientes como para concentrar sus hijas "en una vida de recogimiento, autocontrol y devoción". Pero para las familias populares resultaba una ardua tarea inculcar en sus proles los rígidos dictados de la moral prevalente. Sólo los miembros de la élite definían el honor en términos exclusivos.

En el caso de los sujetos populares ofendidos en su honor por miembros de la élite, su posición era desfavorable, ya que la diferencia social impedía la reparación del honor, debido a ello las solicitudes de vindicta pública quedaban entregadas a los tribunales de justicia, en los cuales las demandas populares navegaban en un mar de incomprensionese. Ello porque calidad (en su sentido racial) y clase (en su sentido socioeconómico), también reputaban un determinado posicionamiento social que, en este caso, discriminaba y excluía al bajo pueblo.

Como lo señalamos previamente, la tarea fundamental de los preceptos ideológicos atingentes a la sexualidad, apuntaban a generar las condiciones que permitieran una adecuada defensa del honor familiar. En ese sentido se trataba de cautelar la integridad familiar de las tres amenazas más graves al honor tradicional: la pérdida de la virginidad, las concepciones ilegítimas y el adulterio femenino. Debido a lo anterior, una de las principales preocupaciones de los patriarcas giraba en torno a la protección de la virginidad de sus hijas o dependientes. La virginidad femenina simbolizaba la castidad y el respeto de los cánones morales de la Iglesia; representaba, además, una línea segura de sucesión libre de indeseables (prestigio social); y se utilizaba como parámetro de superioridad moral (ascenso social). Para la sociedad tradicional hispanoamericana el honor estaba asociado estrechamente a la integridad y castidad de las mujeres. Es por ello que mantener relaciones sexuales antes del matrimonio y perder las virginidad correspondía a perder el honor personal y familiar. Esta concepción del honor era un valor esencial en la sociedad colonial. La extraordinaria incidencia de la virginidad femenina en el honor familiar hacia que todos los miembros del grupo multiplicaran esfuerzos para vigilar la irreprochable conducta de la doncella; de esta forma quedaba a resguardo de las agresiones de intrusos o de pretendientes advenedizos. Pero pese a esta vigilancia, las relaciones ilícitas se multiplicaban y, con ellas, los nacimientos ilegítimos, los cuales alcanzaron notables dimensiones en esta sociedad. El desfloramiento fuera del matrimonio involucraba para las afectadas su exposición pública, resintiendose con ello sus posibilidades de articular posteriormente una relación marital con otra persona. El estatus social de las desfloradas en estas condiciones se veía significativamente depreciado, por ello el matrimonio con el raptor se convertía en una de las pocas alternativas que quedaban para recuperar parte del honor perdido. Así lo entendía Petrona Echavarría cuando demandaba al juzgado de Talca que se obligue a dicho hombre a casarse con ella para salvar su crédito.... Aun más explícita fue Carmen Escalona al hacer presente al juez del crimen de Talca que

... dormí con dicho Dias, sin que antes hubiese tenido relaciones con ningún hombre. Dias no me hizo violencia y yo lo consentí porque ya nos ibamos a unir con los vínculos del matrimonio. Llegamos a esta ciudad al día siguiente poniéndome Días en una casa de respeto a donde me veía algunas veces, sólo a presencia de la familia. Insisto en casarme con Dias porque es un hombre honrado y trabajador.

Por último el padre de Bríjida Farfán plantea a las autoridades de Rancagua, ante las evasivas de David Reyes y su familia, la necesidad de obligar al reo a casarse con la ofendida, para que se le castigase sino reparaba el agravio. Asimismo pidió que se castigase a los cómplices en el delito de Reyes....

Pese a la gravedad de las transgresiones y a la radicalidad de la ofensa al honor, las familias, al margen de la justicia, efectuaban arreglos para reparar los agravios. En ellos participaban los familiares involucrados, los amigos, el cura, las monjas, etc., y sólo cuando éstos fracasaban se acudía a la autoridad civil. En todo caso esta defensa del honor no correspondía exclusivamente a la familia; era más bien una función social, ya que si bien el honor se fundaba en el buen nombre y buena fama de una persona o una familia, estas se representaban ante la comunidad. Por ello el ocultamiento de su pérdida o el desprecio de su valor, eran delatados por la comunidad. Para ello se recurría a actos simbólicos, rumores, injurias verbales y escritos satíricoscontrol social de las conductas afectivas en Europa, lo podemos encontrar en el artículo de E.P. THOMPSON, Rough music, la cencerrada inglesa, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Ciudad de México, 1994.. Los difusos límites entre lo privado y lo público intervenían en favor de un orden social que colocaba en su centro la defensa del honor. Consecuentemente la intervención de la comunidad y de los alcaldes sobre la vida familiar constituía una permanente presión, justificada en el hecho de que toda afrenta a la honra familiar lastimaba el orden social.

Esta concepción de honor en peligro y de preservación del estatus patriarcal aparece nítidamente en el rapto de la joven Margarita Ximenez por parte del Capitán de Granaderos don Manuel Marcoleta. En su escrito ante las autoridades judiciales el padre de la afectada, don José Angel Ximenez, pone de manifiesto la magnitud que estaba adquiriendo el delito de rapto y sus proyecciones para la sociedad tradicional

No hay necesidad de representar a U. S. que la frecuencia escandalosa de este atentado cede ya en descrédito de las leyes del país y de sus magistrados para que se activen las más eficaces providencias a fin de que el pronto castigo del raptor y sus complices no se jacten de la impunidad que los envalentona a la sombra de una demorosa tramitación, al paso que la herida del corazón de un buen padre reverdece en cada instante que pasa ignorando el paradero de su cara y tierna hija, para averiguarlo, saben los reos y que a ellos se apliquen las penas de un crimen tan antisocial.

Más adelante el padre ofendido hace presente la radical transgresión para el orden patriarcal de la actitud del raptor de su hija, frente a la cual es necesario desplegar una conducta ejemplarizadora

El hecho, que él no negara, si tiene honor, es de aquellos que reprueban las leyes, que transtornan el buen orden, y que atropellan los trámites de la justicia siendo aun tiempo ofensivo del decoro de mi familia y que ataca inmediatamente los derechos de la patria potestad por ello pido a U. se libre arresto contra don Manuel Marcoleta, que fecho pediré lo que convenga en desagravio particular y de todo padre de familia honrado, que pueda verme en iguales circunstancias. De no hacerse así queda franca una señora y expedita una puerta para iguales o más escandalosos, sucesos en que no respetando los hombres, ni las leyes, y el sagrado asilo de las doncellas, atropellarán ferozmente los fueros de los padres, cometiendo excesos, que en todo país culto, se han proscrito y castigado de un modo serio y eficaz....

Pero no sólo los ofendidos intentan recuperar el honor que les ha sido arrebatado por el ataque del raptor. En no pocos casos la familia del victimario intenta salvaguardar su reputación, cuestionando el honor de la agraviada o de su familia, para de esta forma impedir la concreción de un enlace no deseado. Al negarse David Reyes a contraer matrimonio con su amante, Brijida Farfán, expone una serie de objeciones a la conducta de la misma que tienden a profundizar su descrédito social

El crimen que se me atribuye, según el mérito del proceso no puede clasificarse de ninguno de estos dos modos [rapto por violencia o por seducción], porque no hai un testigo que afirme, no digo haya sido el raptor o ceductor, si no de que me haya valido de promesas, o alagos o artificios para que Brijida Farfán abandonase la casa paterna, siendo de advertir que esta estaba acostumbrada a ello, pues hacía poco tiempo se había ido para Santiago acompañada solo de una hermana de mui mala fama. Ultimamente, para imponerme el juzgado la más pequeña pena debe entender a la conducta de la persona que se dice robada o ceducida, pues puedo justificar hasta la evidencia la mala fama de toda la familia, i el mal ejemplo que resiben de la dueña de casa, la que ha sido acusada ante S.S., hace mui poco tiempo por adulterio...".

Posteriormente, el padre de David Reyes, en un escrito indagatorio presentado ante el tribunal, insinúa

"(Digan los testigos) ...que presentare si saben i les consta que Josefa Gonzalez i toda su familia son de mala conducta i fama, teniendo reputación en el pueblo de jente prostituida... que B.F. antes de haber tenido lugar el hecho que se le imputa a mi hijo, se fugó de la casa paterna, i anduvo por su cuenta i riesgo más de dos meses fuera de ella... Si igualmente les consta que Josefa González no hace vida maridable con su esposo Bernabé Farfán desde que este la acusó por adulterio, i sin embargo de esto está teniendo familia de otras persona, pues al presente se encuentra criando... Si así mismo les consta que María Sepúlveda [la alcahuete es una persona prostituída que vive públicamente en amistad ilícita con un hombre casado....

Aunque parezca contradictorio con las afirmaciones recien expuestas, es necesario dar cuenta de una serie de conductas diametralmente opuestas a las precedentes, pero que al igual que ellas apuntaban a preservar el honor de las familias agraviadas. En este caso nos estamos refiriendo a aquellas afectadas y a sus familias que se niegan a contraer el vínculo matrimonial pese a tener la opción de hacerlo y, de esta manera, reparar la ofensa que han sufrido. Muchas de las mujeres raptadas, especialmente por consenso, son internadas en una reclusorio. Instancia en la cual a través de la oración y la meditación no sólo deben expiar el pecado, sino que también determinar que destino le darán a sus vidas y en especial a la relación de pareja establecida antes y durante el rapto. Es precisamente en esta etapa en la cual muchas de las doncellas involucradas en un rapto por consenso optan por rechazar el vínculo que previamente habían intentado presionar. La pregunta surge inmediatamente: ¿por qué estas mujeres cambian de opinión, cuando previamente se habían comprometido en una transgresión que evidentemente dañaba el más preciado de sus bienes: el honor?. La respuesta no es facil, debido a que las fuentes no son lo suficientemente explícitas en las motivaciones, pero pese a ello podemos inferir las causas de estas determinaciones a partir de los antecedentes que arrojan las fuentes judiciales.

Sin lugar a dudas que el disenso familiar fue el principal obstáculo para la constitución voluntaria y forzada de la pareja. No eran pocos los casos en los cuales la oposición paterna o materna fue la que arrastró a los amantes a optar por la vía del rapto para de esta manera allanar el camino a un rápido enlace. Pero contrario sensu de las expectativas forjadas en la acción, la mayoría de los jefes de hogar colocados en el dificil trance de revertir su voluntad y autorizar el enlace o mantener una conducta altiva y rechazar todo vínculo marital, optaban por esta última alternativa. Nuevamente surge la pregunta: ¿por qué estos padres preferían el descrédito emanado del rapto, que la unión conyugal de sus hijas con una pareja no deseada? Se puede aproximar una respuesta, considerando que más que la presión familiar explícita, son las circunstancias que acompañan la presión las que determinan el cambio de conducta. Es decir la eventualidad de perder la dote, la herencia, la protección familiar, el prestigio y estatus adquirido por su familia al interior de la comunidad o la consideración de la misma.

Es por lo anterior que incluso algunas lleguen a argumentar que el rapto, originalmente consensuado, que protagonizaron fue un engaño o conspiración. Que las promesas, halagos e información distorionada, se conviertió en la base sobre la cual se proyectó y ejecutó la fuga. Es por ello que muchas de las retractaciones de las raptadas por consenso están acompañadas por una acusación formal de seducción en contra del raptor. Una respuesta similar podemos encontrar en los dichos de algunos raptores que llegan al extremo de arguir que el rapto que llevaron a cabo fue planificado e inducido por la víctima y su familia.

Si bien durante el siglo XIX las argumentaciones de disenso se centran en la falta de consentimiento liso y llano y en algunas oportunidades en la representación de diferencias de carácter social relacionadas con el posicionamiento socioeconómico de los sujetos involucrados, también en este período es factible encontrar oposiciones vinculadas a la diferencia de etnía.

Es precisamente en el marco de estos arrepentimientos de ultima instancia y de carácter radical, donde debemos situar la conducta asumida por Cornelia Céspedes ante el tribunal que la procesaba

Interrogada la Cornelia sobre su voluntad para contraer matrimonio contestó que no se hallaba ya en disposición de verificarlo. Indagando el Señor Juez los motivos que había tenido para variar de voluntad, contestó Cornelia que las maldiciones de su madre, las que repetía con frecuencia a causa de este matrimonio, que además la señora que la crio, y en cuya casa está, le aconsejaba que no se casara con Basualto por que se contaba que este ya no la quería. El señor Juez le hizo presente que las maldiciones de la madre no ofenden a la hija cuando eran injustas, y que si la justicia le permitía casarse con Cruz Basoalto, su madre no podía impedirselo, ni podía temer ofender a Dios, en este caso verificando su enlace; que la Señora en cuya casa estaba, estaría engañada probablemente respecto a lo que le decía de Cruz Basualto, pues éste expuso a la presencia judicial que quería casarse con ella. La Cornelia reiteró de nuevo que no estaba en disposición de casarse con Basualto. El Señor Juez le interrogó si era bien tratada en la casa en que estaba, y la Céspedes contestó que sí, y que estaba contenta. El Señor Juez le propuso trasladarla a otra casa, y que pensase algunos días, si le convenía no casarse con Basualto, y contestó que estaba bien en la casa donde la tenían y que no necesitaba pensarlo más. En este estado y no siendo posible adelantarse esta diligencia a pesar de las muchas reflexiones que el Señor Juez les hizo a la madre y a la hija, permanecieron éstas en lo que habían expuesto anteriormente...".

En otros casos es el disenso liso y llano de los padres el que impide la verificación del matrimonio, pese a los compromisos afectivos construidos por los amantes. Lorenzo Escalona, por ejemplo, niega hasta la última instancia a su hija el consentimiento para que contraiga nupcias con Santos Dias ... no conciento en que mi hija se case con Diaz a pesar de la desonrra que le ha inferido, porque es muy vicioso, esto es, vive y juega, pero no sé que haya cometido otro delito que el rapto de mi hija...".

Pero en el caso de Rosa Carrasco y su oposición al matrimonio de su hija Eloisa con don Clodomiro Ocampo, las razones involucradas son diferentes. En su momento ella había autorizado el cortejo de su hija e incluso había allanado el camino para la verificación de un futuro matrimonio. Pero las continuas dilaciones de Ocampo a concertar la boda hicieron que Rosa sospechara una eventual seducción y abandono. Para la madre el rapto de su hija fue precisamente la culminación de dicho proceso de seducción, de ahí que posteriormente niegue ante las autoridades judiciales todo consentimiento al matrimonio

Ahora no es mi boluntad que mi hija se case con don Clodomiro, lo mismo que había significado a él i a la Eloiza como cuatro días antes. No pido contra el ninguna clase de pena, sino unicamente que se le espulse del lugar y que el jusgado le imponga el castigo que creyere conveniente. Contra mi hija pido unicamente que se me entregue para conducirla a mi casa...".

Como lo señalamos previamente el rapto, al igual que otras conductas transgresoras del buen amor, fue duramente impugnado tanto por la Iglesia como por el Estado. Los sacerdotes, desde el púlpito y en el Tribunal Eclesiástico (cuando la conducta transgresora caía en su esfera), se encargaban de reprender y sancionar a quienes excedían los límites de la moral doctrinalmente impuesta y socialmente aceptada. Al estado por su parte le correspondía la tarea de vigilar, perseguir y castigar a los transgresores. Es así como los inspectores y subdelegados, los alcaldes y celadores, los gobernadores y jueces, desplegaban todas las capacidades del aparato público para encuadrar a los amantes furtivos y posteriormente aplicarles penas que regularmente involucraban su separación definitiva.

En todo caso las sentencias definitivas, producto de las características propias de cada proceso, resultan bastante heterogéneas. Es así como podemos encontrar absoluciones por desestimiento o inocencia condenas a destierro o a prisión, disposiciones perentorias para contraer nupcias o fijación de indemnizaciones por daño. Incluso es factible encontar situaciones en las cuales la conducta del Estado, y en particular de la justicia, apunte a componer la relación de las familias afectadas por los raptos y de esta manera allanar el camino a un eventual matrimonio, o incluso a facilitar el enlace entre los protagonistas del mismo, por encima del disenso familiar.

Es así como Luis Trucco resulta absuelto por el rapto de la joven Rosa Contardo y lo mismo acontece en los casos de David Reyes, sobreseido por el juzgado de Rancagua por el rapto de Bríjida Farfán, de Jacinto Baeza, también sobreseido por el rapto de maría Juana Hernández, de Nicolás Cornejo, absuelto en el proceso por el rapto de Felipa Vargas y de Pantaleón Azócar absuelto por la seducción y rapto de la viuda María Mercedes Fuentes. Mientras que Santos Dias, pese a su disposición a casarse con Carmen Escalona, es condenado a seis meses de prisión, la misma pena que le fue aplicada a Agustín Araya por el rapto de Filomena Qintero y a Clodomiro Ocampo por el rapto de la joven Eloisa Carrasco. Pero aun más drástica fue la condena aplicada a Manuel Oyarzún por el rapto de la joven Petronila Garai; en su caso las autoridades de Rancagua resolvieron sancionarlo con cuatro años de prisión. En el caso del Capitán de Dragones Manuel Marcoleta, procesado por el rapto de la joven Margarita Ximenez, las autoridades de Aconcagua resolvieron confinarlo por un período de cuatro meses en la provincia de Coquimbo. Muy distinta es la suerte corrida por los hermanos Clemente y Evaristo Castro, quienes tras manifestar al juez su disposición de casarse con las hermanas Seledonia y Margarita Aranguiz, obtuvieron de la madre de éstas la autorización para verificar el enlace.

VIÑA DEL MAR, CHILE, otoño de 1997

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