49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA)

Quito Ecuador

7-11 julio 1997

 

Jairo Tocancipi Falla

Coca, campesinos y proyectos de desarrollo alternativo en colombia

Por: Jairo Tocancipi Falla

Introduccion

El narcotráfico como fenómeno relativamente reciente ha posicionado a Colombia en la escena internacional de forma inusitada. Desde la marihuana en los setenta, la cocaína en los ochenta y posiblemente la heroína en la presente década, Colombia ha sido involucrada en una problemática que no ha sido suya de tradición. Este es el caso de la relación que se establece entre Coca y Cocaínay que ha generado amplias polémicas, distorsiones en la economía, la política y la cultura nacional.

La ponencia que presento a consideración del Congreso de Americanistas, intenta mostrar una faceta del tratamiento que ha dado el gobierno Colombiano en materia de desarrollo rural en el esfuerzo por controlar la producción de la hoja de coca con fínes comerciales. El análisis se centra en el departamento del Cauca donde se adelantó el primer proyecto piloto en materia de desarrollo rural alternativo. El enfoque dado aquí podría ser fácilmente categorizado como parcial en la medida que se aborda la coca desde la esfera de lo productivo y no en relación con el proceso de consumo e intermediación que involucra. No obstante, si bien es cierto que se reconoce el contexto internacional del fenómeno, se quiere partir de la experiencia de lo local como una expresión de lo global y en esta medida no se pretende dar soluciones a un fenómeno que se encuentra cruzado por variables de diversa índole y en distintos niveles. Por otra parte, el análisis de un programa de desarrollo en particular sugiere una relación con el modelo económico neoliberal que actualmente se viene adelantando y del cual apenas se esbozan nuevas formas y presentaciones en su aplicación.

En otro nivel, la consideración del desarrollo como 'descendiente' del modelo económico que se viene instaurando, obliga discutir, a grosso modo, tres tipos de discursos : El que de manera ignota, subyace en las poblaciones rurales y que parece dependiente de otros discursos dominantes; el producido por las instituciones en el contexto del desarrollo rural y el académico que intenta 'desentrañar'los sentidos del primero y últimamente del segundo.La interrelación entre estos discursos constituye un ejercicio arduo y lo que se intenta aquí, es sugerir apenas líneas de interrogación más que respuestas que puedan ser abordadas desde distintos enfoques.

EL CONTEXTO DE LA COCA Y LA COCAINA

La irrupción de la coca como cultivo comercial significó para muchos poblados en Colombia una experiencia sui-generis que posibilitaba una entrada más directa y expedita en la esfera del mercado y del consumo. Esta situación no antes vivida ni intentada por los programas sociales agenciados por el Estado y la cooperación internacional, fue señalando la relación conflictiva que se dió entrela coca como cultivo tradicional y la cocaína como uno de sus productos. El dúo coca-cocaína o cocaísmo y cocainismo según Vidart (1991), ha puesto de manifiesto uno de los conflictos culturales más candentes de nuestra época al expresar formas diversas de apropiación, distintos y encontrados. La primera forma, se podría expresar en el consumo de coca con fines rituales y culturales, cuya presencia en nuestro tiempo es definido por muchos como anacrónico o fuera de la historia, y como tal, debería ser modernizado o corregido a la realidad presente. Los programas de desarrollo alternativo en principio pretenden este esfuerzo de modernización y son en parte, una continuidad de éste intento que inició el Estado hace más de cuarenta años en la búsqueda del llamado desarrollo rural.

Una segunda forma, más secularizada, es posible encontrarla en zonas campesinas donde el uso de la coca es menos ritualizado, lo cual no quiere decir que carezca de contenido cultural, se manifiesta en el mambeo (masticación de la coca) y también como planta medicinal; este último uso es reconocido en ciudades como Popayán, capital del departamento del Cauca, donde en algunas viviendas todavía se conserva la planta.

Otra apropiación, es conceptualizada en el narcotráfico, es decir en el tráfico y consumo de la cocaína y sus derivados obtenidos de la misma coca y que se identifica más con los países del norte.A pesar de la coexistencia de estas formas de apropiación cultural, todas comparten un mismo nivel calificado como anormal o crítico y que debe ser corregido o reubicado en un orden legal, léase desarrollo, tratamiento o rehabilitación. Interesa aquí el primer caso en tanto que nos posiciona en el contexo que actualmente viven las comunidades campesinas en el país .

Es claro que en los ultimos años, el narcotráfico ha predominado como problema y con esto, ha llevado consigo concepciones culturales de la coca hacia un marco explicativo dominante en el cual los productores de la hoja ocupan una posición de base, pero marginal, en el tratamiento de la misma problematica. Las discusiones y análisis sobre el problema del narcotráfico son vastos y las propuestas y alternativas siguen siendo centralistas , oscilando entre medidas jurídico-represivas hasta programas de carácter social y productivista, siendo este último caso, una 'misión casi imposible' para el caso Boliviano (Vellinga 1997; Speeding 1989) y en cierto modo también para el caso Colombiano (Tocancipá 1997). Este último caso, llama la atención las alternativas sociales y económicas ofrecidas por el Estado y la cooperación internacional para aquellas poblaciones Colombianas que se vieron inmersas en el fenómeno de la bonanza coquera a principios de los ochenta y que marcó un hito en la memoria social de las mismas.

La producción de coca con fines comerciales llegó y se quedó como una forma de ingresar y permanecer en la modernidad , tan esquiva y prometida por el Estado. El negocio, como comúnmente se le conoce en muchos sectores rurales, es la moneda de cambio que se posee para llegar a acuerdos con el Estado. Si bien es cierto que el problema siempre ha sido predominante en lo económico, parece claro que la dimensión política y cultural se ha hecho evidente en años recientes y más en el caso de las comunidades campesinas, quienes han ocupado una posición secundaria, de espectadora y receptora de las políticas aplicadas que de activa protagonista e interlocutora en la definición de las mismas.

El tratamiento militarista por parte de los gobiernos sucesivos desde que surgió el fenómeno ha puesto de manifiesto la dependencia con el contexto global y la minimización de lo local y regional como resultados del primero. Solo recientemente, cuando las medidas represivas como la fumigación de los cultivos de coca se orientan hacia vastos territorios - por ejemplo, Guaviare, Putumayo y Caquetá - la población decide movilizarse protestando por la ausencia de propuestas sociales. Fue este mismo tipo de reclamo que las mismas comunidades campesinas del sur del Cauca efectuaron en 1984 cuando la policía antinarcóticos, como reacción al asesinato del ministro de Justicia en ese entonces, llevó a cabo operaciones masivas de erradicación de los cocales y puso entre rejas a algunos campesinos. Posterior a esta ola represiva, el gobierno tuvo que buscar una medida más a largo plazo que compensara y complementara la acción de control militar. Esta salida se consolidó en 1985 cuando el gobierno Colombiano suscribe un primer acuerdo de cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el fin de adelantar un programa piloto de sustitución de cultivos de coca. Luego la historia que vivió el Cauca, apenas la están empezando a vivir los departamentos donde se han presentado movilizaciones y que han causado conflicto social. Sin embargo, es importante notar que las condiciones del Cauca, minifundista y emplazado en montañas, son muy diferentes de la de aquellos otros departamentos asentados en llanuras y regiones selváticas y que por tal razón, las alternativas deben ser encontradas en las propias dinámicas políticas y sociales de aquellas regiones.

El caso Caucano pudo mostrar un proceso evolutivo que no significa un paso obligado para otros departamentos: En 1985, el programa fue conocido institucionalmente como proyecto de sustitución de cultivos de coca; en 1990 como proyecto de sustitución de cultivos ilícitos y para 1992 programa de desarrollo alternativo. Para las comunidades campesinas el cambio en el nombre institucional del programa, no implicó un cambio de relación con el mismo en la medida que este seguía constituyéndose en Naciones Unidas . Pero esta evolución mirada desde afuera podría expresar el cambio y transición de la política social del Estado - de un carácter represivo a uno más moderado - en el tratamiento de la producción de coca con fínes comerciales. Cabe anotar que esta relación no es la misma para los departamentos donde han habido movilizaciones, aunque inicialmente Naciones Unidas también se constituyó en el gestor del programa con base en la experiencia alcanzada en el Cauca. Los programas PLANTE (Presidencia de la República 1996) son una prolongación de lo ocurrido en Cauca pero la experiencia parece mostrar que poco se ha aprendido de lo vivido en ésta región.

NATURALEZA E IMPACTO DE LOS PROGRAMAS DE DESARROLLO ALTERNATIVO

Los programas de desarrollo alternativo son la expresión de lo que podría llamarse la política social del Estado dirigida a sectores rurales, inicialmente campesinos y posteriormente colonos, que se involucraron en la producción, procesamiento y trafico de la coca con fínes comerciales a comienzos de los ochenta.

Esta política social, como ya anotabamos fue iniciada en 1985 con la participación de organismos multilaterales como las Naciones Unidas y otros organismos nacionales y regionales, quienes en un período de 8 años intentaron cumplir el objetivo de sustituir los cultivos de coca a través de alternativas sociales y económicas dirigidas a aproximadamente 4.000 familias campesinas que habían sufrido las consecuencias de la represión y la violencia asociada al cultivo de la hoja de coca. El monto total asignado, después de varias adiciones presupuestales, en este período fue de US$ 9,584 millones de doláres, sin incluir contrapartidas nacionales que se esperaban fueran de $2.000 millones de pesos.

Desde sus comienzos, Naciones Unidas se preocupó por establecer un dialogo interinstitucional con otros organismos del estado y ONGs con el objetivo de sentar las bases para su operación. Las características particulares de la región del Sur del Cauca como zona cafetera y minifundista permitieron establecer estrechos lazos con el Comité de cafeteros de la región y la Secretaria de Agricultura. Sin embargo, los nexos de cooperación también se dieron con otros organismos regionales, nacionales y locales, como fue el caso de las administraciones municipales. La variedad de contactos institucionales fue por lo tanto, una característica que definió el contexto del programa.

Esta base institucional , es la que por un período de ocho años definió su identidad como proyecto de sustitución de cultivos de coca y que facilitó el proceso adaptativo y de aceptación en algunas comunidades rurales. Su marco institucional entonces estuvo soportado en el trabajo previo que muchos organismos venían adelantando en la región en materia del llamado desarrollo rural.

De acuerdo con el discurso institucional, cuando se habla de sustitución de cultivos de coca, una tendencia lógica es buscar un cultivo que iguale o supere en términos de rentabilidad económica a aquél. Sin embargo, por su misma lógica, es difícil encontrar un producto que reúna tales características al menos en dos sentidos: Una, dado por el precio que la coca adquiere por el contexto de ilegalidad, el cual supera al de cualquier cultivo legal, y la otra, establecido por la producción que presenta el cultivo (cuatro cosechas en el año), superando al café como primer cultivo sustitutivo y que apenas presenta dos cosechas en el mismo período.

De Rentería (1989) ha analizado el factor de sustitución de cultivos de coca en el caso Peruano bajo distintos escenarios en el que se combinan distintas condiciones. En su análisis por ejemplo, cada uno de ellos es definido por variables tales como tecnología apropiada, 80% del precio internacional del cultivo legal en manos del campesino y bajo precio del cultivo de coca. Al final, con precios de 1989 y contando con una variedad de productos tales como café, cacao, achiote y maíz, se establece un factor de substitución de 0.66 hectáreas de coca. Aunque la cuestión del ingreso es importante, Rentería reconoce que este no puede constituirse en el único factor para afrontar la situación social de las familias involucradas.

En teoría, La estrategia empleada por el PDA en Colombia estuvo encaminada a enfrentar la producción de coca no sólo desde un punto de vista productivo sino también incorporando otros componentes articulados con la situación social del campesino. Aunque su naturaleza estaba fundamentada a partir de la experiencia de los Programas de Desarrollo Rural Integrado (DRI) agenciados en las últimas décadas, se pretendió dar cierta originalidad en su forma de operación. Como es conocido, los programas de desarrollo integral tuvieron su auge a partir del famoso período de la Revolución verde agenciada por el Banco Mundial en los setenta (Rondinelli 1993), representando una nueva modalidad de encaminar a las comunidades rurales ' atrasadas' hacia la ruta del progreso y la modernización. Los programas de desarrollo rural integrado (DRI) involucró a los campesinos como usuarios DRI a través de una estrategia integral que abarcaba los componentes de Producción (Agrícola y Pecuaria), Mercadeo, Infraestructura (Obras públicas), y organización campesina. A los anteriores componentes, el programa de desarrollo alternativo adiciona nuevos elementos - Acciones de apoyo y Comunicaciones - dando lugar a una nueva forma para llegar al ' desarrollo' como fundamento para la sustitución de cultivos de coca. Es en éste ámbito que este tipo de programas se presentan como una nueva versión de modernización, siendo en realidad ´el mismo producto bajo distinta etiqueta´.

La promulgación básica del programa era que la estrategia integral tendría que ser aplicada por igual a las distintas situaciones locales. No obstante, los hechos y esfuerzos fueron distintos y de variado alcance. Entre otros factores, la jerarquía establecida entre profesionales y disciplinas (Chambers 1994) que laboraron en el programa surge como el elemento más destacado y de mayor ingerencia en la aplicación de la estrategia: Los ingenieros agrónomos tuvieron un mayor predominio sobre los profesionales en el área social y más sobre las promotoras sociales que ocupaban la base jerárquica con directa ' dependencia' de aquellos.

La naturaleza de la estrategia estuvo concentrada entonces en factores de Producción e Infraestructura que para los inspiradores del programa estuvo justificada en distintos momentos : Era necesario ganar la confianza de la población en la medida que las acciones represivas de la policía antinarcóticos todavía estaban frescas en la memoria de aquella. Igualmente, también se requería ganar la confianza de los campesinos teniendo en cuenta los engaños que habían sufrido por parte de algunas instituciones del Estado y de los mismos políticos, quienes en años previos no habían cumplido con promesas de obras y programas prometidos, especialmente para períodos preelectorales.

La participación campesina giró alrededor de estos factores de producción y organización (grupos productivos y juntas administradoras de obras) ; aunque en años finales del programa el componente de Mercadeo, Organización Campesina y Comunicación fueron ganado importancia, la integralidad de la estrategia tan señalada quedó postergada como en años anteriores. Las Asociaciones de productores representaban la expresión de Mercadeo y en el proceso de inducción se buscaba gestionar el reconocimiento jurídico del Ministerio de Agricultura hacia estas organizaciones como una forma de involucrar a las comunidades en el marco de la legalidad, que venía siendo cuestionada por las actividades " ilícitas" que asociaba el cultivo de coca. Dadas estas condiciones era difícil que se creara un espacio de discusión y participación que permitiera evaluar el proceso iniciado. En su mayoría, las organizaciones campesinas se convirtieron más en un medio que un fin y en esa medida la participación solo contó para ciertos propósitos. Por ejemplo en ciertas obras la población solo fue estimada como mano de obra y no como fuente de conocimiento y discusión sobre las alternativas que se pretendían abordar.La falta de visión del programa empezó a reflejarse en algunos casos, años más tarde : El caso más sonado fue el del distrito La Meca, municipio de Bolivar, donde la construcción de una planta procesadora de Yuca fue controvertida por la comunidad en la medida que los ingenieros no contaron con el punto de vista de la comunidad sobre la locación de la planta y de la necesidad social y económica en la misma comunidad. Este planteamiento surgió años más tarde, una vez la construcción estaba siendo abandonada por su concepción errada. Aunque en la fase previa a la construccción, el programa envío líderes al norte del país con el fin de aprender del proceso organizativo y tecnológico, aquellos reconocieron las diferencias en condiciones en la adopción de este tipo de tecnología.

En cuanto a su naturaleza, se podría deducir que el programa PDA ha sido una prolongación de las acciones del Estado pero en una nueva forma que facilitó una interacción entre comunidad y programa.Hasta cierto punto este se proyectó para dar continuidad, fortalecer y satisfacer deficiencias de instituciones y programas que venían actuando en años previos. Sin embargo, el rasgo fundamental es que a pesar de esta interacción interinstitucional, el programa PDA no fue asimilado como una mezcla de organismos estatales y paraestatales sino que por el contrario, logró definir su identidad en el concierto de las instituciones que actuaban en el marco del mismo: Para la mayoría de comunidades campesinas el programa fue conocido como Naciones Unidas , siendo claramente distinguido de todo aquello que tuviera relación con el gobierno nacional o el Estado. En cierto modo, esto tendría importantes repercusiones como veremos más adelante en la adopción del programa como tal en algunas comunidades rurales.

Otra característica fundamental en el programa PDA fue su relativa solvencia financiera para ejecutar la estrategia que se proponía. El "aparato y la infraestructura instalada para operar como programa llamó atención de los campesinos sobre los grandes propósitos que se pretendían alcanzar.La oficina regional del programa con sede en Popayán, capital del departamento, recibía permanentemente un considerable número de cartas de líderes campesinos de veredas vecinas a la región donde se actuaba solicitando la presencia del programa. En este sentido, aunque la capacidad financiera e institucional fue relativamente excepcional, su cobertura fue selectiva y limitada. La aceptación expresa de la comunidad en recibir el programa y su localización en la franja altitudinal de producción de hoja de coca (800 - 1800 m.s.n.m) fueron los criterios más utilizados para definir las áreas de intervención. Aunque muchas comunidades no fueron afectadas por la bonanza de coca durante el período de auge, los líderes de aquellas expresaron su disconformidad con el gobierno y con el programa afirmando que : " . . . entonces, hay que cultivar coca para recibir a Naciones Unidas".

En el caso Colombiano, la evaluación de la estrategia y su relación con la sustitución fue realizada en 1993 por una comisión evaluadora ajena al Programa en un tiempo récord de dos semanas, tomando testimonios de líderes y representantes de la región. Aunque en términos generales se criticó el enfoque del programa por ser 'productivista'- es decir, que tuvo mayor énfasis en el componente de producción agropecuaria - más que en lo 'social', la participación de la población rural fue generalizada a partir de unas pocas entrevistas. Las expectativas de las comunidades no siempre coinciden con la de los auspiciadores del programa (Wells 1981) y en éste sentido, la evaluación de las mismas poblaciones sigue siendo parcial.

En resumen, la aceptación del marco institucional del programa fue posible en algunas comunidades gracias a su capacidad financiera y a la gestión de negociación y continuidad que estableció con otros organismos estatales. Aunque se pudo facilitar la concentración de recursos en aproximadamente 180 grupos de campesinos asociados en toda la región del sur del Cauca, el énfasis que predominó fue de carácter tecnicista. Sin embargo, es importante destacar que los resultados del programa no fueron uniformes y especialmente las percepciones que de él tuvieron las comunidades rurales.

POBLACIONES RURALES Y DESARROLLO

Si bien es cierto que la estrategia del PDA fue pretendidamente integral, los resultados fueron variados los cuales estuvieron más determinados por la diversidad de comunidades que entraron en juego en la aplicación de la estrategia. El corregimiento de Loredo, por ejemplo, correspondió con el programa en forma abierta, a través de la estrategia de desarrollo rural integrado y en el que se canalizaron recursos considerables. La región de Copacabana por otra parte, ofreció una situación opuesta a la primera.Pero estos ejemplos apenas son una muestra de la variedad social y cultural presente en la región.

Este factor, debilita el valor absoluto del éxito o el fracaso como opciones opuestas en la evaluación de éste programa y su relativización para el caso del Cauca.En primera instancia, es necesario reconocer que existen factores que son comunes a la región andina, como también es cierto que existen acentuadas diferencias que varían de una región a otra. Este contraste puede ser visto en el estudio comparativo de Henmann (1978), entre el nor-oriente Caucano predominantemente indígena y el sur caracterizado como campesino. Incluso dentro de ésta última región, también se destacan diferencias que no pueden ser ignoradas. Así por ejemplo, para el Programa de Desarrollo Alternativo, Copacabana - una localidad con fuerte pasado colonial en el cual el uso de la coca para la practica del mambeo (mascar coca) todavía subsiste- fue un municipio difícil de "abordar" de forma satisfactoria en comparación con otros vecinos como la Quebrada y Barlovento. Este hecho pone en evidencia que el programa se enfrentó con diferentes tipos de comunidades, y actitudes diferentes hacia la coca como tal. Henmann (1989) ha destacado en forma similar la diferenciación de áreas de producción de coca en el caso del Perú.

Sin embargo, existen otras razones para creer que el proceso de participación comunitaria pudo haber transcurrido de manera distinta, tal como se evidenció en otras comunidades y en variadas circunstancias dentro del mismo programa. El factor financiero que determinó a su vez el elemento tiempo, fue uno de los principales argumentos que produjo cierto éxito relativo en algunas comunidades rurales. Ciertamente, pocos programas especialmente gubernamentaleshan tenido la oportunidad de establecer una continuidad y permanencia con la comunidad como lo hizo el PDA en el sur del Cauca. En un período de ocho años, profesionales y comunidad establecieron una relación estrecha que determinó un alto grado de confianza y conocimiento mutuo. Muchos de ellos, aprendieron a través del tiempo a conocer una comunidad distinta de la que inicialmente encontraron en años previos. Hasta cierto punto, aprendieron de los errores fundados y ganaron experiencia sobre ellos.

La filosofía de sustituir cultivos de coca como objetivo central del programa, no puede establecerse como un evento inmediato y secuencial. Hasta 1993, no existía consenso sobre una cifra aproximada en cuanto a sustitución, más aún teniendo en cuenta el efecto social y político que pueda tener la estadística en esta materia y también según la coyuntura política y económica. Sin embargo, un dato aproximado se hallaba entre un 45 - 50 % de sustitución para toda el área del sur del Cauca. Por otra parte, la dificultad en establecer una cifra global es difícil también por las razones de diversidad social presentes en la zona y además, porque el programa solo ocupó una franja en el tiempo en una región que seguía siendo afectada por condiciones estructurales como problemas de tenencia de la tierra, aspectos productivos y condiciones de mercadeo inconsistentes con el sistema regional, etc. El distrito de Soledad representó una de las zonas donde el programa había encontrado mayor respuesta. Allí, se efectuó una considerable inversión de recursos y fué uno de los pocos lugares donde se pudo notar más claramente la estrategia de integralidad del desarrollo que se promulgaba. Como respuesta a ello, muchas localidades respondieron favorablemente a los objetivos del mismo. Una de las veredas del área por ejemplo, decidió erradicar voluntariamente 10.000 plantas de coca. A este distrito también se sumaron otros donde se mostraba un gran número de proyectos de distinta índole con el rótulo de participación comunitaria. El "top ten" de esta lista no explícita de veredas, era importante tanto para la institución como para la comunidad. En ella, se determinaban los lugares a ser visitados por diplomáticos, periodistas nacionales y extranjeros y por supuesto, líderes campesinos de otras regiones del país que se encontraban en fase de "inducción", previo a la entrada del programa en dichas zonas. En la lista de bajo 'ranking' localidades como Copacabana - donde el uso de la coca todavía persiste y cuya resistencia al programa era evidente- eran descartadas del recorrido de aquellas visitas. Antes por el contrario, líderes de esta región fueron enviados a Soledad a "aprender" algo del sistema que había sido exitoso allí.

Hasta ahora, hemos presentado un panorama muy global de los efectos de la estrategia integral del programa de desarrollo alternativo en las comunidades campesinas donde actuó. Sin embargo, existen factores externos que incidieron poderosamente en la adopción del programa: el fluctuante precio de la hoja de coca; la actual (1997) crisis de las plantaciones que vienen siendo atacadas por un virus ; el temor de regresar al período de violencia que se generó durante el "boom" de la coca y que precedió a la entrada del programa; el temor de ir a la cárcel y perder la tierra (Molano 1990), la presencia de guerrilla y grupos paramilitares son los más sobresalientes. Todos estos elementos han jugado un papel fundamental en la definición de la relación entre programa y comunidad, lo cual hace más difícil de establecer una categórica afirmación del real efecto del mismo. Lo que si es claro, es que para la mayoría de comunidades campesinas, una alternativa de ésta naturaleza es más apreciada que asumir medidas de corte militarista y represivo como el experimentado en años previos. Ello nos adentraría en otra discusión más concerniente al tipo de desarrollo que se está agenciando, y el cual abordaremos en la ultima sección del presente artículo.

Resumiendo, la experiencia de los PDA todavía es parcial en la medida que todavía no existe una evaluación seria y profunda de los resultados alcanzados, al menos con relación a una mejor participación de la población. Sin embargo, existen algunos indicios que apuntan a caracterizar el programa sobre los efectos que tuvo en la región: Después de casi cuatro (4) años, al regresar allí tuve la oportunidad de charlar con un líder campesino, quién al interrogarle sobre su apreciación de lo que había hecho el programa, sentenció que este fue "..pan de hoy hambre de mañana..", dejando en claro el carácter transitorio y provisional del mismo. Otras experiencias Latinoamericanas como la Boliviana y la Peruana acentúan más la relación contradictoria entre 'Cultura'y el 'paradigma desarrollista' (Spedding 1989; Vellinga 1997). Por ejemplo, de acuerdo con Spedding, este tipo de programas no han tenido éxito debido a que el gobierno nacional y la ayuda internacional han intentado luchar tercamente contra la cultura de la coca, y además porque los productos alternativos no tienen ningún atractivo en cuanto a precio que los haga competentes frente al mismo cultivo (p.5). En contraste con el recuento presentado en la experiencia Colombiana, sobresale el carácter local y regional que obliga a repensar el tratamiento que se viene aplicando. Por otra parte, Vellinga (1997) analiza también el caso Boliviano definiendo a los programas de desarrollo alternativo como una Misión Imposible , aunque no los descarta como una posibilidad si se asume seriamente desde el punto de vista político y social.

DISCUSIONES SOBRE DESARROLLO

No podríamos terminar este ensayo sin referir a recientes discusiones que sobre desarrollo se vienen dando y en el cual el programa que acabamos de presentar se halla inscrito. El criticismo a los programas de desarrollo se encuentra fundamentado en la idea que se trata de modelos de dominación y control que occidente viene ejerciendo en diferentes presentaciones sobre países del sur.Sin embargo, a pesar de que el poder sigue operando a distintos niveles y momentos, focos de resistencia parecen emerger revelando nuevas posibilidades y alternativas frente a la maquinaria del Estado. El rol de las distintas expresiones sociales que han surgido durante las ultimas décadas parecen sugerir cierta explicación en éste sentido.

En otro nivel, aquellas comunidades que son beneficiarias de programas de desarrollo, "son manejadas y controladas, obligadas a maniobrar dentro de los límites puestos por las instituciones" (Escobar 1988, p. 435). Este es a mi juicio uno de los problemas que se presentan al aplicar de forma casi mecánica un modelo explicativo con tantas virtudes como el desarrollado por Foucault. Se establece la omnipresencia del poder del cual las poblaciones rurales son víctimas y que como tal no encuentran, ni presentan reacción alguna a tal magnificencia. La capacidad de reacción de las comunidades se ve imposibilitada así por este modelo rígido. Por otra parte, la negación del desarrollo que argumenta Escobar no es del todo cierta, tal como recién lo expresaron los movimientos de cocaleros en distintos Departamentos del país exigiendo la atención del Estado, si se quiere solicitando ' desarrollo'. Como bien lo sugiere Canclini (1993 ;1995), la tradición no es incompatible con los programas sociales que en últimas favorecen la supervivencia del mismo grupo.

Aunque comparto plenamente otros elementos discursivos sobre el poder que instituciones nacionales e internacionales ejercen sobre las comunidades rurales, considero que también se menosprecia en muchos aspectos la capacidad de reacción de estos frente a la ejecución de los programas de desarrollo. Si bien es cierto que la reacción de algunos movimientos campesinos se presenta abiertamente a través de manifestaciones, protestas y toma de carreteras, en otros casos, dicha expresión de inconformidad no necesariamente es visible sino que se puede presentar en otros lenguajes y códigos de confrontación. En nuestro caso, existen evidencias sobre los repetidos fracasos de proyectos, los cuales revelan como la población aún participando del programa demuestra su oposición en muchos aspectos sobre la naturaleza del mismo. La no asistencia a reuniones, la renuencia a dar opinión sobre un tema en particular, la interpretación particular dada a mensajes tecnológicos o la negación a aceptar nuevos códigos de conducta pueden traducirse en formas de resistencia 'no manifiesta o visible'. Además, como bien lo anota Ortner (1994), la hegemonía no siempre es total como usualmente reclama la antropología cultural (p.397)

Finalmente, las críticas sobre programas de desarrollo acentúa las diferencias entre dos tipos de discursos: El académico y aquél que vienen practicando instituciones y agentes gubernamentales y no gubernamentales en su relación con las comunidades rurales. Ambos son necesarios pero opuestos y casi irreconciliables.

Discusiones recientes sobre el rol del antropólogo en la región Andina entre académicos Estadounidenses y Europeos, ha puesto de manifiesto esta brecha y la necesidad de establecer un puente de dialogo entre los dos (Starn 1994). Así por ejemplo, en este artículo su autor hace un llamado por una Antropología mas comprometida con " los pobres" de la región Andina. En su línea de presentación, existen diversos puntos que resultan difíciles de tratar aquí. Sin embargo, en su análisis el enfoque es dado en el contexto académico involucrando tres áreas a través de la cual los Antropólogos pueden contribuir en la defensa de los derechos de los " marginales" : Trabajo de campo, publicación y pedagogía (21). Este autor también destaca la importancia de analizar el poder colonizador que viene dado en la estructura institucional que la agencia. En otras palabras, los antropólogos además de estudiar a "los pobres" deberían también estudiar a los organismos o instituciones que buscan dominar a aquellos.

Es en éste ámbito a mi parecer que la experiencia de muchos antropólogos y sociólogos ya desde hace tiempo desvinculados de la academia, se valida en la medida que vienen actuando en diferentes organismos/instituciones, o en programas calificados de desarrollo.Su contribución estaría dada en facilitar el análisis de las instituciones que vienen agenciando todavía ' el paradigma del desarrollo '. Muchos colegas todavía siguen inmersos en dicha perspectiva por las mismas limitaciones que establecen las instituciones en distintos niveles y por las mismas fuerzas macroeconómicas que operan. Y es aquí donde las ciencias sociales en las universidades deben contribuir en el análisis , extendiendo el debate más allá de los recintos académicos y establecer su conexión con el ámbito de lo práctico.

Ahora bien que tipo de desarrollo se pretende? Este interrogante no tiene respuesta en la medida que como proceso dialéctico involucra distintos parámetros y contextos que solo se resuelven a su interior por su propia dinámica y con relación a las fuerzas externas con las cuales interactuan. Esta diversidad de la realidad es lo que haría más difícil asumir un solo marco explicativo del desarrollo. Otra aproximación podría ser lo que sugiere Canclini como culturas híbridas (1993) y las variadas expresiones sociales que han venido emergiendo en Latino América hace poco más de veinte años. En este sentido, lo que han demostrado estas nuevas formas populares es la necesidad de fortalecer y/o encontrar nuevas modos de subsistencia alternos a la línea evolutiva que presenta el "paradigma desarrollista" bajo el liderazgo del Estado.Escobar(1992) señala que se requiere un nuevo discurso que sustituya a aquél. En éste sentido, considero que más que un discurso, se trataría de muchos discursos como la diversa realidad social así lo exige. Y es de allí, de las expresiones sociales, de las poblaciones en cuestión de donde debe surgir el fundamento de dichos discursos como prueba de la sobrevivencia de nuevas opciones y alternativas.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Los programas de desarrollo alternativo originados en la década de los ochenta como respuesta a la producción comercial de hoja de coca representan una continuidad a las estrategias de desarrollo que en años previos venía agenciando el Estado Colombiano en el sector rural. La tríada, sustitución de cultivos de coca /ilícitos/ Programas de Desarrollo Alternativo, han indicado el camino evolutivo que ha dado el Estado en el tratamiento de la producción de coca para áreas de pequeños productores. Es esta última fase, la que hace más sutil la confrontación entre Coca-Cocainísmo y que se resuelve para el caso de los campesinos en el "paradigma del Desarrollo."

Los esfuerzos que adelanta el Estado modernizador a través de esta perspectiva de desarrollo viene siendo gestionando desde hace más de cuarenta años y apunta a cumplir un 'deber moral' que se ha venido postergando con el paso de los años y del cual los programas llamados Desarrollo Rural Integrado (DRI) apenas constituyen una prueba. Como programa piloto, el PDA ha experimentado tanto aceptación por comunidades que encontraron en él acciones no facilitadas por parte de instituciones estatales como rechazo explícito o tácito a sus propósitos por la filosofía que entraño. Estrategia integral con cierto balance de los componentes que se impulsaban y el énfasis en componentes técnicos (producción e infraestructura) constituyeron a mi modo de ver, dos polos de un mismo continuum y que se dio en distintas comunidades del Sur del Cauca.

Este panorama es coherente con la crítica que se viene dando al "paradigma del desarrollo" pero que también presenta inconsistencias en la medida que lo refuerza. La naturaleza y carácter de las comunidades con las que se relacionó el programa, parece ofrecer luces en explicar esta contradictoria dualidad.

Por otra parte, la respuesta de las poblaciones rurales valida la dificultad que debe seguir aquella estrategia como fórmula totalitaria o globalizadora que se presenta para una realidad social diversa. Coca y Desarrollo presentan múltiples facetas que problematizan más que aproximar el rol que debe desempeñar la población rural en la concreción de opciones de vida coherente con su 'ethos'. La existencia de ´focos de resistencia´ a los paradigmas de desarrollo puede arrojar alguna clave sobre el sentido de ese futuro. Es aquí donde las ciencias sociales junto con otras disciplinas, pueden contribuir también mediante el análisis de dicho ´quehacer´ y su articulación con los programas que distintas entidades vienen adelantando. En esta medida el presente análisis intenta sugerir un acercamiento entre dos discursos, el académico y el que agencia el Estado y que aunque opuestos y encontrados en parte, pueden enriquecer la reflexión sobre la heterogénea realidad social, no sólo para el caso Colombiano sino también para otros países Andinos.


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