49 Congreso Internacional del Americanistas (ICA) |
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Quito Ecuador7-11 julio 1997 |
Marta B.Goldberg
Título y clave del Simposio
HIST31:PROCESOS DE CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDAD EN COMUNIDADES AFROAMERICANAS. ESTUDIOS COMPARATIVOS
Título de la ponencia:
NEGRAS Y MULATAS DE BUENOS AIRES 1750-1850
Autora:
Marta B.Goldberg
Universidad Nacional de Luján
ARGENTINA
RESUMEN
Situación de las mujeres de origen africano - esclavas, libertas y libres - desde el auge de la trata hasta la extinción real de la misma. Datos demográficos, formas de vida y subsistencia y su variación a través del periodo. La condición jurídica y los prejuicios mas arraigados en la sociedad acerca del grupo en estudio.
SUMARIO
I.Introducción
II.¿Por qué las llevaron a Buenos Aires? La sexualidad de los afroamericanos
III.¿Cuántas eran? Distintos registros. Los esclavos ingresados. Censos y padrones. Indices y Tasas: Masculinidad, Ilegitimidad, Fecundidad y Mortalidad.
IV. Condición Socio-jurídica
V. La administración de justicia.
VI. Tachas, vicios y defectos. La redhibitoria.
VII. La pureza de sangre.
VIII.¿Qué hacían? El trabajo de las negras.
IX. Las Sociedades africanas. Rol protagónico de las mujeres.
X. Conclusiones
INTRODUCCIÓN
El ingreso sistemático de esclavos africanos por la ciudad de Buenos Aires comienza poco después de su segunda y definitiva fundación en 1580. Primero se introdujeron varones, luego mujeres
que hacia 1778 comenzarán a superar en número a los varones, tendencia que seguirá en constante aumento durante el periodo que nos ocupa, lo cual favorecerá el mestizaje y la aparente desaparición del grupo afroporteño lo que también coincidirá con el lento camino desde la esclavitud a la libertad.
El periodo analizado parte del auge de la trata hasta la práctica extinción de la misma, y en él, la población de origen africano fue muy significativa tanto por su número como por su función económica.
En la actualidad es muy raro ver negros en las calles de Buenos Aires, una ciudad que se enorgullece de su aspecto europeo. Han desaparecido del imaginario y comúnmente los argentinos niegan su existencia histórica. En trabajos anteriores he tratado de rescatarlos del olvido historiográfico. En los estudios de género que se vienen realizando en los últimos años las mujeres han empezado a ser estudiadas, pero no las de origen africano. Género y raza se han rescatado por separado. En este trabajo me propongo ocuparme de las afroporteñas ubicadas en el último peldaño de la pirámide social por su sexo, su raza y su condición jurídica.
¿Para qué las llevaron a Buenos Aires? La sexualidad de los afroamericanos .
Los primeros varones negros llegaron al actual territorio argentino como esclavos de los descubridores y conquistadores, y consta que la Capitulación de D. Pedro de Mendoza - fundador de la primera Buenos Aires en 1536 - le otorgaba el derecho a introducir cien de ellos.
Llegaron en principio muy pocas mujeres españolas, si algunas, pero ninguna negra. Esto produjo la relación entre españoles e indias y la aparición de numerosos mestizos, fenómeno que caracterizaría a Asunción del Paraguay. Desde allí partieron unos años después setenta hijos de la tierra p ara fundar. en 1580, la segunda Buenos Aires. La Crónica florida del mestizaje en Indias de Alberto M. Salas nos relata el encuentro entre españoles e indias, pero no contamos con " crónicas floridas " que embellezcan el encuentro entre negros e indias. Dicho encuentro, que dio origen a la "zamboización"- es decir, la mezcla afroamericana- se describía generalmente como producto de la violencia, de los bajos instintos, de la lujuria desenfrenada de los negros . Este prejuicio, se hacía extensivo a las mujeres africanas y también, a toda expresión cultural - sacra o profana - en la que intervinieran negros. José Ingenieros, importante intelectual argentino, ya en la segunda década del siglo XX, al relatar una ceremonia de los afroporteños, la calificaba reiteradamente, como lasciva y vergonzosa y sostenía que las mujeres negras o mulatas que en esas ceremonias entraban en trance, tenían fama de ser las más lujuriosas amantes"(1)
Una vez asentada población en la ciudad de Buenos Aires, se otorgaron numerosos permisos para traer esclavos negros debido a los constantes pedidos de los pobladores quienes los consideraban imprescindibles dada la inexistencia de indios para encomendar.
Con la colonización y especialmente cuando comenzó el proceso productivo, llegaron las mujeres negras, las esclavas, que luego se destinarían, como veremos, a mil y una tareas domésticas y artesanales pero, muy especialmente, se explicaba como principal motivo de su ingreso a la necesidad de dar satisfacción a la -ya mencionada y permanentemente señalada - sexualidad desenfrenada de los esclavos negros para que no siguieran atacando a las indias, y para "fijarlos a la tierra". La política matrimonial con respecto a los esclavos fue comúnmente seguida por los jesuitas, pero no siempre por mercedarios y dominicos, y menos aún por los particulares, aunque fuesen eclesiásticos.
Las negras esclavas no sólo se unieron en santo matrimonio a los varones de su raza, sino que también estuvieron sexualmente a disposición de sus amos y de los hijos y parientes de sus amos, en relaciones generalmente casuales, dando así origen a una numerosa población mulata. Acerca de esto prácticamente no contaron los cronistas, posiblemente porque estas relaciones ya eran frecuentes en la Península Ibérica y no eran, para ellos, merecedoras de ingresar a la épica. Y además, ¿Por qué habrían de comentarlas? ¿Qué mal habría en hacer uso de algo que se poseía en propiedad? En todo caso, lo novedoso era el encuentro de los españoles con las indias, y por eso lo contaron. También para algunos historiadores, las mujeres africanas se beneficiaban cuando se relacionaban sexualmente con sus amos blancos o con los parientes blancos de sus amos, porque estas relaciones les habrían permitido obtener un mejor trato tanto para sí como para los hijos que nacían de esos encuentros. La promesa de libertad hecha a las esclavas a cambio de sus favores amorosos debió ser muy frecuente, como también lo era el incumplimiento de tales promesas. Las fuentes nos dan testimonio de que esto ocurría y también nos hablan muy mal del producto de esas relaciones, "los mulatos", a los que se despreciaba más que a los negros. La misma palabra "mulato" proviene de "mula", porque se refería precisamente a lo que ellos consideraban un híbrido. El mulato era doblemente sancionado por la sociedad colonial, por ser producto de una mezcla y por su bastardía ya que rara vez era reconocido por su padre. La palabra "mulato" era usada como insulto, y, a veces, hasta para atacar a un rubio de ojos claros como el gobernador Rosas. Su sobrino, Lucio V. Mansilla al escribir la biografía de aquél, para desmentir esa acusación decía :"...que no tomó leche de negra esclava ni de mulata ni de china.... por lo cual Rosas ...tenía sangre pura por encarnación sexual y absorción sanguínea (2).
¿Cuántas eran? Distintos registros. Los esclavos ingresados por Buenos Aires. Censos y padrones. Índices y tasas: masculinidad, natalidad, mortalidad.
El número de esclavos ingresados por Buenos Aires fue altísimo pero no todos quedaban en la ciudad, la mayoría eran enviados a Chile y Potosí. Hasta 1600, Córdoba negoció -como plaza reexportadora- doscientos sesenta y cinco negros, el veinticinco por ciento de las mil noventa y cinco piezas entradas por Buenos Aires en sólo veinte años desde la fundación de esta ciudad. Si bien el ingreso de esclavos por permisos especiales o por contrabando caracterizaría a Buenos Aires, sería a partir del siglo XVIII, primero -en 1701- con el asiento francés, de la Compañía de Guinea y desde 1713 con el inglés- de la South Sea Company-, cuando los introdujeron en mucho mayor cantidad. Los censos de la ciudad de Buenos Aires muestran a partir de mediados del siglo XVIII, que la cantidad de mujeres esclavas superaba ampliamente a la de los varones de esa misma clase. Se produce durante el período una significativa disminución del índice de masculinidad del grupo negro-mulato. En el padrón de 1744 hay 115 hombres cada 100 mujeres, a partir del censo de 1778 ya hay sólo 86 hombres por cada 100 mujeres, Moreno considera que podría deberse a que los esclavos varones fuesen destinados a la campaña, y a la posible preferencia, en las ciudades, por la mujer esclava, "hecho confirmable por el mayor precio abonado por ellas en el puerto de Buenos Aires(3) La pirámide de población esclava del censo de 1822 muestra la enorme disminución del grupo masculino adulto que posiblemente se deba a la utilización de los varones en las luchas por la independencia. Las mujeres muestran mayor porcentaje esclavo que los varones, y esto llega al máximo en el caso de las negras adultas; el 78% son esclavas en ese año y en 1827 - cuando nuevamente se utilizan esclavos en la guerra contra Brasil- sólo se registran 58 varones por cada 100 mujeres(4) Esto favoreció el mestizaje y el blanqueamiento de la población afroargentina. (5)
Otro motivo que llevó a la disminución del grupo negro fue la tasa de mortalidad y en especial la de mortalidad infantil, ambas eran muy altas y muy superiores a las correspondientes a la población blanca. Estas tasas que hemos calculado con los datos de censos y registros parroquiales se ven corroboradas por otras fuentes. Woodbine Parish, primer cónsul británico en Buenos Aires, comentaba en 1825 que la mayoría las lavanderas de la ciudad eran negras; y en otro lugar de esa misma obra decía que los hijos de las lavanderas morían a menudo del llamado mal de los siete días y esto se debía a que apenas nacían sus madres los llevaban junto al río y los dejaban sobre un cuero helado mientras ellas realizaban sus tareas(6).Otro ejemplo es el caso analizado por Silvia Mallo sobre la venta en 1822 de una esclava, cuyo valor disminuía por estar preñada (7). Esto sorprende porque el propietario de la madre también era dueño del producto de su vientre. Según lo argumentado en el expediente judicial, el riesgo de muerte por parto o puerperio era tan alto que la preñez era considerada una tacha en lugar de un beneficio (8).Por cierto no podemos dejar de reconocer que en este caso, rigiendo la libertad de vientres decretada en 1813, el propietario de la madre del esclavo no tenía derecho a la propiedad de dicho esclavo sino al patronato del mismo por el término de veinte años.
A diferencia de lo que ocurrió en las plantaciones del sur de Estados Unidos- como las de Virginia- donde se especializaron en la cría de esclavos, en general la mortalidad esclava superaba la natalidad. La familia esclava es prácticamente inexistente en el padrón de 1744. Hallamos en algunas unidades censales esclavos varones casados y no mujeres y en otras mujeres y no varones. Por otras fuentes sabemos que los amos sólo permitían a sus esclavos casados con esclavas de otros propietarios cohabitar los sábados o sábado por medio y esto, entre otros motivos, podría ser la causa de la baja fecundidad esclava. En la campaña bonaerense la mayoría de los esclavos son solteros y es abrumadora la mayoría de hijos de madre esclava soltera. La ilegitimidad era lo normal.
Los propietarios se resistían a permitir que sus esclavos se casasen y para hacerlo estos debían recurrir al Defensor y, en general si algo conseguían, más que el permiso era el papel de venta.(9)
En Fontezuela - en las afueras de la actual ciudad de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires - en la segunda mitad del siglo XVIII, había una estancia que era propiedad de la orden betlemita y que ha sido estudiada por Halperin Donghi, quien dice: "esos datos [...] revelan el predominio de la compra como fuente de nuevos esclavos; sólo dos, nacidos en el establecimiento logran sobrevivir. Esa incapacidad de perpetuar la mano de obra esclava - que está lejos de ser un rasgo excepcional en el marco rioplatense e hispanoamericano - se vincula en parte con el desequilibrio entre los sexos, con fuerte predominio masculino (se registran sólo ocho nacimientos a lo largo de más de medio siglo) y en parte con insuficiencias sanitarias (en seis de esos ocho casos junto con los gastos vinculados con el parto se registran los de sepultura del recién nacido). Sin duda la orden propietaria no rehuía sus deberes en cuanto a la regularización de las uniones y solemnización de los decesos[...]; aún así, no parece haber buscado con excesivo celo agrupar en familias a la población esclava."(10)
Condición socio-jurídica
Los esclavos, si bien eran considerados objetos ya que como otros bienes, muebles e inmuebles, podían ser vendidos, rematados, hipotecados, embargados, donados, etc. tenían en el ámbito hispanoamericano una serie de derechos que irían aumentado durante el periodo en estudio y que los colocaba en una situación
intermedia, desde el punto de vista jurídico, entre una cosa y una persona, es decir entre ser sujeto y objeto de derecho(11). La legislación se atenuó primero con la R.C. de 1784 que prohibía el carimbado que consistía en el marcado a fuego en el pecho o brazos y que se practicaba a la llegada de los esclavos para indicar su introducción legítima y el pago de los impuestos correspondientes. La Real Cédula de 1789, comúnmente conocida como Código Negrero amplió y perfeccionó dicha legislación (12). Los esclavos tenían derecho al bautismo y al adoctrinamiento católico, al nombre, al matrimonio, a vivir fuera de la casa del amo con el consentimiento de éste, a la formación de su propio peculio, a la compra de su propia libertad o la de sus familiares, a poseer bienes muebles e inmuebles, a testar y a la defensa en juicio lo cual podía conseguir en forma gratuita a través del Defensor de Pobres o Protector de Esclavos.
Si bien se prohibió la trata a partir de 1812 esta continuó ilegalmente hasta 1840. A partir de 1813, se declaró la libertad de vientres, estableciéndose que los nacidos de madre esclava a partir de ese año pasarían a ser libertos situación que mantendrían hasta los veinte años, pudiendo venderse su patronato. Esto permitió todo tipo de violaciones a la reglamentación. La abolición de la esclavitud en Buenos Aires se daría recién en 1860.
La administración de justicia. Penas y castigos. El papel de venta.
En términos generales la justicia colonial, en lo que a protección de esclavos se refiere, se caracterizó siempre por su ineficacia y la realidad social muestra un verdadero divorcio con las normas jurídicas. Los abogados y magistrados coloniales, también ellos propietarios o aliados de los propietarios o en cualquier caso pertenecientes al grupo privilegiado blanco, no defendieron muy celosamente los derechos de los esclavos. Si algunos pudieron superar los impedimentos que implicaban para la correcta aplicación e interpretación de las leyes la estructura económica y la cerrada jerarquía sociorracial, les resultó muy difícil vencer frente a la resistencia que les opusieron los propietarios de esclavos. Como ejemplo de lo anterior hemos analizado casos en que las esclavas solicitaban la libertad o cambio de amo por malos tratos. Esto estaba contemplado en la Ley Novena, título VIII, Partida VII, que penaba al amo que hubiese ocasionado heridas mortales a su esclavo y la Real Cédula de 1789 lo reiteraba en el capítulo X para ese caso y en otros de contusiones, heridas y mutilaciones, debía imponerse al amo "la pena correspondiente al delito cometido como si fuese libre el injuriado" además, como ya indicamos, la pérdida del esclavo, que podía cambiar de amo, pero que, si había quedado inválido tenía acceso directo a la libertad. Entre otros casos, elegí el pleito seguido, en 1785, por la esclava Francisca contra Clara de Echenique por malos tratamientos - donde Martín de Álzaga, famoso negrero de la época actuando en este caso como Defensor de Esclavos, hizo un "vibrante alegato", en defensa de la parda Francisca que se encontraba hospitalizada por haber sido tratada inhumanamente por su ama. Entre otros testigos, informaba el mismo cirujano Dr. Gerónimo de Aréchaga quien sostenía que la esclava estaría restablecida en pocos días de sus heridas en las nalgas y los muslos. Francisca había sido azotada, atada a una escalera, y luego encerrada por tres días con grillos y en ayunas, hasta su traslado al Hospital. Comparece el ama, Clara Echenique, viuda del coronel José Martínez, patrocinada por el licenciado Elizalde y manifiesta que, desde que fue despojada de su esclava, interpuso queja ante el virrey para que se abocase a la causa, "declarándome el fuero y privilegio que notoriamente me corresponde", como viuda de militar y solicita se suspenda la causa hasta que se de curso a su pedido de que pase al fuero militar". Pese a la oposición de Álzaga, el alcalde resolvió que visto la declaración del cirujano que atendió a Francisca, esta se "halla ya totalmente buena y sana del severo castigo que aparece la dio su Ama.....la entregará a la referida Doña Clara para que la sirva, previniéndola que no disponga de ella hasta la conclusión de esta instancia, ni menos que la castigue con la inhumanidad que el expediente manifiesta, bajo del concepto que de lo contrario se procederá a lo que haya lugar.", Si bien Álzaga apeló para que no le entregasen a Francisca por "...la calificada sevicia con que Da. Clara atormentó a su sierva..." Antes de que se decidiese la apelación, lo hizo el Virrey considerándose competente para entender en la causa . Ante este requirió Da. Clara la restitución de su esclava "bajo la protesta que hago de no castigarla por lo pasado, reservándome el derecho que me competa para usar de él cómo y contra quien viere que me convenga por los jornales, y perjuicios que se me han ocasionado". También se reservaba el derecho de accionar contra los testigos que habían delatado los castigos sufridos por la esclava. Francisca suplicó que la vendiesen en lugar de ser entregada a su ama, pero ésta quería llevarla a Córdoba, bajo la promesa de no darle "el más leve castigo". El virrey, el 12 de noviembre de 1785, le concede a Da.Clara el derecho de llevarse a la esclava" bajo el cargo de los ofrecimientos que hace,.... y apercíbase a la dicha esclava para que sirva a su Ama con la obediencia, sumisión y respeto a que está obligada bajo la más rigurosa pena a que diere lugar por su reincidencia, por cuyo medio y buena versación evitará las resultas que se teme, pues que sus excesos pasados ya se consideran suficientemente compurgados". Consta en el expediente que Francisca se fugó dos veces y que finalmente, prendida y alojada en la Casa de Reclusión, le fue remitida a Clara Echenique (13).
El amo también debía otorgarle papel de venta a la esclava si esta deseaba casarse y él no se lo permitía. Con ese papel el esclavo podía buscar nuevo amo, quien debía pagar al amo anterior el precio estipulado. Generalmente los precios establecidos por el amo eran excesivos y por lo tanto prácticamente imposible conseguir comprador, por esto encontramos con mucha frecuencia largos expedientes donde la esclava consideraba que la tasación era muy alta, argumentando generalmente que valía menos porque se "ha desmejorado en el servicio" o que por algún otro motivo valía mucho menos de lo que su amo consideraba que valía.
Tachas, vicios y defectos. La redhibitoria
Cuando un esclavo se vendía debía dejarse expresa constancia de sus vicios y tachas, porque la no declaración de los mismos permitía la llamada "redhibitoria es decir un reclamo judicial por parte del comprador exigiendo un resarcimiento económico por el ocultamiento de los defectos . Entre los "tachas" de las esclavas no era infrecuente la de "enamoradiza" o "huidora por enamoradiza", los que se daban "con más frecuencia entre las esclavas mulatas. Francisco Javier Conget en su litigio con el pardo libre Víctor de Aguirre en 1745 niega que este fuera hijo de su tío Mateo de Aguirre"...pues es constante en esta ciudad que las mulatas viven por lo general de trato ilícito con diferentes galanes (14). El albañil Juan de los Santos, que en 1762 al pleitear por salarios manifestaba que ...las mulatas briosas y de buen talle tienen tanta aceptación que cuando no logran trastornar al Juez, consiguen y facilitan invertir el orden del proceder judicial". Para otro vendedor- Joseph Belmudes- en 1784 ante las acciones redhibitorias iniciadas por el comprador de una esclava, Mariano Echaburu, sostenía que "enamoradiza" no es una tacha porque "...el amor es una pasión inerente(sic) a nuestra naturaleza, que comprende no sólo a los esclavos sino a todo viviente..." para que hubiese causa de redhibitoria -según el vendedor- debía tener la esclava la costumbre de fugarse por amor, y que si " D. Mariano hubiese procurado casarla como le prometió ...ella jamás se hubiera huido (15)
La pureza de sangre
Hasta muy avanzado el siglo XIX -1860- se exigía en la ciudad de Córdoba "certificado de pureza de sangre" para ingresar en la Universidad. Esta certificación era indispensable en la etapa colonial para ser maestro en muchos oficios y para ingresar en órdenes religiosas y conventos.
En Buenos Aires, en ciertos casos, fue posible blanquearse cuando se ¨mejoraba¨ económicamente. Tomás Platero, un estudioso de la negritud y orgulloso descendiente de negros de Buenos Aires ha podido reconstituir -a través del estudio de los registros parroquiales - su propio árbol genealógico y comprobado que su ascendiente africana más lejana, en el Río de la Plata, fue una esclava, María Clara, comprada en pública subasta el 12 de febrero de 1771 en Montevideo por Pedro de la Rosa. María Clara llegó a Buenos Aires el 19 de mayo de ese mismo año como parte de la dote de Da. María Francisca de la Rosa - hija de D. Pedro - con motivo de su casamiento con D. Manuel Hermúa. Este matrimonio no tuvo hijos, pero sí tuvo dos hijos mulatos María Clara, siendo soltera, ambos de apellido Hermúa que Tomás Platero supone hijos de D. Manuel, si bien éste jamás los reconoció. Uno de estos supuestos hijos de nombre Manuel Inocencio Hermúa nacido ilegítimo, mulato y esclavo, y por lo tanto inscripto en Libro de Gente de Servicio, se casó en 1810 como hijo natural de Hermúa y de una señora - quién pese a las denodadas búsquedas y rastreos de Platero no pudo ser ubicada en ningún censo o registro parroquial - lo que lo lleva a suponer su inexistencia - con una dama cordobesa cuyo nombre está precedido por el Da., y el de Manuel Hermúa por el Don y el matrimonio fue inscripto en el Libro de Blancos. (16)
En Buenos Aires, durante la segunda mitad del siglo XVIII, las monjas capuchinas se amotinaron debido a que había entrado al convento una monja que se suponía era de sangre impura. En las tramitaciones judiciales intervinieron, con cargos y descargos, autoridades civiles y eclesiásticas y también particulares. Carlos III por medio de dos Reales Cédulas, fechadas en San Ildefonso el 24 de Setiembre de 1772 y el 2 de agosto de 1775 (17), exigió al Gobernador Vértiz información reservada sobre el asunto. Fray Antonio Oliver a pedido de Vértiz hizo un extenso informe donde certificaba que la monja María Antonia González no era mulata, ni hija de sastre sino de un militar y agregaba el árbol genealógico de la "sospechada" hasta bisabuelo materno adonde se evidenciaba la pureza de sangre (18). Pero esto no fue suficiente. Hubo nuevos pedidos de informes a D.Juan Cayetano Fernández de Aguero, cura rector de la Catedral y confesor extraordinario de las Capuchinas quien dijo que " según sus conocimientos Da. María era hija del sastre portugués Pedro González y sobrina de un pardo zapatero por línea materna ", y lo mismo sostenía el Canónigo de la Catedral de Córdoba D. Juan Fernández( 19) También intervino, a pedido de Vértiz, el Obispo de la Torre, que explicaba que "la mancha no afecta al tronco sino a las ramas" y la tremenda tozudez de un grupo de monjas comandadas por Sor Ana María nacida en Córdoba que era la más terca...hasta el extremo que estando penitenciada a que puesta en el suelo le pisasen la boca las demás monjas, ella haciendo alarde de su altanería, en el acto de pisarla repetía la expresión de mulata, mulata (20) La situación sólo concluyó, después de unos veinte años de litigio cuando murió la monja cabecilla de las cuestionadoras.
Algunos testamentos parecen mostrar que era posible burlar la estricta segregación en los conventos de Buenos Aires, como los de Juan José Avalos, pardo, libre que manifestaba tener una hija, Simona, que se halla recogida en el monasterio de Monjas Catalinas de esta ciudad y en el de Feliciana Nuñez, parda libre, que declaraba que su hija Francisca se halla hoy de religiosa profesa en el Monasterio de Santa Catalina de Sena para agregar más adelante que a la que hoy se halla de monja, le tengo dado el hábito y el ajuar necesarios para entrar en el convento (21) Un análisis de las listas conventuales y de las reglamentaciones permiten apreciar que estas dos supuestas monjas no lo eran estrictamente ya que si bien usaban hábito eran donadas y por lo tanto sirvientas de las profesa s(22).
Tener "sangre impura" no sólo era impedimento para ingresar a ciertos oficios y estudios sino que también vedaba el uso de determinadas joyas y vestidos. Contaba Concolorcorvo en 1771 que una mulata amancebada con un español se atrevió a ir a la Catedral con zarcillos de oro y ropa de seda, esta "profanación de galas" le costó una buena paliza que le dieron las damas principales luego de arrancarle las joyas y sedas que usaba (23)
¿QUÉ hacÍan? El trabajo de las negras.
Con respecto al trabajo femenino esclavo, como hemos destacado anteriormente era principalmente doméstico, las fuentes nos informan que todas las lavanderas eran negras (24) y - sería así hasta muy avanzado el siglo XIX (25 ), con las amas de cría, las cocineras, las sirvientas, las planchadoras. Dentro del trabajo doméstico que se realizaba en el Buenos Aires del XVII, también se encontraban los que podríamos denominar oficios curiosos y que fueron así comentados por Ricardo Lafuente Machain "....ciertas negrillas, durante sus primeros años, distraían a sus amos y eran algo así como lo que por la misma época eran en Europa los monos y los loros de las grandes damas de la Corte de Francia. Servían además para calmar los "vapores", proporcionando un derivativo para sus nervios. Muchas señoras tenían la "negrita del coscorrón, o la que al raparle la cabeza, le dejaban un mechón largo para poder tirar de ahí cuando estaban nerviosas, o a aquélla a la que hacían servir el mate de rodillas, ni faltaba el ama que llamara junto a sí a una esclava para darle un pellizco en función de reprimenda ...también por su misma calidad de criadas íntimas, llenaban comisiones sui generis , como la de sostener encendidas las brasas de los copones de bronce que hacían las veces de las desconocidas chimeneas. Ello requería habilidad para lucirse. La emulación aguzó la inventiva y algunas esclavas llegaron a sobresalir soplando a dos carrillos entre las manos a la vez que emitían notas suaves en una especie de canto (26). Ya a mediados del siglo XIX tampoco debemos olvidar a las negras achuradoras, que recogían las vísceras de los animales en los mataderos y que tan brutal como magistralmente ha descripto Esteban Echeverría en El Matadero (27) donde un grupo de carniceros que descuartizaba una res arrojaban con toda saña los sangrientos despojos sobre la plebe, que acudía a buscar algo con que saciar su hambre:
"...el carnicero en un grupo descuartizaba a golpe de hacha [...], de entre la chusma salía de cuando en cuando una mano mugrienta a dar un tarascón a los cuartos de la res [...]
-Ahí se mete el sebo en las tetas, la tipa -gritaba una.
-Aquel lo escondió en el alzapón -replicaba la negra.
-Che, negra bruja, salí de aquí antes que te pegue un tajo -exclamaba el carnicero.
-[...]¡A la bruja! ¡A la bruja!-repitieron los muchachos.
-¡Se lleva la riñonada y el tongón!-y cayeron sobre su cabeza sendos cuajos de sangre y tremendas pelotas de barro.
En otro párrafo dice:
"Multitud de negras rebusconas de achuras, como los caranchos de presa, se desbandaron por la ciudad como otras arpías prontas a devorar cuanto hallaran comible."
En el padrón de 1810, figuran, entre otras, dos negras libres, una partera casada con un portugués y una ama de llaves que regenteaba siete esclavas .(28) .Eduardo Saguier considera que a diferencia de la esclavitud de plantación "...en el Río de la Plata regía en la producción artesanal y en el servicio doméstico una esclavitud estipendiaria. Por esta última entendemos aquella donde los amos obligaban a sus esclavos a contribuir con un tributo individual llamado jornal. Este era un gravamen pagado individualmente en moneda a un amo en particular. El tributo en moneda obligaba al esclavo estipendiario a alquilar su fuerza de trabajo fuera del dominio del amo, o bien producir mercancías para la venta en el mercado colonial. El valor de cada esclavo se estimaba según el precio de cambio que alcanzaba el producto-tributo en el mercado. De esta forma, el tributo en dinero obligaba a los esclavos a incorporarse al mercado colonial y significaba que los dueños de obrajes, panaderías, atahonas, hornos de ladrillo, etc. contaran con más mano de obra que si el tributo no se cobrara (29). Tanto en el Archivo General de la Nación como en el de la Provincia de Buenos Aires, numerosas causas referidas a los motivos ya mencionados (redhibitoria, derecho a la libertad, castigos etc.) muestran tanto la índole y la diferente categoría de los trabajos realizados por negras libertas o esclavas como algunas de las causas por ellas iniciadas (30). Entre las destinadas al servicio doméstico la gama de actividades es tan amplia que va desde las que "sólo saben acarrear agua del río" o la que "criada en el campo de Córdoba se ejercita sólo en labores rurales hasta las que desempeñaron, tareas consideradas en forma especial. En este sentido, un defensor de pobres en la solicitud de una tasación para la manumisión opinaba precisamente que:
"...El precio de los esclavos ..[varía]..en torno a sus habilidades y no de lo pesado o llevadero de sus operaciones...con todo, vemos diariamente que es mayor el precio de una mucama que asiste a su ama al tocador que el de una cocinera expuesta constantemente a la violencia del fuego (31)
Cuando se describen las cualidades de otra esclava, se dice que sabe:
-Peinar y vestir los niños.
-Si se le ofrece ir a la cocina para una comida regular la desempeña completamente, haciendo postres de leche, yema o asada, buñuelos y dulce de duraznos y quien hace esto hace otros.
-Últimamente sabe leer con lo que sirve para la instrucción y enseñanza de los demás criados". (32)
Apa recen en estas causas, "amas de cría" que además de estas tareas trabajaban en el campo o que como la anteriormente citada que educaba y enseñaba a leer a los niños. Otras que cosían ropa para sus amos o para afuera y se dedicaban a numerosas tareas para mantener a sus amas .(33)
Debido a que sus padres reclamaban para que se le quitase a la persona que la tenía en patronato y se les entreguase a ellos nos enteramos que existe una niña liberta que se desempeñaba como "limosnera y lazarillo de una ciega" y que sólo se alimentaba de lo que le daban en las calles y de otras que acompañaban a otros niños en juegos y salidas o del reclamo de un padre esclavo porque su hija, una mulatilla sustraída por el alcalde a su madre, era obligada a vender en las calles. (34)
Una esclava que con "sus cocinados" hacía ganar a su ama - cuyo ejercicio es subministrar comida a varias casas- hasta la suma de quinientos pesos mensuales reclamaba, por intermedio del Defensor de Pobres su libertad ya que se le había prometido en el momento de su compra que se la otorgarían después de cinco años de servicio. Comprada en mil seiscientos pesos moneda corriente, su ama había conseguido en poco más de tres meses recuperar lo invertido, pero la esclava pudo obtener la libertad, pese a la promesa antedicha y gracias al pleito mencionado, después de once años de servicio (35).
Las negras libertas o libres, en términos generales, se desempeñan en el mismo tipo de tareas que cuando eran esclavas porque, salvando el caso de aquella que trabajaba como oficial de zapatero junto a su marido y el de otra que se instalo para trabajar en una chacra, las restantes se ocuparon en costuras, lavados y planchados y, particularmente, se conchababan para el servicio doméstico, durmiendo o no en la casa donde trabajaban, recibiendo un salario mensual al que se agregaba la comida, la asistencia médica y la vestimenta.
En algunos casos las esclavas conseguían un crédito para comprar su libertad y se comprometían a pagarlo con su servicio personal al acreedor para lo cual este las conchababa por una determinada suma con un "salario"(supuesto ya que ellas no lo percibían, porque era a cuenta de la deuda) con los beneficios que se le daban a los otros domésticos (vestimenta, alimentos, atención médica). Se trataba entonces de un mero cambio de amo porque este arreglo funcionaba como una "esclavitud por deudas que las esclavas tardaban muchos años en pagar.
Encontramos también una negra libre que mantenía a su antigua ama, ya anciana, a quien una sobrina después de haber logrado la donación de sus bienes en vida, la había dejado sin hogar y otra parda libre era a su vez, ya imposibilitada de trabajar, cobijada por sus hijos.
Por último, algunos aspectos derivados de la consulta de esta documentación permite subrayar particularmente la tendencia de las mujeres libres a asegurarse la propiedad de sus propios ranchos (36)
Todavía encontramos casos de malos tratos a una liberta en 1831, a la que su
ama "no sólo la castiga sino que
la tiene hecha pedazos
(37)
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Sociedades de negros. El rol PROTAGÓNICO de las negras
A partir de 1821 se constituyeron en Buenos Aires Sociedades o Naciones Africanas (38 ), y que tuvieron singular relevancia durante la época de Rosas (1829-1852). Allí se agrupaban los africanos según sus lugares de origen llamadas naciones (Congo, Angola, Mina, Mozambique, Kimbunda, entre muchas otras) y uno de cuyos fines principales era ayudar a aquellos de la misma etnía a comprar su propia libertad; organizar fiestas, bailes y procesiones a las que solía asistir el gobernador Rosas y su hija Manuelita tal como ilustra un famoso cuadro de Boneo(39 )
Desde el punto de vista de la inclusión de género las Sociedades Africanas constituyeron una verdadera excepción en relación a las otras asociaciones contemporáneas no africanas. Las mujeres participaron en las Naciones Africanas aunque a diferencia de los varones no tenían derechos políticos plenos. No hay datos sobre cantidad de mujeres en la primeras décadas de existencia. A partir de 1840, las Sociedades perdieron momentáneamente muchos de sus hombres debido a que fueron reclutados para prestar servicios en la guerra civil. Esto permitió a las mujeres asumir el control, continuar reuniéndose, recaudar las cuotas, administrar los bienes y llegar a presidirlas. Esta situación se prolongó por más de una década. Cuando regresaron los hombres, tras la caída de Rosas en 1852, se reintegraron a las Sociedades e intentaron reinstalar los privilegios que tenían antes de la leva. Las mujeres no se resignaron a dejar la administración en manos de los hombres y se produjeron divisiones facciosas de acuerdo al género. En la presentación de veintiocho mujeres de la Sociedad Caravari al Jefe de Policía, en agosto de 1855, decían: .. .A este respecto la sociedad indicada no se compone sino de un ínfimo número de diez hombres que son votantes y estos mismos tienen que optar a la formación del consejo, mas todos estos individuos hasta lo presente no han rendido a dicha sociedad el menor ingreso, antes bien; sólo se han notado deterioros de todo género durante el largo periodo de su administración. Es probado señor jefe que todos los adelantos de que hoy goza la dicha sociedad son debidos únicamente al celo y esmero que han tenido para su conservación las socias que suscriben.
Las mujeres llegaron a hacer alianzas con hombres intrusos a la sociedad como en la sociedad Maraví según informaba el comisario de sección al Jefe de Policía: La madre Juana Sánchez se había encargado de reinstalar la sociedad plantándola ella de individuos que de distintas nacionalidades convinieren en la idea, trabajando desde entonces en la mejora de los ranchos que existen en el sitio de los antiguos maraves . Los maraves al regresar de la guerra y encontrar a su Nación gobernada por una mujer e invadida por individuos de otras naciones, habían recurrido a la policía pero según el comisario las mujeres eran las salvadoras de la Nación por lo que las ayudó a enfrentar la presión de lo hombres pese a que estatutariamente los derechos políticos eran un privilegio masculino.
Para la década de 1850 está el registro de cinco casos donde se explicita el número de hombres y mujeres. En la Nación Zongo había ocho hombres y veinte mujeres, en la Congo quince y veintiocho, en la Abaya, once y veinticinco, en la Monyola diecisiete y dieciocho, en Morenos Brasileños doce y siete respectivamente y en la Muñambani, diecisiete y diez, respectivamente. En el periodo que se inicia con la abolición de la esclavitud (1860) las asociaciones dejaron de ser mixtas, posiblemente, la exclusión femenina haya sido una forma de adaptarse a las formas asociativas blancas. Las afroporteñas crearon a partir de entonces sus propias asociaciones de índole festivo, organizaron sus comparsas en los Carnavales, distintas de las de los varones, con quienes compartían fiestas en paseos y salones, pero se reunían por separado para organizarse y ensayar. (40)
Esto fue criticado aún dentro de la comunidad que quería amoldarse a los cánones de la sociedad blanca y un escritor afroargentino en el periódico La Broma del 17 de agosto de 1879 decía :
Ahí están esas mujeres que por ser hijas del trabajo se creen en perfecto derecho a fundar comparsas carnavalescas, enmascararse e ir ante un público a aullar como lobos....el apego al hogar y a los quehaceres que hay en él deben ser para la mujer los dos polos de su existencia, la que sale de ellos vive en el desorden y se coloca en ridículo .
CONCLUSIONES
Las mujeres africanas llegaron, en principio, en menor cantidad que los varones pero a partir del último tercio del siglo XVIII los superaron en número y en precio en el mercado porteño, posiblemente, porque eran capaces de desempeñarse en una muy amplia gama de actividades en el ámbito doméstico o trabajando fuera y aportando sus jornales a la economía de sus amos. La tendencia a la baja masculinidad se acentuó en el siglo XIX, debido a la ausencia o muerte de los varones, que fueron utilizados como soldados en las guerras por la independencia y en las que se sucedieron hasta el último tercio del siglo. Esto permitió que las mujeres pasaran a ocupar un rol protagónico en las Sociedades Africanas que se resistieron a dejar cuando regresaron los varones. Es sorprendente y original que en 1855, hayan levantado el género como bandera al considerar que los hombres no habían sabido cuidar los bienes societarios, criticar directamente el criterio de legitimidad de su poder dentro de la sociedad y sostener que no bastaba con ser hombres para tener derecho a mandar, ya que, debían aportar trabajo y servicios, y finalmente, ¿por qué habrían de mandar si eran minoría?
También en la segunda mitad del siglo XIX crearon sociedades africanas femeninas específicamente dedicadas a actividades lúdicas. Esta sociabilidad festiva exclusivamente femenina fue única en la ciudad y podríamos decir que comparativamente con las blancas tuvieron indudablemente un mucho mayor espacio en su grupo étnico.
Si bien, no todas las esclavas podían recurrir a una Justicia cara y discriminatoria y sólo algunas lo hacían, es decir, que representaban a una mínima porción de la población negra esclava o libre, los expedientes judiciales nos acercan al objetivo de conocer sus intereses y movimientos cotidianos. Durante los primeros gobiernos patrios, se aprecia el aumento de solicitudes de libertad las que quedaron más de una vez sólo en promesas y estrategias de retención.
El cruce de distintas fuentes demográficas, judiciales y literarias ha permitido mostrar con más claridad la vida de estas mujeres. Se puede apreciar, a través de todo lo expuesto, el prejuicio racial existente en esa sociedad que les atribuía, según los cánones de la época, una hipersexualidad que se materializaba en supuestas indecencias y desverguenzas, que las condenaba de antemano, lo que permite, quizás, acercarnos a la respuesta de porqué han desaparecido del imaginario histórico-social.
Es notorio en los casos analizados la profundidad de los sentimientos de maternidad, éstos se manifiestan en forma permanente referidos a la tenencia y a la educación de sus hijos y a los sacrificios a que se someten para juntar el dinero necesario para comprarles la libertad.
El estudio de los grupos subalternos, especialmente en este caso donde coincide la condición de negras, mujeres y esclavas, permite tener una imagen más real del conjunto de esta sociedad, que por algo se denominaba a sí misma, de castas , y contribuye a dar voz a las que en su época no la tuvieron.
NOTAS
1.José Ingenieros, La locura en la Argentina, Buenos Aires, 1920
2.Lucio V. Mansilla, Rozas, Ensayo Histórico-Psicológico , Buenos Aires, 1933, Cap.II, p.39.
3.José Luis Moreno, La estructura social y demográfica de la ciudad de Buenos Aires en el año l778, Anuario , Instituto de Investigaciones Históricas,U.N.Litoral, Nº8, Rosario, 1965,
p.168.
4.Los motivos de esta disminución significativa del grupo negro masculino adulto se deberían, a partir de 1813, principalmente a la utilización de africanos en los ejércitos libertadores, V. Goldberg, La población negra y mulata de Buenos Aires, 1810-1840, Desarrollo Económico, v.l6 Nº61, Buenos Aires,1976 y Goldberg y Jany Algunos problemas referentes a la situación del esclavo en el Río de la Plata, IV Congreso Internacional de Historia de América , Academia Nacional de la Historia, Tomo VI, Buenos Aires, 1966.
5. Goldberg, La población....pp.86/87
6. Woodbine Parish, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata desde su descubrimiento y conquista por los españoles , Colección El Pasado Argentino, Buenos Aires, Hachette, 1958
7. Silvia C. Mallo, La libertad en el discurso de amos y esclavos , Revista de Historia de América , número 112 México, I.P.G.H.,1991
8. Los datos obtenidos en los expedientes judiciales no coinciden con esta afirmación de Enrique de Gandía : "La raza negra viciosa y haragana de por sí, incitada a reproducirse por los mismos negreros, pues la mujer encinta se vendía a mayor precio que la que no lo estaba, alcanzó prontamente una gran difusión",en Prólogo a Del orígen de los nombres y apellidos, Buenos Aires, La Facultad, 1930.
9. Marta B. Goldberg y Silvia C. Mallo, La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y subsistencia.1750-1850 .en Boletín de la Sección Asia y Africa , Facultad de Filosofía y Letras, No.2, 1994 y Dora Celton, Fecundidad de las esclavas en la Córdoba colonial, mimeo, 1989
10. Según el inventario de la estancia realizado en 1783, habia ocho esclavos varones y dos esclavas mujeres -esposas de dos de esos varones-; los nacimientos y los nacimientos seguidos de muerte se produjeron entre 1767 y 1777. Después de ese año no se registraron nuevos nacimientos y entre 1794 y 1807 se compraron doce esclavos (entre los que se contaba "una negrita") y entre 1791 y 1807 murieron tres. La nota es nuestra con datos extraídos de los cuadros IV y V de Tulio Halperín Donghi, Una estancia en la campaña de Buenos Aires,FONTEZUELA,1753-1809 en Enrique Florescano (coord.) Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina, México, Siglo XXI, 1973.
11.Abelardo Levaggi, La condición jurídica del esclavo en la época hispánica, Revista de Historia del Derecho I , Buenos Aires, 1973.
12.Tratada por nosotros en trabajos anteriores, Goldberg,Marta Negros de Buenos Aires , cap.Condición Jurídica, en Martínez Montiel, Luz María(coord) Presencia Africana en Sudamérica , IX México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1995.
13. ARCHIVO GENERAL DE LA NACION, República Argentina, en adelante, A.G.N., 9-36-8-4, expte.12
14.Eduardo Saguier, La naturaleza estipendiaria de la esclavitud urbana colonial.El caso de Buenos Aires en el siglo VIII, Revista Paraguaya de Sociología , año 26-Nº74, Enero-Abril de 1989.pp.45/55.
15. Ibidem, pp.49/51
16.Tomás Platero hace estas afirmaciones, y forja la muy larga historia, aún inédita, de sus ascendientes a partir de documentación que ha ubicado en distintos repositorios; Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires Manuel Hermua, su Concurso, 4ºcuerpo, folio 139 y folio 141 vta.; Manuel de Basabe contra Manuel Sáenz de Hermua sobre cobro de pesos, folio 17; Juan Esteban de Anchorena contra Concurso id.id., folios 24 y 35), Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, Libro de Españoles, Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, Libro de Gente de Servicio y Parroquia de Nuestra Señora de Monserrat.
17. A.G.N.Documentos de la Biblioteca Nacional , Reales Cédulas, Legajo 184, Nº1304 y Nº1316.
18. A.G.N. , 9-7-15.
19.El proceso se encuentra también en una historia manuscrita que guarda el monasterio: Apuntes concernientes a la Comunidad de Monjas Capuchinas del Monasterio de Nstra. Sra. del Pilar de Zaragoza de Buenos Ayres. Setiembre 27 de 1881. Según Cayetano Bruno el disenso comenzó por los años 1768 o 1769 ya que se conserva, en el A.G.I.Aud.Buenos Aires, 262, una relación de la madre Serafina fechada en Buenos Aires el 25 de febrero de 1784. Tambien en ese Archivo se conserva una carta del dean Andujar a S.M fechada en Buenos Aires el 11 de junio de 1778 donde dice que él mismo conoció a los padres, abuelos y bisabuelos de la monja y "me consta que no tuvieron tal raza de mulatos; sino que han sido tenidos por españoles limpios de otra mezcla que los indignase para cualquier honorífica pretensión....", Cayetano Bruno, Historia de la Iglesia en la Argentina, Ed. Bosco, Buenos Aires, 1970, Tomo VI pp.343/357
20. A.G.N. Documentos de la Biblioteca Nacional, leg.211, manuscrito 2.314.
21.A.G.N, P.N. Registro 5, 1764, f.175v y Registro 3, 1809, f.269
22.Alicia Fraschina, Los Conventos de Monjas en el Buenos Aires Colonial , Tesis de Licenciatura, Universidad de Luján,1996
23.Concolorcorvo, El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, 1773, Buenos Aires,1942, Biblioteca de la Junta de Historia y Numismática Americana, volumen IV, Buenos Aires, 1908.
24. Woodbine Parish, op. cit.
25.Judith Sweeney en Las lavanderas de Buenos Aires, Ponencia presentada en Primeras Jornadas sobre Mujer y Familia, realizadas por CEDES (Buenos Aires, 1988), analiza la perduración de las lavanderas africanas en el censo de 1855.
26.Ricardo Lafuente Machain, Buenos Aires en el siglo XVII, Buenos Aires, Ed. Emecé,1944, pp.158/61.
27.Esteban Echeverría, El matadero, Buenos Aires, EUDEBA, l960.
28.César García Belsunce y otros, Buenos Aires su gente, Buenos Aires, 1976, Tomo I
29. Eduardo Saguier,La naturaleza estipendiaria de la esclavitud urbana colonial. El caso de Buenos Aires en el siglo XVIII, Revista Paraguaya de Sociología, Año 26, Nº74, Enero-Abril,1989pp.45/46
30.M.Goldberg y S. Mallo, El trabajo de los negros en Buenos Aires, 1750-1850, Ponencia presentada en Foro del Programa "La Tercera Raiz,celebrado en octubre de 1992 en México, y Goldberg y Mallo, La población..., cit.
31. A.G.N. 9-23-8-6. Legajo 32 Expediente 1097. Agradecemos a Silvia Mallo el habernos autorizado a utilizar el material de archivo que da origen a los comentarios que siguen.
32.A G.N. 9-23-8-4 Leg.30 Expdte.1030-1814
33. A.G.N. 9-23-7-6. Leg.25 Expdte.824 1809; ARCHIVO HISTORICO DE LAPROVINCIA DE BUENOS AIRES, Real Audiencia, en adelante, A.H.P.B.A.R.A. 5-3-48-12- 1827
34. A.H.P.B.A.R.A. 5-4-57-7.1837
35. A.H.P.B.A.R.A. 5-4-51-6-1833y7-5-7-0.1794.
36. A.H.P.B.A.R.A. 5-l-ll-7, 1792 y 5-3-44-17-1811; A.G.N. 9-23-8-4,L30.E.l030 y 1040, 1813.1
37. A.G.N.,Policía, 9-31-9-5 , Según los testigos Da. Cipriana Barcala castigaba a la negrita Agustina (liberta) "con chicote o con una vara de medir y despues, la encerraba en un cuarto y la tenía tres o cuatro días sin comer", "la ataba a la escalera y hasta con fuego la quema"," que no sabe rezar, ni aún persignarse, fechado el 2 de diciembre de 1831.
38. A.G.N., l0-31-11-5- Policía - Sociedades Africanas .
39.Mónica Cejas y Mirta Pieroni, Un aporte al conocimiento del papel de la mujer en el ámbito de las naciones afroargentinas de Buenos Aires, mimeo presentado en I Jornadas de Historia de las Mujeres, Luján, 1991, publicado en América Negra Nº8, Bogotá, diciembre de 1994
40. A.G.N. l0-31-11-5-Policía -Sociedades Africanas y Oscar Chamosa, Asociaciones Africanas de Buenos Aires, Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de Luján, 1995
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