II Encuentro Nacional "La Universidad como Objeto de Investigación"

Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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"Desigual actitud de los investigadores frente a las políticas 'modernizadoras'. Las deformaciones del mercado académico"1

Claudia Yarza

* Contexto:

Pragmatización en la producción de conocimiento En los últimos años se han producido en el país minuciosos y sistemáticos cambios en las reglas del juego de la producción científica y académica, provocados por una nueva generación de políticas institucionales que dependen del estado nacional, y que inducen también modificaciones en la lógica de la producción intelectual.

Tal paquete de medidas ha consistido además en un redimensionamiento del sistema de organismos y actividades CyT; sin embargo, como varios especialistas han señalado, dicho proceso se enmarca en una lógica de la transferencia inmediata y la rentabilidad, una lógica de costo-beneficio, que induce crecientes tensiones entre investigación básica, investigación aplicada y desarrollo tecnológico, porque de hecho tiende a priorizar determinadas formas de producción por encima del mantenimiento y alimentación de una masa crítica de científicos que apunten al crecimiento y al desarrollo.

Al mismo tiempo, esta pragmatización opera mediante la construcción permanente de indicadores de esa relación instrumental, por lo que el tipo de lógica del sistema adquiere cada vez con mayor claridad un carácter de racionalización burocrática que inviste al cabo las actividades de producción de conocimientos: tiempos, líneas prioritarias de investigación, metodologías, criterios de evaluación y calidad, modalidades y vías de transferencia y difusión, tienden a imponerse según diseños realizados por los administradores de la ciencia y dejan de depender de una construcción epistemológica ceñida al objeto de investigación, a la tradición disciplinar o al campo de aplicación.

Ahora bien, semejante mutación en las instituciones es también fruto de un creciente desplazamiento de la capacidad de decisión en formas más técnicas de resolución de los conflictos (en desmedro del reconocimiento de su dimensión práctica-política)2, por lo que el tipo de racionalización escamotea paradójicamente -al interior de la propia modernización- los valores típicamente "modernos".

Así, ese tipo de políticas finalmente son funcionales al ajuste más ineficiente aunque sistemático, a pesar de que se lo realice bajo el amparo de una retórica de la calidad y la racionalización. Por ello, la descentralización, el aumento de la democracia gestional, la transferencia, la privatización, acaban siendo nada más que la excusa para imponer nuevos mecanismos de reducción del gasto.

Dentro de este perfil de medidas y estrategias, la porción de políticas públicas impulsadas en el país en los últimos años en el sector CyT, se sostiene en una construcción conceptual que sin dudas es mucho más sofisticada que una defensa cerrada o primaria del catecismo neoconservador; en ese sentido, disentimos con quienes totalizan su diagnóstico sin rescatar parte de los contenidos que expresan -al menos- una reivindicación del sector, y por ello revierten en una retórica al cabo también retrógrada.

No podemos entrar aquí a considerar la totalidad de elementos para un diagnóstico de las condiciones de producción de conocimientos en el complejo académico y científico argentino; no obstante, dejamos claramente expresado que nuestra perspectiva remite a la puesta en relación tanto de los indicadores que aluden a una creciente pragmatización de las condiciones de producción del conocimiento, como de la distorsión que imprime la recepción -por parte de la comunidad científica y académica- a esas herramientas "modernizadoras" de la actividad en el Complejo CyT nacional. Precisamente este último aspecto es el que ponemos hoy a consideración en esta jornada3.

* Grado de participación de los investigadores: Universidad vs. CONICET

Para ponderar aspectos de esta "recepción", hemos tomado una comparación que, aunque ociosa, sigue siendo heurísticamente fértil: la compulsa entre los "investigadores de carrera" -personal dedicado exclusivamente a la investigación científica o tecnológica- y los de las universidades nacionales, que comparten la mayoría de las veces su actividad con la docencia universitaria o con tareas de extensión.

En tal sentido, y siendo el CONICET el organismo de investigación CyT por excelencia, la comparación normal y corriente es entre Universidad y CONICET. En efecto, los investigadores de este último ente suelen cargar con un grado de "representatividad" de las actividades de investigación que los otros organismos no tienen; por la especificidad del tipo de tareas que realizan, por la disposición institucional para ello, etc., aparecen a la evidencia como "los" científicos del país (además, representan en números más del 62% del personal de los organismos de CyT).

Nos interesa entonces cotejar el personal de CONICET y el de las Universidades, ya que ambos grupos presentan una muy diferencial recepción y/o adaptación a las políticas modernizadoras impulsadas sobre sus actividades.

Una primera constatación es que la comunidad universitaria posee un mayor grado de sindicalización, y organizaciones gremiales legítimamente aceptadas por todos los integrantes de la misma, cosa que no sucede en el Consejo: a partir del año 1984 hubo en éste varios intentos de sindicalización con suerte desigual4, que culminan en un presente en el que el porcentaje de agentes nucleados gremialmente es bajo, y en que las organizaciones gremiales no son reconocidas unánimemente ni por las autoridades del sector ni por los propios científicos.

Ya esta situación es una primera muestra del tipo de "conciencia" colectiva que presentan los investigadores científicos y tecnológicos, sobre todo en organismos como el CONICET, en el que la tradición corporativista y elitista -desde su creación- ha sido muy fuerte y tiende siempre a prevalecer5.

Por otra parte, si hubo un momento de mayor movilización y participación gremial del personal del organismo, ello estuvo estrictamente relacionado con el reclamo salarial, y acabó desdibujándose luego de la gestión del Dr. Matera, con el fuerte aumento de sueldos y compensación salarial de los empleados del organismo. Y esto es tan así, que hasta el presente no es fácil escuchar una crítica o cuestionamiento a ese administrador del CONICET: ha quedado grabado en la conciencia de todos y cada uno como el "buen patrón" que les aumentó el sueldo, a pesar de la existencia de persecuciones, administración fraudulenta, manejo de las Comisiones Asesoras, etc., hechos que llegaron todos a ser de público conocimiento.

Un momento en la comparación del tipo de asunción de las medidas impulsadas por el PEN en el marco de la modernización/racionalización del sector puede ser el análisis de la actitud de la comunidad científica universitaria -o al menos una parte importante de ella-, cuando el lanzamiento del Programa de Incentivos (que compararemos con el inicio de la última Intervención del CONICET) .

En esa oportunidad, e incluso hasta la actualidad en algunos casos6, tanto las organizaciones gremiales como buena parte de los docentes, se abroquelaron en una actitud defensiva contra la medida, a la que consideraban como una forma de diferenciación salarial absolutamente fuera de lugar. Lo intrínsecamente débil de esa actitud era que, por una parte, si existía una diferenciación salarial ello se realizaba en base a diferenciales méritos y por ello significaban una forma de reconocimiento a la actividad. Por otra parte, también es señalable que tales admoniciones contra la novedad del Programa acaben siempre retrotrayendo el discurso a una defensa del statu quo inadmisible, como si realmente la universidad estuviese en óptimas condiciones y no hubiese nada que modificar ni modernizar.

Sin embargo, a pesar de esta actitud tan corporativa como retardataria, la inscripción en el Programa y el esfuerzo de los docentes por figurar entre los que se acreditaban el mérito, hizo que el segundo año (1995) de existencia del incentivo el número de investigadores aumentara considerablemente y que siguiese aumentando hasta la fecha.

Desde entonces, ha sido la defensa corporativa del "derecho" a cobrar los Incentivos por parte de cualquier docente universitario7 la jugada prevaleciente, aún cuando su participación en las tareas de investigación fuese mínima o nula.

En contraste con semejantes actitudes defensivas, los destinatarios de esta modernización en organismos como el CONICET -aun conociendo la gestión de Del Bello en la SPU-, fueron asimilando acríticamente todos los productos discursivos que la Intervención emitía... Como anécdota ejemplar transcribimos el relato por uno de los asistentes a la presentación del interventor ante una asamblea de investigadores en el CRICYT de Mendoza, probablemente en junio de 1996:

Esta actitud no ha variado en absoluto hasta la fecha: los intereses se centran en lo particular y no hacen pie en proyectualidad o generalidad alguna. Tampoco hay una visión acerca del nuevo cuadro de situación que las medidas impulsadas sobre el sector han generado; incluso la desconfianza o sospecha sobre el tipo de cumplimiento de determinadas promesas, tiene más relación con una desconfianza estructural, generalizada, que vive la ciudadanía argentina en relación con la política y los políticos, que con la gestión de medidas del sistema CyT.

De ahí que, salvo la injerencia de algunos sectores relativamente autónomos y entrenados en la participación corporativa (por ejemplo las Academias Nacionales de Ciencias), los investigadores del organismo se mantendrán en una recepción pasiva de las medidas modernizadoras.

Este tipo de recepción es además menos distorsiva con respecto a las políticas impulsadas, en relación con los efectos que induce -en cambio- una adaptación algo más "negociada" o conflictiva como la de los investigadores universitarios. En efecto, de la batería de instrumentos impulsados por la reciente gestión de Del Bello en la SECyT y el CONICET, la mayoría de ellas se han pensado, planificado y llevado a cabo sin prácticamente tener que realizar ajustes o negociar diferencias. En tal sentido, no hay que despreciar las formas de consulta de opinión que realizó en los primeros meses de gestión, de modo que pudo cooptar (y distorsionar) parte importante de las críticas que se ejercían al organismo. Pero además, muy poco de lo que dejó sentado la Intervención ha sido modificado por el actual Directorio, a pesar de su heterogénea composición8.

En contraste, la comunidad de investigadores universitarios sigue siendo más conflictiva (aunque por momentos quede a la "derecha" de los funcionarios oficiales, como de hecho ocurre con cierto tipo de defensa corporativa). No en vano es una comunidad atravesada por otros actores, entre ellos los más activos y progresistas por principio: los estudiantes universitarios, que en los últimos años han hecho de la resistencia a las políticas del Banco Mundial en las casas de altos estudios el caballito de batalla de toda su estrategia política.

Precisamente estos últimos empujan a menudo al resto de la comunidad educativa a la toma de posiciones en torno a temas que no se habían instalado aún; tal es el caso del FOMEC, que no estaba agendado entre las medidas "a las que nos oponíamos", y a partir de la prédica de un sector del estudiantado, finalmente ingresó en los temas de debate por el profesorado.

Los científicos del CONICET, en cambio, no poseen esta posibilidad de careo permanente con una "clientela" que represente en alguna medida los intereses de la ciudadanía tanto como los de la cultura nacional y los distintos estratos sociales, etc. Están más aislados y también más "tranquilos", dando así contenido a la famosa "torre de cristal", y renovando el sueño positivista de la patria de los "científicos": ciudadanos cosmopolitas de un mundo sin fronteras, sin política, sin compromisos... Ello no obsta a que existan -y existen- investigadores muy comprometidos con el medio para el que trabajan; sin embargo, queremos referirnos a que estructuralmente su separación del resto de la comunidad, y especialmente de la universitaria, configura un cuadro de situación que permite y autoriza funcionamientos elitistas.

Dentro de esa tónica fue que la última dictadura militar impulsó la "emigración" de los laboratorios del área universitaria hacia Institutos y Unidades Ejecutoras separados, sentando las bases para la acentuación de estos rasgos que la comunidad académica no deja de presentar9 a través de la impresionante proliferación de Centros Regionales.

De modo que el fuerte elemento de particularismo de una comunidad chica, débil y cerrada, configurada por reacciones absolutamente personales, sin capacidad de articulación colectiva, pública, ni en función de intereses generalizables al resto de la comunidad, contrasta también con el por momentos retardatario pero eficaz mecanismo defensivo que adopta la comunidad universitaria frente a los embates sobre su autonomía...

Sin embargo, si hay algo que caracteriza a esta "hornada" de modernizaciones desde arriba que se ciernen sobre el complejo CyT argentino es que el monopolio de la iniciativa está en manos de estos "gestores" y especialistas en "reingeniería" institucional. En ambos casos, tanto en el CONICET como entre los investigadores universitarios, el "lanzamiento de dados" (las jugadas que imponen los temas de fondo y también de coyuntura) es unidireccional, como si la sociedad argentina, en realidad, no estuviese preparada para enfrentar con responsabilidad o creatividad la necesidad de cambio de las instituciones educativas, y pudiese tan solo "responder" a los golpes de dados que el Gobierno va dejando en su camino.

Así, la estrategia de identificación de problemas y distribución de culpas -cuidándose muy bien de alivianar las del gobierno en lo posible- es parte de este mecanismo de no dejar nada librado a la iniciativa de los actores, de manera de poder luego inculpar de inmovilismo al sector, tanto como de falta de responsabilidad, compromiso cívico y buena voluntad.

No se trata de que la nueva generación de medidas oficiales en el sector educativo y científico-tecnológico hubiese hecho retroceder el propio servicio educativo; por el contrario, reconocemos que ha instalado en la agenda social la discusión acerca de necesidad, efectividad, rendimiento, calidad o equidad... (aunque algunos temas sean también soslayados o explícitamente desplazados de un posible perfil crítico). Pero tampoco deseamos que esto se interprete a la inversa, como si pretendiéramos que "precisamente a partir de que ellos sancionaron la Ley Federal, hoy podemos los docentes discutir sobre equidad, eficiencia, o calidad del servicio educativo..." Nos interesa en todo caso conceder que esta gestión de equipos técnicos del Ministerio de Educación no es estrictamente lo mismo que las anteriores, no equivalen todas entre sí, no son una mera aplicación de la receta neoliberal o neoconservadora10, como si no pudiésemos rescatar lo que precisamente de más progresista y más crítico han tenido una porción de los instrumentos de política pública aplicados al área.

Nos ha parecido importante contribuir al estudio de la comunidad académica y científica nacional al señalar esta diferencia entre dos poblaciones tan cercanas y tan distantes: por ejemplo, otro momento que ilustra esta "resistencia pasiva" o ineficiente de los investigadores del CONICET fue a propósito del bajísimo cupo para ingresos a Carrera del Investigador. Este hecho, que en la Universidad hubiese provocado un revuelo de magnitudes mucho mayores, por lo "sangriento" de sacrificar una generación de jóvenes formados en el organismo y por el organismo, fue en cambio vivido dentro de las características de bajo encuadre institucional e impotencia referidas hasta aquí. Incluso algo de esa actitud "culpógena" se expresa en el hecho de no poder exigir respuesta a las autoridades: culpa introyectada a través de un discurso que los hacía ver que su reclamo seguía siendo corporativo frente a las necesidades del sector CyT, más amplias y generales. Pero además, también se perfila la existencia de una culpa que sería ya "ideológica": el respeto a los dictámenes y orden de mérito que establecían las comisiones asesoras, aun cuando lo hiciesen en un marco de múltiples sospechas de arbitrariedad, endogamia, etc.

De modo que finalmente, ya con respecto a la pragmatización, la política del PEN pudo imponer -mucho más graciosamente en el CONICET que en la Universidad- la necesidad de establecer filtros de "pertinencia social" en las instancias de evaluación o acreditación dentro del sistema, a pesar de que en este punto la comunidad académico-científica sí es mucho más unánime (remitimos aquí a las nuevas condiciones de presentación de proyectos, la introducción de la evaluación de la pertinencia además de la de la excelencia, etc., instancias procuradas con la creación del GACTEC, la Agencia, el FONCYT, etc.). Cuando los investigadores del CONICET se oponen a esta pragmatización, lo hacen bajo un pathos que induce a una posición que sencillamente acaba siendo altamente elitista o "conservadora" (y por eso refuerza el legado de Houssay...)

Con este marco de fondo, contrasta decididamente la posición de los investigadores de la Universidad: a pesar de la respuesta corporativa dada a las diversas instancias de, por ejemplo, el Programa de Incentivos, la universidad sigue siendo menos pragmática (hay una mucho menor posibilidad de establecer estos mecanismos pragmatizadores que empujan la producción de conocimientos hacia los intereses extra-académicos), y por otra parte también resiste los amagues de disciplinamiento y control (aunque no con suficiente éxito). En tal sentido, las idas y venidas en torno al reglamento de Incentivos es una muestra de que es un sector éste no funcional, no tan fácil de amedrentar.

En este sentido, queda claro que las pretensiones de gestión del Programa refuerzan la constitución -y refuerzan sus deformaciones- de un mercado académico que opera como mecanismo de control y disciplinamiento social de la comunidad científica y universitaria. Ello se corrobora, por ejemplo, en la serie de contradicciones que presenta el Programa de Incentivos desde el principio: así, la obligatoriedad del dictado de mayores compromisos docentes para participar de los Incentivos, contradice los "supuestos" objetivos de estimular las actividades de generación de conocimiento científico y tecnológico en la universidad. Además, se subraya una racionalidad eficientista y de control burocrático que debería ser claramente ajena a la búsqueda de la excelencia, sobre todo en el marco de una pretendida jerarquización y mejoramiento de la calidad del sistema universitario.

Precisamente este tipo de tensiones dan la pauta para que los agentes en conjunto sospechen que estas medidas de gestión no son otra cosa que mayor disciplinamiento y control, y a la postre un sobresueldo encubierto para solventar mayor carga laboral. Por último, también es sospechoso que al par que se festeja el crecimiento de la investigación en la universidad como un logro medido en el número de docentes-investigadores inscriptos, o en el número de proyectos en ejecución, no se asigna el presupuesto en proporción a ese crecimiento; por el contrario, lo que ha sucedido es que proyectos similares han visto reducido el monto subsidiado por el Programa de año en año, debido al incremento de proyectos entre los que se distribuyen los recursos. Un indicador de lo mismo aparenta ser, para los agentes universitarios, el hecho de que no haya lugar para inscripciones nuevas en el Programa, lo que no sólo soslayaría el crecimiento importante de las investigaciones debidas al él, sino que tampoco acompañaría siquiera al crecimiento demográfico normal en las universidades nacionales.

Lo notable es que todos estos elementos no han logrado su status de invisibilidad -como son los mecanismos de control en el CONICET-; por el contrario, interesa señalar que forman parte de una especie de instrumental puesto a disposición de instancias en permanente compulsa y negociación.

De ahí que sugerimos que probablemente existan motivos estructurales para esta desigual disposición combativa: aún cuando acordamos relativa importancia a una herencia institucional y un legado tradicional sobre los habitus del común de los investigadores científicos del país, es probable que la situación actual del "mercado académico" influya fuertemente sobre la comunidad de investigadores.

Por una parte, el crecimiento constante de la matrícula de estudiantes universitarios da un piso a los docentes- investigadores para afianzar posiciones en torno a un sistema en el que saben pueden presionar haciendo uso de una "clientela" suficientemente sensible y lo bastante extendida socialmente como para tener impacto en la opinión pública. En cambio, la drástica reducción de los espacios clásicos de investigación científica, su corrimiento con respecto al sistema productivo y su cada vez mayor rigidez, vuelven a la comunidad científica más medrosa y proclive a adaptarse a los vaivenes de la política institucional ante la posibilidad de caer fuera de los márgenes del sistema.

Por ello, el hecho de que los científicos no-universitarios sean más débiles "de conciencia" y que traguen con facilidad el anzuelo con que los gestores y administradores los "ajustan", no obsta para reconocer que son también más débiles estructuralmente, en cuanto a las posibilidades materiales de desempeño de su actividad, dado el panorama (en cuanto al [no]proyecto de desarrollo productivo) que presenta hoy nuestro país.

Este problema de la constitución de un mercado tan distorsionado implica mecanismos de supervivencia cada vez más salvajes, y en el camino también se dilapidan los habitus productivos: los de la lucha y el compromiso por el cambio, que también tienen su tradición en nuestro país. Al acabarse ese tipo de tradiciones, los sectores que hemos investigado aparecen como más alienados: los académicos son forzados a "proletarizarse" cada vez más: no sólo porque asumen actitudes más pasivas y más sumisas, sino porque aunque desarrollen conductas elitistas, lo mismo resultan funcionalmente sumisos a esta falta de consenso y democracia en la toma de decisiones sobre el sector...

Como conclusión, deseamos señalar que dos son los procesos que nos parecen más preocupantes: por un lado, la creciente tendencia al disciplinamiento que se impone sobre investigadores y docentes universitarios, y por el otro, la falta de proyecciones de mediano y largo plazo "contantes y sonantes", esto es, la falta de una política real de crecimiento para el sector (o peor, la "presencia" de una política virtual de vaciamiento del sector).

En este sentido, una percepción recogida a lo largo de entrevistas y contactos con los agentes del complejo CyT, se vincula con la clara conciencia de que ya el sistema no proporciona oportunidades para las generaciones intermedias y para los más jóvenes. Así, a una estructura (preexistente, arrastrada por inercia) de privilegio y endogamia se le enfrenta y opone... una estructura de vaciamiento. Tal diagnóstico o perspectiva no parece condecir, en efecto, con la pintura de planificación y concertación que por momentos se espera de estas medidas modernizadoras; con el agravante de que no sólo se pervierten los parámetros críticos que podrían potenciarse con la racionalización, sino que se deslegitiman socialmente estas actividades, ingresando en el cono de sombra de los gastos y la lógica del beneficio directo.

Nos queda como tarea sondear, ya en un plano menos estructural y más empírico, la presencia de vicios institucionales generados por sucesivas etapas de deterioro salarial y distorsión laboral (por ejemplo el "multiempleo" y el empobrecimiento de años recientes en la docencia universitaria y en la investigación), que han ganado autonomía y resisten las nuevas condiciones laborales sin poder articularse en una problematización de las deformaciones del ejercicio profesional...

Finalmente, cabe señalar que haber investigado los estilos de apropiación, recepción y adecuación a estas medidas por parte de la comunidad de investigadores y técnicos, permitió establecer interesantes diferenciaciones que al cabo mejoran nuestra comprensión también respecto de la lógica de la producción científica, ya que se introducen elementos como la sindicalización, el contacto con la ciudadanía o el estudiantado, la historia política, el aislamiento, los estilos de democracia, etc., que tanto influyen sobre los modos de articulación de los saberes con el entramado de las prácticas sociales.

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NOTAS

1 La presente comunicación corresponde a un aspecto de la pesquisa desarrollada con una Beca de Investigación de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Cuyo, bajo la dirección del Dr. Roberto Follari, entre 1996 y 1997, titulada: "Las políticas de ciencia y tecnología en la época de la pragmatización generalizada y su recepción por los investigadores".

2 Aspecto que hemos desarrollado en "Técnica y pospolítica en la posmodernidad" (mimeo), Informe de investigación en el marco del proyecto "Posmodernidad, crisis y recomposición política", dirigido por el Dr. R. Follari, CIUNC, 1995-1996.

3 Aludimos a una consideración de las instancias que caracterizan estas prácticas tanto en términos de capitalismo, globalización, posmodernidad cultural, como teniendo en cuenta procesos como la modernización socioeconómica argentina, la institucionalización histórica de las actividades CyT en el país, y las políticas públicas para el sector CyT.

4 Una experiencia con alto grado de democratización se inició en 1983, con la intención de constituir un gremio "que no se relacionara con las burocracias sindicales tradicionales", sentimiento muy caro a la ciudadanía en esas circunstancias políticas. Se constituyeron asociaciones en casi todos los centros regionales del país, que culminaron agrupándose en la FENACYTE (Federación Nacional de Ciencia y Tecnología). La experiencia se frustró luego de varios años de esperar la personería gremial por parte del Ministerio del Interior, por lo que los gremios nacionales ATE y UPCN cooptaron aquella dirigencia y disolvieron los intentos separatistas. También existieron intenciones, por parte de algunos investigadores más reaccionarios, de constituir un gremio de científicos aparte de los nucleamientos del personal técnico y los becarios, intenciones que desde luego no tuvieron ningún eco.

5 No estamos abriendo juicio acerca del tipo de gremios en los que se nuclea actualmente la porción de personal sindicalizado. Incluso esa tendencia corporativa ha sido un freno a la acción gremial, como se deja ver en el porcentaje mínimo de investigadores sindicalizados en relación con el personal técnico.

6 Como es posible ver en el libro de PAVIGLIANITI Norma, NOSIGLIA María Catalina y MARQUINA Mónica, Recomposición neoconservadora. Lugar afectado: la universidad. Buenos Aires, Miño y Dávila - IICE/UBA, 1996: "El PEN establece la descentralización salarial docente... Junto con esta medida, establece un programa de incentivos al trabajo productivo de docentes-investigadores, con el fin de diferenciar salarialmente a los docentes en base a sus méritos... Este programa pareciera traer como consecuencias a mediano plazo la profundización de la competencia individual entre los profesores que sin dudas desalienta el trabajo cooperativo e interdisciplinario" (p. 110)

7 Incluso en nuestra Universidad de Cuyo se dio una situación paradigmática: la categorización realizada en primera instancia por la Universidad fue revisada luego de un año por las autoridades del Ministerio, lo que motivó que algunos investigadores tuviesen que "bajar" de posiciones alcanzadas anteriormente; ante esta situación, el gremio universitario llamó a una defensa de "los derechos adquiridos"...

8 Entre sus miembros hay ex funcionarios de los últimos gobiernos democráticos -funcionales al tipo de gestión modernizadora-, junto con representantes más conservadores o incluso "reaccionarios" que conquistaron posiciones durante la dictadura militar, junto con personajes que tuvieron que exiliarse en ese período, etc.

9 Sobre la historia reciente de las instituciones CyT argentinas remitimos a OTEIZA, Enrique y otros. La política de investigación científica y tecnológica argentina. Historia y perspectivas. Buenos Aires, CEAL, 1992.

10 Posición a la que es adscripto todo el movimiento que acabó con la sanción de la Ley de Educación Superior para las autoras de Recomposición neoconservadora.... No opinamos que el razonamiento sea "falso", pero sí que existen matices que no deben ser obviados para una mejor comprensión de la situación del sector y las posibilidades reales de transformación.

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