II Encuentro Nacional "La Universidad como Objeto de Investigación"

Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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Estudiantes, protestas y reformas en la Facultad de Ciencias Médicas de la U.B.A.

Por Mariano Bargero

Este trabajo es un avance de investigación del proyecto "La organización social de la investigación científica: formación y desarrollo de la tradición científica argentina en el campo biomédico", dirigido por el Dr. Carlos Prego.1 En el marco de dicho proyecto, esta línea de investigación se propone indagar qué incidencia pudo haber tenido -a fines del siglo XIX y comienzos del presente- la presión de ciertas organizaciones estudiantiles -por mejoras en la calidad de la enseñanza y democratizar el gobierno de la Facultad de Medicina- en favorecer el surgimiento de condiciones sociales que posibilitaron el inicio de la investigación científica en el campo biomédico en Argentina.

Específicamente este trabajo explora sobre algunas dimensiones de las protestas estudiantiles en la Facultad de Medicina, indagando acerca del significado posible de las mismas en el contexto del proyecto general de investigación, e intentando avanzar en la comprensión del movimiento estudiantil de fines del siglo pasado y principios del actual. En un sentido, como parte de un proceso rastreable (por lo menos) desde la década de 1870, situado en relación a un Estado oligárquico y a una Facultad de Medicina con autoridades muy resistentes a los cambios. Por otro lado, se trata de investigar si los reclamos por mejoras en la enseñanza estimularon algún tipo de práctica docente que se acercara a la observación y experimentación en laboratorios. Tercero, se busca considerar los conflictos que emergen durante 1905 y 1906 como antecedentes de la revuelta estudiantil y la Reforma de 1918, que en la Facultad de Medicina de la UBA convergen con la creación del Instituto de Fisiología, sede del programa de investigación dirigido por Houssay. Por último, estos análisis previos se colocan sobre el trasfondo de cómo las transformaciones de la docencia pueden correlacionarse con cambios en la Facultad que fuerzan orientaciones no sólo profesionalistas, sino también hacia la investigación científica en la formación del médico.

Los últimos meses del año 1871 bien puede ser el momento donde comenzar la descripción de este proceso. Entonces fue cuando un alumno de la Facultad de Derecho, reprobado en un examen, se suicidó. Este hecho fue el principio de una crisis, de un tipo que luego se repetirían en la vida de la Universidad de Buenos Aires, "en las cuales, a partir de incidentes primero limitados, es la entera organización universitaria (...) sometida a revisión no siempre indulgente".2

Si en la década anterior la aparición de algunas notas anónimas, atribuídas a estudiantes de medicina, que expresaban cierto malestar para con la élite que gobernaba la Facultad, habían sido acalladas rápidamente ante la amenaza de expulsión, en 1872, las protestas de los alumnos, no serían fáciles de disciplinar. Exigían reformas en los planes de estudio, en los reglamentos internos, y en los sistemas de exámenes.3

Al año de estos acontecimientos en la Facultad de Derecho, el diario La Prensa publicó una serie de notas sobre el estado de la Universidad, algunas de ellas escritas por el estudiante de primer año de medicina, José María Ramos Mejía. Estas eran muy críticas hacia el nivel de enseñanza de la Facultad y llegaba a decir que no correspondía al grado de cultura alcanzado por la sociedad a la que pertenecía.4 Ahora bien, cuando en febrero de 1873 Ramos Mejía intentó inscribirse para seguir cursando como alumno de la Facultad, su solicitud le fue denegada. Sin embargo, siguió escribiendo en La Prensa, logrando posteriormente que se unieran en las críticas el resto de los diarios porteños. Mientras tanto, la agitación en el seno de la Facultad fue muy intensa hasta mediados de 1873.5

Fue así como el decreto de la reforma universitaria de 1874 y la reincorporación de la Facultad de Medicina a la Universidad -que desde 1852 había permanecido separada de la misma- implicó una revisión del régimen de enseñanza y plan de estudios, y la implantación de un sistema de gobierno que prefiguraba la autonomía universitaria e intentaba poner recaudos que evitaran solidaridades corporativas.6

Otro de los corolarios de estos acontecimientos fue la fundación del Círculo Médico Argentino (en adelante CMA) el 30 de junio de 1875. Nació con el nombre de Biblioteca Popular Médica y al poco tiempo adopta el de CMA. Era una asociación de alumnos de medicina que en sus inicios congregaba a la mitad de los mismos. La Comisión Directiva -designada en una asamblea de ciento veinticinco estudiantes- se dedica a organizar la entidad y se ocupa de la organización de su biblioteca. Además, crean una revista de la asociación que hace su aparición en agosto de 1877, los Anales del Círculo Médico Argentino. El primer presidente del CMA fue José María Ramos Mejía (siendo ya "doctor" sería también el primer director de los Anales).7 Ramos Mejía, en la memoria anual leída a la Asamblea General del CMA del 23 de junio de 1876, se refería a la Asociación como participando de una gran obra, que era la reconstrucción de la ciencia médica argentina.8 También criticaba el comportamiento de la corporación médica y cuestionaba la Facultad en la eficacia de su rol. Decía que pasado un momento floreciente de la medicina nacional, "sobrevino un largo paréntesis, otra época, caracterizada por un silencio desesperante, por la desaparición de la iniciativa científica, por la indiferencia y el marasmo (...), que se prolonga todavía y que amenaza hundir a los médicos actuales, petrificados en el momento de salir de la Facultad".9

En sus comienzos los Anales del CMA mostraron un perfil crítico hacia las autoridades de la Facultad de Medicina, por la baja calidad de la enseñanza: exigían que se implementara la "libertad de cátedra" y que se dejaran de enseñar las materias exclusivamente con textos, para aprender a partir de la observación y experimentación propias. Así lo expresaban en una nota de los Anales, en mayo de 1879:

"Más de una vez las personas que (...) se preocupan de la enseñanza y sobre todo de la enseñanza superior, se habrán preguntado cual es la causa del estrago de nuestros cuerpos docentes, cuya única misión hasta el presente, salvo raras excepciones, se ha reducido a la pobrísima tarea de repetir servilmente lo que encuentran los estudiantes en la mayor parte de los libros franceses... Es verdaderamente lamentable (...) que tan sólo los extranjeros sean capaces de llamar la atención por la importancia de sus trabajos científicos en medicina cuando la Facultad (...) no ha producido hasta hoy una sóla página honrosa con que justifique la creación de esa Academia llamada de Ciencias Médicas, que la forman hombres de indisputables mérito.

La causa verdadera, única (...) de tan vergonzosa situación, está en la falta absoluta de libertad para enseñar y para aprender. (...)

A los estudiantes no se les alienta ni con la palabra ni con la acción para que emprendan trabajos de verdadero interés científico, se los libra solos, sin estímulo de ningún género, a sus propias fuerzas, sin otros conocimientos que los muy elementales, sin nociones sobre el método de llegar a saber y sin saber cómo harán para aprender.

Y cuando decimos aprender, no nos referimos a los conocimientos que se adquieren en los libros, hablamos de los conocimientos que se adquieren por la observación, por la experimentación propias".10

La cuestión de la enseñanza libre parecía ser un tema de viva preocupación entre los miembros del CMA, puesto que ha falta de una implementación decidida por parte de la Academia de la Facultad, ellos mismos se proponen crear una "Escuela de Profesores Libres". En los Anales dan constancia de su urgencia de la siguiente manera:

"Era una necesidad que hacía tiempo se venía reclamando por nuestra juventud estudiosa, dada la pobreza de elementos con que cuenta nuestra Facultad para la enseñanza de la Medicina, y la poca dedicación de parte de algunos de los profesores de ella.

En esta Escuela tomarán parte todas las notabilidades médicas que figuran entre nosotros, y que no forman parte de la actual Facultad de Ciencias Médicas, por ese espíritu de exclusivismo que predomina en la mayoría de los miembros que la componen".11

El primer gesto por parte de la Academia, en el sentido de avanzar hacia la práctica de la enseñanza libre en la Facultad de Ciencias Médicas, fue lo resuelto en el capítulo que trata sobre "los sustitutos" (profesores suplentes) del reglamento puesto en vigencia en febrero 1879.12 Esto fue tomado con cierto beneplácito por los miembros del CMA, que lo consideraban un progreso, aunque en una nota señalaran que mejoraría el citado capítulo, si a esos puestos se accediera por concurso.13

El Dr. Roberto Wernicke, asiduo colaborador de los Anales, escribía en enero de 1880 que si bien uno de los artículos del capítulo sobre los sustitutos mencionaba que los mismos estaban obligados a dar cuando menos una conferencia al año sobre puntos a su elección, en la realidad esto nunca se cumplía. Y con un dejo de ironía resaltaba: "la repuesta que debemos esperar de la Facultad, es: nos olvidamos del artículo 113, una respuesta poco satisfactoria, por cierto, pero es la única que, a nuestro modo de ver, nos pueden dar los hombres encargados de velar por el movimiento científico ( ! ) en el terreno de la medicina..." 14 En cuanto a la ausencia de concursos para el nombramiento de profesores, también fue motivo de quejas por parte de quienes integraban el CMA.15

El CMA poco a poco crece en importancia, sus miembros van dejando de ser estudiantes y se van convirtiendo en médicos, y la institución amplía sus servicios y sus recursos16. A mediados de 1900, un grupo de alumnos convoca una asamblea estudiantil, convencidos de la necesidad de fundar una nueva agrupación de estudiantes de medicina.

Puesto que el CMA -si bien había sido fundado por alumnos- ya no estaba formado más que por médicos, había que crear una nueva asociación para los estudiantes con fines de ayuda mutua y defensa gremial. De ahí es que nace, en setiembre de 1900, el Centro de Estudiantes de Medicina (en adelante CEM).17

En la primer década de este siglo, nuevamente movilizaciones y protestas estudiantiles en la Facultad de Derecho de la UBA, preludiaron conflictos en la Facultad de Ciencias Médicas. En noviembre de 1903, las autoridades de la Facultad de Derecho habían quitado el carácter de regulares a los exámenes que se rendían en el mes de marzo, privando a los estudiantes de una oportunidad más para aprobar sus materias. Estos reclamaron en varias oportunidades la derogación de la medida, pero la Academia denegó siempre la petición. Los alumnos iniciaron una huelga y recurrieron al Consejo Superior Universitario, que dirimió el pleito a su favor, desautorizando a la Academia.18

A raíz de la decisión del Consejo, el 7 de diciembre de 1903, renunciaron varios académicos, dejando sin quorum al organismo, y a la vez amenazaron con hacerlo un grupo de profesores. La negativa de los académicos renunciantes a volver a su función, provocó a su vez, la renuncia del decano de la Facultad, Juan Carballido. Mientras tanto, el movimiento estudiantil parecía haber ampliado sus finalidades: sus protestas y reclamos ya no se limitaban al establecimiento del sistema de exámenes parciales y finales por ellos exigido, también acusaban de "arcaísmo cultural" a la Academia de la Facultad de Derecho y demandaban una renovación de los estudios.19

Por otro lado, el Ministro de Instrucción Pública, Juan Ramón Fernández, trataba de encauzar este movimiento hacia el logro de una reforma universitaria, que desde hacía ya cierto tiempo, él mismo venía considerando necesaria.20 En marzo de 1904 la huelga no cesó, se sucedieron tumultos y movilizaciones estudiantiles, debido a los cuales se suspendieron las actividades en la Facultad. La Academia por su parte, procuró delegar en el Consejo Superior la solución del problema, y éste a su vez solicitó la intervención del Poder Ejecutivo. Pero el Ministro Fernández, eludió inmiscuirse en una institución cuya caída podía pronosticarse con facilidad. Sólo los académicos querían salvar la Academia. Fernández, en cambio, quiso aprovechar la ocasión para reformar la Universidad, y con este fin envió al Congreso un proyecto que no fue tratado, por lo cual se vio obligado a renunciar.21 En tanto se aceptó la reforma propuesta por el Dr. Obarrio, decano interino de la Facultad, que decía que los profesores titulares integrarían la corporación por orden de antigüedad. De esta forma, parecía que se alcanzaba la solución de los aspectos más inmediatos del conflicto; los más fundamentales serían resueltos con una reforma universitaria por vía legislativa.22

Pese a la mayor comprensión recíproca existente, los exámenes reiniciados en el mes de setiembre dan nuevamente lugar a violentos incidentes. Unas semanas después, ante la prolongación del conflicto, el cuerpo docente de la Facultad era por primera vez llamado a deliberar sobre las reformas que debían introducirse en los métodos y planes de enseñanza. Se lograba al fin la normalización de la Facultad, concluída en diciembre al levantarse las sanciones impuestas a algunos de los dirigentes estudiantiles.

Dos elementos significativos se pueden extraer de estos episodios. Uno, en tanto que continuidad respecto de las protestas y los reclamos estudiantiles que se venían produciendo desde hacía tres décadas: el malestar hacia las autoridades de la Facultad por su arbitrariedad, lo cerrado de sus concepciones y por la baja calidad de la enseñanza impartida en las aulas que estaban bajo su responsabilidad.

La otra cuestión, puede anotarse como antecedente del conflicto que un año después se produciría en la Facultad de Ciencias Médicas, y como un elemento, si no nuevo, con fuerzas que antes no parecía poseer. Se trata del clima y la opinión de franca comprensión existente por parte de las autoridades nacionales, profesores y prensa hacia los reclamos y las protestas de los estudiantes contra las academias.

Varios fueron los motivos que instaron al malestar y al conflicto de los estudiantes de medicina con las autoridades de Facultad. Los problemas empezaron cuando, a principios de julio de 1905, la Academia de Medicina modifica el sistema de clasificaciones de exámenes. A partir de entonces la mesas examinadores sólo clasificarían suficiente e insuficiente, y a priori se limitaría a tan sólo dos estudiantes el número de sobresalientes y a un cinco por ciento el de distinguidos.23 El CEM reacciona inmediatamente, solicitando, a la semana de la resolución de la Academia, la reforma de dicha reglamentación.

En setiembre de 1905 muere el Dr. Chavez, titular de la cátedra de Clínica Médica. Entonces la Academia debía elegir una terna de profesores para luego elevarla al Rectorado que posteriormente designaría uno para ocupar el cargo. En esa ocasión fue excluído de la terna el Dr. Julio Méndez, el preferido de los estudiantes, y además, quien se suponía debía estar por su gran reputación y antecedentes.

A su vez los alumnos de Anatomía Patológica habían pedido un adelantamiento de la fecha de sus exámenes que fue negado por la Academia, con lo cual aumentó el descontento.

Mientras tanto por presiones del CEM que buscaban la reforma del nuevo sistema de clasificaciones, el Decano decidió ofrecer a una comisión del Centro que elaborara un nuevo proyecto (de clasificaciones). Si éste era razonable, había dicho el Decano, sería sancionado por la Academia.

Entonces los estudiantes realizaron un proyecto que desterraba las clasificaciones de sobresaliente y distinguido para establecer solo dos notas: suficiente e insuficiente; y los puestos con que se recompensarían la aplicación y labor estudiantil serían otorgados por concurso.24

El proyecto de reforma del sistema de clasificaciones también fue rechazado por la Academia.

Estos acontecimientos desataron la huelga estudiantil, iniciada en octubre de 1905. La Academia responde cerrando la Facultad. De todos modos, la protesta de los estudiantes no alcanza muy amplias repercusiones en la opinión pública general, debido a que no salían los diarios por entonces porque el gobierno nacional había decretado estado de sitio por una huelga en Rosario.

No fue solo entre los alumnos que levantó enérgicas protestas la provisión de la cátedra de Clínica Médica, fueron numerosos los profesores de la Facultad que suscribieron una nota pidiendo al Rector de la Universidad la devolución a la Academia de la terna tan controvertida.

Consecuencia de esta nota fue la exoneración de varios profesores. Algunos de los profesores separados de la Facultad por disidencias con la Academia a lo largo de este conflicto, fueron Méndez, Naón, Justo, Repetto, Texo y de Madrid.25

Por entonces (finales de 1905) el reclamo de los alumnos ya se iba dirigiendo a la implementación de una Reforma Universitaria, y se objetaba a la Academia su composición26, el que no hubiera profesores entre sus miembros, que no hubieron sido elegidos democráticamente27, y que no hicieran nada por la ciencia.28 Los estudiantes se sentían fuertes en sus reclamos29 y rápidamente iba acrecentándose el encono contra la Academia.

El 16 de enero de 1906 el CEM organizó una Asamblea en la que se decidió que se presentarían a exámenes en marzo siempre que la Academia así lo resolviera espontáneamente, sin que tengan que recurrir a solicitudes y sin posponer sus ideales de la reforma. Pero como una minoría de estudiantes hicieron tal solicitud y consiguieron que se abrieran las mesas de exámenes, la mayoría de los estudiantes no sabía qué hacer. Este malestar dio inicio a las manifestaciones de violencia del 1§ de marzo de 1906, que, a su vez, determinaron al decano Lagleyze a cerrar nuevamente la Facultad.30

Marzo de 1906 es uno de los momentos más álgidos del conflicto. A principios del mes se hace pública la extensamente anunciada "Exposición de cargos", que los estudiantes realizaron contra la Academia de Medicina. Allí expresan acerca del estado de la enseñanza en la Facultad de Ciencias Médicas:

"Los laboratorios (...) no son ciertamente centros de esfuerzo intelectual... La enseñanza que en ellos se realiza, se limita a prácticas o ejercicios hechos sin un plan disciplinado y metódico, de escaso número. (...)

La vida de laboratorio no ha cundido entre nosotros a pesar de que algunos funcionan hace más de quince años. (...) Los profesores de ramos prácticos de laboratorio son generalmente médicos que ejercen la práctica profesional o empleados de oficinas del gobierno. Consagran a su materia sólo el tiempo necesario para el horario del aula y todos casi sin excepción vegetan en la misma enseñanza, repitiéndolo monótonamente de año en año, demostrando cada vez menos entusiasmo y más cansancio".31

El Rector Lagleyze renuncia y asume el Dr. Del Arca, quien formula un proyecto de Reforma. (Para esa época la Academia ya reconocía la necesidad de reformar los Estatutos Universitarios).32 También el académico Eliseo Cantón había elaborado anteriormente un proyecto de reforma, que fue extensamente criticado en una nota de la Revista del CEM por mantener ciertas prerrogativas para las academias, como poder elegir ellas mismas sus miembros y que sus cargos fuesen vitalicios. 33 Decían los estudiantes que "las corporaciones vitalicias han sido causa de estancamientos y abandonos y por lo tanto, no pueden sostenerse en su rol científico o administrativo". Y agregaban "por ser elegidas por sí misma (las academias), fatalmente tienden a constituir camaraderías y comanditas en su seno, a la vez que van separándose de tal manera de la Facultad hasta el extremo de llegar a obrar por propia inspiración y estrecho criterio, divorciadas completamente de las necesidades de la Escuela".34

El pedido de reforma universitaria de los estudiantes iba acompañado de antiguas exigencias como el de la enseñanza libre, condición indispensable, según su parecer, para el desarrollo y el engrandecimiento de la docencia y de la ciencia (tal como lo demostraban los ejemplos de las universidades centroeuropeas, especialmente las alemanas).35

Como Del Arca no encuentra el apoyo necesario para llevar a cabo su proyecto de reformas académicas, renuncia en agosto de 1906. El 16 de agosto asume Eliseo Cantón como Decano de la Facultad, mientras casi simultáneamente el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Pinedo, ponía en funcionamiento un nuevo Estatuto Universitario por decreto.36

Al levantarse la suspensión a que había sido sometido el presidente del CEM, Julio Iribarne, y una vez abiertas las nuevas mesas de exámenes en noviembre y diciembre -a las que asistieron masivamente los estudiantes-37, principia la distención del conflicto.

Los nuevos Estatutos de la Universidad de Buenos Aires organizaban dos cuerpos colegiados vinculados con cada Facultad. Por un lado, la Academia, formada por veinticinco miembros que se renovables por cooptación y vitalicios, con funciones de asesoramiento y consulta respecto de las autoridades de la Universidad. Por otro lado, los Consejos Directivos, integrados, por lo menos en un tercio de sus quince miembros, por profesores titulares. Los consejeros durarían seis años en sus funciones, y el Consejo se renovaría por tercios cada dos.38 A partir de ese momento, correspondía a los Consejos Directivos el rol de autoridad administrativa y docente en cada una de la facultades.

Muchas conclusiones se pueden extraer en base a lo expuesto hasta aquí. En lo concerniente a los estudiantes y a su capacidad de acción colectiva; todo este proceso y más especialmente las experiencias de 1903 y 1904 para los estudiantes de abogacía, y las de 1905 y 1906 para los de medicina, servirán como un gran espaldarazo, aumentando la convicción del poder de su lucha,39 prefigurando el protagonismo que tendrían en 1918.

Respecto a la dimensión institucional, los sucesos en la Facultad de Derecho y en la de Ciencias Médicas un año después, parecen hablar de un malestar largamente contenido en torno a las academias de las facultades -muy visible en las manifestaciones de los Anales del CMA-, logrando un significativo desahogo en la primer década de este siglo.

En efecto, tal como sugiere Halperín Donghi, esa forma de gobierno de las facultades estaba conteniendo sus capacidades de desarrollo cultural; los años por venir mostrarían una Universidad de mayor y más rápida renovación cultural.40

En cuanto a la incidencia de las demandas estudiantiles que buscaban mejorar la calidad de la enseñanza en la Facultad de Medicina, estimulando la experimentación y la observación propias -tal eran las consignas cuando recién surgía el CMA- o requiriendo una formación más "científica", es muy difícil determinar si es que (y en qué medida) pudieron haber hecho un aporte a esos fines. Sin embargo, quizá podamos intentar algunas nuevas conjeturas y preguntas. Por ejemplo, si en las décadas de 1870 y 1880, al momento de reclamar una mejor enseñanza de la medicina se insistía con una retórica abundantemente "cientificista", en la primer década de este siglo, si bien se mantenía el reclamo por la enseñanza libre de treinta años atrás, no se hablaba tanto de experimentación y observación propias, tampoco se hablaba de la falta de laboratorios y se usaba con más cuidado la palabra "ciencia".41 Quizá estemos aquí frente a un deslizamiento en el significado que para estos actores tenía la tan mentada npalabra. Esta sería una nueva posible línea hacia donde dirigir la investigación: indagar si es que hubo algún tipo de transformación en el significado de la palabra "ciencia", y cuál sería la naturaleza de ese cambio. Además, y siempre que las fuentes así lo permitan, sería interesante buscar qué diferencias en su uso implicaba ese nuevo significado, vale decir, qué efectos pudo haber tenido en las prácticas de quienes habitaban la Facultad de Medicina. Sobre todo teniendo en cuenta que con este nuevo significado otorgado por los actores a la palabra ciencia nos estamos acercando al momento fundacional del programa de investigación que terminará consolidando las ciencias biomédicas en Argentina de un modo tal que ya no cabía esperar un hiato entre el modo de pensar y practicar la ciencia en nuestro país y el modo en que se hacía en los países desarrollados. La posible obviedad de esta afirmación no debería inhibirnos de avanzar con la investigación en este sentido; claro que no para verificar si con el paso del tiempo el significado de la palabra ciencia en Argentina se fue acercando al significado que tenía en Europa, más bien para comprender los engranajes internos y desconocidos de este proceso.

NOTAS

1 La sede institucional del equipo que lleva adelante esta investigación es el Instituto de Investigaciones "Gino Germani", de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

2 Halperín Donghi, T.; Historia de la Universidad de Buenos Aires, Eudeba, Bs. As., 1962; p.78.

3 González Leandri, R.; "Académicos, doctores y aspirantes. La profesión médica y la reforma universitaria: Buenos Aires 1871-1876" en ENTREPASADOS, Año VI, N§ 12, principios de 1997; p.34.

4 Halperín Donghi, T.; op. cit., pp. 82-83.

5 Ibídem; p. 84 y González Leandri, R.; op. cit., p.34-43.

6 Halperín Donghi, T.; op. cit., pp. 80-81 y 84.

7 Luqui Lagleyze, J.; "Apuntes para la historia del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina", en Alonso, M. et.al.; La salud en Buenos Aires (Segundas jornadas de historia de la ciudad), Instituto de Historia de la ciudad, Bs. As., 1988; pp. 317-318.

8 "Memoria anual leída por el presidente del Círculo Médico Argetino a la Asamblea General", 23 de junio de 1876; en los Anales del CMA, vol. 3, 1879-1880; p.5.

9 Ibídem; p.13-15.

10 "La enseñanza libre", en los Anales del CMA, Año 2, N§ 4, mayo de 1879; pp. 308-309. Acerca de la necesidad de estimular la observación y la experimentación propias, cfr. "Las tesis de doctorado entre nosotros", nota escrita por el Dr. Wernicke, Ibídem, Año 2, N§ 5, julio de 1879; pp. 379-381.

11 Anales del CMA, Año 2, N§ 4, mayo de 1879, p. 316.

12 Ibídem, Año 2, N§ 3, marzo de 1879, pp. 248-249.

13 En la nota "Los sustitutos de la Facultad de Ciencias Médicas" se señala que "el espíritu y las tendencias de esta disposición no han podido ser mejor ni más laudables. Se ha empezado por reformar el cuerpo de sustitutos pudiendo haberse hecho por el de profesores; pero poco importa el por dónde, el hecho esencial es la reforma"; p.93. (La cursiva es del original). Anales del CMA, Año 3, N§ 2, enero de 1880; pp.91-101.

14 Ibídem, Año 3, N§ 2, enero de 1880; p. 113.

15 En julio de 1882 aparece una nota diciendo: "Viene sintiéndose de tiempo atrás la necesidad de una reforma radical en la organización, y sobre todo, en el sistema de formación del cuerpo docente de nuestra Universidad. (...) El nombramiento directo de los profesores por el P.E., el Consejo Universitario , o las respectivas facultades es a todas luces pernicioso, e inconducente a los fines que se tienen en vista al organizar escuelas superiores. Y es tanto más pernicioso cuanto más directo es el procedimiento empleado. (...) ­Pronto una ley! De nuestro progreso en las ciencias depende nuestro verdadero crédito externo y nuestro positivo engrandecimiento interno. (...) ¨Hoy qué somos? Compárese nuestra literatura científica con la del Brasil, por ejemplo. Eso dará la respuesta y explicará porque todas las aspiraciones en ese sentido se condensan en la palabra ­concurso!." En los Anales del CMA, Año 5, julio de 1882; pp. 503-505.

16 La "Escuela de Profesores Libres" nunca se implementaría tal como había sido pensada, sino como "Cursos Libres"; ya en 1883 reciben subsidios de la Legislatura Provincial y más tarde los recibirán del Congreso Nacional;en 1885 crean los "Consultorios Externos del Círculo"; en 1886 la "Escuela de Enfermeras"; en 1895 se inaugura un nuevo edificio del CMA. Ver "Discurso del doctor Crespo al transferir la Dirección a la nueva Comisión", en Anales del CMA, Año 4, N§ 10, julio de 1881; pp. 514-533; y en Luqui Lagleyze, J.; op. cit., pp.318-320.

17 Luqui Lagleyze, J.; op. cit., pp.320-321.

18 Revista de la Universidad de Buenos Aires, Año I, tomo I, 1904; pp. 69-80.

19 Halperín Donghi, op.cit.; pp.109-115.

20 Ibídem, p.111; y Payá, E. y Cárdenas, C.; Emilio Becher, Lillo, Buenos Aires, 1979; pp. 85-86.

21 Ibídem, pp. 90-91.

22 Halperín Donghi, op.cit.; pp.112-113.

23 Revista del Centro de Estudiantes de Medicina, Año IV, Nø47, julio de 1905; p.238. En el mismo número de la revista aparece una nota con abiertas quejas hacia el nuevo sistema de clasificaciones y criticando a la Academia; pp. 234-237

24 Ibídem, Año V, tomo 5, Núms. 49 a 52, septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1905; pp. 331-333.

25 Ibídem, Año V, Núms. 61 a 64, septiembre a diciembre de 1906; p.454.

26 Revista del CEM, AñoV, tomo 5, Núms. 49 a 52, septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1905; p. 349.

27 Ibídem. En éstos mismos números de la Revista del CEM se señala que la Academia de Medicina es una "institución exótica dentro del sistema republicano de gobierno". Núms. 49 a 52; p. 355.

28 Ibídem, p. 331.

29 Ibídem, p. 350.

30 Ibídem, AñoV, Núms. 53 a 56, enero, febrero, marzo y abril de 1906; pp. 384-385. Ver también Luqui Lageyze, J.; op. cit., pp. 321-323.

31 "Exposición de cargos contra la Academia de la Facultad de Medicina", Impresora F. Mena, marzo de 1906, (folleto); pp.5-11.

32 Revista del CEM. En efecto, al asumir Del Arca el decanato se propone como primer tarea la implementación de una reforma de los Estatutos Universitarios; pp. 385-387.

33 "Proyectos de reformas universitarias", en Revista del CEM, Año V, Núms. 53 a 56, enero, febrero, marzo y abril de 1906; pp.371-376.

34 Ibídem.

35 Ibídem, Año V, Núms. 53 a 56, enero, febrero, marzo y abril de 1906; p.374; y Año V, Núms. 57 a 60, mayo, junio, julio y agosto de 1906; En estos últimos números aparece publicada una carta que el presidente del CEM, J. Iribarne, envía a la Cámara de Diputados de la Nación señalando a la docencia libre como el punto de mayor importancia en su petición. Dice: "Firmemente convencidos que su inclusión en la ley reportará los mayores beneficios a la enseñanza superior y a la producción científica del país, consignamos como base primordial para la nueva ley que dictará el honorable congreso y como el único elemento capaz de combatir el predominio de círculos y camarillas. Ella ha llenado de prestigio a las universidades de la Europa central, constituyendo la base inconmovible de una era de progreso, de seriedad y de extensión de la enseñanza universitaria"; p.427.

36 Ibídem, Año V, Núms. 57 a 60, mayo, junio, julio y agosto de 1906; pp. 428-429. Se hace mención a la puesta en funcionamiento de los nuevos Estatutos en los Núms. 61 a 64; p.455. Ver también: Quiroga, M.; La Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires 1822-1972, Academia Nacional de Medicina, Bs.As., 1972; pp. 157-160.

37 Revista del CEM, Año V, Núms. 61 a 64, setiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1906; p.456.

38 Debido a las reformas introducidas en los Estatutos los académicos tenían que ir cesando en sus funciones directivas de la Facultad, un tercio cada dos años, hasta su total renovación. Estas circunstancias motivaron al decano Cantón a efectuar la designación de los académicos que deberían salir en la primera y en la segunda renovación, siguiendo como criterio la antigüedad de cada uno de ellos. Resultaron cesantes en la primera renovación: J. Teodoro Baca, R. Herrera Vegas, Jacob de Tezanos Pinto, Enrique Del Arca (que había renunciado) y Manuel Blancas (que acababa de fallecer). En la segunda renovación deberían salir los académicos: E. Uballes, P. Arata, R.

Wernicke, J. Penna y P. Lagleyze. En Cantón, Eliseo; Historia de la Medicicna en el Río de la Plata, Biblioteca de Historia Hispanoamericana, Madrid, 1928; pp.224-225.

39 Así lo expresan en la revista del CEM: "la mayor ventaja obtenida es la conciencia del poder de los estudiantes y el conocimiento de su modo de pensar que tienen sus consejeros". Revista del CEM, Año V, Núms. 61 a 64, setiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1906; p. 439.

40 Halperín Donghi, op. cit.; p.122.

41 Cofróntese "La enseñanza libre", en Anales del CMA, Año 2, N§4, mayo de 1879; p.310 y la "Exposición de cargos contra la Academia de la Facultad de Medicina", Impresora F. Mena, marzo de 1906 (folleto); pp.5-11.

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