II Encuentro Nacional "La Universidad como Objeto de Investigación" |
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Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)Noviembre 1997 |
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UNIVERSIDADES DEL TRABAJO Un intento de redefinición de la institución universitaria a mediados del siglo XX
Algunas reflexiones a partir de la consideración del caso brasilero
Lic. Marcela PronkoUniversidad Nacional de Luján
1. Las Universidades del Trabajo en el plano internacional: primer acercamiento.
La institución universitaria ha sido, desde su surgimiento, espacio permanente de disputa social y objeto recurrente de redefiniciones. Desde su nacimiento medieval, como corporación de estudiantes y/o profesores, hasta las discusiones actuales en relación a las funciones sociales que debe cumplir en este fin de siglo y de milenio (universidad como empresa vs. universidad como agencia social de incertidumbres1), la universidad se constituyó en centro de importantes debates políticos, cuyo objetivo era delinear un perfil institucional en consonancia con las cada vez novedosas necesidades que presentaba el proceso histórico-social en curso.
Este debate acerca de las finalidades y características que debía asumir la institución universitaria, volvió a aparecer durante la primera mitad del presente siglo, cuando fue posible observar a nivel internacional, el surgimiento de propuestas educativas que intentaron ostensivamente direccionar los estudios de nivel medio y superior hacia las necesidades específicas de formación técnico-profesional surgidas desde el mundo del trabajo a través de instituciones llamadas universitarias. Así, con mayor o menor éxito, se proyectó la creación de universidades de nuevo tipo en diversos países: Université du Travail (1902, Bélgica), Universidade do Trabalho (1922, Brasil), Universidad del Trabajo (1942, Uruguay), Universidad Obrera Nacional (1948, Argentina), Universidad Laboral (1952, España). Iniciativas similares pueden ser encontradas para la misma época en Chile, Colombia y Venezuela. En ese sentido, las décadas del 40 y 50, parecen haber sido particularmente fructíferas para la elaboración de este tipo de propuestas.
Las mismas suponían no sólo una intencionalidad de reorientación curricular (paso de los estudios humanísticos a los técnico-tecnológicos) y en términos de destinatarios de la universidad existente (de la formación de la clase dirigente a la incorporación de las clases trabajadoras), sino la definición de un nuevo modelo institucional con características específicas (definidas por una nueva relación entre universidad y sociedad, y entre universidad y Estado). Ello, en el marco de la conformación de una "nueva sociedad", surgida como reacción a la "queda" del liberalismo, que se profundizó en la década del 30 (HOBSBAWM, 1995) y que en Latinoamérica se extendió hasta mediados de los años 50 (HALPERIN DONGHI, 1986).
Fue precisamente aquí, en Latinoamérica, donde se gestaron durante esas décadas, en países diferentes y bajo distintos tipos de regímenes políticos, propuestas institucionales similares entre sí, con las características de las mencionadas. Tomando los casos más cercanos, constatamos que en Brasil, durante la era Vargas2, aún cuando nunca llegaron a institucionalizarse, existieron entre 1930 y 1955, seis proyectos distintos de creación de Universidades del Trabajo (PRONKO, 1997b). Uruguay, bajo un régimen de democracia liberal (1938-43), creó en 1942 la suya, siendo que seis años después, el peronismo crearía en Argentina su Universidad Obrera.
Todas estas instituciones y propuestas constituían un serio cuestionamiento a la universidad (liberal-humanista?) de princípio de siglo y, frente a ellas, se ofrecían como alternativas. En sí mismas, delineaban un nuevo modelo de universidad, con características específicas. Este modelo formó parte de una tendencia internacional y sufrió, en su adaptación a los distintos contextos nacionales, diversa suerte. Como señalamos, en Brasil, esta propuesta nunca llegó a materializarse. En Uruguay, fue efectivamente creada una Universidad del Trabajo que tuvo corta vida; y en Argentina, aunque con modificaciones, la institución creada entonces persistió hasta la actualidad.
La aparición de este tipo de propuestas generó, en todos los casos, amplios debates donde uno de los ejes principales fue el de la pertinencia del nombre adoptado. Y es que ya en su propia denominación, tales propuestas intentaron articular conceptos que, hasta entonces (y hasta ahora) parecían irreconciliables: UNIVERSIDAD (institución de educación superior, tradicionalmente reservada a la formación de la intelligentsia), y TRABAJO (ámbito exclusivo de la destreza manual/actividad productiva desarrollada por los sectores subalternos de la sociedad).
La polémica suscitada en todos los países mencionados, pone en evidencia la conflictividad de la definición de lo que es (en términos de funciones sociales) una universidad, en tanto institución socio-educativa específica.
Ahora bien, de todos los países mencionados que, de una u otra manera, participaron de esta tendencia, Brasil fue el único que no llegó a establecer una institución como la señalada. Por ello creemos que la consideración mas detenida de este caso, que nos aporta la iluminadora perspectiva del fracaso material rotundo de la propuesta, nos puede ayudar a comprender la misma en su contexto más amplio.
2. Las propuestas de creación de Universidades del Trabajo en Brasil
En el caso brasilero, donde la imposición de una forma universitaria para la educación superior puede considerarse un proceso relativamente reciente, el conflicto por el predominio de uno u otro tipo de universidad, aparece opacado en los debates políticos y la producción académica, por las disputas en torno a las implicancias de la adopción del propio modelo universitario.Efectivamente, al incursionar en la historia de la educación superior brasilera, una polémica aparece enseguida a partir de la confrontación de distintos autores. La existencia o no de instituciones de educación superior denominadas universitarias, así como la valoración de las mismas, parecen ser elementos claves a la hora de categorizar esta historia. Si bien existe un consenso general en situar la aparición de las primeras de estas instituciones durante la segunda década de este siglo, este hecho es interpretado de manera diferente según los autores (LEVY, 1982; CUNHA, 1986).
Esta polémica presente en el campo de la interpretación teórica, se produjo también en el propio devenir histórico de la enseñanza superior. Fávero (1980) reconoce que de la Colonia a la República, hubo una gran resistencia a la idea de creación de universidades, y Cunha (1986) lo ejemplifica analizando los reparos colocados por los positivistas durante la Primera República, al surgimiento de este tipo de instituciones.
Con todo, numerosos intentos de creación de universidades pueden registrarse tempranamente en la historia de este país. Las primeras tentativas "exitosas" datan de comienzos de este siglo y remiten a iniciativas de particulares, en el marco de la política de "desoficialización" de la enseñanza superior, propiciada por los positivistas durante la Primera República (CUNHA, 1986). Así, surgieron las efímeras universidades de Manaus (1909), de S+o Paulo (1911) y de Paraná (1912). Sin embargo, la primera en resultar duradera fue la Universidad de Rio de Janeiro, creada por el Gobierno Federal en 1920. Esta institución nació por agregación de escuelas superiores ya existentes, diferenciandose así de las creadas anteriormente e inaugurando una modalidad de creación institucional que se convertiría en norma durante el período posterior.
A ella siguieron otras, y el proceso de creación de universidades se intensificó a partir de la década del 30.
Sin embargo, y a pesar de ello, el debate por el modelo institucional de la educación superior continuó, siendo los institutos aislados una regla en la que, todavía, las universidades constituyeron durante largo tiempo, una excepción.3
Fue sólo en 1931, con el dictado del Estatuto de las Universidades Brasileras (Decreto 19.851/31) que, desde el punto de vista legal, se adoptó a la universidad como modelo único deseado de organización didáctico- administrativa de la enseñanza superior. Este Estatuto estuvo vigente por más de 20 años y sirvió de marco para el nacimiento de nuevas propuestas institucionales, en muchos casos divergentes de la norma misma, entre las que cabe resaltar las de instituciones universitarias de nuevo tipo.4 Los conflictos surgidos entre estas diferentes propuestas, que se resolvieron en el ámbito del propio Estado, pusieron de manifiesto las contradicciones existentes entre los diferentes sectores sociales sustentadores de dichos proyectos. El fracaso de unas y la supervivencia de otras, estaría así en estrecha relación con la correlación de fuerzas presentes en cada momento.
De este modo, también a partir de los primeros años del presente siglo, es posible rastrear la existencia de diferentes propuestas de creación de estas nuevas universidades. Las mismas, se diferenciaban de las existentes principalmente por dos elementos: a) la orientación curricular, y b) los destinatarios.
a) En relación al primer elemento, algunas de las propuestas universitarias desarrolladas privilegiaban un currículo con el centro puesto en disciplinas técnicas, en oposición al currículo predominantemente clásico- humanístico de las universiddes definidas por la norma legal. Este era el caso de las propuestas de creación de Universidades Técnicas, que se desarrollaron principalmente durante la primera mitad de la década del 30 a partir de iniciativas del propio Estado. Así, mientras las universidades tipificadas por el estatuto consideraban a la Ingeniería como uno de los cuatro ramos posibles de los tres con que debería obligatoriamente conformarse una universidad, las instituciones propuestas bajo el nombre de Universidades Técnicas hacían de este área el eje de su currícula.
b) En relación con el segundo elemento, otras propuestas universitarias se orientaron hacia grupos tradicionalmente excluídos de tales instituciones: el "pueblo" o los sectores obreros urbanos que dificilmente accedían a, y mucho menos concluían, una educación pos-primaria. Este era el caso de las llamadas Universidades Populares, que se colocaron en discusión hasta fines de los años 30.
Fomentadas primero por grupos anarquistas y socialistas dentro de una estrategia de autoformación, también por los positivistas y luego por algunos sectores del estudiantado universitario, estas instituciones se proponían ofrecer una formación generalista que no tenía pretensiones profesionalizantes, y ni siquiera correspondía, en la mayoría de los casos, a un saber estrictamente superior.
c) Pero existió un tercer tipo de propuestas institucionales que conjugaban ambos elementos diferenciadores, esto es, instituciones universitarias con una oferta académica predominantemente técnico-profesional dirigida a los sectores obreros urbanos. Tales proyectos, que propiciaban la creación de Universidades del Trabajo, aparecieron en la segunda década de este siglo, aunque su desarrollo principal se produjo en las décadas del 30 y 50.
Creemos que, de todos los tipos de iniciativas mencionadas, las propuestas de creación de universidades del trabajo constituían el núcleo realmente novedoso para la época.
Ello porque, por un lado, la especialización curricular (característica de las universidades técnicas) ya era un elemento marcante de la educación superior brasilera a partir de su expansión sobre la base de institutos aislados. Y, por otro lado, el impacto social de las propuestas del tipo universidades populares, resultó muy restringido. En este sentido, las iniciativas de creación de universidades del trabajo, no solo obtuvieron mayor repercusión, sino que combinaron los dos elementos señalados. Pero, a pesar de su persistencia a nivel propositivo, nunca llegaron a materializarse.
Efectivamente, en diez oportunidades a lo largo del presente siglo, se asistió en Brasil a la formulación de propuestas educativas que colocaban en un primer plano la creación de Universidades del Trabajo. Si bien las primeras iniciativas datan de 1922 y las últimas tienen fecha reciente, como adelantamos, fue durante las décadas de 30 y 50 que las mismas alcanzaron su mayor desarrollo.
Durante sus primeras manifestaciones, y en su intento por articular la institución universitaria con el mundo del trabajo, constituyeron un punto de intersección de áreas educativas todavía entonces en definición: la educación superior y la formación técnico-profesional.
Precisamente, las décadas del 30 y 40 en Brasil, señalan el momento de instalación en el debate político-educacional de una problemática nueva, producto de la articulación de dos esferas de actividad hasta entonces distanciadas: la educación y el trabajo5 (FRANCO y SIMON, 1987). Ambas áreas se constituyeron, por entonces, en objeto privilegiado de la acción política desarrollada desde el Estado, decididamente intervencionista, producto de la llamada Revolución del '30. Así, el reordenamiento de dicho Estado, la regulación de las relaciones de trabajo y la definición de un sistema educativo nacional, constituyeron respuestas de peso a la necesidad, que se planteaba en ese momento, de ampliación de las relaciones de producción capitalistas en este país. Pero tales proyectos no sólo articulaban ambas esferas, sino que se proponían como solución a algunos de sus problemas.
El proceso global de reordenamiento capitalista en Brasil, que comenzó a acelerarse en la década del '20, introducía en la sociedad brasilera múltiples y novedosas cuestiones a resolver. Por un lado, el impulso a la industrialización, la incorporación de nuevos sectores poblacionales al trabajo industrial y, como consecuencia, el crecimiento de las ciudades, agudizó la "cuestión social" que ya no podía tratarse como una "cuestión de policía". El problema era cómo integrar a estos nuevos sectores no sólo al sistema productivo sino también al sistema político (WEFFORT, 1980).
Por otro lado, la solución industrialista ensayada para palear la crisis económica mundial del '30, e intensificada a partir del estallido de la Segunda Guerra Mundial a través del proceso de sustitución de importaciones, creó nuevas necesidades a la industria, tanto desde el punto de vista de la organización del trabajo, como de la capacitación de sus trabajadores.
Ambos órdenes de problemas fueron retomados y asumidos por el Estado que era, sin embargo y básicamente, un Estado de Compromiso (FAUSTO, 1994). En su seno, y desde los diferentes sectores, se gestaron variadas iniciativas tendientes a solucionarlos. Una de ellas fue, sin duda, la propuesta de creación de universidades del trabajo que, en el marco enunciado, se proponía contribuir a la obtención de la armonía social, propiciar la racionalización del proceso productivo y formar la mano de obra necesaria, acompañando el crecimiento industrial y el progreso nacional.
3. Un nuevo modelo de universidad?
De los seis proyectos de creación de instituciones de este tipo elaborados en Brasil entre 1930 y 1955, dos asumieron particular relevancia por el grado de definición alcanzado: el de autoría del belga Omer Buyse, redactado en 1934, y el producido por Humberto Grande, veinte años después.Buyse era un ingeniero belga dedicado a la problemática que planteaba la enseñanza técnico-profesional, que había participado de la creación de la Universidad del Trabajo de Charleroi (Bélgica) en 1902, resultando en ferviente difusor de esa institución.6 A comienzos de la década del 30 y por sugerencia de Fidelis Reis, introductor de esa propuesta en Brasil, Buyse fue invitado por el gobierno varguista a realizar estudios sobre la organización e instalación de una institución de ese tipo en el país. Como resultado de esa invitación, el belga diseñó una detallada propuesta que incluía la creación no de una, sino de tres de dichas universidades. Circunstancias políticas internas hicieron que, en la esfera oficial, el proyecto fuera sin embargo rápidamente archivado.
Veinte años mas tarde, Humberto Grande, procurador de la justicia del trabajo y propagandista de la legislación trabalhista, retomaría la idea, desarrollando a partir de la misma, una propuesta de creación de una institución homónima, aunque "autenticamente brasilera" (GRANDE, 1956).
A pesar de las diferencias existentes entre ambos proyectos, es posible identificar los rasgos comunes que definen las principales características de la institución propuesta. Para comenzar, en ambos casos, la Universidad del Trabajo se presentaba como una institución centralizadora de todos los niveles de la formación técnico-profesional (pos-primario, medio y superior), incluyendo escuelas e institutos de enseñanza, así como diversos organismos con funciones de investigación y extensión, con pretendida injerencia sobre el proceso y el mercado de trabajo. En el caso del proyecto de Buyse, esta centralización se regionalizaba con la propuesta de creación de tres instituciones similares (Recife, Belo Horizonte y Porto Alegre) que, en la definición institucional de Grande, aparecía única.
Se pretendía alcanzar, de ese modo, la formación articulada de todos los escalones ocupacionales de la industria (desde el obrero semi-calificado hasta los cuadros de gerencia y administración) a través de una única institución que, además, cumpliría funciones de transferencia tecnológica e investigación.
En segundo lugar, si bien el anteproyecto de Buyse se detenía más en el desarrollo de los aspectos académico- institucionales y llegaba a delinear someramente la organización político-administrativa de dicha universidad, elementos estos escasamente abordados en la propuesta de Grande, la escueta justificación teórico-ideológica formulada por el primero, coincidía en sus líneas generales con la planteada por este último. Así, racionalización del proceso productivo y armonía social constituían puntos de partida comunes a ambos proyectos.
En ese sentido y tomando como referencia el proyecto de Grande, la Universidad del Trabajo se proponía como una institución educativa que, asumiendo la importancia del trabajo en la sociedad moderna, lo transformaba en un tema universitario, resignificando así el papel que la universidad debía ocupar en la "nueva sociedad". Con vistas a solucionar los problemas planteados por la "cuestión social", pretendía a un tiempo, extender la prédica a favor de la racionalización u organización científica del trabajo (a través de tareas de difusión que incluían el propio proceso formativo) y contribuir a la conciliación social o armonía entre las clases (GRANDE, 1956), lo que se lograría a través de la convivencia y la formación articulada de los distintos sectores participantes del proceso productivo.
Como consecuencia de esta definición del nuevo lugar social que ocuparía la universidad, los dos autores también acentuaban la diferenciación de las instituciones propuestas respecto de la universidad existente. Esta diferencia radicaba principalmente en la constatación de la evidente capacidad de adaptación a las necesidades económicas del contexto como característica indisociable de las Universidades del Trabajo, capacidad que, para las otras universidades, sería imposible alcanzar. De este modo, se oponía la enseñanza útil ofrecida por una institución moderna y flexible, a la enseñanza académica realizada en una institución "anclada en la tradición", y por ello inmune a los problemas planteados por los nuevos tiempos. De ahí que, para Grande, la creación de la propuesta Universidad del Trabajo vendría a completar el sistema universitário, actualizándolo, ya que las universidades "tradicionales" habrían de persistir (GRANDE, 1956).
En definitiva, la propuesta de creación de la Universidad del Trabajo en Brasil implicaba la incorporación diferenciada (en función de la diferenciación de roles a cumplir en el proceso productivo) de antiguos y nuevos sectores sociales a una renovada institución universitaria, en el marco de una iniciativa centralizadora que se proponía la formación de los cuadros dirigentes de la economía, separadamente de los de la política o sociedad en general (lo que todavía sería misión de la universidad existente).
Sin embargo, en la década del 50, al momento de la formulación del proyecto de Grande, ambos procesos estaban siendo desarrollados dentro del propio sistema educacional brasilero, más allá de la formulación de esta propuesta.
Así, por ejemplo, los cursos superiores de Economía, Administración e Ingeniería sufrieron un crecimiento matricular significativo a partir, sobre todo, de los primeros años de la década del 40 frente a la estabilidad de cursos tradicionales como Derecho y Medicina, lo que estaría indicando de hecho el redireccionamiento curricular señalado (CUNHA, 1986/1989). Complementariamente, y como ya fue apuntado, en 1942 se creó el SENAI y se sancionó la Ley Orgánica de Enseñanza Industrial, cuya implementación, sobre todo en el primer caso, tendió a articular un sistema para la formación del personal especializado (generalmente de nivel pos-primario), de acuerdo con las necesidades del proceso productivo, separadamente del sistema educativo escolar.
En vistas de estos hechos, la propuesta de creación de una Universidad del Trabajo podría considerarse innovadora en un sólo sentido: el de haber centralizado en una sola institución respuestas educativas a problemas que la sociedad estaba procesando por separado, sin superar con ello el dualismo educacional que, construído en las décadas anteriores, ya estaba siendo cuestionado.7 En ese sentido, la propuesta asumía para entonces un claro carácter reaccionario (PRONKO, 1997b).
4. Algunas hipótesis para seguir pensando
La propuesta de creación de Universidades del Trabajo se delineó, a nivel internacional, como respuesta a una cantidad de problemas que planteaba la expansión capitalista de comienzos de siglo, en los diversos países.Originada en Bélgica, se extendió y fue acogida de forma diferenciada de acuerdo a las distintas especificidades nacionales. En algunos casos se institucionalizó y en otros, como el brasilero, no llegó a materializarse.
A pesar de la gran difusión que alcanzó en América Latina y de las tentativas mencionadas de, a través de ella, redireccionar los sistemas universitarios, podemos decir que, en el plano material, la propuesta constituyó un fracaso. Si examinamos los casos considerados, comprobamos que dicha propuesta no sólo nunca llegó a materializarse en Brasil; sino que en Uruguay tuvo corta vida y en Argentina, aunque creada, fue rápidamente redefinida.8 Mas allá de las polémicas explicaciones que pueden presentarse para la comprensión de estos fracasos, creemos que a estos frustrados intentos materiales parece corresponderle un cierto éxito simbólico que, a más largo plazo, habría alcanzado la propuesta. En Brasil, la persistencia del proyecto en tanto tal, hasta la actualidad, nos obliga a replantearnos el presupuesto de su "rotundo" fracaso. En Argentina, la persistencia del mito "democratizador" de la Universidad Obrera, en el discurso político y aún en ciertos medios académicos, nos colocan ante el mismo problema.
En este punto, cabría entonces preguntarnos acerca de las razones de esas persistencias. A modo de hipótesis creemos que ella respondería a dos cuestiones fundamentales. Por un lado, al rédito político derivado del efecto simbólico del uso de una denominación (y de un discurso político- educativo justificador) que, bajo una apariencia democratizadora, esconde una propuesta educacional basada en la diferenciación. Pero, por otro lado, también denota una asignatura social pendiente: la entrada del Trabajo (como problemática y como punto de vista) en la Universidad.
5. Bibliografía citada
CANO, Daniel, (1996), Conversos, técnicos y caníbales o acerca de las desventuras de la pedagogía en el laberinto del Estado Malhechor, ponencia presentada en el Seminario Internacional Políticas, Instituciones y Actores en Educación, Centro de Estudios Multidisciplinarios, Buenos Aires, 29 y 30 de abril de 1996.CUNHA, Luiz Antônio, (1986), A universidade tempor+, Rio de Janeiro, Francisco Alves Editora.
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FAVERO, Ma. de Lourdes A., (1980), Universidade & Poder, Rio de Janeiro, Achiamé.
FAUSTO, Boris, (1994), A Revolução de 30, história e historiografia, S+o Paulo, Brasiliense.
FRANCO, Ma. Aparecida C. y SIMON, Ma. Célia de M. N., (1987), Trabalho e educação: a reordenação necessária no contexto da Revolução de 30, Revista Brasileira de Estudos Pedagógicos, Brasilia, 68 (160), set./dez.
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HOBSBAWM, Eric, (1995), Era dos extremos: o breve século XX, Sao Paulo, Companhia das Letras.
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WEFFORT, Francisco, (1980), O populismo na política brasileira, Rio de Janeiro, Paz e Terra.
Marcela Alejandra Pronko
Lic. en Ciencias de la Educación (UNLu-Argentina)
Mestre em Educação (UFF-Brasil)
Universidad Nacional de Luján
Fax: 0323-25795
Tel: 01-623-6930
E-mail: PRONKO@UNLU01.EDU.AR
Area temática: Dimensión histórica de la universidad.
Título del trabajo: UNIVERSIDADES DEL TRABAJO: un intento de redefinición de la institución universitaria a mediados del siglo XX.
Algunas reflexiones a partir de la consideración del caso brasilero.
Resumen
UNIVERSIDADES DEL TRABAJO: un intento de redefinición de la institución universitaria a mediados del siglo XX.Algunas reflexiones a partir de la consideración del caso brasilero.
Lic. Marcela Pronko
Universidad Nacional de Luján
Durante la primera mitad del presente siglo surgieron, en varios paises, propuestas educativas que intentaron redireccionar los estudios de nivel medio y superior hacia las necesidades específicas de la formación técnico- profesional derivadas del mundo del trabajo, a través de instituciones llamadas universitarias. Las mismas suponían tanto una intencionalidad de reorientación curricular y de destinatarios de la universidad existente, como la definición de un nuevo modelo institucional con características específicas. Esta ponencia presenta algunas reflexiones sobre estas novedosas instituciones (denominadas Universidades del Trabajo) a la luz del análisis del caso brasilero.
NOTAS
1 El concepto de "universidad como agencia social de incertidumbres" fue tomado de CANO, 1996.2 En la historiografía brasilera, se denomina "era Vargas" al período 1930-54, que comprende los dos gobiernos del citado mandatario. El primer gobierno se extendió desde 1930 hasta 1945, e incluyó diferentes situaciones legales: gobierno de facto (30-34), gobierno constitucional (34-37) y nuevamente gobierno de facto (37-45, período del Estado Novo). El segundo perído gubernamental de G. Vargas se dió entre 1950 y 1954, desarrollándose bajo el amparo constitucional.
3 El predominio del modelo institucional universitario quedaría en estado de aspiración por largo tiempo. Sólo a partir de los primeros años de la década del 60, la participación de las universidades en el total de la matrícula de estudiantes de nivel superior, alcanzaría el 65% (CUNHA, 1989).
4 Es necesario esclarecer al respecto que se utiliza la denominación instituciones universitarias de nuevo tipo provisoriamente, para designar aquellas propuestas institucionales que, desarrolladas bajo el nombre de universidad, colocaban en cuestión el perfil tradicional de la misma, en tanto institución formadora de la elite política del Estado moderno. En ese sentido, estas instituciones propuestas se ubicaban fuera de los márgenes fijados por el mencionado Estatuto (1931).
5 De hecho, es durante la década del 40 que se definen y consolidan diferentes propuestas institucionales para la enseñanza técnico-profesional. En 1942, y con sólo algunos días de diferencia, se crean el SENAI (Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial) y se sanciona la Ley Orgánica de Enseñanza Industrial, que materializan dos de los modelos en disputa para el área. Ambos coexistirán durante más de dos décadas. Por otro lado, y desde el punto de vista de la problemática estrictamente universitaria, los años 30 también se configuran como un marco de importancia. Como fue señalado, en 1931 se sanciona el Estatuto de las Universidades Brasileras, que regirá la vida de estas instituciones por mas de treinta años.
6 La institución belga parece constituir el antecedente más remoto para universidades de este tipo. Creada en la ciudad de Charleroi, provincia de Hainaut, Bélgica, en 1902, la Université du Travail reunía organicamente la enseñanza técnico-profesional de la región, desde el nivel de orientación profesional (pos-primario) hasta el de perfeccionamiento (superior), con cursos específicos para aprendices y trabajadores. Esta institución tenía como funciones el aumento de la cultura técnica de la masa obrera, el perfeccionamiento de los métodos y sistemas de enseñanza industrial y la difusión de las novedades técnicas a los representantes de la industria (BUYSE, 1914).
7 La segunda mitad de la década del 40 marcó, en ese país, el comienzo de las luchas por la democratización de la enseñanza, que colocaban en el centro del debate la necesidad de "corrección" del sistema y de ampliación de la oferta educativa. Sectores liberales y de izquierda intentaban, por un lado, revertir los efectos diferenciadores de una enseñanza media que, durante el Estado Novo, había sido definida en términos dualistas. Por otro lado, pero consecuentemente, intentaban reformar la universidad existente, flexibilizando los mecanismos de articulación entre enseñanza media y superior, con el fin de facilitar el acceso a esta última (CUNHA, 1997).
8 La Universidad Obrera Nacional fue creada por ley 13.229/48, pero sólo comenzó a funcionar en 1954. Tras la caída de Perón se transformó en Universidad Tecnológica Nacional, lo que implicó mucho más que un simple cambio de nombre. Al respecto ver PINEAU, 1997 y MOLLIS, 1991.
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