3ra Jornadas Internacionales
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Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)Octubre de 1998 |
Ponencias publicadas por el Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/ info@equiponaya.com.ar |
CEA - UBA . 30 DE SEPTIEMBRE Y 1 Y 2 DE OCTUBRE DE 1998.
ASENTAMIENTOS Y BARRIOS EN TRANSICION: LAS ORGANIZACIONES SOCIALES Y SUS INTENTOS PARA CONSOLIDARLOS.
Hilda Herzer, María Mercedes Di Virgilio, Máximo Lanzetta, Maria Carla Rodriguez, Adriana Redondo1
Introducción
Este artículo es producto de una investigación llevada a cabo durante los años 1995-97 en el barrio Santa María, municipio de Quilmes, Pcia de Buenos Aires y en la traza de la ex-autopista 3 (ex-au3) en la ciudad de Buenos Aires en la que se compararon ambos estudios de caso, en particular el proceso de formación de las organizaciones sociales vinculadas a las necesidades del hábitat.
El objetivo de esta ponencia es establecer diferencias y similitudes entre ambos estudios de caso con relación a los procesos organizativos desarrollados a través del tiempo para mejorar sus condiciones de vida en torno al hábitat, en muchos casos mediados por la vinculación con los gobiernos municipales, desde la perspectiva de sus habitantes. Para llevar adelante esta comparación se escogieron 7 ejes comunes :la diferencia en términos de localización territorial, la experiencia organizativa, el papel de las organizaciones barriales, los vínculos entre los vecinos, las vías de regularización dominial, la gestión de los servicios y la relación con el gobierno local. Al final de su desarrollo se plantean conclusiones.
El barrio Santa María está poblado por unas 20.000 personas que ocupan unas 220 manzanas de la localidad de Bernal Oeste. El proceso de ocupación se inicia en la década del '60, se amplía considerablemente en los '70 a partir de un loteo clandestino y culmina en los '80 con tomas organizadas de las tierras, particularmente aquellas que estaban afectadas a la construcción del Acceso Sudoeste.
Los inmuebles ocupados en la traza de la ex AU3 conforman una extensa franja, comprendida entre las avenidas Gral. Paz, las calles Holmberg y Donado hasta la avenida de los Incas y que continúa por las calles Giribone-Córdoba hasta Juan B.
Justo. El stock edilicio público se estima en 380 unidades. Esta franja fue expropiada en 1977 por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura militar, para construir una autopista cuya obra no se concretó (Rodríguez, 1996).
La diferencia en términos de localización territorial.
Cada caso se desarrolla en escenarios territoriales distintos que dan lugar, en un caso, - Santa María- a la formación del barrio a través de una primigenia ocupación del espacio en la 2da corona del área metropolitana, que va evolucionando a través del tiempo hasta consolidarse en su forma actual, con cierta homogeneidad. Esta conformación del barrio posibilita a través del tiempo, el surgimiento de una cierta identidad barrial que va generando alternativas de acción comunitaria mancomunadas a través de organizaciones sociales. En el caso de la Ex-au3 la ocupación de inmuebles se origina en espacios intersticiales vacantes dentro de un espacio construido de la Capital Federal y de un barrio preexistente, cuya composición social corresponde a sectores medios y medio altos, en una localización urbana privilegiada. Dentro del continuum del barrio se encuentran fragmentos ocupados. A veces esos espacios intersticiales son mayores, no se trata de una casa o un lote sino que agrupan varios inmuebles. Se genera una situación socio-económica dual dentro de un espacio físico de convivencia, plasmándose cuadra por cuadra una cierta heterogeneidad que contrasta con el resto del barrio.
Quienes ocupan no se identifican con el barrio como totalidad ni con los fragmentos ocupados. Hay una tendencia a enmascarar la condición de ocupante; a pasar desapercibido2. Este enmascaramiento se vincula con un conjunto complejo de factores que inciden sobre la constitución de la identidad de los ocupantes y, por ello, de sus posibilidades de generar y sostener organizaciones sociales perdurables, entre ellos: localización en tierras urbanas de alto valor inmobiliario, modalidad de ocupación intersticial y dispersa por las mencioandas características del parque inmobiliario, situación dominial del mismo, que es propiedad del gobierno local, indefinición de este gobierno de una política hacia su patirmonio edilicio y, por lo tanto, interpelación poco clara hacia los ocupantes, conciencia de "ilegalidad" , etc. Estas circunstancias dificultan la emergencia de organizaciones sociales perdurables.
La experiencia organizativa.
Una simple mirada sobre las organizaciones existentes en el barrio Santa María deja ver las diferencias entre su tejido asociativo y el de la Ex-AU3. El barrio Santa María tiene una larga historia asociacionista. Sus primeras organizaciones vinculadas a la ocupación de la tierra y a los procesos de gestión del hábitat (3 sociedades de fomento) datan de la década del '70; durante los años 80 surgen dos nuevas sociedades de fomento y posteriormente, en los 90', cuatro cooperativas inicialmente vinculadas al Programa Arraigo. Asimismo, existen varias organizaciones religiosas que directa o indirectamente intervienen en la conformación del hábitat; se trata de comunidades eclesiales de base y de un conjunto de iglesias pentecostales y evangélicas que a través de sus acciones no sólo intervienen en los procesos de gestión sino que contribuyen a fortalecer el tejido asociativo barrial.
La mayoría de las organizaciones que actúan en el escenario barrial tienen personería jurídica. Esta característica, por un lado, les otorga el reconocimiento legal de las autoridades del gobierno local y, por el otro, las obliga a elegir periódicamente sus autoridades legitimándolas ante los vecinos asociados mediante mecanismos formales de elección. La antigüedad de las asociaciones del barrio Santa María pone de manifiesto que las organizaciones constituyen espacios de socialización y organización barrial en la medida en que recogen algunas de las necesidades de los vecinos y facilitan su gestión. Para lo cual han demostrado ser capaces, a lo largo del tiempo, de cambiar sus objetivos y resignificarlos en función de las nuevas realidades políticas y sociales.
En el caso de la Ex-AU3, los ocupantes no tienen fuertes experiencias de organización social que perduren en el tiempo; el desarrollo organizacional parece tener un ritmo cíclico de formación. Las incipientes formas organizativas que existen en el entramado de las ocupaciones surgen entre los ocupantes de un mismo inmueble (propiedad horizontal) o edificio. En estos casos, los vecinos se organizan y constituyen una especie de consorcio encargado de la remodelación, la limpieza, la pintura y otras cuestiones vinculadas al mantenimiento edilicio o a la provisión de los servicios.3 Las características de la traza y el deseo de los vecinos ocupantes de ocultar su situación de ilegalidad constituyen obstáculos para la organización. Una de las pocas experiencias organizativas y de mayor nivel de desarrollo por parte de los ocupantes fue la Mesa de Concertación. Esta instancia reunía a representantes de distintos sectores de la traza y del gobierno local con el fin de discutir sobre la situación habitacional de las familias ocupantes y posibles soluciones para resolver su condición irregular de tenencia de los inmuebles. En este punto, es importante señalar que la Mesa fue convocada unilateralmente por representantes del gobierno local y que su funcionamiento estuvo sujeto a cuestiones político-partidarias que, la mayoría de las veces, obstaculizaban las negociaciones en lugar de facilitarlas.
En 1998 se inicia un nuevo ciclo de organización impulsado por la Legislatura de la Ciudad en el marco de la ley 8 sancionada ese año. Esto obliga a desarrollar cierta organización territorial porque a diferencia los procesos anteriores ningún sector partidario desde el ámbito de la legislatura o del ejecutivo intentó hegemonizar el proceso. Es claro que un gran obstáculo es la indefinición del ejecutivo respecto del uso y destino de su patrimonio.
El papel de las organizaciones barriales....
Tanto en la Ex-AU3 como en el barrio Santa María, los vecinos se vinculan con las organizaciones barriales en la medida en que los acontecimientos de sus vidas cotidianas les plantean necesidades y demandas que las organizaciones pueden resolver. Uno de los ejemplos que podemos citar del barrio Santa María es el ciertos vecinos que se vinculan con una de las sociedades de fomento, interesados en escriturar sus viviendas; así otras organizaciones pierden centralidad porque no son relevantes en términos de los problemas que plantea su cotidianeidad.
En el barrio Santa María resulta interesante detenernos en las modalidades que asumen las relaciones organizacionales: numerosos relatos ponen de manifiesto que las organizaciones son gestionadas tanto por el dirigente elegido, como por sus familiares. En la gestión de las organizaciones no existe una clara delimitación del espacio de lo público y lo privado. Un reclamo de un vecino puede ser atendido por el dirigente o por un familiar que no pertenece a la comisión directiva. Las relaciones que se generan en el seno de las asociaciones están imbricadas con relaciones personales y familiares que exceden los límites de la propia organización.
Las tareas de ordenamiento urbano son delegadas en los dirigentes barriales; el dirigente encarna a la organización. Los reclamos se elevan al dirigente que actúa como intermediario entre los habitantes y el gobierno local. En ocasiones, el sistema de mediación se extiende a los parientes y allegados del dirigente que mediatizan el vínculo entre el dirigente y los vecinos. Las organizaciones y sus dirigentes actúan como mediadores ante el gobierno local, ellos gestionan los reclamos y las necesidades presentadas por los vecinos. En ese sentido, para los vecinos el dirigente es identificado como aquel que posee capacidad de gestión, "de conseguir cosas para el barrio". Los pobladores depositan gran parte de la responsabilidad en este lugar del sistema de mediación estado-sociedad. En muchos casos el barrio es visualizado por los vecinos como un espacio casi cerrado, limitado, alejado del centro de la ciudad; donde desarrollan gran parte de sus relaciones afectivas y reproductivas. De este modo, los funcionarios no aparecen en los relatos de los entrevistados, su lugar lo ocupan los dirigentes barriales.
Esta función mediatizadora de las asociaciones y sus dirigentes se relaciona con el estado de consolidación del barrio, la existencia precaria o limitada de servicios urbanos genera una alta afluencia de reclamos hacia la dirigencia. A medida que avanza el proceso de consolidación de los servicios básicos, las demandas decrecen. Los procesos vinculados a la producción del hábitat popular parecieran estar asociados a esta función mediatizadora de las organizaciones barriales.
Por otro lado, se relaciona con las propias capacidades del dirigente; él es el que sabe qué puerta golpear cuando se necesitan cosas, conoce a los funcionarios y la lógica de funcionamiento de las burocracias locales. Este saber de la gestión, producto de la experiencia acumulada en los diversos procesos de resolución de conflictos a lo largo de la historia barrial, sumado a un fuerte sentido de identidad territorial en parte de los dirigentes, llevan a la emergencia del liderazgo en el desarrollo de la experiencia organizativa del barrio Santa María, pero siempre en el contexto de la participación colectiva, cuya intensidad fluctúa según el modo en que son vividas ciertas necesidades construidas como colectivas.
En la Ex -AU3 los vecinos, también, delegan algunas cuestiones en el dirigente barrial a quien no necesariamente se lo identifica con una organización o como parte de la misma; el dirigente aparece como la persona que provee información y no como un mediador encargado de las tareas de gestión, no encarna la representación de una organización de base territorial. No existe una interacción tal que permita delimitar rasgos de una organización barrial y por lo tanto, no aparece una gestión colectiva de las diversas demandas, en la medida en que no se hace presente una amenaza externa, como eventualmente puede ser el desalojo. El perfil de los dirigentes puede asimilarse al de los "punteros" de las diversas agrupaciones políticas y por lo tanto, los vínculos establecidos con los vecinos son mas bien individuales, aislados, fragmentados y basados en las presiones o vaivenes a los que está sujeta una red política. El hecho de que los intentos más amplios de organización no se sostengan en el tiempo obstaculiza la posibilidad de constitución de un actor con perfil autónomo de base territorial.
Los funcionarios del gobierno local están simbólicamente presentes en el entramado barrial. Aparecen en los relatos de los entrevistados, cuando éstos hacen referencias a personas supuestamente enviadas, a funcionarios o empleados del gobierno municipal, a cobrar la cuota de los convenios de comodato. Asimismo, algunos entrevistados refieren concurrir asiduamente al edificio del Gobierno de la Ciudad a realizar trámites o averiguaciones. Los vecinos tienen la sensación de estar cerca de los funcionarios del gobierno local, piensan que tienen acceso a ellos. Sin embargo, estas percepciones no parecen tener correlato en la gestión de los inmuebles ocupados.
La resolución unilateral de las diversas necesidades que deben enfrentar los habitantes de la Ex-AU3, los ubica en una posición débil respecto al gobierno local. La ausencia de una trama organizativa lleva a que ante un posible desalojo, se encuentren en situación de fragilidad y precariedad para enfrentarlo. Los vecinos ocupantes desconocen los planes que el gobierno tiene para ellos, desconocen qué va a sucederles si avanza la construcción de la vía rápida más allá de la Avenida Congreso y sobre la traza (tal como estaba planeado originalmente) y carecen de información estratégica que les permita enfrentar en mejores condiciones su situación de inestabilidad e incertidumbre.
En el caso del barrio Santa María, es posible observar rasgos participativos en los entrevistados que se manifiestan en forma diferenciada, aunque exista una delegación de algunos aspectos de la gestión en otros vecinos que asumen así un mayor protagonismo.
Podríamos enmarcar lo señalado con lo planteado por Coraggio (1989) en cuanto a considerar la participación como conjunto de "decisiones o acciones de integraciones sociales, colectivos más o menos heterogéneos, donde la voluntad de conjunto es una auténtica construcción de sus miembros, o de una parte de ellos en nombre del resto, en base a una prefiguración de las macroestructuras que se quieren obtener ("el proyecto social)". En este sentido, la participación así definida- como tomas de decisiones colectivas-, se inscribe y es parte constitutiva de procesos dinámicos y complejos de estructuración social (Giddens: 1995) que constituyen políticas -a veces explícitas y otras implícitas- que expresan un estado de la relación entre sociedad civil-Estado (en este caso organizaciones sociales y ciertos ámbitos del gobierno), como una expresión particularizada donde es posible analizar la confluencia entre "estructura en transformación" y " proceso social" . (Rodríguez: 1998).
El nivel de participación, en el barrio Santa María, en el que los pobladores participan en agrupamientos prácticos, como movimientos por la vivienda, organizaciones de mujeres (en este caso vinculadas a lo religioso), podría asimilarse a la categoría de Coraggio (1989) de "colectivo segmentado", en el que cada uno posee "metas colectivas comunes más o menos bien determinadas, referidas a algún aspecto segmentado de lo humano, pero generalmente relativas a la obtención colectiva de algunas de las condiciones materiales o espirituales que históricamente han venido a requerir su reproducción en la vida cotidiana".
Por su lado y con base en este encuadre conceptual, las acciones y decisiones que delimitan la calidad de la participación en la Ex-AU3, se hallarían más próximas a la categoría de lo "particular privado", en cuanto surgen y se efectivizan individualmente, desde cada vecino hacia las múltiples instancias públicas o privadas que constituyen el referente obligado para la canalización de sus demandas.
Los instrumentos de regularización dominial.
Resulta significativo destacar que los instrumentos elegidos por el propio gobierno municipal para viabilizar la gestión del hábitat también pueden facilitar u obstaculizar la organización de los vecinos. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, el gobierno aún no decidió que va a hacer con los inmuebles de propiedad municipal. Algunos ocupantes poseen convenios de comodato4, pero no como una política homogéneamente sostenida en el tiempo. Este tipo de contrato que se suscribe entre los funcionarios del gobierno local y el ocupante, no exige en principio, mediación de organización alguna. Es un recurso que brinda para algunos una pátina de legalidad a la situación de ocupación.
En el caso de Quilmes, existen dos políticas de regularización dominial. Una de ellas afecta a la porción más grande del barrio, principalmente ocupado mediante loteos clandestinos. Estas tierras que eran de diversos propietarios, siendo el principal el estado nacional, son expropiadas y/o cedidas a favor del estado provincial, el cual luego realiza la apertura de calles y la subdivisión de los lotes y los vende a los ocupantes mediante la ley provincial 10.061 del año 1983.
Lo recaudado era depositado en un fondo para llevar adelante obras de urbanización en el barrio Santa María; mediante este sistema se ha regularizado un 85 % de los terrenos efectados (Lanzetta, 1996). El otro instrumento de regularización data de comienzos de los años '90, se trata del Programa Arraigo que se aplicó en la franja que originalmente estaba afectada al Acceso Sudoeste. La modalidad cambia, el estado nacional subdivide la porción de tierras en tres y vende un macizo por cooperativa, las que estan formadas por los beneficiarios. Estas cooperativas deben cobrar la porción que le corresponde a cada ocupante-beneficiario, además de llevar adelante todas las tareas de urbanización: apertura de calles, subdivisión de lotes, aprobación de planos, relocalización de algunas familias, etc. Esta política de regularización se encuentra aún en etapa de implementación.
Vínculos entre vecinos.
Al igual que en la Ex-AU3, en el barrio Santa María las relaciones de vecindad se refieren a la trama de vínculos más inmediatos y cotidianos; asimismo, se generan en un espacio físico restringido: la cuadra, el mismo inmueble, el mismo terreno, etc. Sólo aquellos vecinos que tienen una trayectoria diferente en términos de participación en organizaciones sociales y/o políticas, tienen una perspectiva más amplia capaz de construir discursivamente una identidad colectiva ajustada a la delimitación territorial del barrio. En el caso de las ocupaciones, aquellos vecinos que han tenido algún tipo de inserción político-partidaria son los que podrían construir un sujeto colectivo (ocupante de inmuebles) que engloba el conjunto de personas que comparten la situación de ocupación. Mientras que en el barrio Santa María la construcción de un sujeto colectivo tiene como eje al "barrio"; el barrio como figura discursiva no aparece en los relatos de los ocupantes de inmuebles en la Capital Federal.
Las figuras discursivas en relación a las que se construyen estas relaciones de vecindad son muy similares en ambos casos; las "malas juntas", "los buenos vecinos", también están presentes en el barrio Santa María. En ambos casos la figura del vecino y sus características se construyen con base en las experiencias más cercanas, inmediatas, a las características que asume la relación con el "vecino de al lado". Estas, cubren un espectro que va desde un marco de reciprocidad, de intercambio de bienes, de solidaridad ante las necesidades mutuas, hasta aquellas en las que el acceso a algunos servicios, como por ejemplo el agua, o el uso de una zanja en común se asumen desde una apropiación individual, sin considerarlos como bienes colectivos, lo que instala cotidianos conflictos en la relación.
La gestión de los servicios.
Los ocupantes de la Ex-AU3 resuelven el acceso a los servicios individualmente o, a lo sumo, entre vecinos de un mismo inmueble o edificio. Los servicios de consumo colectivo (alumbrado público, asfalto, etc.) están garantizados y existen en la ciudad de Buenos Aires antes que surgieran las ocupaciones. Los reclamos de los vecinos ocupantes giran en torno a servicios que se gestionan y se consumen individualmente. En el barrio Santa María, todos los servicios, sean de consumo colectivo o individual, debieron ser gestionados por los propios vecinos; durante un largo tiempo en el barrio no existía ni asfalto, ni luz, ni teléfono, ni agua y aún hoy algunas zonas del barrio carecen de ello. Los servicios de consumo colectivo son gestionados directamente por las asociaciones de fomento o las cooperativas; otros servicios de consumo privado, como por ejemplo el agua, las cloacas, etc., también fueron gestionados por esas organizaciones pues no existía en el barrio la infraestructura necesaria para que los vecinos accedieran a ellos.
En este punto, nos interesa destacar que el proceso de privatización de los servicios urbanos implica, también, la privatización de su gestión, atentando contra la organización de los sectores populares en la gestión colectiva por el mejoramiento del hábitat. Asimismo, los altos costos de instalación de los servicios y el pago de mensual o bimestral de los mismos atenta contra las posibilidades de las familias de mejorar las condiciones internas de sus viviendas, su vida cotidiana y, en última instancia, contra la posibilidad de cumplir con el pago de cuotas previstas en los planes de regularización dominial.
Muchos de nuestros entrevistados señalaron que el pago de los servicios representaba un alto porcentaje de sus ingresos familiares.
La cuestión del capital social.
Las distintas formas que asume la gestión de los servicios, también, marca importantes diferencias en el potencial de interacción que existe entre los vecinos de un barrio. En el barrio Santa María, la presencia de organizaciones a lo largo del tiempo se ancla precisamente en la experiencia de la gestión colectiva de los servicios y de la regularización dominial de los terrenos.
Asimismo, la forma que asume la gestión en el barrio Santa María favorece el desarrollo de liderazgos vinculados a las sociedades de fomento y a las cooperativas. En el caso de la Ex-AU3, tal como señaláramos anteriormente, las interacciones entre los ocupantes son muy limitadas, mientras que la gestión de los servicios y de la tenencia de los inmuebles asume una modalidad casi exclusivamente privada. En este contexto, el desarrollo de liderazgos locales se torna mucho más dificultoso. Si bien los liderazgos locales perduran, estos no se traducen en un sostenimiento de una organización colectiva de base territorial.
Cuando la organización decae, esos liderazgos privilegian otras inserciones o modalidades de intervención en los procesos de gestión,.
Las redes de reciprocidad y la cooperación mutua -es decir, el capital social con que cuentan los vecinos de un barrio (Putnam, 1995; Moser, 1996)- constituyen importantes activos que aumentan sus oportunidades de negociación ante las distintas instancias del gobierno local. Cuando la reserva de capital social es pobre, ya sea por cuestiones físicas del entramado barrial que no favorecen su desarrollo o por aspectos relativos a la necesidad de asimilarse a los grupos que son referencia entre los vecinos -en general, grupos de posiciones socio- económicas más altas-, resulta más difícil hacer frente a los problemas vinculados a la gestión de los servicios y a la tenencia del terreno o el inmueble. Asimismo, las diferencias en el capital social se reflejan en el tipo y la duración de las organizaciones barriales.
Los vecinos del barrio Santa María consolidaron sus redes de interacción por medio de los distintos procesos de negociación colectiva con diferentes funcionarios del gobierno local y en contextos históricos diferentes, produjeron organizaciones capaces de negociar y conseguir mejoras en los servicios urbanos - acceso, provisión y suministro- y en el acceso al hábitat. Establecieron además, modalidades de funcionamiento que tendieron a la integración del conjunto de los vecinos, reforzando la legitimidad de las organizaciones barriales ante los vecinos. Todos estos rasgos que se vinculan al grado de capital social, brindan a los habitantes del barrio, mayores posibilidades de ejercer una ciudadanía plena.
Entre los ocupantes de la Ex-AU3, la reserva de capital social es menor y por ende, las organizaciones barriales están menos desarrolladas. Las relaciones basadas fundamentalmente en redes de carácter clientelar, jerárquicas, con un limitado espectro de representación, son factores que atentan contra la acumulación de un mayor capital social.
En este punto nos interesa dialogar con algunas conclusiones a las que llega Moser (op.cit.:17); la autora señala que la crisis económica y la pobreza de ella derivada son los principales factores que ejercen presiones opuestas en el desarrollo del capital social. En el caso de la Ex-AU3, si bien la crisis económica actúa en última instancia como factor determinante que impulsa a las familias a convertirse en ocupantes, existen otros factores tales como las características de la traza, la ubicación de los inmuebles ocupados -en general, están separados unos de otros-, la necesidad de ocultar la condición de ocupantes y de asimilarse a sus vecinos de clase media que impiden la acumulación de capital social. La traza de la Ex-AU3 constituye en sí un ámbito socialmente heterogéneo.
Coexisten en ese territorio diversas realidades no sólo dentro del mundo de los ocupantes de inmuebles, sino entre ellos y los vecinos propietarios. En este contexto las condiciones de posibilidad para la acumulación de capital social se complejizan.
La cuestión acerca de qué tipo de organizaciones y de redes sociales favorecen la acumulación de capital social es una cuestión compleja. A juicio de Putnam (op.cit.:76), la existencia de un tejido asociativo denso es un buen punto de partida para asegurar las reservas de ese activo. Los vecinos del barrio Santa María cuentan, en este sentido, con algunas ventajas respecto de sus pares de Capital Federal; sin embargo tienen un camino por recorrer en lo que hace a la horizontalidad de las relaciones y la asunción de responsabilidades colectivas -no delegación de responsabilidades exclusivamente en los líderes-, que permitan una mayor rotación en el ejercicio del rol dirigente de la organización. Estos atributos caracterizan a las reservas de capital social más productivas.
La gestión del gobierno local y la reproducción de los sectores populares urbanos.
En los casos que hemos analizado, la gestión del hábitat remite a un conjunto de prácticas políticas y sociales a través de las cuales se gestionan, al mismo tiempo, las demandas de la población y las respuestas técnicas y administrativas a estas demandas. Dichas prácticas ponen en interrelación el aparato estatal y la sociedad civil (Coulomb; 1993:18). El hecho de que la gestión del hábitat entre los sectores populares articule constitución de la demanda y producción de la oferta de terrenos y/o inmuebles, parece ser una característica fundamental tanto en el caso del barrio Santa María como en el de la Ex-AU3.
Sin embargo, del análisis de los casos, surge claramente que esta forma de gestionar del hábitat popular no es única sino que existen diversas formas de gestión que guardan estrecha relación con los instrumentos de política que el gobierno local diseña e implementa en tanto aspecto fundamental de la gestión y con las capacidades y posibilidades que los propios involucrados tienen para articular sus demandas.5
En el barrio Santa María los procesos de constitución de las demandas - fundamentalmente a cargo de las organizaciones barriales- son progresivamente acompañados por la implementación de procesos de regularización dominial y de reconocimiento, por parte de las autoridades locales, del derecho de las familias a vivir en ese predio. La implementación de instrumentos de política que, aún fragmentados, legalizan la toma y la ocupación de las tierras remite a un conjunto de prácticas políticas y sociales que se desarrollan paralelamente al fortalecimiento del tejido asociativo barrial, a la consolidación del barrio como lugar de identificación colectiva y a la construcción de una historia de relaciones e interdependencias entre los vecinos y entre ellos y los líderes de las asociaciones barriales.
En el caso de la Ex-AU3, la nota distintiva es que los procesos de constitución de la demanda son procesos silenciosos, individuales, particulares y fragmentados que, aún cuando articulan necesidades sociales con el ámbito de la satisfacción, permanecen en la órbita de lo particular. A esta forma particular de constitución de la demanda se suma la existencia de instrumentos de política -el contrato de comodato, por ejemplo- que recluyen a los procesos de gestión estrictamente a la esfera individual. Desde 1983, ningún gobierno negó en forma contundente el derecho de las familias a ocupar los inmuebles de la traza, pero tampoco han diseñado instrumentos tendientes a la regularización del sitio ocupado. La creación de una vía rápida de acceso a la Capital Federal que avanza sobre parte de la traza y la consiguiente valorización de los inmuebles aledaños, agudiza el riesgo que tienen las familias ocupantes de ser desalojados. A pesar de ello, la cuestión de fondo, el debate acerca del derecho al uso y la disposición del espacio urbano por parte de los sectores populares es una de las deuda pendientes del Gobierno de la Ciudad. En este sentido, retomando a Coulomb, la política implícita que se ha sostenido desde los ámbitos de gobierno no permite producir o estructurar algún tipo de oferta de inmuebles para los grupos de sectores populares de la ExAU3 - esto se inscribe en una indefinición más global- por la cual no se asumen medidas tendientes a estructurar submercados que los contemplen, rasgo que, desde lo económico, se complementa o refuerza la debilidad del "derecho a la ciudad", expresada en lo político.
Palabras finales
Los dos casos analizados dan cuenta de una transición del espacio urbano habitado a dos niveles: uno refiere a los cambios producidos en las formas organizacionales que los pobladores han construido a lo largo del período de ocupación; el otro a los componentes materiales del hábitat.
Desde el punto de vista de las formas organizativas, el barrio Santa María ha tenido un proceso que pasó en una primera etapa, hasta mediados de los '70, por un período de formación de asociaciones vecinales y de disgregación en la acción.
Luego le sigue un período en que las organizaciones barriales se fortalecen y se articulan en función de lograr la regularización dominial, a medida que se avanza en la diagramación de la política pública y luego en la implementación de la misma, las organizaciones se fortalecen y van logrando una inclusión muy amplia del conjunto de los pobladores en las decisiones. Una vez que estas organizaciones van alcanzando consolidar los componentes materiales del hábitat, el nivel de convocatoria de vecinos decae, pero dentro de un funcionamiento estable, con nuevos objetivos como la recreación infantíl. Paralelamente se estabilizan en su funcionamiento otras estructuras organizativas, entre las que hemos destacado las religiosas y educativas. La transición ha significado pasar de una etapa de formación y auge, a otra de estabilización de esas formas organizativas que cuentan con un alto grado de institucionalización. Desde mediados de los '80, el nivel de actividad decae en períodos electorales, esto es así por la presión a la que son afectados sus dirigentes desde el campo político, generando desmovilización y cierta desconfianza entre los vecinos.
En el caso de la ex-AU3, la situación es otra. A lo largo del tiempo se genera un proceso de redefinición constante de las formas organizativas, caracterizado por un muy bajo grado de institucionalización. Esto ha tenido como resultado la imposibilidad de generación de un actor colectivo con peso suficiente para poder incidir en los procesos de gestión ante el Gobierno de la Ciudad. Podemos decir que el nacimiento de estas organizaciones ha sido fluctuante a lo largo del tiempo, y esa fluctuación se movió al compás del calendario electoral. Esto es así, porque la formación de estas organizaciones han estado inducidas, en términos generales, desde el campo político partidario. La activación de la vida política ha significado un resurgimiento de las organizaciones de ocupantes, lo cual pone de manifiesto el escaso nivel de autonomía de estas últimas.
Respecto a los componentes materiales del hábitat, el barrio Santa María ha transitado un proceso de más de 35 años, en el cual unas tierras afectadas a uso rural pasan a ser urbanas. En ese período se llevan a cabo distintos procesos de gestión tendientes a la regularización dominial de las tierras ocupadas, paralelamente se construyen, reconstruyen y consolidan los componentes materiales del hábitat, en particular la infraestructura de servicios. En este caso, la transición significó la construcción y consolidación de un barrio que se conecta, sin discontinuidades, al resto de la trama urbana de la ciudad y se integra a la vida social y política del municipio. Si bien actualmente existen proyectos de inversión urbana en la vecindad de estos predios, como la construcción de un parque industrial en los terrenos del Batallón 601, Domingo Viejo Bueno, esto no parece amenazar la permanencia de los pobladores al barrio; por el contrario, aparece como un proyecto funcional a esta área residencial de sectores de bajos recursos.
En el caso de los ocupantes de la ex-AU3, ellos se insertan en una trama barrial preexistente, donde el conjunto de los componentes materiales del hábitat están consolidados como parte de una zona urbana de localización excepcional que potencia esta característica conforme transcurre el tiempo, la ciudad central del AMBA se revaloriza a partir de su inserción privilegiada como ciudad primada del país y el gobierno local no define políticas de regularización dominial explícitas hacia los sectores de menores ingresos que viven en los barrios de la ciudad. A ello se suma el predominio de una modalidad de gestión individual del sitio donde vivir por parte de los habitantes de la traza, es decir, mediada predominantemente por una estructura relaciones personales, lo cual debilita y pone en duda las posibilidades reales de acceso a soluciones ciertas para la población más pauperizada. Las actuales obras viales que se llevan adelante en el área y los procesos de valorización del suelo urbano ponen en duda el escenario futuro: +será el de la integración de esta población, dando lugar a la reconfiguración del barrio como socialmente heterogéneo e integrado?; +se mantendrá la actual heterogeneidad social, pero sin que estos pobladores se integren con la vida social del barrio?; +o este será este otro capítulo más de los desalojos de Capital Federal?.
Bibliografía citada
- Coraggio, José Luis: "La participación popular: ideologías y realidad".... Ponencia presentada al XIII Seminario Latinoamericano de Trabajo Social, 1989, Quito, Ecuador.
- Coulomb, René (1993). "La participación de la población en la gestión de los servicios urbanos: privatización o socialización?". En Azuela, A. y Duhau, E. (coord.) Gestión urbana y cambio institucional. Ed. UAM, México.
- Giddens, Anthony (1995). La constitución de la sociedad. Bases para una teoría de la estructuración. Amorrortu editores. Buenos Aires, 412 pp.
- Herzer et al (1997). "Aquí está todo mezclado. Percepciones de familias ocupantes de inmuebles en Buenos Aires". Revista Mexicana de Sociología vol, 59. N| 4.Oct-Dic 1997, 187-217 pp.
- Lanzetta, Máximo (1996). "Sistemas de mediación estado-sociedad local en la gestión de la regularización dominial. Barrio Santa María, Bernal Oeste". Nuevo Espacio. Revista de Sociología. Año 3, número 3. Carrera de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. Buenos Aires, 45-60 pp.
- Moser, Caroline (1996). "Confronting crisis. A comparative study of household responses to poverty and vulnerability in four urban communities", Environmentally Sustainable Development Studies and Monograph Series núm. 8. The World Bank, Washington DC, 100 pp.
- Putnam, R. (1995); "Bowling Alone: America's declining social capital". En Journal of Democracy, vol. 6, n| 1. USA.
- Rodríguez, María Carla (1998). "Consecuencias del proceso de reestructuración estatal sobre la política habitacional". Tesis de Maestría UNGSM.
- Rodríguez, María Carla (1996). "+Soluciones que involucran a todos? El caso de la ex-AU3: análisis de un proceso de gestión". Nuevo Espacio. Revista de Sociología. Año 3, número 3. Carrera de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. Buenos Aires, 95-113 pp.
NOTAS
1 Area de Estudios Urbanos. Instituto de Investigaciones Gino Germani.
2 Herzer et al (1997).
3 Algunos de los inmuebles aún no han sido subdivididos y reciben una única factura por servicios tales como agua o gas; en estos casos el encargado o el delegado del edificio se encarga de dividir el monto de la factura por la cantidad de familias que allí viven y cobrar a cada una lo que corresponde.
4 De acuerdo con el Código Civil argentino, el comodato es un contrato gratuito; se trata de un préstamo de uso que puede ser por tiempo indefinido. En consecuencia, la entonces Municipalidad, al solicitar el pago de un canon, efectúa contratos de locación encubiertos. El municipio establecido estos convenios en la ex AU3 y en inmuebles de su propiedad localizados en otros barrios como La Boca y San Telmo.
5 Las prácticas que se desarrollan en torno a la gestión del hábitat, bien sea las que son promovidas desde el aparato institucional público -político o administrativo- bien sea las que son promovidas por organizaciones sociales, constituyen aspectos fundamentales del proceso de gestión definido en texto.
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