3ra Jornadas Internacionales
Estado y Sociedad

LA RECONSTRUCCIÓN DE LA ESFERA PÚBLICA

Centro de Estudios Avanzados (CEA - Universidad de Buenos Aires -UBA)

Octubre de 1998

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
https://www.equiponaya.com.ar/
info@equiponaya.com.ar
NOMBRE: Mónica Sacchi

TITULO PROFESIONAL: Licenciada en Sociología y Master en Ciencias Sociales, FLACSO.

INSTITUCION DE PERTENENCIA: Universidad Nacional de Salta

DOMICILIO: Los Abedules 77 - (4400) Salta.

TELEFONO: (087) 39-0456

FAX: (087) 39-6503

CORREO ELECTRONICO: vandam@unsa.edu.ar

AREA TEMATICA: Reestructuración del Estado y Sociedad.

Atención de la salud y condiciones de vida: viejas y nuevas demandas.1

RESUMEN

El cuidado de la salud de las personas y la demanda de servicios asistenciales y/o preventivos, tiene que ver por un lado con los factores particulares de la población en situación de riesgo y con las características de la oferta de los servicios de salud.

Esta última condiciona de diferente manera su utilización de acuerdo a las particularidades de la población de riesgo, siendo su situación de pobreza una de las que se destacan como importante de diferenciar, ya que presentan problemáticas de salud y percepción de las mismas que requieren de respuestas más complejas.

Las políticas sociales, y dentro de ellas las de salud deben ajustarse a los cambios de la población usuaria de sus servicios, siendo de particular importancia conocer lo que esperan, critican y demandan.

El objetivo del presente trabajo es indagar acerca de la utilización de los servicios públicos de salud de los hogares pobres, según la condición de pobreza de los mismos (estructural o empobrecida) y de acuerdo a algunas dimensiones de especificidad como son los grupos aborígenes, los niños y las mujeres, relacionándolo con percepciones del proceso salud-enfermedad.

Como estrategia metodológica se organizaron grupos focales, talleres y entrevistas en profundidad. Además se aplicaron 300 encuestas en Salta capital y cuatro localidades del interior.

INTRODUCCION

El cuidado de la salud de las personas y la demanda de servicios asistenciales y/o preventivos, tiene que ver por un lado con los factores particulares de la población en situación de riesgo y con las características de la oferta de los servicios de salud.

La demanda de una prestación ya sea curativa o de control, está mediada por el origen social y cultural de la persona, por el nivel de educación, por el conocimiento, valoración y actitud que tenga sobre el proceso salud-enfermedad.

Andersen y Newman agrupan a estos factores en tres componentes: predisposición, capacidad y necesidad.

La predisposición es la propensión de los individuos a utilizar los servicios.

Incluyen factores como la edad, el sexo, la cultura, el nivel educativo y los valores atribuidos al proceso salud-enfermedad. La capacidad se refiere a los recursos individuales y familiares tales como ingreso y cobertura de salud. La necesidad significa el nivel de enfermedad (asistencial) o la valoración del cuidado (preventivo) de parte de los individuos. La necesidad no es únicamente la percepción de cada persona sino que resulta de una interacción entre la demanda y la oferta, ya que el sistema de salud también la determina. Este aspecto es interesante en la medida que se produce una adecuación de la demanda, muchas veces originada por la estructuración de la oferta de los servicios.

Estos tres componentes tienen una variabilidad directamente asociada a dimensiones sociodemográficas como son las referidas al tipo de hogar según característica de pobreza; al tamaño y la composición del grupo familiar y a la inserción en el mercado laboral.

Por otra parte, las características de los servicios de salud juegan un papel determinante para la accesibilidad al sistema. Las políticas de salud establecen las reglas de juego que favorecen o no la accesibilidad al sistema. En la provincia de Salta, el programa de Atención Primaria de la Salud (con más de veinte años de vigencia) ha jugado un papel preponderante en la consolidación de prestaciones de educación y promoción de la salud. El peso político, social y económico de éste como otros programas que justamente buscan una mayor captación de usuarios del sistema, ha variado históricamente.

Dentro de los aspectos que caracterizan a los servicios de salud, pueden mencionarse los recursos, tanto humanos como de capital destinados para la atención de la salud y su distribución en un área determinada. Los aspectos organizativos que incluyen horarios de atención, el tiempo de espera, demoras e interrupciones en la prestación de los servicios y en general todos aquellos factores que obstaculizan o facilitan los esfuerzos del paciente para obtener atención médica (Aday y Andersen). Los geográficos se refieren a la distancia física que debe recorrer para ser atendido, siendo éste un variable determinante en zonas rurales, pero también importante en las urbanas por la limitación de las familias de escasos recursos para el pago de transporte. Por último los factores económicos, que consideran la capacidad de los hogares para hacer frente a los gastos de la práctica asistencial o preventiva.

La característica de la oferta de salud condiciona de diferente manera su utilización de acuerdo a las particularidades de la población de riesgo, siendo su situación de pobreza una de las que se destacan como comportamiento diferencial.

Partiendo de la clasificación de pobreza asociada a las formas de medición de la misma, por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y por la Línea de Pobreza (LP), se determinan los grupos que se identifican como los pobres estructurales y los empobrecidos o nuevos pobres.

La heterogeneidad de la pobreza, que surge de situaciones de carencia distintas y donde es especialmente relevante la situación previa y la trayectoria reciente, ubica a los hogares en posicionamientos sociales diferentes. Por otro lado, la especificidad en los distintos grupos de acuerdo al sexo, edad y pertenencia sociocultural (minorías étnicas) produce modos de utilización diferenciales de los servicios de salud, así como demandas y críticas específicas.

La percepción de los servicios de atención de la salud, en cuanto a la calidad de las prestaciones y la forma de organización está relacionada al modo en que históricamente los usuarios se han vinculado a ellos, y a la posibilidad de establecer una comparación con experiencias previas, especialmente en los nuevos pobres que por desempleo o por precarización del trabajo, han perdido su cobertura de salud y se han sumado a los pobres estructurales como usuarios del sistema público, hasta entonces privativo de "los pobres de siempre".

Hoy en día, en los hospitales del interior de la provincia se sientan en una misma sala de espera un ex empleado público, un albañil y un hachero aborigen. Cada uno espera, demanda y critica distintos aspectos en la atención de la salud. Cada uno acude en momentos y circunstancias distintas. Algunas muy distantes y otras cada vez más cercanas.

FORMULACION DEL PROBLEMA

La pobreza es la manifestación de privaciones de consumo y servicios básicos para llevar una vida digna. La salud, junto con el ingreso, la educación, la vivienda, el vestido, la recreación, son aspectos que determinan los niveles de pobreza de los hogares.

En los últimos años vastos sectores de la población argentina han sufrido un proceso de empobrecimiento, que en la provincia de Salta ha tenido un especial impacto, debido a que la población ya tenía niveles muy precarios de vida. Salta ocupa el primer lugar en cuanto a porcentaje de población con Necesidades Básicas Insatisfechas (37,1%), duplicando prácticamente la media nacional (19,9%).

Dieciocho mil salteños son aborígenes según el Censo Aborigen de 1983, teniendo una doble condición de vulnerabilidad, por ser pobres y además indígenas.

Los valores correspondientes al ingreso per cápita ($5396) la colocan en una posición intermedia respecto a la media nacional ($8350), que al relacionarlo con el alto porcentaje de hogares con NBI está indicando la desigual distribución de la riqueza, con regiones y población muy ricas y muy pobres simultáneamente.2 Este proceso de empobrecimiento ha afectado de diferente modo a los distintos sectores sociales produciendo una heterogeneidad de la pobreza y también una especificidad en los distintos grupos, según condiciones de sexo, edad y minoría étnica.

Estos sectores y grupos sociales tienen modos diferenciales de utilización de los servicios públicos de salud y presentan problemáticas de salud que requieren de respuestas particulares y específicas.

Considerar a la población usuaria de los servicios de asistencia pública como un grupo homogéneo e indiferenciado, no permite diseñar políticas de salud que den respuesta a los procesos de cambio en la estructura social de la Argentina, produciendo en su defecto, sistemas tácitos de estratificación al interior de los servicios, que agudizan y profundizan la brecha entre los distintos sectores sociales.

El objetivo del presente trabajo es indagar acerca de la utilización de los servicios públicos de salud de los hogares pobres, según la condición de pobreza de los mismos y de acuerdo a algunas dimensiones de especificidad como son los grupos aborígenes, los niños y las mujeres, relacionándolo con percepciones del proceso salud-enfermedad.

METODOLOGIA

Se analizarán los datos obtenidos del trabajo de investigación "Estudio participativo de la pobreza" (CEIDEA, 1998) para el cual se aplicaron las siguientes herramientas metodológicas: - Aplicación de una encuesta a 300 hogares pobres (estructurales y empobrecidos), en Salta Capital y cuatro localidades del interior de la provincia (Tartagal, Pichanal, Morillo y Guachipas), tomándose para el presente trabajo las preguntas referidas a la visión de los propios afectados sobre salud y alimentación.

- Realización de grupos focales3 según tipo y especificidad de pobreza en las localidades de Salta Capital, Tartagal y Guachipas.

- Organización de Talleres en la ciudad de Salta y Morillo con referentes de organizaciones barriales y beneficiarios de programas sociales.

- Entrevistas a población aborigen de las localidades de Tartagal, Pichanal y Morillo.

Se considera como población pobre estructural a aquellos que

fueron pobres históricamente y que desde hace algunos años se los ha identificado como hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), ya que poseen alguna de las siguientes tres características: vivienda precaria; vivienda sin descarga de agua y hacinamiento de la vivienda (habitan más de tres personas por cuarto).

Los hogares empobrecidos o nuevos pobres son aquellos que están por debajo de la línea de pobreza4, o que algún miembro del hogar quedó sin trabajo y no pudo encontrar uno desde entonces, o que perdieron su cobertura en salud.

RESULTADOS

Para el análisis se tomarán en cuenta en forma conjunta los datos recogidos de las diferentes herramientas aplicadas, triangulando cuando es posible la información obtenida. Por las características de las mismas, algunas han permitido indagar mejor que otras los distintos aspectos de la problemática que se desarrolla.

El grupo específico de los aborígenes fue trabajado únicamente a través de las entrevistas realizadas a los propios interesados, siendo su análisis a partir de los testimonios recogidos con este recurso metodológico.

Los resultados se desarrollan a partir de tres ejes de análisis:

La importancia de la salud; los problemas de salud y la valoración y utilización de los servicios.

La importancia de la salud Respecto a la valoración de la salud, se observan diferencias destacables entre pobres y empobrecidos con relación a la percepción de lo que es o no es estar sano. Para el primer grupo de pobres, enfermedad es la que doblega o ponen en riesgo la vida. La capacidad o no de funcionamiento (Milton Terris) es la que determina la situación de estar sano o enfermo en los adultos. Este límite tiene relación con la idea del cuerpo como instrumento de producción o trabajo. Solo cuando ya no se puede trabajar (en el ámbito doméstico o extra doméstico) se considera que se está enfermo. Esto varía significativamente de acuerdo a la situación familiar y laboral de la persona. Mujeres solas jefas de hogar que trabajan en el mercado informal (donde habitualmente se insertan laboralmente) tienen una percepción más tardía de la enfermedad. Para ellas, el tener que destinar horas de su tiempo de trabajo en concurrir a un servicio de salud para ser atendidas, significa no poder generar ingresos para ella y su familia. Por otra parte, la organización de los servicios de salud, que requiere (en la mayoría de los casos) estar desde muy temprano y esperar varias horas, condiciona la demanda en su utilización.

La utilización más intensiva del cuerpo para realizar trabajos también modifica la percepción de un problema de salud, y de allí la importancia en su cuidado en estadios más precoces (Llovet J.J., 1984). El umbral del dolor, por ejemplo, es diferente de acuerdo a la actividad que la persona realiza. Hombres que trabajan como albañiles, en la cosecha del tabaco o cargando y descargando mercadería, tienen un uso intensivo de su cuerpo que les impide percibir una expresión de dolor cuando éste comienza a manifestarse. Su percepción es mucho más tardía y consecuentemente su reacción frente al problema es posterior.

Tanto en los talleres como en los grupos motivacionales, al hablar del proceso de salud-enfermedad en la familia, los sectores de pobreza estructural se referían fundamentalmente a los niños. Esto refuerza lo antes señalado, en el sentido que el lugar de la salud es diferente según se trate de ellos o de los niños. Para los adultos en los sectores de pobreza histórica, la salud es una procupación por los hijos fundamentalmente.

Para los empobrecidos la salud es una situación mucho más compleja, que abarca un amplio abanico desde la prevención hasta la enfermedad grave y que requiere de intervenciones específicas. Las trayectorias de vida hablan en la mayoría de los casos de cobertura de salud (por Obras Sociales fundamentalmente), lo que les permitía en un pasado no muy lejano, un uso bastante regular de servicios de especialistas como oftalmólogos, traumatólogos o neurólogos, siendo su acceso en forma muchas veces directa, sin la intermedicación de un médico que los derivara.

Este "hábito", combinado a un mayor acceso a información y conocimientos previos, conduce a una mayor demanda de especialistas, ya que por otro lado la visualización del problema de salud es mucho más específica.

Es así como la necesidad de utilización de un servicio, en este caso curativo, resulta de una interacción entre la oferta y la demanda y no únicamente de la percepción del problema. En los sectores de nuevos pobres, la posibilidad de acceder a un especialista quedó instalada como demanda específica ante un problema de salud, de allí el requerimiento de intervenciones más complejas y de acuerdo a especialidades.

Los problemas de salud Los problemas de salud son también diferentes, manifestando los sectores empobrecidos una diversidad de enfermedades psicosompáticas en los adultos, producto de la pérdida de una situación de seguridad y estabilidad y a la vivencia de que "no hay salida". Ellos incluyen como problemas de salud los relacionados con factores psicológicos como depresión y ansiedad, vinculándolos a la pérdida del empleo y/o a la crisis económica que atraviesan.

Testimonios de crisis familiares y de "desintegración" en el hogar dan cuenta de las consecuencias que producen los cambios en la situación laboral al interior de la familia.

Estos sectores, con una tradición mas arraigada del hombre como proveedor, viven mas traumáticamente que el jefe esté desempleado o que lo que genera como ingreso no sea suficiente para mantener el hogar. Miembros de la familia (muchos de ellos por primera vez) tienen que incorporase al mercado de trabajo y la pérdida de autoestima que este proceso genera, especialmente en los hombres adultos jefe de hogar, produce estados depresivos, angustia y un sentimiento de vergüenza por no poder ser el sostén del hogar, desencadenando una serie de problemas de salud de orden psicológico.

Los empobrecidos por otra parte, con un mayor conocimiento y manejo de trastornos de salud mental, visualizan y expresan estos desórdenes incluso en el rendimiento de los hijos en el estudio.

Para ellos, especialmente los que provienen de sectores de clase media más acomodada, la situación de caída y de consiguiente reajuste y adaptación es mucho más traumática.5 La preocupación por el proceso de salud-enfermedad de los pobres de siempre, como se mencionaba anteriormente, está asociada con los niños más que con los adultos.

Las enfermedades infectocontagiosas (diarreas, infecciones respiratorias, etc.) y los problemas vinculados a la falta de una adecuada alimentación, donde el problema del hambre llega a niveles alarmantes, son los percibidos como más importantes.

El embarazo adolescente es una preocupación reiterada y manifestada con mucha fuerza. Jóvenes que se convierten en padres cada vez a más temprana edad, siendo un reclamo de los adultos la demanda de programas de educación en esta temática.

En los aborígenes, por sus prácticas tradicionales, la percepción del problema y la búsqueda de asistencia en el sistema "oficial" de salud es mucho más postergada, tanto por que éste es utilizado como último recurso, como por tener un umbral más tardío en cuanto a la percepción misma del problema de salud.

A pesar de que los aborígenes parten de concepciones del proceso de salud- enfermedad diferentes a los pobres estructurales6, ambos lo relacionan principalmente con la alimentación deficiente y con la falta de abrigo en segundo lugar.

De acuerdo a los datos de la encuesta, solo la mitad de los hogares expresaron que la situación alimentaria en el hogar era buena, el 41.3% dijo ser regular y un 8.7% mala.

Tanto los pobres estructurales como los empobrecidos consideran como grupo de mayor vulnerabilidad a los niños por la etapa de crecimiento que atraviesan, y los jóvenes por el riesgo al alcohol y la droga. Estos representan una gran preocupación para ambos grupos, por la falta de contención familiar y social que sufren, que los lleva (ya no importa demasiado el tipo de hogar donde provengan), al riesgo del alcohol y la droga. Las razones son múltiples, en los pobres estructurales fundamentalmente por la exigencia de tener que generar ingreso y tener dificultades para conseguir un trabajo; por tener que abandonar los estudios para realizar "changas"; por sentirse discriminados y muchas veces perseguidos especialmente por la policía, produciendo sentimientos de rabia y frustración.

En los sectores empobrecidos, por tener que aceptar una caída en el nivel de consumo, por la demanda de mayor cooperación en el hogar (cuidado de hermanos o tareas domésticas) debido a que tanto el padre como la madre salen en busca de trabajo.

Los aborígenes entrevistados manifestaron una seria preocupación en esta problemática, visualizado como consecuencia de la vida urbana7, considerando que la religión juega un papel preventivo fundamental. Muchos de los caciques de las misiones en las cuales se llevó adelante el trabajo son pastores, estando presente en sus concepciones acerca de los jóvenes la importancia de ser evangelizados para protegerlos entre otras cosas, del peligro del alcohol y la droga.

Problemas de violencia familiar fueron manifestados por los pobres estructurales fundamentalmente, aunque no fueron explicitados abiertamente por los empobrecidos, quedando en evidencia que hay un mayor pudor para su reconocimiento pero también estaban presentes, expresado de modo más simbólico que físico. Este último grupo demanda asesoramiento para problemas de "conducta" de sus hijos por tensiones vividas al interior de la familia.

Por el contrario, y a pesar de la situación de pobreza extrema de las poblaciones aborígenes, no manifiestan problemas de violencia y pudo comprobarse mediante observación directa el papel contenedor que cumple la familia ampliada en los niños y los jóvenes.

Valoración y utilización de los servicios De acuerdo a la información recogida en la encuesta, en términos generales es relativamente baja la crítica de la prestación de servicios sanitarios (22,7%), concentrándose en los aspectos organizacionales (tiempos de espera, falta de turnos, etc.) y a la falta de recursos humanos y de medicamentos.

Considerando los lugares de atención en público y privado, aproximadamente un 80% de los empobrecidos acuden al sector público, disminuyendo levemente cuando se trata de asistencia a adultos mayores de 25 años. El mismo comportamiento aunque más acentuado se presenta entre los pobres estructurales, que llega a un 10% en la utilización del sector privado cuando se analiza el grupo de adultos, siendo menor al 5% en lo otros grupos etáreos (menores de 14 y entre 14 y 25 años). Es posible que al ser la oferta de los Centros de Salud, fundamentalmente de atención pediátrica y ginecológica, brinda respuesta principalmente a estos dos grupos poblacionales, llevando a que los adultos (especialmente los varones), salvo los que tienen un hospital cercano, acudan a la oferta privada. También podría considerarse la posibilidad de que en el grupo de adultos se concentra la población económicamente activa, resultando más rápida la asistencia en el sector privado, no sacrificando así horas de trabajo.

Los grupos etáreos que más utilizan los servicios públicos son los niños y luego los jóvenes, aumentando la utilización del sector privado en los adultos mayores de 25 años. Este comportamiento es coherente con lo desarrollado anteriormente en cuanto a la importancia de la salud por grupos etáreos.

Contrariamente a lo esperado, ambos grupos hacen un uso equivalente de las prestaciones preventivas (vacunación, control del embarazo y del niño hasta los dos años). Sobre este aspecto es importante destacar el papel protagónico que ha jugado en la provincia de Salta el Programa de Atención Primaria de la Salud (APS), cuya implementación es de larga data. Para los sectores de pobreza histórica, este programa ha significado una ampliación en la utilización de los servicios, especialmente en el Primer Nivel de Atención y una mayor demanda de servicios preventivos como control del embarazo y del desarrollo del niño.

Analizando la participación en las campañas de promoción de la salud, son coherentes los resultados de la encuesta con relación a la naturaleza de las mismas. Estas están muy directamente vinculadas a problemas de salud ligados a condiciones del barrio y la vivienda, sumado a situaciones de pobreza más extrema, como son la desnutrición, las diarreas o la falta de agua potable. El 75% de los pobres estructurales manifestó haber participado, representando la mitad de los empobrecidos en esta misma condición, siendo que ésta no es la población-meta a quien va dirigidas estas actividades de promoción, prevención y educación.

Sin embargo, en los Talleres estos grupos manifestaron interés particular en ser beneficiarios de actividades de promoción y educación de la salud, poniendo de manifiesto su carácter de "invisibles" como grupo social objeto de programas sociales.

En los grupos motivacionales los nuevos pobres se mostraron mas críticos de la atención de los servicios de salud, afirmando que la atención no es buena. Su historia reciente con un trabajo que significaba cobertura en salud, les adjudica una práctica vivida como un derecho adquirido (mediado por una contribución salarial). Su modo de relacionarse con el sistema, parte entonces de un posicionamiento diferente. Si bien ya no existen aportes para un servicio de salud privado, consideran que el pago de los impuestos es en definitiva su equivalente.

La práctica de salud, ya sea preventiva o asistencial, es un derecho y así lo exigen. De esta manera suelen ser más críticos tanto de los aspectos organizativos (horarios de atención, tiempos de espera, demoras o interrupciones en las prestaciones) como en los referidos a recursos tanto humano como de capital.

Para ellos la vía de entrada al sistema público es en la mayoría de los casos el hospital y no el centro de salud, considerado una oferta de menor calidad y sin posibilidad de obtener atención por especialidades, muy valorada y requerida por este sector social.

Los pobres estructurales por el contrario, valoran positivamente la atención recibida tanto en los hospitales como en los centros de salud, manifestando dificultad por los horarios reducidos y los tiempos de espera, pero haciendo hincapié en la calidad del recurso humano.

El saber médico, reconocido laboral y socialmente, representa un capital que otorga poder no solo simbólico sino en la capacidad decisoria para su distribución y administración (La Serna et al, 1995). Se establecen así relaciones de dominación más o menos pronunciadas de acuerdo, entre otras cosas, a la distancia social y cultural entre prestadores y usuarios.

Todos los individuos, en su carácter de beneficiarios del sistema de salud se someten de alguna manera a esta relación, pero el grado y el nivel de sometimiento puede ser muy diferente.

Dentro de esta escala quienes se encuentran en situación más desventajosa son los aborígenes. La brecha cultural y social que los separa produce situaciones de mal trato e incluso discriminación.

Podría afirmarse que hay una asociación directa entre capital social y cultural (Bordieu) y capacidad de crítica. Cuando el primero es bajo, también suele serlo el segundo. Esta relación es visualizada por los mismos empobrecidos cuando dicen que los pobres de siempre no exigen porque están acostumbrados a la deficiencia de los servicios ya que no conocen otra cosa, a diferencia de ellos. Así explican por qué ellos logran una mejor atención o un trato mas considerado, como consecuencia de su reclamo y exigencia.

Sin embargo, cuando los pobres estructurales se refieren a discriminación o mal trato, la sumisión no significa aceptación.

Los aborígenes entrevistados manifestaron sentirse objeto de discriminación en los centros asistenciales, al no dominar bien el idioma castellano y por el solo hecho de ser aborigen, siendo mal o no atendidos.

Su reclamo en que haya mas agentes sanitarios de su propia cultura es un pedido que significa no solo acercar el sistema oficial a su mundo cultural, sino la posibilidad de que estos agentes sanitarios operen como puente entre ellos y el sistema, ya sea porque los acompañan y ofician de "traductores" o bien porque con alguien que pertenece al mismo sistema los tratan de diferente manera.

Esta dificultad, propia de los grupos aborígenes pero también presente en otros sectores pobres, alude a la desigual distribución de información y otros bienes simbólicos para el uso de los servicios de salud (Minujin, 1993).

La información que se requiere para poder "desenvolverse" en un centro asistencial ya sea para la atención (el cómo, el dónde, el cuándo) como para la obtención de recursos (medicamentos, leche, vacunas) es desigual y contribuye a potenciar o inhibir la optimización de su uso. La distribución desigual de este capital en el conjunto de los usuarios de los servicios de salud, produce una suerte de estratificación de los mismos. Este proceso se ve agudizado en la medida que sectores medios, no usuarios habituales de los servicios públicos, al sumarse a la demanda de los mismos, estén mejor posicionados para la atención de sus problemas, tanto por poseer un mayor capital como por establecer una distancia menor con los prestadores estableciendo así una relación de menor sometimiento.

En ambos grupos (nuevos pobres y estructurales) el modelo de práctica valorizada es el centrado en el saber médico, con aparatología y desarrollado en los hospitales, respondiendo al modelo médico hegemónico. La expectativa en el proceso de atención es que se los revise, medique y se haga referencia a algún aspecto biológico. Caso contrario, se sienten defraudados del servicio que le han prestado.

Pero también hacen especial énfasis en el trato y el tiempo dedicado durante este proceso, especialmente los sectores más pobres.

INFERENCIAS POSIBLES DEL ESTUDIO

Los cambios que se están produciendo en nuestro país, por la reestructuración del Estado y las políticas de privatización y concentración económica, están produciendo modificaciones profundas en la conformación de la sociedad argentina.

La provincia de Salta, no solo no escapa a este proceso sino que lo vive con particular intensidad, porque se suma a una situación de precariedad que ya atravesaba, además de la crisis de las economías regionales, los procesos de privatización (YPF, por ejemplo) y de reestructuración de un estado provincial que era la principal fuente de trabajo de los sectores medios.

Las políticas sociales, y dentro de ellas las de salud deben ajustarse a los cambios de la población usuaria de sus servicios, siendo de particular importancia indagar lo que esperan, critican y demandan.

La naturaleza de los procesos de empobrecimiento configura escenarios particulares entre los usuarios y los prestadores en los servicios de salud. El tipo de pobreza, la composición del hogar, el origen y la edad de los usuarios y la combinación entre estas variables producen distintas expectativas y modalidades de uso.

La introducción en el análisis del concepto de campo de P.Bordieu, permite una mejor comprensión de este proceso. Se entiende por campo a los "espacios históricamente constituidos", siendo un terreno socialmente conflictivo, donde cada actor ocupa una posición que determina su estructura (Bordieu, 1990).

El campo de los Servicios de Salud es "un sistema de relaciones que incluye usuarios, prestadores, autoridades y funcionarios políticos que contribuyen a establecer las condiciones específicas en que estos se producen" (La Serna et al, 1995).

Los usuarios no son un todo homogéneo e indiferenciado dentro de este campo, sino que está conformado por un complejo conjunto de actores con características particulares, que "disputan" ocupar un espacio y modificar o mantener, según el caso, las reglas de juego.

Los procesos de empobrecimiento de nuestra sociedad junto a los cambios en las políticas sociales en general, y de salud en particular, producen modificaciones en el campo de los servicios de salud.

Si bien lo que está en juego, el cuidado de la salud, es compartido por los actores involucrados, para cada uno de ellos este interés común significa algo diferente.

Desde los mismos prestadores, el énfasis en lo asistencial (la enfermedad) o en lo preventivo (la salud) ya estructura una oferta diferente. Desde los usuarios, sean éstos provenientes de hogares empobrecidos con una historia reciente que habla de uso de servicios privados; sean de hogares de pobreza histórica, con un uso habitual de los servicios pero con una vinculación particular ya sea por pertenecer a una minoría étnica, por ser joven o mujer.

BIBLIOGRAFIA

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Bordieu P. (1990), Sociología y Cultura. Editorial Grijalbo, México.

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NOTAS

1 Este trabajo se realiza en el marco del Proyecto de Investigación 734/1 "Prácticas y representaciones sociales, su relación con las políticas asistenciales, salud y vivienda", CONSEJO DE INVESTIGACION DE LA U.N.Sa

2 CEIDEA, "Estudio participativo de la pobreza", Salta, 1998.

3Técnica cualitativa basada en reuniones con aproximadamente 8 a 10 personas, con criterios homogéneos para su selección (tipo de pobreza; género; grupo etáreo; etc.) con el objeto de indagar sobre temas propuestos, generando la expresión de opiniones y percepciones del mismo.

4 Se obtiene estimando el ingreso familiar dividiéndolo por el número de miembros del hogar, siendo la LP de $ 130 por adulto y aplicándose un coeficiente según la edad de los menores de edad.

5Los profesionales empleados de YPF, despedidos por la privatización de la empresa en Tartagal, representan un ejemplo paradigmático de esta situación.

6Para los aborígenes, con diferencias entre las etnias, la etiología de las enfermedades tiene que ver con un desequilibrio del individuo con la naturaleza, con el medio social o con lo sobrenatural.

7Los referentes entrevistados habitan en la periferia de ciudades del norte salteño.

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