V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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ESTUDIO INICIAL ANTROPOLOGICO-EPIDEMIOLOGICO SOBRE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS EN LA LOCALIDAD DE ASAMPAY, DEPARTAMENTO DE BELEN, PROVINCIA DE CATAMARCA.

Autores: Marta Maffia *

Rubén Storino **

María Inés Urrutia ***
Marcelo Basaldúa *

Mónica Fora *

Bernarda Zubrzycki *

Ana Valero **

* Cátedra de Métodos y Técnicas de la Investigación Sociocultural, Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata - CONICET.

** Cátedra de Humanidades Médicas, Facultad de Ciencias Médicas de La Plata y Centro de Enfermedad de Chagas de la Fundación INCALP de La Plata.

*** Cátedra de Cálculo Estadístico y Biometría de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de La Plata.

RESUMEN

Objetivos: Evaluar la situación de la enfermedad de Chagas en la localidad de Asampay, según la percepción de la comunidad mediante una encuesta de fácil respuesta.

Material y Métodos: Se tomó al azar 56 individuos de ambos sexos entre 11 y 78 años a quienes se les realizó las siguientes preguntas: 1) ¿Conoce la vinchuca?; 2) ¿La ha visto en su casa o en los alrededores?; 3) ¿Sabe si ha picado a alguien conocido?; 4) ¿Han fumigado en la zona contra la vinchuca?; 5) ¿Cuándo fue la última vez que fumigaron?; 6) ¿Le han informado algo sobre la enfermedad de Chagas?; 7) ¿Conoce a alguien que tenga Chagas?; 8) ¿Sabe de alguien que sufra del corazón?.

Resultados: Las respuestas fueron las siguientes: 1) Si: 80%, No: 20%; 2) Si: 41%, No: 59%; 3) Si: 7%, No: 93%; 4) Si: 89%, No: 11%; 5) 1 mes: 17,7%, 1 año: 16%, 2 años: 14,4%, 3 años: 19,7%, 4 años: 7,2%, 5 años: 3,6%, 10 años: 5,4%, No sabe: 16%; 6) Si: 66%, No: 34%; 7) Si: 7%, No: 93%; 8) Si: 36%, No: 64%. Cuando se correlacionaron las respuestas con la edad, la diferencia fue estadísticamente significativa (p< 0.01) en la 1 y 6, en Si, para los mayores de 40 años y en No, para los menores de 20 años. La correlación de las respuestas con el nivel de escolaridad demostró únicamente significación estadística (p < 0.01) en la Nº 6, con un hallazgo paradojal de mayor información sobre la enfermedad con menor nivel de instrucción.

Conclusiones: a) La comunidad de más de 40 años tiene mayor noción de la enfermedad de Chagas.

b) Si bien existen pocos casos conocidos de enfermos chagásicos, la cantidad de cardiópatas presupone muchos no detectados.

c) Existe una amplia dispersión sobre el tiempo de fumigación debido a que fueron acciones verticales sin participación activa de la comunidad.

INTRODUCCION

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad de Chagas es sin lugar a dudas la enfermedad tropical más común de América Latina. Existen alrededor de 90 millones de personas expuestas al riesgo de padecer la infección por habitar zonas endémicas en convivencia con la vinchuca y se calcula que 24.7 millones están parasitadas por el Trypanosoma cruzi (1,2). Teniendo en cuenta que el 25% desarrollará algún tipo de trastornos cardíacos, serían 6.2 millones los afectados del corazón con la consecuente posibilidad de complicación y muerte por esta causa (3,4).

En la Argentina se calculan alrededor de 2.5 millones de infectados, con la probabilidad de la existencia de 600.000 enfermos con alteraciones cardíacas de distinto grado a lo largo de su vida (5).

Su distribución geográfica se extiende desde el paralelo 40º de Latitud Norte en el sur de los Estados Unidos de Norteamérica, hasta el paralelo 45º de Latitud Sur en la Argentina y Chile (6,7).

La enfermedad de Chagas o Tripanosomiasis cruzi es una afección parasitaria, producida por el Trypanosoma cruzi que se anida y reproduce en los tejidos. Esta infección es transmitida, en la Argentina, por el Triatoma infestans o "vinchuca", adaptado a la vivienda humana. La infestación se realiza por medio de las deyecciones contaminadas de estos insectos al tomar contacto con animales domésticos, silvestres y el hombre. Luego de ingresar al organismo a través de una puerta de entrada cutánea o mucosa, u otras vías (transfusión de sangre contaminada), los tripanosomas se diseminan por vía hemática o linfática alcanzando preferentemente al corazón, sistema nervioso, músculo y aparato digestivo. En cada localización producen complejos fenómenos de destrucción, reacción inflamatoria e inmunopatológica, que prolongan la enfermedad. Esta cursa distintas etapas, comenzando con una fase aguda caracterizada por un síndrome febril-infeccioso, seguida por una fase indeterminada, en general asintomática y silente, para finalizar solo en alrededor del 25% de los pacientes en la etapa crónica luego de 15 a 30 años de evolución, con lesiones manifiestas, sobre todo a nivel cardíaco (3,4,8,9).

Dado su inicio en la infancia (etapa aguda), su curso silencioso e inaparente (etapa indeterminada) y su larga evolución durante más de 30 años (etapa crónica) la mayoría de las veces esta enfermedad pasa inadvertida especialmente por no tener síntomas hasta que sobrevienen las alteraciones cardíacas. Todo esto se agrava por el marco de extrema pobreza y subdesarrollo en el que se debate la población afectada, donde a las carencias materiales se agregan las barreras culturales para la comprensión de la situación, con el consiguiente desconocimiento de la magnitud del problema (10,11).

Si en alguna enfermedad importante de nuestro país se pueden verificar más claramente las relaciones epidemiológicas entre el hombre y el medio, es justamente en la de Chagas (12).

Los estudios epidemiológicos desde la época de Salvador Mazza, así lo han demostrado (13). Sin embargo, la participación activa de la comunidad recién fue incorporada en los últimos años (14).

Esta acción de la gente del lugar ha sido en general ejecutada en programas de control del vector (15), pero no ha sido debidamente implementada con estudios antropológicos previos que interpretaran la actitud de las comunidades rurales frente al problema Chagas.

Por otro lado, la encuesta ha demostrado ser un instrumento sumamente útil como método de investigación social, antropológico y epidemiológico (16-18).

En este sentido, utilizamos la encuesta en un estudio inicial antropológico-epidemiológico sobre la enfermedad de Chagas en la localidad de Asampay, Departamento de Belén, Provincia de Catamarca. La misma formó parte de las actividades programadas en la campaña a dicha región (diciembre de 1996), realizadas por docentes y alumnos de la cátedra Métodos y Técnicas de la Investigación Sociocultural, de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP (19).

En virtud de no contar con fuentes bibliográficas ni trabajos producto de anteriores investigaciones, en relación a aspectos etnográficos de la localidad de Asampay, el equipo de investigación, utilizando las técnicas de entrevista, diagramas genealógicos y observación con distintos grados de participación obtuvo una amplia gama de datos que fueron ordenados posteriormente siguiendo una serie de descriptores, como por ejemplo, medio natural, sujeto biológico, parentesco, vivienda, ocupación, salud, religión, etc. (20). Este material constituye la fuente principal tenida en cuenta en la presente investigación, a fin de configurar el contexto que da marco a la propuesta.

OBJETIVOS

Este estudio se realizó con el fin de evaluar la situación de la enfermedad de Chagas en una comunidad rural sumamente aislada como la localidad de Asampay, según la percepción de sus pobladores mediante una encuesta de fácil respuesta.

MATERIAL Y METODOS

La localidad de Asampay se encuentra ubicada al pié de los cerros que limitan por el occidente al Valle de Hualfín, Depto. de Belén, Prov. de Catamarca.

El Valle de Hualfín se extiende desde las sierras homónimas por el Norte hasta la Puerta de San José al Sur, donde el valle se estrecha. El río Belén en su parte sur logra pasar esta barrera a través de la Quebrada de Belén, que separa el macizo del Atajo en dos partes, las Sierras de Belén al Oeste y el Atajo al Este.

El valle es asimétrico, más expandido hacia el occidente, ya que el río corre recostado contra el macizo del Atajo. La zona, al pie de Asampay, se caracteriza por el monte xerófilo y algunos cardones.

El clima se diferencia en dos sectores, uno más seco al norte, hacia el campo de los Pozuelos, donde las condiciones para la ocupación humana son muy adversas y otro más húmedo al sur (21).

En este lugar se encuentra una comunidad rural formada por unas 300 personas aproximadamente.

En cuanto a las características de las viviendas de la zona, pudo comprobarse que para la construcción de las paredes se utilizan bloques de cemento o granito y ladrillos de adobe, unidos con barro y, en menor proporción , con cemento. Los techos están hechos de caña y ramas de "pupo" y "cortadera", dispuestas sobre vigas de álamo o cardón. Sobre este armazón se coloca una capa de barro, o dos capas con un plástico o nylon entre ambas, como aislante para el agua. Por las características de los materiales, deben cambiarse anualmente antes de la temporada de lluvias. En algunos casos se observa como terminación una hilera de ladrillos comunes denominada "cornisa". Los pisos por lo general son de tierra apisonada y solo unos pocos poseen cemento alisado.

El porcentaje de paredes que presentan revestimiento es reducido. El mismo se realiza con barro o cemento. Como único tipo de acabado se observó la pintura a la cal.

Por lo tanto, este tipo de vivienda precaria representa un ámbito ideal para la radicación de la vinchuca.

Dentro de esta comunidad de Asampay, se tomaron al azar a 56 personas pertenecientes a ambos sexos, con un rango de edad entre 11 y 78 años.

A todos ellos se les realizó una encuesta especialmente diseñada sobre su percepción referente a la enfermedad de Chagas, de fácil respuesta independientemente del nivel de instrucción.

Las preguntas formuladas, siempre en el mismo orden fueron las siguientes:

Nº 1: ¿ Conoce Ud. la vinchuca ? Nº 2: ¿ La ha visto en su casa o en los alrededores ? Nº 3: ¿ Sabe si ha picado a alguien conocido ? Nº 4: ¿ Han fumigado en la zona contra la vinchuca ? Nº 5: ¿ Cuándo fue la última vez que fumigaron ? Nº 6: ¿ Le han informado algo sobre la enfermedad de Chagas ? Nº 7: ¿ Conoce Ud. a alguien que tenga Chagas ? Nº 8: ¿ Sabe de alguien que sufra del corazón ?

Con las preguntas 1 y 2 se intentó tener una visión epidemiológica del problema, dado que la identificación de la vinchuca y especialmente su presencia en el domicilio y peridomicilio son elementos indispensables en la noción de la transmisión vectorial de la enfermedad de Chagas.

Con la pregunta 3 se trató de evaluar la posibilidad de casos agudos de la enfermedad, y consecuentemente el impacto actual de la primoinfección como vigencia de la endemia en esa zona.

Con las preguntas 4 y 5 se quiso analizar las acciones sanitarias gubernamentales en cuanto a la lucha contra el vector por medio de la fumigación y también el grado de continuidad y participación comunitaria.

Con la pregunta 6 se evaluó el grado de información y educación que ha recibido esta gente acerca de la enfermedad de Chagas.

Con las preguntas 7 y 8 se quiso investigar la repercusión clínica de la enfermedad de Chagas y sobretodo la prevalencia de cardiopatías en la zona, algunas de las cuales podrían ser de etiología chagásica.

El análisis estadístico de los datos estudiados se realizó con el test no paramétrico (2 (Chi cuadrado). Se quiso evaluar si existía dependencia entre las respuestas dicotómicas de las preguntas, con la edad de las personas y con el nivel educacional de las mismas.

Los niveles de confiabilidad con que se trabajó fueron p< 0.05 y p < 0.01.

Se establecieron tres grupos etareos, menores de 20 años, de 21 a 40 años y mayores de 41 años. En el caso de la escolaridad se agruparon por un lado a aquellas personas sin instrucción o que habían concurrido hasta 4º Grado y por otro lado las que tenían una instrucción de 5º o superior.

RESULTADOS

Los 56 encuestados contestaron todas las preguntas. La distribución por sexo fue exactamente igual, con 23 hombres y 23 mujeres.

El promedio de edad fue de 41 años, con un leve predominio del grupo etareo entre 31 y 40 años (gráfico 1).

En cuanto al nivel de escolaridad de los encuestados solo 4 (7%) de ellos tenía instrucción secundaria (gráfico 2), aunque esto no fue impedimento para responder las preguntas.

Los resultados de las respuestas en el orden establecido según la cantidad de personas que contestaron en forma afirmativa o negativa (solo la pregunta 6 planteaba otra posibilidad) se señalan en el gráfico 3.

Mientras el detalle de las respuestas de la pregunta 6 se especifica en el gráfico 4.

Del análisis de las respuestas con respecto a cada pregunta determinada, tenemos que: 1). La gran mayoría conocía la vinchuca.

2). Una mayor proporción de los habitantes refirió no haber visto vinchucas en su casa o alrededores.

3). Casi todos desconocían acerca de personas picadas por vinchucas.

4). La gran mayoría reconocía que se habían realizado tareas de fumigación anti-vinchuca.

5). Sin embargo, la dispersión del conocimiento sobre la última vez que se realizó la fumigación fue enorme, variando entre 1 mes y 10 años.

6). Una mayor cantidad de encuestados refirió haber recibido algún tipo de información sobre la enfermedad de Chagas.

7). Casi todos desconocían la existencia de enfermos chagásicos.

8). Sin embargo, referían conocer una importante cantidad de individuos cardiópatas.

Todas las respuestas se correlacionaron con la edad, dividiéndose para ello a los encuestados en los tres grupos etareos señalados anteriormente. Solo en las respuestas Nº1 y Nº6, referentes al conocimiento de la vinchuca y de la enfermedad se observó una diferencia estadísticamente significativa a favor del grupo de más de 41 años, con mayor cantidad de respuestas afirmativas. Al realizar el análisis estadístico se obtuvo un valor de (2 = 12.93 que resulta altamente significativo con p < 0.01, para la pregunta si conoce la vinchuca. Podemos afirmar entonces que existe un cierto grado de dependencia entre las variables contrastadas, es decir, que depende el tipo de respuesta obtenida de la edad de la persona. Se encontró que en 28 casos del total de 45 que decían conocerla (62%) las personas tenían más de 41 años.

A la misma conclusión llegamos con la pregunta si le han informado algo sobre la enfermedad de Chagas. En este caso el valor de (2 = 9.34 que es altamente significativo con p < 0.01. Pudo comprobarse que el 57% de los casos afirmativos poseían más de 41 años.

También se correlacionaron las respuestas con el nivel de escolaridad, encontrándose únicamente significación estadística en la respuesta Nº6, con un hallazgo paradojal de mayor conocimiento acerca de la enfermedad en las personas con menor nivel de instrucción. Al evaluar la escolaridad el valor de (2 = 5.25 es altamente significativo con p < 0.01. Por lo tanto existe una dependencia entre la respuesta y el nivel de escolaridad.

En el cuadro 1 se muestran los valores promedio de edad para cada categoría educacional, lo que pone de manifiesto que las personas con menor instrucción pero de mayor edad, son las que están informadas.

DISCUSION

Del análisis de los resultados tenemos que si bien la mayoría conoce la vinchuca, sólo la mitad de ellos la ha visto por las casas o alrededores y apenas un 7% refiere saber de casos de probable Chagas agudo.

Teniendo en cuenta que casi todos coinciden en que se ha fumigado el área contra la vinchuca, podríamos inferir que el problema de la enfermedad de Chagas en esta región estaría bastante controlado, más aún si tenemos en cuenta que apenas el 7% de la población se conoce como chagásica.

De todos modos, la prevalencia de probables cardiópatas supera lo esperado para otras enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial y la cardiopatía isquémica, más aún teniendo en cuenta el promedio joven de edad de esta población encuestada.

Por lo tanto, podríamos suponer la existencia de individuos chagásicos con algún grado de cardiopatía que debería ser confirmado en los próximos estudios.

Otro aspecto a tener en cuenta es que si bien la mayoría de esta comunidad ha sido informada en alguna medida sobre la enfermedad de Chagas, este conocimiento es mayor en la gente de más edad e inversamente proporcional al nivel de instrucción. Esta situación debe hacernos reflexionar sobre el abandono de la enseñanza de esta enfermedad en los planes de educación, más aún teniendo en cuenta que la mayoría de los niños encuestados en edad escolar desconocían totalmente el problema.

En cuanto a la diversidad de opiniones sobre la última vez de realizada la fumigación contra la vinchuca, podría suponerse que como la comunidad no ha participado en forma activa sino que fueron acciones verticales efectuadas por autoridades ajenas a la localidad, no existió un conocimiento preciso del problema.

A todo esto es necesario agregar cual es el contexto sanitario de la región.

Para la atención de la salud, Asampay cuenta con una Posta Sanitaria con servicios mínimos. La misma está a cargo de una enfermera, residente en la localidad, que periódicamente brinda los primeros auxilios, y de un profesional médico, procedente de Belén, que concurre mensualmente para la atención médica general (suspendida desde hace tres o cuatro meses debido, aparentemente, a la falta de pago de sus servicios). Un complemento de la tarea lo realiza el agente sanitario, de esta localidad, haciendo recorridas en el terreno.

De la información obtenida se destacan como afecciones más comunes en esta población la baja presión, enfermedades bronquiales y, en el último tiempo, se dieron casos de hepatitis en niños.

Cabe destacar la frecuencia del uso de plantas "medicinales" preparadas en distintas formas, que la gente utiliza para solucionar sus problemas de salud por conocimiento popular y como paliativo a la falta de medicamentos.

La falta de recursos, la carencia de una atención adecuada y permanente, en el sector salud, entre otros, se resume en uno de los testimonios: "...si, si, hay que comprar (los medicamentos) y acá la mayoría de la gente, no sé, viven de la providencia de Dios, porque ya con cualquier cosita lo solucionamos, a veces sin tomar nada, un día, dos, estamos en la cama y nos curamos." (Asampay, 3/12/95).

Si bien la epidemiología ha sido definida de muchas maneras, desde el concepto estrecho de "estudio de las epidemias" hasta el desmedidamente amplio de "estudio de los fenómenos en masa" (22), adoptando una posición más armónica la entendemos como la disciplina que estudia los fenómenos de salud y enfermedad, así como los recursos destinados a atenderlos, en una perspectiva colectiva en un contexto socio-cultural y ecológico (23).

De esta manera resulta claro que con el conocimiento de la población, su estilo de vida y de organización, así como de las relaciones con el medio ecológico, la epidemiología construye su propio saber sobre la base de un procesamiento clínico y estadístico.

A lo largo del tiempo, la vía más importante de infección chagásica ha sido y es la que acertadamente Carcavallo (24) llamó "entomológica", esto es la vectorizada por triatomíneos.

Los triatomíneos no desarrollan el proceso de domiciliación si la vivienda no es precaria, y en cierto modo estable, y si contemporáneamente no son expulsados del medio silvestre por devastación peridomiciliaria.

La descripción de las características propias para el vector son numerosas: se destaca el revestimiento de barro o adobe y su rápida agrietación, y los métodos de relleno de tales grietas, que ofrecen además de ellas nuevos escondrijos a los triatomíneos. Los cuadros y objetos fijos constituyen también oportunidades para el insecto. La poca iluminación por costo y la consecuente reducción de las ventanas contribuye a una semipenumbra que también lo favorece (25).

Parece una contradicción hablar de una vivienda de "concepción provisoria y realidad estable". Sin embargo, es justamente el binomio cultural que la caracteriza para el caso. Concepción provisoria, por la prevalencia de una expectativa de "salir" de ella, aunque sea a mediano plazo, en busca de mejores condiciones de vida. Realidad estable, porque tales habitantes, a diferencia de las tribus primitivas de la Amazonia, no cambian de techo cuando se deteriora ni cuando es invadido por insectos y alimañas, sino sólo cuando emigran.

Los factores culturales, como son los señalados para la vivienda precaria con su frecuente desorganización íntima, la convivencia con animales domésticos, el almacenamiento de alimentos que atraen a los silvestres conectan el ciclo originario con el nuevo. La carencia de higiene por inaccesibilidad a la infraestructura sanitaria como el agua, y la insuficiencia de salarios y recursos básicos, se confabulan con un prevalente concepto fatalista de la vida y restringido de la salud. A tal punto esto último que la vinchuca, durante años, no ha sido considerada "enemigo". El grueso del magro ingreso familiar es absorbido en alimento y vestimenta, con lo que poco puede volcarse a la mejora del hábitat, que tampoco es auxiliado por el crédito inaccesible (26).

En la preocupación central por lo inmediato, por la difícil sobrevivencia, no se alcanza a valorar la amenaza de esta enfermedad de evolución crónica y frecuentemente desapercibida, o al menos no se la relaciona con los síndromes agudos (27) o las muertes súbitas (28).

Teniendo en cuenta la percepción de la enfermedad por parte de las comunidades rurales podemos señalar que la enfermedad de Chagas presenta una dimensión antropológica-cultural y psicosocial con características distintivas que le dan un carácter singular. Tres aspectos determinan que la enfermedad sea especial desde este punto de vista: primero, el largo período que por lo regular separa el momento del contagio con la aparición del daño, lo cual hace casi imposible establecer un vínculo entre el vector y la enfermedad. Segundo, al ser una enfermedad asintomática en una de sus fases más generalizadas, se hace muy difícil entenderla e inclusive aceptar su existencia por parte de cualquiera, pero, sobre todo, por la población de muy escasa educación o en gran medida analfabeta. Y tercero, el hecho de que la enfermedad en muchos casos no tenga cura, y que, por lo tanto, el conocimiento de la enfermedad no puede conducir a una actuación positiva, pues simplemente nada puede hacerse de manera curativa (29).

Estos tres factores contribuyen a tres tipos de comportamientos muy generalizados entre la población. Primero, hay una gran confusión con respecto a la enfermedad. Estudios en Argentina, Brasil y Venezuela, señalan que las personas confunden la enfermedad con otras tales como la Leishmaniasis, por una confusión fonética entre Chagas y llagas, con la fiebre amarilla, por la creencia de que la gente se pone amarilla debido a la anemia que produce en las familias con alta población de triatominos en sus casas, o incluso con el paludismo u otras enfermedades parasitarias por una asociación con el mismo tipo de personal de los ministerios de Salud que se encargan de las diversas enfermedades metaxénicas (30). Segundo, por la confusión anterior y por ser asintomática, muchas personas simplemente no creen que exista la enfermedad. Es muy común entre los servicios de control de la enfermedad de Chagas que no se le informe a las familias los resultados de las serologías practicadas.

Hay zonas endémicas donde las personas dicen no haber visto ni conocido a nadie que sufra la enfermedad, posiblemente el origen de esta situación se halla en que simplemente los diagnósticos nunca han sido difundidos, pero el resultado -si bien puede ser involuntario- es que la enfermedad no existe en la conciencia de las poblaciones (31, 32).

Por último y como corolario de lo anterior, está la pasividad de las personas ante la enfermedad. Si no se cree que exista la enfermedad, si es posible que aún estando alguien infectado no se desarrolle la enfermedad, si no se ha visto nunca a nadie enfermo y , para finalizar, si alguien está infectado no puede hacer nada, ¿para qué preocuparse y darse mala vida?. Lo mejor es no saberlo pues no se puede hacer cosa alguna. La pasividad en este caso se relaciona con la creencia en la imposibilidad de obtener resultados con la acción; la inutilidad de prevenir una enfermedad que quizá no existe, la futilidad de preocuparse por algo que no tiene solución.

Estas características de tipo microsocial se relacionan con dos rasgos globales que, según Briceño León (29,33), existen en el campesino latinoamericano y que afectan el comportamiento ante la enfermedad. El primer rasgo es la escasa visión de futuro que, en general, existe entre la población, pero, muy especialmente, entre los campesinos.

El futuro no se imagina como algo que se construye, como pauta del comportamiento presente, simplemente o no existe en la mente o se asume como algo predestinado. Cualquiera de las dos formas hacen muy complicada la manera de responder ante el riesgo de la enfermedad, pues es muy difícil que encuentre respuesta una enfermedad que tiene efecto muchos años más tarde en una población que apenas logra imaginarse el futuro, o los años venideros.

El segundo rasgo es la desesperanza que han aprendido en la vida social las poblaciones más pobres del campo latinoamericano, y que son justamente las que están en mayor riesgo de contraer la enfermedad. Años, o quizás siglos de abandono y frustración, han hecho muy difícil creer que haciendo esfuerzos se pueda mejorar algo en la vida. La experiencia ha sido de derrotas y fracasos, por lo tanto, aceptar que hacer algo les puede ayudar a prevenir la enfermedad o, más aún, a tener condiciones de salud mejores y en consecuencia una vida más digna es algo contradictorio. La pasividad y la dificultad de encontrar eco en la población por parte de muchos programas tienen, además, su explicación en esa historia de fracasos que ha enseñado la desesperanza (29,33).

En vista de lo referido anteriormente -al caso latinoamericano en general como al de Asampay en particular- creemos necesario crear una conciencia social de la enfermedad, que hasta el momento no existe en estas zonas, que pueda manejar los tres aspectos descriptos (pag. 10), de modo de modificar la escasa percepción que se tiene de la enfermedad. Y a partir de allí definir una práctica por ejemplo, vinculada a: la toma de las debidas precauciones en el momento de migrar o de donar sangre, construcción de las viviendas y mantenimiento de condiciones sanitarias/ambientales no propicias para el desarrollo del vector.

Para ello se requiere construir o mejor dicho "co-construir" una configuración (entendida como conjunto de ideas, conceptos, valores, articulados sobre un eje temático), en este caso, la enfermedad; "co-construida", en el sentido que la misma sea resultado de la interacción dinámica entre la población en riesgo potencial y los agentes sanitarios, educacionales, trabajadores sociales, comunicadores, antropólogos, médicos, etc. Esta configuración deberá favorecer las acciones de control necesarias, pero no como una acción excepcional, sino como una actividad cotidiana.

Nuestra tarea futura consistirá en investigar por medio de qué canales "comunicacionales" llegan a la población las nuevas ideas en lo referente al binomio salud-enfermedad.

En definitiva, consideramos que los estudios socio-culturales, en particular, a través de las técnicas de la entrevista y encuesta, deberían ser necesariamente el paso previo al diseño e implementación de todo programa de salud referido a la enfermedad de Chagas.

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