V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
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NUESTROS MUERTOS ¿DONDE ESTAN? NUEVOS RITOS FUNERARIOS EN LA CIUDAD DE LA PLATA
COMISION DE ANTROPOLOGIA URBANA (Comunicación)
Autora : María Ofelia Tellechea
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la U.N.L.P.
Ha muerto Irma Gallardo...Conmocionados sus familiares directos, a saber : esposo e hijos, también dos hermanos, pusieron en funcionamiento la cadena comunicacional, esa cadena escueta, connotada con voces frías y profundas.
- A partir de las 20,30 hs. Estará preparada en la casa Galeano.
- ¿ A qué hora la llevan ? - La llevamos a las 10 hs., a Berazategui, al horno ...Es lo mejor - ¡ ¿ ? ! Este último interrogante exaltado sirvió para que esta antropóloga esté intentando dar forma a un viejo proyecto que profundice el análisis sobre la "significación" que las personas dan a la muerte y que ponen de manifiesto sobre los cadáveres , sus cadáveres.
Y es el cadáver el que cristaliza lo paradojal de la muerte : es una nueva presencia que denota una ausencia.
Veremos, entonces, por qué el cadáver impulsa a los hombres a conductas que pueden ser ambivalentes : repugnancia/respeto ; cuidados minuciosos /abandono sistemático ; etc.
Intentar aproximarse desde la antropología a la muerte implica un replanteo total de esta situación dentro de un sistema socio-cultural, donde ella es concebida de una particular manera.
Y acercarse a una antropología "de" y "en" la ciudad es un desafío al que los invito a acompañarme.
"La ciudad es un espacio que guarda y muestra las huellas de la historia de los hombres que la han habitado ;es un espacio conformado, pero también conformador de la vida de los habitantes. Una realidad de múltiples dimensiones y actores".( Safa, 1992:6 ) ASI COMIENZA LA HISTORIA Fines del siglo XIX, la morfología urbana evidenciaba la gran concentración de población en detrimento de las zonas rurales.
Nuestra ciudad planificada en un tablero es fundada el 19 de noviembre de 1882. Levanta sus edificios públicos marcando fuertemente la influencia de la cultura helenística, en su arquitectura.
Así aparecen grandes monumentos, estatuas que son verdaderas obras de arte y concomitante con ello un Cementerio con una entrada imponente de columnas dóricas que recibía a los dolientes que recorrían la ciudad por una diagonal, la 74, que la cruzaba de N a S.
Eran épocas donde al cementerio se lo consideraba el lugar para el "reposo del alma" también llamado "Campo Santo" y donde se evidenciaba la necesidad de expresar esa doble cualidad de la muerte : próxima / lejana. Por un lado rindo culto al cementerio, pero en la periferia de la ciudad.
La heterogeneidad de la sociedad platense se mostraba en las bóvedas de la necrópolis.
Así las de las familias burguesas se ubicaban en las calles principales, usaron los mármoles más distinguidos y competían por lo artístico de sus fachadas. Mientras que en la muralla que servía de límite con el exterior se ubicaban las nicheras de una clase proletaria.
Y más al fondo, en el campo propiamente dicho, "dormían" los que no encontraban otra denominación que la de indigentes.
"El cementerio es entre nosotros el reflejo de nuestra sociedad, fragmentada en grupos, estratificada en clases, cerrada sobre sí misma, esencialmente endogámica y no abierta a los otros... Los vivos se sirven de sus muertos como de una lengua para expresar mejor sus status, sus lugares en la sociedad, su falta de comunicación con los otros". (Bastide, 1970) El crecimiento de la ciudad avanzó por el siglo XX, la necrópolis fue creciendo también. Aparecieron nuevos sectores :el cementerio israelita, los panteones de las fuerzas armadas, mausoleos de hombres importantes para la vida pública, etc.
Los muertos se veneraban en las visitas periódicas, los adornos florales se reponían semanalmente, se celebraban misas en los meses y aniversarios, se colocaban placas recordatorias, y masivamente para el 2 de Noviembre de cada año, Día de los Muertos, el cementerio se poblaba de visitantes.
Poco a poco los "muertos" imponían un ritmo mercantil a su alrededor.
Desde aquella porción de la ciudad que se alistaba para la recorrida de los Cortejos (varias veces fue reparada o sujeta a modificaciones para el noble fin que cumplía ) ;la instalación de distintos comercios como marmolerías, fábricas de ataúdes y florerías alrededor del Campo Santo.
La apertura de varias casas de Pompas Fúnebres llamadas así en un primer momento, y que con el correr de los años se las denominó Casas Mortuorias y hoy se autodesignan, las menos ortodoxas, Servicios Tanatológicos.
Así mismo numerosos oficios surgieron en torno a los ritos funerarios urbanos ;desde los soldadores de las tapas de cinc para los ataúdes que son utilizados en los "entierros" en bóvedas, hasta los clásicos cavadores de las fosas. Las instituciones religiosas implementaron una serie de servicios a la comunidad que iban desde los religiosos que impartían la extremaunción hasta los que celebraban un último adiós al difunto.
Los medios gráficos de la comunicación instauraron cierta página para el anuncio de los avisos fúnebres, incluso un lugar para las participaciones o invitaciones para asistir a homenajes.
La normativa legal también acompañó a los muertos ciudadanos, se reglamentó las horas de la vigilia post mortem antes de su entierro; desde comienzos de siglo hasta sus mediados no eran menores a 20 o 24 horas .Poco a poco se fueron reduciendo, hasta que se instaló la obligatoriedad de una espera de 12 horas. Viejos resabios de patologías como la epilepsia o reacciones medicamentosas aportaron verdaderos sustos macabros a los familiares ; frecuentemente entre los recuerdos de los más ancianos siempre hay alguna anécdota sobre alguien conocido que una vez dado por difunto o a punto de ser sepultado "volvió de la muerte".
Se prohibió, también legalmente la profanación de las tumbas.
LA HISTORIA CONTINUA
El crecimiento urbano se intensificaba y la significación dada a ciertos espacios se modificaba.
Junto a la concentración de la población y a la incipiente polución industrial apareció fuertemente la concepción del saneamiento, la primacía de la higiene.
La muerte necesitó de una asepsia mucho más marcada, no ya del cadáver en sí que ya se encontraba presente, sino de todos los objetos y circunstancias relacionadas con él.
Lo rechazable es la tanatomorfosis, lo intolerable es la descomposición.
El cementerio de la ciudad se vio agolpado de ocupantes.
Se necesitó reglamentar nuevamente su uso y usufructo. Las concesiones a perpetuidad fueron desapareciendo. Las tasas tributarias de monumentos, bóvedas y mausoleos aumentaron.
El dinero comenzó a regular la circulación y estacionamiento de los muertos.
El sepultar en tierra a los difuntos comenzó a justificarse en todos los estratos sociales.
Se amplió la zona de tumbas. La tierra comunal ofrecía sus entrañas por un cierto lapso de tiempo, hasta que pasados unos años (en nuestra ciudad de La Plata :6 ) se revivía la ceremonia del enterratorio, desandando el ciclo, se abría la fosa en búsqueda de los vestigios más sagrados del ser querido :sus huesos.
La antropología es rica en ejemplos diversos sobre el fuerte carácter simbólico que tienen los esqueletos, huesos en sí, que hacen que en ocasiones se los evoquen en ciertas fiestas paganas reproduciéndolos en trajes, estandartes o en confituras de azúcar.
Surgió entonces una nueva necesidad : ¿ qué hacer con los restos óseos ? Circulaban/circulan por los senderos de la necrópolis deudos con bolsas blancas plenas de calaveras y tibias en busca de una nueva morada.
Así se construyeron nuevos panteones y nicheras para este tipo de restos.
Otros, los menos, olvidaban recoger tan preciados fragmentos, obligando a la Comuna hacerse cargo y uso del Osario Colectivo.
Paralelamente y homologando a otros países "más desarrollados" y ante la imposibilidad de agrandar la necrópolis surge la posibilidad de la construcción de Cementerios-Parque fuera de los límites de la ciudad.
Una vasta extensión de terreno parquizada, con bosquecillos y canteros de flores o con algún curso de agua zurcándolo.
Sin monumentos levantados, sino pequeñas placas al ras del suelo indicando el nombre del muerto y la fecha de su deceso. Una residencia perpetua invitando al recogimiento eterno.
¿ Se afirma o se niega la muerte en estas largas extensiones de césped ? ¿ Se la rememora o se la oculta ? ¿ Se la enaltece o se la ve solapada ? Lo cierto es que el hombre ha dejado de ser un coleccionista. No aprecia gustosamente los objetos que tocaron al muerto y justifica su accionar con un postulado estético e higiénico : Todo se hace en nombre del respeto al difunto y con el cuidado de no traumatizar a sus supervivientes y de facilitar el trabajo de duelo.
En las cercanías de la ciudad de La Plata existen dos Cementerios Parque que cada vez cuentan con mayor cantidad de "socios" y uno en la ciudad de Berisso.
¿ EL FIN DE LA HISTORIA ?
" Recuerda, oh hombre, que tú eres polvo y que al polvo retornarás".
Ya anteriormente había mencionado que lo que no se tolera es la etapa de la descomposición, una fuente de impurezas que debe ser acelerada o suprimida.
Una opción puede ser la cremación.
La acción del fuego purifica y proporciona una ceniza impalpable que se volatiliza y no se adhiere a los recuerdos.
Ya los antiguos pueblos guerreros recurrían a la incineración pues carecían de tierras arables, tal es el ejemplo de los griegos ; los pueblos del Africa Negra sólo lo hacían con los leprosos.
En la Italia del Imperio Romano se incineraba en hogueras y separadamente los hombres de las mujeres y los ricos de los pobres.
Pero Carlomagno en el año 789 abolió la incineración y la reducción de cenizas.
Recién en el siglo XIX nuevamente se aceptará la práctica crematoria.
En 1888 la Curia Romana declaró ilícita la combustión de los cuerpos para los cristianos ( época de la fundación de la ciudad de La Plata ).
El Papa Juan XXIII la autorizó legalmente entre el 15 de noviembre de 1957 hasta su muerte en 1963.
La cremación se hace en un Horno que en el término de 1 o 2 horas se desembaraza del cadáver. Resuelve el problema de la descomposición y de los cementerios atestados.
Las cenizas son recogidas en una urna sellada y su destino es igual a la del cadáver :se la inhuma en una sepultura, se la deposita en un columbario, en una propiedad privada o en otros casos se las esparce ritualmente en algún sitio a pedido del difunto o de sus familiares.
Lo cierto que esta práctica lentamente se está haciendo ver en nuestra ciudad.
Del total de las inhumaciones diarias en La Plata un 18% asiste a la cremación en el Horno de la ciudad de Berazategui que es el más cercano.
Estamos siendo testigos de un nuevo fenómeno que amerita un estudio antropológico.
Los patrones socio-culturales varían según las épocas.
Así la Cultura se transforma en el tiempo y esta transformación se socializa y se recrea mediante la incorporación de lo nuevo a los rituales.
Así el ritual funerario sintetiza en una sola praxis lo colectivo y lo individual, se organiza en un sistema comunicacional que almacena y transmite códigos significativos.
"Incorpora en la práctica las transformaciones simbólicas que se gestan en relación con las transformaciones sociales, políticas y económicas". (Aguado-Portal, 1992 :88)
A MODO DE REFLEXION FINAL
En los albores del siglo XXI estamos enmarcando la nueva filosofía individualista, donde la ancianidad no tiene lugar y donde las etapas últimas del ciclo vital de los sujetos hay que ocultarlas o ignorarlas sin tener en cuenta, paradójicamente, que forman parte, aún la muerte, de su propia vida.
BIBLIOGRAFIA
Aguado, J.C. y Portal, M.A., Identidad, ideología y ritual. UNAM. México, 1992
Bastide, George, Echanges. París, 1970 :11
Castells, Manuel, Crisis urbana y cambio social. México, Siglo XXI, 1981
Germani, Gino, Urbanización, desarrollo y modernización. Buenos Aires, Paidós, 1986
Grof, Christina y Stanislaw, Más allá de la muerte. Madrid, Debate, 1990
Lezama, J.C., Teoría Social. Espacio y Ciudad. México, Colegio de México, 1993
Safa, Patricia, Vida urbana, heterogeneidad cultural y desigualdades sociales : el estudio en México de los sectores populares. Alteridades, México, 1992
Thomas, L.V., Antropología de la muerte. México, F.C.E., 1993
Turner, Victor, La Selva de los Símbolos. Madrid, Siglo XXI, 1980
El Proceso Ritual. Madrid, Taurus, 1988
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