V Congreso de Antropologia Social |
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La Plata - ArgentinaJulio-Agosto 1997 |
Ponencias publicadas por el Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/ info@equiponaya.com.ar |
MEMORIAS DEL PRESENTE: Oscar Lewis y sus biografías familiares
V CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA SOCIAL LO LOCAL Y LO GLOBAL : La Antropología
social ante un mundo en transición.
LA PLATA, ARGENTINA; 29 de julio al 1 de agosto de 1997.
Lic. Maria Alicia Brandt.
Proyecto UBACYT : RELATOS DE VIDA. FORMULACIÓN DE UNA METODOLOGÍA PARA SU
ANÁLISIS. Dirección: Lic. Cecilia Hidalgo y Lic, Mirta Ana Barbieri.
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras. UBA.
Fax:374-3715.
Oscar Lewis fue un antropólogo americano que tuvo la virtud de escandalizar y conmover por partes iguales. Con trabajos como "Los hijos de Sánchez" y "La vida en Puerto Rico y Nueva York" retrató a la gente de los arrabales con un rigor que no es fácilmente igualable. A caballo de una etnografía minimalista y un tratamiento intensivo del relato biográfico, creó textos renovadores que interesaron por igual a escritores, cineastas, especialistas y público en general.
Mas allá de la mil veces repetida crítica a su teoría entre romántica y esencialista acerca de la pobreza, por lo que los pobres resultarían responsables de su propia exclusión, Lewis consigue hacer un uso preciso y convincente del relato biográfico en contexto. Releerlo abre el camino a una serie de reflexiones acerca de una obra que reverbera con brillo propio y ayuda a ver de qué forma es posible despejar caminos en el proceso de investigación.
Algunos de los puntos que desearía tratar en base a nuestra relectura de Lewis en el contexto de las discusiones del proyecto UBACYT en el que me integro pueden sintetizarse en los siguientes
a- El relato de vida deviene en objeto sociológico ya que más allá del plusvalor estético y literario, apunta a lograr conocimiento explícito sobre lo social.
b- La realización del relato de vida impone un principio de co-autoría entre el relator y el investigador y un proceso dinámico de construcción de conocimientos.
c- En lo textual, el relato permite y alienta la experimentación en el lenguaje, al buscar solución a problemas tales como la transcripción de lo oral a lo escrito y la conversión de un producto de interacción personal en documento público.
Parece necesario , antes que nada, ubicar la obra de Lewis en contexto para valorar sus aportes en la renovación de los métodos cualitativos a partir de la elaboración de relatos biográficos. Es evidente que el empleo del relato de vida en Antropología no empieza con Lewis, pero este autor es cita obligada cuando se habla de perspectiva biográfica, desde dentro y desde fuera de la disciplina. Si recordamos brevemente su empleo intensivo por la escuela de Chicago y por la escuela polaca, debemos mencionar también la discusión siempre renovada acerca de la validez, confiabilidad y capacidad explicativa de los "estudios de caso" frente a los datos producidos por estudios estadísticos, discusión que obviamente no puede ser saldada en los límites de este trabajo. Quienes se incluyen en la revalorización de esta metodología no dejan de señalar que el relato situado de lo biográfico implica "un acercarse a la intersección entre estructura, individualidad, cultura y personalidad"(Piña, 1986, 156) y una recuperación de la investigación sociológica a sus orígenes y objetivos primarios: el análisis empírico, conceptualmente orientado, de los hechos humanos como fenómenos en constante tensión, como realidades fluidas productoras de sentido, relativamente determinadas y al mismo tiempo impredecibles, y por esa razón, dramáticas".(Ferrarotti, F. 1990, 115) Los trabajos biográficos fueron relegados por la Sociología hacia los '60 y cayeron en desuso, hasta su bastante reciente puesta en valor en el marco del avance de las teorías reflexivas y hermenéuticas. El interés compartido por el conjunto de las disciplinas sociales en comprender la vida cotidiana, los procesos ideológicos y culturales y el cambio social desde la perspectiva de las personas los ha colocado en el centro del interés de varias disciplinas, de allí que sea posible hablar de un verdadero retorno de lo biográfico.(Joutard: P. Esas voces que vienen del pasado, 1986) Daniel Bertaux (Bertaux: 1993) sugiere que el descrédito académico de "lo biográfico" en las escuelas sociológicas por largos años, no habría respondido a razones epistemológicas fundantes, sino más bien a la preeminencia y prestigio mayor de los enfoques estadísticos.
Si bien en el campo de la Antropología el estudio de caso y las técnicas cualitativas ya acreditaban una larga trayectoria (Kluckhohn, 1945), el modelo de la entrevista a un interlocutor único y la tendencia a tomar como sujetos sólo a las personas mayores, preferentemente de sexo masculino, hizo sospechar acerca de su grado de confiabilidad. La fascinación por transcribir la palabra de los "hombres sabios" de los mundos en extinción, eclipsaba la mirada critica del investigador para efectuar contrastes intra y extraculturales. La naturaleza de los textos, a menudo limitados a la exégesis, llevó también a su relativo descrédito.
Así las cosas, resulta más que valioso el esfuerzo que realiza Lewis al reflotar el relato de vida y esforzarse por dotarlo de entidad como elemento de exploración científica. Para el tiempo de la aparición de Los hijos de Sánchez, quizás su obra más famosa, la polémica habría de instalarse frente a un texto fronterizo: ¿un tratado o una novela? ¿Una ficción o un texto realista? ¿Un puro producto Lewisniano o una transcripción hábilmente montada? En base a la documentación existente acerca de cómo Oscar Lewis realizó su trabajo, no quedan dudas acerca de que su investigación se encuadró en el marco esperable para el desempeño de un etnógrafo minucioso: Lewis recurría a la observación participante, conocía detalladamente la lengua y expresaba una intención descriptiva holística, yendo al corazón de las estructuras sociales, al investigar a fondo la organización social de los sectores más pobres de los suburbios mexicanos. Interesado por los aspectos organizativos y económicos no desechaba utilizar fuentes estadísticas y censales. Además, antes de recorrer las barriadas populares, munido de los primeros grabadores portátiles y auxiliado por un equipo de ayudantes nativos, podemos afirmar que Lewis se había empapado en mexicanismo, ocupándose por asimilar, además de la ensayistica socioantropológica en uso, la abundante novelística de la Revolución mexicana -una de las más ricas en Latinoamérica- y cultivando el contacto con artistas e intelectuales mexicanos.
Un punto importante es que Lewis , al plantear la tesis de la Cultura de la pobreza, intenta legitimar un campo de trabajo para el antropólogo en los núcleos urbanos. Los excluidos, los ciudadanos sin ciudadanía , se convierten en objeto del análisis, no ya para ser ennumerados, sino para ser relatados. Quizás sea necesario recordar que la pobreza urbana ya era un fenómeno de considerable magnitud y aunque el fin de la guerra mundial podría haber sido el augurio de un proceso de crecimiento y desarrollo, las cosas no iban a resultar tan sencillas. Para los 50, el famoso texto de Harrington "La cultura de la pobreza en los Estados Unidos" denuncia la fragilidad de las condiciones de existencia de más de 50 millones de norteamericanos que viven por debajo de la línea de pobreza de tres mil dólares anuales por hogar. En contestación a "La sociedad opulenta" de Galbraith, el libro de Harrington, asimilando la retórica lewisniana, discutía la contrafigura del auge económico :un submundo de obreros a salarios de un dólar la jornada -los talleres del sudor- de desempleados y de mujeres solas cabeza de familia, campesinos migrantes, minorías étnicas y ancianos en la más grande de las desprotecciones. La nueva pobreza que -según interpreta Harrington - afecta diferencialmente a ciertos sectores, al contrario de la vieja pobreza que podía verse como situación general para la difícil década del 30. Apoyado en un lenguaje que oscila entre el del cronista y el del misionero, Harrington describe los barrios bajos de Nueva York y otras grandes ciudades, con sus viviendas deterioradas, sus pandillas y la falta de expectativas de progreso en sus jóvenes, como nuevos ghetos, multiformes, caóticos, violentos. Sólo en el área metropolitana de N. York: dos millones de ciudadanos negros y portorriqueños, la mayoría con ingresos menores a los 2000 dólares anuales, con los peores índices de salud, educación, empleo y mortalidad infantil.
El "descubrimiento de la pobreza" en las propias entrañas instalaría un largo debate en la sociedad norteamericana acerca del alcance de las políticas sociales, debate en el que el aporte de Oscar Lewis resulta considerable, al intentar una explicación culturalista de la marginalidad social.
Mas allá de la crítica a su teoría esencialista de la pobreza, cuando Lewis apunta hacia una opción por los pobres, no sólo innova en los sujetos abordados clásicamente por los antropólogos, sino que modifica los términos de interacción usuales entre funcionarios gubernamentales (médicos, asistentes sociales, encuestadores) y aquellos. Al describir la "cultura de la pobreza" Lewis se sumerge en la cotideaneidad y construye testimonios desde los sujetos y sus historias vitales.
Lo que podría ser invisible -y de hecho a menudo lo es, escondido o disfrazado por el bien de la imagen pública de la ciudad exitosa- es también objeto de una palabra diversa, la de los ciudadanos sin ciudadanía, los pobres urbanos.
El recorrido que inicia Lewis en Tepoztlan y culmina con su obra póstuma en la Cuba pos-revolucionaria, sigue el derrotero de lograr confirmación para sus tesis principales acerca de la "cultura de la pobreza" mediante el análisis comparativo de las historias de familia de los más pobres entre los pobres, pero en diversos contextos: primero en los suburbios mexicanos, luego en San Juan y Nueva York, por último en Santiago de Cuba.
Lewis veía a la familia como unidad de estudio, asimilándola a una pequeña comunidad. Interesado por probar el modo en que la "cultura de la pobreza" constituía una estructura estable, sostenida en la socialización primaria de los niños, quedó fijado a una exposición en que los componentes estructurales y macrosociales que definen la pobreza como fenómeno, tienden a perderse de vista.
Sin embargo, hay que reconocer el gran mérito que tiene el haber desenmascarado muchos mitos acerca de la constitución, mantenimiento y funcionamiento de las relaciones personales en el ámbito de la familia. Temas como la violencia familiar, la subordinación femenina, el abandono infantil o la precoz iniciación de la vida sexual, iban a ser tematizados y expuestos. Los logros de la revolución mexicana en materia de bienestar público y constitución de la ciudadanía, también resultarían cuestionables , en base a las perspectivas expuestas en textos como "Pedro Martínez", biografía de un dirigente desencantado de las promesas de la Revolución.
Los relatos de Lewis fueron el fruto de una estrecha convivencia con las familias estudiadas: con los Sánchez, pero también con los Martínez y del seguimiento de sus trayectorias por largos años, compartiendo con ellos hechos cruciales de la existencia. Por ello, la familia Sánchez, que aparece como un caso de "Antropología de la pobreza" es retomada con "Los hijos de Sánchez" y en "Una muerte en la familia Sánchez", abarcando más de 20 años de relaciones continuas del autor con dicho grupo.
Lewis cifraba el éxito de su trabajo en un contacto de mutua confianza con los sujetos testimoniantes, trabajo lento y dificultoso y de gran implicación personal. Asi , la vida intima de los sujetos expresada en sus propios términos, es entregada al antropólogo como prenda de confianza.
Lewis es pues una especie de albacea que practica la convivencia propedéutica, la que no resulta sino una condición esencial indispensable para establecer una ligazón entre investigadores y testimoniantes en un pacto fiduciario (Lejeune, 1975) que compromete a los contrayentes al respeto recíproco, a una empresa cognoscitiva común. Empresa que, por lo tanto, no puede ser impuesta ni subrepticiamente realizada, sino llevada a cabo por ambas partes en una situación de substancial paridad. (Ferrarotti, 1990, 127) En "Los hijos de Sánchez" los relatos de don Jesús y sus cuatro hijos son presentados como autobiografía familiar,. Inspirado en la película de Akiro Kurosawa "Rashomon", Lewis dispone las historias personales en contraste, volviendo una y otra vez sobre los mismos hechos, en un intento por compensar la subjetividad intrínseca del material. Al control interno agrega la necesidad de "reducir al máximo el elemento de prejuicio del investigador", conservando la espontaneidad del testimonio logrado.
En Lewis, lo biográfico implicó siempre un tratamiento integral del contexto. Si en sus primeras obras el momento descriptivo es argumentalmente distinguible, bajo formas mas o menos fijas como "Un dia en la casa de", que permite la reconstrucción del ambiente y las circunstancias en que se sitúa la cotideaneidad de los narradores; su mayor habilidad consistió en superponer en una trama inextricable lo narrativo y lo descriptivo En "La Vida en Puerto Rico y Nueva York. Una familia portorriqueña en la Cultura de la pobreza", la historia de la familia Ríos y sus múltiples miembros, que viajan como gitanos de Nueva York a Puerto Rico y viceversa, se multiplican los personajes y las voces, llegan a hablar los niños. Parece contarse todo lo contable. Lo esencial y lo nimio conviven y se entrecruzan, vida y muerte, nacimiento y transiciones vitales, la lucha por el sustento diario, junto con las situaciones grotescas, los chismes, el juego clandestino y la descripción descarnada del ejercicio de la prostitución en bares y hoteles del puerto.
Es posible que el deseo de expresar un panorama tan abarcativo y exhaustivo de las circunstancias vitales de los interlocutores, muy evidente en "La vida", texto en el cual Lewis buscó alcanzar profundidad en base a la mayor amplitud del registro, implique el riego de hacer naufragar la línea directriz de las preguntas formuladas y extraviar al lector en un mar de datos y sucesos que no alcanzan a jerarquizarse ni a anudarse entre sí formando una trama de sentidos aprehensible . Oscar Lewis que conservaba el timón autoral en "Los hijos", parece ser desbordado por testigos demasiado locuaces Es necesario comprender que Lewis no empleó el mismo sistema para escribir los numerosos libros que le dieron fama, ensayó distintos enfoques y aproximaciones. Por ejemplo: en "Antropología de la pobreza: Cinco familias", tiene una intención claramente comparativa y al intentar una tipología de la familia pobre mexicana el antropólogo escribe como un observador relativamente distante, haciendo uso intensivo de un estilo objetivista. Aquí los relatos de los sujetos ocupan una parte ínfima y adquieren una forma meramente convencional En "Los hijos" y en "La Vida" el etnógrafo retrocede para hacerse su presencia aún más discreta. Si bien queda claro que Lewis estuvo allí, provocando las evocaciones de los testimoniantes, nada queda en la escritura como huella de la interlocución,. porque los sujetos y sus trayectorias crecen hasta ocupar todo el espacio . Si Cinco familias es algo asi como el teatro de la vida, una escenificación naturalista de los quehaceres cotidianos y sus rutinas, "Los Hijos" y "la Vida" son relatos de pasiones, encuentros y desencuentros, desarraigos y omisiones.
Como gran experimentador, Lewis propone un tratamiento heteroglósico del texto ya que presenta un contrapunto de voces que tematizan , cada uno en su cadencia, los relatos . En "Los hijos" el lector deberá construir su propia interpretación de las múltiples historias de los Sánchez, asistiendo activamente a una constante descentración del rol de relator, que pasa de uno a otro personaje, Al volver sobre los mismos sucesos de la historia familiar contados a través de la perspectiva de cada uno de los actores .las "verdades" personales se atenúan y matizan y surge un cuadro más complejo.
En otro lugar nos preguntábamos en qué medida es verosímil sostener que el mítico don Jesús y sus hijos son quienes escriben el texto, ya que gran parte del encanto del libro de Lewis reside en que justamente, los lectores pueden creer en esta ficción, hecha completamente natural. A ello contestamos que la autobiografía no es un género propio de la narrativa oral, sino una especie francamente literaria. Daniel Bertaux (Bertaux: 1993) sostenía que una verdadera autobiografía sólo es posible por mediación de la escritura, indispensable para imponer un sentido a los episodios y experiencias vividos que se eligen, ordenan y resignifican en función de la linea narrativa.
En Antropología, es infrecuente el trabajo sobre texto autobiográfico, que presenta la dificultad adicional de que, en la mayoría de los casos, se atiene a una forma literaria ya consagrada. Ante la infrecuencia de autobiografías escritas (Una excepción a la regla fue el trabajo señero de Thomas y Znaniecki "El campesino polaco (1920), en base a las memorias de Wladek, inmigrante polaco en los Estados Unidos) , y deseando abordar el mundo subjetivo como narración, el camino elegido por los investigadores es suscitar la producción de relatos.
La entrevista que genera relatos ha sido caracterizada como "narración conversacional", en tanto toma en cuenta que es interactiva. Grele señala, sin embargo, que la narratividad es constantemente quebrada y enmendada, ante el choque de intereses: el del narrador por relatar, el del investigador, por inquirir sobre problemas (Grele: 1991; Bertaux: 1993) Acerca de los criterios de directividad en la entrevista, las posiciones distan de ser coincidentes .Si bien se reitera la consigna de una escucha atenta y analítica (atención flotante), sobre todo en la etapa exploratoria, no todos los autores están de acuerdo en sostener esta postura en todas las circunstancias. Por ello, se ha propuesto que una focalización en aspectos puntuales de una historia de vida (el relato de vida o storie life) en base a las prioridades manifestadas por el narrante y los nudos de sentidos prohijados al calor de la interacción -y la inevitable disección y recomposición analítica del material por el investigador- rendiría frutos más genuinos que la exposición cronológica, externamente ordenada, de las trayectorias vitales.
Las Memorias de un sujeto no conforman un corpus organizado bajo la forma de un relato lineal. Por ello, el investigador que lo genera, con mayor o menor eco en sus entrevistados, debe ser conciente tanto de las condiciones de producción del relato como de la audiencia imaginaria que se construye para el mismo.
Quizás pueda arriesgarse, como lo sugiere Bertaux, que el género biográfico es una exclusividad de la cultura occidental moderna, la única capaz de desgajar al "yo" del tejido social comunitario. Gran parte de la humanidad transcurre sus días en ambientes donde la cultura literaria es inexistente. El relator oral de las culturas tradicionales- nos informan los etnógrafos-- no toma por tema la narración biográfica, salvo en forma fragmentaria. Philiph Sagant, antropólogo que estudió a los nimbu de Nepal, ha mencionado que la mayoría de los campesinos a los que sugirió contar sus vidas, le habían respondido en otros términos: describiendo por ejemplo la vida en otros tiempos o acumulando anécdotas.(En :Bertaux, 1993) Un rasgo que plantea una dificultad adicional, es la comprobación de que en la narrativa oral se encuentra ausente el esquema dramático ejemplificado por la pirámide de Freytag: un tramo de ascenso de la tensión, un punto culminante y un desenlace, que puede contener o no los elementos necesarios para comenzar un nuevo ciclo. Este recurso, aparece por primera vez en el drama griego y es impensable sin el soporte de la escritura. Por contraste, la epopeya griega y toda narración oral, va "a los hechos' sin disponer una trama narrativa larga.(Ong: 1993) Un buen poeta épico, igual que un buen narrador oral contemporáneo, sólo dispondrá pasajes independientes, por así decirlo, cerrados, que no establecen entre sí una relación cronológica o climática. La estructura episódica es algo así como un conjunto de partes, cada una con sentido propio, que admiten ser intercambiadas de lugar, todo lo contrario a una "trama" que no puede prescindir del planteo de un conflicto, de un desarrollo y una resolución: por ello el canto épico no es nunca invención sino "un recuerdo de las canciones cantadas, una acción recíproca entre cantor, público y los recuerdos de cantos cantados". (Ong: 1993) Cuando la escritura permite el paso del registro auditivo a visual, el producto cambia radicalmente: se podrá reexaminar y corregir las palabras, rectificar las frases, en fin, detener el flujo del acontecimiento, produciendo un texto. Debemos advertir, una vez más, cómo insidiosamente la oralidad se resiste al texto: la transcripción palabra por palabra de un relato oral puede ser ilegible, la notación de las marcas orales en el texto, embota los sentidos de los no especializados cuando intentan leerlo; una transcripción que interprete silencios, corrija repeticiones o enderece sintaxis representa , sin dudas una reescritura.
La distancia brutal entre lo narrado y lo escrito, con la consiguiente pérdida del contexto originario o su mistificación, es un peligro siempre presente para el etnógrafo escritor, que puede ser un custodio infiel del tesoro que le ha sido confiado.. Sin embargo, creemos que la salida de este dilema impone por una parte, recurrir al corte intencionado de los testimonios a lo que se presente como recurrente, significativo y nodal en el relato, por otra parte imposible de distinguir a priori por la naturaleza del material.
En segundo lugar, la consecución efectiva del método biográfico requiere del que investiga la apertura del juego: deberá mostrar al otro mostrándose también como un sujeto en tránsito hacia la dilucidación de algún nudo de lo social. Así, el camino que recorre el interpretante tiene que hacerse tan público como las memorias de los otros, de tal manera, será posible avanzar en el terreno harto resbaladizo de la construcción social del conocimiento.
En tercer lugar, conviene recordar lo mil veces dicho, abordar el plano clínico de la investigación no tiene que implicar sumergirse en el empirismo irresponsable. El enfoque biográfico puede tener un sentido meramente exploratorio, pero si se lleva a sus últimas consecuencias, es apto para cumplir adecuadamente la función analítica, verificativa y expositiva de un texto sociológico (Bertaux: 1989) A la luz de lo antedicho, podemos reprocharle a Lewis muchas cosas, quizás que haya sido tan mezquino como un artesano medioeval para develarnos las secretos de su arte y un tanto estrecho a la hora de reconsiderar sus posiciones teóricas. Pero lo que podemos agradecerle, en tanto nos alivia el camino, es que nos haya legado esos textos de doble fondo, punto de referencia obligado a la hora de tratar lo biográfico en contexto, arte mayor a la hora de hilvanar historias. Trabajos que sentimos precursores de lo que ha de venir si es que tomamos el desafío de hacerlo posible.
Bibliografia
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De Chirico, Magdalena: El retorno de lo biográfico: los relatos de vida. Introducción.Bs. As., CEAL, 1994.
Ferrarotti, Franco: La historia y lo cotidiano, Bs As.C.E.A.L, 1990.
Grele, R.: La historia y sus lenguajes en la entrevista de Historia Oral. ¿Quién contesta las preguntas de quien y por qué? En: Historia y Fuente Oral, 5, Barcelona, 1991/-111-129.
Harrington,Michael. La cultura de la pobreza en los Estados Unidos. México, F.C.E, 1962.
Joutard, Philiippe: Esas voces que vienen del pasado, México, F.C.E. 1986.
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Lewis, Oscar: Los hijos de Sánchez. Autobiografía de una familia mexicana. México, F.C.E., 1961.
Lewis, Oscar; Pedro Martínez. Un campesino mexicano y su familia.. México, 1964.
Lewis, Oscar: La vida de una familia portorriqueña en la cultura de la pobreza. San Juan y Nueva York. México, Joaquín Mortiz Ed. 1965.
Ong, W: Oralidad y escritura, México, 1993.
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