V Congreso de Antropologia Social

La Plata - Argentina

Julio-Agosto 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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ESTRATEGIAS DE IDENTIDAD DE LOS SORDOS EN EL ÁMBITO DE LA PLATA

María Inés Rey

Esta comunicación tiene como finalidad informar sobre un proyecto de investigación en marcha, cuyo objetivo general es el análisis de la comunidad sorda considerada como un campo cultural diferenciado. Orienta el estudio la siguiente hipótesis general: En un contexto social de desventajas comparativas, a partir de la marca física sordera, se deriva la construcción de un campo cultural específico y se delimita una identidad propia.

Los objetivos específicos de la investigación son:
1- Caracterizar la comunidad sorda (información de base), teniendo en cuenta:
- los niveles de educación alcanzados, el grado de elección de las modalidades educativas (Oralismo,Comunicación Total, Educación Bilingüe) y el grado de decisión en proyectos pedagógicos
- el ámbito de trabajo.
- los tipos de asociaciones especiales ( recreativas, cooperadoras, otras)
- constitución de la familia.

2- Analizar los límites de la identidad de la comunidad sorda a partir de la percepción que sus miembros tienen de sí mismos, de la comunidad oyente y cómo suponen que la comunidad oyente define a los sordos.

Se toma como punto de partida la experiencia personal como miembro del Servicio Educativo del Museo de La Plata (1991-93) con grupos de visitantes sordos. En tal ocasión, se establecieron contactos con sordos de distintas edades, "instructores" y maestros especiales.

Asimismo, se acumuló información obtenida mediante bibliografía antropológica, sociológica y especializada.

El tema ha sido escasamente estudiado con enfoque antropológico. La metodología antropológica seleccionada, delimita una visión totalizadora (intervinculación de las variables consideradas), contrastativa ( visión de la diferencialidad) y una visión concreta que contempla la perspectiva de los actores sociales (registro que rescate situaciones continuas de vida y tiene especial consideración por la visión propia de la comunidad bajo estudio).

En el marco de un "trabajo de campo"antropológico, se privilegia la observación y la observación participativa (en aquellas situaciones que eventualmente pudieran presentarse).

El trabajo se restringe al ámbito de La Plata por razones de factibilidad y por ser La Plata un centro de actividades de la comunidad sorda.

La identidad en los sordos

Las personas sordas tienen una lengua que les es propia y constituyen una comunidad lingüística minoritaria. En tal sentido, Schlesinger y Meadow (en Massone, 1990) definen a la comunidad sorda como un grupo social que tiene en común la lengua de señas y una cultura predominantemente visual.

La comunidad sorda se origina en una actitud diferente frente al déficit auditivo y no se define por el grado de sordera de sus miembros. Es decir, que el dominio de la lengua de señas y los sentimientos de identidad grupal y aceptación de la diferencia como diferencia y no como deficiencia, son los factores que determinan la pertenencia.

"En su afán por comprender los fenómenos sociales, más precisamente, el origen y la existencia actual de las diferencias culturales de los grupos humanos, la antropología ha buscado por distintos caminos establecer categorizaciones lo suficientemente descriptivas, que le permitan determinar los límites de los distintos grupos sociales" (Fragua y Monsalve, 1994).

La visión socio-antropológica de la sordera propone la depatologización de la persona sorda. Considera al sordo como miembro real de una comunidad lingüística, minoritaria y marginada, que posee una lengua propia y modos de funcionamiento socio-culturales y cognitivos también propios (Massone y Behares, 1990).

Ser sordo implica una vivencia particular.

La mayoría de los niños sordos tienen padres oyentes y puesto que interactúan con la comindad mayoritaría oyente, el niño sordo está llamado a ser bicultural.

Massone (1990), certifica la existencia de dicha endo-comunidad sorda. Es entre ellos donde se genera la real cultura sorda, son ellos los que toman las decisiones que los beneficiarán como grupo, son ellos los que se sienten agredidos y marginados por la sociedad oyente, son ellos los sordos. La crisis de indentidad que se instaura en los hijos oyentes de padres sordos también da cuenta de este hecho (Famularo ,1988).

"...me pregunto si alguna explicación puede aclarar en algo el propósito de nuestra propia vida: averiguar realmente quiénes somos" (Emilia Machado, hija sorda de padres oyentes. Dicta clases de lengua de señas a personas oyentes dentro de la Confederación Argentina de Sordomudos, Bs.As.).

"Personalmente, elijo reconocerme en la confluencia de dos comunidades, dos maneras de ver y actuar en el mundo enriquecedoras la una como la otra" (Emilia Machado, 1990).

Algunos especialistas consideran que la comunidad sorda está integrada únicamente por sordos. Otros, afirman que dicha comunidad está intergrada por los sordos y familiares oyentes, en especial, por los hijos de padres sordos. Paulo Freire da una definición sociológica, "Culturas del silencio".

En una situación concreta de sordera, además de la persona sorda, hay dos grupos importantes de personas oyentes implicadas existencialmente antes y después en el desarrollo de la historia de la persona sorda: la mayoría de los sordos tienen padres e hijos oyentes (Famularo, 1990). Los padres de sordos, recurren a profesionales especializados en niños sordos para desentrañar el porqué y el cómo. Se agrupan en asociaciones. Transmiten sus creencias y valores.

Los adultos sordos, se agrupan en su mayoría en asociaciones. Frecuentan la comunidad oyente. Un gran número elige su cónyuge entre personas sordas. Transmiten sus creencias y valores.

Los hijos oyentes de sordos, cuando son chicos no se agrupan en asociaciones aunque frecuenten los clubes de sus padres. Cuando crecen pueden elegir seguir frecuentando la comunidad sorda o desligarse de ella, manteniéndo sólo el contacto con sus padres. Pueden archivar la experiencia, semejante en algunos casos, dolorosa en otros, diferente en todos. En general, son descartados de la problemática de la persona sorda por encontrarse fuera del circuito de rehabilitación, aunque sus vivencias testimonian el resultado de la rehabilitación de sus padres. Son solicitados por cualquier tipo de profesional o cualquier otra persona, para que oficie de auxiliar en la comunicación con adultos sordos (R . Famularo, hija oyente de padres sordos, 1990).

Los estudios de hijos oyentes de padres sordos son todavía escasos. Una investigación norteamericana a cargo del Dr L. Bunde, citado por Sawanick (1985), recogió la opinión de 229 hijos oyentes de padres sordos con los siguientes resultados: el 75% manifestaba una actitud positiva hacia ellos y un 18% una mezcla de sentimientos positivos y negativos.

"Me pregunto hasta qué punto las actitudes ambiguas de los padres sordos hacia su propia identidad y auto-estima, el ajercicio de una autoridad parental supeditada a la supervisión de un consejo familiar, el avasallamiento de roles parentales por parte de familiares oyentes que obran de buena fe"..."pero que en la mayoría de los casos, generan mensajes que contradicen los mensajes de los padres, contribuyen involuntariamente al deterioro de las relaciones padres e hijos y familiares en su conjunto". (R. Famularo, 1990).

La lengua de señas es para el adulto sordo un requisito de su integración social. No es la discapacidad sino la lengua de senas la que unifica a las personas sordas en una comunidad social que exhibe todas las características de una comunidad lingüística.

Teniendo en cuenta la importancia de la comunidad, las personas sordas deben decidir ellas mismas todas las cuestiones que les conciernen directamente (Massone, 1990).

"...aprender una lengua, no es únicamente aprender una lista de palabras y frases" "...Es aprender a ver el mundo de una manera distinta. Aprender y aceptar que el mundo puede ser visto con otra mirada, la mirada del otro, la mirada de la persona sorda. Por eso, enseñar la lengua de senas implica también una manera de ver y de actuar en el mundo desde la experiencia de una persona diferente. La persona sorda que comparte su lengua, comparte su cultura"(E. Machado, 1990).

Uno de los objetivos del proyecto "La Lengua de Señas Argentina para la Educación del Niño Sordo" (UBA y CONICET) es fundamentar un modelo de Educación Bilingüe-Bicultural adaptado a las necesidades y requerimientos de los sordos argentinos y a sus particulares características socio-culturales.

Dicho modelo propone utilizar la lengua de señas de la comunidad sorda en la que el niño está inmerso (hijo sordo de padres sordos) o a la que tarde o temprano tendrá acceso (hijo sordo de padres oyentes, a partir de su entrada en la escuela especial para sordos y a través del contacto con sus pares sordos) y la lengua oral y escrita de la comunidad oyente a la que también, en algún momento se integrará. Serán los mismos miembros de la comunidad sorda los que transmitan la lengua y el modo de ser sordo. A fin de lograr su integración a la comunidad oyente el niño debe primero alcanzar los modos de procesamiento propios de su cultura para poder aproximarse, a través de ella, a la cultura oyente. (Massone y Behares, 1990). El maestro oyente será quien enseñe la lengua oral y ,como ésta es considerada su segunda lengua, deberá ser adquirida con metodologías de enseñanza de segundas lenguas. De este modo, el sistema educativo garantizará el desarrollo de la base conceptual necesaria para la plena competencia en L1 ( lengua de señas ) y, en nuestro caso, Lengua de Señas Argentina y la posterior adquisición con semejante nivel de competencia de la L2 (lengua oral o español).

En Uruguay (Behares y colaboradores, 1987), en Venezuela, Suecia y Dinamarca, se ha implementado el sistema de Educación Bilingüe-Bicultural a nivel nacional, logrando excelentes resultados. El acercamiento entre científicos sociales y pedagógos ha hecho posible la implementación de este modelo educativo en aquellos países.

Otros países, Estados Unidos (Johnson y otros, 1989), Brasil, Italia y Argentina han comenzado a plantearse esta posibilidad a través de experiencias aún incipientes (Massone, 1990). Son también los mismos sordos quienes desean este tipo de educación para sus hijos.

Uruguay ha implementado un plan nacional para incluir individuos sordos y el uso de la Lengua de Señas Uruguaya de modo oficial dentro de las escuelas especiales. En Argentina, se profundiza el debate.

En ambos países, antes de iniciarse el proceso de cambio, la concepción básica del sordo en el discurso pedagógico ha estado prefigurada por datos exclusivamente audiológicos.

De dicha conceptualización básica se derivan cuatro conformaciones complementarias (Behares, 1990):

- el discurso médico
- la visión social
- la visión cognitiva
- la visión de las Lenguas de Señas

El discurso médico acerca el diagnóstico y pronóstico de los individuos sordos en tanto que portadores de una "patología", "enfermedad" o "condición audiógena" determina una práctica rehabilitadora intermedia entre el diagnóstico y el pronóstico. A diferencia de otras entidades médicas, la sordera anula en la práctica posterior de "cura " del paciente toda distinción entre lo terapéutico y lo educativo, subsumiendo a lo segundo en lo primero.

En el DPES todo lo que hace a la visión social está regido por el concepto de "integración"como "asimilación " individual a la sociedad oyente. El esfuerzo por normalizar al sordo, tiene su validación en la idea de que dotar al sordo de buenos mecanismos de comunicación oral le permite funcionar como si fuera un oyente. Esta idea, que la vivencia empírica demuestra como ilusoria, se agota en sí misma por desconocimiento de la realidad social de la sordera. Al intentar "normalizar" al sordo se crea la entidad discapacitado que reproduce y profundiza el poder de la sociedad oyente sobre la comunidad sorda.

La visión cognitiva de la sordera consagra una dependencia lineal entre la eficiencia oral y el acceso al pensamiento.

Se reconocen tres instancias discursivas:
- discurso oralista
- discurso de la discusión de propuestas alternativas para abordar el oralismo.
- discurso actual de la Educación Bilingüe en Uruguay.

Hasta fines del siglo XIX la educación del sordo ensayó diversos mecanismos en varias modalidades que iban desde el Oralismo ( Heinicke en Alemania ), el Manualismo o representación manual de la lengua hablada (L`Epeé en Francia; Gallaudet y Clerc en Estados Unidos) a formas combinadas de ambos ( de León en la España del siglo XVII; Braidwood en Inglaterra).

A fines de siglo pasado se da un vuelco en la concepción de la sordera, debido a tres desarrollos que confluyeron en lo que hoy se denomina Oralismo: 1) el surgimiento de prácticas propiamente oralistas que remarcan el aprendizaje de la lengua oral.

El oralismo pre-audiológico privilegió una metodología estrictamente de primera lengua para el acceso a las lenguas mayoritarias, lo que fue consagrado en el Congreso de Milán y París. Expandido a los países del hemisferio Norte ( Estados Unidos, por ejemplo, abandonó el manualismo a partir del Congreso de París en 1.890).

Se describe al sordo como un individuo deficitario en virtud de su pérdida de audición con expresiones tales como : "no-oyente" (como opuesto a normoyente), "deficiente o discapacitado auditivo" y se lo ubica en una categoría con todos aquellos individuos con "perturbaciones o problemas de lenguaje". Dos factores determinan esta conceptualización: - el partir del individuo sordo como una entidad absoluta y aislada de toda ubicación social: se habla de la persona sorda y no de la sordera como hecho social, hecho que determina un marco de referencia muy limitado y una concepción de lo sordo sólo como intrínsecamente biológico y, por ende, definible en relación a una norma biológica esperada (lo oyente).

- en cierta manera derivado del punto de partida biológico, la definición de lo sordo queda confinada al ámbito estrictamente clínico y pierde relación con la vivencia cotidiana en los ámbitos familiar y social.

2) el segundo desarrollo, correspondió a los avances tecnológicos en el campo de la audiología posibilitados por las investigaciones e invenciones de A. Graham Bell. El surgimiento de audiómetros y audífonos hizo que los médicos irrumpieran en el mundo de la sordera bajo el emblema de que los sordos raramente lo eran en forma profunda y que la utilización de los restos auditivos podría posibilitar su inserción "normalizada" en la sociedad oyente. Esta comprobación, en parte cierta, reducía la experiencia de la sordera a la audición y desatendía todos los aspectos psicosociales inherentes a ella. A partir de este punto de vista, se llegó a concebir al sordo como un enfermo rehabilitable y los intentos educativos del S.XIX se metamorfosearon en prácticas terapéuticas derivadas de los diagnósticos médicos, cuya finalidad fundamental era realizar una ortopedia del habla.

3) El tercer desarrollo, entre 1920-40, se produce, especialmente en Estados Unidos, un fuerte impacto de la psicología conductista que se extiende a las ciencias vinculadas con el individuo y la sociedad. Las terapias del habla encuentran un aliado en el Oralismo. Surgen los entrenamientos para la lengua oral inspirados en principios de la psicolingüística conductista. En esos años las patologías del habla y las terapias del habla se adueñan de la educación del sordo, creándose para ello carreras profesionales específicas.

La lingüística conductista distribucional también auxilia estas prácticas produciendo técnicas que, como la clave Fitzgerald, permite que el entrenador de sordos pueda trabajar con los niveles estructurales de la lengua oral descriptos como procesos combinatorios de izquierda a derecha y en una línea de un solo nivel.

Desde los anos 40 hasta la actualidad, el Oralismo ha intentado perfeccionar los aspectos técnicos.

La formalización de las carreras de formación de maestros de DA (discapacitados auditivos) en Argentina y, hasta 1985 en Uruguay, han tomado como base las perspectivas del Instituto Oral Modelo de Bs. As., institución privada que ha consagrado en América Latina las prácticas oralistas.

En nuestro país, uno de los valuartes del Oralismo en el mundo, se ha observado una tendencia hacia la Comunicación Total, que es considerado como un oralismo más desarrollado.

Según Massone (1990) no son programas educativos sino terapéuticos a pesar del hecho indiscutible de que la escuela para sordos como microcosmos deficitario terapéutico provee al niño sordo de criterios de organización social minoritarios. El niño sordo adquiere conciencia de su identidad sorda y lengua de señas en estos microcosmos, en el contacto con sus pares, a pesar de que ambos procesos sean sistemáticamente reprimidos por los encargados de su educación. En muchos países, a partir de los años 50, se ha tendido a reducir esos encuentros mediante la colocación de niños sordos en aulas regulares bajo las diferentes modalidades de lo que se ha dado en llamar integración.

En opinión de cientistas sociales a partir de los años 60, los conflictos psicosociales están en la base de los fracasos educativos del método oralista por distintas razones, todas reductibles al desconocimiento del papel que juegan los procesos identificatorios y de la socialización en el aprendizaje.

En sistemas educativos como los de Argentina, los niños sordos desarrollan simultáneamente su identidad deficitaria (la de no-oyente), debido a las presiones de la ideología oralista, y su identidad de sordos mediante la inserción temprana en comunidades sordas de pares (Massone, 1989; Behares,1989). Se instaura una crisis de identidad que supera las expectativas del sistema y que, a pesar de sus intentos asimilacionistas, no ha logrado impedir el desarrollo de los conflictos psicosociales inherentes a la sordera.

La identidad sorda se va construyendo en contraste con esta matriz diglósica en la escuela y en el hogar (Gabbiani y Behares, 1987).

En la mayoría de las escuelas para niños sordos los educadores son oyentes formados en técnicas oralistas, mientras que los niños sordos ya constituyen una comunidad autónoma, aunque supeditada a aquella de los educadores oyentes. En la mayoría de estas instituciones el uso de lengua de señas está prohibido aún en las actividades propias del mundo infantil (juegos, recreaciones, etc). De todos modos, la lengua de señas es el modo de comunicación primario de la comunidad sorda infantil.

En general, no hay adultos sordos dentro de estas instituciones, y cuando los hay estan en posiciones consideradas socialmente como inferiores (limpieza, mantenimiento, portería, etc) Los maestros tampoco parecen considerar necesaria la inclusión de adultos sordos a nivel escolar sino solo en tareas no pedagógicas (cooperadora de padres, inserción laboral, etc). También los padres sordos de niños sordos reciben un tratamiento discriminatorio.

A partir del fracaso del oalismo en los aspectos específicos y en su carácter de retardatario de los niveles de instrucción del niño sordo se ha manifestado en Uruguay y Argentina un proceso de cambio en sus actitudes en relación a la educación, los maestros, comunidad sorda y familia Ya en los años 30 investigaciones científicas han producido amplia evidencia sobre el hecho de que las lenguas de señas son sistemas linguísticos verdaderos. El significado se vehiculiza a través de señas manuales y formas convencionales de expresiones faciales y corporales.

Los lingüístas han analizado estructuras, reglas y funciones de las lenguas de señas que constituyen parte estructural de las lenguas de señas nacionales.

Ha sido demostrado que las lenguas de señas son lenguas complejas que poseen gramáticas sofisticadas e inventarios muy vastos de señas léxicas.

La investigación psico y sociolingüística y de pedagogía lingüística ha mostrado que el uso de lengua de señas promueve el desarrollo emocional, social y mental del niño sordo; facilita la formación de conceptos, el desarrollo apropiado de la adquisición de conocimientos, la instalación de valores sociales y normas de comportamiento y un alto grado de competencia comunicativa en todo sentido. El hecho de la pertenencia puede constituir la base para la creación de discursos específicos y para la delimitación de un campo de experiencias a partir del cual se abre el espacio para un "nosotros"y "ellos", para la formación de diferentes identidades sociales.

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