1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina" |
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Universidad Nacional de Quilmes - ArgentinaNoviembre 1997 |
Ponencias publicadas por el Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/ info@equiponaya.com.ar |
Universidad Nacional de Quilmes
Buenos Aires, 4 al 7 de noviembre de 1997
MESA: SALUD
Historias Reproductivas, estrategias de control de la fecundidad y valoración de la maternidad entre un grupo de mujeres que viven en condiciones de pobreza.1
Betina Freidin
Instituto Gino Germani - UBA
En este documento presentamos el análisis de las historias reproductivas de las mujeres que entrevistamos en Maciel, a partir de un interés básico en las prácticas de regulación de la natalidad implementadas por ellas y los principales obstáculos que se les presentan en este ámbito. También rastreamos el conjunto de significados que encierra la maternidad para estas mujeres a partir de la centralidad que expresaron ocupa en sus vidas.
La planificación familiar mediante el uso de anticonceptivos se encuadra dentro de la práctica más general de salud preventiva que supone, por parte de sus practicantes, la posibilidad de conocer y manejar el propio cuerpo, y oportunidades de acceso a las agencias de salud y a métodos apropiados y eficaces de control de la natalidad . Las prácticas anticonceptivas se ubican en el campo de la salud reproductiva, la que en un sentido amplio incluye áreas tales como la sexualidad, las determinantes del aborto inducido, lactancia y anticoncepción, y que a partir de los años '80 y de las preocupaciones feministas se estudian a la luz del ejercicio pleno de lo derechos reproductivos de las mujeres (Mundigo, 1993).
Las posibilidades de acceso a la anticoncepcion medicalizada y a su utilización adecuada y eficaz están limitadas estructuralmente, y por lo tanto, la planificación familiar constituye un ámbito en el que se manifiesta la desigualdad social y al mismo tiempo la reproduce. Consecuentemente, las parejas y especialmente la mujeres de menores recursos sociales materiales y simbólicos son las que encuentran mayores dificultades para conciliar en número de hijos deseados y el de hijos reales que conciben a lo largo de su vida fértil.
En nuestro estudio hemos observado que, en términos generales, la alta paridez de las mujeres no obedece a una falta de intención de cuidado sino a fallas en los procedimientos anticonceptivos, lo que indica una práctica de cuidado ineficaz. Esto nos lleva al punto de partida de este trabajo: la mayoría de las mujeres que entrevistamos en Maciel tienen o han tenido a lo largo de su vida sexual la intención de cuidarse para ejercer control sobre la natalidad, pero han carecido de los medios, destrezas, y soporte institucional y de pareja para realizarlo, y obtener el fin buscado.
Nuestro análisis tiene el objetivo de describir la fecundidad de este grupo de mujeres que comparten la condición de ser migrantes internas y sus prácticas para regular la maternidad, atendiendo a la importancia que le asignan a la maternidad en sus vidas y a sus experiencias de pareja en materia de regulación del número de hijos.
A lo largo de nuestro trabajo de campo fuimos tomando conciencia de lo central y constitutivo que ha sido la maternidad para este grupo de mujeres, y de la necesidad de analizarla como un tema en si mismo en el marco de nuestra investigacion. Inicialmente nuestro interés estaba puesto en observar la historia reproductiva y familiar de las entrevistadas en la medida en que se iba articulando con sus trayectorias laborales a lo largo de sus cursos de vida, marcando salidas, disminución del ritmo o intensidad laboral, o bien el ingreso o retorno al mercado de trabajo en los distintos lugares donde habían vivido, ya que se trata de migrantes internas de origen rural y urbano.
Durante las primeras entrevistas - tal como lo habíamos planificado - indagamos sobre el número de hijos que habían nacido vivos, los que habian muerto, si habían interrumpido embarazos de modo inducido o por perdidas espontaneas, y si utilizaban o habían utilizado algún método anticonceptivo. Constituyó una circunstancia recurrente que cuando las entrevistamos por segunda vez las mujeres hubiesen agrandado sus familias habiendo experimentado un nuevo parto y en muchos casos con graves perjuicios para su salud. Este hecho hizo que durante el segundo encuentro volviéramos al tema de los hijos y la anticoncepción, contando en este caso con una mayor disposición para relatar y, a veces, una gran necesidad de contarnos sus experiencias en este terreno de sus vidas.
Estas piezas del trabajo de campo junto con la importancia adjudicada por las entrevistadas a la experiencia de la maternidad al hacer una suerte de balance valorativo de sus vidas, constituyen el material empírico a partir del cual elaboramos el presente documento.
Perfil reproductivo del grupo
Las mujeres entrevistadas son migrantes internas con muy escasas credenciales educativas formales2 . La mayoría de ellas no ha completado la escuela primaria. Del total de casos, 15 provienen del interior urbano de pequeñas cuidades o pueblos hasta capitales de provincia; las 13 restantes nacieron en áreas rurales. Consideradas en conjunto, el promedio de hijos que han tenido es 4,39 hijos, es decir que presentan la pauta de paridez observada a nivel agregado para estos estratos sociales (Torrado, 1993). El origen urbano o rural no marca diferencias significativas (4,2 hijos en las rurales frente al 4,6 hijos en las urbanas). Probablemente este comportamiento similar obedezca al hecho que la mayoría de las migrantes rurales se desplazaron hacia Buenos Aires a edades tempranas y comenzaron su ciclo reproductivo en el medio urbano. De las tres mujeres que migraron con sus familias de procreación sólo una lo hizo con su marido prácticamente con su ciclo reproductivo completo (tuvo sus seis primeros hijos en la provincia de Santa Fe y el último en Buenos Aires), las dos restantes lo hicieron separadas y con hijos.
La mayoría han tenido sus hijos entre los 16 y los 20 años lo que implica que han tenido su primera experiencia como madres siendo adolescentes. La mayoría viven actualmente en uniones consensuales; muchas de ellas han tenido más de una unión marital a lo largo de sus cursos de vida, y sus hijos nacieron de estas distintas uniones o de relaciones ocasionales.
Es común observar que el primer hijo sea producto de un noviazgo a una edad muy temprana que no deviene en unión consensual o legal, y los siguientes resulten de parejas de convivencia.
Las estrategias de control de la natalidad de las mujeres: anticoncepción y aborto
De las 28 mujeres que entrevistamos, siete de ellas nos dijeron que nunca se habían cuidado para no tener hijos ni tampoco lo habían hecho sus parejas. Las restantes manifestaron cuidarse actualmente o haberlo hecho en algún momento. La mayoría lo han hecho de una manera irregular o discontinua, y las menos, con la sistematicidad y regularidad que requiere cada método para obtener los resultados esperados.
El método más utilizado por las mujeres es la ingesta de pastillas anticonceptivas, y en segundo término, las inyecciones que requieren la aplicación de una dosis mensual. Muy pocas han utilizado dispositivos intrauterinos para evitar embarazos, y menos aún han tenido parejas que se han cuidado mediante el uso de preservativos. Dentro de estas prácticas preventivas o anticipatorias también se ubican métodos naturales como el de las 'fechas' o ritmo y el retiro , o se recurre a procedimientos de la medicina popular, los etnométodos en relación a la utilización de 'yuyos' 3 . La pauta más común observada es que comienzan su práctica conceptiva tomando pastillas y luego la dejan por la inyección mensual. Con este otro método evitan las molestias físicas que les ocasionan las píldoras, disminuyen el costo que les insume el cuidado y se despreocupan de acordarse diariamente durante tres semanas al mes de la 'pastillita'.
Junto con estos cuidados anticipatorios existen otras prácticas que las mujeres utilizan para ejercer control sobre su fecundidad, las pastillas que provocan la hemorragia menstrual y también determinados yuyos , ambos para interrumpir un embarzo que se sospecha se avecina pero que aún no esta confirmado por analisis clínico o por la memoria corporal del estado de embarazo. No se trata en estos casos de conductas anticipatorias sino post-fácticas.
Algunas también recurren al aborto inducido para interrumpir el embarazo. En general la práctica del aborto inducido para evitar en nacimiento de un nuevo hijo no es muy habitual entre este grupo de mujeres4 . Solo cinco de las 28 nos contaron que habían interrumpido embarazos con abortos inducidos. En todos los casos fueron realizados mientras las mujeres vivían unidas o casadas. El momento en que se produce el aborto varía pero la motivación fue no tener más hijos porque "la cantidad ya era sufciente" o bien, porque no era el momento oportuno para otro nacimiento. En estos últimos casos el embarazo no buscado se produce durante la lactancia del último hijo. Este momento es crucial para comprender la alta paridez de las mujeres. Constituye una etapa en el que las mujeres no se cuidan mediante métodos anticonceptivos ante el retiro de la hemorragia menstrual, desconociendo que se trata de un período fértil. Casi todas las entrevistadas han pasado al menos una vez por esta situación, es decir que el embarazo se produce en esta etapa y da cuenta entre otros factores del escaso espaciamiento entre los hijos, especialmente entre los primeros partos.
Otras, o las mismas mujeres frente a otras sospechas de embarazo si bien no lograron el fin buscado realizaron algún intento de abortar mediante inyecciones o pastillas que inducen la perdida menstrual.
Los casos de abortos inducidos exitosos contaron con la intervención de un profesional. Existen algunos casos "fronterizos" en los que la mujeres no están del todo seguras de la causa real de la perdida; se trata de instancias en que las mujeres si bien no acudieron a un profesional tomaron remedios caseros o yuyos pero que al tiempo de esta intervención voluntaria se presentaron algunos accidentes que pusieron en duda la verdadera causa de la pérdida del embarazo. El relato de una de las entrevistadas describe la circunstancia de la que queremos dar cuenta:
"si uno lo perdí yo porque quise, pero tomé yuyos y bueno...era comildombre, canchalagua y doradilla se llamaba, agarré y me lo tomé [era abortivo eso?] , sí eso es lo que me dijeron. Buen, me lo tomé, era en el mes de abril, entonces me lo tomé porque agarro y no me vino eses mes y me lo tomé y como al tercer día me acuerdo que había un montón de chicos que habían venido....y nos habíamos ido al parque Lezama y entonces estaba jugando y me caí, me caí de cola ahí sentada jugando con los chicos, entonces empecé a sentir que me venía (...) sentí algo que me quería caer (...) entonces venía que parece que me quería salir eso, che, y toda empapada estaba, y llego a mi casa y me siento y cae pum!, una cosa redonda que parecía una gelatina....[pero al final no sabés si fue porque te caíste de cola o...?] o fue por los yuyos, no se cuál de las dos cosas fue...."
Entre algunas existe la creencia en la eficacia de preparados abortivos caseros que actúan solos o en combinación con fármacos y les atribuyen la interrupción de embarazos que tuvieron. Laura, que nació, creció y tuvo a la mayor parte de sus hijos mientras vivía en al campo, nos cuenta cómo gracias al conocimiento de medicina popular de su madre, logró 'sacarse' unos cuantos futuros hijos:
"yo tomaba remedio de campo, así estuve de dos meses y tomaba así remedio de campo y me venía porque mi mamá me hacía los remedios. Porque ya tenía bastantes [hijos]. Mirá si llegaba a tener todos esos!"
Una vez en Buenos Aires utilizaba inyecciones ya preparadas que compraba en la farmacia,
"de uno estuve casi de tres [meses de embarazo], sí me hizo efecto. No sólo me puse la preparada , me puse después esa que viene "2 días"no sé que, eso me metí también y la ayudé con remedios también [...] y me vino todo bien"
Su último hijo fue producto de la utilización de este método,
"De Nicolás también me puse muchas inyecciones. Me puse todo pero no me hizo nada [por qué será que no te hizo efecto] y no sé , o sé, puede ser que ya una vez que yo me quedo ya no...no sé es raro porque si uno está bien alimentado no sé que dicen que no le hace efecto (...) yo prácticamente traté de no comer de tomarle el remedio a la mañana temprano, dejarle al sereno porque mi mamá me enseñaba todo."
Es interesante observar la explicación ad hoc para dar cuenta de la ineficacia del método si no se dan las condiciones adecuadas, y de este modo el método no es descartado sino que se lo confirma poniendo de relieve las condiciones necesarias para su utilización adecuada, más allá de las consecuencias para la salud de la mujer.
Como lo han destacado Llovet y Ramos (1988:25) el uso de inyecciones de regulación menstrual como abortivo encubre una confusión, un autoengaño y un equívoco. Al tratarse de inyecciones de regulación del ciclo menstrual con ellas sólo se confirma la presencia de un embarazo o su inexistencia. Otras entrevistadas, a diferencia de Laura que persevera en la creencia de las inyecciones abortivas , dan cuenta a través de su relato de la experiencia fallida reiterada de la inutilidad de este procedimiento, y de su consecuente 'aprendizaje' por ensayo y error. Así durante la última entrevista de nuestro trabajo de campo, Virginia con 25 años y 6 hijos nos cuenta cómo "llegó" su último bebé y los anteriores:
"Me estaba cuidando pero justo se había operado mi tía , iba y venía y entonces ya tomaba la pastilla mal (...) venía y tomaba la pastilla pero a veces venía y los chicos, la escuela...y a la tarde y iba otra vez y me olvidaba , cuando venía al otro día y la tomaba mal o tomaba dos juntas, viste, ese mes me vino dos veces (...) ya no sabía cómo cuidarme viste, y esperé (...) al otro mes esperé yo que me venía y no me venía y cuando fui al médico ya había quedado de aquella , estaba casi ya para los dos meses (...) antes que se cumplan los dos meses me puse más cosas para que me venga!, me hice 7 días, 3 días, eso que se pone ahí para que me venga [alguna otra vez lo habías hecho] mirá prácticamente de todos yo me puse inyecciones, de todos , para qué , pero ahí están todos mirá... (...) si es de un mes así, sí dicen te ponés una inyección, me pongo otra, si pasa , pasa, pero nunca pasa nada y ahí están....".
Observamos que muchas mujeres utilizan una estrategia de regulación del número de hijos combinada: prácticas anticonceptivas acompañadas de interrupciones de embarazo por abortos efectivos o intentos abortivos fallidos5 . Sólo una de las mujeres que practicaron alguna forma de aborto nunca intentó cuidarse para no quedar embarazada. Esta pauta observada es consistente con los hallazgos de Llovet & Ramos (1985) que destacan que las mujeres usuarias de métodos anticonceptivos abortan más que las no usuarias , de lo cual se infiere un uso complementario de ambos métodos para regular la fecundidad.
La mayoría de las mujeres que entrevistamos que intentaron cuidados anticonceptivos han fallado alguna vez.
En el estudio de Rainwater (1960) - ya clásico sobre el tema del comportamiento reproductivo de la clase trabajadora norteamericana - se había observado que el patrón habitual de práctica contraceptiva era el "uso esporádico", en tanto las parejas utilizaban anticonceptivos, frecuentemento distintos métodos, pero no tenían la capacidad de usarlos de modo satisfactorio y consistente6 . La mayoría de las mujeres se ubican en esta modalidad de uso. El uso alternado o secuencial observado entre distintos métodos obedece a la búsqueda más o menos sostenida de una alternativa de cuidado que no les provoque malestar físico o psicológico y que no les exija una práctica de cuidado diario que no están en condiciones de realizar en el marco de sus vidas cotidianas. Pocas son las que han logrado el fin buscado, se trata de las que han tenido menos hijos o al menos las posibilidad de ejercer algún control sobre el momento de sus nacimientos.
Por último queremos subrayar que en el análisis del comportamiento reproductivo de las mujeres y de las fallas en las posibilidades de una planificación familiar eficaz, observamos dos momentos críticos: el período de lactancia de los hijos y el de descanso de la toma regular de pastillas contraceptivas. Esas son las instancias típicas en las que se producen embarazos no buscados, ante los cuales la respuesta es algun intento de aborto o la resignación de dar a luz nuevamente. En estos momentos cruciales, las mujeres no cuentan con la información necesaria sobre el funcionamiento de su propio cuerpo ni sobre el uso de anticonceptivos alternativos que les permitan seguir cuidándose y no exponerse al riesgo de un nuevo embarazo. Y aquí entran en juego dos factores: la resistencia de sus parejas a cuidarse mediante preservativos , lo que expresa su falta de responsabilidad en la práctica de la planificación familiar, y la inexistente atención que reciben las mujeres de menos recursos por parte de los efectores de salud reproductiva.
Hemos accedido de modo indirecto - esto es a través de los relatos de las mujeres exclusivamente y no de de sus parejas - a la participación de los hombres en este terreno. Lo que las mujeres nos cuentan acerca del comportamiento y actitudes masculinas da cuenta de la percepción del cuidado como una responsabilidad exclusivamente personal, estén unidas o casadas, o bien en relaciones inestables. Virginia, con seis hijos y veinticinco años, que intentó interrumpir con medicación prácticamente todos sus embarazos y rechaza por miedo la práctica 'abierta' del aborto , sintetiza el papel que generalmente desempeña el hombre en este terreno:
"[la responsabilidad de tener hijos quién la tiene?] No y ... si yo no me cuido mirá , esos vienen porque la única que me cuido soy yo (...) yo te digo que si yo me quiero cuidar me cuido, pero cuando queda ya qué vamos a hacer, otra cosa no puedo hacer, me ponga lo que me ponga pero...(...) lo que tiene mi marido es que si vos no te cuidás....y como él es el hombre nomás, te digo, la única que tengo que ver como puedo soy yo".
El momento en que empiezan a cuidarse
Hemos descripto las formas habituales de regular el número de hijos, destacando una pauta típica de pasaje entre métodos anticonceptivos desde el uso inicial de pastillas anticonceptivas de ingesta diaria a la aplicación de una inyección mensual. Esta segunda modalidad de cuidado es considerada por las entrevistadas como más práctica y cómoda.
En este apartado nos interesa rastrear el momento en que empiezan a cuidarse o a hacer algún intento de regulación de la maternidad. Utilizamos intencionalmente el término rastrear ya que es habitual que las mujeres no recuerden con precisión ese momento, y probablemente esto se deba a la intermitencia de la práctica de cuidado, y al número elevado de hijos que han tenido y al poco espaciamiento entre ellos.
De las 28 mujeres entrevistadas, sólo dos comenzaron a cuidarse con anticonceptivos antes del primer embarazo, coincidiendo con el momento de su iniciación sexual. En general, observamos que comienzan a cuidarse después del primer hijo, aunque varias lo hacen con el ciclo reproductivo avanzado (2, 3,5 hijos). La motivación para cuidarse después de haber tenido pocos hijos obedece básicamente a la intención de espaciar los nacimientos. Las que lo hacen con un número mayor de hijos, en cambio, buscan finalizar el ciclo reproductivo.
La pauta típica que hemos observado de intento de cuidado después del nacimiento del primer hijo puede interpretarse a partir de un elemento valorativo básico que aparece en sus relatos biográficos: muchas de las mujeres vivieron la primera experiencia en la maternidad como un turning point en su ciclo de maduración personal, y en los casos en que la experiencia se da en el marco de una relación de pareja estable, también en el fortalecimiento de la unión. Es por eso, que el primer hijo representa tanto el pasaje a la adultez y una confirmación de la identidad como mujer, y una instancia de consolidación del vínculo con la pareja. Consecuentemente, el primer parto es esperado con una gran ansiedad, y muchas veces recordado y valorado en términos de mayor felicidad cuando hacen un balance de sus experiencias de vida. Esto nos lleva un hallazgo importante : si bien la maternidad reviste una importancia crucial en la valoración subjetiva de las mujeres, en muchas de ellas no se trata de una valoración uniforme sino diferenciada de lo que significan los hijos en distintos momentos y circunstancias vitales. Sobre este tema volveremos más adelante cuando analicemos la centralidad de la maternidad .
Las experiencias de los partos
Siete de las veintiocho mujeres entrevistadas han tenido un parto con problemas de salud para ellas o para sus bebés. Como lo comentamos en la introducción de este documento, cuando realizamos las segundas entrevistas en la última etapa del trabajo de campo en Maciel, muchas entrevistadas habían dado a luz nuevamente. Los encuentros se constituyeron entonces en una buena ocasión para para volver al tema de sus historias reproductivas, y en particular a sus experiencias en los partos . Las entrevistadas nos hablaron de la atención hospitalaria y de este modo los relatos describen desde el plano de la experiencia vivida los hechos que capturan las estadísticas sobre la morbilidad materna.
En un estudio reciente Blanco (1996:5) registra - a nivel agregado - por un lado el incremento de los nacimientos en los hospitales públicos para el total del país desde fines de la década del '80, y por otro, el incremento para el mismo período de las complicaciones de los embarazos, partos y puerperios. Esto significa un mayor riesgo reproductivo para las mujeres pobres y empobrecidas -principales usuarias de servicios de salud públicos- en un contexto en el que estos establecimientos han reducido su presupuesto y personal, lo que redunda en la calidad de los servicios prestados.
Presentamos en este apartado los relatos de tres entrevistadas sobre sus experiencias recientes de partos, que consideramos condensan varios de los riesgos a las que están expuestas las mujeres de menores recursos en los partos y en los meses previos de embarazo.
Sandra confirma el embarazo de su último hijo -el quinto - después de cuatro meses de gestación. Ante el retiro de la menstruación y sin reconocer otro signo de embarazo hace una consulta en la salita de salud del barrio. Le hacen un análisis, la revisan y le dicen que no está embarazada; finalmente una ecografía confirma que está esperando un nuevo hijo. Sandra relata de este modo el parto y las complicaciones posteriores:
"lo que me pasó en el parto?....bueno, yo llego me ponen el monitoreo para saber cómo estaba el bebé, yo ya tenía entre 5 « y 6 de dilatación (...) me pasan a la sala de partos y bueno me dice "dale pujá" - yo tenía tanto miedo que...- "dale pujá que ya sale el bebé, pega otro, otro pujo más fuerte" bueno ya cuando hago así ya sale el bebé pero no me cortaron viste, y sentí que me desgarraba y los médicos se asustaron porque agarraron el bebé y se me cierra el útero con la placenta adentro, entonces que hacen? me colocan el aparato ese, me empiezan a raspar y todo (...) me llevan a una pieza, me llevan bien, no me hicieron suero, inyección, no me hicieron nada, me dejan con el bebé ahí, a eso de las 8 cuando entran las enfermeras estaba bañada en sangre (...) al otro día temprano me colocan de nuevo el espéculo, me hacen de nuevo una limpieza y ahí dice el médico [de la sala] "qué chantas son, cómo no se dan cuenta que esta mujer tiene un fibroma y te dejaron desgarrar toda", me cocieron después sin anestesia, sin nada [los raspajes te los hicieron con anestesia?] no así nomás (...) entonces me vuelven a llevar ahí me hacen un litro de sangre, después me hacen « litro más ese fue el equivocado, que yo no sabía que era...porque era esa reacción que no era (...) tengo grupo B positivo...yo se sé si era que yo perdía tanta sangre que ellos se habrían ...asustado o no pusieron cuidado, encima sabés cómo estaba toda pinchada?, a lo último ya las agujas saltaban de mí (...) las enfermeras que van cambiando de turno vienen, te cambian y encima te dicen "por favor no manches la cama"y vos estás que no te podés mover, estás estaqueada ahí (...) estuve cinco días y ya me estaban por sacar de la camilla, si tenía que seguir ahí iba a tener que esperar en la camilla, ya no había camas, las que tenía la iban sacando porque era increible la cantidad de bebés, sabés....".
Sandra ya había tenido problemas con el parto anterior en el mismo hospital cuatro años atrás. En esa oportunidad no le practicaron una cesárea pese a que el bebé estaba en la posición invertida para un parto normal. No le hicieron la intervención quirúrgica porque estaba sóla y nadie podía firmar la autorización. En esa esa ocasión tanto ella como el bebé sufrieron graves problemas de salud.
A Marisa , igual que en el caso de Sandra la entrevistamos al poco tiempo del último parto y también la encontramos con un gran deterioro de salud. La entrevistada nos relata de este modo su experiencia:
"sí yo volví a quedar embarazada ...andaba mal viste, pero no era tanto, tenía mucho dolor, después fui a control (...) yo me hacía atender para no perderlo ni nada...y después iba todos los meses, me hacía todo el control, todo, todo, me iba todo bien. No tenía dolores, no tenía nada. Eh...rompo bolsa, me lleva al hospital y me dejan tres días...cuando me van a atender es porque ya tenía fiebre , me había agarrado una infección , cuando me hicieron la cesárea la infección se desparrama toda [y el chiquito nació bien?] es seismesino, estuvo un mes en incubadora y yo estuve un mes y pico en terapia intensiva (...) nadie se hizo responsable de nada (...) ahora yo voy...yo puse la denuncia entendés... (...) yo no me acuerdo de nada, yo te cuento lo que me contó mi marido a mí (...) tres operaciones me hicieron a parte de la cesárea, me sacaron el útero (...) ya estaba más muerta que viva...".
Antonia también tuvo problemas con su sexto hija. La niña nació con un problema neurólógico que afectó su motricidad. Las dificultades comenzaron hacia el final del embarazo, y relata la experiencia como continúa:
"ella nació con problemas porque era muy grande, no tenía espacio suficiente, nació con 4 kilos 180 gramos [por cesáarea?] no , me hicieron parto normal por eso fue como falta de oxigenación en el momento del parto (...) me atendieron no sé, en el momento del parto me atendieron bien, estuvieron conmigo todo el tiempo, me hicieron todo lo que me tenían que haber hecho pero yo venía con contracciones ya desde los ocho meses, ya venía con contracciones y ellos me decían que era normal (...) si yo estaba continuamente con control, inclusive la ecografía no me la podían hacer porque no encontraban no sé qué cosa , y el último día que fui a la mañana, al mediodía me hicieron la ecografía y a las siete de la tarde ya me tuvieron que internar porque empezaba con pérdidas, me apretaron toda para hacerme la ecografía y entonces...no sé qué era lo que me encontraron...así que se ve que ella ya venía con problemas en ese trayecto de los ocho meses".
En el momento en que la entrevistamos la nena tenía un año y siete meses y estaba en tratamiento neurológico.
Antonia sigue sin saber con alguna precisión las causas de su enfermedad y con enormes dificultades para costear el tratamiento médico para lograr alguna mejora de la salud de su niña.
Los relatos que presentamos probablemente describan las experiencias de muchas mujeres que viven en condiciones de pobreza. Como ya lo advertimos, no es nuestro propósito evaluar objetivamente la calidad de la atención que ofrecen los hospitales públicos pues deberíamos trabajar con otras fuentes de evidencia empírica. Lo que buscamos es recuperar el plano de la vivencia de algunas instancias claves de la salud reproductiva de las mujeres. Los relatos seleccionados de las mujeres permiten identificar algunos elementos cruciales: - la negligencia en la atención médica de los servicios de guardia de los hospitales.
- las malas condiciones de internación y cuidado paramédico.
- las dificultades cognitivas de las mujeres para comprender los problemas de salud que sufren ellas o sus bebés.
Estas vivencias ya han sido descriptas en el trabajo de Ramos (1984:41) en el que analiza la experiencia popular de la maternidad y concluye que el paso por la medina oficial y las instituciones públicas para la atención del parto resultan experiencias negativas con un alto costo emocional para las pacientes.
Los factores claves que destacamos se agravan a ún más pues se presentan en el marco de una relación médico paciente prácticamente inexistente: las mujeres no conocen con anterioridad al personal médico que interviene en los partos ni al que las asiste en el período de post-parto, a lo que se suma las características ya descritas en otros trabajos cualitativos que abordan la relación entre los profesionales de la salud y los pacientes de menos recursos (Llovet, 1988; Boltanski, 1975).
La centralidad de los hijos en la vida de la mujeres: los matices de la maternidad
La centralidad que la experiencia de la maternidad ocupa en la vida de las mujeres entrevistadas aparece explícitamente verbalizada cuando hacia el final de las primeras entrevistas les solicitamos que realicen una suerte de balance del desarrollo de sus vidas y reconozcan cuáles han sido los momentos o circunstancias más importantes, más felices y más tristes .
Prácticamente la totalidad de ellas se refieren a la maternidad como lo más importante y lo que las ha hecho más feliz. La contracara de esta valoración positiva, se presenta en los relatos de unas pocas entrevistadas que se reconocen a sí mismas como más felices y despreocupadas cuando aún no habían ingresado al mundo de las responsabilidad maternales, y otras que identifican como los momentos más tristes haber sido madres en circunstancias de total adversidad: en el marco de una profunda soledad y necesidad material. Ya sea en términos de alegría y felicidad o de tristeza, la selección de eventos y circunstancias vinculadas a los hijos da cuenta de la marca profunda que imprime la maternidad en la vida de estas mujeres.
La importancia de la maternidad en la identidad de género de las mujeres está ampliamente discutida en la literatura sobre la mujer y en las investigaciones empíricas emprendidas desde esta perspectiva (García y de Oliveira, 1994; Beneria & Roldan, 1987, Walzer, 1996, entre otros). García & de Oliveira en su estudio con mujeres de distintos sectores sociales en tres ciudades mexicanas concluyen que : "la maternidad es es un aspecto primordial que hay que tener en cuenta de la definición de la identidad femenina y en la organización de la vida cotidiana de las mujeres ; sin embargo las que trabajan pueden plantear otros factores de realización personal y vivir la maternidad con ambivalencias, sobre todo en los sectores medios. En los grupos populares, para todas las mujeres entrevistadas, la maternidad es en mayor medida el eje orientador de la vida femenina ((1994:.234)"
Nuestro estudio con mujeres que viven en condiciones de pobreza nos ha permitido constatar el modo en que la maternidad estructura la vida cotidiana de las mujeres y también la organiza simbólicamente7 . En este apartado nos interesa profundizar en los valores y significados que encierra la frase "lo más importante y feliz es haber tenido mis hijos", lo que nos lleva a desplegar los matices de la vivencia de la maternidad . Cuando les pedimos que nos explicaran por qué el haber tenido hijos revestía tanta importancia y en la mayoría de los casos las hacía tan felices, observamos que no todas hablaban de lo mismo.
Registramos, entonces, que las referencias daban cuenta de diferentes planos o dimensiones que podemos presentar de manera simplificada del siguiente modo:
- la primera experiencia de la maternidad /el momento del nacimiento del primer hijo que es interpretado /valorado
como un turning point en su identidad como mujeres como una instancia de fortalecimiento de la pareja en relación al contexto o circunstancias de ese momento en relación a la satisfacción del sexo esperado
- el hecho de haber tenido hijos en general (sin una valoración especial por alguno de ellos) es valorado teniendo en cuenta:
la convivencia con ellos haberlos cuidado, criado bien el reconocimiento y la valoración que reciben de sus hijos/autoestima
- la condición de ser madres vivida como un cúmulo de responsabilidades indelegables
- experiencias relacionadas con los hijos interpretadas como los momentos más tristes en sus vidas en referencia a las circunstancias que enmarcan los partos
Felicidad e hijos
Describiremos en primer término las experiencias de la maternidad evocadas en términos de felicidad y máxima importancia en la vida de las entrevistadas, tratando de desplagar la gama de significaciones que las mujeres reconocen en ellas.
La valoración del primer hijo
La maternidad como un turning point en sus cursos de vida
Hemos observado que algunas mujeres consideran el hecho de haber tenido hijos -en particular el primer nacimiento- como un momento decisivo en sus vidas que puede interpretarse como un turning point valorado en términos positivos.
El término 'turning point' refiere a los puntos de inflexión en las trayectorias de vida de las personas , en tanto dichas trayectorias están marcadas por una secuencia de eventos vitales y transiciones, cambios de estados más o menos abruptos (Elder, 1985:32). Hareven & Masaoka (1988) señalan la importancia de analizar los cursos de vida identificando las transiciones normativamente pautadas que son vividas - subjetivamente definidas - por la gente como turning points. En la definición de los autores los turning points constituyen "roadmarks perceptuales a lo largo del curso de vida. Reperesentan evaluaciones subjetivas sobre continuidades y discontinuidades , especialmente el impacto de los eventos vitales tempranos sobre los subsecuentes. En algunos casos son percibidos como cambios críticos y en otros como nuevos comienzos" (p.272).
Algunas entrevistadas relatan el evento del primer nacimiento del siguiente modo:
"el momento más feliz fue mi primer hijo, para mí el primero, como fue el primero es tan lindo (...) no sé me cambió la vida, no sé (...) para mí era como que estaba más unida a mi marido.
[cuando nacieron los otros chicos también fue así?] no, no tanto porque el primero era...no sé, era otra vida , y [yo] me sentía una super mamá, sí la verdad es que yo no me despegaba ni un "minuto del primer nene".
( Claudia, 31 años, tres hijos, casada)
"[el momento más feliz] cuando nació mi primer hijo, el primero, no sé, me sentía distinta, no sé qué me pasó ese día [sólo con el primero te pasó?] sí, con el primero [vos tuviste otros hijos, qué tuvo de especial ese?] y no sé, pero siempre me acuerdo de ese....".
(Mercedes, 31 años, unida 4 hijos)
El recuerdo de los partos
Algunas mujeres recuperan en términos de mayor felicidad en particular el momento del parto. Las que rescatan este episodio, al momento de la primera entrevista habían tenido un sólo hijo. Se trata de Ana y Rita. En ambos casos el momento es recordado con mucha alegría y rescatan las peculiaridades que se presentaron :
"Momentos más felices? Cuando la tuve a mi hija [qué fue lo lindo?] y tenerla a mi hija, cuando la tuve [ te referís al parto?] sí, estaba re nerviosa, [llegó] en cinco minutos, llegué justo"
"y sí será que yo...después que nació ella me largué a reír y reír . Porque yo me vi ahí...estaba el "médico, le decían pitufo al doctor, sí...estaba todo vestido de celeste, estaba fumando él (...) me había puesto dos inyecciones en el suero para apurar el parto y me decía que para las doce de la noche era ...imaginate esos dolores. Yo gritaba y decía "no puede ser para las doce, yo me muero, sáquenmela, sáquenme. Después le digo "quiero ahcer pis" me puso la chata y en ese interin nació Cecilia....no sé qué me causó gracia, viste, verlo al médico con esa desesperación, con el cigarrillo en la boca, viste....
(...) en lugar de hacer pis tuve la nena,...bueno, ese es el mejor recuerdo que tengo...."
El contexto o las circunstancias de la maternidad
Algunas de las mujeres cuando se refieren a los hijos como lo que les ha producido mayor felicidad en sus vidas, están evocando los "marcos" afectivos y de contención en las que se produjeron algunos nacimientos. No se trata de la particularidad que presentó el parto o la "marca " que imprimió en sus vidas la maternidad en tanto vivencia de una transición, sino del escenario en el que se dio algún nacimiento..
María Emilia está casada y tiene 31 años y recuerda el nacimiento de su primera hija del siguiente modo:
"El momento más feliz fue cuando tuve a mi hija, en la casa de él ; yo buscaba una familia que me quiera, nada más , porque nunca había sentido ese amor de familia".
La historia de María Emilia, cuyos padres se separaron cuando ella tenía 2 años y posteriormente vivió con un padrastro alcohólico y en distintas casas de familia en las que trabajaba la madre, enmarca el episodio del nacimiento del primer hijo en un contexto de significaciones diferente al de las entrevistadas anteriores.
En esta categoría podemos ubicar las experiencias opuestas a la de la entrevistada anterior. Los relatos de dos de las entrevistadas dan cuenta de la importancia de las circunstancias en las que suceden eventos vitales cruciales, y como éstas marcan el tono emocional con el que se los reviven en la rememoración .
Sandra tiene 37 años está separada y recuerda como el momento más triste de su vida cuando nació su cuarto hijo, cuyo padre biológico "desapareció" ante la noticia del embarazo:
"[momentos tristes] el nacimiento de él , de estar sola, entendés, estar tirada en el hospital, que vos no tengas a nadie, eso para mí es imborrable, de eso no me olvido más, las desilusiones del amor no porque vos ya te ponés fría, después no dejás que te lastimen demasiado ; pero yo pienso que lo más triste para mí fue esa vez..."
Esther migró a Buenos Aires a los 25 años con un hijo pequeño y "otro en el vientre"escapando de la infidelidad de su marido y de la imposibilidad material que le imponía el medio rural . Sin trabajo, y sin red familiar de apoyo en la gran ciudad, Esther rememora ese momento de su vida como el más triste. Actualmente casada con un hombre mayor , nos dice:
" [el momento más triste] no, por ahí me pongo a pensar pero...encontrarme con dos chicos sola, o el d ía de mañana los voy a criar...qué voy a hacer yo?, a veces me pongo a pensar...(...) yo ahora no puedo decir - gracias a dios- que estoy sufriendo con mis dos hijos en los brazos , porque eso ya lo pasé cuando estuve sola, que me vine de allá y no conocer a nadie y que te digan de golpe "mirá no te puedo tener más"; sí pasé malos momentos porque uno no sabe a donde va a ir a parar...."
La satisfacción por el sexo esperado del hijo
Algunos mujeres señalan que la felicidad por la llegada del primer hijo se vincula con el cumplimiento de sus expectativas con respecto al sexo del bebé.
"y no se por qué, yo siempre desde chica dije , yo el día que tenga un hijo, el primero tienen en que ser varón, aunque a mí las nenas me encantan, pero para mí tenía que ser varón, y nació varón! ".
(Cecilia, 34 años, 3 hijos, unida ).
"[el momento más feliz] tener a mi hijo, al más grande, al primero, vos estás esperando ansiosa qué es, qué no es (...) una expectativa que tenía yo era que sea varón, después la segunda quería la nena..." (Mabel, 40 años, casada, 5 hijos)
La valoración positiva de la maternidad en términos globales
Bajo esta categoría ubicamos a las mujeres que asocian la felicidad con los hijos pero que a diferencia de las anteriores que identificaban un punto en particular de sus experiencias como madres, se refieren a la maternidad en términos generales. Esta mujeres hablan de los nacimientos, de la circunstancia de convivir con sus hijos , de haber hecho un buen trabajo como madres , esto es, haberlos "criado bien" en un contexto de fuerte privación y riesgos para los jóvenes, y el reconocimiento que reciben de sus hijos y la importancia de esta valoración para su autoestima.
"Muchas cosas buenas pasaron, pero lo más bueno que me pasó es tener a mis hijos que doy gracias a dios que me salieron todos buenos, ninguno por el mal camino, yo hasta ahora los voy llevando bien , que es lo más lindo que hasta ahora tengo, dentro de tantas porquerías que hay acá que....yo estoy contenta de que sean así".
( Nélida, 47 años casada, 4 hijos, 1 nieto)
" Yo soy feliz con los chicos míos, sí, sí con mis hijos me dedico a ellos, estoy con ellos..no sé" (Mara, , 41 años, unida, 5 hijos)
" Mirá yo te digo que analizando mi vida yo digo que soy una mujer feliz , porque está bien yo tengo un montón de problemas pero yo miro a mis hijos y yo te puedo asegurar que ellos pueden ir a cualquier lado, que son un señoritos, tienen respeto, tienen conducta (...) entonces eso es una cosa .... que cuando vos los llevás a algún lado te quedas....tan feliz te hace eso, o las clasificaciones (...) yo digo mirá vos no tienen su papá, no tienen nadie, porque yo y mi mamá nomás, y mirá ellos te responden (...) ellos [los más chicos] te dicen "mami yo te quiero porque trabajás para mí (...) y mis hijos me valoran ".
(Norma, 30 años, separada , 6 hijos)
"Los momentos más presentes, los nacimientos de mis hijos porque es lo más lindo que uno tiene, algunos [partos] fueron un poco difíciles pero bueno después cuando nacen , que vos los ves ...y sí valió la pena pasar por lo que uno pasa".
(Marcela, 45 años, unida, 6 hijos)
La importancia de la maternidad: el "peso " de las responsabilidades maternales
Como lo señalamos al comienzo de este documento, la maternidad no solo es interpretada en términos positivos por las entrevistadas. Si bien , la mayoría la definen en términos de felicidad, unas pocas reconocen la centralidad que tiene en sus vidas pero analizan el hecho de ser madres en otros términos. Con esto no decimos que no estén contentas de ser madres, sino que a la hora de hacer un balance de sus vidas y en las circunstancias en que se encuentran, enfocan la maternidad desde otro ángulo.
Destacan entonces el peso de las responsabilidades maternales y no tanto las gratificaciones del hecho de tener hijos.
Esta visión de la maternidad se entronca en la trama de la vida cotidiana de estas mujeres a lo largo de sus vidas. Se trata de aquellas que sienten cotidianamente la responsabilidad por sus hijos aunque las situaciones maritales en las que se encuentran no sean las mismas.
Antonia, tuvo una hija de su primera unión, actualmente está unida nuevamente con un hombre mucho mayor que ella , ya jubilado , y tienen 5 hijos. En el momento de recuperar momentos o hechos que le reportaron felicidad, nos dice:
"cuando era chica, qué se yo , tuve momentos lindos, lo poco que pude disfrutar lo disfruté bien, cuando estaba sola, cuando no tenía los chicos era libre, no? (...) a lo mejor no tenía responsabilidades, porque yo antes cuando estaba acá, la única responsabilidad que tenía era mi trabajo, después otra no"8 . Cuando la entrevistamos, Antonia tenía 36 años, su marido estaba sin trabajo; vivían de la jubilación de él y de los arreglos de costura que hacia ella para los vecinos del barrio , tarea a la que no consideraba un "trabajo". Su última hija nació con problemas neurológicos que afectaron su motricidad, y es Antonia la que debe ocuparse de los médicos y tratamientos además de todas sus otras responsabilidades de género, que ella sintetiza irónicamente con ls frase "para todo tiene que andar la madre".
Dora comparte la visión de la maternidad de Antonia, y lo expresa con mayor dramatismo. Estamos charlando de las tareas que realizan los hombres y la mujeres cuando forman una familia y en un momento nos dice:
"para qué habré nacido mujer...se te pasa a veces algo en la cabeza de....tener hijos...y a veces no te hacen caso y ....uno dice "para qué habré nacido mujer y tener tantos hijos si..."de balde nomás. (...) a veces uno teniendo así hijos...que no te hacen caso (...) a veces me da rabia y digo...porque mi mamá me decía siempre "si no quieren tener problemas nunca se casen y no tengan hijos, sigan solteras". Entonces yo digo, a veces digo le hubiese hecho caso a mi mamá de quedarme sola, sin casarme y sin hijos, o para qué habré nacido mujer, nomás, digo a veces (...) si vos sos sola te buscas, trabajas cama adentro, tenes posibilidades de salir, andar....[estás arrepentida de algo?] no, hasta ahora...tengo un marido que, mirá...me entiende, a veces.....a veces me escucha y a veces me ayuda pero a veces me dice "la que más tenés que preocuparte sos vos...la que anda en la casa....".
Dora tiene 41 años, 5 hijos y un nieto, está unida desde los 18 años, edad en la que quedó embarazada por primera vez. Su experiencia de trabajo extradoméstico ha sido exclusivamente en limpieza de oficinas , y su inicio en la vida laboral fue - en términos relativos - tardío, a los 34 años después de ser madre por cuarta vez porque necesitaba complementar los ingresos del marido.
De su relato se desprende la imagen del destino social de la mujer de su condición social: casarse, tener hijos y dedicarse a su hogar; o bien seguir un camino de mayor autonomía vía el trabajo doméstico sin retiro que supone no tener hijos ni depender económicamente de un hombre. El tono de queja con el que Dora se refiere a su condición femenina tal vez sea el que mejor exprese la vivencia de la encrucijada entre clase social y género, entre el grupo de mujeres que viven conflictivamente dicha condición 9 . Tamb ién es llamativo que Dora se lamente de haber nacido "mujer" y no "mujer pobre", esto es que privilegie en su definición el condicionamiento de género y no el de la pobreza. Pues, desde su perspectiva, si hubiera nacido hombre - aún pobre - no tendría que renunciar a los hijos ni a una vida en pareja y podría vivir ambas experiencias, pero de una manera más aliviada.Consideraciones finales En este documento hemos presentado las características que ha asumido la fecundidad entre un grupo de mujeres migrantes que viven actualmente en la periferia sur del área metropolitana de Buenos Aires, la mayoría de ellas en condiciones de pobreza estructural. Su perfil reproductivo es el esperable para este universo: alta paridez, inicio temprano en la maternidad, poco espaciamiento entre los embarazos, y prácticas anticonceptivas que en la mayoría de las veces fallan .
Consideramos que los datos cualitativos que hemos producido mediante la reconstrucción de las treyectorias vitales de las entrevistadas y en particular sus experiencias reproductivas, nos permiten refinar la descripción de algunas prácticas específicas como ser el pasaje por distintos métodos anticonceptivos y los momentos críticos en que 'aparecen' embarazos no buscados.
Hemos puesto de relieve las dificultades que encuentran las mujeres para preservar algunos aspectos claves de su salud reproductiva: el cuidado regular y adecuado para las necesidades de su organismo en distintos momentos y circunstancias, el seguimiento médico del embarazo y la atención del parto. En este punto, destacamos las pocas chances que han tenido de utilizar los servicios de salud públicos como un recurso - y un derecho - para garantizar su salud y la de sus bebes.
Junto a los factores esctucturales que enmarcan las dificultades que viven las mujeres para ejercer control sobre su cuerpo en relación a su capacidad reproductiva, destacamos otra: la prácticamente nula participación de sus parejas en la responsabilidad reproductiva. Como otras esferas de la vida cotidiana, el cuidado anticonceptivo parece constituir una preocupación y una práctica - al menos tal como nos lo ha sido transmitido por algunas entrevistadas - de su exclusiva competencia.
También presentamos la constelación de valores y significados asociados con los hijos y la experiencia de la maternidad que las mujeres expresaron, marcando la centralidad que representa en sus vidas el hecho de ser madres . Muchas señalan las gratificaciones y las marcas que imprimen los hijos en la conformación de su identidad como mujeres. Otras - unas pocas - intepretan la impronta a partir de otra lectura, destacando el peso de las responsabilidades maternales cotidianas, anhelando una imagen de sí mismas evocada en el recuerdo en la que se reconocen siendo libres: jóvenes, sin hijos, y materialmente 'independientes', es decir 'gozando' de las otras pocas opciones que se presentan en el horizonte de las mujeres pobres.
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NOTAS
1 - Este documento ha sido elaborado con parte del material cualitativo producido mediante entrevistas semi- estrcuturadas con mujeres que viven en la "isla" Maciel , en el marco del proyecto "Trayectorias vitales de mujeres migrantes pobres"subsidiado por UBACyT y en el que me desempeño como becaria de investigación bajo la dirección de Ruth Sautu. Agradezco muy especialmente a Patricia Herrera, quien me ayudó a realizar las entrevistas y con la que intercambiamos ideas e interpretaciones sobre los temas que aquí se tratan mientras realizabamos el trabajo de campo. Con ella también compartí la angustia e indignación frente algunos relatos de las mujeres sobre sus experiencias en los servicios obstétricos de hospitales públicos.
2 - Trabajamos con una muestra intencional de 28 mujeres residentes en Maciel a partir de los siguientes criterios: debían ser migrantes internas, tener entre 25 y 50 años , haber tenido hijos, y distinguirse entre sí por vivir en la villa o en la la zona urbanizada. Las edades y la condición de haber sido madres nos permitiría observar la articulación entre fecundidad y vida laboral a lo largo de sus trayectorias vitales.
3 - Una de las entrevistadas después de su sexta hija se unió las trompas. La intervención fue realizada durante su último parto por cesárea y por sugerencia del profesional que la atendió. Tal como lo especifica Blanco (1996) la utilización de la cesárea para realizar la esterilización es común en los sectores medios bajos y pobres que tienen alguna cobertura social que se hace cargo de los gastos del parto, por un bajo arancel que pagan las mujeres les practican la ligadura de trompas. Efectivamente, este parto fue el único que la entrevistada tuvo en un establecimiento privado bajo la cobertura de la obra social del marido. Tal como lo relata este metodo se lo "aconsejó" el médico en función del alto riesgo reproductivo que corría frente a un nuevo parto, ya que los tres últimos hijos habían nacido por cesarea y las dificultades que tenía con las pastillas y las inyecciones: "el médico me aconsejó de atarme las trompa porque era muy riesgoso que yo quedara embarazada y corría el riesgo de morirme...el médico me dice no podés usar nada de eso [pastillas e inyecciones] "te consejo que te ates las trompas"".
4 - Concientes de las dificultades para registrar esta práctica , que ya han sido explicitadas en investigaciones o discusiones sobre el tema ( Ventura, 1996; Lopez, 1995; Mundigo, 1993; Llovet & Ramos, 1988; Ramos, 1983, entre otros) , durante las entrevistas no utilizamos el término "aborto" antes que las entrevistadas lo hicieran , sino que les preguntamos en términos generales por pérdidas de embarazos e indagamos si habían sido involuntarias o espontáneas, o bien , interrupciones inducidas.
5 -Este hallazgo coincide con los de otras investigaciones empíricas con mujeres de sectores populares (Ramos, 1984, Llovet & Ramos, 1988, Lopez. 1995, Ventura, 1996,entre otras)
6 - Pese a que el estudio se llevó a cabo en otro contexto cultural y social y hace más de tres décadas, las pautas observadas sobre la conducta reproductiva de las mujeres y parejas pobres siguen siendo las mismas, y el interrogante general que estructuró el estudio en los años '60 sigue vigente: qué factores sociales y psicosociales actúan para que estos sectores tengan más hijos de los que desean?.
7 - Nos referimos en particular a la articulación entre la vida laboral y la reproductiva.
8 - Antonia nació en Santiago del Estero y migró a Buenos Aires sola a los 14 años para trabajar como empleada doméstica , circunstancia que es vivida por la entrevistada como un "escape" de una situación familiar conflictiva y como una estrategia individual para independizarse materialmente.
9 - Con esta expresión parafreaseamos el título del ya clásico trabajo de Benería & Roldán (1987)sobre las mujeres trabajadoras subcontratadas mexicanas.·
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