1er Congreso Internacional "Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina"

Universidad Nacional de Quilmes - Argentina

Noviembre 1997

Ponencias publicadas por el Equipo NAyA
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IDENTIDADES MIGRANTES E INSERCION LOCAL EN UN CONTEXTO SUBRURAL

PONENCIA PRESENTADA AL CONGRESO NACIONAL : "POBRES Y POBREZA EN LA SOCIEDAD ARGENTINA". U. N. Q. - C. E . I. L. CONICET AUTORES: ADRIANA ARCHENTI. MARCELA TOMAS. ANTROPOLOGAS.

LUGAR DE TRABAJO: FAC. DE PERIODISMO Y COMUNICACION SOCIAL.

U. N. L. P

INTRODUCCION 1

En su número correspondiente al 4 de Julio de 1996, Prensa Latinoamericana señala: "América Latina es un continente en movimiento".

Esta afirmación se encuentra sustentada en el hecho de que diariamente miles de latinoamericanos -presionados por el desempleo, la falta de tierra y la caída en los precios de la agricultura- migran a los centros urbanos más importantes de sus propios países o hacia otros países.

Contrariamente a lo que las teorías tradicionales del push- pull nos llevarían a pensar, este movimiento no se produce solo y necesariamente hacia las regiones más desarrolladas (léase Estados Unidos), sino que muchos migrantes cruzan las fronteras hacia países limítrofes en el intento de mejorar sus condiciones de vida . De acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Migraciones de los Estados Unidos, actualmente existen alrededor de 10 millones de latinoamericanos residiendo fuera de sus propios países.

(Cfr. The International Office For Migration ,U.S.A., 1996) Según estos datos, bolivianos , paraguayos y peruanos cruzan a Argentina en busca de trabajo, mientras que los brasileros lo hacen hacia Uruguay, los centroamericanos prueban suerte en Mexico, los haitianos en República Dominicana , los colombianos en Venezuela, y refugiados guatemaltecos y salvadoreños constituyen actualmente la quinta parte de la población total de Belice (200.000 hab.).

Muchos de quienes se desplazan intentando escapar de la miseria a que han sido relegadas ciertas áreas rurales de economía campesina, se encuentran nuevamente atrapados en las situaciones de pobreza que caracterizan a los cinturones que rodean a las ciudades del Tercer Mundo, en las que sin embargo se presenta comparativamente una posibilidad, al menos potencial, de acceso a servicios sociales, educativos para los hijos o mejoras comparativas en el nivel de vida. Los salarios que se pagan en nuestro país, por ejemplo, constituyen (por comparación con los de países vecinos en los que los procesos de pauperización, desocupación y miseria son aun más pronunciados) un fuerte atractivo para sectores excluídos.

Es decir que, más allá de los mecanismos de expulsión en los lugares de orígen, los trabajadores migrantes extranjeros consideran que el país es una opción privilegiada.

Cuáles han sido las implicancias de esta movilidad laboral para quienes atraviesan las fronteras en cuanto a su relación con sus comunidades de origen? De acuerdo con la bibliografía disponible y nuestra propia experiencia en el campo, la migración raramente representa una ruptura decisiva con las mismas; por el contrario, los migrantes mantienen relaciones continuas, complejas y fructíferas con sus lugares y ámbitos de pertenencia actuando, en el caso de quienes han partido mas tempranamente, como introductores de los más tardíos, no solo en lo que respecta a la facilitación de la inserción laboral, sino y estratégicamente en el manejo y familiaridad con los códigos básicos para desenvolverse en el país receptor.

Cómo se visualizan a sí mismos estos trabajadores? Inversamente a lo que una concepción cristalizada de la identidad podría llevarnos a suponer acerca de la autorrepresentación de conjuntos sociales desplazados en gran medida de antiguas comunidades campesinas de orígen indígena, entendemos que, al menos en el caso que nos ocupa, estos sujetos despliegan una gama de recursos altamente dinámica en la presentación de la persona y en la resolución de los múltiples problemas aparejados por el desarraigo, las frecuentes situaciones de fragilidad legal, la discriminación latente o manifiesta y- al menos en términos teóricos- el estado de movilidad permanente.

MOVILIDAD DE LA FUERZA DE TRABAJO EN BOLIVIA

Posteriormente a la revolución de 1952, los procesos migratorios transformaron las relaciones sociales en Bolivia. Antes de la revolución, el horizonte de posibilidades de los campesinos estaba delineado por el entorno inmediato a su pueblo, que en algunos casos abarcaba una población cercana de composición mestiza. El contacto con el mundo "exterior"se limitaba a un viaje ocasional a las ciudades donde residían los propietarios de la tierra, con fines de servicio temporario, o a otras haciendas. Las ciudades, en tanto centros administrativos y de intercambio, constituyeron parte integral de la Bolivia colonial. Eran el dominio de blancos y mestizos que se apropiaban de la mayor parte del producto de las comunidades indígenas circundantes (Cfr. Bedregal, G.,1973). Durante la mayor parte de los siglos XIX y XX, sin embargo, la población continuó siendo predominantemente rural. En 1900, por ejemplo, un escaso 14 % vivía en ciudades de mas de 5.000 habitantes. Recién a partir de 1950 se producirá un proceso de urbanización en una escala lo suficientemente significativa como para transformar el perfil poblacional de Bolivia.

En contraste con esta situación, hacia 1970 la mayoría de la población campesina en edad activa de este país habrá pasado por lo menos una parte de sus vidas lejos de su hogar. Muchos de ellos migraron de modo permanente a zonas urbanas de la misma Bolivia, mientras que otros se ocuparon en trabajos estacionales para obtener aportes complementarios a los de sus explotaciones minifundistas.

Otros más, crecientemente, comenzarán a migrar en forma estacional a países fronterizos como Argentina, el norte de Chile y la Amazonia brasilera. (Cfr. Ministerio de Planificación y Coordinación. Bolivia, 1970).

Entre los factores fundamentales de expulsión de población, se sitúan aquellos que generan un excedente de mano de obra en el sector rural, así como los que traban la absorción de la misma por parte de otros sectores económicos o regiones cercanas (Cfr. Marshall, A. y Orlansky, D. , 1981).

Las condiciones de propiedad de la tierra -existencia de un amplio sector minifundista- junto con las dificultades de subsistencia en el ámbito rural, han configurado causas permanentes de expulsión de población no urbana de países como Chile, Bolivia y Paraguay. Esto se comprueba específicamente en el caso de Bolivia con respecto a los departamentos de Tarija, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba, de los que proviene hasta la actualidad el grueso de la migración de este país hacia la Argentina (cfr. Fuld, R.G.,1997 ).

En el momento actual los indicadores macroeconómicos indican una importante recuperación en ciertas áreas de la economía boliviana. Según datos citados por C. Mesa Gisbert en "Bolivia. Frente a un nuevo Estado" (1997), en el Informe de Desarrollo Humano correspondiente a 1996, llevado a cabo por el PNUD, éste país ha pasado, de ocupar el penúltimo lugar como una de las dos naciones más pobres del hemisferio, a ocupar el lugar No.111 entre 174 países; situándose por encima de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Haití. El PBI se mantiene ,desde comienzos de los '90, con un crecimiento sostenido anual del 3 % .Sin embargo, en términos del citado autor, el gran drama boliviano sigue siendo los niveles de pobreza en el área rural, en la que más del 90 % de la población vive en condiciones de pobreza y extrema pobreza ( op.cit 1997, pp. 148).

BOLIVIANOS EN ARGENTINA

La migración boliviana a nuestro país, tanto al área plenamente urbana como a la rural periurbana, constituye un fenómeno estructurado y con una dinámica propia, situación reforzada por el subempleo en las áreas de economía campesina en Bolivia y la demanda de algunos sectores de la economía argentina, como actualmente el de la construcción urbana y el de la producción hortícola periurbana.

La estrategia de empleo de trabajadores migrantes de países limítrofes en la Argentina, como respuesta a la escasez de mano de obra local en el sector primario de zonas de frontera, constituye un fenómeno que puede rastrearse al menos hasta la tercera década de este siglo. (Cfr.

Benencia,R. y Karasik, G., 1995). En el caso particular de los bolivianos, el proceso migratorio se ha relacionado estrechamente en un principio con la industria azucarera y tabacalera, caracterizadas por el empleo de mano de obra masiva y temporaria.

En términos de J. Carrón (1979), hacia la segunda mitad del siglo, la maximización de beneficios de las empresas agrícolas de ambas ramas productivas a expensas del mantenimiento de salarios y el no pago de beneficios sociales, provocaron situaciones de conflicto con los trabajadores nativos; cuestión unida a los intentos de ejercicio efectivo de controles gubernamentales. Para mantener los costos de producción y la tasa de ganancia en los niveles pretendidos, la existencia de trabajadores dispuestos a aceptar remuneraciones bajas se convirtió en estratégica. La necesidad de mano de obra con estas características hizo que Bolivia jugara un papel importante en la constitución de un nuevo mercado de trabajo.

Según las investigaciones de S. Sassone (1985 c, 1988), el análisis temporo-espacial del proceso migratorio boliviano hacia la Argentina abarca 4 etapas diferenciadas: La primera se asocia a los mencionados desplazamientos estacionales a la zafra de las provincias de Salta y Jujuy, con empleo de mano de obra masiva y temporaria. En la segunda etapa las tareas agrícolas de temporada en el noroeste fueron progresivamente combinadas con el trabajo en fincas tabacaleras y cosechas frutihortícolas. De acuerdo con la autora, entre 1960 y 1970 se desarrolla la tercera etapa, en la cual sobresalen como características un aumento importante del número de zafreros en los ingenios del Ramal, la participación en la cosecha de uva y productos hortícolas de los oasis mendocinos y el aumento gradual de la presencia en el Gran Buenos Aires. La última etapa se extiende a partir de 1970 e implica la ampliación y generalización de circuitos migratorios locales, que incluyen ciudades y áreas rurales dispersas por todo el país, en una integración regional e interregional, para tareas agrícolas diversas. A su vez, se afirma la presencia coyuntural o estable en empleos urbanos asociados fundamentalmente a la construcción, los servicios y la comercialización de productos hortícolas.

PRODUCCION HORTICOLA Y MIGRACION EN LA REGION DE LA PLATA

En el marco de la investigación que realizamos, nos interesa pensar las situaciones de migración en el contexto de su articulación entre el sistema económico (específicamente hortícola) actual y su profundidad sociohistórica, los procesos de reproducción social y su inserción en la sociedad regional. (cfr. Benencia,R. y Karasik,G. 1995; Sassone,S. 1985 c-1988-1995; De Marco, 1986; Cicourel,A. 1983; Arizpe,L. 1978).

Desde su fundación a fines del siglo XIX, en un área rural formada por cascos de estancias y pequeños poblados, la ciudad de La Plata y su zona circundante han recibido sucesivas oleadas migratorias acordes a condiciones estructurales que trascienden aquellas específicas de la región, y a la vez se articulan con éstas de formas variables y complejas.

En la primera etapa de su poblamiento, predominaron claramente en la composición demográfica de la ciudad los migrantes de origen italiano (los mismos constituían, en el primer censo de 1884, un 47% del total, versus un 16,4% de argentinos nativos), seguidos por españoles y en menor medida franceses, suizos y otras nacionalidades, junto con un grupo menor de trabajadores criollos. Italianos mayoritariamente también serán quienes se afinquen en las quintas colindantes al casco urbano.

Paralelamente al crecimiento de La Plata, se conformaba en su periferia un conjunto de poblaciones que funcionarían como núcleos del denominado cinturón hortícola -un espacio que caracterizáramos como subrural ( Cfr. Archenti, A. y Ringuelet, R. 1996), dado que a pesar de su cercanía con la ciudad y su intensa vinculación económica con la misma, incorpora actividades (tales como las tareas predominantemente agrícolas), formas de socialidad y parcialmente usos del espacio más aproximados a la dinámica rural que a la urbana. La función de dicho ámbito socioproductivo consistirá en abastecer a la población platense de alimentos frescos, expandiendo su provisión años después hacia Buenos Aires y convirtiéndose progresivamente en uno de los principales nichos productores de hortalizas del país.

En lo referente a la organización del trabajo, la producción hortícola puede caracterizarse por una parte como fuertemente basada en el trabajo familiar, y por otra como demandante, durante ciertos momentos del ciclo productivo, de una importante cantidad de mano de obra extrapredial. Esto explica la temprana aparición en la zona de formas de captación de trabajadores temporarios durante las etapas de desbrote, cosecha, atado y embalaje, fundamentalmente en los meses de verano. Los propios italianos fueron quienes, en el período que va desde fines del siglo XIX hasta los años ï40 -'50, cubrieron dicha demanda. Posteriormente , sobre todo a partir de 1960, la misma pasó a ser cubierta por trabajadores provenientes del noroeste y noreste del país, que eran contratados como jornaleros con pago diario, semanal o quincenal, o tanteros con retribución por producción; a la vez que parte de la provisión de fuerza de trabajo se canalizaba bajo la figura de la mediería.

Como hemos desarrollado en anteriores trabajos (Cfr.

Ringuelet, R. y Otros, 1991; 1992; Archenti,A. y Ringuelet, R., 1996) la mediería implica un tipo de relación socioproductiva no reductible al trabajo asalariado, ni a la figura de "socios". La misma relaciona a un propietario o arrendatario que aporta la tierra, tecnología y capital operativo; con un trabajador que se hace cargo de proveer la totalidad del trabajo en el cual se incluye tácita y prácticamente, pero no en términos del arreglo formal, la mano de obra aportada por su familia y, en los momentos de mayor demanda, la provisión de trabajadores eventuales contratados por él mismo. Según la índole del acuerdo, el mediero aportará también un porcentaje de los insumos, tales como semillas, fertilizantes, agroquímicos.

Generalmente este acuerdo se realiza mediante un contrato "de palabra" entre ambos sujetos; por el cual propietario y mediero se reparten distintos porcentajes del precio de venta del producto, los cuales van , dependiendo del grado de intervención del mediero en el recupero de la compra de insumos, desde un 50 % para cada una de las partes ( porcentaje presente más en el nivel teórico de definición de la "sociedad", que en el de la práctica concreta) , hasta un 60-65 % para el propietario y un 40-35 % para el mediero. A su vez, la situación se modifica si la producción, en vez de ser a campo, es realizada bajo cubierta. En este caso, el porcentaje percibido por el mediero variará entre el 25% y el 35%.

Para una discusión acerca del lugar de la mediería en la producción hortícola platense y en la incorporación de trabajadores a la misma, véase Ringuelet, R. y otros, op.cit.1991. Lo que nos interesa remarcar aquí es que lo "no dicho" del contrato entre propietario y mediero- la provisión de trabajo familiar- constituye la condición de posibilidad del ingreso de éste último y el núcleo de obtención de la fuerza de trabajo y desarrollo de ésta relación socioproductiva en la zona.

Acompañando el circuito migratorio nacional anteriormente mencionado , a partir de los '60 comienza a registrarse el arribo estacional al área de trabajadores de origen boliviano que se incorporan al mercado de trabajo hortícola. En la década de 1980 la presencia de estos trabajadores es sistemática. Entre los antecedentes para dicha incorporación podemos mencionar las modificaciones en las estrategias de producción y las formas de organización del trabajo que se encuentran relacionadas con la difusión y adopción generalizada de semillas híbridas y agroquímicos, el aumento en la demanda de verduras que no necesitan cocción para la elaboración de comidas rápidas y los cambios en las formas de comercialización implicados por la creación del Mercado Central de Buenos Aires. Todos estos factores incidieron en el surgimiento de una demanda sostenida de mano de obra en el sector. Demanda que se tradujo en la incorporación de bolivianos y una tendencia al reemplazo creciente de trabajadores provenientes de provincias argentinas por los anteriores, sobre todo en la inserción de mediería. Debido a cuestiones relacionadas tanto con el salario como con la cercanía a los lugares de orígen, parte de la migración interna fue captada por los semilleros de híbridos del Norte de Buenos Aires (cfr. Benencia, R. y Gazzotti, A., 1995).

Para la mayoría de migrantes bolivianos, La Plata no es el primer destino en la Argentina. Gran parte de los entrevistados en nuestro trabajo de campo han tenido una inserción temporaria en actividades agrícolas en el noroeste argentino y/o en diversas provincias.

"Primero fuimos a Jujuy, después Tucumán. Después yo fui al monte... allá en Salta. Trabajábamos unos seis meses. Después, en el '85, mi hermano fue a Jujuy y me trajo a mi. Con el pasaje que teníamos llegábamos a Santiago del Estero. Trabajamos una semana los dos cosechando sandia, morrón, para pasaje hasta llegar aquí a La Plata...y prácticamente ya de acá a ningún lado. Mendoza fui un rato y vine..." (entrevista a mediero).

El proceso de tercerización en las economías provinciales del noroeste argentino producido a partir de 1970, junto a un creciente reemplazo de mano de obra por maquinaria en lo que respecta a trabajadores de baja calificación, implicó un marcado descenso del empleo en la agroindustria azucarera, con la correlativa liberación de mano de obra.

Este factor, unido a aquellos procesos locales que desarrolláramos más arriba, y a las ventajas comparativas de la utilización de una mano de obra que aceptaba- por una condición de fragilidad asociada a su carácter de migrante extranjero en gran medida ilegal- menores salarios o condiciones de trabajo, implicó un ámbito favorable para la incorporación de trabajadores bolivianos a la producción agraria de la región. (cfr.Sassone, S . op.cit.,1988; Ringuelet, R. y Otros, op.cit.,1991. Karacik,G. 1991. Benencia, R. y Karacik, G.,1994; Benencia, R.,1995).

TRABAJO Y REPRODUCCION EN LAS FAMILIAS DE MEDIEROS

El trabajo de la quinta consiste en una compleja asignación de ejecutantes (familiares, temporarios) en una diversidad de tareas, ritmos y períodos. La intensidad de la jornada de trabajo varía, alcanzando su punto álgido en los meses de verano, durante los cuales los días de descanso se incorporan a la actividad productiva. En los casos de cultivo bajo cubierta, los tiempos de trabajo se extienden por sobre los intervalos de descanso.

Tareas como abonar, sembrar, desmalezar, regar, aplicar plaguicidas, cosechar, lavar, atar y embalar para enviar al mercado, se diversifican según el tipo de producto y la estación del año, pero se realizan en forma continua a lo largo del mismo para cualquier producto.

La provisión de mano de obra temporaria esta a cargo de los medieros. En el caso de los bolivianos esto se vehiculiza a través de una red de relaciones entre parientes y coterráneos, e incluso algunos medieros viajan periódicamente a Bolivia para buscar trabajadores , estableciéndose una relación práctica de continuidad de demanda y provisión para próximos periodos.

"en general el tema laboral cuando uno tiene medieros bolivianos no es un problema, existe una comunicación muy importante entre ellos. El tema es que cada uno ha ido trayendo al otro, y después se desperdigan por ahí. Porque no es que se queden trabajando juntos , sino que se abren...uno se va a otra quinta, se desparraman...y en el momento que uno necesita mano de obra, los mismos peones lo mandan si lo tienen libre y se hace una red". (entrevista a propietario).

En cuanto a la dinámica de producción y reproducción familiar, por la lógica de la actividad y su inserción en ella, el mediero debe incorporar a pleno la fuerza de trabajo de su familia para optimizar producción y asegurar el ingreso. Este, a su vez, se diversifica por una serie de estrategias que incluyen adelantos en dinero o ayudas personales por parte del propietario del predio, ocupación en trabajos agrícolas en otras quintas en calidad de temporarios en momentos en que merman los mismos en la propia, trabajos urbanos eventuales (en las localidades núcleo de la zona o en La Plata) por parte de algún miembro de la familia (lo que incluye en especial el trabajo domestico por parte de la mujer o hijas mayores). Asimismo se registra el recurso a la ayuda de instituciones estatales, como por ejemplo la implementación incipiente (al momento no hemos tenido acceso a datos cuantitativos desagregados acerca de la amplitud de la cobertura. A su vez, la información disponible no contempla la provisión de datos acerca de la categoría de migrantes de los beneficiarios) del Programa materno-infantil "Vida", implementado por el Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano de la Pcia. de Bs. As. La información con que contamos indica que el programa registra beneficiarios en las localidades de Romero, Olmos, Abasto, Etcheverry, Gorina, Arana, Correa, City Bell y Arturo Seguí. Todas ellas forman parte del cordón hortícola periurbano.

Siendo históricamente, como afirmáramos, la modalidad de contratación del mediero mayoritariamente informal, los mismos han visto dificultado el acceso a beneficios sociales. La situación especial del mediero, aún, no lo habilita automáticamente a algún tipo de asociación u obtención de beneficios. Por otra parte, entendemos que las actuales políticas tendientes a blanquear la situación de los trabajadores hortícolas, paradojalmente podrían significar, en el caso de éste último, una disminución de sus ingresos.

Si en las unidades de producción más pequeñas encontramos una orientación básicamente dirigida al logro y estabilidad del consumo, en las explotaciones mayores y en los casos de medieros con un tiempo prolongado de residencia y trabajo, la orientación es hacia el logro de una capitalización que permita el arrendamiento de tierra y eventualmente su compra, y/o el acceso a la esfera de comercialización de los productos:

"Cuando yo, hace unos años, empecé a trabajar en el mercado, bolivianos había 3 o 4, ahora son un 50 % los que van a vender. Medieros son una minoría, pues el mediero se queda laburando en la quinta. A veces son dueños de quintas chicas o les venden a otros y se hacen hacer un contrato como que son medieros, o arriendan una quinta y van a vender la producción de varios. Todos los paisanos le entregan la mercadería. En este momento, en La Plata, si no fuese por los bolivianos que van a comprar a las quintas, el 50 % de la mercadería se tiraría. Ellos van con camionetitas, compran, venden, hay mercados de bolivianos para vender. Tenés que ser boliviano, sino no vendés. Está todo en negro." (entrevista a consignatario).

Al interior del grupo doméstico mediero, el conjunto de tareas y su actuación diferencial sigue líneas divisorias de edad y sexo, aunque cuando nos referimos al trabajo especifico de la quinta, en el caso de las mujeres, esta división opera mas al nivel de las representaciones que de la práctica concreta; dado que además de encargarse de la totalidad de tareas ligadas a la vida doméstica (compra y preparación de alimentos, aseo de la casa, mantenimiento de equipamiento, crianza y socialización de los niños), las mismas realizan, a la par del hombre, las labores de la quinta. A pesar de ello, esta participación aparece velada a nivel del discurso bajo la forma de "ayuda". La incorporación de los niños al trabajo se realiza a muy temprana edad, cuestión que aparece naturalizada en los relatos de nuestros entrevistados: "...De 5 años adelante o 4 años, uno empieza a servir... en todo..." (entrevista a mediero).

Por otra parte, en cuanto a los ejes que organizan el relato de la propia historia, la experiencia infantil del trabajo está fuertemente presente, cuestión que además incluye la incorporación temprana a las distintas tareas rurales en tanto aprendizaje y su centralidad en el horizonte de lo posible como proyecto de vida :

"A los 7 años, allá en el campo, en San Andrés (Tarija) mi deber era cuidar las ovejas, cuidar las vacas... aprendíamos como se siembra papa, maíz, trigo, arvejas...yo quería ir a la escuela y mi padre me decía: para que eso?. Eso es para los que viven en la ciudad, para los abogados, para los secretarios, vos lo que tenés que aprender a cultivar la tierra, vos lo que tenés que aprender es cómo se siembra una papa, cómo se siembra el trigo, el maíz, la arveja, en que época...eso me enseñaron". (entrevista a mediero).

SEGMENTACION ETNICA Y LUGAR SIMBOLICO DE LOS MIGRANTES EN EL AMBITO DE LA PRODUCCION HORTICOLA

En el sentido desarrollado por Eric Wolf cuando se refiere a las "sociedades plurales"- que ejemplifica con las plantaciones, en las cuales coexisten trabajadores "tomados" en distintas poblaciones-; el capitalismo, al mismo tiempo que re-crea la relación básica entre capital y fuerza de trabajo, realiza lo propio con la heterogeneidad de la fuerza de trabajo producida. Es decir que la heterogeneidad sería, al mismo tiempo que en gran manera un producto, una condición necesaria al sistema. El capital hace esto de dos maneras: ordenando a los grupos y categorías de trabajadores en forma jerárquica y creando y re-creando continuamente en un nivel simbólico profundas distinciones " culturales" entre los mismos. (cfr. Wolf, E., 1993. pp.458-464).

Si bien, en términos del autor, todo el universo de distinciones étnicas y de "raza" no habría sido creado por el capitalismo para diferenciar categorías de trabajadores, es el proceso de movilización del trabajo dentro de éste sistema lo que comunica a esas distinciones sus valores efectivos. Las categorías étnicas expresan las formas en que poblaciones particulares se relacionan con ciertos segmentos del mercado de trabajo, cuestión que difícilmente coincidiría con la autoidentificación inicial de los grupos laborales (Wolf se esta refiriendo aquí al proceso de incorporación al trabajo industrial por parte de comunidades europeas), pero que, una vez logrado el acceso a determinados segmentos del mercado de trabajo, pasaría a convertirse en un parámetro de identificación que serviría para establecer pretensiones económicas y políticas. Por ejemplo, las categorías "indio" o "negro", actuarían en un primer nivel como encubridoras de diferencias al interior de cada uno de los grupos previas a la uniformización producida por esa misma categoría; pero, una vez asumida y resignificada desde el grupo oprimido, ésta se convierte en un recurso simbólico con potencialidad para interpelar desde una unidad de reivindicaciones. En síntesis, estas identificaciones étnicas no constituirían relaciones sociales "primordiales", sino que su puesta en foco sería producto histórico de la segmentación del mercado de trabajo bajo el capitalismo.

En el contexto de nuestro interés, pensar al migrante como portador y protagonista de una cultura integrada homogenéamente que, en contacto con la nueva situación, es "conservada" o transformada en su totalidad, constituye una simplificación. En los términos de Wolf, lo significativo sería la posición en que el migrante se sitúa en relación con otros grupos, es decir, su posición en el sistema total de relaciones implicadas en un mercado de trabajo particular, en un momento histórico específico. Esta posición condiciona cuáles de sus anteriores recursos podrá aplicar y cuáles deberá adquirir entre los nuevos. Por lo tanto, la matriz que posibilita poner o no en acto ciertos recursos culturales está delimitada por la estructura de la situación en la que se encuentra el trabajador, más aún que por él mismo o su cultura.

Si bien consideramos que el concepto desarrollado más arriba debe ser contextualizado en los referentes empíricos que Wolf utilizó para construírlo y por lo tanto su uso debe ser cuidadoso para la realidad que estamos estudiando, el mismo nos posibilita identificar al menos uno de los factores que operan en el proceso de diferenciación al interior del mercado de trabajo hortícola. Con respecto al componente migrante, el sistema de relaciones imperante al momento de su incorporación incidiría de modo diferencial en la percepción de la situación total por parte de los sectores implicados, en el recurso, también diferencial, al "equipamiento" cultural que cada grupo de migrantes trae consigo, en la reinvención localizada de ese patrimonio y en las estrategias efectivas de inserción y de recepción.

Esta interacción dinámica de historia vivida y contexto produciría la puesta en acto específica de capacidades o "cualidades" diferenciales susceptibles de valoración - tanto positiva como negativa- por parte del conjunto de actores intervinientes según su situacionalidad en el sistema, que funcionan a la vez como estrategias de inserción de los distintos grupos interactuantes en el mercado de trabajo, y como categorías clasificatorias de los mismos al interior de la sociedad receptora.

Con respecto a nuestro referente empírico, en el discurso de diversos actores asociados a la producción, aparece una representación mas o menos unificada del sector hortícola de La Plata como compuesto por una serie de conjuntos, definidos en términos que hacen alusión a pertenencias étnico-nacionales: italianos-criollos-bolivianos y otros.

Más allá de la coincidencia empírica, cada uno de estos grupos es ubicado en un determinado lugar en el proceso de producción y trabajo. Los italianos son productores- patrones, los criollos temporeros en determinadas tareas, sobre todo el embalaje, aunque también medieros, los bolivianos son fundamentalmente medieros, temporarios o estables. A su vez, cada uno de los grupos es definido como siendo portador de ciertas características inherentes, que se asocian al desempeño del trabajo o al lugar ocupado en la cadena laboral. Los italianos, cuya presencia y reconocimiento como colectivo en la zona es la de más larga data, aparecen identificados por una parte con las características del "patrón"; por otra, son asociados uniformemente (más allá de los tipos o escalas de explotaciones a cuyo frente estén), con una gran capacidad de trabajo y sacrificio en orden de progreso, perseverancia, capacidad para "ver el negocio", para ejercer un control sobre todas las etapas del proceso productivo, para invertir y "agrandarse".

La categoría "criollos" agrupa a los trabajadores provenientes de provincias argentinas, sin distinción inicialmente, aunque luego aparecen referencias a salteños y santiagueños como los trabajadores más calificados pero también ( en la perspectiva de los propietarios), más conflictivos. Los mismos son identificados cada vez más en la actualidad con el trabajo temporario. Qué características intervienen en la construcción de éste colectivo en el contexto? Los así llamados criollos aparecen con atributos positivos y negativos que se asocian con el desempeño laboral. Dentro del universo de temporarios, los santiagueños aparecen desarrollando una especialización en las tareas de embalaje, las cuales han requerido hasta ahora de una técnica artesanal para la cual se requiere destreza y experiencia. Los propietarios sostienen que para el embalaje del tomate se busca la "tercerización", es decir su realización por mano de obra extrapredial; dado que para el mismo es importante una mirada "objetiva"que no sería la del mediero ni la del propietario, pues a ese nivel los dos compartirían la lógica de "meter todo" ( en el sentido de no realizar un control de calidad en aras de enviar la mayor cantidad de producción al mercado). Ante la inquisitoria acerca de qué diferenciaría en este caso la posición del tantero, dado que su interés también sería llenar en menor tiempo la mayor cantidad de bultos; la respuesta implica la visibilidad y el control ejercido sobre el trabajo del mismo, al tiempo que una asignación de prestigio
"...el tantero sabe que si no hace bien el trabajo no dura un día..."
"...hay una tradición de cómo se embala. Es un obrero muy calificado..."
(entrevistas a propietarios)
Los criollos son "una máquina para trabajar por tanto" pero "buscapleitos", en contraposición especial con los bolivianos. Aún en el caso de ser medieros, "actúan como empleados":
"Si no le decís lo que tiene que hacer no lo hace, como si estuviese en relacion de dependencia (siendo mediero). Los medieros criollos lo que hacen es que la TV, la radio, bueno... se empiezan a comprar todo. Salen, el lunes no vienen" . (entrevista a propietario)
La acción gremial ha sido históricamente restringida en la actividad. La única organización que tuvo una cierta presencia durante el año 1996 (aunque su conformación original es anterior), fue una llamada "Asociación de Medieros y Afines", que peticionó en dos ocasiones ante el Gobierno Provincial, motorizando por primera vez desde los años '70 -si bien en forma limitada- la presencia y movilización de éste sector social, normalmente invisible para los habitantes de la ciudad, en el centro de la misma.

El componente fundamental de dicha asociación es de provincianos argentinos. La ausencia de bolivianos en la misma se encuentra relacionada -en el discurso de sus dirigentes- con el hecho de que los mismos, al no reclamar sobre sus condiciones de trabajo y salario, inciden de modo negativo en la posibilidad de llevar adelante reivindicaciones sectoriales.

Sin embargo, en la categoría de peones estables -por cierto, la menos extendida- se prefiere emplear "santiagueños" o "salteños". El rasgo valorizado en este contexto, es lo que se define como "fidelidad". En este sentido la representación se construye frente a un otro, encarnado por el mediero boliviano "golondrina", que carecería de ese atributo:
"El peón estable es más santiagueño, salteño. Ahí lo que se busca es la fidelidad...después hay otro tipo de mediero que te saltan constantemente de quinta en quinta, buscando hasta llegar a tener una buena. En ese aspecto se considera que el tipo está buscando su beneficio y no respeta... hay ciertos... como valores, digamos... no hay fidelidad con respecto a un patrón, a un empleador. Hay ciertos códigos de respeto... cuando por ejemplo los tipos llegan a una quinta, el quintero les da plata para que se mantengan hasta que llega la cosecha, les facilita las cosas... y después se considera que tiene que haber una contraparte, que sería la permanencia." (entrevista a propietario)
Aquí, la fidelidad se está definiendo en el ámbito de una relación patrón-empleado de tipo personalista, y en este último sentido asociada al "respeto" debido en una situación de asimetría objetiva. Vale la pena recordar que, ante otras preguntas, el mediero es siempre calificado como un "socio" por parte de los propietarios; sin embargo, se le exigen en este contexto atributos que se definen como encuadrados en la anterior relación.

Por otra parte, la ambición, la claridad para perseguir intereses a costa de circunstancias y sacrificios- atributo que aparece en la caracterización de ciertos medieros bolivianos - funciona al mismo tiempo como valoración positiva y negativa según se lo esté definiendo implícitamente en la categoría de "socio" o de "empleado".

En el primer caso se remarca su utilidad para "empujar"al propietario en busca de mayores ganancias. En el segundo esta cualidad, desplegada en el sentido de una lógica de búsqueda del propio beneficio, actuaría en detrimento de la generación de una relación de "confianza", basada en la fidelidad , el respeto y la permanencia.

La categoría "boliviano" uniformiza a todos los migrantes provenientes de diferentes regiones de Bolivia, así como también a algunos argentinos oriundos de las provincias del norte. En este sentido podemos aludir a una ambigüedad siempre presente en las adscripciones étnicas atribuídas. A su vez, esto se actualiza en la presentación de la propia persona que muchos bolivianos despliegan en distintas circunstancias, apareciendo ora como tales, ora como jujeños o salteños, ora como tarijeños, potosinos, aborígenes, miembros de sus comunidades, regiones, pagos chicos; en una manipulación dinámica de la propia identidad que responde a las condiciones objetivas del encuentro o la situación.

En el contexto local, la marcada preferencia actual por los trabajadores bolivianos para funciones de mediería, se encuentra asociada a la atribución de determinadas características, algunas de las cuales desarrolláramos arriba. Las mismas se relacionan por una parte con la asignación de actitudes que se alinearían con las de la administración central de la explotación. En el discurso de nuestros entrevistados, esto estaría representado en la definición del mediero como un "socio", lo que conduciría a una comunidad de intereses que, en un sentido, anula el carácter asimétrico de la relación remarcado en otros casos:
"A la larga, todos caen con los medieros bolivianos porque son los que prácticamente a uno lo exigen. El mediero exige al patrón: Traéme esto o aquello, tráigame el alambre... mientras que el criollo se queda esperando que le traigan, y si no se lo traen, por ahí mejor..." (entrevista a propietario)
"El boliviano es el tipo más trabajador, no respeta horarios ni nada. El tipo es ambicioso, le interesa su producción, la toma como propia, y por eso es muy buscado.

Es el más buscado." (entrevista a técnico y propietario)
"...Los bolivianos se ponen en socios" (entrevista a propietario).

Por otra parte, se valoran -en una forma de prejuicio positivo-ciertas condiciones de resistencia física ante las condiciones climáticas en que se desarrolla el trabajo, su dureza y continuidad, unidas a la capacidad de subsistir privándose de los consumos definidos localmente como los más elementales, las cuales suelen aparecer como cualidades "raciales" y, por otra parte, resultan funcionales paralelamente a la lógica de las necesidades de producción del empresario y a la lógica de las necesidades de reproducción del mediero.

Retomando lo planteado con respecto al concepto de segmentación étnica, es en el marco del sistema de relaciones presentes en un mercado de trabajo en cierto momento histórico que se configuran y adquieren relevancia por un lado la puesta en foco de ciertas "particularidades" y por otro, la asignación de las mismas en tanto atributos que, en el caso que analizamos, aparecen definiendo colectivos referidos como pertenencias étnico-nacionales, cuyas implicancias hemos parcialmente desarrollado aquí .

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NOTAS

1 En la recoleccion de datos de campo para este trabajo ha colaborado tambien el Ingeniero Agronomo Rogelio Simonato.

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