Especial NAyA 2001 (version en linea del cdrom)

EL PATRIMONIO ARQUEOLOGICO LOCAL Y LA PARTICIPACION COMUNITARIA

Obando-San Agustín-Huila

Jorge Armando Ruiz Ulloa
Antropólogo

Resumen

Presenta la experiencia de la participación comunitaria en un proceso de investigación arqueológica y el uso social que la comunidad de Obando-San Agustín-Huila, Colombia, dio a los hallazgos; revela las frágiles relaciones que establecen las organizaciones gubernamentales con las comunidades locales para entender, proteger y adecuar, a las necesidades de las comunidades, los vestigios arqueológicos locales y la fuerza y creatividad comunitaria en la solución de problemas.

"Plantearse el problema del patrimonio cultural y de la participación requiere ante todo caracterizar a los agentes sociales que intervienen en este campo: sector privado, el estado y los movimientos sociales. Esta perspectiva cancela la visión de que solamente los restauradores, arqueólogos e historiadores y a veces antropólogos, pueden decir algo o discutir su administración … La cuestión del patrimonio ha desbordado a los dos responsables de esta tarea, es decir los profesionales de la conservación y el estado. El problema que plantea desafíos no es la preservación y la defensa sino el de los usos sociales del patrimonio".
Néstor García Canclini. [1]

"El patrimonio es un recurso cultural, frágil, no renovable, y específico al espacio que ocupa … conlleva reconocer, además de su valor cultural, su valor económico y por lo tanto la posibilidad de incorporación al sistema social circundante pero con la consecuente necesidad de valoración y gestión."
Jorge A. Sosa

"Si la democracia no hace participar al pueblo de los valores de la cultura es porque se trata de una democracia enferma, secuestrada por una minoría de gestores ricos e incultos."
Josep Ballart

 

El propósito de este artículo es propiciar una reflexión acerca de los usos que las comunidades locales hacen del patrimonio cultural, entendido el uso como el vínculo que se establece entre sectores organizados de la comunidad y los vestigios arqueológicos, en un proceso social de interpretación y resignificación del pasado.

En este caso específico se trata de delimitar, en el tiempo, las propuestas y sus antecedentes que un grupo organizado de habitantes de la vereda de Obando, presentaron a las Instituciones del Estado, del orden nacional, departamental y municipal, para investigar, salvaguardar, proteger, adecuar y vincular al desarrollo de la comunidad, unos vestigios arqueológicos, de los cuales tenían indicios, se encontraban enterrados en la plaza del poblado.

La delimitación en el tiempo, de la participación de los actores comunitarios e institucionales, además de revelar las vivencias y concepciones acerca de los objetos arqueológicos, pretende comparar las diferentes etapas por las que ha pasado la comunidad en la interpretación y valorización de los objetos arqueológicos. Una de estas etapas, caracterizada por la construcción del espacio físico -Parque Arqueológico- que integra museo, tumbas y caseta para las artesanías lograron definitivamente reconvertir el patrimonio de "elemento pasivo a elemento activo en sí mismo y dinamizador micro económico" [2] .

Etapa que se constituyó con una serie de actividades como la gestión para la investigación arqueológica, la vinculación como auxiliares de campo, auxiliares en la adecuación funcional de las tumbas y la dirección de los trabajos para la construcción del conjunto arquitectónico. Asumieron el resultado con un nuevo valor agregado, en cuanto recurso cultural y económico, al articular el pasado arqueológico con la participación comunitaria y se ubicaron en la problemática de la administración del patrimonio.

A los hallazgos obtenidos por la investigación se le incrementó un nuevo valor simbólico, reconocido socialmente por la comunidad, que se expresa en la unidad denominada "Parque Arqueológico", la cual comprende el conjunto arquitectónico que se levantó, en el sitio de la investigación. Este proceso se puede observar desde diferentes perspectivas, circunstancia que remite "a los vaivenes de la percepción y del comportamiento humano dependiente de un marco de referencias intelectuales, históricas, culturales y psicológicas que varía con las personas y los grupos". [3]

Aquí nos ubicaremos en la lógica de los movimientos sociales postulada por García Canclini, con el fin de analizar el uso que le ha dado la comunidad a los objetos arqueológicos, en los últimos treinta años, y observar los antecedentes históricos de conformación de la comunidad de Obando

Obando está localizado en el sur del valle alto del río Magdalena, en jurisdicción del Municipio de San Agustín, en una zona de alta concentración de vestigios arqueológicos. Se halla a tres kilómetros del Estrecho del Magdalena, y a trece, en dirección noroeste, del casco urbano de San Agustín a una altura de 1.760.

En la actualidad, sus pobladores, unas 1.100 personas, con estrechos lazos de parentesco y procedentes en su mayoría del Cauca y Nariño, viven principalmente del cultivo de la caña de azúcar, café, frutales y artesanías de fique y fibra de plátano, así como del comercio y el turismo.

LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

En 1992 nuevamente, representantes organizados de la comunidad de Obando solicitaron al Instituto Colombiano de Antropología y al Instituto Huilense de Cultura, una investigación arqueológica y la construcción de un Museo en el área de la Plaza del Pueblo, con el fin de conservar en el sitio los materiales arqueológicos y cumpliera una función educativa, en el contexto del desarrollo integral de la comunidad. [4] La propuesta se aceptó y por acuerdo entre la comunidad representada por el grupo Cultural Yuma, el director del Instituto Huilense de Cultura, Olmo Guillermo Liévano Rodriguez y Myriam Jiméno Santoyo, directora del Instituto Colombiano de Antropología, se resolvió iniciar la investigación bajo la dirección de un profesional del Instituto Huilense de Cultura.

El proyecto arqueológico, además de tener un marco teórico y metodológico basado en investigaciones sobre tumbas y pautas de asentamiento sobre la cultura agustiniana, se logró gracias a las diferentes solicitudes y a la constante actividad de representantes organizados de la comunidad de Obando, preocupados desde la década de los setenta, por el saqueo, comercialización y destrucción de evidencias arqueológicas y a la implementación de políticas culturales gubernamentales nacionales y departamentales, en el nuevo contexto político de la Constitución del 91 [5] .

La temporada de campo se realizó entre agosto y septiembre de 1992. De las treinta tumbas excavadas y de los veintiséis cortes realizados con el propósito de identificarlas, se extrajo una gran variedad de material cultural, consistente en vasijas de cerámica, fragmentos de cerámica, lascas de piedra dura, lascas de obsidiana, manos y piedras de moler, hachas de piedra y cuentas de collar, narigueras y un colgante ancoriforme de oro, entre otros.

El material cultural de Obando, en especial las vasijas de las tumbas y los fragmentos de cerámica de los cortes, presenta características formales semejantes a los estilos alfareros de los tres períodos históricos agustinianos.

El análisis y clasificación del conjunto de evidencias arqueológicas de Obando permitió concluir que sin duda estaban asociadas a las pautas de la cultura de San Agustín. El sitio que se investigó, de acuerdo con las evidencias analizadas en el contexto explicativo expuesto por el investigador Héctor Llanos, correspondió a una ocupación de segundo rango del clásico regional de la cultura agustiniana, ya que allí no se encontró monumentalidad.

Las respuestas frente a los vestigios y asentamientos prehispánicos asociados a la cultura de San Agustín y a los interrogantes formulados por el proceso de investigación científica son aún múltiples y sus respuestas variadas, lo cual puede remitir a los procesos de investigación o a respuestas alternativas alejadas de dichos procesos.

Los resultados de las investigaciones presentan, en términos generales, tres líneas gruesas de la investigación arqueológica, trazadas por los mismos investigadores y centradas en el proceso histórico de larga duración prehispánico que se dio en parte de lo que es hoy el departamento del Huila, y relacionados con los problemas planteados por las ciencias sociales, donde se interroga acerca del conocimiento acumulativo sobre el pasado que produce la arqueología y los intentos por explicar lo que le sucedió a un grupo o grupos específicos de seres humanos.

Sin desconocer los aportes, hechos por diferentes investigadores, viajeros e historiadores, sobre el reconocimiento de la cultura agustiniana, se puede afirmar que la línea fuerte de investigación y el corpus global de la arqueología de San Agustín, se ha construido en 85 años continuos de exploraciones arqueológicas, que inició en 1913 el alemán Konrad Th. Preuss, cuya preocupación se concentró en la monumentalidad de sus hallazgos, en cuanto base para sus explicaciones. Gregorio Hernández de Alba y José Pérez de Barradas, en 1937, además de la monumentalidad centraron su atención en las estructuras monticulares funerarias.

Luis Duque Gómez inició el reconocimiento sistemático de los yacimientos arqueológicos; en las comisiones de 1943-1944-1946 y 1952 estableció una secuencia cronológica que definió como mesitas inferior, mesitas media y mesitas superior para referirse a la secuencia histórica por la que pasó la cultura de San Agustín.

Gerardo Reichel-Dolmatoff,  en contraposición a los postulados de Duque Gómez define tres complejos cerámicos, Horqueta, Isnos y Sombrerillos que representan horizontes de tres culturas distintas. [6]

Estableció mediante argumentos estratigráficos, apoyado con cerámica de tumbas y tiestos de basureros, tres complejos tipológicos de la cerámica, en una secuencia cronológica:

                        Arcaico o Pre-agustiniano?

                        Mesitas Inferior, desde el siglo I al V d. de C.

                        Mesitas Medio, del siglo V al siglo IX d. de C.

                        Mesitas Superior, desde el siglo IX al siglo XII d. de C.

 

Luis Duque Gómez y Julio Cesar Cubillos, entre 1970 y 1977 proponen una periodización donde ubican a San Agustín en la problemática del poblamiento americano y exponen una periodización que incluye el Arcaico, Formativo, Clásico Regional y el Reciente para explicar la cultura de San Agustín. En 1993 complementan la periodización, [7] así:

Arcaico: 3300 a.C. a 1100 a. c.
Formativo: 1100 a.C. a   200 a. c.
inferior: 1100 a.C. a   900 a. c.
superior: 900 a.C. a   200 a. c.
Clásico Regional: 200 a.C. a    800 d. c.
Reciente: 800 d. a     1550 d. c.

 

Héctor Llanos Vargas, bajo el programa denominado PIAAM (Programa de Investigaciones Arqueológicas del Alto Magdalena de la Universidad Nacional, de 1981 a 1998) dio continuidad a la problemática expuesta por Duque y Cubillos, pero desde el punto de vista de las respuestas culturales que dieron los grupos aborígenes a los diferentes paisajes característicos del sur, o ocupación territorial del actual Alto Magdalena Huilense y al problema de la transición entre los diferentes períodos históricos.

Definió el modelo social de ocupación territorial del Clásico Regional a partir de las evidencias arqueológicas relacionadas con el manejo cultural del territorio dirigido por jefes con poderes chamánicos. Este pensamiento mágico encuentra su expresión en los centros funerarios monumentales. Los jefes chamánicos no tuvieron la misma importancia social, como lo sugiere la diferencia definida por la monumentalidad de ciertos sitios arqueológicos, que son hoy Patrimonio de la Humanidad -Unesco 1995- en comparación con otros sitios de menor importancia, como es el caso del cementerio de Obando. "La ocupación territorial expresa el desarrollo del complejo pensamiento simbólico y la jerarquía social chamánica. En el sur del Alto Magdalena se produjo una visión cósmica de la realidad que se expresó en su territorio. Los centros monumentales se localizaron de acuerdo con un modelo astronómico." [8]

En Obando observamos algo semejante a lo ocurrido en otros lugares investigados al sur del Alto Magdalena, una secuencia milenaria de ocupación territorial, con cambios históricos determinados por procesos culturales, como se constata con los vestigios arqueológicos. La particularidad de Obando es el predominio de las tumbas, y sus ajuares funerarios, asimiladas a la transición, del Período Formativo Superior al Clásico Regional y una ocupación territorial de segundo nivel con jefes chamánicos de menor importancia.

EL "PARQUE ARQUEOLOGICO DE OBANDO"

En 1993, finalizada la investigación, con el fin de gestionar, organizar y optimizar los recursos necesarios para la construcción del Parque Arqueológico de Obando, se elaboró, con la participación de la comunidad, el proyecto arquitectónico con el objeto de unir adecuadamente los hallazgos, al desarrollo integral de Obando. De esta manera, además de proteger y divulgar el patrimonio arqueológico local, asociado a la cultura de San Agustín, se buscaba vincular los hallazgos de la investigación, organizados funcionalmente en el "parque", al desarrollo integral de la comunidad de Obando e iniciar una labor pedagógica de reconocimiento y conservación de los valores patrimoniales a los cuales se enfrentaba la comunidad.

Terminada la fase de investigación a ocho, de las treinta tumbas excavadas, se les hizo tratamiento de protección y conservación con el fin de adecuarlas funcionalmente al Parque Arqueológico. Para seleccionar las tumbas se mantuvo el criterio de representatividad del proceso de transición, es decir, que por sus características formales cualquier visitante pudiera observar diferencias y rasgos comunes entre las tumbas, reforzando la observación con un guión, y en el museo a través de la comparación de la cerámica y demás ajuar funerario de las tumbas. Por la profundidad de algunas tumbas, las de pozo con cámara lateral, se les construyó escalinatas adyacentes para que el visitante pudiera entrar y observar las características formales.

La técnica para la protección y conservación de todas las tumbas correspondió con la utilizada en los Parques Arqueológico Nacionales de San Agustín e Isnos. Consistió en recubrir, con mallas metálicas a las cuales se les aplicó cemento, las paredes de la excavación en algunos casos y en otros las escalinatas de acceso y parte de los pozos de las cámaras de las tumbas.  La financiación de los trabajos de adecuación de las ocho tumbas se ejecutó de común acuerdo entre el Alcalde Municipal, Angel Valencia (q.e.p.d), la directora del ICAN, Myriam Jimeno, Olmo Guillermo Liévano, director del Instituto Huilense de Cultura y los líderes del proyecto comunitario, Sócimo Morcillo, Luis Ñañez (q.e.p.d.), Arsenio Avirama, Feliciano Lasso, Adelia Cruz, Miller y Feder Lasso

Con el objetivo de proteger y divulgar científicamente el patrimonio arqueológico y a la vez impulsar otros proyectos comunitarios, la comunidad organizada de Obando y el Instituto Huilense de Cultura iniciaron la identificación de los componentes arquitectónicos y las fuentes de recursos para cofinanciar la construcción del "Parque Arqueológico de Obando".

Para ese entonces, 1993, algunas familias de la comunidad de Obando, participaban de los talleres que el Instituto Colombiano de Antropología-ICAN adelantaba sobre organización y defensa del patrimonio arqueológico, programa de capacitación comunitaria y familiar, en el municipio de San Agustín.

El proyecto "Parque Arqueológico de Obando" estaba compuesto técnicamente por un kiosco salón para Museo, con área de 88,35m2; un kiosco para cafeteria y venta de artesanías con área de 39.27m2, que incluye cocina y batería sanitaria; tres kioscos para cubrir siete tumbas, con áreas de 39,27m2, 25,13m2 y 14,12m2 respectivamente; dos plazoletas, caminos y andenes en piedra; un muro de cerramiento en piedra. El espacio cubría igualmente un cobertizo de protección, de dos tumbas con tratamiento de protección, que construyó el ICAN en 1993, como aporte Institucional al proyecto.

La característica principal del diseño es el kiosco, en cuanto elemento arquitectónico, recoge la tradición prehispánica en lo referente a la construcción de los sitios de habitación. Los materiales constructivos son básicamente guadua, piedra y tierra, existentes en la región, los cuales son utilizados en la construcción tradicional. El kiosco se utilizó para la construcción de espacios como museo y cafetería y para la cubierta de las tumbas. Los volúmenes de los kioscos se organizaron para que conformaran un espacio central, semejando un poblado prehispánico e identificar en él, los sitios de vivienda y el cementerio. En el diseño del piso en piedra se dibujan dos cenefas que indican dos plazoletas, esto se logra mediante la utilización del color mineral en el cemento de pega, que en el lugar central es amarillo y en la cenefa rojo. Con el color negro, en el interior de los pisos de los kioscos, de tierra-cemento, se involucra al diseño, tres de los colores utilizados por la cultura agustiniana, blanco, rojo, amarillo y negro [9] .

El proyecto se presentó a consideración de la Nación (ICAN), el Departamento y el Municipio de San Agustín en 1993, encontrándose que únicamente la comunidad de Obando, el Gobierno Departamental por intermedio del Instituto Huilense de Cultura y en un principio el Instituto Colombiano de Antropología, sostuvieron el proyecto.

La fase de construcción del componente arquitectónico finalizó en enero de 1996 [10] , con recursos del gobierno departamental y de la comunidad. Es importante anotar que la comunidad de Obando, además de este proyecto adelantaba con otras organizaciones la construcción de la sede del Colegio de Bachillerato y de un establecimiento panelero comunitario, con técnica al vapor.

En la actualidad la Junta de Acción Comunal y la Organización de Artesanas de Obando administran el Parque; los ingresos económicos que desde allí se generan ayudan al mantenimiento del sitio y complementan la remuneración a un delegado de la comunidad, que atiende la portería.

Los líderes comunitarios iniciaron, en el mes de junio de 1999, una evaluación de la actividad desarrollada desde el Parque, la cual involucra inicialmente a aquellos que se encuentran mas directamente relacionados con la organización y funcionamiento del Museo. Posteriormente se acudirá a toda la comunidad, a través de las familias y los estudiantes, y finalmente a los visitantes.

Estas actividades tienen como propósito generalizar la experiencia por la cual pasa la comunidad y a la vez redefinir la misión y funciones del Parque Arqueológico. Sus intenciones contienen además, delimitar en los estatutos de la Junta de Acción Comunal las responsabilidades concernientes al Patrimonio Cultural Regional, asumidas desde la educación, y adelantar una propuesta amplia para crear una red u otro mecanismo de organización de los diferentes museos que se encuentran en los municipios de San Agustín, Isnos y Pitalito, como una medida de protección y sostenibilidad.

SIGNIFICADO DEL PROYECTO PARA LA COMUNIDAD:

·   Es un proyecto sentido por la comunidad, pues ante los percances iniciales para la aprobación del proyecto, vieron en muchos momentos el resultado final como algo no alcanzable, dando muestras hoy de su constancia y seguridad, al estar la Comunidad organizada al frente de la administración y gestión de los recursos para el montaje definitivo del componente museográfico, lo cual señala y mide las posibilidades de una comunidad organizada para planear metas y alcanzarlas, en coordinación con instancias gubernamentales.

·   Es un proyecto generado a partir de una etapa de investigación en la cual participaron la Fundación de Investigaciones Arqueológicas del Banco de la República, el Instituto Colombiano de Antropología-ICAN, el Instituto Huilense de Cultura y la comunidad de Obando. Este proyecto articuló tres niveles de decisión: el científico, el Interinstitucional y el comunitario, integrando un marco teórico y metodológico basado en el estudio sobre tumbas y pautas de asentamiento prehispánicas, con los recursos interinstitucionales del nivel nacional, departamental y municipal, y la actividad de representantes organizados de la comunidad; donde el objetivo común articulador se centró en el conocimiento, divulgación, y resignificación de los objetos arqueológicos locales para reconvertirlos en un recurso cultural administrado por la comunidad.

·   Es un proyecto que enlaza dos grandes proyecciones, la investigación arqueológica y el atractivo turístico, pues la información estadística existente da cuenta exacta de la cantidad de turistas, nacionales y extranjeros, que visitan el sitio mensualmente, situación que ha favorecido integralmente a sus habitantes, facilitándoles el acceso a servicios del estado y a nuevos ingresos económicos que ayudan a generar mejores condiciones de vida. [11]

·   Se mantiene el enlace con el sector artesanal, pues las artesanas de Obando han ganado fama por el fino acabado de sus obras, en fique y fibra de plátano; ellas comercializan directamente sus productos y participan en la administración y conservación del "Parque", consolidando la organización gremial, profundizando las técnicas mediante la capacitación e incrementando sus ingresos con la comercialización de sus productos artesanales

·   Alternativamente el proyecto cuenta con la adecuación y pavimentación de la vía Obando, El Estrecho, San Agustín, como resultado directo de la gestión de la comunidad que solicitó al gobierno departamental en 1997, a través de sus líderes, la destinación de recursos originados con la venta de la represa de Betania.

·   Un grupo de habitantes de Obando, entre hombres y mujeres, se capacitan en formas de organización empresarial, con el fin de definir sus productos turísticos, administrarlos e impulsarlos. Entre ellos se cuentan, Feliciano Lasso que llegó al Concejo del municipio de San Agustín, para el período 1998-2000, liderando la organización comunitaria, Arsenio Avirama, Adelia Cruz, Luis Muñoz, Feder Lasso, Graciela Pino, entre otros.

·   Adicionalmente, la comunidad es consciente de la polémica que  su participación ha originado, especialmente por las iniciativas que adelanta en relación con los usos sociales del patrimonio (el vínculo orgánico que estableció entre la economía y el patrimonio) y particularmente por su intervención en los trabajos de adecuación de las tumbas en integración al conjunto del museo.

EL TEMOR DE LOS ARCANGELES O LOS DESAFIOS DE LA PARTICIPACION COMUNITARIA

En el transcurso de los últimos veintiséis años, 1971-1997, actores sociales, comerciantes, artesanos, profesores, agricultores, estudiantes y maestros de construcción de Obando, en unión con diferentes instituciones como el ICA, Sena, Caja Agraria, Colcultura (actualmente Ministerio de Cultura) y el Instituto Huilense de Cultura (Hoy Secretaría de Cultura), lograron ganar experiencia, al crear espacios de participación y decisión comunitaria, sin desconocer los viejos modelos de intervención en política tradicional. Con base en esta experiencia y siguiendo la línea de participación electoral tradicional Colombiana, un líder comunitario de Obando, alcanzó por elección popular un escaño en el Concejo Municipal del municipio de San Agustín.

Hoy, el proyecto arqueológico de Obando en este contexto, es el resultado de la actividad de representantes organizados de la comunidad, preocupados por definir y construir los espacios de participación y decisión ciudadana. Revela los obstáculos para integrar la relación y las acciones entre la sociedad de profesionales y representantes de la comunidad local para abordar y dar solución a problemas, en nuestro caso, relacionados con el uso del patrimonio cultural, circunstancia que se expresa en las diferencias conceptuales para percibir el patrimonio, derivadas por la exclusión e iniquidades originadas en la desigualdad socioeconómica de los diversos sectores sociales del pueblo colombiano. [12]

Pero para este caso de la gente de Obando, a pesar de las diferencias conceptuales para abordar el problema del patrimonio cultural -comunidad local-especialistas-, producto de la deficiente articulación de representantes de la comunidad a la escolaridad, su participación social la ha llevado a superar el simple mercantilismo de los objetos arqueológicos, con propuestas que han desbordado las responsabilidades del estado, no obstante sentir los obstáculos que algunos especialistas de organizaciones gubernamentales les han impuesto, pasiva o activamente. El conflicto se desprende, por lo tanto, de las bases teóricas y prácticas de la percepción del patrimonio, en donde el Estado lo resuelve por medio de la legislación. La práctica de creación de los espacios de participación y decisión, en Obando, se convirtió en un componente pedagógico que les posibilito la opción, el acceso y el disfrute del patrimonio cultural, a la manera expuesta por varios autores. [13]

Esta triple relación -comunidad-objetos arqueológicos-instituciones- demuestra las dinámicas culturales que se generaron en el seno de la comunidad de Obando, en el proceso de  resignificación de los sentidos de apropiación de su patrimonio arqueológico.

En cuanto proceso, cobra importancia analítica observar el tiempo de la participación comunitaria de la gente de Obando, en la asignación de valor a los objetos arqueológicos. La etapa que precede la construcción del Parque Arqueológico abarca los últimos 26 años. Es una etapa que marca un continuo cambio en la vida social, económica y cultural de sus habitantes. La gente de Obando supera la economía de subsistencia, se integra a una de mercado y es involucrada, a su vez, de una manera amplia, ágil y directa por los medios de comunicación, al turismo y a los problemas de la globalización.

El comienzo de esa fase coincide con las nuevas investigaciones arqueológicas y reconstrucción que se adelantaron en los actuales Parques Arqueológicos Nacionales de San Agustín e Isnos, en la década de los setenta, y su vinculación efectiva al turismo nacional e internacional promovida por la Corporación Nacional de Turismo.

PARTICIPACION COMUNITARIA Y MEMORIA COLECTIVA

Ahora, es el momento de pulsar la memoria colectiva para conocer la percepción que la gente de Obando tiene de dicho proceso histórico y de su entorno social y natural.

Para ello, inicialmente, recurrimos a la voz revelada de Sócimo Morcillos, líder comunitario de Obando, quien recuerda que entre 1972 y 1974 cuando fue inspector de policía Amín Trujillo, las estatuas de Obando [14] estaban botadas en los solares y parcelas de algunas familias; una donde Napoleón Morcillo y dos donde Erminia Obando. Por ese tiempo, Manuel Mazorra,  visitador del Parque Arqueológico Nacional de San Agustín, llegaba a Obando de vez en cuando para hacer el mantenimiento de las estatuas, las lavaba con jabón y las limpiaba con cepillo.

En uno de sus viajes de mantenimiento se llevó para San Agustín, al Parque Arqueológico, la estatua mejor conservada que se encontraba en la casa de doña Herminia. A los pocos días volvió a llevarse otra y la comunidad se reunió y se opuso a la decisión del señor Mazorra de llevarse las estatuas al pueblo de San Agustín.

La comunidad inició una búsqueda de otras estatuas, que se decía estaban cerca del actual Parquemuseo, a unos doscientos metros por la vía a San Agustín, encontraron una estatua grande. En cada esquina de la Plaza colocaron las estatuas. Para esos días Pacho y Jesús Gómez en compañía de Delfín Lasso, cuando una mula se enterró, encontraron dos estatuas, una con sexo masculino y otra con sexo femenino y sin cabeza, al interior de una tumba denominada de cancel. La masculina se colocó en una esquina del parque, la femenina inicialmente la llevaron para el Estrecho y luego para el Parque Arqueológico de San Agustín. La masculina fue robada y recuperada en 1994, se encuentra actualmente en la Casa de la Cultura de San Agustín; las tres restantes se encuentran en el Museo de Obando.

Con Arsenio Bolaños y como una respuesta de la comunidad por las intenciones del Administrador del Parque Arqueológico de San Agustín, organizaron una colección principalmente de cerámica, la que alcanzó a tener 200 piezas, con una gran variedad y belleza, según recuerda nuestro líder. Esta colección se complementó con piezas de oro.

La colección estaba exhibida en la casa de Arsenio Bolaños, donde algunos visitantes e investigadores llegaban a conocerla. Entre esos visitantes se recuerda a Tiberio López y Luis Duque Gómez, quienes ofrecieron unas vitrinas para guardar la colección, pero nunca llegaron.

Cuando Guillermo Guerrero fue responsable del Parque Arqueológico de San Agustín envió cuatro comisiones acompañadas de policía con el propósito de llevarse la colección para San Agustín, argumentando que la comunidad no podía guardar esas colecciones porque era un delito ya que pertenecían a la Nación. Nosotros no entendíamos por qué, si la cerámica, las chinas (estatuas) y el oro lo encontrábamos debajo de nuestras casas y en nuestros solares. Preocupados por la seguridad personal y familiar, los dueños de la casa, propusieron desmontar la colección, hecho que se realizó, uno o dos años después de la construcción de la carretera El Estrecho-Obando. La carretera, que unió a Obando con la cabecera municipal de San Agustín, facilitó perseguir a quienes cuidaban el patrimonio y ayudó a consolidar el saqueo y tráfico del patrimonio arqueológico local.

Sin embargo, las inquietudes sobre la conservación del Patrimonio continuo latente entre los líderes de la comunidad. En 1985 cuando un camión se hundió en una tumba, en el extremo sur de la plaza, solicitaron una investigación a las autoridades competentes. El arqueólogo Luis Salamanca, del Parque Arqueológico de San Agustín, excavó una tumba de donde extrajo unas cuentas de collar, en oro, y cerámica que al parecer corresponde al período formativo. Para ese tiempo, continuaba la intención comunitaria de otro museo y de la adecuación de tumbas para ser exhibidas. Hubo otro intento de investigación arqueológica, en la plaza, por parte del Instituto Colombiano de Antropología, que tampoco tuvo feliz término.

En un taller para la comunidad sobre zapatería, la idea de construir una cancha de baloncesto llevó a los líderes comunitarios a solicitar al ICAM una prospección arqueológica en la plaza, con el fin de determinar las posibilidades arqueológicas y demarcar la zona de la cancha.

Se pretendía un salvamento arqueológico en el marco de la plaza y construir, con los útiles rescatados, un Museo. Funcionarios del Parque Arqueológico prospectaron la zona, con ayuda de la media caña, pero la fase de excavación nunca se realizó. En ese entonces, se presentó entre la comunidad y la comisión un conflicto por la no participación de miembros de la comunidad en la prospección. La gente de Obando argumentó que con la media caña las posibilidades de dañar las evidencias arqueológicas eran mayores y propusieron otros métodos utilizados por algunos habitantes, pero no fueron aceptados por la comisión.

En 1992, con motivo de la presentación del ballet de la India, en el Parque Arqueológico de San Agustín, los líderes comunitarios de Obando propusieron a la directora del Instituto Colombiano de Antropología y al director del Instituto Huilense de Cultura respectivamente, la investigación arqueológica y construcción de un Museo Veredal. La idea fue acogida por los exdirectores y se establecieron por concertación, las reglas del procedimiento interinstitucional-comunitario, a través de convenios.

La década del 90 abrió nuevas esperanzas a la descentralización y participación comunitaria. En 1991 el entonces director del ICAN, Camilo Villa Van Gotten propuso a las autoridades y a la sociedad civil de San Agustín, se adelantara un estudio para vincular efectivamente a la comunidad organizada en la preservación y defensa del patrimonio cultural. Su idea no alcanzó a prosperar, en parte por los habituales cambios que se dan en las organizaciones del gobierno. Su sucesora continuó con las políticas de acercamiento a la comunidad, esta vez a través de talleres de capacitación sobre organización y patrimonio cultural, dirigidos a familias de los municipios de San Agustín e Isnos especialmente. Esta política la mantuvo el nuevo director del Instituto Colombiano de Antropología, Roberto Pineda quien reemplazó a Myriam Jimeno. La siguiente administración, desde ese entonces, centró sus esfuerzos en la investigación.

Para complementar este recuento, a la luz de la memoria de los líderes comunitarios, la fase anterior a la década de los 70, del siglo pasado, se remonta y delimita en el tiempo, entre la primera y la segunda década del presente siglo, situación histórica que coincide, también, con dos acontecimientos de vital importancia para la región del sur del Huila y del desarrollo de la arqueología colombiana.

Por una parte, finalizó la lucha jurídica por el reconocimiento de las tierras de los indios de San Agustín, lo que dio inicio el proceso de migración a las Planadas del Estrecho, como se conocía lo que es hoy Obando, el Jabón y el Palmar, de gente que venia del Cauca y Nariño. [15] Por otra, K. Preuss inició la investigación arqueológica en la zona donde se encuentran los principales yacimientos de la cultura agustiniana.

La historia del poblado de Obando comienza con los primeros habitantes en esta región, Mariano Obando y Sara Cerón, abuelos de doña Rosa Pino Obando, madre de la líder artesana Graciela Pino, una de las administradoras del Parquemuseo. Fueron los primeros dueños, -reafirma doña Rosa, nuestra nueva voz del recuerdo que percibe y asume de esta manera el proceso de poblamiento. Le compraron la tierra a Gregorio Salazar, por allá en 1912. Compraron medio tronco de tierra que comprendía desde el nacimiento del Mazamorras a la desembocadura del Magdalena, y de allí hacia arriba a encontrar la desembocadura del río Negro y de allí, al nacimiento del éste hasta el nacimiento del Mazamorras. No se sabía cuanta tierra era.

Se cultivaba plátano, yuca, arracacha, yota, maíz, fríjol. Se iba tumbando madera, que se vendía, y se adecuaban potreros para el ganado, las bestias, los marranos, y las ovejas para la lana. La comida era sopa de maíz, calabaza, mazamorra, yuca. Solo se mercaba en San Agustín sal, carne y sebo. Se vendía yuca y fríjol, pero lo que sobraba; se producía para el consumo familiar.

En 1937 la finca se comenzó a repartir, como herencia, para que hicieran sus casas los descendientes de la familia Obando Cerón. Inicialmente los mayores construyeron su rancho, de acuerdo con la tradición, un cuarto y una cocina de tulpa en el suelo; el cuarto era un cercado de varas con techo de pasto. Estas casas se reemplazan cada año porque la lluvia las afectada. Y así los hijos de los hijos continuaron construyendo sus casas, pero dispersas, y vendiendo parte de sus herencias.

En 1953 Rodolfo Obando donó una y media hectárea para construir un caserío. Las primeras casas, después de demarcada el área de lo que iba a ser la plaza y la capilla, la construyeron Rafael Realte y Anatolio Romero, luego fue la de Joba. A Rodolfo Obando le gustaba hacer política, era político, seguramente pensando en conseguir votos por eso donó el terreno, -recuerdan doña Rosa y su hija Graciela. Otra versión sobre el origen del poblado tiene que ver con una promesa que Rodolfo Obando, hizo a un sacerdote, a consecuencia de una penosa enfermedad.

El café comenzó a tener importancia en 1963, se sembró mas café y caña, pasaron a ser cultivos grandes, lo comercial comienza a tener mayor importancia que el pancoger. Los matachos, un palo con un agujero donde se colocaba la caña y se presionaba para sacar el jugo de caña, se reemplazó por el trapiche de madera. La caña se sembraba en extensiones menores de media hectárea para la alimentación familiar; otra se vendía, en San Agustín, en cantidades muy pequeñas porque la producción no era tecnificada.

Por solicitud de la comunidad, a la Asamblea Departamental del Huila, se le cambio el nombre de La Planada del Estrecho por Obando, en 1963, y así reconocer a quien había donado los terrenos donde se construyó este poblado.

La primera tienda fue la de José Pedraza (el paisa) y María Juspían, en 1964. Este "paisa" era además un comerciante de madera. Nos compraba la madera y nos vendía productos elaborados que traía de San Agustín. El mercado era los domingos y vendían en los toldos que montaban en la plaza.

Un trabajador ganaba una cuartilla de maíz, el equivalente a diez tasas, o cinco libras de carne al día. Después de 1965 se le pagaba un peso por el día. Había gente que vivía del jornal pero tenía una parcela de una hectárea o más.

Recuerdan que todavía en 1965 la ganadería era la principal actividad económica, se cultivaba principalmente para la comida familiar, eran pocos los compradores. La carretera de San Agustín llegó primero al estrecho, en 1967 y después al pueblo. Con la carretera el caserío comenzó a tener importancia. La escuela había comenzado a funcionar, en 1958, en la casa de Aleja Lasso.

En 1980 ya había Inspector y Puesto de Policía. La gente de Obando no creía en los funcionarios porque muchos de ellos, después de vivir un año y cuando eran trasladados, no pagaban lo que habían fiado de comida, dormida, arriendo y lavado de ropa. Cuando un nuevo funcionario llegaba era rechazado por los malos antecedentes de las Instituciones, comenta otro líder comunitario, Arsenio Avirama.

Sin embargo y a pesar de este antecedente, en 1982 Luis Yañes y Arsenio Avirama solicitaron al Sena cursos sobre porsicultura, agricultura y ganadería. Fue difícil que los pobladores, inicialmente asistieran a los cursos, no creían en las Instituciones, consideraban a los funcionarios del Estado ladrones.

Dos funcionarios del Sena, Pacho Silva y Eduardo Pastrana, sobresalieron por sus estrategias para atraer a la gente a los cursos de capacitación, se reunían con los líderes del poblado, en una de las esquinas de la plaza a tocar guitarra y contar chistes, entre canto y chiste iban impartiendo las orientaciones generales sobre los temas de la capacitación hasta cuando lograron, en forma normal, iniciar la capacitación y con ello la credibilidad de las Instituciones del Estado, por los resultados obtenidos en la aplicación de nuevas tecnologías para la producción agrícola.

Iniciaron los cursos de especies menores, caña e implantación de hornillas paneleras. Con la aplicación de los nuevos conocimientos en las técnicas del cultivo de la caña y la producción de la panela, se pasó de 20 atados a 10 bultos, es decir a producir 300 atados por día. Entre 1982 y 1990 se incrementó la producción de panela, si en 1982 una hectárea llegó a producir 20 bultos, en 1990 la misma hectárea produjo 120. Actualmente la producción está entre 180 y 200 bultos por hectárea.

Para ese mismo tiempo, década de los 80, ya no había madera fina para la venta como el cedro, balsero, comino, medio comino, cobre, la existencia que quedaba se utilizó para combustible en los trapiches para la producción de la panela. El daño sobre el medio ambiente se comienza a sentir en la década del 90. La Caja Agraria trajo a la región el uso indiscriminado del "panelero", químico con el cual se mejoraba la presentación de la panela, para su comercialización, pero contaminándola.

El trabajo interinstitucional en la región, entre el Sena, Comité de Cafeteros, ICA, Financiacoop, Dancoop, (en total 27 instituciones), se mantuvo hasta 1990. Una de las exigencias a las comunidades, por parte de las instituciones, para vincular a las familias a los programas, era la de demostrar, por medio de escritura pública, la propiedad de un mínimo de tres hectáreas, con lo cual se beneficiaban de asistencia técnica, transferencias tecnológicas, créditos y asesoría. No toda la población gozó de estas políticas, en su mayoría son familias minifundistas.

El nombre de algunos funcionarios se mantiene en los imaginarios de la comunidad, por la forma de crear vínculos afectivos y por la calidad del trabajo y dedicación a la comunidad, como es caso de Algiro Gómez (cidra algirina), Cristóbal Arenas, Jaime Cano, Jorge Vanegas y el profesor Cachalla (fríjol cachalla).

Entre los líderes comunitarios, de ese tiempo, los cuales mantienen vivos sus recuerdos, se recuerda a Sócimo Morcillo, Arcenio Bolaños, Servio Tulio Bolaños, Helena Avirama, Orfilia Muñoz, Adelia Ortíz y Luis Ñañez (q.e.p.d.).

Un acto ilícito cometido en 1996 por un contratista del SENA, en el marco del proyecto arqueológico, hizo recordar los tiempos de desconfianza a las Instituciones y creó obstáculos a la organización comunitaria para la administración del Museo de Obando lo que obligó a recurrir a la Junta de Acción Comunal para que a través de un grupo de líderes en unión con las artesanas, lo administraran. Aristóbulo Díaz Cleves capacitó a 37 personas, entre hombres y mujeres de diferentes edades, sobre principios de cooperativismo, al final del cursillo les solicitó una determinada cantidad de dinero para elaborar los estatutos de la cooperativa que iban a crear. Nunca más volvió a aparecer en Obando. Se hizo la denuncia al SENA, quienes averiguaron e iniciaron el proceso correspondiente.

Para 1998 la comunidad enfrentó los problemas medioambientales y de comercialización de sus productos, derivados de la producción de la panela y de las políticas nacionales de la apertura económica. Esta nueva situación, una combinación entre lo local y lo nacional, heredó las consecuencias del proceso de poblamiento de este siglo, en esta zona de la región del Alto Magdalena, definido desde las primeras décadas de este siglo por la concentración de la tierra en muy pocas familias, dedicadas a la adecuación del territorio con el fin de satisfacer sus expectativas económicas, sociales y culturales.

Los nuevos habitantes comienzan la tala de bosques y habilitación de potreros para la ganadería, la comercialización de la tierra y la quema como medio de preparación de los terrenos de cultivo, circunstancia que los sitúa en el minifundio y los lleva a enfrentar un alto grado de deforestación ocasionado por la quema y tala indiscriminada de bosques, utilizados como combustible en la producción de la panela, escasez del recurso hídrico como consecuencia de lo anterior, elevado nivel de degradación de los suelos, insuficiente desarrollo de tecnología limpia, limitadas fuentes de empleo y serios problemas en la comercialización de la panela.

Paralelo a la génesis de esta problemática, y del seno y práctica comunitaria, surge la propuesta del uso del patrimonio, involucrada directamente con dos proyectos que le sirven de base, el colegio de bachillerato y una tecnología limpia adecuada a la producción de la panela. Presentan sus crisis respectivas y con ellas sus soluciones. El colegio se transformó en postprimaria, a consecuencias de las nuevas políticas educativas, y el "establecimiento a vapor" mantiene un retraso relativo en su construcción, por la corrupción de los funcionarios responsables del montaje de la infraestructura.

CONSIDERACIONES GENERALES O "TODO LO HUMANO ES CULTURA" [16] PERO NO TODA LA CULTURA ES PATRIMONIO.

Los contextos socioeconómicos del origen y desarrollo de la comunidad de Obando, revelan claramente tres etapas que demuestran las formas mediante las cuales la comunidad se ha relacionado con objetos arqueológicos y los ha convertido en patrimonio cultural mediante una diferente percepción -producto de su práctica social y simbólica-.

En la fase de los orígenes de la comunidad, los objetos arqueológicos para los primeros pobladores,  constituían en algunos casos, una cosa útil para la construcción de las casas, cuando se trata de chinas (nombre dado a las estatuas), para dar comida a los animales cuando se trataba de un sarcófago o cerámica, o para regalar o vender en el pueblo si era oro. Se convertían en un estorbo o un peligro, cuando era una tumba, pues ocasionaba accidentes. En otros casos los terrenos donde había "cosas de indios" estaban embrujados y aparecían los espantos y el diablo. La situación socioeconómica estaba determinada por el pan coger, la ganadería y el latifundio. Las familias conservaban en sus casas y solares una variada colección de objetos de diferentes características

En la década de los setenta, cuando la comunidad se involucra en la fase de la comercialización, la gente de Obando opta por dos alternativas con respecto a los objetos culturales: una gran mayoría, con experiencia en el hallazgo de objetos arqueológicos, se organizan para conservar, proteger y exhibir el patrimonio cultural. Los otros, en proveedores de un sofisticado mercado ilícito de arte para satisfacer los gustos de una élite local, nacional e internacional. Paradójicamente las actividades, en su conjunto, se inscriben en los consumos culturales [17] . Unos favorecen la actividad privada por medio de la venta y el mercado ilícito, es el saqueo y la destrucción de importante información. La organización de la comunidad se preocupa por crear públicos que resignifiquen el patrimonio cultural, dándole un uso social. El patrimonio por sí, no expone un único mensaje, debe ser interpretado y resignificado.

El grupo protector logró involucrar a toda la comunidad en la búsqueda de soluciones, no sólo para proteger el patrimonio, y adelanta un proceso de reconocimiento e identificación como actor por la defensa, conservación y usos del patrimonio arqueológico local, mediante la intervención directa e indirecta frente a los hallazgos de piezas precolombinas en su localidad, llenando las funciones educativas que no asumen las instituciones y no contempla la legislación cultural. Han compartido, durante años, expectativas y demandas comunes, plasmadas en propuestas que ha dado forma a la actuación colectiva, caracterizándolos por la autonomía frente a Instituciones del Estado y a otros actores sociales.

Su actuación ha generado tensiones y conflictos, no solo ahora, en el contexto de la nueva Constitución Colombiana, en el cual la participación comunitaria, social y ciudadana, es la creadora de la identidad individual, de grupo y comunitaria, en cuanto fundamento de la nacionalidad y eje del capital social.

Acompaña este proceso, por caminos muy diferentes, el desarrollo de la arqueología colombiana que consolida un corpus explicativo de la cultura agustiniana. Sin embargo mientras que la arqueología ha ganado una posición científica por los grados de explicación y valorización del pasado, su incidencia en las comunidades para que estas se relacionen con el patrimonio, ha sido tangencial, indirecta y mediada por algunos textos escolares y los medios de comunicación. Los vínculos actuales que se crean, son alternativos, pues las instituciones no son guiadas por políticas participativas y constantes. La legislación vigente está de espaldas y es ciega para con las comunidades locales.

Más aún, es sorprende observar que la legislación cultural colombiana nace y crece con ritmos diferentes de apropiación, mediada por la diferenciación socioeconómica, y en función directa con la investigación y los intereses de las comunidades locales. Duque Gómez encontró, que de una u otra forma desde la provincia se influyó, explícitamente desde San Agustín,  "para que el Congreso Nacional aprobara la Ley 78 de 1918, la 119 de 1919 y la Ley 47 de 1920, que son los antecedentes legislativos que tenemos acerca de la defensa del patrimonio arqueológico de Colombia". [18] La Ley 103 de 1931 declaró bienes culturales a los vestigios arqueológicos del sur del Alto Magdalena. Y en 1996 la UNESCO declara a los Parques Arqueológicos Nacionales de San Agustín, Alto de los Idolos y Alto de las Piedras, Patrimonio de la Humanidad. La legislación cultural colombiana se actualizada en 1997 con la Ley 397 o Ley General de Cultura.

La participación comunitaria connota la búsqueda de espacios políticos partidistas y democráticos para la solución de necesidades básicas insatisfechas, especialmente económicas, originadas por la desigualdad social y cuyo garante es el Estado. Se requiere de un nuevo esquema de participación comunitaria referida al patrimonio cultural y en un contexto teórico que asuma la importancia del capital social y simbólico del desarrollo humano [19] .

Considerando que el patrimonio cultural es un valor, un primer acercamiento a este significado puede ser el cruce de la experiencia colombiana, sintetizada en el Foro Patrimonio Cultural: Todo lo humano es cultura, con la propuesta matríz de García Canclini que se resume en "El problema que plantea desafíos no es la preservación y la defensa sino de los usos sociales del patrimonio". Se constituye a la vez, en un enriquecedor ejemplo temático y marco teórico que guíe la práctica del análisis de las responsabilidades del Estado, la Academia y la Comunidad Local frente a la resignificación del patrimonio cultural. La academia debe coordinar, orientar y asesorar las relaciones entre el Estado y las Comunidades Locales, en este sentido la Sociedad Colombiana de Arqueología debe jugar un papel principal en esta relación, hecho que constituye una camino hacia los principios éticos promulgados por esta.

El esquema analítico se puede resumir:

 


NOTAS

[1] Quiénes usan el patrimonio?. En: Antropología. Boletín Oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Nueva Epoca. No.15-16. Juli.-oct. 1987

[2] Jorge A. Sosa (FF y LL . U.B.A.). "Turismo Arqueológico en el NOA: Una propuesta de Desarrollo Sustentable. https://equiponaya.com.ar4. (03 Abril, 1999)

[3]   Josep Ballart. "El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso." Ariel Patrimonio Histórico. Barcelona. 1997

[4] La investigación contó con el apoyo económico de la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales y la colaboración del Instituto Colombiano de Antropología, la Gobernación del Huila, la Alcaldía Municipal de San Agustín, la Oficina de la Corporación de Turismo‑San Agustín, el Grupo Cultural Yuma y la Junta de Acción Comunal de Obando.

[5] En el sitio de la investigación, área del parque del poblado, en la década del 80 se iniciaron dos intentos de investigación y una prospección sistemática, dirigidas por el Instituto Colombiano de Antropología. No existe informe escrito sobre estas actividades, pero la comunidad guarda en su memoria dichos acontecimientos.

[6] Reichel Dolmatoff, Gerardo. Contribuciones al conocimiento de la estratigrafía cerámica de San Agustín. Biblioteca Banco Popular. Bogotá, 1975.

[7] Luis Duque Gómez y Julio César Cubillos CH. Arqueología de San Agustín. Exploraciones arqueológicas realizadas en el ALTO DE LAS PIEDRAS (1975-1976). FIAN. Banco de la República. Bogotá, l993

[8]   Héctor Llanos Vargas. Los Chamanes Jaguares de San Agustín. Edición Héctor Llanos. Bogotá 1995.

[9] Los planos arquitectónicos fueron elaborados y donados por el Arquitecto Germán Cuellar Silvestre quien contó con la asesoría de la arquitecta Helena Borrero Quintero, a solicitud de la comunidad y del investigador del proyecto.

[10] La primera etapa del proyecto se inició en diciembre de 1994, cuando el Gobierno Central Departamental aprobó $15'000.000, y la segunda en enero de 1996, con $5'000.000 del presupuesto departamental

[11] VISITANTES NACIONALES Y EXTRANJEROS.

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2.371

3.345

4.970

4.938

5.541

3.570

1.025 1.S

675

El porcentaje de extranjeros fue relativamente constante para los años de 1993 a 1999, osciló entre un 25% y 40%. Por la situación general de conflicto colombiano en 1998, las tasa de visitantes se redujo, mas no así la de extranjeros, la cual si se redujo considerablenete en 2000. Para 1999 los porcentajes son atípicos, por ejemplo en mayo solo hubo visitantes extranjeros pero no en otros meses. La mayor afluencia de turistas coincide con las temporadas de vacaciones escolares. Con la creación de un sitio de turismo religioso, cerca de Obando, se espera una modificación de la composición de los visitantes.

[12] Libardo Sarmiento Anzola. "Utopía y Sociedad". Fescol, 1996

[13] Néstor García Canclini. "Culturas híbridas". Grijalbo, Mexico, 1990.

Pierre Bourdieu. ¿Qué significa hablar?. Akal. S.f.

Esperanza González R. "Manual sobre participación y organización para la gestión local". Ediciones Foro Nacional por Colombia, Santafé de Bogotá 1996

Bernardo Kliksberg. "Seis tesis no convencionales sobre participación". http://www.iigov.org. X/ 1999

[14] María Lucía Sotomayor-María Victoria Uribe. "Estatuaria del Macizo Colombiano". Instituto Colombiano de Antropología. Bogotá, 1987

[15]   Pedro Antonio Sampablo. San Agustín, del latifundio colonial al municipio Republicano. Universidad del Valle. 1988. Inédito.

[16]   Héctor Llanos Vargas y Eduardo Forero.  "Foro Patrimonio cultural: Todo lo humano es cultura." En Boletín de Arqueología. FINARCO. Año 11, 1996, No.3

[17] Lluís Bonet A. "Formación de público y consumo cultural" III Congreso Iberoamericano y del Caribe sobre Gestión Cultural. Medellín, 1997

[18] Luis Duque Gómez. San Agustín. En Historia General del Huila. Tomo No.1. Gobernación del Huila, Neiva. 1995

[19] César Yáñez. "Los estados latinoamericanos y la pertinaz desigualdad: una interpretación histórica de los obstáculos al desarrollo humano." http://www.iigo.org.   X-99


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