Especial NAyA 2001 (version en linea del cdrom)

ORIGEN Y DESARROLLO DEL CULTO A SAN LAZARO EN CUBA Y SU REFLEJO EN LA RELIGIOSIDAD DEL CUBANO

José de la Fuente García1

RESUMEN

El culto a San Lázaro goza de gran popularidad en Cuba. Como demuestra este trabajo, el santo popular cubano, el Lazarito, emergió del proceso socio-cultural derivado del encuentro y sincretización de las religiones yoruba y católica. Lazarito tiene la particularidad de nutrirse de la triada compuesta por San Lázaro obispo, Lázaro el de la parábola bíblica y Babalú-Ayé, el santo yoruba del cual toma sus atributos fundamentales para convertirse en un santo "especializado en problemas de salud". No obstante, en sus raíces socio-culturales, este proceso se repite para muchos santos del panteón popular cubano y latinoamericano. Este estudio evidencia como el culto a San Lázaro ha sobrevivido hasta nuestros días. Las complejas relaciones entre el catolicismo ortodoxo, las religiones afrocubanas y la filosofía dialéctico-materialista, base del estado laico cubano actual, no impiden el desarrollo de la creciente popularidad del culto al Lazarito. El culto a San Lázaro ejemplifica de manera particular el desarrollo de la religiosidad del cubano: una mezcla de creencias ajenas a toda práctica ortodoxa, de escaso desarrollo doctrinal e institucional y que fácilmente se adapta a las necesidades del creyente.

ABSTRACT

The cult to Saint Lazarus is very popular in Cuba. As shown here, the Cuban popular saint, Lazarito, emerged from the social-cultural process after the encounter of catholic and yoruba religions. Particularly, Lazarito nourish from the triad composed by Saint Lazarus the Bishop, the biblical parable’s Lazarus and Babalú-Ayé, the yoruba orisha from whom he took his main attributes to result in a saint "specialized in health problems". The social-cultural roots of this process are similar to other saints of the Cuban and Latin American popular pantheon. This study evidences how the cult to Saint Lazarus has survived to present days. The complex relationships between the orthodox Catholicism, the Afro-Cuban religions and the dialectic-materialistic philosophy of the Cuba laic state, do not prevent the development of the increasing popularity of the cult to Lazarito. The cult to Saint Lazarus exemplifies the characteristics of the Cuban religiosity: a mixture of believes apart from any orthodox practice, of scarce doctrinal and institutional development and that easily adapts to the needs of the believer.


"[En Cuba] Ni los ateos son tan ateos
ni los cristianos somos tan cristianos"
Mons. Adolfo Rodríguez Herrera. XXVII Reunión Interamericana de Obispos
(en "Cuba, su pueblo y su Iglesia de cara al comienzo del tercer milenio",
El Nuevo Herald, 27 de Setiembre de 1999).

INTRODUCCION

El fenómeno del culto a San Lázaro en Cuba, no al Obispo, sino al Lázaro de las muletas, al Lazarito, "El Catalán", "El Viejo", se remonta varios siglos en la historia religioso-cultural de Cuba y forma parte del proceso etnocultural que culminó con el surgimiento de la nacionalidad cubana (Guanche, 1983).

La existencia del Lazareto en el poblado del Rincón en la provincia de La Habana, se vincula en Cuba a la devoción popular por San Lázaro. Originalmente creado para albergar a los enfermos de lepra, hoy en día está destinado al cuidado de enfermos con afecciones dermatológicas en general. Asociado a la religiosidad que circunda en Cuba a la enfermedad de la lepra, la gente representa al Lazarito semidesnudo y cubierto de llagas, con perros que lamen su cuerpo para calmar el tremendo martirio que le ocasiona su mal. Grito de religiosidad y desesperación ante la terrible amenaza que significó esta enfermedad, hoy afortunadamente reducida a pocos casos.

San Lázaro y las fiestas que rodeaban la celebración de su día el 17 de Diciembre gozan de gran popularidad en Cuba. La Diócesis ha tratado de orientar esta devoción hacia San Lázaro Obispo, el hermano de Marta y María, pero el pueblo no va al Rincón a rendirle tributo y extenderle sus súplicas  al  Santo  católico  únicamente, sino al sincrético,  al  nacido  de  la creación  popular,  al  Santo que como  dijera  Alberto  Mugercia <<...es  un Santo cubano esculpido con trabajo voluntario  de fe acumulada durante siglos...>> (Mugercia, 1977: 337).

La asociación que el proceso de sincretización estableció entre los santos del panteón Yoruba y el repertorio católico no deja de asombrarnos por la riqueza de imaginación y creatividad que caracterizó a este proceso, no siempre dejando ver claramente el hecho que sedujo a la identificación simbólica. El propio Ortiz señalaba  <<Babayú-ayé es otro orisha del santoral brujo afro-cubano, que recibe el nombre de San Lázaro, no sé por qué motivo>> (Ortiz, 1917: 63).

Al develar el origen del santo popular cubano y analizar dentro del contexto socio-cultural de cada época el desarrollo del culto a San Lázaro y su supervivencia hasta nuestros días, se avanza en la caracterización de la religiosidad del cubano y el proceso de su integración. Ese es el objetivo de este trabajo.

ORIGEN DE LAZARITO, SANTO POPULAR CUBANO

"Lázaro, sal del sepulcro"

Nos remontamos a los albores del Cristianismo. Jesús predicaba la nueva doctrina por las tierras de Judea. En Betania, en una aldea cerca de Jerusalem, vivía una familia acaudalada de la cual  eran parte Lázaro, Marta y María; María, quien después llegaría a  ser por todos conocida como María Magdalena.

Jesús visitaba con frecuencia la casa. Según nos cuentan los evangelios Lázaro enferma y muere. Jesús se entera y acude a casa de Lázaro.  Al llegar realiza uno de los conocidos milagros bíblicos: "la resurrección de Lázaro", cuatro días después de su muerte (Alonso y Pérez, 1888: 298-301, 358; La Santa Biblia, 1960: 988 (San Juan 11: 1-44), 990 (S.Juan 12: 1-8). Al enterarse Cristo que Lázaro había muerto, acude a la gruta donde había sido enterrado y profesa la conocida frase "Lázaro, sal del sepulcro" para resucitarlo.

Estos milagros que recoge la Biblia van muchas veces contra natura. Tal es el caso de la resurrección de Lázaro.

Los apóstoles y seguidores de Cristo, en el afán de engrandecer una obra que por si sola, histórica y socialmente, no hay duda de que jugó un papel importante en los albores de nuestra era, recrearon toda esta serie de milagros que se han entremezclado con la realidad histórica. En medio de este torbellino encontramos a Lázaro como protagonista de uno de los milagros de Cristo.

Una vez resucitado, Lázaro se ve obligado a abandonar el país perseguido por compartir las ideas de la nueva doctrina, por compartir las ideas del nuevo, y por cierto no único, Mesías. Después de un largo peregrinar llega a Francia en donde se cuenta se convierte en Obispo de Marsella  bajo  el  imperio  de  Domiciano. Finalmente y sin precisarse bien la fecha, cae prisionero y es definitivamente ejecutado.  Es por ello que muchas veces nos encontramos la imagen de Lázaro representada como un Obispo con su túnica escarlata y en otras ocasiones, vendado todo el  cuerpo como era costumbre preparar los cadáveres por los judíos.

De esta forma desaparece Lázaro fisicamente pero queda su historia recogida en el quehacer bíblico, su nombre inscrito en el santoral romano y toda su historia, que de generación en generación, de adoración en adoración se fue transmitiendo hasta llegar a nosotros.

Sin embargo, y sin que sepamos a ciencia cierta por qué, dejó  su huella  en la historia de uno de los más terribles azotes  de  la humanidad, la lepra.

Nos trasladamos entonces al siglo XII. Estamos en la primera cruzada y Balduino se convierte en el primer rey de Jerusalem. Un reino cristiano en medio de la Tierra Santa plagada de derrotados sarracenos.

Hacia los años 1117-1119 se fundan en Jerusalem órdenes religioso-militares como la de los  Caballeros del Temple y los Caballeros de San Lázaro. Esta última para recibir, socorrer y proteger  a  los peregrinos que visitaban los santos  lugares,  y especialmente  aquellos  enfermos de lepra,  que  hacía  entonces terribles estragos en Oriente y Occidente. Vino a establecerse en Francia bajo  el  reinado  de Luis el joven  y  en  1607  fueron reunidos  por Enrique IV a la Orden de Nuestra Señora  del  Monte Carmelo  que  acababa  de fundar. Años más tarde, en  1617,  San Vicente de Paúl funda la Orden de San Lázaro (Lazaristas) en  una casa  que  había pertenecido a la antigua Orden  militar  de  San Lázaro.  La Orden fue confirmada por los Papas Alejandro VII y Clemente X. Los Paules han heredado de San Vicente el amor a los pobres  recordando que en San Lázaro, en una antigua  leprosería, fue donde tuvo origen y desarrolló la congregación de la misión  (Alonso y Pérez, 1888: 297-298).

La Orden de San Lázaro aparece desde sus orígenes en el siglo XII vinculada al terrible azote de la lepra, considerada por  los judíos un castigo por el pecado, "azote" y "dedo de Dios".

En la Biblia encontramos a cada paso huellas de este terrible mal o "castigo de Dios" (María, Num. 12:10, Giezi, 2Rey.  5:27, Uzaías, 2Cron. 26:16-23). La misma tradición bíblica mezcla  lepra, milagros y personajes como  Lázaro  y Jesús.  El Salvador cura la lepra (Luc.  17:12-19).  Lázaro, el resucitado, hermano de Marta y María, se mezcla con los  leprosos (Juan 11:12). Aquellos a quienes había limpiado Cristo extendían a su paso sus inmaculados vestidos y le saludaban.  Simón, un leproso que probablemente había sido curado por Jesús, ofrece su casa en Betania para que el Salvador sea ungido por María, hermana de Lázaro (Mat. 26:6-13, Mar. 14:3-9, Comp. Juan 12:1-8).

Sin embargo, Lázaro, el resucitado, el hermano de Marta y María, nunca fue, al menos, un leproso bíblico. Cierta tradición supone que San Lázaro siendo Obispo padeció de lepra, pero otros exegetas sostienen no ser tan ajeno al texto evangélico, suponiendo que Simón, el leproso curado por Jesús, sea el mismo Lázaro que resucitó Jesucristo.

¿Tuvo entonces San Lázaro, inspirador de la antigua Orden religioso-militar, alguna relación con la lepra? Los renglones bíblicos y toda la historia posterior dejan sin respuesta a esta pregunta. Pero lo que sí es cierto es que la historia ligó el nombre de San Lázaro a los leprosorios.

En el momento de la conquista de América la lepra se encontraba extraordinariamente  expandida  por la península Ibérica de tal forma que existían establecimientos dedicados al cuidado de  esta enfermedad  desde  el siglo IX,  siendo los  más antiguos  los de Barcelona, el de Palencia fundado por el Cid Campeador en 1067  y el Hospital de San Lázaro en 1214. Desde entonces se multiplican estos hospitales por España y Europa. En  Portugal  aparece  el Hospital de San Lázaro en el siglo XI  (González, 1963: 29).

González Prendes nos apunta en su obra "Historia de la lepra en Cuba" <<...los primeros hospitales para enfermos de lepra que existieron en las Antillas se establecieron en Santo Domingo en la segunda mitad del siglo XVI y el Hospital de San Lázaro de la Habana en 1681 aunque ya desde el año 1662 existían casas destinadas  al  alojamiento  de los lazarinos.  Estos  dos  hospitales pueden considerarse como de los más antiguos de América conjuntamente  con el Hospital de Nueva España fundado por Hernán  Cortés en  1519 y destruído por Nuño de Guzmán en 1529, por este  motivo se considera el construido en 1571 por el Dr. Pedro López como el primer  hospital  para hansenianos que tuvo México.  En Perú se crearon hospitales de este tipo en los años de 1550 y 1563 y en Colombia (Cartagena) en 1615 >> (González, 1963: 46).

Aunque pocos son los datos existentes sobre la introducción de la lepra en América, la mayor parte de los leprólogos coinciden en que los indígenas no la padecieron aunque la enfermedad existe en  todas  las Antillas desde los comienzos de la colonización (López, 1997: 110). En Cuba, en el año de 1613, aparece en acta del Cabildo celebrado el  17 de Enero en la Habana, el primer documento que  señala  el inicio  de la enfermedad hanseniana en Cuba (González, 1963: 58-59).

Las  Hijas de la Caridad, otra noble institución creada  por  San Vicente  de  Paúl,  se instala en la capital cubana  en  el  año 1847  (Chaurrondo, 1933: 23), y según consta en la contrata firmada en Madrid el 30  de Setiembre  de  1854, se encomendó a las Hijas de  la  Caridad  el cuidado de los enfermos de lepra del Hospital de San Lázaro (González, 1963: 155).

De esta forma llegaban, se instalaban y multiplicaban los Lazaristas con su remoto origen en la Orden de los Caballeros de San Lázaro, la terrible y devastadora enfermedad de Hansen y el culto a San Lázaro Obispo, el resucitado, el hermano de Marta y María y al Lázaro de la parábola tirado a la puerta del rico y lleno de llagas que lamían los perros, como también se adora en  Europa. Todo llega junto y el culto popular sería el encargado de eternizar a unos y olvidar a otros, mientras la ciencia enseñaba a dominar la enfermedad.

El origen de las llagas y los perros

De las varias parábolas que recoge el texto bíblico, la de  "El rico y Lázaro" es de las más hermosas  (La Santa Biblia, 1960: 961 (S.Lucas 16: 19-31):

<<Había  un  hombre  rico,  que  se  vestía  de púrpura  y de lino fino, y hacía cada día banquete con  esplendidez. Había  también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a  la puerta  de  aquel,  lleno de llagas, y ansiaba  saciarse  de  las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían  y le lamían las llagas.

Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles  al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vió de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces  él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten  misericordia de  mi,  y envía a Lázaro para que moje la punta de  su  dedo  en agua,  y  refresque mi lengua; porque estoy atormentado  en  esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu  vida,  y Lázaro también males; pero ahora este  es  consolado aquí, y tu atormentado. Ademas  de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros  y vosotros,  de manera que los que quisieren pasar de aquí a  voso­tros, no pueden, ni de allá para acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envies a la  casa de  mi  padre, porque tengo cinco hermanos, para que  les  testi­fique,  a  fin  de que no vengan ellos también a  este  lugar  de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; oíganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampo­co se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos.>>

No existirá tal recompensa en el  reino de los muertos, pero tenemos que conseguir un mundo más equitativo en el reino de  los vivos, en el mundo en que vivimos.

Esta parábola recoge una de las ideas centrales del pensamiento cristiano: la existencia de otra vida después de la muerte donde la suerte variará si se vivió de acuerdo a los preceptos morales que enseñan las sagradas escrituras, al menos interpretadas por quienes profesan esta religión. Simboliza una de las causas más poderosas, acaso la más poderosa de todas, de que sobreviva cualquiera de los sistemas religiosos llamados universales.  Aporta en nuestra búsqueda el elemento de humildad  necesario  a la figura del futuro Santo, el elemento que lo acerca  a la realidad de sus devotos, el enlace entre el santo Obispo y  la deidad yoruba.

Las muletas llegaron en barco negrero

Los esclavos llegaron a Cuba procedentes de diferentes regiones de Africa de las que tomaron variadas denominaciones y cuya influencia en Cuba varió según la época de la trata. Los lucumí, en Cuba conocidos también como lucume, procedían del reino de Ulcami, entre Arda y Benin. Con este nombre fueron designados los yorubas, de enorme influencia en Cuba (de la Fuente García, 1990: 135-160).

Babalú-Ayé es de origen lucumí (Lachatañeré, 1939: 28-84).  Del libro de la antropóloga cubana Natalia Bolívar Aróstegui (1990: 142) tomamos su pattakí:

<<Babalú-Ayé era muy mujeriego.  Andaba continuamente de parranda hasta  que todo el mundo le perdió el respeto y la  misma  Ochún, que  era  su  mujer,  lo abandonó.  Un jueves  Santo,  Orula  le advirtió:  "Hoy domínate y no andes con mujeres."  Sin hacer caso del consejo  de  Orúmbila, esa noche se acostó con  una  de  sus amantes.   Al otro día amaneció con el cuerpo todo cubierto de llagas purulentas.  La gente huía de él porque le tenía miedo al contagio y sólo lo seguían algunos perros, a los que le gustaba lamerle  las llagas purulentas.  Por mucho que suplicó, Olofi se negó a perdonarlo y, al fin, Babalú-Ayé murió.  Pero a Ochún  le dió  lastima  y  gracias a sus ardides  consiguió  que  Olofi  le devolviera  la  vida.  Ahora Babalú-Ayé sabía bien lo mucho que sufren los enfermos y por eso regresó tan caritativo y misericordioso>>.

Es un orisha mayor y un santo muy venerado.  Deidad de la viruela, la lepra, las enfermedades venéreas y, en general, de las afecciones de la piel.  Se le considera hijo de Naná Burukú, pero en Abomey  (Africa) sus padres son Kehsson y Nyohwe Ananou.  Algunos estiman que nació directamente de Obatalá.  En  realidad Babalú-Ayé es un título que significa "padre del mundo" y que  se le  daba a Chopono o  Chakpata,  el terrible orisha de la viruela cuyo   nombre   no  podía  pronunciarse.  Como señala Bolívar Aróstegui  (1990: 142-143),  <<...esta  deidad, odiosa y maligna  transformó  su carácter entre nosotros, probablemente, porque la viruela y otras epidemias   carecían  en  Cuba  de  la  naturaleza  mortífera   y devastadora  que  tenían  en Africa.>>. En Cuba se acoge a la enfermedad de la lepra, mucho más difundida y dañina.

Babalú-Ayé se simboliza como amo de las enfermedades contagiosas, venéreas y de la piel, la lepra, la viruela y, en general, de las enfermedades que aquejan al ser humano. En los eyibales (collares) y los idé (manillas) las combinaciones de colores varían según el camino del Orisha pero las más comunes son  blanco con negro, azul, morado y verde. Entre sus atributos se encuentran las muletas, la pareja de perros blancon o negros con manchas amarillas, la matraca, el tabaco, el ori o manteca de cacao y la bolsa de yute adornada con caracoles. Gobierna el miércoles y los días 17 de cada mes siendo su día el 17 de diciembre. Su número, el 17. Para homenajear al santo se le sacrifican palomas y gallinas. Sus hierbas sagradas fundamentales son el millo y el henequén y los animales afines a la deidad son la paloma, el gallo, la gallina guinea, los perros y el chivo capón. Sus metales son el cobre y otros blancos como la plata y el rubí su piedra preciosa. Los mensajeros de Babalú-Ayé son el viento, los mosquitos, moscas y todo tipo de insectos y arácnidos que sean vectores de enfermedades. Los practicantes de la Regla de Ocha lo representan con una cazuela de barro tapada con siete orificios colocada sobre el suelo en un lugar poco visible tras una cortina de yute.

Es muy probable que las muletas en que se apoya Lazarito al caminar llegaran con las representaciones del santo africano aunque otras hipótesis consideran su origen en Europa (Zamora, 2000: 20-21).

El pacto con Roma

Los personajes bíblicos llegaron a Cuba con las primeras naves de la conquista.  Las muletas vinieron en barco negrero.  Llegaron todos en una misma época, junto con los primeros atropellos de la evangelización del Nuevo Mundo y los horrores de la esclavitud.

Ya en Cuba, como en otras culturas afro-latinoamericas, ocurre un proceso de sincretismo o transculturación, caracterizado por la fusión de imágenes, atributos, poderes y cultos africanos y católicos (Ortiz, 1917; 1984: 11-41). Los esclavos africanos buscan en las representaciones religiosas católicas la forma de rendir tributo a sus dioses, dotando a los santos católicos de atributos propios de las deidades africanas, dando origen a la sincretización religiosa en la que el Cabildo juega un papel esencial (Ramos, 1943: 111-139; López Valdés, 1985: 186-192). Este proceso de sincretización, en el que se relacionan las creencias religiosas de los lucumís con las doctrinas y santos católicos, ocurre a través de algunas analogías que existen en sus formas de manifestación exterior. El simbolismo que de una u otra forma es común a ambos sistemas  religiosos  facilita  la   asignación imageneológica, el bautizo cristiano de las deidades yorubas. Mediante este proceso Babalú-Ayé se identifica con San Lázaro Obispo y se queda con su día, el 17 de Diciembre. De la misma forma el santo yoruba se identifica con el pobre Lázaro, el de la parábola bíblica, valiéndose de su historia para acercar el nombre de Lázaro a su propia historia, a su nueva existencia. En el caso particular de Lazarito, el proceso de sincretización aporta un elemento característico al reunir tres imágenes en una nueva: San  Lázaro Obispo, Lázaro el de la  parábola bíblica y Babalú-Ayé. No obstante, el culto popular al Lazarito rinde tributo a la imagen del pobre Lázaro dotado de los atributos y poderes de Babalú-Ayé.

En Cuba, como en Brasil y otros países latinoamericanos, observamos este fenómeno de mezcla religioso-cultural afro-católica en la existencia de una religiosidad popular. En muchos cubanos esta religiosidad se deja ver de una forma u otra, ya sea practicante o como simple complemento, sea de formación católica o atea, aunque sólo sea en la manifestación tradicional de un "legado de la abuela"2.

La mezcla de elementos afro-católicos en el culto a San Lázaro se observa en diferentes prácticas litúrgicas, la oración  "Lázaro, sal del sepulcro" aparece frecuentemente asociada al culto a Babalú-Ayé (Monteagudo, 1908: 90, 98).  Dentro de estas prácticas encontramos inclusive determinados elementos  litúrgicos que son lejanos  reflejos  de procedimientos rituales efectuados por los aborígenes cubanos, no por  la  asimilación  de alguna concepción ritual,  sino  por  el empleo del tabaco en los sahumerios a las deidades (Guanche, 1983: 104-105, 116-117).

Como parte del culto al enigmático Lazarito, cientos de peregrinadores acuden al Rincón el 17 de Diciembre a rendirle tributo y cumplir las promesas que a cambio de milagrosas curaciones y designios han hecho al Santo.  La sobrevivencia de esta manifestación habla por si sola de lo arraigado del culto popular al Santo cubano.

La carretera que conduce desde la Habana hasta el poblado del Rincón se pobla de gente que desde el 16 de Diciembre por la noche comienzan su peregrinación para extender tributo, rezos, peticiones y  promesas  al milagroso Lazarito.

El 17 de Diciembre pertenece, según el calendario católico festivo-religioso, a San Lázaro Obispo. En Cuba, sin embargo, este día se concede al Lazarito, al santo sincrético que goza de  gran popularidad y devoción.

HISTORIA DE LAS FIESTAS DE SAN LÁZARO

Estas fiestas se vienen celebrando año tras año desde que el Cabildo celebrado el día 23 de Septiembre de 1718 las autorizara (González, 1963: 309).

Nada he encontrado de como eran estas fiestas entonces, aunque la descripción que hace Julio Le Riverend (1960: 204-207) de lo que era la sociedad habanera del siglo XVIII basta para imaginar como transcurrieron estas romerías en su primer siglo de vida.

El siglo XIX se nos presenta con igual mutismo en lo que a la descripción de las romerías de San Lázaro se refiere. Una cita en la Revista Antillana (1888: 96-97), cuando el Hospital de San Lázaro aún se encontraba en la caleta de Juan Guillén o de San Lázaro, en donde estuvo desde el s.XVII hasta 1916, cuando se traslada al poblado del Rinón, relata <<…En la de la izquierda (se refiere a la capilla), destinada a los enfermos, se venera la imagen de San Lázaro, recientemente adquirida por el celoso Sr. Capellán. A la derecha de la puerta de entrada puede verse el antiguo San Lázaro, objeto de la tradicional veneración tan popularmente conocida>>. O sea, desde fecha tan temprana, esta imagen "de vestir" que hoy se conserva en el Rincón (Fernández, 1997: 173-174), era objeto de una "tradicional veneración popular". En las "Guías de Forasteros" que se publicaban anualmente, encontramos el 17 de Diciembre con la inscripción  <<...san Lázaro, celébrase en su hospital, extramuros>> (Guía de Forasteros, 1862: 32). Del siglo XIX data también la primera novena a San Lázaro que haya encontrado (J.B., 1823). Todo ello denota que las fiestas de San Lázaro ocupaban ya un lugar importante en el que hacer profano-religioso del cubano en el siglo XIX.

Las fiestas de San Lázaro en 1953

La primera descripción de las fiestas de San Lázaro de que tenemos noticia pertenece a Herminia del Portal (Chaurrondo, 1954: 83-91) y data de 1953:

<<San  Lázaro este año 1953 viene con frío.  Los devotos se han abrigado.  Los mendigos, también.  Esto ha cambiado el aspecto de la  muchedumbre.   Por la madrugada la carretera es fría.   Y  el desfile  ha comenzado poco después de la medianoche.  Los  fieles forman hileras a un lado de la carretera.

Las hileras avanzan sin interrupción, durante todo el día, desde las Vegas (nadie dice por aquí Santiago de las Vegas).   También llegan devotos de más allá de las Vegas, y por todos los caminos, hasta el Hospital de San Lázaro.

No todos los peregrinos han velado al Santo.   Pero la mayor parte han prendido su vela, bien sea en su casa, o en el altar de algún vecino que le ha ofrecido una buena música de orquesta <<con  baile y todo>> a San Lázaro y ha descorchado unas  cuantas botellas  en el regocijo de la celebración.  Ahora viene a dejar en la Capilla del Hospital una ofrenda piadosa, a cumplir una promesa, a saludar a Lazarito, a pedirle una gracia o a dar fé de la gloria del Santo de las muletas, con el testimonio de un milagro (ex-voto) que quedará colgado en forma de brazo, de pierna,  de  corazón,  en la urna mullida y  hermética  donde  parece agobiado Lazarito bajo el peso de sus <<milagros>>.

¿Cumple Ud. una promesa?- le preguntamos a un joven  que  avanza hacia el hospital.

No, pero lo hago por la vida mía.  Estoy ofrecido a San Lázaro.

Muchos padres por salvar a un hijo de un peligro o de una enfermedad lo han <<ofrecido>> al santo.  Los ofrecidos son como ahijados de Lazarito.  Tienen que venir por lo menos una vez al año a hacerle su visita.

No todos los devotos caminan por la carretera.  Muchos pasan en automóviles.   Algunos van a caballo.  De vez en cuando se forma como un vacio de los que marchan a pie.  Un hombre que se arrastra, el que rompe la hilera, como una cuenta larga en el raro collar que enreda a la muchedumbre a la carretera.  Este año son muchos los hombres que se arrastran.  Algunos van  amarrados  de pies  y  manos.   Otros llevan una gruesa piedra atada al pie.  Algunas mujeres  se arrastran y caminan  sentadas  hacia  atrás.  Otras van de rodillas, con sus bebes cuestas.  Como un hecho curioso, podríamos anotar, que casi todos los que se han impuesto esta penitencia son del interior y son blancos.

A XX le falta una pierna, pero salvó la vida.  Se la tronchó un tren en Jovellanos.  Es la segunda vez que viene a rastras por la carretera para darle las gracias a su patrón.

Que hubiera sido de mi -dice el joven barbero- si no hubiera invocado a San Lázaro?

¿A qué San Lázaro, al obispo?

No, al de los perritos.

Uno está en el altar mayor; es San Lázaro Obispo, el hermano de Marta y María, el amigo de Cristo.  El resucitado.  El  decapitado.  Sólo las Hermanas de la Caridad le rezan y adornan su  nicho en  el  altar.  El otro.  Es Lázaro, uno de los personajes más dramáticos de las parábolas de Cristo.  Su nombre no aparece  en el Santoral.

Tal como lo representan las estampas y estatuillas, más populares, con el cuerpo desnudo y lleno de llagas, es inutil buscarlo en la capilla.  Así estuvo antes, hace muchos años, hasta que un día Monseñor se dió cuenta de la anomalía.   Pero quién sacaba a Lázaro del Rincón?  Las Hermanas más indulgentes, le quitaron las muletas, escondieron los perros y le dejaron caer  sobre  el llagado cuerpo una suave túnica escarlata.  Para que luciera como todos los santos, para que en realidad fuera ahora una imágen más del Lázaro verdadero, le pusieron un halo de  oro,   hecho  de milagros fundidos.  Le hicieron un altar, lateral, presidido por las virtudes  teologales, y lo encerraron en una urna  donde  ya casi  va  quedando opacado por el brillo de las joyas  y  de  los milagros-todo de oro bueno-que tapizan y decoran la oquedad.

Este es el altar que buscan los devotos.   Al principio nadie quería verlo vestido.  Y todavía-como nos decía una Hermanita-algunos buscan las muletas y hasta le tienen devoción a los perritos.

La  fiesta del Lazareto es, en realidd, la concentración  de  los mendigos.   Es una romería muy curiosa.  No puede haber otra igual.   De un lado los mendigos desplegando su miseria como un signo  de prioridad en la atención de los visitantes, que  llevan la  bolsa llena de monedas pequeñas, de centavitos casi  siempre.  Del otro lado los enfermos que también han situado sus alcancías en todos los lugares estratégicos y que reclaman una contribución generosa,  recordando  su  dolencia.  Y entre manos flácidas o esqueléticas que se tienden, entre las murallas de ciegos que cierran el paso en cualquier callejuela, y teniendo por fondo los pabellones, se abren los tío-vivos clamorosos, giran las estrellas, trepida el parque de diversiones, resuenan las décimas, se entrelazan los pregones y resuenan los aplausos.  La gente come y bebe sin cesar. Hasta un restaurant funciona cerca de los kioscos, y los tableros de pan con lechón, de chicharrones, de mariquitas, de tamales, de fritas.  Todo es bullicio y alegría.   Las parejas se pierden entre las casitas de los lazarinos, sobre la yerba verde y limpia que cubre los patios interiores del  Hospital.  Y aún, al pie de los pabellones, algunos kioscos con bebidas.

El día de la fiesta de San Lázaro es largo, muy largo. Es más de un día.  Una semana antes empieza el desfile.  La víspera es más numerosa la concurrencia.   El día 17 es difícil calcular el número de personas que afluye al Hospital. Sólo el día 17 se reparte entre los enfermos cerca de veinte y veinte y cinco mil pesos de lo depositado en sus alcancías,-cincuenta por cabeza-sin contar  lo que la gente da a los mendigos y deja en el altar  del Lazarito.   Hay que tener en cuenta que son en su mayoría gentes modestas que no ofrecen grandes cantidades.  La víspera de San Lázaro los enfermos recibieron unos cuatro mil pesos.>>

Las fiestas de San Lázaro en 1995

Pocos años después, en 1960, González Prendes (1963, 310) hace mención al hecho de que en poco o nada habían variado las fiestas. En los últimos años, sin embargo, las fiestas se han modificado como consecuencia de cambios ocurridos en la sociedad cubana. Ya no se aglomeran los mendigos ni los enfermos. Los primeros, en menor cuantía, han reaparecido en los ùltimos años como consecuencia del deterioro económico del país y los segundos han desaparecido del panorama cubano actual. La enfermedad de San Lázaro, la lepra, no constituye un azote en nuestros tiempos, aunque, por desgracia, otras pandemias más terribles nos azotan.

A las fiestas de San Lázaro al Rincón acuden estudiantes, obreros, campesinos, intelectuales, amas de casa, vendedores ambulantes  ("merolicos" como se les conoce hoy), gente de pueblo en general.  Mujeres y hombres, negros, blancos y mestizos, viejos y jóvenes. Vienen por motivos diferentes. Cada uno tiene el suyo y todos, excluyendo los curiosos y vendedores, el común deseo de expresar al Lazarito su devoción.

Algunos hablan del Lazarito como de un "santo milagroso" y acuden a velarlo durante días como agradecimiento porque un ser querido sanó de alguna reciente enfermedad, se recuperó de un accidente o logró salir del país corriendo un gran peligro para su vida (Kelley, 2000: 1A, 6A). Otros admiten no conocer la historia de San Lázaro y sólo acuden porque así lo hacían sus padres. La mayoría van a pedirle que los libren de alguna enfermedad (Zamora, 2000: 239). Reconocen lo mucho que deben hacer los científicos pero quieren además la ayuda de los santos.  No faltan  los  que se entregan en fanática devoción al  Lazarito o acuden  a visitarlo porque les ha "dado pruebas de que existe"  y con él todo les va bien.

Para ilustrar como transcurre la festividad hoy en día, describiré las fiestas en 1995. Los asistentes, como antes, avanzan  desde  el  día 16 por la carretera  a  San Antonio para buscar el desvío hacia el Rincón. Por todo el camino se ven grupos que van hacia la fiesta. Van caminando o en bicicleta, solos o en animados grupos familiares o de amigos.

Después de llegar al Rincón hay que detener los autos pues sólo hasta allí permite acercarse la policía. Desde allí se aprecia la venta de comida y no falta quien pregone la venta de Lazaritos y Vírgenes de la Caridad del Cobre de plástico.

Desde el pueblo se caminan unos dos kilómetros hasta llegar a la parroquia. Todo el camino, rodeado por cañaverales, está poblado de personas que marchan al encuentro con San Lázaro. Unos devotos, otros ateos y algunos periodistas, estudiosos o simples curiosos espectadores. Al acercarse a la parroquia, se distinguen potentes reflectores y los altavoces que rezan consignas a favor de Cristo y el Homenajeado.

Toda de blanco, la parroquia muestra sus mejores galas. Hay mucha gente rodeando la parroquia que desde temprano esperan la llegada del día 17. La gente se aglomera dentro de la iglesia y acude a entregar sus ofrendas en el altar lateral, dedicado a San Lázaro obispo. Los padres insisten en mantener la calma y reclaman que también se entreguen ofrendas en el altar mayor. La gente acude poco al altar mayor y prefiere luchar por acercarse al altar lateral para poder entregar su ofrenda a San Lázaro y rogar por un ansiado milagro. Todos pueden llegar a hacer su oración, su promesa, rezan los padres reclamando calma en la casa del Señor, pero la multitud parece no escucharlos y sigue agitándose frente al altar de San Lázaro.

Dentro de la iglesia hay un pequeño altar dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Una hilera de personas que esperan llegar hasta ella apenas dejan divisar la imagen de la virgen. Algunas personas ya se han posicionado dentro de la iglesia y entre velas y Lazaritos de yeso esperan la hora que marca la llegada del día de San Lázaro.

Al Lázaro de las muletas y los perros, el sincrético, lo han sacado de la iglesia para colocarlo en una urna de madera en el patio lateral. Separado por una cerca, los devotos se acercan para hacerle llegar sus plegarias y ofrendas. El piso está cubierto por monedas que la gente lanza en muestra de agradecimiento al santo. Resulta curioso que la gente, tan devota al santo afro-cubano, se amontone más frente a la imagen de San Lázaro obispo en el altar lateral de la iglesia que frente a esta imagen, quizás porque la hayan sacado de la iglesia y, cubriéndola con una túnica escarlata y desprovista de sus muletas, aparezca en una pose al estilo de los santos católicos que nada recuerda al santo sincrético, al Lazarito. Sólo le han dejado dos perros blancos, ocultos en los extremos de la urna.

Constantemente se escuchan por los altavoces rezos al Señor y a Lázaro, bendiciones al agua que los fieles han traído para llevarse como cura para sus males y la alarma por alguien extraviado o reclamando la ayuda de la Cruz Roja por desmayos frente al altar. Cada vez hay más gente dentro de la iglesia y el ambiente se va tornando enrarecido y sofocante, mientras la gente, descontrolada frente al altar de San Lázaro, alzan sus velas, tabacos, flores, dinero, perros y todo tipo de ofrendas al santo. Algunos inescrupulosos se aprovechan de la situación y se dedican a carterear a los que pueden. Los padres reclaman orden y llaman al espíritu hamano y cristiano para poner freno a tales hechos.

Faltando unos minutos para las once de la noche se anuncian las misas del día siguiente. La primera será a las cinco de la mañana y la misa principal por la fiesta de San Lázaro será ofrecida por el señor Cardenal a las diez y media. Otras dos misas, a las cinco y ocho de la tarde, terminarán con las fiestas y el templo quedará cerrado.

Algunos fieles acuden a la iglesia arrastrándose o llevando pesadas cargas. Algunos cumplen  promesas  difíciles. Se les ve avanzar  de  rodillas,  a rastras,  tendidos de espalda, rodando, con piedras atadas a  los pies,  con los ojos vendados, cargando piedras o sacos llenos  de centavitos. Quienes los acompañan les van limpiando el camino y dando ánimo para culminar con éxito la promesa al santo. Nadie puede imaginar cuanto sufrimiento hay detrás de esos rostros, cuanta desesperación los condujo a hacer tremendo sacrificio. La multitud los observa con respeto. Cuanto se hace para "endeudar" al santo milagroso! 

Como algo que no podía faltar, se dejó escuchar por los altoparlantes a una de las hermanas explicando que las fiestas de San Lázaro son fiestas católicas y que dentro del templo sólo podían realizarse ceremonias católicas, reclamando que los ritos africanos se hicieran en las casa o fuera de la iglesia. ¿Cómo desintegrar la imagen del Lazarito cubano en sus partes componentes? ¿Cómo borrar siglos de fe que forjaron la imagen del santo sincrético, que entronaron su culto en el pueblo? Aunque la iglesia disfrace al santo sincrético para evitar que suplante al santo católico, la creencia popular lo regresa a su forma real de factura afro-cubana.

Cerca de las doce de la noche todos se aglomeran  en la  entrada del templo. Todos quieren ser los primeros en  llegar al  altar del Lazarito para hacer valer sus súplicas y sus  promesas. Miles de personas se reunen en los jardines del templo. Entre ellos, una mujer blanca entre 20 y 40 años, de procedencia rural, hace voto de penitencia y dice que las fiestas son lo único que nos da vida y que viene en la peregrinación desde que tiene uso de razón. Otra mujer, con similares características pero de procedencia urbana, acude a cumplir una promesa y participa en la peregrinación desde hace tres años. Algunos vienen por problemas de salud, por problemas ante los cuales la medicina sigue siendo poco eficaz. Una mujer blanca de más de 60 años y de procedencia urbana viene a rogar al santo porque se va a operar de la cadera, tiene fe en Lázaro y participa en la peregrinación hace más de 20 años. Por su hijo que se salvó, viene desde hace 5 años una mujer negra de 20-40 años y de procedencia urbana. Su tributo a la medicina ha quedado entremezclado con la fe al santo. El puso el "extra". Las promesas al santo por ruegos ante problemas de salud son muy comunes entre los asistentes al Rincón el 17 de diciembre (Martori (1999) recoge el curioso caso de un señor de 69 años que se autodenomina "misionero de San Lázaro" pues desde 1953, año en que su madre hizo una promesa al santo para ayudarlo tras un grave accidente del cual salvó la pierna después de 26 operaciones, recorre la isla vísperas del 17 de diciembre).

La multitud anardecida recibe el día 17 dando vivas a San  Lázaro y a Jesús. Durante todo el día 17 sigue llegando gente y la fiesta continúa.

La participación en las romerías de San Lázaro ha aumentado en los últimos años (Tabla 1) junto con el aumento de la incorporación popular, particularmente de los jóvenes, a otras liturgias y festividades religiosas, especialmente las dedicadas a la Virgen de la Caridad del Cobre (El Nuevo Herald,  8 de Setiembre de 1999). El número anual de bautismos en el país crece desde 1979, alcanzado en 1996 la cifra de 75005 (Tabla 2). La mayor parte (59%) en las ciudades de La Habana, Santa Clara y Pinar del Río. En un estudio publicado recientemente sobre los bautismos en la municipalidad de Consolación del Sur (que abarca las parroquias de Consolación del Sur y de Alonso de Rojas) en Pinar del Río (Battistella, 1999), se reporta, para esta población rural, que la tasa de bautismos (bautizados nacidos en el año/nacidos) aumentó de 0,2 en 1981 a 0,5 en 1994 en tanto el número de bautismos anuales se mantuvo entre 190 y 310 durante 1980-1988 y creció desde 1989 hasta alcanzar 1260 en 1994. Algo similar ocurre con otros sacramentos y con el número de templos activos en el país.

LA SOBREVIVENCIA DEL SANTO Y LA POLITICA DE ENFRENTAMIENTO

El  culto al Lazarito sobrevive mientras exista la necesidad de lo sagrado, mientras el ser humano busque refugio en la religión para mitigar sus penas, para ayudar a la solución de sus problemas de salud que entran dentro del dominio de un santo "especializado en problemas de salud" como Lazarito, mientras la fiesta y la peregrinación sirvan para renovar y confirmar la fe en el santo.

En su forma actual, el santo llega a ser un elemento más en la vida del devoto. Ante un problema de salud se acude al milagro como algo complementario. No se abandona la ciencia, al santo se le pide un extra.

Como  ocurre  en la actualidad en muchos santuarios  en  todo  el mundo,  las  súplicas están dirigidas  fundamentalmente  a  sanar enfermedades. El hombre moderno ya no se enfrenta a la  necesidad de tener que rogar por la lluvia y las cocechas pues el desarrollo científico-técnico contemporáneo nos acerca al éxito con cada vez más precisión. Desde entonces el cuerpo humano se erige  como el objetivo fundamental de la súplica religiosa.

El  milagro  se presenta a los ojos del creyente  como  el  hecho deseado.  Como indica Mury, <<...el milagro es un  acontecimiento prodigioso  a los ojos de quien espera ese prodigio. El  prodigio responde  a  una  exigencia  vigorosa del  sujeto,  y  no  a  una manifestación del objeto.>> (Mury, 1975: 61).

El  solicitante acude al sacrificio para obligar al santo a  concederle  el milagro. Se desprende de algo que le pertenecía o  de que disponía libremente y lo introduce en el dominio de lo sagrado. El santo se convierte entonces en deudor, mientras el  sacrificio hace al fiel acreedor.

Lo  sagrado, según la definición de H.Hubert, <<...constituye  la idea-madre  de la religión. Los mitos y los dogmas analizan a  su modo  su contenido, los ritos utilizan sus propiedades,  de  ella procede  la moralidad religiosa, los sacerdocios  la  incorporan, los santuarios, lugares sagrados y monumentos religiosos la fijan en  la tierra y la enraizan. La religión es la administración  de lo sagrado>> (Caillois, 1942: 12).

De lo sagrado es que espera el creyente todo el auxilio y amparo. A  lo sagrado se dirige con una mezcla de temor y  confianza.  Lo sagrado es la posibilidad de aquello que él sabe está más allá de la ciencia y que le da fuerzas para seguir un camino que ya  está trazado.  En  lo  sagrado refugia el devoto  su  desesperación  e impotencia, sus frustaciones, sus problemas no resueltos y que en ocaciones escapan a sus posibilidades.

La  necesidad de lo sagrado, sin embargo, no se presenta como una  consecuencia obligada de problemas no resueltos por la sociedad contemporánea. Se  presenta como un recurso para muchos y como un refugio para quienes no se sienten capaces  de comprender  y  participar en la solución de  esos  problemas.  Se presenta como una muestra de idealismo filosófico que entraña, de alguna  forma,  la esperanza en la solución, la  posibilidad  del éxito.

Sin  embargo, también lo sagrado necesita ser renovado  y confirmado para  sobrevivir.  Su sola necesidad no garantiza su existencia  pues  el desgaste y la monotonía acaban por destruirlo definitivamente. La fiesta  es  quien  le inyecta esta  vitalidad  renovadora.  Según Caillois (1942: 106-107),  <<los  ritos evitan el desorden, como  los  diques  la inundación. Pero el tiempo deteriora los diques, el funcionamiento  de un mecanismo desgasta y ensucia los engranajes. El  hombre envejece  y muere, renovado, es cierto, por su  descendencia.  La naturaleza, cuando se acerca el invierno, pierde su fecundidad  y parece  languidecer.  Hay que re-crear el mundo,  rejuvenecer  el sistema. Las prohibiciones sólo pueden evitar su fin  accidental. Son incapaces de protegerlo contra su inevitable ruina, su muerte natural. Retrasan su decrepitud sin poderla detrener. Es necesaria una refundición, una creación, un acto positivo para restaurar la naturaleza y la sociedad, para asegurar al orden una estabilidad nueva. Esta es la misión de la fiesta>>.

La  iglesia  católica tolera el culto al  santo  sincrético  para ocultar al santo suplantado, para evitar que se divulgue que se ha perdido  la confianza en Dios mientras sobreviven la autoridad  y el poder de los santos sincréticos. Mientras los fieles asistan a la  iglesia  habrá posibilidades de salvar al santo obispo  y  de adjudicarle los milagros, sin desprenderse de las aportaciones monetarias que tanto necesita la iglesia.

Hay en esta concepción una aceptación de la religiosidad popular, acaso como la única verdadera, pues la regida por los cánones ortodoxos no se practica por el pueblo ni aún en los países de amplia tradición católica como España (Delgado, 1993).  El culto de hiperdulía así lo confirma (de la Fuente García, 1999: 99-122). También en el Rincón la imagen de la Virgen pugna con sus compañeros de cielo por atraer devotos. Su éxito aquí es menor, aunque en el país su culto se encuentra profundamente arraigado (Portuondo, 1995; de la Fuente García, 1999: 99-122).

Como se ha evidenciado, hay un aumento en el número de personas, especialmente de jóvenes, que participan en las ceremonias religiosas. Este fenómeno se acentúa en aquellas manifestaciones religiosas de origen afrocubano. Aunque esta tendencia no es nueva, se ha visto alimentada a partir de 1991 por una nueva escalada, incluyendo la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, en el enfrentamiento de la Iglesia Católica con las religiones afrocubanas y un cierto apoyo oficial, como recurso político, a las prácticas  religiosas afrocubanas para disminuir la influencia de la Iglesia Católica con la alternativa de alimentar un mosaico religioso más popular, sobre todo entre las capas más humildes de la población, menos militante y ortodoxo, carente de un gran desarrollo doctrinal e institucional y que en un momento consideró a Fidel Castro como un "elegido de los dioses", brindando un terreno más fértil para fomentar el apoyo a la Revolución, ya con una imagen gastada, frustrante y  descreída (Oppenheimer, 1992: 338-355; Orozco y Bolívar, 1998: 319-330, 392-393).

El enfrentamiento entre la Iglesia Católica y el Estado comienza desde los primeros años de la Revolución, cuando el nuevo Estado, con ideología ateista, comienza a combatir todas las prácticas religiosas (para seguir el proceso con la Iglesia Católica, vea la colección de artículos publicados por "La Iglesia Católica en Cuba", http://www.nacub.org/). Como apuntaba recientemente el documento "Cuba, su pueblo y su Iglesia de cara al comienzo del tercer milenio" (El Nuevo Herald, 27 de Setiembre de 1999), <<El corto e intenso período de enfrentamiento fue acompañado de una "política" de desalojo involuntario y voluntario del país. Se aconsejó a los fieles, por algunos pastores, que se fueran de Cuba, y los mismos agentes de pastoral, alertados por sus superiores mayores, o por decisión propia, comenzaron a abandonar el país. Sin embargo, hay excepciones a nivel de laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes. A los que no se fueron, el gobierno los fue, dejando a la Iglesia en estado de sobrevivencia>>. Esta política redujo el número de católicos practicantes en el país en los primeros años de la década del 60. Después, aunque en menor escala, el proceso no se ha detenido al continuar el gobierno, como forma de consolidarse en el poder, la política de mantener controladamente, por una u otra vía, la salida de personas incontentas con el sistema imperante.

La nueva proyección del estado cubano hacia la religión a partir del año 1991, pasando de una ideología oficial ateista a una laica, tiene un efecto sobre la proyección social del creyente. A decir de un sacerdote dominico con más de 40 años de ejercicio en una entrevista en diciembre de 1998, "El Estado siempre respetó las iglesias en tanto nunca suprimió ninguna. Sí había una ideología oficial ateista que influía en algunas personas. A partir de 1993 aproximadamente se cambia el contexto ateo militante del Estado por un Estado laico que no toma partido ni a favor ni en contra de la religión. Después del triunfo de la revolución, con la salida de muchos cubanos del país, la asistencia a las iglesias fue disminuyendo hasta que a partir del año 90 ha empezado a subir nuevamente. Esto responde al mismo fenómeno; anteriormente, aunque se podía ir a la iglesia, en un centro de trabajo te decían "eso no te conviene" y eso ahora es diferente, si vas, vas, y si no vas, no vas". La nueva posición de la religión y el religioso en la sociedad cubana, unido al deterioro socio-económico en el país (en periodos de crisis la religiosidad aumenta), se refleja cuantitativa y cualitativamente en la participación del pueblo en las festividades y liturgias religiosas. El citado estudio realizado en la municipalidad de Consolación del Sur (Battistella, 1999), ilustra este fenómeno analizando los bautismos anuales dados en la parroquia de Consolación del Sur entre los años 1958 y 1994. El estudio arrojó un crecimiento en los primeros años de la década del 60 hasta alcanzar un máximo de 1671 bautismos dados en 1963 para caer después hasta un mínimo de 133 en 1984; despés comienza a crecer nuevamente hasta 1100 en 1994.

Aunque a partir de 1991 se modificó la política del Estado hacia la religión, la contradicción con la Iglesia se mantiene, con manifestaciones que denotan un incremento en la escalada del gobierno frente a la cúpula católica después de que esta ha pasado a jugar un papel más activo en la lucha por la democratización y respeto a los derechos humanos en el país (El Nuevo Herald, 10 y 27 de Setiembre de 1999; Alfonso, 1999; Castro, 1999; Cancio, 1999; El Nuevo Herald, 5 de Abril del 2000). Integrantes de la oposición y pueblo en general utilizan las festividades religiosas, y particularmente las dedicadas a San Lázaro, para protestar contra el gobierno, que responde aumentando la represión en los días previos y durante las fiestas (Agence France Presse, 1999; Miranda, 1999).

La necesidad de lo sagrado y el efecto renovador de la fiesta no explicarían por si solos la supervivencia del culto a San Lázaro hasta nuestros días en Cuba. Las relaciones entre la Iglesia Católica, el Estado cubano y las religiones afrocubanas añaden una complejidad adicional al análisis de la permanencia del culto al Lazarito. La supervivencia del culto a San Lázaro en Cuba está asegurada por el arraigo popular del santo que ha pasado a ser un santo especializado en problemas de salud y al que el devoto recurre para ayudar a su curación. Este acto de fe está por encima de la filiación religiosa y filosófica del creyente que proyecta sus ruegos al santo popular sincrético. Este fenómeno, unido a la deteriorada situación económica, social y política del país que hacen del acto de fe un recurso más necesario, garantiza que, pese a las contradicciones existentes, la popularidad de las fiestas de San Lázaro y otras festividades y liturgias religiosas haya aumentado en los últimos años.

LA RELIGIOSIDAD DEL CUBANO

El desarrollo del culto a San Lázaro en Cuba se repite, en sus raíces socio-culturales, para muchos otros santos de gran arraigo popular en el país que conforman el panteón religioso cubano (Portuondo, 1995; Costa, 1998: 57; de la Fuente García, 1999: 99-122).

En un estudio de la Agrupación Católica Universitaria en 1956 (Orozco y Bolívar, 1998: 465-474), el 72,5% de los cubanos se declararon católicos, 19% indiferentes, 6% protestantes, 1% espiritistas y 0,5% masones, judíos y santeros. Sin embargo, de los católicos, el 75% no eran practicantes y de los practicantes, sólo el 11% recibía los sacramentos con regularidad. Ello evidencia que aún antes de que ocurrieran éxodos de católicos practicantes, la característica fundamental de la población cubana en materia religiosa era la de profesar un catolicismo lacso, poco ortodoxo.

Aunque otras encuestas citadas por la Iglesia (Obispos de Cuba, 1959) arrojaban un 95% de católicos y un 5% de protestantes y adherentes, cifras que resultan en un 100% poco verosimil, hasta la Iglesia Católica en Cuba se ha visto en la necesidad de admitir, en su posición frente a las religiones afrocubanas,  que muchos de los seguidores de estas religiones eran católicos que practicaban un catolicismo primitivo, diferente de otros en países con tradiciones católicas ancestrales como España e Italia (Ortega, 1990). Como se ha apuntado anteriormente, aún en estos países la práctica religiosa preponderante es la popular o menos ortodoxa, lo cual hace, como indicara Delgado (1993), de la "religiosidad popular" un falso problema.

Aunque en los últimos años ha habido un aumento en el número de sacramentos que se imparten anualmente en el país, se desconoce cuántos de ellos son católicos practicantes y cuantos los toman como requisito para profesar religiones afrocubanas. Además, hay registrados aproximadamente 50 veces más bautizos que matrimonios, indicando que muchos de los que se inician en los misterios del catolicismo después no los continúan, al menos en su lectura más ortodoxa.

En 1988, el Departamento de Estudios Sociorreligiosos realizó un estudio en 121 zonas rurales en 7 provincias del país (Orozco y Bolívar, 1998: 465-474). Ese estudio arrojó que el 69,5% de los encuestados tenía fe en algo sobrenatural, en ocaciones personificada en figuras consideradas milagrosas (por ejemplo el Lazarito, la Virgen de la Caridad del Cobre o la Virgen de Regla), con mezcla de creencias diversas y a la que acuden cuando hay necesidad (como dice el dicho popular "se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena"), 6,3% reflejaron una filiación religiosa concreta, 13,8% se declararon no creyentes o ateos y el 10,4% aparecieron como vacilantes. El estudio evidencia que casi el 70% de la población rural cubana profesa una religiosidad de fuerte arraigo popular, que se alimenta de diversas religiones para fundirse en una práctica diversa de escaso desarrollo doctrinal e institucional y que fácilmente se adapta a las necesidades del creyente.

En una encuesta realizada al azar el 8 de Setiembre de 1998 en la misa celebrada por el día de la virgen en la iglesia de San Juan de Letrán en el Vedado habanero, de 42 encuestados (~30% de los participantes), 21 (50%) eran menores de 29 años, 13 (31%) tenían entre 30 y 49 años y sólo 8 (19%) eran mayores de 50 años. El 64% de los encuestados eran del sexo femenino. A la pregunta "¿desde cuándo participa en la celebración?" respondieron con una media de 16 (rango 0-50) años. Para tratar de evaluar el móvil se preguntó "¿por qué participa en la celebración?", con la posibilidad de más de una respuesta por encuestado. Treinta y una (58,5%) respuestas anotaron "por devoción a la virgen", 7 (13,2%) "por ser católicos", 3 (5,7%) "por promesas hechas" (nuevamente aparece esta forma de interacción del devoto con lo sagrado) y 12 (22,6%) "por otras causas" que no fueron reveladas. Siguiendo la clasificación del estudio anterior, encontramos que en la población urbana, también un 64% de los encuestados eran creyentes específicos de la Virgen y le hacían promesas y sólo un 13,2% se declararon católicos.

El informe anual del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre la libertad religiosa en el mundo correspondiente al año de 1999 estimó que el 40%-45% de los cubanos son católicos, en tanto otro porcentaje numeroso cree en religiones afrocubanas mientras los bautistas, seguidos por los pentecostales, representan las denominaciones evangélicas con más adeptos (El Nuevo Herald, 10 de Setiembre de 1999b).  Si consideramos que buena parte de esos católicos practican esa forma de religiosidad popular, se llega a que la mayoría de la población cubana profesa esta religión actualmente.

Esa es la característica de la mayoría de los que asisten al Rincón el 17 de Diciembre; son creyentes específicos de San Lázaro, no lo ubican dentro de un sistema religioso. Esa es también la característica de muchos de los que participan en otras celebraciones religiosas.

CONCLUSIONES

Este estudio ha analizado el fenómeno socio-cultural ligado al culto del Lazarito en Cuba. Desde una perspectiva histórico-folklórica se ha demostrado el origen cubano del santo y la tríada de que se nutre para cristalizar en la deidad que hoy conocemos. El estudio ha evidenciado (a) que la fiesta del día de San Lázaro continúa y se desarrolla en el periodo post-revolucionario, (b) que la popularidad del culto al santo se mantiene hasta nuestros días, (c) que el santo es evocado esencialmente por problemas de salud conviertiéndolo en un santo "especializados en problemas de salud" y (d) que existe una difícil tolerancia entre el catolicismo ortodoxo, las religiones afrocubanas y la filosofía dialéctico-materialista, base del estado laico cubano actual, que no interfieren con el desarrollo de la creciente popularidad del culto al Lazarito. El culto a San Lázaro ejemplifica de forma particular el desarrollo de la religiosidad del cubano: una mezcla de creencias ajenas a toda práctica ortodoxa, de escaso desarrollo doctrinal e institucional y que fácilmente se adapta a las necesidades del creyente. Como reza la frase de Mons. Adolfo Rodríguez que encabeza este trabajo, en Cuba, ni los ateos son tan ateos, ni los cristianos son tan cristianos.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo se terminó en Marzo del 2000, después de verme obligado a abandonar Cuba, con el amparo de la Virgen de la Caridad del Cobre tras los ruegos de mi esposa, Karelia Deulofeu. Quisiera agradecer al Dr. Alejandro de la Fuente (University of Pittsburgh) por la revisión crítica del manuscrito, a mis padres por fructíferas discusiones sobre el tema y a Karelia Deulofeu  por la colaboración prestada en la realización de las entrevistas en el Rincón. Quisiera dedicar este trabajo a Wilfredo Capote Velázquez (Willy) con la seguridad de que algún día lo leerá.

NOTAS

1. Department of Veterinary Pathobiology. College of Veterinary Medicine. Oklahoma State University. Stillwater, OK 74078-2007, USA. Tel: (405) 744-0372. Fax: (405) 744-5275. E-mail: jose_delafuente@yahoo.com / djose@okstate.edu

2. En las diferentes manifestaciones del arte en Cuba son frecuentes las alusiones a santos afro-católicos. Sirvan como ejemplos la canción "Babalú" de Margarita Lacuona y que interpretara Ignacio Villa ("Bola de Nieve") y las series recreando el tema de los Orishas por artistas plásticos como René Portocarrero, Mariano Rodríguez, José Omar Torres, Nelson Domínguez, Zaida del Río, Eduardo Roca "Choco" y Manuel Mendive entre otros (de la Fuente García, José. "El tratamiento del tema religioso en la pintura cubana", manuscrito en preparación). 


BIBLIOGRAFÍA

Agence France Presse. Cuatro disidentes arrestados en la procesión de San Lázaro. El Nuevo Herald, 18 de diciembre de 1999.

Alfonso, Pablo. Sacerdote exhorta a los fieles a disentir del gobierno. 29 de Setiembre de 1999.

Alonso  Perujo,  Niceto  y Perez Angulo,  Juan.  Diccionario  de Ciencias Ecleciásticas. T6. Valencia, 1888.

Antillana, Revista. La Habana 1888; 11: 96-97.

Battistella, P. Julio. Nacimientos y bautismos en Consolación del Sur. Revista Vitral, Obispado de Pinar del Río, Número 30, 1999 (http://www.vitral.org/).

Bolívar  Aróstegui,  Natalia. Los orishas en Cuba.  La  Habana, 1990.

Caillois, R. El hombre y lo sagrado. México, 1942.

Cancio Isla, Wilfredo. Alta tensión en La Habana. El Nuevo Herald, 12 de noviembre de 1999.

Castro, Fidel. Comparecencia televisiva el 1 de Noviembre de 1999. Granma, Viernes 5 de Noviembre de 1999. Año 3 / Número 221.

Costa, Eduardo. The black virgin (The Virgin of Regla in Havana, Cuba). Art in America 1998, 1 de Marzo: 57.

Chaurrondo,  Hilario. Las Hijas de la Caridad en Cuba.  Habana, 1933.

Chaurrondo,  Hilario. Las Hijas de la Caridad en el Hospital  de San Lázaro 1854-1954. La Habana, 1954.

de  la  Fuente  García, Alejandro.  Esclavos  africanos  en  La Habana: zonas de procedencia y denominaciones étnicas, 1570-1699. Revista Española de Antropología Americana 1990; 20: 135-160.

de la Fuente García, José. La Virgen de la Caridad del Cobre: Estudio de la imagen y el mito de su aparición. Revista de Ciencias Sociales, Puerto Rico, 1999; 6: 99-122.

Delgado, Manuel. La <<religiosidad popular>>. Entorno a un falso problema. Gazeta de Antropología, 1993, No 10, Texto 10-08.

El Nuevo Herald. Miles honran a la Virgen en su fiesta. 8 de Setiembre de 1999.

El Nuevo Herald. Cuba limita la libertad religiosa, afirma EU. 10 de Setiembre de 1999a.

El Nuevo Herald. EU fustiga la represión religiosa en Cuba. 10 de Setiembre de 1999b.

El Nuevo Herald. Cuba, su pueblo y su Iglesia de cara al comienzo del tercer milenio. 27 de Setiembre de 1999.

El Nuevo Herald. Una agencia del Vaticano denuncia campaña contra la iglesia católica. 5 de Abril del 2000.

Fernández Santalices, Manuel. Las antiguas iglesias de La Habana. Tiempo, vida y semblante. Ed. Universal, Miami, 1997.

González  Prendes,  Miguel A. Historia de la lepra en  Cuba.  La Habana, 1963.

Guanche,  Jesús.  Procesos etnoculturales de  Cuba.  La  Habana, 1983.

Guía  de Forasteros de la Siempre Fiel Isla de Cuba para el  año de 1862. Habana, 1862.

J.B.  Novena del Bienaventurado San Lázaro, abogado contra  todo género  de  lepra. Compuesta por un devoto. JB. Reimpresa  en  la Habana por D.José Boloña, Calle de la Obra-pía núm 37-Año de 1823 (Folleto C.257, Nº11 de la colección de la Biblioteca Nacional de Cuba).

Kelley, Jack. Quest for freedom carries a price. USA Today, 10 de Marzo del 2000.

Lachatañeré,  Rómulo.  El sistema religioso de  los  Lucumis  y otras  influencias africanas en Cuba. Revista de la  Sociedad  de Estudios Afrocubanos, La Habana 1939; Vol. III: 28-84, 1940; Vol.  IV: 26-38, 1945-46; Vol.  V: 190-215.

La Iglesia Católica en Cuba. Colección de artículos (http://www.nacub.org/).

Le  Riverend  Brusone,  Julio J. La  Habana.  Biografía  de  una Provincia. La Habana, 1960.

López Sánchez, José. Cuba. Medicina y Civilización. Siglos XVII y XVIII. Ed. Científico-Técnica, Madrid, 1997.

López Valdés, Rafael L. Componentes africanos en el  etnos cubano. La Habana, 1985.

Martori, Raquel. Miles de devotos le rinden tributo a San Lázaro. El Nuevo Herald, 18 de diciembre de 1999.

Miranda, Mery. Protestas y represión por el día de San Lázaro. El Nuevo Herald, 19 de diciembre de 1999.

Mugercia,  Alberto. San Lázaro, Babalú-Ayé. Revista  Signos 1977; 20: 337.

Mury,  G. El centenario de Lourdes y el culto de la  virgen.  En "El nacimiento de los dioses". Ed. Ciencias Sociales. La  Habana, 1975.

Obispos de Cuba. Carta Circular "Al pueblo de Cuba". 18 de Febrero de 1959 (http://www.nacub.org/).

Oppenheimer, Andres. Castro´s final hour. Simon & Schuster, New York, 1992.

Orozco, Román y Bolívar, Natalia. Cuba Santa. Comunistas, santeros y cristianos en la isla de Fidel Castro. Aguiar/El País, Madrid, 1998.

Ortega, Jaime. La Voz del Obispo, Noviembre de 1990.

Ortiz,  Fernando.  Hampa  Afro-cubana.  Los  negros  brujos.  La Habana, 1917.

Ortiz,  Fernando.  Ensayos etnográficos. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1984.

Portuondo Zúñiga, Olga. La Virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1995.

Ramos, Arthur. Las culturas negras en  el Nuevo  Mundo. México, Fondo de Cultura Económica, 1943.

Roche  Monteagudo, Rafael. La policía y sus misterios en  Cuba. La Habana, 1908.

Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento. Sociedades bíblicas de  A. Latina,  1960.

Zamora, Laciel. El culto de San Lázaro en Cuba. Fundación Fernando Ortiz, Ciudad de La Habana, Cuba, 2000.


Tabla 1. Participación popular en las fiestas por el día de San Lázaro en el Rincón.

Año

Número de participantes

Tasa nacional (por cada 1000 habitantes)

1988

68 800

6,6

1995

94 000-97 000

8,6-8,9

1998

83 800-150 000

7,6-13,6

Datos de población: U.S. Census Bureu, U.S. Department of Commerce (http://www.census.gov/statab/freq/98s1343.txt). Datos de participación: Departamento de Estudios Sociorreligiosos, Cuba (Orozco y Bolívar, 1998: 465-474; Zamora, 2000: 245-246).

Tabal 2. Número anual de bautismos en Cuba.

Año

Número de bautismos

1979

7 000

1986

26 534

1988

34 440

1990

58 130

1992

68 948

1994

70 081

1996

75 005

Fuente: Anuario Pontificio del Vaticano (Orozco y Bolívar, 1998: 465-474).

FOTOS (tomadas por el autor en la parroquia del Rincón el 16 de Diciembre de 1995, vísperas del día de San Lázaro).

1.      Los feligreses se aglomeran para rogar al santo frente al altar a San Lázaro obispo en un lateral de la iglesia en el Rincón.

2.      La imagen del Lazarito ha sido situada en los jardines de la parroquia, a donde los fieles acuden para cumplir sus promesas con el santo milagroso y arrojar monedas y otras ofrendas junto con sus súplicas.

3.      Algunos cumplen promesas difíciles. Se les ve avanzar de rodillas, a rastras, tendidos de espalda, rodando, con piedras atadas a los pies, con los ojos vendados, cargando piedras o sacos llenos de centavitos.

 


Buscar en esta seccion :