Especial NAyA 2001 (version en linea del cdrom)

Las huellas del hombre Faical

Por María Luisa Soto Solano
mluisa70@hotmail.com
imagen@ctarlambayeque.gob.pe

Las pinturas rupestres más extensas del Perú y quizás de Sudamérica, se aprecian en el cerro Faical, donde grupos humanos plasmaron 6 mil años A.C. sus manifestaciones culturales, organización y creencias mágico- religiosas. Después de permanecer ocultas a merced del tiempo y la clemencia de la naturaleza, la puesta en valor de este importante legado histórico, colocarían a la fronteriza ciudad de San Ignacio en los ojos del mundo.

El cerro Faical se levanta imponente a 940 metros sobre el nivel del mar en medio de la caprichosa vegetación del caserío del mismo nombre, ubicado en la provincia de San Ignacio, departamento de Cajamarca, tierra generosa habitada por amistosos pobladores dedicados al cultivo del café catturra y fieles devotos de San Ignacio de Loyola, soldado español que cambio el rifle por la santa Biblia creando la congregación religiosa "Compañía de Jesús".

Las pinturas rupestres se extienden sobre 400 metros lineales de sólida roca y se distribuyen en 11 cuadros formados por 1,164 figuras, en las que predomina el color rojo.

Según las investigaciones hechas por el arqueólogo, Segundo Ramos Avalos, en las márgenes del Río Chinchipe, habitó en abrigos naturales en el Período Lítico la etnia Faical, que llegó a tener una organización social jerarquizada al mando de un jerarca o jefe principal que gobernaba respaldado por un brujo o chaman y por los cazadores guerreros.

La pictografía de Faical corresponde, principalmente, a ritos mágicos de caza, donde se aprecian diferentes estilos. El Semi Naturalista, con siluetas desproporcionadas; el Antropomorfo, Zoomorfo y Zoo-antropomorfo, con siluetas de seres humanos con atributos de animales; el Mágico-Sub Realista, con seres creados por la imaginación como productos de creencias mágico religiosas; y el Geométrico Estereotipado, con figuras de seres humanos, máscaras, círculos, rayas, puntos, entre otros.

 

El antropólogo, Jesús de la Cruz Ríos, sostiene la teoría que el hombre Faical penetró al Perú siguiendo el curso del Río Chinchipe que nace en el Ecuador. En sus márgenes encontró las condiciones para subsistir durante algún tiempo, para luego emigrar al otro lado del río, en Potrero y Yararague, donde existen también pinturas rupestes en menor extensión. Probablemente en su recorrido al sur dejó sus huellas en Yamón, para después de muchísimos años aparecer por Kuélap, el Gran Pajatén y Chavín.

Las pinturas rupestres de Faical fueron descubiertas por los primeros pobladores del caserío. Durante muchos años, esta obra de arte quedó a merced de su buena suerte, gran parte tapada por la copiosa vegetación y expuestas a las fuertes lluvias que se desatan en esta zona tropical.

Don Aurelio Solano, recuerda que varias personas de acento extranjero llegaron hasta el lugar en busca de las pinturas perdidas en el tiempo y la vegetación. "Tomaron registro pero nunca más retornaron" refiere el viejo poblador. Don Aurelio vive hace 18 años en Faical, y en lo que su mente le permite recordar, cuenta que don Francisco Zúñiga encontró una piedra donde aparecía una imagen. El pensó que se trataba de un ser divino al cual llegó alumbrar para recibir beneficios.

Durante años, el cerro Faical fue el lugar predilecto para las excursiones por la primavera o el día de la Juventud, hasta que en 1996 la Municipalidad Provincial de San Ignacio, buscando alternativas de desarrollo ante la crisis cafetalera,  decidió diseñar el "Proyecto Integral para el desarrollo de San Ignacio", en el que se contempla la puesta en valor de las Pinturas Rupestres de Faical.

Es así como con recursos propios, el entonces alcalde provincial, Raúl Aguirre Camacho, encarga el estudio de las Pinturas al arqueólogo, Segundo Ramos Avalos, quien inició una minuciosa investigación científica que duró 8 ocho meses, con el apoyo de un asistente y la comunidad de Faical, cuya participación es de suma importancia, por cuanto, en el futuro, tendrán la administración, control y mantenimiento del área turística.

Los lugareños se sumaron a las tareas de desyerbado del área arqueológica facilitando la labor del equipo de Ramos, que empezó descifrando figura por figura, y escena por escena, transcribiendo los dibujos en su maqueta. Desde los primeros rayos del sol hasta el ocaso, la delegación trabajó arduamente tratando de reconstruir una importante página de nuestra historia que hasta hace poco permanecia oculta.

También se exploró el cerro Copete, ubicado al oeste del cerro Faical, en el cual se aprecian pictografías similares. Aquí se registraron dos cuevas que pudieron ser utilizadas como abrigos naturales por los faicales.

Asimismo, se incorporó el estudio de un canal de irrigación en el lado nor oeste del cerro Faical, que corresponde a etapas mucho más tardías de ocupación.

La investigación fue dividida en dos sectores: el sector I que correspondió al Cerro Copete y el sector II al Cerro Faical.

El sector II, fue subdividido a su vez en subsector I para el estudio de las pinturas rupestres y subsector II para el canal de irrigación.

El subsector I  fue fragmentado en 11 cuadros en el suroeste del cerro Faical y corresponden a impresiones pictográficas en las paredes rocosas con trayecto de orientación de Oeste a Este.

En mayo del 97, Ramos presentó el trabajo "Investigaciones de las pinturas rupestres de Faical" dando el primer paso para su puesta en valor.

Concluyó que los faicales estuvieron organizados bajo un régimen patriarcal, siendo el Jerarca el jefe supremo del grupo ante la presencia del Chaman y los jefes cazadores -guerreros. Las once secuencias graficadas en el cerro, deben corresponder a tiempos diferentes, donde probablemente se sucedieron distintos jerarcas.

Los jefes cazadores dirigieron y participaron en la caza fundamentalmente de osos, venados, sajinos y otros animales menores. Poseían armas de caza como objetos de piedra, boleadoras, venablos, redes y hachas; y utilizaron la técnica del acorralamiento, que consiste en hacer un círculo alrededor de la presa mientras otros cazadores atacaban con las armas.

El brujo o chaman participaba en las faenas tanto de caza como de guerra. Los guerreros al mando de sus jefes capturaban y llevaban prisioneros ante el jerarca. Participaron  junto a los faicales, otros hombres, que no corresponden a sus características siendo éstos sus subyugados.

Emplearon diseños geométricos y desarrollaron un sistema de contabilidad primitiva, probablemente para enumerar la cantidad de sus integrantes,  así como, los recursos obtenidos en la caza.

Sus conocimientos están fundamentados en su visión mágico- religiosa. El hombre de Faical fue semi sedentario, se desplazó por la cuenca del Río Chinchipe, y en su organización social debió imperar el patriarcado y la poligamia.

Su divinidad principal fue el sol, también adoró a la luna, siendo el brujo o chaman el intérprete de la voluntad divina ante el jerarca.

En una de las escenas, el jerarca de Faical aparece con los brazos en alto y hacia delante. Ante él, se realiza un acto ritual que culmina con la decapitación de un oso; en otra, el Jefe Supremo aparece sentado en su trono con las manos sobre sus rodillas prestando atención a un probable cazador- guerrero quien rinde algún informe con los brazos en alto.

En otro cuadro, el Jerarca su ubica en la parte superior izquierda con los brazos en alto al parecer dando instrucciones a uno de sus súbditos; mientras que en otra secuencia, se aprecia al jerarca posado sobre un altar, ante él, se presentan cazadores de osos y guerreros, en la parte superior derecha se aprecian dos dibujos de manos.

En otra representación, el jefe supremo posee un adorno que pende de su pecho, y sobre su cabeza, tiene algunos distintivos. El chamán, en un plano inferior, le rinde reverencia.

En otro de los cuadros, aparece una planta en cuya copa se divisan dos figuras de un hombre y una mujer. Encima de ellos, la representación del sol, su divinidad suprema. Esta escena emularía una antigua mitología en la que el sol derramó una lágrima sobre la tierra germinando una planta y el fruto de ésta fue el hombre y la mujer.

El actual alcalde, Carlos Martínez Oblitas, prosiguió la obra iniciada por Raúl Aguirre Camacho, y en 1999 se inició el mejoramiento del circuito interno en el cerro Faical habilitando el acceso con piedras para que no rompan la armonía con el arte natural de las pinturas.

También construyeron gradas para acceder hasta los dibujos, que para ser apreciados en su mejor expresión, son bañados con chorros de agua. Un mirador y servicios higiénicos complementan las obras de habilitación de la infraestructura para recibir a los turistas.

Los eventos de capacitación y concientización dirigidos a rescatar la identidad regional entre los lugareños, han sido decisivos para despertar el interés en conservar las pinturas, y fomentar la "Industria sin chimenea" en este pedazo del territorio nacional, donde el corazón patriótico late con mayor fuerza, al situarse en la línea de frontera norte.

Pedro Aldaz Pesantes, es el primer guía preparado para transmitir la historia de los faicales, que renace después de permanecer enterrada durante muchísimos años. Las mujeres ensayan la preparación de sus mejores platos típicos "majote" (plátano verde molido) con chancho, y cuy frito con papas sancochadas.

Mientras tanto, el expediente para declarar a Faical "Patrimonio de la Nación" sigue su curso en el Instituto Nacional de Cultura (INC), existiendo sólo una resolución municipal que declara la zona en intangible.

Para llegar al cerro Faical, el visitante deberá penetrar al Nororiente por la ciudad de Jaén y desde allí recorrer 115 kilómetros hasta San Ignacio  por una carretera en mal estado de conservación que contrarresta con la belleza de los paisajes, y el caprichoso curso del Río Chinchipe que puede ser apreciado en todo su esplendor en el Puerto Ciruelo.

Su clima Tropical intercalado con días lluviosos y soleados, dificulta algunas veces el traslado de los viajeros en camionetas rurales tipo combis que circulan Jaén- San Ignacio con intervalo de una a dos horas. El costo del pasaje es de 10 nuevos soles y la duración del viaje de 4 horas.

Antes de llegar a la ciudad, que lleva el nombre del Santo Español, el visitante puede advertir su presencia desde el Caserío Portachuelo, un gigantesco mirador donde se aprecia el plano natural de la urbe, y las casas, en su mayoría de adobe con techos de calamina, se erigen como pequeñas cajas de zapatos.

Ya en la pintoresca ciudad, donde la efigie del héroe Bolognesi se impone en el parque principal y la Iglesia Matriz en el curso de la Av. San Ignacio,  el visitante podrá obtener información sobre las pinturas rupestres en la Oficina de División de Patrimonio Nacional de la Municipalidad a cargo  del antropólogo, Euler Jave Díaz.

En la Av. Santa Rosa se abordan las combis hacia Faical cuya tarifa es de 4 nuevos soles. El camino de penetración empieza en el cruce Mandinga, recorriéndose 14.8 kilómetros de trocha carrozable que algunas veces se interrumpe por las lluvias. Dicha vía atraviesa el caserío Mandinga, la quebrada y el Caserío Faical, para luego desviar la ruta antes del caserío Los Llanos hasta el centro arqueológico.

Frente al cerro Faical, toda la magia de hace 6,000 años A.C. queda al descubierto en medio de un paisaje natural donde se respira libertad y se comparte el mismo espacio del hombre de la pre- historia.

La férrea decisión de la Municipalidad Provincial de San Ignacio para rescatar la identidad nacional en este pedazo del territorio patrio, es trascendental, y merece el apoyo de los organismos públicos y privados comprometidos en la investigación, restauración y conservación de nuestro legado histórico y cultural.

Nuevas investigaciones en el Nororiente, donde el hombre Faical dejó sus huellas en su desplazamiento al sur, servirían para reconstruir las páginas perdidas de nuestra historia, que la maraña de la vegetación y la indiferencia, se han encargado de mantenerlas ocultas durante muchísimos años.

 

 


Buscar en esta seccion :