Especial NAyA 2001 (version en linea del cdrom)

AFECTACIONES ANTROPICAS AL ARTE RUPESTRE ABORIGEN EN CUBA


Racso Fernández Ortega
José B. González Tendero
Miembros Ordinarios de la Sociedad Espeleológica de Cuba


El arte rupestre un patrimonio común

Hasta el momento de escribir estas líneas a lo largo y ancho de nuestro país han sido reportados -por los miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba fundamentalmente- aproximadamente un centenar de cuevas con manifestaciones del arte primigenio.

El arte rupestre como manifestación cultural de un grupo social constituye la referencia directa de los procesos de trabajo siendo portador de escenas de la vida cotidiana, de personajes mitológicos demostrativos de un mundo mágico-relogioso y las creencias de un origen totémico, así como de las prácticas de behiquismo y chamanismo que caracterizaron esta etapa del desarrollo de la sociedad.

El arte parietal prehistórico representa una porción importante de nuestro patrimonio histórico común siendo uno de los más ricos y expresivos archivos en los que gráficamente se refleja nuestra historia en contraste con la pobreza de la información que proporciona el resto de la cultura material recuperada por la arqueología.


Las afectaciones antrópicas

Tanto las pictografías como los petroglifos están sujetos al lógico envejecimiento de sus soportes y de los pigmentos o aglutinantes. Estos luego de creados y con el paso del tiempo -que en no pocas ocasiones alcanzan los 2 000 años para Cuba, llegando a antigüedades de hasta 30 000 años en Africa- también se ven dañadas por la acción de agentes biológicos, físicos y químicos presentes a la entrada e interior de cuevas y solapas.

Pero lamentablemente como demuestra la experiencia internacional la afectación antrópica, voluntaria o no, es la mayor fuente de las agresiones irreversibles sufridas por esta manifestación.

La urgente necesidad de proteger con efectividad los registros rupestres aborígenes de Cuba en su contexto medio ambiental, de las afectaciones antrópicas, nos motivó a realizar este artículo como llamada de alerta a las instituciones correspondientes y al pueblo en general que aún no ha interiorizado el sentido de salvaguarda que nos corresponde.

Son conocidas las afectaciones provocadas por las corrientes de aire, el anhídrido carbónico o la formación de concreciones. Muy conocido, de este primer tipo de daño, es el ejemplo del salón de los "policromos" de la caverna de Altamira, donde una grieta que se abre contigua al cuello de la gran cierva ha provocado la pérdida de color de las zonas aledañas (Beltran A., 1988).

Un hecho similar, pero de mayores proporciones, sucedió en la galería pintada de la cueva Mural en Carboneras, Matanzas, cuando los lugareños aprovecharon -para hacer carbón- los árboles que cubrían la dolina de acceso permitiendo con ello las constantes y, en ocasiones, fuertes corrientes de aire que han dañado, irrevocablemente, un importante número de dibujos ejecutados en rojo que aparecen aislados o formando conjuntos y un mural de 2 x 1m de longitud.

Esta acción de los campesinos, que aparentemente no tiene ninguna transcendencia, a puesto en grave peligro la conservación de esta estación de pintura parietal.

Las manifestaciones a que nos referimos se ubican en una galería de transito que corre paralelamente a la gran dolina de acceso a la cueva, por este motivo en la actualidad son varios los fenómenos que en alguna u otra medida afectan a las mismas(ver figura 1).


Figura 1.- Pictografías ejecutadas con colorante rojo que han perdido su esplendor por la acción directa del aire y la luz en Cueva Mural, poblado de Carboneras, Matanzas.

Por ejemplo la sombra que producían los árboles las protegían de la iluminación solar, que con anterioridad sólo alumbraba ésta área muy ligeramente; Ahora por el contrario incide en ella durante varias horas del día, indirectamente, pero con mayor intensidad; provocando el desvaimiento acelerado del colorante empleado en su ejecución, que como mínimo pudiera tener unos 500 años de antigüedad.

Por otra parte los dibujos están siendo sometidos a los rigurosos cambios de temperatura diarios o estacionales; debemos recordar que esta espelunca se localiza en la llanura costera norte de la provincia de Matanzas a tan sólo unos 3 Km. del mar, lugar por donde penetran con gran fuerza, durante los meses de invierno, esos fenómenos climatológicos conocidos como "Los nortes".

Si intentamos escribir la historia de las agresiones antrópicas al arte rupestre en nuestro país, incuestionablemente debemos remontarnos a la primera década de esta centuria, cuando el señor arqueólogo estadounidense Mark R. Harrington, luego de hallar importantes petroglifos en la caverna de Patana, Maisí, Guantánamo, recibe la instrucción expresa, por parte del Director de la Heye Fundation de los Estados Unidos de Norteamérica, "Obtenga el ídolo" (Harrington, M., 1951). Este hecho vandálico propio de la política expoliadora de las grandes potencias no constituye un hecho aislado para la América nuestra. Como es conocido, esta extraordinaria pieza se exhibe en el museo del Indio Americano de Nueva York.

Esta acción, propia de las concepciones científicas de la época, descontextualizaba al arte rupestre aislándolo de su entorno natural, de la vida animal y vegetal y de los establecimientos humanos que le dieron origen; es decir, separándolo de su paisaje, ambiente y circunstancias históricas.

No es hasta 1946 que el Dr. Antonio Núñez Jiménez, Presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba, reencuentra la caverna de Patana durante la Expedición Científica a Oriente.


Figura 2.- Dibujo del mural petroglífico No. 2 caverna de Patana, Maisí, Guantánamo,
realizado por los autores en 1996.
Se señala con líneas de punto las zonas con afectación antrópica.

Lamentablemente como lo demuestra los estudios por nosotros efectuados los petroglifos de ésta estación en más de una oportunidad han sido víctimas de la actividad mal intencionada e inconsciente del hombre.

Durante nuestra prolongada permanencia en este agreste paraje de la geografía cubana verificamos las marcadas diferencias entre las representaciones editadas de los diversos calcos y fotografías efectuados al mural por varios autores (ver figura 2).

En el transcurso de las últimas 8 décadas a partir de su descubrimiento en 1917 éstas han sufrido una serie de transformaciones y mutilaciones provocadas por la acción directa de los visitantes. Distinguiéndose que algunos segmentos presentaban huellas de haberse realizado con objetos perfilo-cortantes metálicos, cuando los trazos originales responden a la técnica de ejecución por percutido y raspado (Fernández R. y González J. B., 1998).

Como se puede apreciar en la figura 5 mostramos el último calco efectuado por nosotros en la campaña de 1996, luego de realizadas las observaciones y comparaciones, señalando en éste las áreas con agresiones antrópicas por medio de líneas de puntos discontinuos. Todo lo cual nos demostraba la autenticidad de algunos trazos y lo apócrifo de otros.

Queremos señalar que durante las encuestas realizadas a las personas que coincidieron con nosotros en la cueva (pescadores, campesinos, colegiales), así como a los propios habitantes del pequeño poblado, conocimos que algunas personas se dedican a "limpiar con sus machetes los petroglifos aborígenes para que el musgo no los cubra" ya que de otra forma "se perderían para siempre" (ver figura 3).

Este deplorable hecho, que en ninguna medida guarda relación con la tradición de los aborígenes australianos de "repintar" en los mismos colores e igual técnica por motivos rituales sus pinturas rupestres, es muestra de la ignorancia y la falta de información jurídica y cultural de las personas que frecuentan ésta importante locación.


Figura 3.- Representación del petroglífico No. 6 de la cueva del Jagüey,
caverna de Patana, Maisí, Guantánamo, entes y después de su mutilación.

Detengámonos un instante para analizar otro daño de la acción artificial del hombre sobre el arte rupestre al provocar la alteración de la condiciones naturales de éste.

En la Isla de la Juventud se ubica la zona rupestre de Punta del Este que agrupa a varias cuevas y solapas que albergan las enigmáticas pinturas de círculos concéntricos bicromados rojos y negros de incalculable valor.

La cueva número 1 de Punta del Este fue ocupada como vivienda, por más de 20 años, por un ermitaño que ahumó una porción importante del techo con el escape de su cocina de carbón dejando de esta manera sepultadas un considerable número de pictografías.

Luego en el transcurso de los años 1967 y 1969 se realizaron 2 campañas por el personal de la Academia de Ciencias de Cuba, durante las que se efectuó la cuidadosa limpieza de las paredes y techos y la restauración de algunas pictografías con materiales similares a los empleados por el hombre aborigen (Rodríguez Caridad, 1980).

Acciones de esta índole no sólo se han reportado en nuestro país, es muy conocida la misión Maranzi de la UNESCO al Tassili n' Ajer, Argelia que aplicó barnices paraloides sobre el "gran dios del Sefar".

Estas intervenciones producidas hace varias décadas con la sana intención de proteger y salvar para la posteridad este importante legado de nuestros ancestros son hoy fuertemente criticadas por los círculos científicos debido al desconocimiento -en la práctica experimental internacional- sobre la posibilidad de que se instalen microorganismos vegetales o animales entre el soporte y la nueva capa aplicada, lo cual puede poner en peligro su existencia y conservación.

Es muy probable que este fenómeno ya se esté desarrollando en la cueva de Punta del Este, pues según un estudio efectuado por el Centro de Conservación, Restauración y Museología (CNRM) en la misma se han detectado una considerable variedad de microorganismos (que transportados por los frecuentes visitantes han encontrado hospedaje en las "zonas restauradas") afectando las áreas pintadas con grave peligro de desaparición.


Figura 4.- Nótese la mancha oscura provocada por los microorganismos en algunas de las pictografías de la cueva No. 1 de Punta del Este, Isla de la Juventud, Cuba (foto Divaldo Gutiérrez).
Sin lugar a dudas el daño que más a afectado al arte rupestre en Cuba durante siglos, como en otras regiones del orbe, es el conocido "grafitti" técnica mediante la cual los visitantes, desposeídos totalmente de una cultura por la naturaleza, no tienen reparo en destruir las paredes de los recintos cavernarios aún cuando en los mismos se localicen las manifestaciones a que estamos haciendo referencia.

Letreros de todo tipo, fechas y en ocasiones hasta dibujos perpetúan la estancia, aveces por minutos, de cientos y millares de personas inescrupulosas que en aras de lograr el objetivo descrito no se detienen y emplean cualquier material como el lápiz, incluso de cejas, creyón labial o diversas variedades de pinturas (vinil y aceite).

Entre las cuevas cubanas que más han sufrido esta acción se encuentra la García Robiou, en el poblado de Catalina de Güines, en la Habana, que incluso muestra letreros confeccionados en la penúltima década de la pasada centuria y en la cual sus ignorantes autores se han valido de improvisados andamios para escribir a 4 m. de altura sobre el nivel del piso de la bóveda (ver figura 4).


Figura 5.- Vistas de las afectaciones antrópicas a las pictografías del Salón del Sol de la cueva García Robiou, Catalina de Güines, La Habana (foto A. Núñez Jiménez).

La cueva de Los Generales en la Sierra de Cubitas, Camagüey, presenta relevantes murales con escenas que lucen la resistencia y el enfrentamiento que opusieron nuestros primeros pobladores a la colonización española. Estas imágenes que ocupan 2.25 m. de longitud y que posiblemente fueron ejecutadas en el siglo XVI - XVII; ilustran los combates entre múltiples seres, algunos de los cuales portan lanzas mientras que otros blanden espadas.

En la actualidad resulta imposible realizar el estudio "in situ" de estas excepcionales pinturas pues han quedado sepultadas debajo de los innumerables carteles contemporáneos.

Somos del criterio de que desde un punto de vista científico el primer grado de salvamento del registro rupestre es su conocimiento, el adecuado estudio con material gráfico exhaustivo y su posterior publicación, labor que realizó por más de 50 años el Dr. Núñez Jiménez con la colaboración de los miembros de nuestra Sociedad, motivo por el cual se conoce en detalle las grafías de las mencionadas espeluncas de García Robiou, Matías, Los Generales y otras tantas agredidas.


Medidas para la conservación

En la práctica internacional son múltiples las medidas adoptadas para detener el deterioro a que son sometidas las estaciones y localidades con arte parietal. Estas acciones pueden estar dirigidas a la creación de Parques Nacionales en cuyas áreas se encuentren los sitios arqueológicos a proteger y en los cuales existe un grupo de guardas y guías que controlen el acceso a las zonas en cuestión.

Otros ejemplos los constituyen la construcción de rejas, comunes en Europa y fundamentalmente en España, y que fueran empleadas en nuestro país en las cuevas de Ambrosio y Número 1 de Punta del Este, en Matanzas e Isla de la Juventud respectivamente; con el ánimo de prohibir el acceso y el acercamiento a las pinturas de las cuevas y solapas. Esta medida no sólo afecta el entorno sino que resulta ineficiente, como ha demostrado la vida, ante los hechos vandálicos.

Muy buenos resultados se han obtenido con el sierre de las cuevas y la ejecución de sus réplicas a escala natural. Esto permite el acceso para su disfrute a turistas, interesados y curiosos, lo que al mismo tiempo preserva la cavidad para los estudios científicos y, lo que es más importante aún, para las futuras generaciones.

Independientemente de que somos partidarios del criterio de que la mejor forma de salvaguardar el arte parietal es logrando que la sociedad comprenda la importancia de este patrimonio histórico común y se sienta responsable de su conservación; comprendemos que esta es una tarea sumamente ardua y de alcance a largo plazo en la que debe incidir una adecuada política de educación cultural en centros de enseñanza y con el apoyo decisivo de los medios de difusión masiva.

En este sentido creemos que en la actualidad el sistema más acertado de conservación es el de la cofidencialidad de la ubicación exacta de las estaciones con registros primigenios y su difusión mediante un sistema pedagógico en edificios centralizados donde se ofrezca el substitutivo cultural idóneo (publicaciones, videos, diapositivas y la reproducción a escala natural de las más relevantes) en contraposición al sistema tradicional de visitas (Fernández R. y González J. B., 1998).

Bibliografia

1. Beltran A.., 1988:" Las pinturas de la cueva de la Peña Rubia de Cehegín y su autenticidad". Zaragoza, España.

2. Fernández Racso y González José B., 1998:"Afectaciones antrópicas al arte rupestre aborigen de Cuba", Simposio X Aniversario de la Expedición "En canoas del Amazonas al Caribe", Boletín Especial, Fundación de la Naturaleza y el Hombre y la Sociedad Espeleológica de Cuba, La Habana.

3. Harrington, Mark R., 1935:"Cuba antes de Colón". Editorial Gráfica S.A, La Habana, Cuba.

4. Núñez, Jiménez Antonio,1962: "Cuevas y Pictografías". Editorial Revolucionaria, La Habana, Cuba.

5. Rodríguez Caridad y José M. Guarch, 1980:"Acerca de las experiencias obtenidas en las restauraciones de las localidades pictográficas cueva 1 de Punta del Este y cueva de Ambrosio". Cuba Arqueológica II. Santiago de Cuba, Cuba.

 


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