Especial NAyA 2001 (version en linea del cdrom)

LA PROCESION DEL SILENCIO EN QUERETARO.
UN CASO ESPECIFICO

POR EVANGELINA TRUEBA ARAMBURU
ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (ENAH)

CAPITULO  CINCO

CATOLICISMO CULTURAL

El catolicismo constituye en América, una de las importantes categoría española de cultura  transmitida conforme a un plan.

La preocupación primordial de la Corona, fue la conquista espiritual de los nativos de América y la fundación y mantenimiento de la fe en las nuevas tierras.

Al llegar al Nuevo mundo, la iglesia católica sabía lo que quería y no quería, el sistema político español pasó por alto los derechos y privilegios que a través de los años habían sido adquiridos en España por ciertas ciudades, grupos o clases sociales.

Dentro de la iglesia existen ciertos grupos religiosos que tienen un comportamiento que puede parecer sectario, como una manera de afirmarse y de salvaguardar su propia identidad.

Los católicos culturales son aquellos que han recibido su fe como parte de su cultura en un continente evangelizado bajo un régimen de cristiandad.

 La iglesia es una institución que ha sido dotada de la gracia y salvación como resultado de la obra de la redención, ella es capaz de recibir a las masas y adaptarse al mundo.

La cristiandad primitiva, al conquistar a Europa, había sido forzada a asimilar, o al menos a tolerar, ciertas costumbres locales y muy extendidas, de origen pagano, haciéndolo por medio de la identificación de los ritos locales con las creencias y prácticas cristianas.

El catolicismo se purificó en la cultura de conquista mediante la simplificación.

Pero al ejercer su acción misionera en América, tuvo la iglesia la oportunidad de desembarazarse de esas prácticas populares, de definir al catolicismo en términos de ritos y ceremonias fundamentales.

A partir de la experiencia histórica se recibió de los misioneros, sus creencias, sobre todo, la iglesia del culto encarna en las escrituras, la nueva cultura de la evangelización. Es una iglesia que trajo los santos y las cofradías, que construyó enormes templos para el culto y que es atendida por sacerdotes del culto católico.

La conquista espiritual del nuevo mundo, con ciertas prácticas religiosas y creencias nativas asumieron también formas católicas, produciendo variantes religiosas hispanoamericanas que no se encuentra en España.

Es una especie de fusión[15] de las creencias de unos y otros, lo que se conoce comúnmente como sincretismo.

Mediante los autos sacramentales se enseño la doctrina cristiana, y de ahí que fueran útiles en la conversión de los indios analfabetos, las ceremonias de carnaval, se señalaron como un peligro para la moral y el orden, y fueron reprimidas pero no suprimidas completamente; tanto en América como en España.

La formación de una cultura de conquista[16] se caracteriza por un proceso de despojo o  reducción, mediante el cual se elimina un gran número de elementos de la cultura donadora y se simplifica la complejidad y variedad de muchas configuraciones; como el antiguo sistema de cofradías y hermandades que sostiene y activa casi todas las fiestas populares religiosas.

La cultura donante o cultura de conquista es la fuerza aculturativa que se ejerce sobre el pueblo receptor.

La cultura de conquista se produce en dos formas: formales e informales. Los formales se aplican a todas aquellas situaciones en las que las instituciones y los individuos que tienen una posición autoritaria desempeñan un papel positivo en la planeación: administradores de gobierno, ejército, iglesia, compañías comerciales, y otras más.

El proceso informal se aplica a todos  aquellos mecanismos no planeados, de acuerdo con los cuales se seleccionan y mantienen en el nuevo país los hábitos personales de los emigrantes, sus preferencias alimenticias, sus superticiones, la  medicina tradicional, el  folklore, sus creencias, aspiraciones y esperanzas.

Los grupos que tienen  la autoridad toman las decisiones que les parecen adecuadas y las llevan a la práctica.

La formación de una cultura de conquista se caracteriza por un proceso de despojo o reducción mediante el cual se elimina un gran número de elementos de la cultura donadora.

Muchos de estos elementos fueron desechados por la cultura donante, se desecharon unos y sustituyeron otros por convenir así.

Las empresas misioneras  o la actividad comercial producen con frecuencia grandes cambios en las culturas  tradicionales de los pueblos menos desarrollados.

Las organizaciones municipales de los conquistadores, dieron origen a los pueblos demarcados conforme a un plan que tomaron el lugar de las comunidades españolas del siglo XVI. 

EL CATOLICISMO

El catolicismo representa en América, tanto en su esquema básico como en muchos de sus detalles, la introducción planeada de normas españolas ritualmente puras.

 La  imposición resulta un medio efectivo mediante el cual puede hacerse cambiar la cultura, pero nos damos cuenta de que se aprende más al examinar aquellas situaciones en las que se encuentran también un grado significativo de elección por parte de los pueblos afectados.

Una religión que trata de lograr prosélitos no solo presenta una teología elaborada e institucionalizada que debe transmitirse sin cambios menores, sino que también se caracteriza por poseer un cuerpo asociado de creencias y prácticas que representan los acrecentamientos informales habidos a través de los siglos.

Estas creencias y prácticas tienen orígenes diversos: paganos y supersticiosos y por una razón u otra han obtenido la aprobación o por lo menos la tolerancia de parte de la clerecía, que considera, que tales creencias y prácticas, no constituyen una amenaza al culto católico.

Aparentemente, cualquier religión que trata de lograr prosélitos debe establecer ciertos términos medios para la conversión masiva de los pueblos que tienen credos diferentes.

Un esfuerzo misionero importante le da a la Iglesia una oportunidad inusitada.

Como a la gente a la cual dirige la campaña no tiene noticias, según es de suponerse, de las prácticas marginales toleradas en el país de donde vienen los misioneros y por lo tanto no puede tener con esas prácticas las asociaciones emotivas que hacen tan difícil la extirpación, los aspectos indeseables de una religión pueden hacerse a un lado, se puede exponer a los pueblos a los que el esfuerzo se dirige, solamente a la acción de la religión expurgada o teológicamente ideal.

LAS FESTIVIDADES EN HISPANOAMERICA

El año ceremonial católico debe su forma al hecho de que la Iglesia pudo alentar la religión ideal y desalentar las características  marginales, tanto españolas como indígenas americanas, hasta conseguir una norma básica de homogeneidad.

Este catolicismo hispano, constituye una de las importantes categorías españolas de la cultura transmitida. En cuanto a dogma y doctrina.

 La religión es la misma en el Viejo Mundo y el Nuevo.

Las fiestas y las prácticas religiosas que se observan en América, su organización y su específico contenido de celebraciones deben su origen a la influencia española.

Si examinamos las normas básicas de las festividades en Hispanoamérica, tal como se manifiestan en todos los países, el cuadro resulta semejante:

La Epifanía, La Candelaria, La Cuaresma, La Semana Santa, El corpus Christi, y todos los Santos, El Día de Muertos y La Navidad, además de otras fiestas, usualmente la del santo patrono de la comunidad.

La sucesión anual de los días de fiestas sigue una misma pauta y es uniforme, en lo esencial en una y otra comunidad.

Se dice misa todos los días en las iglesias donde reside un cura, se bautiza a los niños, las parejas se casan en la iglesia y a los muertos se les entierra con la bendición de los sacerdotes.

Después de las prácticas eclesiásticas normales continúan, usualmente, misas festivas y procesiones, de igual modo que ciertas actividades seculares.

Puede pensarse que la actividad de Semana Santa, que comienza el Domingo de Ramos y termina en la pascua de Resurrección, está compuesta de una estructura ritual eclesiástica, la que se desenvuelve dé acuerdo con las tradiciones y el entusiasmo de cada comunidad.

Estos son los días festivos que la Iglesia consideró de importancia central para el dogma y se pensó que las actividades de cada uno de ellos eran las más apropiadas para educar a los indios en la nueva fe y para mantener la fe de los colonizadores ibéricos.

La Iglesia hizo frente en América otra vez a una situación semejante a la que encontró 1000 años antes.

El acomodo de la doctrina y la práctica aprobadas a las rigurosas costumbres que a los ojos de los conquistadores eran paganas.

Las fiestas con pocas excepciones son organizadas y financiadas por las hermandades religiosas y la obligación de cumplir un voto, motiva con frecuencia que algún individuo se haga cargo de las costosas y dilatadas responsabilidades de la festividad.

Con la conquista física del Nuevo Mundo  la preocupación primordial de la Corona así como de la Iglesia, fue la conquista espiritual de los nativos de América y la fundación y mantenimiento de la fe en las nuevas tierras. 

LOS CATOLICOS CULTURALES

Como mencione con anterioridad, los católicos culturales son aquellos que han recibido la fe católica como parte de la cultura popular.

El comportamiento religioso que se presenta en los devotos se basa en la devoción a los santos, que es una forma de fe y confianza en él. Y se establece una relación íntima entre ambos, puesto que es el santo el patrono del pueblo o se le venera por tradición familiar.

Cada individuo, de acuerdo con su nombre, pueblo, ocupación o gusto personal siente un nexo particular con distintos santos y una obligación especial y personal de venerarlos.

En la devoción hay cierta reinterpretación del concepto de la teología católica. Para ésta, los santos son los cristianos que por sus virtudes heroicas fueron canonizados por la iglesia y son objeto de culto público, como intercesores ante Dios. Y como modelos de conducta.

Para el pueblo, los santos son las representaciones visibles de los santos católicos, que son más venerados como intercesores ante Dios.

Sin embargo, la devoción es alimentada, por los castigos. El santo deja de ser un amigo y se convierte en un ser exigente y celoso y por eso castiga. No tolera la indiferencia y el olvido.

La devoción a los santos se demuestra mediante las plegarias, la colocación de velas encendidas ante las imágenes y los altares, las ofrendas votivas, la participación en las cofradías que se encargan de las fiestas mayores.

También hace milagros, por medio de la intervención especial; los hechos que superan las leyes de la naturaleza, hechos que superan las posibilidades reales del creyente.

La contraparte  de los milagros y castigos del santo son las promesas. Estas,  aunque pueden parecer interesadas, por estar asociadas a la previa obtención de los favores que se solicitan, no necesariamente tienen  una finalidad utilitaria, sino que expresa ante todo el carácter sagrado del compromiso del devoto.

Las promesas suelen estar relacionadas con el culto, la veneración y suele exigirse un sacrificio al creyente. 

 Las manifestaciones españolas religiosas pueden agruparse bajo 2 encabezados principales: el culto básico, según se manifiesta con la observancia regular de los 7 sacramentos del bautismo, la confirmación, el matrimonio, la extrema unción, la eucaristía, la penitencia y las órdenes sagradas; y los cultos especiales de Cristo, María y los Santos, que dan lugar al ciclo anual de los días festivos, las fiestas de los santos patronos, las representaciones dramáticas populares, las grandes y pequeñas peregrinaciones, las procesiones, las cuales se analizan a lo largo de este trabajo.

 


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