Especial NAyA 2003 (version en linea del cdrom)

CONSERVACIÓN, ARQUEOLOGÍA Y MUSEO.

Eduardo Ribotta.*

Resumen

La conservación preventiva de las colecciones arqueológicas y etnográficas ha sido un aspecto poco relevante en la Argentina, sin embargo la tarea de preservar las mismas es un trabajo que debe realizarse periódica e ininterrumpidamente teniendo en cuenta los materiales apropiados y las condiciones edilicias adecuadas.

La única posibilidad para que diversos investigadores y el público puedan estudiar y observar estos objetos con posterioridad a su recuperación en la excavación o en el terreno, es un fuerte compromiso de las instituciones y los científicos que trabajan con ellas. El cuidado que se debe tener para con las colecciones debe necesariamente comenzar antes de la realización de la campaña arqueológica, planificando los aspectos relacionados con los materiales que pueden llegar a extraerse, continuar en los depósitos en los que se coloquen los mismos, para proseguir  en la o las exhibiciones posteriores en el que las piezas sean mostradas al gran público.

ANTECEDENTES

El Instituto de Arqueología y Museo de la Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L. de la Universidad Nacional de Tucumán (en adelante IAM), posee una de las colecciones más importantes del país en cuanto a material arqueológico y etnográfico.  Fue creado por iniciativa de un grupo de intelectuales tucumanos entre los que se contaba el primer Rector de la Universidad el Dr. Juan B. Terán, el 30 de Julio de 1928, bajo el nombre de Instituto de Etnología y su primer director fue el antropólogo suizo Alfred Metraux. Desde entonces el Instituto y sus colecciones han sufrido numerosos cambios de dependencia, nueve traslados y cinco robos (Ribotta 1999, 2000a).

Debido a los inconvenientes arriba enumerados la situación de las colecciones era sumamente crítica, los objetos estaban dispersos en cuatro edificios diferentes  ubicados a grandes distancias uno del otro. El edificio que albergaba el grueso de la colección situado en el centro de la ciudad de San Miguel de Tucumán, presentaba un estado deplorable como consecuencia de una remodelación arquitectónica no concluida.

Las precipitaciones pluviales son muy intensas en Tucumán (superando los 1000 mm anuales) siendo la humedad un problema constante, es por ello que al no tener los techos ni los desagües pluviales en condiciones el inmueble se inundaba produciendo  problemas de humedad en sus paredes; en muchos sectores se había roto el piso para colocar columnas que soportarían una planta alta, al paralizar la remodelación esta rotura no fue arreglada por lo que vastos sectores del edificio carecían de piso; los escombros de los lugares demolidos fueron colocados en las oficinas destinadas a los investigadores; la instalación eléctrica quedó en condiciones muy precarias por ello los cables colgaban a lo largo del pasillo de acceso; además todo el lugar carecía de seguridad porque el portón de entrada se cerraba con una vieja cadena y un candado.

Estas condiciones llevaron a las colecciones a un estado prácticamente de abandono y por ende de  conservación sumamente preocupante, por ello cuando asumió en Octubre de 1996 como director de la institución el Lic. Carlos Aschero  puso en marcha el proyecto de reorganización del I.A.M., por el cual se trasladaría el Instituto al lugar que ocupa en la actualidad, un edificio histórico provincial  construido a fines del siglo XlX, en donde originalmente funcionó el primer Hotel de Inmigrantes de la provincia y con posterioridad la Escuela de Sacarotecnia de la Universidad Nacional de Tucumán (en adelante U.N.T.) ubicado en un área cercana al centro de la ciudad; concentrando allí las colecciones, la actividad científica y las tareas de difusión.

Sin embargo debido a la antigüedad de ese edificio había que realizar una intervención arquitectónica en el mismo para adecuar la zona destinada a los depósitos en donde se alojarían los objetos, hasta que estos estuvieran preparados, se aplicaron pautas de conservación preventiva en el antiguo depósito, que luego se potenciaron en el lugar asignado en la nueva sede del Instituto.

En realidad la conflictiva situación encontrada hizo que el propósito principal fuera el salvataje de las colecciones, por ello se procedió a la búsqueda de las piezas dispersas en las distintas dependencias de la U.N.T. concentrándolas en el  edificio céntrico, lugar que a pesar de su estado seguía funcionando como sede del I.A.M. por las causas arriba mencionadas (Ribotta 2000a).

ACCIONES REALIZADAS EN LOS DEPÓSITOS

 Una buena parte del material recuperado en los distintos edificios fueron fragmentos cerámicos sin ningún tipo de procedencia y evidentemente originarios de diversas campañas, años y lugares, a los que podríamos asignarle un valor por sobre todas las cosas didáctico, también se rescataron numerosas piezas líticas completas.

El inventario con el que se contaba era sumamente fraccionado e incompleto, por eso se realizó uno nuevo determinando el estado de conservación de cada objeto y otorgando prioridades, enfatizando el trabajo en dos actividades: la  optimización de los espacios para las colecciones y la disminución del riesgo físico de las mismas.

Una vez finalizado el inventario se efectuó el diagnóstico de los objetos de las colecciones arqueológicas/etnográficas estableciéndose lo siguiente:

Las estanterías que contenían las piezas estaban colocadas una arriba de la otra sostenidas con alambre de las vigas del techo, lo que ocasionaba que el material en muchos casos,  estuviera ubicado a más de 6 metros de altura, cercano al mismo.

Existían numerosas piezas de la colección superpuestas, apiladas dentro o sobre las otras por falta de espacio en especial  las cerámicas y líticas, otras estaban colocadas directamente en el piso.

Las urnas y pucos procedentes del valle de Santa María estaban ubicados en un pasillo de acceso, este sector se inundaba, tenía goteras, entraba luz solar directa que incidía sobre las piezas, los estantes en los que estaban eran de madera aglomerada (muy ácida) y adosados a una pared muy húmeda.

Por sobre las vasijas pasaba una canaleta de desagüe pluvial, en el sector había una fuerte corriente de aire y el pasillo tenía sólo parte del piso debido a la obra de remodelación  inconclusa ya mencionada, por ello retenía la humedad. Como consecuencia de estas condiciones las piezas cerámicas presentaban graves efectos de salinización, hongos, fracturas y un importante desprendimiento de material.

Las piezas etnográficas como los arcos, flechas, cucharas de madera  u objetos de caña, estaban colocadas en el suelo en forma vertical, lo que producía tensiones físicas que afectaban directamente  los objetos, además estaban apoyados en una pared por donde un caño de desagüe había humedecido la misma, por ello este material presentaba fracturas,  hongos y estaba ennegrecido por la humedad recibida.

Una gran cantidad de los textiles arqueológicos estaban envueltos en papel madera o de diario, y otros pequeños como las fajas etnográficas en carpetas con papeles ácidos y cartulina cocidos a ella, con mucha humedad y  ubicados en estanterías de madera.

Los restos óseos humanos (esqueletos incompletos) estaban contenidos en cajas de cartón ácido afectadas por la humedad, envueltos con papel higiénico, y en muchos casos cubiertos con escombros o restos de cemento, por otra parte los cráneos estaban sin protección o  envoltura  ubicados en armarios de madera y  superpuestos entre sí.

El material de metal y hueso, se encontraba en cajas pequeñas, envuelto en bolsas plásticas, sin orden, uno sobre el otro.

La colección había sido catalogada por diferentes personas a lo largo de su existencia, esto motivó que muchos de los objetos ingresados fueran realizados por personal no capacitado para tales fines, por ello se determinó que piezas no eran arqueológicas y se dieron de baja a las que equivocadamente fueron ingresadas como tales.

Luego de la determinación de las causas de deterioro más preocupantes, se efectuó una división en sectores del edificio priorizando las tareas a realizar en cada uno de ellos de acuerdo a las dificultades que presentaban, teniendo en cuenta que los sectores del Instituto que mejores condiciones edilicias  tenían estaban ubicados en la parte posterior del edificio –sector no afectado por la remodelación- se procedió a trasladar la colección hacia esa zona. Los pasos que se siguieron fueron los siguientes:

·         Sacar las piezas arqueológicas/etnográficas y bajar las estanterías atadas con alambre de las vigas del techo, reubicar dichas estanterías y sus piezas.

·         Clausurar las 3 piletas existentes en el interior del depósito, usadas para lavar fragmentos cerámicos, pero también vasos o tazas utilizadas por parte del personal.

·         Disminuir la cantidad de tubos fluorescentes.

·         Sacar el equipo utilizado en las campañas arqueológicas (palas, baldes, zarandas etc.), el que compartía los estantes con las colecciones.

·         Retirar la mesa y sillas utilizadas para el desayuno, ubicadas junto a los objetos arqueológicos/etnográficos, colocándolas en un sector que no se utilizaba como depósito.

·         Tapar el ingreso de aire y luz en la parte superior de la pared, cerca del techo construida con ladrillos huecos sin revocar. 

    Todas estas medidas fueron tendientes a mejorar la utilización de cada uno de los sectores del edificio en beneficio de los objetos, hasta tanto se  terminara la refacción de la nueva sede como se comentó con anterioridad.

           El apoyo económico para efectuar las modificaciones fue proporcionado por la Fundación Antorchas, a través de la cual se pudo adquirir el material específico para la conservación de las colecciones, esto se llevó a cabo siguiendo las pautas aconsejadas en el seminario dictado por Carolyn  L. Rose (1996).

           Desde el punto de vista operativo las acciones realizadas fueron las siguientes:

¨       Se compraron estanterías metálicas pintadas con pintura epoxi en donde se colocaron gran parte de las urnas y pucos Santamarianos que se retiraron del pasillo que se inundaba, para ser colocados en un sector sin este problema y al que no llegaba la  radiación solar.

¨       Se lijaron y pintaron con látex acrílico las estanterías de madera (para bloquear la acidez de la misma) ubicándose en forma horizontal los objetos etnográficos como flechas, arcos etc. que anteriormente estaban colocados verticalmente y se aislaron estas piezas de la pintura con láminas de espuma de polietileno de 3 mm.

¨       Se descosió una gran parte de los textiles de la cartulina, sacándoles el papel ácido, colocándolos en bandejas realizadas con planchas de polipropileno cubiertas con guata y forradas con lienzo, guardándolos luego en sobres del mismo material. Otros textiles, de mayor tamaño, fueron ubicados alrededor de  tubos de espuma de polietileno de la medida más grande que se consiguió: 51/71.

¨       Se acondicionaron los restos óseos humanos limpiándolos mecánicamente, envolviéndolos en tyvek 14 y espuma de polietileno colocándolos en cajas de cartón forradas con el mismo material como aislante.

¨       Se separaron y protegieron el resto de los objetos de la colección con red de espuma polietileno y con mylar.

                Con esta base a pesar de las condiciones del edificio, se procedió a frenar en gran medida los factores ambientales y humanos que afectaban directamente las colecciones, se comenzó además un trabajo de concientizar al personal de la institución para que comprendiera la importancia de erradicar ciertos hábitos como el de comer y/o fumar en los depósitos.

Estas modificaciones fueron muy útiles y como consecuencia de ellas se facilitó el traslado de la colección a los  nuevos depósitos los que fueron divididos en tres grandes cuerpos, el primero para alojar las colecciones en tránsito provenientes de las excavaciones actuales realizadas por los investigadores del I.A.M., el segundo para albergar los objetos arqueológicos y el tercero para los restos óseos y piezas etnográficas. Por el delicado estado que presentaban las colecciones la mudanza fue sumamente lenta efectuándose entre 1997 y 1998. Una vez instaladas las piezas en su nueva y definitiva ubicación se acrecentaron el uso de las normas establecidas para la conservación preventiva, las que habían sido diseñadas e implementadas antes del ingreso de las colecciones, ellas fueron:

Construcción de una doble puerta de acceso a los depósitos para dificultar la entrada de polvo y humedad; colocación de tela para serigrafía en las ventanas impidiendo el ingreso de polvo y productos volátiles de la zafra, además se colocó filtros de radiación ultravioleta en los vidrios; se realizó un doble muro con cámara de aireación intermedia en las paredes Oeste y Este en donde la humedad ascendía por capilaridad; se sacaron parcialmente las cañerías de agua de la pared Norte redistribuyéndose el ingreso del agua para que no circulara por las paredes del depósito; se instalaron ventiladores para homogeneizar la humedad del aire en todos los depósitos;  no se dejaron objetos en  el piso; se utilizaron materiales inertes para separar las piezas (látex acrílico, mylar, tyvek y espuma de polietileno); se equipó el lugar con alarmas contra robo e incendio; además para acceder a fotografiar y/o estudiar objetos de la colección se implementó un sistema que consiste en presentar un proyecto que evalúa  el consejo de investigadores del I.A.M.  y su director, sin cuya aprobación no es posible trabajar con el material (Ribotta 1999, 2000a, 2000b).

LAS COLECCIONES EN EL MUSEO

Todo este trabajo  se continuó cuando el I.A.M. dentro del marco del Proyecto Fundación Y.P.F. Ganador del concurso Innovación en Museos, realiza la reestructuración de la muestra arqueológica exhibida en el Centro Cultural Virla perteneciente a la U.N.T. Allí se montó la exhibición “AMÉRICA INDÍGENA: Diversidad cultural y Tecnología antigua”, para la elaboración del guión museográfico de la misma se tuvo en cuenta el texto científico escrito por los investigadores del I.A.M., la Ley Federal de Educación y la importancia que por ella cobra la materia tecnología, el tipo predominante de visitantes a la exhibición (niños del E.G.B. y docentes), y la inexistencia en el N.O.A. de museos que contemplen a visitantes con dificultades visuales totales o parciales (Prebisch y Ribotta 1999).

      Dentro de los objetivos fijados para dicha exhibición se propuso el de “establecer normas de conservación preventiva” el mismo se cumplió a través de la reparación de las vitrinas a emplearse en la muestra pintándolas con látex acrílico, colocando tubos fluorescentes separados de los objetos con policarbonato macizo trasparente, moderando la iluminación a través de dimmer manuales que permiten la regulación de la misma. Las apoyaturas empleadas fueron forradas con tivek y luego con tela acrílica, los materiales empleados para fotografías y textos fueron realizados con materiales inertes, al igual que los pequeños elementos que sirven para sostener los objetos. Los materiales orgánicos que están en algunas vitrinas como frutas, maíz y zapallo fueron reemplazados por réplicas para evitar el ataque de los insectos. No se utilizó cemento de contacto para pegar textos u otros elementos dentro de las vitrinas sino que se empleó cinta doble faz, evitando así las emanaciones nocivas que produce el pegamento mencionado.

CONSIDERACIONES FINALES

Las colecciones arqueológicas y etnográficas en la Argentina, han sido olvidadas y/o descuidadas en cuanto a su conservación. Esto obedeció a una variedad de causas entre las que podemos destacar: la escasa o desactualizada capacitación del personal de los museos y/o depósitos y los pocos o nulos recursos destinados para trabajar con el patrimonio, este aspecto es el que posiblemente lleva a los proyectos a priorizar las publicaciones, investigaciones y excavaciones arqueológicas por sobre la conservación del material.

Esta situación ha ido modificándose parcialmente en algunos museos debido al apoyo de fundaciones como Antorchas que ha emprendido una tarea sumamente destacable al respecto, en especial a partir de los últimos seis años, trayendo especialistas extranjeros, organizando seminarios de capacitación para personal de museos de todo el país y brindando recursos financieros para mejorar el estado de las colecciones.

Llegado a este punto cabe destacar lo necesario que resulta que los arqueólogos argentinos incorporen “conservadores como parte integral de un equipo interdisciplinario en la conformación del personal del terreno” (Jiménez Correa et al 78:2000) para poder disminuir “el ineludible impacto dañino que sufren los materiales arqueológicos que son removidos de sus matrices originales de depositación” (Jiménez Correa op cit). Con la presencia de estos especialistas desde el comienzo de la recuperación del o los objetos la llegada de los mismos a los depósitos o museos sería con condiciones de preservación mucho más adecuadas.

       En cuanto a las colecciones y depósitos que trata este trabajo no cabe ninguna duda que las modificaciones y medidas adoptadas han traído una sensible mejoría en los objetos, no sólo en los aspectos de conservación, sino que también se ha incrementado notoriamente el interés por ellos, lo que ha llevado a un aumento en la investigación de las piezas de las colecciones tanto arqueológicas como etnográficas, por parte de diferentes investigadores e incluso de estudiantes avanzados de la carrera de arqueología.

       El personal encargado de la tarea de conservación es muy reducido, por ello sí bien se ha logrado salvar  las colecciones de una posible desaparición y/o destrucción es mucho el trabajo y la inversión que aún queda pendiente. A partir del aporte de nuevos interesados en los textiles se esta trabajando con la conservación de los mismos. Para optimizar aún más las condiciones de las colecciones, se ha solicitado el instrumental para realizar controles del microclima en los depósitos (Ribotta 2000a, 2000b), monitoreando así uno de los problemas fundamentales en la provincia de Tucumán, la variación de la humedad relativa,  luego a partir de los resultados de este estudio establecer las pautas a seguir.

    Teniendo en cuenta los diversos aspectos aquí planteados parece evidente que la única manera de conseguir la preservación de este patrimonio es lograr establecer una cadena de acciones que contemple: planificación-excavación-traslado-depósito-museo-monitoreo. Por ello los arqueólogos asumen un gran compromiso, la  utilización de fondos de diversas entidades públicas y privadas  para garantizar un adecuado uso y manejo de las colecciones para así cumplir el rol de “ser los encargados de intervenir, comprender, conservar y preservar para el futuro lo que el pasado ha guardado para nosotros” (Jiménez Correa et al 84:2000).

Agradecimientos

A Carlos Aschero por el permanente estímulo, apoyo e intercambio de ideas.

BIBLIOGRAFIA

Jiménez Correa Carolina, Diego Salazar Sutil y Paulina Corrales Escobar. 2000. De los Alcances de la Arqueología: Redefiniendo Fronteras. En: Conserva. N° 4: 71-86. Centro Nacional de Conservación y Restauración. DIBAM. Santiago de Chile.

Prebisch, Lilian y Eduardo Ribotta.1999. Museo de Arqueología: una opción para la comunidad. En: Resúmenes de las IV Jornadas de Comunicaciones Internas de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo. Universidad Nacional de Tucumán. San Miguel de Tucumán.

Ribotta, Eduardo.1999. La importancia de la conservación preventiva en las colecciones arqueológicas y etnográficas. En: Resúmenes de las IV Jornadas de Comunicaciones Internas de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo. Universidad Nacional de Tucumán. San Miguel de Tucumán.

Ribotta, Eduardo.2000a. Las colecciones olvidadas. En: Actas del Congreso de ABRACOR. San Pablo.

Ribotta, Eduardo.2000b. La conservación preventiva en las colecciones  arqueológicas y etnográficas: analisis de un caso. En: Actas del Congreso de Arqueología Histórica. Mendoza

Rose, Carolyn  L. 1996. Seminario de Capacitación en Conservación Preventiva y Exhibición de Colecciones Etnográficas y Arqueológicas. Organizado por la Fundación Antorchas y el Center for Museum Studies, Smithsonian Institution de Washington.  Abril de 1996 a Noviembre de 1997. Museo Etnográfico de la Universidad de Bs. As.

* Instituto de Arqueología y Museo. Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumán. iarqueo@unt.edu.ar


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