PROSPECCIONES SUBACUATICAS EN EL NAHUEL HUAPI.
EL CASO DEL SITIO "CANCHA DE PELOTA".
Adán Hajduk
Investigador del CONICET
Museo de la Patagonia F.P. Moreno
Mónica P. Valentini
Area de Arqueología Subacuática
Escuela de Antropología
U.N.R.
Bajo el marco del proyecto "Arqueología subacuática en el lago Nahuel Huapi. Tras los puelches y jesuítas que lo navegaron" , se comenzaron con los trabajos de arqueología subacuática en el sector costero del sitio de contacto hispano indígena "Cancha de Pelota", a la altura del km 23,200 de la Av. Bustillo, lago Nahuel Huapi, provincia de Río Negro. A este sitio se lo relaciona con la actividad jesuita en el área durante el siglo XVIII. La localización del mismo, sobre lo que fue la ruta de ingreso a la Misión del "Nahuel Huapi", nos indica además su condición de puerto intermedio. El reconocimiento subacuático permitió el hallazgo de restos alfareros hispanos, análogos a los recuperados en el sitio terrestre. También nos permitió comenzar a registrar los procesos de formación de sitios, en este caso en relación al lago y a la asociación de los mismos con el desplazamiento a través de la navegación.
El presente trabajo de arqueología subacuática realizado
en el lago Nahuel Huapi, toca entre otros temas la problemática
de su navegación.
La navegación del lago podría remontarse como mínimo
a los 2000 años A.P., considerando un fechado radiocarbónico
para el inicio de la ocupación humana del sitio Puerto Tranquilo
I de la Isla Victoria (Hajduk, MS -1997). Sin duda el acceso del hombre
hacia esta isla ha demandado aunque más no sea del dominio de prácticas
de navegación rudimentarias. La primer referencia histórica
conocida para el ámbito de este lago se debe al capitán
Juan Fernández, quien llega al Nahuel Huapi en 1620 procedente
de Calbuco, Chile pasando por Peulla (Fernandez,1898:255). Sus fines eran
la captura de indígenas como esclavos y el hallazgo de los míticos
Césares,. En su relato menciona haber traído consigo piraguas,
las que una vez traspuesta la cordillera, fueron cosidas cuando arribaron
al extremo oeste del actual brazo Blest. Por sus características
constructivas, estas embarcaciones permitían salvar los distintos
obstáculos terrestres que se interponían entre un espejo
de agua y otro. Podían ser transportadas desarmadas o enteras,
a la rastra o al hombro. Desde el primer momento de la conquista hispana
del Reyno de Chile, las crónicas mencionan que los indígenas
de Chiloé y el gran archipiélago vecino utilizaban este
tipo de embarcaciones. Se las identificaba como "piragua" o
bien con el nombre indígena de "dalca". Los primeros
colonos hispanos de Chiloé adoptaron su uso, introduciendo ciertos
agregados como el uso de velas; el mayor número de tablas o "falcas";
etc.
El jesuita Diego Rosales, quien visitó la región del Nahuel
Huapi en 1653 y los jesuitas que lo sucedieron a principios del siglo
XVIII, mencionan el uso de piraguas de tres tablas cosidas por parte de
por los indígenas Puelches del Nahuel Huapi (Rosales,1877.T.I:176;
Olivares,1874:512; Laguna,F. en Olivares:513; Machoni,1732:432).
Hasta el momento no se han hallado en el lago restos de este tipo de embarcación,
aunque sí un número considerable de canoas monóxilas
(talladas en un solo tronco). La realización del primer rescate
subacuático en el país, dentro de un marco científico,
corresponde al investigador Jorge Fernández (Fernández,1978).
En este trabajo el autor describe la canoa monóxila por él
extraída en Playa Bonita, y se refiere a otras canoas del Nahuel
Huapi. Algunas de ellas serían de factura tardía, en uso
por colonos criollos y europeos que se asentaban en las márgenes
del lago. Representarían éstas un aspecto de supervivencia
de aquellas embarcaciones más antiguas de raíz indígena.
El sitio terrestre Cancha de Pelota se encuentra ubicado en una planicie
adyacente al lago Nahuel Huapi, a la altura del km 23,200 de la Av. Exequiel
Bustillo que une S.C. de Bariloche con Llao Llao, Provincia de Río
Negro (Lámina 1, Figura 2, N° 1 y Figura 3, N° 1).
Los trabajos de nivelación con maquinaria en el sitio, motivaron
la realización de trabajos de arqueología de rescate en
el año 1979 (Hajduk.1991:1-24).
Por entonces, en este predio se realizaban actividades deportivas vinculadas
con el juego de pelota.
El estudio de este sitio permitió identificar restos correspondientes a tres contextos diferenciados. Uno de ellos, de mayor amplitud espacial, se compone de restos líticos y cerámicos de factura indígena. El segundo contexto, restringido espacialmente, está constituido por una serie discreta de restos de origen hispano. Se destacan: fragmentos de mayólica de pasta uniformemente naranja rojiza, mayormente relacionados a formas de platos, fragmentos correspondientes a probables botijos con y sin vidriado interno verde (todos los restos cerámicos presentaban marcas de torno de alfarero), vidrios correspondientes a recipientes, más una cuenta de collar, clavos de hierro forjados, etc. Todos estos restos se hallaron espacialmente relacionados con otros carbonizados y cocidos que habrían conformado una vivienda o construcción del tipo de quincha embarrada. En la excavación de este sector fue posible observar además su asociación a material de factura indígena, pudiéndose plantear su probable asociación primaria.
Finalmente el tercer contexto es el moderno, reflejado principalmente
por restos vinculados a la práctica del juego de pelota.
Desde el lugar donde estuvo emplazada la quincha embarrada, a no más
de 80 m hacia el este se encuentra un extremo de una pequeña entrante
del lago, que por su orientación respecto a los vientos dominantes
del oeste, ofrece cierto reparo. Esta pequeña entrante de la costa
presenta una playa conformada por un pavimento rocoso de origen morénico,
encontrándose totalmente cubierta por bloques y rodados sueltos
de variado tamaño del mismo origen. Allí en época
de mayor bajante del nivel del lago -mes de marzo- nos fue posible identificar
dos antiguos despejes de piedras en forma de corredor. El mayor de ellos
medía unos 23 m de largo, variando su ancho entre 2,2 m y 1,1 m
(Lámina 1, Figura 3, N° 2); en sus inmediaciones se observaron
tiestos indígenas rodados. A estos despejes de piedra hechos por
el hombre, se los interpreta como corredores que permitieron la libre
entrada y salida de embarcaciones.
Por las características aquí enumeradas este sitio estaría
reflejando una cierta permanencia en el lugar, como platos, botijos, vivienda
del tipo quincha embarrada, etc. Esa situación no sería
esperable en relación con las partidas hispanas esclavistas, de
rápida acción, corta estadía y equipaje reducido.
Los jesuitas procedentes de Castro, Chiloé misionaron en el ámbito
del lago Nahuel Huapi en forma permanente desde el año 1704 hasta
el año 1717.
Sus crónicas nos indican su ingreso por el fondo del brazo Blest
y la fundación de una Misión en la costa norte del lago
(Lámina 1, Figura 1). De la lectura detallada del diario de fray
Francisco Menéndez, quien visitó los restos de la Misión
en 1793 (Menéndez 1925: 222-223), se desprende su más probable
emplazamiento en inmediaciones del Puerto Venado (Lámina 1, Figura
2, N° 3). La vinculación del sitio Cancha de Pelota con la
actividad jesuita del siglo XVIII por el momento surge de la consideración
de estos indicadores de permanencia y su emplazamiento sobre la vía
de tránsito lacustre hacia y desde la misión jesuítica
y los antecedentes históricos de la actividad hispana en el área.
Como complemento de los estudios realizados en este sitio terrestre,
en diciembre de 1999 se iniciaron trabajos de prospección subacuática
en la vecina entrante del lago (Lámina 1, Figura 3).
Los objetivos plantados fueron:
1) Identificar posibles restos de recipientes de factura indígena
y / o hispana, ya que en bajantes del nivel del lago se habían
observado algunos tiestos indígenas rodados y además años
antes un buceador particular halló en el lugar fragmentos de botijo
de origen hispano.
2) Detectar otros potenciales restos, como podrían ser los de embarcaciones
antiguas;
3) Registrar las variantes topográficas subacuáticas del
lugar, considerándose: pendientes, áreas de sedimentación,
profundidades, distancias de la costa y particular emplazamiento de los
restos modernos y / o antiguos que se pudieran hallar.
La zona subacuática prospectada presenta tres desniveles o tres
taludes que oscilan entre los 5 y 17 metros de profundidad. Es en el primer
sector donde se encuentra la mayor cantidad de restos materiales, decidiéndose
realizar allí el trabajo de prospección en detalle.
Los trabajos cubrieron una superficie definida por un frente de costa
de unos 300 m y por una distancia perpendicular a dicha costa de unos
100 m como valor máximo y 20 m como mínimo (Lámina
1, Figura 3 línea de trazo cortado).
El reconocimiento se realizó a través del registro de mapeo
gráfico y por video grabación de los rasgos topográficos
y del emplazamiento de las piezas arqueológicas, la recolección
de material se limitó a aquellos expuestos naturalmente.
Respecto a las características topográficas observadas, podríamos resumirlas en 3 situaciones diferenciadas en el primero y segundo talud:
1) Pendientes suaves en bajada hacia el interior del lago, existentes
a poca profundidad y por ende sometidas al movimiento del agua cuando
hay oleaje en superficie. Están conformadas en el lugar por un
pavimento morénico consolidado, con o sin cubierta superficial
de grava, rodados y bloques rocosos de diverso tamaño. Sin sedimento
suelto fino del tipo limo.
2) Pendientes suaves existentes a profundidad de 4 y más metros,
fuera del alcance del oleaje., donde se observó sedimento fino
del tipo limo, en general de tonalidad gris clara a blanquecina.
3) Pendientes pronunciadas constituidas tanto por roca firme como por
bloques y rodados rocosos sueltos. En estos taludes pronunciados en general
no se observó depósito de sedimento fino del rango arena
a limo.
La gran mayoría de restos culturales corresponden al siglo XX,
constituidos generalmente por restos de botellas, recipientes de metal
y/ o plástico, fragmentos de loza, etc. Se los observó en
los tres tipos de pendientes arriba mencionados, particularmente en los
dos últimos. Así en las pendientes pronunciadas se los observó
entrampados en las irregularidades del relieve y en las pendientes suaves
de mayor profundidad yaciendo sobre superficie de limo, o bien semi enterrados
en el mismo.
Los únicos restos, correspondientes a fragmentos de botijo hispano
encontrados por nosotros más los hallados ocasionalmente por el
buzo aficionado, fueron localizados todos en la pendiente suave a poca
profundidad (Lámina 1, Figura 3, N° 3). La falta de sedimentación
fina en esta pendiente posibilitó los hallazgos.
El material hallado se presenta caóticamente, producto de que son restos caídos accidentalmente o arrojados al agua. Lo cierto es que entre el diverso material moderno como loza, metal, vidrios, se encontraron fragmentos de cerámica de pasta roja con vidriado interno verde intenso, lo que creemos pertenece al momento de la ocupación hispana entre fines del siglo XVII y principios del XVIII.
El total de 9 tiestos, en su ensamblaje en laboratorio conformaron dos
fragmentos mayores que corresponderían a una misma pieza del tipo
botijo.
En su análisis se observó: pasta con inclusiones de cuarzo
y feldespato en número medianamente abundante, además litos
indeterminados de tonalidad marrón; angulosos a algo rodados. Sus
tamaños varían entre 1,5 a 0,2 mm, generalmente entre 0,8
y 0,5 mm. En superficie externa se observó algo de mica dorada
puntiforme. La pasta muestra poca porosidad, a veces conformando planos
paralelos a las superficies. La fractura es irregular a concoidal. El
color es teja uniformemente, según el "Atlas de los colores"
de H. Kuppers, sería aproximadamente A60M60C20 (Kuppers, 1979).
La superficie externa de los tiestos está alisada y erosionada,
con algunas marcas de torneado, en especial en el sector del cuerpo superior.
El color es igual al de la pasta y la dureza varía entre +2 a -3
(según la escala de Mohs).
La superficie interna presenta una cubierta de esmalte vítreo verde
opaco (A50M30C60) el cual presenta numerosos "cráteres"
por burbujeado debido a la infracocción del esmalte (Lámina
2, Figura 3). La dureza del esmalte es 5. Por defecto de aplicación,
una parte menor de la superficie interna no presenta esmalte. Las estrías
y los relieves salientes debidos a torneado son más evidentes en
la superficie interna, particularmente hacia el sector basal del cuerpo
(Lámina 2, Figura 1c). En cuanto a la cocción, esta pieza
muy probablemente fue cocida en dos oportunidades: la primera en atmósfera
oxidante y relacionada con el bizcochado y la segunda a fin de fijar el
esmalte.
En su forma, el cuerpo sería suboval con el diámetro mayor
desplazado hacia arriba. El cuerpo inferior elongado hacia abajo, con
base que se insinúa redondeada (Lámina 2, Figura 1b). Según
las curvaturas y medidas tomadas, el diámetro mayor externo del
cuerpo sería cercano a los 22,6 cm. La altura del fragmento mayor
es de 23,5 cm. Si a esta última medida se le calcula un adicional
de 3,5 cm, que pudieron corresponder a breve gollete y borde reforzado
externamente según se observó en un fragmento encontrado
en el sitio terrestre, tendríamos un valor aproximado de altura
para el botijo de 27 cm o algo más. Consultando bibliografía
referida a botijos hispanos, según un cuadro de medidas que ofrece
John Carter (1982), las medidas y formas que se infieren para el botijo
de Nahuel Huapi indicaría que su capacidad habría rondado
los 6,50 litros.
Los espesores de las paredes varían del siguiente modo: en la parte
superior 7,2 mm, en los hombros 10 y 11 mm, en el resto del cuerpo entre
5,2 mm y 7,7 mm y hacia la base -extremo inferior- se engrosa con valores
de 11,6 mm a un máximo de 14,3 mm.
En general sobre la superficie externa se observan inclusiones líticas,
especialmente en las de mayor tamaño, como sobresaliendo un poco.
Se interpreta que esto último se debe a que un mínimo espesor
de la pasta se ha perdido por erosión, ya que la arena y los pequeños
rodados líticos con el vaivén del las olas actuaron como
abrasivos durante el tiempo que estos fragmentos estuvieron sumergidos.
Esta erosión de la superficie externa y de los bordes de rotura
se debería también al parcial rodamiento de los fragmentos.
Los fragmentos de botijos encontrados en el sitio terrestre no presentan,
por contraste, este tipo de desgastes. En general presentan buena conservación
de sus superficies.
Los trabajos subacuáticos confirmaron la relación que se
preveía entre el sitio terrestre y el sector costero inmediato.
Si bien los restos antiguos han sido escasos no se descarta que puedan
haber otros hoy no visibles por la sedimentación. Para potenciar
los hallazgos en el lugar sería necesario recurrir a tareas de
excavación que podrían ser orientadas por métodos
de detección electrónicos.
El registro de las condiciones naturales del sector relevado contribuye
a la comprensión de los procesos de formación de sitios
en el lago, y permite generar expectativas y estrategias para futuros
estudios.
Dentro de la problemática vinculada a la acción desplegada
por los jesuitas en el ámbito del Nahuel Huapi, la arqueología
subacuática cobra especial importancia en cuanto a la posibilidad
de hallar restos de embarcaciones del tipo piragua -aún no registradas
arqueológicamente- además de canoas y sus variantes. Considerando
las crónicas de época, resultan de especial interés
por su posición estratégica las ensenadas de Puerto Venado
y Puerto Huemul, y en particular la del fondo del Brazo Blest. Este resulta
un lugar estratégico, ya que operaba como puerta de entrada y salida
del lago Nahuel Huapi en los desplazamientos desde y hacia Chile.
Establecer estas vinculaciones son parte de la continuidad de este proyecto
que en futuras intervenciones continuará considerando la red de
sitios alrededor de la misión del "Nahuel Huapi".
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