EL ESTUDIO DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO SUBACUÁTICO CHILENO: UNA PROPUESTA METODOLÓGICA.

Por Pedro Pujante Izquierdo y Eva Flandes Aguilera
Universidad Internacional SEK

Pese a que Chile se caracteriza por ser un país con más de 4.000 Km de costa lo que ha influido en que su historia se haya forjado vinculada al mar, no se han dado hasta la fecha las condiciones necesarias para que la recuperación y/o estudio del patrimonio cultural existente bajo sus aguas se haya producido de forma similar a como se ha desarrollado en otros contextos geográficos de igual o menor tradición marítima.

Factores como la casi exclusiva preocupación de los profesionales de la arqueología chilena por el estudio de las culturas de períodos prehispánicos, la carencia de equipos cualificados, la ausencia de esta modalidad de la ciencia arqueológica en las carreras universitarias y la existencia de un ambiguo marco legal caracterizado por un vacío normativo que regule adecuadamente las actuaciones sobre el patrimonio sumergido, han favorecido el desarrollo de la arqueología en el ámbito terrestre en detrimento de la arqueología subacuática, generando el "caldo de cultivo" ideal para la proliferación de intervenciones desafortunadas cuyo único fin u objetivo es la obtención de objetos con valor comercial.

En este contexto, al margen de las numerosas intervenciones incontroladas, únicamente cuatro han sido los casos abordados dentro de la legalidad vigente teniendo como finalidad la documentación y/o conservación de sitios o bienes patrimoniales sumergidos:
a) En la década del setenta y bajo la iniciativa de la Armada de Chile se llevaron a cabo dos campañas para la filmación y comprobación de dimensiones de la corbeta Esmeralda, hundida frente a las costas de Iquique en 1879 durante la Guerra del Pacífico.

b) Durante los años 1993 y 1994 un equipo hispano-chileno dirigido por la Universidad de Zaragoza, realizó trabajos de prospección terrestres y subacuáticos en la península Shirreff (Isla Livingston, Antártica chilena) con el fin de localizar el navío español San Telmo, supuestamente naufragado en esas costas en 1819.

c) La tercera intervención sobre un bien patrimonial sumergido fue desarrollada por el Centro Nacional de Conservación y Restauración ante el hallazgo fortuito de una canoa monoxila (huampo) descontextualizada realizado en el lago Lanalhue, en la costa de la VIII Región. La intervención consistió en la documentación gráfica y planimétrica de la embarcación y el estudio y aplicación del tratamiento de conservación adecuado para garantizar su preservación, principalmente ante la posibilidad de que ésta sea exhibida en el museo local.

d) Finalmente, durante el año 1995 tuvimos la oportunidad de desarrollar una excavación arqueológica cuyo objetivo era la documentación y estudio científicos de un pecio correspondiente a un navío de registro español del siglo XVIII varado en la Bahía de Mejillones (II Región), en 1759. La importancia de la intervención estriba en la correspondencia del navío a un sistema constructivo de transición entre los tradicionales de "varenga-genol" y de "cuadernas", del que existen escasos paralelos, aspecto que permitiría adscribir este sistema constructivo español a un momento anterior a la entrada del denominado sistema "a la inglesa", desarrollado por esa potencia.

La ejecución de esta excavación nos permitió entrar en contacto con la situación chilena frente al patrimonio sumergido, advirtiendo sus carencias y la urgente necesidad de iniciar medidas que contribuyan a mejorar esta realidad desde una perspectiva macro que evite la tendencia existente a intervenir los yacimientos de forma única y aislada.

Así, decidimos iniciar en el segundo semestre del presente año un programa que, bajo las siglas SICAS (Sistema de Información Cartográfico de Arqueología Subacuática), permitiera en un mediano plazo evaluar, cuantitativa y cualitativamente, el potencial patrimonial -entendido éste como un universo del cual pueda luego actuarse sobre sus partes-.

Si bien el programa tiene su base en el clásico inventario, la aplicación del parámetro espacial al inventariado permite crear un conjunto codificado y sistemático de datos sobre los testimonios arqueológicos existentes en una zona geográfica, estructurados de forma jerárquica mediante el uso de determinadas categorías, permitiendo visualizar los testimonios de la pretérita actividad humana en el espacio. Así es como se entiende el concepto de Carta Arqueológica, cuya realización se basa y contempla, por lo general, cinco fuentes de información: bibliografía general y específica; colecciones museográficas, tanto públicas como privadas; el registro de tradiciones orales y escritas; la observación directa y la localización espacial de los hallazgos arqueológicos.

Con todo, la función de los mapas arqueológicos no sólo consiste en registrar gráficamente los sitios a través de mapas planimétricos, sino también mostrar, en el marco de esa dimensión espacial, la relación entre esos mismos sitios, y entre ellos y su medio. De esta forma, a diferencia del inventario, la Carta Arqueológica se caracterizaría por cumplir con los siguientes aspectos:
- Ser un sistema complejo, pues no se trata de un mero almacén de datos, sino un conjunto de herramientas capaz de transformarlos en informaciones pertinentes. Los múltiples sistemas de entradas y las aplicaciones informáticas por él requeridas dan la complejidad al sistema.

- Agilidad, las herramientas que componen la carta arqueológica deben permitir el uso rápido de la información.

- Versatilidad, derivada de su plurifuncionalidad, presupone una capacidad de adaptación a los distintos objetivos que se marcan.

- Seguridad, dada por la perdurabilidad de la información arqueológica.

- Accesibilidad, lograda por la homologación necesaria de los sistemas de registro en conjunto con el empleo de la informática, evitando la dispersión incontrolada de datos.

OBJETIVOS:

Los principales objetivos que se pretenden cubrir son, entre otros:

- Programar futuras acciones arqueológicas, atendiendo a criterios de prioridad conocidos.

- Contribuir a la visión global del conjunto patrimonial, proporcionando las bases de una investigación planificada.

- Permitir, mediante su difusión, una aproximación de la comunidad al potencial patrimonial del país.

ESTRUCTURA:

Siendo un sistema complejo, su estructura operativa informatizada es simple. Está compuesto de una doble base de datos: una alfanumérica y otra cartográfica, perfectamente interrelacionadas, de tal forma que tanto la entrada de datos como su consulta puede hacerse por múltiples registros.

En este sentido, el empleo de una carta arqueológica informatizada requiere de la aplicación de un Sistema de Información Geográfica, es decir, aquella herramienta que permita una correcta organización, manipulación, análisis y recuperación de la información cartográfica contenida en el sistema.

En relación a la base de datos alfanumérica, la entrada de información contempla en primer lugar, información preliminar, es decir, aquella previa a los proyectos de investigación. En este ámbito no siempre podrá producirse una incorporación directa de datos pues por lo general requerirá de un proceso de conversión al nuevo marco conceptual.

Junto a la información preliminar, se encuentra el registro arqueológico, donde se consignarán la prospección, la excavación y el contexto (información arqueológica y no arqueológica relacionada con el medio).

Cada uno de estos registros está caracterizado por las siguientes singularidades:
- Especificidad. Su vinculación a un proyecto concreto impide que estas claves no sean extrapolables a otras zonas o territorios.

- Retroalimentación. Las informaciones de carácter espacial se reelaboran durante todo el proceso. Además, la carta arqueológica deberá estar en continua actualización. a fin de que sirvan a investigaciones recientes.

En otro orden, las categorías arqueológicas a introducir, se establecen en las siguientes cuatro entidades generales:
- Bienes muebles. Objetos muebles de carácter arqueológico sin procedencia pero con valores históricos, y museográficos.

- Bienes immuebles. Inmuebles que por su especial significación deben ser tratados de forma singularizada.

- Yacimiento. Lugar que proporciona las evidencias de actividades humanas.

- Zona arqueológica, es decir, aquel espacio físico donde se han identificado uno o varios yacimientos.

En lo que respecta a la base de datos cartográfica, ésta comprende la información referida a mapas con la ubicación de los bienes, yacimiento y/o zonas arqueológicas, vinculadas con archivos de plantas y secciones, tanto generales como de detalle, documentadas tras el registro arqueológico.

Las imágenes fotográficas y de video, pueden ir vinculadas a cualquiera de las dos bases de datos, la alfanumérica y la cartográfica. La unión entre ambas se produce por capas de información vectorial georreferenciada.

CONCLUSIÓN:

Para finalizar podemos concluir que el desarrollo de una carta arqueológica permite,
- Generar equipos de trabajo interdisciplinares.

- Disponer de una herramienta básica para la investigación integral aplicada, para el caso que nos ocupa, a la arqueología subacuática.

- Planificar futuras intervenciones.

- Dotar a la administración en general y a los equipos de investigación en particular, de una herramienta que constituye una fuente de información para la ejecución de proyectos y para la planificación de acciones protectoras.

- Servir de medio para potenciar la difusión del patrimonio histórico-arqueológico, tanto a nivel divulgativo como en el terreno de la difusión científica.

 


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