CURSO:
LA CULTURA EN EL TURISMO: Aportes desde la Antropología
(Este evento ya ha concluido)
Ejes temáticos:
¿Como comunicar el turismo cultural? Análisis de circuitos de turismo con visiones antropológicas Ética para la diversidad en el turismo
Fundamentos:
El turismo cultural es un proceso social que tiene como elemento distintivo la referencia al conjunto de procesos simbólicos que denominamos "cultura", así como a sus productos. El concepto de "lo cultural" está fuertemente vinculado a una idea de "patrimonio" -entendido éste, preliminarmente, como el uso o posesión de los bienes producidos como consecuencia de estos procesos "culturales".
El "patrimonio" puede constituir una importante fuente de beneficios para las comunidades involucradas en el proceso de turismo cultural, siempre según los "usos" sociales que estos sectores definan y planteen. Dada su naturaleza plural y compleja, el turismo cultural sólo puede ser abordado en cuanto actividad transdisciplinaria, con diversas dimensiones a considerar en lo que podríamos llamar órdenes económico, social, cultural, científico, educativo y ético, para mencionar sólo algunos.
La posición de una "cultura" respecto de su abordaje turístico ha de ser leída desde una visión crítica y problemática, que implica comprensión y diálogo en contextos muy amplios -desde lo transnacional hasta lo particular-, que imbrica procesos socio-económicos e históricos y donde resulta de primordial importancia aquello que los sujetos inmersos en dicho proceso entienden sobre lo que sea el turismo cultural.
Esta importancia no sólo surge de un contexto que podríamos llamar "ético" -el cual parte de cierta idea de "respeto" por la diversidad de formas culturales de la humanidad- sino también de una perspectiva pragmática, puesto que es suficientemente sabido que cualquier intento de transformación o gestión será inútil salvo que los protagonistas del mismo estén profundamente implicados en él.
De este modo, la conjunción entre lo "turístico" y lo "cultural" implica crear espacios de interacción donde los turistas y las comunidades puedan dialogar respecto del universo de significaciones y concepciones del mundo de la cultura a la cual se acercan, y de las perspectivas que sus mutuas diferencias hacen posibles.
Turismo cultural es visitar otra comunidad en cuanto "portadora de cultura", esto es, de otro sistema cognitivo- valorativo que implica modos humanos de actuar distintos de los del turista, y donde los sistemas simbólicos son también parte de la experiencia que hace del turismo una experiencia estética.
Es por eso que acercar la "cultura" al "turismo" implica darla a conocer como emergente de procesos históricos que se expresan en instituciones y prácticas sociales siempre cambiantes y contingentes, intentando trascender la visión que postula la "cultura" como un "producto acabado definido desde una concepción inmóvil".
En ese sentido el turismo también forma parte de los procesos que contribuyen a la construcción, reconstrucción y modificación continua de esa red de significaciones que solemos denominar "cultura". Aún más: el turismo cultural, en cuanto proceso histórico y social constituye relaciones de poder que se hacen visibles en los discursos y prácticas de los interactuantes influyendo en sus formas de acercarse al Otro cultural.
El análisis reflexivo de estas relaciones de poder generadas por el turismo forma parte TAMBIÉN de la práctica del turismo cultural. Asimismo, y considerado desde un punto de vista más general, el desarrollo de las políticas culturales y la relevancia que adquiere el patrimonio gracias al turismo cultural suelen ser fundamentales en cuanto ponen de relieve la importancia de los derechos económicos y culturales de las comunidades así como los derechos de éstas sobre su conocimiento y saberes.
De este modo el turismo cultural constituye un espacio político donde desde una situación de diversidad cultural se establece una relación entre muchas posibles. La pregunta respecto de qué tipo de relación será ésta no es menor: el turismo cultural puede tan pronto constituir un espacio para un diálogo fecundo desde la conciencia de la mutua diferencia, como un agente más en una política de sometimiento continuo y continuado.
Esta responsabilidad de y desde el turismo cultural no puede ser soslayada ni ignorada ya que de su resolución depende si el turismo será un factor de crecimiento que garantice los derechos de las comunidades al disfrute de su propia cultura o una forma más de explotación de los desposeídos por parte de consumidores de exotismo.
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