REPRESENTACIONES DEL ESPACIO EN LA IMPLEMENTACIÓN LOCAL DE POLÍTICAS DE PLANIFICACIÓN PARTICIPATIVA EN MEDELLÍN (COLOMBIA)

Alvaro Andrés Villegas Vélez
Instituto de Estudios Regionales, Universidad de Antioquia (Colombia)

Presentación

Esta ponencia muestra, a través del estudio de un caso concreto, cómo se implementan localmente las políticas de planificación participativa. El caso que aquí nos atañe corresponde a la vereda de La Aldea, corregimiento de Palmitas (Medellín-Colombia). Esta vereda se caracteriza por ser la zona más rural de la ciudad de Medellín, siendo habitada principalmente por pequeños agricultores dedicados al cultivo de café, plátano, cebolla, caña de azúcar y hortalizas.

Durante 1998, 1999 y 2000 se realizaron en este corregimiento varias reuniones con la participación de los líderes comunitarios de las diferentes veredas, estas reuniones hacían parte de la concertación con la comunidad para la promulgación del Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín ordenado por la ley 388 de 1997 o ley de Desarrollo Territorial. En Palmitas estas reuniones fueron organizadas por la ONG CEAS (Corporación de Estudios Ecológicos, Empresariales, Agropecuarios, Ambientales, Agroindustriales y Sociales) y además de los líderes asistieron a ellas funcionarios de Planeación municipal y de la Gerencia de la Conexión Vial Aburrá-río Cauca encargados de gestionar la construcción del túnel de occidente macroproyecto que se adelanta en la zona (para un acercamiento paralelo al tema ver: Villegas Vélez; 2002).

Visibilizaciones y ambigüedades territoriales

Tal vez el mejor modo de acercarnos a la complejidad de la implementación local de las políticas de planificación, desarrollo y ordenamiento territorial sea a través de modelos sencillos, por ejemplo Lyotard (1996) propone la idea de política deliberativa como la política que maneja regímenes de frases descomponibles: ¿Qué debemos hacer (para desarrollar, ordenar y descentralizar un territorio)?, este nivel da paso a un inventario realizado por expertos, continuando con lo que el autor denomina narraciones de lo irreal: ¿Qué acciones concretas podríamos emprender considerando los resultados del inventario (para cumplir los objetivos planteados inicialmente)? Es justo aquí donde se intensifica el encuentro conflictivo entre los diversos agentes sociales que buscan refutarse con diferentes argumentos en uno o varios lugares clásicos de persuasión.

En la Aldea y en general en Palmitas el proceso de planificación se intensificó gracias a la construcción del túnel de occidente y la discusión corregimental del Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín. En este proceso confluyeron varios actores que, a pesar de su diversidad, estuvieron de acuerdo en un nivel que Lyotard no menciona: ¿Qué queremos ser o qué queremos que sean?, en general tanto los funcionarios públicos como los pobladores respondieron que se debía continuar con la tradición campesina pero con ciertas transformaciones que los ayudaran a continuar en el campo en una época de vacas flacas.

Antes de determinar qué podríamos hacer para llegar a lo que queremos ser, era necesario, o así se concibió, realizar un inventario de lo que se era en ese momento; a decir verdad fueron varios inventarios, ya que cada institución manejaba uno, así la Gerencia del Proyecto de Conexión Vial contrató a Integral S. A. para que realizara un estudio de impacto ambiental (1996), Planeación Municipal por su parte obtuvo el suyo gracias al trabajo realizado por CEAS (1999), ONG que obviamente se basaba en éste mismo.

La elaboración de estos inventarios es un proceso sumamente interesante y que ameritaría un seguimiento etnográfico intenso. Dado que el trabajo de campo que realicé fue posterior a la realización de ellos, planteo más bien una conceptualización que busca cuestionar la verdad en el sentido foucaultiano de éstos.

Estos inventarios configuran lo que Oslender siguiendo a Lefebvre ha denominado representaciones del espacio, las cuales no son más que la conformación de espacios concebidos desde la lógica imperante de los saberes expertos, claramente vinculados a las instituciones y sus funcionarios, y que operan a través de la comprensión monológica de la realidad y de las lógicas de visibilización que hacen de los lugares espacios legibles a través de diversos documentos institucionales que buscan simplificar el espacio. "De esta manera se produce una visión particular normalizada que oscurece luchas, ambigüedades y otras formas de ver, percibir e imaginar el mundo. Mientras tanto, ella misma se autoriza como "verdad" del espacio." (2000: 196).

Desde esta perspectiva la realización de estos diagnósticos busca hacer legible La Aldea para luego intervenir en ella, es decir, definir el qué podríamos hacer.

Qué podríamos hacer, para ser... (campesinos)

El ordenamiento territorial propuesto para Palmitas y por consiguiente para La Aldea define el corregimiento deseado de la siguiente manera: "Queremos hacer de Palmitas el componente rural del municipio de Medellín, el centro productor de oxígeno como parte del Distrito de manejo especial de Recursos Naturales del Cerro del Padre Amaya, zona de economía campesina eficiente y área generadora de satisfacciones eco y agroturísticas, con una potenciación económica y social que beneficie directamente a la población actual y a la incrementada solo por su crecimiento vegetativo." (CEAS; 1999: 7).

CEAS manifiesta que los verdaderos autores del párrafo precedente e incluso de todo el Plan de Ordenamiento Territorial para Palmitas son los mismos pobladores locales; sin embargo, es posible apreciar inmediatamente un lenguaje marcadamente técnico que nos invita a pensar e investigar cómo se establecen este tipo de afirmaciones verdaderas, es decir autorizadas, sobre lo que la gente quiere y lo que hay que hacer para conseguirlo.

Tuve la oportunidad de asistir a varias reuniones sobre el Plan de Ordenamiento Territorial para Palmitas; en todas ellas observé discursos y prácticas sumamente interesantes. En una reunión realizada el 4 de Mayo de 2000 en Palmitas, observé cómo una funcionaria de Planeación Municipal de Medellín explicaba los alcances de la Ley 388 de 1997; su intervención estuvo caracterizada por un lenguaje coloquial, el cual ella misma explicitó señalando que para comprender las implicaciones de la ley ella hablaba "en nuestro lenguaje, en el que nosotros entendemos, en el que manejamos", hacía además constantes analogías entre el ordenamiento territorial promulgado por la legislación y el manejo de las pequeñas propiedades rurales, al tiempo que traía a colación reuniones pasadas.

Todo ello debe ser entendido como intento de convencer a los líderes locales a través de la argumentación, y de justificar las acciones a emprender por la institucionalidad estatal, incluso a través de la crítica a sectores de esa misma institucionalidad: "En Planeación Municipal no somos políticos, nosotros planificamos desde el conocimiento de la realidad, desde nuestras visitas donde ustedes, para dar a conocer a Palmitas al resto del municipio."

Todos estos esfuerzos argumentativos no garantizan en ningún momento la aceptación de las propuestas institucionales; en esta reunión hubo grandes desacuerdos en torno a dos problemas básicamente: el fraccionamiento de las propiedades y el manejo del espacio.

El primer problema se refiere a la prohibición de fragmentar propiedades de menos de tres hectáreas, práctica habitual dentro de todo Palmitas y fuertemente arraigada en La Aldea e impulsada por varios factores: terreno bastante pendiente que reduce las posibilidades de construir, la posesión de pequeñas propiedades agrícolas y la tradición de construir cerca de la casa paterna, asociada a la transmisión y fragmentación hereditaria de los predios. Esto dio lugar a que los líderes locales cuestionaran duramente la intromisión del Estado en una práctica que viene de tiempo atrás y que los distingue como campesinos de ese corregimiento; además, la imposibilidad de seguir con ese patrón se pensaba (se piensa) como la ruptura inevitable de la familia.

Ante esta resistencia, otra funcionaria de esta institución, apeló al pasado y les pidió a los líderes que recordaran un recorrido que hicieron a los barrios más pobres y densamente habitados en las laderas de Medellín en 1998, y cómo ellos expresaron que no querían vivir en un grado de hacinamiento semejante, lo cual seguramente ocurriría si seguían fragmentando de este modo la propiedad. Tiempo después, una habitante de La Aldea que asistió a ese recorrido me contó cómo a ella le daba mucho miedo que La Aldea se convirtiera "en un barrio de gamines, con una casa encima de otra, los niños por ahí todos sucios y muchachos con fachas raras parados en la esquina", agregando que los funcionarios les habían dicho a quienes hicieron este recorrido que debían poner mucho cuidado para que las veredas no se transformaran en barrios similares a esos.

El segundo problema nos remite a los tipos de intervención sobre el territorio y a los usos del suelo; tanto los unos como los otros son bastante variados en Palmitas y en La Aldea, siendo ambos explicados en la reunión que mencione anteriormente. En cuanto a los primeros hallamos: preservación estricta, en la cual queda prohibida la intervención antrópica, se debe conservar la maleza y la vegetación nativa, y preservación activa con producción primaria; aquí se permite la intervención del hombre, pero sin impacto ambiental. Planeación Municipal piensa que la intervención antrópica no es buena para la zona, pero dado que el aprovechamiento productivo de los campesinos es ya tradicional allí, se permite su intervención para su sobrevivencia. Otras categorías de intervención sobre el territorio son el incentivo de actividades forestales, que comprende la siembra de árboles y la obtención de recursos económicos por la madera; la restauración de actividades rurales, la cual pretende mitigar los impactos generados por los macroproyectos, la erosión, etcétera; la recuperación, regeneración y mejoramiento, especialmente de las zonas de riesgo y las tierras intervenidas durante la construcción del Túnel; y finalmente el redesarrollo, que comprende las zonas inicialmente rurales que cambian su vocación por las obras de infraestructura que se desarrollan en su territorio; se pretende allí un desarrollo acorde a las nueva condiciones.

Luego de exponer las intervenciones sancionadas por la ley de Desarrollo Territorial, la funcionaria pasa a exponer los usos del suelo que buscan el desarrollo sostenible del territorio. Tenemos entonces, los siguientes usos: suelo forestal protector; son las áreas cubierta por bosques naturales, en las cuales está permitido explotar los productos secundarios. Suelo forestal protector-productor, entendido como las zonas de amortiguamiento del suelo forestal protector; está permitida la explotación maderera. Suelo forestal productor; en estos suelos se puede explotar todos los productos posibles. Uso mixto urbano-rural, son los suelos rurales con asentamientos de una densidad poblacional relativamente alta.

La funcionaria que hizo esta explicación, al terminar su exposición pidió a los líderes comunitarios que realizaran las preguntas que consideraran pertinentes "porque esto tiene que quedar muy claro para que sepan lo que tienen que hacer." Un dirigente comunitario preguntó sobre el cerro del Padre Amaya [mayor altura de Medellín], en especial si se llegara a presentar una afluencia de ecoturistas que desearan subir allí; la funcionaria respondió que si bien el tránsito de personas está permitido "lo ideal sería encerrarlo para que nadie lo toque," y claro está, queda totalmente prohibida el aprovechamiento maderero y la caza, prohibición que se extiende a casi todas las áreas altas del corregimiento, lo cual causó gran revuelo ya que la población del corregimiento ocasionalmente sube a estos lugares a cazar y a recoger leña. Los funcionarios de Planeación Municipal argumentan que ese tipo de restricciones a la larga son para el bien de la propia comunidad de Palmitas, y que además se toman luego de concienzudos estudios.

Vemos pues, que en las políticas deliberativas se dan conflictos de intereses generados en gran medida por la operación de diferentes lógicas entre los agentes involucrados. Enfatizaré en los párrafos siguientes las propuestas concretas de los funcionarios y las dinámicas globales en las que se inserta.

La domesticación tecnocientífica del espacio

La intervención institucional en La Aldea ha operado, entre otras, por la elaboración y puesta a punto de diversas categorías que posibiliten la inclusión del espacio de La Aldea dentro de lo adecuado desde la óptica del capitalismo global. Por esto considero pertinente el planteamiento de Escobar al señalar que: "Las categorías [categorías que en nuestro caso abarcan los usos del suelo, los tipos de intervención, la tipificación de la economía como de producción primaria, entre otras] son inventadas y mantenidas por las instituciones sobre una base continua, como parte de un proceso en apariencia racional que es fundamentalmente político." (1998: 213).

Esto nos lleva a pensar las categorías tanto de intervención sobre el territorio como de usos de suelo, como actos de poder siempre direccionados y tendientes a influir en las formas de pensar y actuar, y así coadyuvar al éxito de diversos programas. Al respecto Brú ha planteado que el poder en la gestión ambiental "[a]lude, en primera instancia, a la capacidad de las diversas instituciones para promocionar imágenes, impulsar valores o actitudes que favorezcan a sus intereses." (1997: 10).

En nuestro caso, la ONG CEAS se ha servido de la constitución de categorías que vetan la intervención humana en una amplia zona del corregimiento de Palmitas para plantear diversos programas que buscan la constitución de La Aldea, y en general, de todo el corregimiento, en un lugar de producción agrícola capitalista y sostenible ambientalmente.

Una reunión realizada el 14 de Agosto de 2000, a la cual asistieron varios líderes comunitarios, la corregidora de Palmitas y algunos funcionarios de Planeación, Secretaria de Educación y Secretaria de Transito Municipal, fue aprovechada por dos miembros de CEAS para realizar tres propuestas: la reforestación de 3500 hectáreas de bosque, para lo cual se pediría el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (CORANTIOQUIA), apoyo que incluiría el pago a los miembros de la comunidad que intervinieran en el proyecto, la comercialización del agua dada la gran cantidad de fuentes de este líquido que hay en Palmitas, y la constitución de un centro virtual de información y negocios, con un costo de $80.000.000, el cual permitiría estandarizar la producción rural y la oferta turística.

Estamos ante la activación de la naturaleza como mercancía en un mercado capitalista. La apelación al aprovechamiento de los recursos naturales es constante dentro de la historia del capitalismo, no obstante, se intensifica y adquiere nuevas formas en la actualidad (Brú; 1997).

Como vimos en la propuesta de CEAS sobre el corregimiento deseado, Palmitas es concebido como un productor de oxígeno y debemos agregar, de agua. Siguiendo a Escobar (1998 y 1999), esta forma de apropiación de los recursos hace parte del desarrollo sostenible, última forma de la apropiación capitalista y moderna de la naturaleza, que posibilita la continuidad bajo el supuesto de la reconciliación de la naturaleza y el capital, de ciertas premisas, entre las cuales encontramos que la naturaleza es exterior a los seres humanos y que está compuesta de recursos finitos que poseen un valor económico y que pueden ser poseídos (Escobar; 1993-1994: 17).

En esta resignificación de la explotación de la naturaleza ha jugado un papel importantísimo la preeminencia de la categoría de ambiente, la cual ha reemplazado casi totalmente a la naturaleza. Como lo he expuesto anteriormente las categorías no son ni mucho menos neutrales, y ésta en particular refleja la hegemonía de lo urbano sobre lo rural: "En la forma como se usa el término hoy en día, el ambiente representa una visión de la naturaleza según el sistema urbano-industrial. Todo lo que es indispensable para este sistema deviene en parte del ambiente. Lo que circula no es la vida, sino materias primas, productos industriales, contaminantes, recursos." (Escobar; 1999: 84).

Pensemos por un momento ¿a quién se le puede vender el agua que no se utiliza en Palmitas? Además, ¿quién dada su irrespirable atmósfera, podría estar dispuesto a pagar el oxígeno resultante de las 3.500 hectáreas reforestadas? La respuesta más probable sin duda alguna sería el Medellín urbano.

Ahora, si bien este proceso no puede ser descalificado per se e incluso podría mejorar en algo las condiciones de vida de los pobladores de La Aldea y de Palmitas, también se debe considerar que consiste en cambios tan importantes como dar valor económico a elementos como el agua y el aire (1) , y también evitar la utilización de áreas tradicionalmente aprovechadas para la caza y la recolección de madera a pequeña escala.

Un proceso similar se intenta realizar con la creación del centro virtual, el cual básicamente consiste en la comercialización de los productos agrícolas del corregimiento y de los futuros planes agro y ecoturísticos a los pobladores urbanos de Medellín a través de la comunicación telefónica y por internet, a lo cual se sumaría un proceso paralelo de tecnificación de producción agraria y la constitución de agroindustrias por parte de los mismos pobladores. Dentro de las exposiciones de estos programas se hizo notoria la falta de propuestas concretas para capacitar una población que en muchos casos a lo sumo sabe leer y escribir con dificultad y que seguramente tendría serios problemas con la comercialización en línea de sus productos, además, tampoco se mencionaba la procedencia de los capitales necesarios para la constitución de las agroindustrias.

En definitiva, es posible caracterizar las dinámicas resultantes de la intervención de CEAS y Planeación Municipal como la articulación del conocimiento experto a políticas meditante las cuales el territorio es clasificado y sus habitantes disciplinados e integrados a la lógica expansiva del capital a través de procesos en apariencia neutros y racionales pero que en realidad enmascaran profundas asimetrías entre los sectores dominantes de la sociedad y los habitantes rurales de los municipios considerados ciudades. Estas asimetrías posibilitan que las políticas de planificación participativa fracasen puesto que realmente se trata de una concertación coartada por el establecimiento a priori de categorías que regulan el manejo territorial.

Bibliografía

Brú, Josepa. 1997. Medio ambiente: poder y espectáculo. Gestión ambiental. Icaria Editorial. Barcelona.

CEAS. 1999. Ordenamiento Territorial y Plan de Ordenamiento Territorial. Corregimiento de Palmitas 1998-2006. Medellín.

Escobar, Arturo. 1993-1994. "El desarrollo sostenible. Realidad y mitos." En Revista Esteros. # 3-4. Santafé de Bogotá.

_____________. 1998. La invención del tercer mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo. Norma. Santafé de Bogotá.

_____________. 1999. El final del salvaje. Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea. CEREC e ICAN. Santafé de Bogotá.

Integral S. A. 1996. Estudio de impacto ambiental. Informe final. Medellín.

Lyotard, Jean-François. 1996. La posmodernidad (explicada a los niños). Gedisa. Barcelona.

Oslender, Ulrich. "Espacializando resistencia: perspectivas de espacio y lugar en las investigaciones de movimientos sociales." En Eduardo Restrepo y María Victoria Uribe (editores). Antropologías transeúntes. ICANH. Bogotá.

Villegas Vélez, Álvaro Andrés. 2002b. Campesinos en Medellín. Políticas de la identidad, políticas del territorio. En: Beatriz Nates (comp.) Memorias del Segundo Seminario Internacional sobre Territorio y Cultura. Territorios de conflicto y cambio sociocultural. Universidad de Caldas. Manizales.

NOTAS:

(1) Aclaro aquí que el agua y el aire si se valoran en Palmitas, pero no como un bien que pueda y deba ser vendido y comprado.


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