La construcción de modelos  sociohistóricos como alternativa para el diseño de currículos para los curso de historia en educación de adolescentes.

Por arlgo Manuel Álvarez Cos

- I -

Dentro de la arqueología es un principio elemental que  todo conocimiento es una forma de abstracción que esquematiza al objeto observado, distinguiendo en  él un número mínimo de características que se supone lo definen y diferencian de otros objetos. También es un principio básico que dichas características generales permiten encasillar en una misma categoría a varios casos particulares que difieren mínimamente  en algunos aspectos secundarios. Así, al conocer las características que definen a una categoría se conocen las características más importantes de todos sus casos particulares, pudiéndolos describir satisfactoriamente con solo adjudicarles la definición de su categoría. Por tal razón, el conocimiento es general y abstracto  (Marks: 1967).

Por otro lado, es también de conocimiento común que el hombre tiene la capacidad de obtener ideas acerca de algo a partir de la experiencia o a partir de la reflexión, y que esta reflexión es, a fin de cuentas, siempre una deducción. Así, una persona puede prever las características de un objeto o caso particular, siempre y cuando pueda presumirse la pertenencia de éste a alguna categoría definida con anterioridad  (Garrido,1997:22).

Así, tenemos que toda investigación, al tener la experiencia de un caso particular, trata  de encasillarlo en una categoría, lo cual se logra al contrastar  las características que definen a una categoría con las características que se perciben en el caso particular.

Ahora bien, dado que el conocimiento científico se basa en la creación de categorías de objetos similares, puede darse el caso de que se hagan categorías de categorías. Estas categorías de segundo nivel tendrán su propia definición general acerca de los objetos que encasillan. Estas definiciones, al abarcar un mayor número de casos particulares cada vez con mayores diferencias entre sí,  tienen una mayor generalidad y por ello se alejan cada vez más de las particularidades de cada caso individual (Marks op.cit).

De acuerdo con lo anterior, supóngase que se pudiera partir de la descripción de un grupo humano en particular (llamémosle “a"), abstrayendo solo ciertas características principales que se supone son definitorias, dejando de lado aspectos que pudieran parecer de poca importancia. Más tarde, la descripción de este grupo sería comparada con la descripción de otro ("b"), encontrando que ambas comparten ciertas características, por lo cual se haría una tercera descripción que descartara las diferencias para lograr definir una nueva categoría que encasille a ambos grupos ("x"). La tercera definición será más general, pues evaluará la similitud de dos casos distintos a partir de un menor número de criterios. Si a su vez  la definición de esta categoría ("x") se comparara con la definición de otra categoría ("y")  que a su vez encasillara a otros grupos humanos ligeramente distintos entre sí ("c", "d") pero notoriamente diferentes a los de la categoría "x", entonces se encontraría que para encasillar a ambas categorías en una misma sería necesario ignorar un mayor número de características, conservando cada vez un menor número de similitudes. Esta nueva categoría (“Г”) sería aún más general y describiría de manera aún más laxa a cada uno de los casos particulares, pero describiría lo que tienen en común un gran número de casos.

Ahora bien, si a la definición de una categoría  de alto nivel de generalidad no la expresamos en forma de listado de rasgos, y en cambio lo hacemos en la forma de una proposición condicional “si… entonces”, (como en “Si cualquier grupo humano -sea de la categoría x ó y- presenta la característica Q, entonces ese grupo humano cualquiera es de la categoría “Г”) lo que estamos construyendo es una teoría.

      Así las cosas, una teoría es un enunciado o grupo de enunciados de alta generalidad  articulados por la partícula condicional. Al estar articulados por esa partícula los enunciados pueden tomar la forma de hipótesis que predicen las características de una situación, como en el caso “si existe un integrante de la clase Г, entonces se observará la característica Q”.

      Ahora bien, apegándonos a nuestro ejemplo, tenemos que las características de la categoría Г fueron definidas a partir de la observación de 4 grupos humanos. Y dado que la cantidad real de grupos humanos es mucho mayor que 4, es obvió que tener una idea de las características de los objetos o casos aún no atestiguados conlleva una enorme ventaja. Ello porque, o se cuenta de antemano con medios conocidos para interactuar con esa condición investigativa, o se cuenta con criterios para discriminar entre miembros de una u otra clase. De igual forma, la contrastación de la descripción general con cada nuevo caso particular hace las veces de una evaluación de la exactitud de la descripción.

      Ahora bien, dado que la teoría equivale a la definición de una categoría de muy alta generalidad, está claro que la descripción enunciada da cuenta de las características generales compartidas por casos muy heterogéneos, en razón de que una categoría es lo que ninguno de sus elementos. Por ello, cuando se trata de explicar un caso particular a partir de la definición de su teoría general, es necesario hacer una adecuación, es decir, es necesario explicitar de qué manera las características enunciadas por la teoría son reconocidas en el caso particular.

Ahora bien, toda adecuación es una deducción, pues inicia en la categoría más general. Ello es así por simple conveniencia pues lo más general es lo que explica a más casos, y porque ninguna persona ocupará su tiempo en atestiguar por sí misma cuanto fenómeno o problema de investigación ha sido abordado por la ciencia para así construir sus propias generalizaciones. Todo mundo parte del conocimiento acumulado, sea para corroborarlo, expandirlo o hasta reestructurarlo. Por ello la deducción es la manera más sencilla de iniciar la identificación de un caso particular por primera vez experimentado.

Así, a través de pasos subsiguientes, se definirán las características particulares del caso al determinar su pertenencia a una u otra categoría cada vez más específica. Por ello, la definición de un caso específico es la secuencia acumulativa de varias definiciones de diferente grado de generalidad. No obstante esta paulatina particularización, la adecuación no deja de ser una descripción abstracta, pues sólo toma en cuenta las características o variables que se juzgan suficientes y necesarias para explicar el funcionamiento general del caso estudiado, es decir, para catalogarlo en una clase específica.

      Así, comenzando por la definición más general, tenemos que “Todo miembro de Г tiene la característica Q”. Pero también sabemos que en la categoría Г algunos casos pertenecen a la subcategoría x y algunos otros a la subcategoría y, cada una de las cuales se define por sus propias características. De aquí que sea igualmente valido decir “Todo miembro de Г, o es un miembro de x o es un miembro de y".  Por tanto, si el nuevo caso de estudio -denominado "n"- es miembro de la categoría Г; entonces, ó n tiene las características de x,  ó n tiene las  características de y (Guerrero Martinez: 1992).

      Todo el anterior párrafo es largo y pudiera prestarse a confusiones debido al uso de las comillas, las cuales se utilizan para dar entender que en cierta sección y oración se está usando el mismo lenguaje (el español) en una forma distinta a la del resto del párrafo. Para lidiar con esta situación, la lógica formal construye lenguajes especiales con los cuales se describen las ideas por medio de fórmulas simbólicas.

      Todo lenguaje formal tiene símbolos y partículas conectivas. Los símbolos son usados para representar enunciados o proposiciones que en lenguaje natural (no formalizado) se expresan en la forma de oraciones. Por ejemplo, los enunciados “El grupo humano azteca habitó en Mesoamérica” y “El grupo humano  casas grandes habitó en Oasisamérica” se podrían abreviar simbólicamente como:

Ma1

Oa2

Donde   a1    es "El grupo humano azteca"

                a2    es "El grupo humano casas grandes"

M     es "habitó en Mesoamérica"

              es  “habito en Oasisamérica”

Los números en subíndice se refieren al número de caso, si es que a todos los casos se les nombra con la misma letra simbólica.

Las fórmulas se leen “M de a1", "O de a 2".

            En un enunciado lógico solo existen dos partes: el sustantivo particular y el sustantivo común o predicado. Por convención, el predicado va al lado izquierdo del sustantivo particular. También por convención el predicado se simboliza con letras intermedias del abecedario en mayúsculas (M, N, Ñ, O, P…)mientras que el sustantivo particular se simboliza con letras minúsculas, casi siempre las primeras del abecedario.

            La ventaja de distinguir entre el sustantivo y su predicado radica en que si diferentes  sustantivos tienen el mismo predicado entonces se usará el mismo símbolo de predicación para todos esos casos particulares. Es decir, tanto para zapotecas como para otomíes (“a3" y "a4", respectivamente) se puede usar el predicado M, pues ambos habitaron en mesoamérica.

            Cuando un predicado puede articularse de manera igualmente satisfactoria  a un grupo de predicados, el sustantivo particular  (el nombre del caso particular) puede ser sustituido por una variable individual. Es decir, por un símbolo que no hace referencia a un caso particular sino a un grupo de ellos, todos los cuales comparten una característica.  Por ejemplo,  a1 y a2 , aunque son dos casos distintos, tienen un predicado en común: ser del continente americano.

Pa1

Pa2

Donde:

            P es “habitó el continente americano”

            an es el nombre del caso particular

En lugar de escribir ambas fórmulas se puede escribir una sola que sustituya al sustantivo particular por uno genérico llamado variable individual. Por lo general, los símbolos de variables individuales son las letras finales del abecedario en minúsculas (x, y, z).

Px

Donde

 x es la variable que representa a un grupo de casos particulares.

La fórmula se lee como “P de x” o “cualquiera de un conjunto de casos habitó el continente americano” o simplemente “el grupo de los que habitaron el continente americano”.

            Esta formula sigue siendo la descripción de una caso particular, solo que el sustantivo puede variar. En ella se habla de las características de individuos, pero no de las características de una clase. No obstante, con las variables individuales tenemos un primer caso de generalización, pues al hacer una definición sobre algo no se hace referencia a un caso específico.

            Ahora bien, varios casos individuales, caracterizados por un predicado común, pueden formar una categoría, la cual puede ser estudiada y puesta en relación con otras categorías. Cuando se empiezan a estudiar y a expresar cosas acerca de la categoría, ya no se hace referencia a los casos particulares, y por tanto la categoría es tratada como un sustantivo particular que puede predicarse con sustantivos comunes.

Así, puede comenzarse hablando de gatos y perros, y descubrir que forman, junto con muchos otros, la categoría de mamíferos, la cual puede ser descrita con predicados.  En lugar de decir, “los gatos, los perros, las ave, las ballenas, etc son de sangre caliente”; se puede decir “los mamíferos son de sangre caliente”. Gramaticalmente la oración “los gatos son de sangre caliente” es igual a la oración “los mamíferos son de sangre caliente”. Sin embargo, nosotros sabemos que mamífero es una categoría de mayor generalidad que la de los gatos, aún a pesar de que la escritura no lo especifique.

            En el caso de los lenguajes formalizados de la lógica, la diferencia de niveles de generalidad sí es expresada en la escritura de la fórmula. Así, teniendo como universo (“B”) a las sociedades basadas en el intercambio de bienes, se pueden distinguir dos subgrupos: las de intercambio basado en especie, y las de intercambio basado en la mediación del capital.

B ╝(Sx v Kx)

Donde:

B      es  la categoría que incluye a “Sx” y a “Kx” con el predicado  “sociedad basada en el intercambio de bienes”

v      es partícula disyuntiva “o…o”. Los miembros de B “o son Mx o son       Ox”

╝      es símbolo de “traducción semiótica”, dice qué significa una formula de           cierto nivel si se le traduce a las fórmula del nivel inmediatamente subalterno.

Sx   es “Cualquiera de los casos que cumpla con el predicado M”                      o “cualquier sociedad de intercambio basado en especie”.

Kx   es “cualquiera de los casos que cumpla con el predicado O” o “cualquier sociedad de intercambio basado en la mediación del capital”.

En la fórmula, la categoría de nivel de generalidad más alto se simboliza con las primeras letras del abecedario en Mayúsculas. El símbolo traductor semiótico (╝) significa que al mencionar B se esta haciendo mención a una serie de grupos que están subordinados a B. B es un conjunto de subconjuntos que pueden ser enlistados individualmente en un nivel de generalidad menor.

Cuando en la fórmula se registra a B se entiende que se está hablando de la categoría. Pero si el símbolo de categoría aparece acompañado de una variable individual (“Bx”), se entiende que B está funcionando como predicado, es decir, como definición de los elementos que incluye: “x es una sociedad basada en el intercambio de bienes”

Cuando una categoría no se registra como predicado de una variable individual, puede articularse con otras categorías de su mismo nivel por medio de las partículas conectivas del lenguaje formal. Puede ser negado, unido a otra categoría, puede participar en una disyunción o en alguna implicación. Lo que debe tenerse presente es que B no es un individuo ni un conjunto de individuos, sino un conjunto de categorías.

Si B fuera incluido en una categoría de un nivel superior, la categoría que lo incluye tendría que simbolizarse  de manera distinta. Para ello, es convención utilizar letras griegas (π, ξ, μ, λ) para expresar que el elemento simbolizado y registrado en una fórmula no es un individuo sino una categoría de alto nivel de generalidad. Las fórmulas o expresiones de teorías por lo general contienen  variables simbolizadas con letras griegas, dando a entender que ese elemento particular de la fórmula supone una serie de pasos en los que se condensan muchas categorías de definiciones menos generales.

Es gracias a esta condensación de las expresiones por medio de fórmulas y niveles de generalidad que la lógica formal es capaz de expresar de manera compacta una gran cantidad de información de manera exacta, dado que las ideas son siempre expresadas de manera simple en enunciados cortos de solo dos partículas, lo cual hace fácil evaluar la verdad o falsedad de cada uno. Además, al tener las proposiciones  simbolizadas y al tener una lista de ellas, es más sencillo evaluar la corrección de las articulaciones entre ideas (razonamientos) al aplicar tablas de verdad. Así, al aplicar métodos de lógica formal en la elaboración de  teorías y adecuaciones se logra explicitar tanto los supuestos como los razonamientos que permiten suponer cierto aspecto sobre algún objeto de estudio. Además de que es posible enumerar los niveles de generalidad que recorre un argumento.

Ahora bien, dado que las fórmulas  de una teoría no expresan nada acerca de un caso en particular, pero sí expresan las relaciones que guardan diferentes características presentes en todos los casos particulares que la categoría incluye. Entonces, cuando se trata de describir un caso particular, se hace necesario deducir la fórmula que describe a su clase específica, para después sustituir los símbolos de variables individuales con las observaciones particulares del caso.

Así, el caso particular es descrito solo con la mediación de las características o parámetros de la fórmula deducida a partir de la teoría. Esto es, por medio de la sustitución se particulariza o individualiza la explicación teórica general. A tal aplicación adecuada de una teoría para explicar un caso particular es a lo que se llama modelo teorético. Un modelo es la explicación o descripción de un caso específico con el solo uso de las características definidas por una teoría. Lo que equivaldría a decir, “el caso n, descrito a partir de los criterios definidos por la teoría λ construida con la articulación de un número definido de proposiciones, es un ejemplar de la categoría B”.

Cuando las variables individuales de la fórmula son sustituidas  por observaciones específicas del caso particular, se dice que el modelo está satisfecho. Con ello se quiere decir que el caso particular presenta todas las características o parámetros que el modelo requiere para poder aplicarse. Esta satisfacción del modelo solo es  completa cuando las variables pueden ser cuantificadas estadísticamente, es decir, cuando las deducciones llegan hasta el nivel de los individuos o casos particulares.

Una vez alcanzado el nivel de la cuantificación el principal problema es describir proporciones y demostrar que cierto valor está relacionado e incluso condicionado por otro. Para ello el método básico es la graficación de dos relaciones a la vez en un gráfico cartesiano. Esta interrelación es definida por cierta regla de variación (ecuación de regresión), misma que tras algunas especificaciones, define el peso de una variable en cierta relación (su grado de determinación). Cuando hay más de dos variables interrelacionadas, lo que se hace es tomar a dos ellas como elementos de una categoría (vector). Esta categoría de dos variables adquiere valores propios, los cuales son puestos en relación con la tercera variable. Así, ante una multiplicidad de unidades, se organizan conjuntos que pueden describirse de manera más fácil. Las fórmulas que describen relaciones entre conjuntos son de “2° orden”, es decir, no son descripciones de objetos sino de categorías. (Sheenan; 1992: 243,294) Las descripciones matemáticas se conforman de la misma manera que las descripciones sustantivas articuladas formalmente.

Ahora bien, del hecho de que un caso particular pueda ser modelado por una fórmula, esto es, del hecho de que un caso  particular satisfaga las variables individuales de una fórmula; no se desprende que el caso particular sea necesariamente lo que el modelo dicta. Ello en razón de que el modelo, producto de una deducción, se aplica –a fin de cuentas- debido que se detecta una similitud entre un conjunto conocido y algunas características de un caso desconocido. Bajo esta circunstancia siempre existe la posibilidad  de que el nuevo caso sea  algo mucho más extenso que lo predicho por la fórmula, o que se parezca a otra cosa si se le compara con otra jerarquía de categorías (teoría) articulada bajo definiciones distintas.

- II -

Así las cosas, para construir un modelo lo primero que se hace es definir las fórmulas, lo cual requiere expresar en proposiciones simples todo el conjunto de presupuestos o conocimientos que se utilizan para sustentar cierta suposición acerca del funcionamiento del objeto estudiado. Esto es lo mismo que hacer explícita la teoría con la que se describe el caso particular.

El segundo paso requiere definir el universo del modelo, esto es, identificar en el caso particular los aspectos que requiere el modelo para aplicarse. Esta identificación de los aspectos requeridos supone señalar  las razones por las cuales se piensa que esos aspectos corresponden a los requeridos por el modelo. Las únicas condiciones que todo universo debe cumplir son dos: 1) no ser un conjunto vacío, 2) estar formado por objetos medianamente distinguibles entre sí, para que de esta manera los distintos objetos puedan ser clasificados dentro de categorías o conjuntos mutuamente excluyentes. Debe tenerse en cuanta que el Universo no es el caso particular, sino la forma en como la teoría ve al caso particular.

El tercer paso es definir las relaciones entre los objetos y/o entre las categorías de objetos del universo definido. Aunque los objetos del caso pueden clasificarse en categorías, ellos aparecen combinados en el universo y por tanto sosteniendo relaciones o formas de articulación que deben ser definidas.

Ahora bien, hasta el momento hemos explicado cómo se expresa formalmente un enunciado simple, pero no hemos mostrado como se simboliza una relación. Una relación se entiende como aquella acción hecha por un sujeto y que afecta a otro u otros sujetos distintos. Por tanto, una relación supone dos o más sujetos, uno actuante y otros que sufren la acción del primero. En gramática del español, una relación es descrita por la aparición de un sujeto, un verbo, un objeto directo y un objeto indirecto.

Así, no es lo mismo decir “Joaquín puede hablar”,  que decir “Joaquín habla con Petra acerca de Juan". El primer enunciado se simboliza (Pa1) y el segundo (Pa1a2a3). Con esta última fórmula se quiere decir que un mismo predicado afecta a dos sujetos. Y dado que a1 aparece más cerca del predicado (P) se entiende que a1 es el sujeto (Joaquín), que a2 es el objeto directo (Petra) y que a3 es el objeto indirecto (Juan). Es de esta manera que las relaciones entre variables de un modelo pueden llegar a representarse.

A la unión de relaciones y  de objetos se le llama “estructura” o “posible realización” o “modelo” de la teoría. Los tres nombres hacen referencia a aquella construcción del conocimiento que esquematiza a un objeto de estudio al distinguir en él  características pertinentes y relaciones entre ellas.

Así las cosas, a la conexión entre una fórmula abstracta hueca y un caso particular se le llama interpretación. Esto es, cuando se construye una estructura se está interpretando una fórmula teórica. Esta interpretación no es otra cosa que la sustitución de los símbolos de relaciones y variables individuales, por los datos del caso particular.

            Cuando la interpretación es completa, es decir, cuando cada predicado y variable individual es sustituible con algún valor particular del universo, se dice que el modelo está satisfecho. Y cuando la interpretación no es completa, o sea, cuando no todos lo predicados y variables individuales son sustituidos por algún valor del universo, se dice que el modelo no está satisfecho.

            Ahora bien, un modelo es verdadero cuando algún universo lo satisface, y es falso cuando ningún universo lo satisface. Pero como Universo  y Caso no son lo mismo, puede suceder que un modelo no explique un caso cuando de éste último se escoge un cierto universo y unas ciertas relaciones; pero  puede suceder que el mismo modelo  explique satisfactoriamente el mismo caso si de éste se abstraen un universo y relaciones distintos. Lo cual quiere decir que un modelo que no explica un caso al sustituir sus variables con ciertos aspectos, lo podría explicar si sustituyera sus variables con otras características del mismo objeto.

De esto se sigue que un caso específico no será cubierto por una teoría cuando un modelo deducido a partir de ella no pueda satisfacerse bajo ningún universo posible. Pero esto no quiere decir que la teoría sea falsa, solo significa que el caso particular no es similar a los observados anteriormente por la teoría.

La única manera de descartar una teoría es revisando su argumento o jerarquía de fórmulas. En esta revisión se evalúa la corrección de sus razonamientos y la verdad empírica de cada una de sus proposiciones en relación con sus casos originales. Esto quiere decir que una teoría solo será descartable cuando sea contradictoria consigo misma o cuando no se apegue a la realidad empírica de los casos que la originaron. Lo que es difícil de comprobar cuando una teoría fue construida cuidadosamente. 

En cambio, sí es posible que haya dos teorías que expliquen un mismo caso con la ayuda de modelos y universos distintos. Por tanto, siempre serán posibles varios modelos y teorías alternativos para un mismo caso (Garrido; 1999), idea que no agrada o agradó a algunos arqueólogos (Gándara; 1997), para los cuales era necesario construir herramientas que permitieran decidir cual de las variadas opciones posibles sería la verdadera.

Pero si las ciencias socio-históricas no son capaces de identificar una teoría única que explique de manera inobjetable el acontecer de las sociedades a través del tiempo, entonces ¿cuál podría ser su interés pedagógico, si cualquier interpretación puede ser siempre enfrentada a otra de igual validez científica?  ¿Qué se enseñaría en un curso de historia si cualquier narración es sólo una interpretación tan valida como alguna otra posible? ¿Será que entonces se aceptará que la historiografía, y específicamente la arqueología, son solo narraciones ideológicas que sustentan la identidad de un grupo? En nuestra opinión no.

En muchos escritos sobre formación de currículos escolares se llama la atención sobre dos aspectos importantes relacionados con las nuevas necesidades de la educación formal. En primer lugar se dice que la formación debe estar dirigida al trabajo. Lo cual quiere decir que debe dirigirse a la formación de habilidades, actitudes y valores que permitan a los estudiantes eventualmente ingresar a alguna actividad productiva.

A raíz de estas nuevas exigencias, muchas son las voces que acusan un creciente desuso de las llamadas ciencias humanas y defienden a dichas ciencias diciendo que es necesario preservarlas porque son la simiente de los valores sociales, dado que la historiografía registra la memoria de la humanidad.  Ante tales reclamos habría que hacer notar que son pocos los esfuerzos que se han hecho para adaptar los contenidos y objetivos de la historiografía  para cubrir las nuevas demandas.

Desde nuestra perspectiva, enseñar que toda situación humana es siempre interpretable desde diferentes perspectivas es un excelente medio para ejercitar el pensamiento analítico, la creatividad y la capacidad de decisión, en especial si se utilizan expresiones formales cuya construcción es muy similar a la que se utiliza en algoritmos matemáticos y computacionales. Todas estas, habilidades aplicables en multitud de actividades laborales, y –por ello- apreciadas por las nuevas políticas de educación (OCDE:1991:cap I).

Esta adaptación supondría tener en cuenta que la historia no solo sirve para crear identidades de grupo, idea que siempre será de importancia cuando la investigación histórica es patrocinada por una institución estatal o gubernamental interesada en construir criterios que permitan a grandes conglomerados humanos identificarse como unidad, lo cual me parece necesario especialmente al recordar el pasado colonial de la mayoría de los países latinoamericanos. Pero así como esto es necesario, también lo es satisfacer necesidades más inmediatas de formación como las arriba mencionadas (Luhmann:1993 caps 2,3). Ello podría lograrse al transformar los cursos de historia – hoy vistos como una secuencia de fechas nombres, sucesos políticos importantes y etapas evolutivas- en un prolongado estudio de casos que permita analizar las principales problemáticas de los grupos sociales y los individuos en diferentes circunstancias o escenarios, que no en diferentes etapas de la historia (Certeau; 1993:16:29). Con ello se mostraría a los estudiantes que a lo largo de su vida siempre estarán en posibilidad de verse envueltos en una muy grande variedad de circunstancias, todas las cuales se resolverán según las variables implicadas y según la estrategia que se escoja utilizar a partir de la interpretación de los hechos.

Esta habilidad de decisión rebasa los beneficios de la formación de una conciencia política o social. Esta habilidad le será útil tanto a futuros científicos, como a empresarios, comerciantes y obreros especializados en sus ocupaciones específicas. De esta manera, la enseñanza de la historia funcionaría como lo hacen las matemáticas en la educación primaria y secundaria: sería un medio o pretexto para crear y desarrollar habilidades cognitivas útiles para la vida cotidiana, en especial la capacidad de decisión (Parcerisa: 1996: 9-33).

Además, al mostrar que siempre hay varias formas de ver las cosas, se estaría desarrollando una mayor capacidad de tolerancia a las ideas ajenas, valor o actitud básica para una vida democrática. Lo cual, junto con el desarrollo de actividades en grupos, desarrollaría la capacidad de trabajo en equipo, habilidad urgentemente requerida por los nuevos modelos educativos dirigidos a las actividades técnicas y empresariales.

Si además se abordaran los casos desde una perspectiva transdisciplinaria, entonces los estudiantes estarían en la posibilidad de comprender cómo las diferentes actividades de los variados gremios de la sociedad son capaces de transformar en conjunto, tanto las visiones acerca del mundo, como las herramientas con las que cada uno trabaja. Así mismo, podrían  organizar, a través de aplicaciones específicas, las interrelaciones entre los conocimientos de sus diferentes asignaturas, logrando con ello una formación integral, dado que el aprendizaje no es acumulativo sino asociativo. Esta forma de enseñar historia haría de la materia una oportunidad de “seguimiento” y reflexión de la información  inicialmente expuesta en otras materias.

Si, por último, además hiciéramos caso a los trabajos de la psicología cognitiva (Muuss.; 1999; Gardner, 1997:23-85, 377-395), encontraríamos que la enseñanza de la historia dentro de la modalidad aquí propuesta, sería de mayor efectividad si se realizara durante la adolescencia, en especial durante el bachillerato o su equivalente, pues es cuando los individuos comienzan su ingreso en la vida adulta, necesariamente relacionada con la actividad laboral y la adopción de responsabilidades, entendiendo por responsabilidad el estar obligado a tomar  decisiones cuyas consecuencias  afectan a terceros, consecuencias que tendrían mayor probabilidad de considerarse si se cuenta con habilidades analíticas que permitan modelar (interpretar metódicamente) cualquier tipo de situación.

Bibliografía

Certeau Michel; 1993. "La escritura de la Historia" Universidad Iberoamericana, México.

Luhmann, Nicklas; Karl Eberhard Schor "El sistema educativo, problemas de reflexión" Universidad Iberoamericana- Universidad de Guadalajara- Instituto tecnológico y de estudios superiores de Occidente, Guadalajara.

Gándara Vázquez, Manuel; 1997. "El criterio de fertilidad teórica y su aplicación a las teorías sobre el estado arcaico", en "Cuicuilco", nueva época, Vol. 4, números 10-11, mayo-diciembre 1997.  INAH, México.

Gardner, Howard; 1997 "Arte, mente y cerebro, una aproximación cognitiva a la creatividad", Paidos Básica #39, Paidos, Barcelona.

Garrido, Manuel; 1997. "Lógica Simbólica", Tecnos, Madrid.

Guerrero Martínez, Luis; 1992 "Lógica, el razonamiento deductivo formal", Universidad Panamericana, México.

Marks, W Robert; 1967 "Teoría de Conjuntos (álgebra moderna)", Marcombo, Barcelona.

Muuss, Rolf E; 1999. "Teorías de la adolescencia", Paidos Studio, México.

O.C.D.E.; 1991. "Escuelas y calidad de la enseñanza, informe internacional”, Ministerio de educación de España- Paidos, Barcelona.

Parcerisa Aran, Artur; 1996. "Materiales Currculares, cómo elaborarlos, seleccionarlos y usarlos", Grao, Barcelona.

Shennan, Stephen; 1992. "Arqueología cuantitativa", Crítica, Barcelona.


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