Los Actos Conmemorativos como un reflejo de las transfromaciones en las identidades políticas

Santiago Bachiller 
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.
Departamento de Antropología Social

Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación llevado a cabo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Al comenzar tal investigación me preguntaba por los cambios operados en el peronismo durante la década de 1990 en la cual Carlos Menem, representando al partido justicialista, goberno Argentina.

Las presidencias de Menem se caracterizaron por la implementación de un plan económico neoliberal, apoyandose en grupos económicos y sectores políticos que tradicionalmente habian sido antagonistas del peronismo. Me interesaba analizar la manera en que los militantes Menemistas explican la continuidad y los quiebres históricos, en una genealogía que iniciara Juan D. Perón y que en aquel entonces concluyera en la figura de C. Menem. Fue así como comence a relizar mi trabajo de campo con una Juventud Peronista autodenominada “Libertadores de América”, la cual brindo su apoyo a Carlos Menem.

Entendi que la originalidad de mi trabajo radicaba en dos aspectos. 1) Quienes hasta entonces habian investigado al menemismo se preocuparon por remarcar los quiebres que el mismo habría implicado en la tradición peronista, sin preguntarse por la manera en que los mismos menemistas explican tal situación; 2) El pasado de la Juventud Peronista continua siendo asociado con un estereotipo que remite a la década de 1970, cuando la Juventud Peronista sostuvo a la lucha armada como medio para lograr su objetivo político, es decir “la patria socialista”. De esta manera, me preguntaba por los marcos interpretativos disponibles en la narrativa histórica peronista a través de los cuales fuese posible conciliar determinados pasados con el presente menemista.

La teoría antropológica sobre la manera en que los grupos sociales recuerdan su pasado paso a ser el marco teórico sobre la base del cual comence a diseñar mi investigación.

El 15 de noviembre de 2000 la Juventud Peronista Libertadores realizo un acto conmemorativo en el centro histórico de Buenos Aires. Durante el acto los militantes colocaron una plaqueta en recuerdo de un mensaje escrito en 1948 por el entonces presidente Juan D. Perón, el cual fue supuestamente destruído en 1955 por representantes del golpe militar que derrocara al gobierno peronista.

El acto conmemorativo de noviembre de 2000 paso a ser el eje desde el cual organice mi investigación. En tal acto, a través de una interpretación del mensaje, los militantes pantearon en que consiste ser peronista. El mensaje fue el objeto que les permitio trazar una continuidad histórica, legitimar la propia militancia en el presente.

Por otra parte el derrotero del mensaje paso a ser el hilo conductor de mi trabajo. Si bien el mensaje fue incluido en libros y revistas peronistas durante diferentes contextos históricos, en este trabajo centro mi antención en los actos conmemorativos en los cuales el mismo fue utilizado. Tales actos conforman un dispositivo de memoria muy particular; suponen una manera de narrar el pasado buscando la revalidación de una determinada cultura y sus valores a través de una representación, de una dramatización. Connerton (1989).

De esta manera decidi analizar la reconfiguración histórica de la identidad peronista a partir del estudio de los actos conmemorativos en los cuales se utilizo e interpretó al mensaje escrito por Perón.

El argumento de mi trabajo surgio a partir del análisis de tales actos conmemorativos. Sostengo que ciertos procesos históricos generaron una nueva forma de narrar el pasado nacional y peronista, lo cual a su vez implico la transformación de las identidades políticas. Mas específicamente, el análisis de los actos conmemorativos me llevo a identificar dos proceso históricos como transformadores de los procesos de historización. Me refiero a la violencia política, así como a una nueva concepción sobre el lugar que ocupa Argentina en el mundo.

1. El derrotero de un mensaje Peronista: Memoria e Identidad

1.a) “La Marcha de la Reconquista”

El 12 de agosto de 1948 el entonces presidente de Argentina Juan D. Perón leyó un mensaje el cual fue luego enterrado bajo la Pirámide de Mayo[i], con el objetivo de que quienes formarían parte de la juventud en el año 2006 lo desentierren. El entierro de tal mensaje conformo un aspecto secundario de una marcha denominada “Marcha de la Reconquista”. En junio de 1806 una flota inglesa invadió el entonces Virreynato del Río de la Plata; tropas al mando de Santiago Liniers expulsaron al invasor de la ciudad de Buenos Aires el 12 de agosto del mismo año. La marcha con la cual se conmemoró tal episodio duro tres dias, y concluyó en Plaza de Mayo donde se celebró un acto conmemorativo.

¿Por que el gobierno peronista recordaba a través de un acto, y de manera tan espectacular lo que había ocurrido hacía 142 años? El acto fue realizado el mismo año en el cual los ferrocarriles, hasta entonces de propiedad inglesa, fueron nacionalizados. Así, a través de un ritual político el peronismo se presentó a si mismo como el nuevo movimiento revolucionario, como el movimiento patriótico que continuaba la gesta iniciada por Liniers logrando un nuevo tipo de soberanía: la económica. En la celebración se hicieron presentes los elementos que Connerton entiende como característicos de los actos conmemorativos: 1) la ceremonia contada en un presente metafísico; 2) el hecho que la historia no haya sido simplemente contada sino que haya pasado a ser un culto re-presentado, vivido nuevamente; 3) el que haya existido un tiempo y un espacio privilegiados –el 12 de agosto fue la fecha que conectó 1806 con 1948; a su vez, la Plaza de Mayo fue el lugar donde Liniers expulsó  a los ingleses y donde se llevó  a cabo el acto, es decir, donde las diferencias temporales fueron negadas. Connerton (1989).

Uno de los ejes en torno al cual se organizo tanto el acto como el texo del mensaje fue la caracterización de un ’’otro”. A su vez, a medida que el “otro” -visto como un enemigo- iba siendo definido, el “nosotros” comenzaba también a delinearse.

Así como en 1806 se debio combatir para expulsar a un ejército invasor, Perón entendía que en 1948 existía un “otro” a combatir para logar una nueva independencia, ya no política sino ahora económica. Apelar al recuerdo de la gesta de 1806 en aquel 1948, a través del uso selectivo y reinterpretativo del pasado que un acto conmemorativo permite, implicó recordar que en 1948 el “imperialismo inlgés” continuaba siendo el enemigo, y que por lo tanto en aquel presente el peronismo era el continuador de los movimientos patrióticos.

Sin embargo, en el acto no se señalo al “otro” únicamente en el imperialismo inglés; en el texto que conformó  el mensaje se indicó a los partidos políticos como el “otro” a vencer en el plano interno. Esto fue posible, en gran medida, gracias a la construcción del texto que conformó el mensaje sobre la base de una lógica generacional-gnealógica.

La lógica generacional de organización de un discurso implica enfatizar una reacción reinterpretativa del pasado, marcar un quiebre en el relato. Davies (1989: 110).  Utilizando tal lógica, Perón presento al peronismo como el movimiento que marco una discontinuidad histórica entre el pasado -asociado con los partidos políticos y sus intereses sectoriales- y un presente/futuro representado por el peronismo –definido como el movimiento nacional-. Por el contrario, la lógica genealógica implica la identificación de grupos de edades diferentes con un antepasado común. Davies (1989: 110). Tal lógica fue remarcada como una forma de mostrar la equivalencia entre el peronismo y la gesta patriótica de 1806. Además dicha lógica le permitia a Perón plantear una visión evolutiva del tiempo: el peronismo se encontraba en el poder y ya ninguna fuerza podía evitar el progreso de los pueblos.

1.b) Los actos de restitución de 1986 y 1987

El mensaje escrito por Perón en 1948 no fue utilizado en rituales políticos hasta 1986 y 1987, cuando los jóvenes peronistas integrantes de un Club denominado “Libertadores de América” organizaron dos actos conmemorativos en torno al mismo.

Tales actos fueron nombrados como “actos de restitución”. La palabra “restitución” fue utilizada por los militantes con relación a la supuesta destrucción que sufrió el mensaje en 1955. El golpe de 1955 tuvo como objetivo la “desperonización de la sociedad”. Neiburg (1988). Desperonificar equivalía a descalificar todo aquello relacionado con el peronismo, acabar con la propia memoria peronista. En base al recuerdo de lo que fuera la violencia antiperonista los militantes peronistas dieron por obvia la destrucción del mensaje, así como incluyeron al mismo dentro de un amplio repertorio de objetos que pasaron a ser considerados dignos de culto.

La restitución estuvo, así, definida sobre la base de una relación muy particular entre el espacio y el tiempo.

En cuanto al espacio, la restitución supuso el ubicar a la copia del mensaje escrito por el líder en Plaza de Mayo. Fue allí donde el mensaje fue enterrado por Perón, fue de allí donde supuestamente la “Revolución Libertadora” lo desenterró y destruyó.

Por otra parte, es notable como en todos los “actos de restitución” se señalo en forma errónea al tiempo que dio comienzo al derrotero del mensaje. Esto implica que para los militantes que organizaron los actos de restitución la importancia del mensaje residió en un tiempo diferente al de su origen. Fue el tiempo de la destrucción el privilegiado en los actos de restitución. La restitución implicó reestablecer una continuidad interrumpida por una violencia política, aquella desatada en 1955 por las fuerzas antiperonistas.            

Sostengo que la violencia política transformó la lógica temporal con la cual el peronismo concibe la historia, generando una reconfiguración en las identidades políticas. El golpe militar de 1955 inauguró un período que los justicialistas denominan “Resistencia Peronista”, el cual se caracterizó por la persecución, proscripción, y exilio de su líder durante 17 años. Entiendo a la “Resistencia Peronista” como un modelo a partir del cual los peronistas elaboran la propia experiencia, como una narrativa mayor. La función fundamental de la narrativa en la vida no es la de reportar una secuencia cronológica de los eventos, sino la de marcar una perspectiva de los eventos, crear y satisfacer patrones de temas de una tradición social determinada. Gee (1991:20).

La violencia política genero dos formas de concebir el tiempo por parte de los militantes de Libertadores. En los momentos en que el peronismo se encuentra gobernando al país privilegia una lógica evolutiva, progresiva del tiempo. En tales momento el peronismo no se imagina a si mismo como uno de los elementos de un dualismo, sino que se presenta como un tercer elemento surgido para conciliar los dos polos de un antagonismo. Es por ello que en tales momentos no se invocó a un objeto de memoria que implica organizar la experiencia privilegiando una concepción temporal pendular y no progresiva.

Por el contrario, el mensaje fue siempre invocado en momentos que el peronismo se encontraba en la oposición política. Como modelo narrativo, la “Resistencia Peronista” simboliza el tiempo de la oposición política, supone una visión discontinua de la historia, una lógica binaria y pendular del pasado. Implica una cualidad temporal ya no asociada a un pasado determinado, sino a todas las épocas en las cuales el peronismo se encuentra en la oposición política. El tiempo pendular implica una forma cíclica, supone una organización dominada bajo una lógica de dos polos hacia los cuales el péndulo oscila. Leach (1961).

Esta situación muestra como el poder –en este caso aquel que persiguió al peronismo a partir de 1955- puede afectar la forma de representar el tiempo. Rutz (1992).

La concepción temporal pendular es acorde con el otro gran motivo por el cual fueron organizados los actos de restitución de 1986 y 1987; tal motivo consistió en buscar una reacción ante las históricas derrotas electorales de 1983 y 1986. Si la lógica temporal asociada con el mensaje se inscribe dentro de la narrativa conocida como “Resistencia Peronista”, invocar en tales momentos al mensaje suponía apelar a una lógica temporal pendular, recordar que las épocas en las cuales el peronismo se encuentra en la oposición política alternan con las épocas de gloria en las cuales el movimiento retorna al poder.

Así como en 1948 el mensaje habia formado parte de un acto conmemorativo en el cual la “soberanía política” fue el eje central del mismo, en 1986 y 1987 el mensaje fue reinterpretado sobre la base del lema ”liberación o dependencia”. El imperialismo continuaba siendo el enemigo, pero en el contexto de 1986 y 1987 fue el partido radical en el gobierno el señalado como el principal exponente del “otro”. De esta manera los supuestos desentierros y destrucciones por parte del gobierno radical de la copia del mensaje restituído en 1986 y 1987 fueron entendidos por los militantes como nuevos ataques del antiperonismo.

En un artículo publicado en la revista del Club Libertadores se trató al mensaje como un objeto de memoria, como un símbolo. Según los militantes, tales objetos de memoria “además de encarnar la experiencia verdadera del pueblo, otorgan identidad y expresan la representación del pueblo. Son su memoria, su presente y su futuro (…) cuando los símbolos encarnan las experiencias verdaderas de los pueblos, el imperio procura atacarlos”. Revista del Club Libertadores (octubre de 1987). Una vez más fue la lógica de la “Resistencia Peronista” la que proporcionó el marco en el cual los militantes analizaron las destrucciones de 1986 y 1987; el derrotero del cadáver de Eva Perón fue utilizado como metáfora de aquello que continuaba ocurriéndole al mensaje. “Por eso los mensajes, igual que a las personas, hay que matarlos, encarcelarlos o desterrarlos. Destruirlos! (el imperialismo) en ocasiones usa la violencia, como con el cadáver de Evita”. Revista del Club Libertadores (octubre de 1987). La peligrosidad que tendría un objeto de memoria como el mensaje para el gobierno radical se explicaba, según los militantes de Libertadores, por la vigencia de tal objeto. Lowenthal plantea que los objetos de memoria “son simultáneamente pasado y presente; sus connotaciones históricas coinciden con sus roles modernos. El pasado tangible es un fluido constante, que altera, envejece, renueva y siempre interactúa con el presente”. Lowenthal (1985: 248).

Durante el acto, los militantes hicieron explícita la relación entre violencia e identidad política al organizar al mismo en torno al recuerdo de la violencia antiperonista desatada en 1955. Sin embargo, en los actos de 1986/7 se manifestaron los efectos no explicitados por los militantes de la violencia política desatada en otro período histórico. Entre 1976 y 1983 Argentina vivio la dictadura militar mas sangrienta de su historia; el recuerdo imborrable de la desaparición/muerte de entre 15.000 y 30.000 personas genero una transformación en la manera recordar el pasado nacional[ii]. En 1986 el Peronismo continuaba siendo dirigido por su sector sindical. Dicho sector era asociado por un gran número de peronistas con la historia de violencia política desatada en la década de 1970, así como con las derrotas electorales de 1983 y 1986. Cavarozzi y Grossi (1999). Fue así como surgio el “Peronismo Renovador”, un sector dispuesto a reemplazar al sindicalismo ortodoxo en la conducción del movimento asi como a darle una imagen mas democrática al justicialismo. Los actos de 1986 y 1987 reflejaron el contexto de divisiones y transfromaciones profundas que el peronismo por entonces estaba sufriendo. Gutierrez (1999).

c) Acto de restitución del 15 de Noviembre de 2000

El último ritual político organizado en torno al mensaje escrito por Perón fue organizado por la JP Libertadores de América el 15 de noviembre de 2000.

Entiendo que en dicho acto se reflejaron las transformaciones operadas en el peronismo durante la década de 1990. De hecho, el acto no solo no fue organizado bajo lemas tales como “soberania económica” o “liberación o dependencia”, sino que además ni siquiera se hizo mención a dichos slogans politicos hasta entonces centrales en la tradición peronista. Entiendo tal situación como un ejemplo de lo que Halbawchs denominó “Silencios narrativos”. Halbawchs (1992). Un silencio narrativo señala el cambio de un período a otro respecto a los marcos sobre los cuales se organiza la memoria; en la década de 1990 algún proceso histórcio debió haber afectado los marcos sobre los cuales se organizaba la memoria peronista.

                Los fracazos económicos protagonizados por el gobierno radical de Raúl Alfonsín se expresaron con toda su crudeza con la hiperinflación de fines de los años ochenta. La hiperinflación generó el inicio de una feroz crítica por parte de la sociedad a las concepciones hasta entonces tradicionales acerca del estado, asi como el sentimiento de apatía hacia la política por parte de la población. Martucelli y svampa (1997).

El colapso del estado fue el punto de partida del programa de gobierno de Carlos Menem, electo presidente en 1989. Fueron tales críticas hacia la concepción tradicional del estado de bienestar lo que le permitió al nuevo gobierno peronista disolver los mecanismos de intervención estatal asi como liberalizar la economia[iii]. Sidicaro (2000). Los gobiernos de C. Menem supusieron el abandono de posturas tradicionales del peronismo en cuanto a un cierto aislacionismo del país, así como con respecto a la visión de las potencias extranjeras como en gran medida responsables de los males locales.

El análisis del acto conmemorativo realizado el 15 de noviembre de 2000 me permitio plantear la existencia de un segundo proceso histórico que generó una reelaboración en las identidades políticas. Tal proceso histórico puede ser señalado como “los efectos” de lo que diferentes autores denominan como “globalizacion”. La coyuntura de este concepto está relacionada con algunos acontecimientos históricos importantes: el derrumbe de la Unión Soviética, el fin de la competencia entre dos sistemas y la existencia de una única superpotencia determinante, los Estados Unidos de Norteamérica. Hirsch (1998:10).

El peronismo históricamente había sido pensado según el concepto de “Tercera Posición”, como la posibilidad de lograr un destino nacional proprio aprovechando la competencia mundial de las dos grandes potencias imperialistas. Ciria (1983).

Sostengo que el proceso de “globalización” afectó la manera en que los militantes de Libertadores conciben a la Argentina, así como las posibilidades de acción del peronismo. Nuestro país es visto por estos militantes como débil, sin poder suficiente que le permita un destino propio[iv]; entienden que Argentina solo tiene un camino posible, el cual supone adaptarse a la realidad mundial. Tal forma novedosa de concebir a la Argentina y el lugar que tal país ocupa en el mundo implicó una reconfiguración en los procesos de historización, una reelaboración de las identidades políticas. Esta visión guarda una estrecha relación con uno de los tantos efectos de la globalización descriptos por distintos intelectuales; me refiero a la reducción del espacio de las políticas locales de los estados ante el avance del mercado. López (1997).

Pero ante tales cambios en la identidad peronista cabe entonces preguntarse como estos militantes plantean una continuidad histórica, como muestran la legitimidad de sus militancias en el presente. Según los militantes de Libertadores la continuidad histórica esta dada por el carácter revolucionario del peronismo. Pero “lo revolucionario” en el acto del año 2000 no estuvo asociado con la “soberania económica” como en 1948, ni con la “liberación nacional” como en 1986 y 1987. Luego de que C. Menem se presentase a sí mismo como aquel que reincorporó el país al mundo, los militantes de Libertadores describieron al peronismo como “revolucionario” por ser el único movimiento nacional que adapta al país a los grandes procesos históricos[v]. Con respecto a tal transformación en la forma de recordar el pasado, y por ende en plantear en qué consiste la esencia del peronismo, es útil recordar lo que escribio Halbawchs: “los grupos son capaces en cualquier momento de reconstruir su pasado. Frecuentemente lo distorsionan en esa reconstrucción (…) ese es el por qué en cada período la sociedad readapta sus recuerdos buscando ajustarlos a las condiciones cambiantes”.  Halbawchs (1992).

La manera en que se definió el “nosotros” y el “los otros” durante el último acto de restitución conformó otro ejemplo sobre la transformaciòn de los procesos de historización. Así como en los distintos actos conmemorativos el “otro” fue descrito como el enemigo y asociado con el imperialismo o con los partidos políticos, el 15 de Noviembre de 2000 el “otro” terminó siendo asociado con “los medios económicos concentrados y los medios de comunicación”, con aquellos que le disputan a la política el sistema de decisiones. Por otra parte así como el “nosotros” había sido definido como “los peronistas” en las anteriores interpretaciones del mensaje, en el acto del año 2000 la reinterpretación del mismo supuso asociar al “nosotros” con aquellos que, como el peronismo, apuestan por la política.

¿Cómo es posible que, a través de la puesta en escena de un mismo mensaje en distintos actos conmemorativos, los partidos políticos hayan dejado de conformar el “otro” y pasado a integrar el “nosotros”? Como vimos anteriormente, la “Renovación Peronista” se caracterizó por sostener la necesidad de que el peronismo comenzase a operar como un partido político y ya no como un movimiento, que el peronismo se aleje de la imagen que lo caracterizaba como un movimiento violento, que el sistema de partidos políticos pasase a ser visualizado como positivo. Este proceso se intensificó con la llegada de C. Menem al poder. En definitiva es teniendo en cuenta el efecto del recuerdo negativo por parte de la sociedad de lo que fuera la violencia política, que podemos comprender cómo los demás partidos pasaron de ser visualizados por los peronistas como “enemigos”, a conformar parte del “nosotros” en el acto de restitución.

¿Por qué motivo los medios económicos concentrados y, más específicamente, los medios de comunicación pasaron a conformar el “otro” en el acto conmemorativo realizado el 15 de noviembre de 2000?. Durante el acto, la oradora expreso su preocupación ante un peligro que amenaza a la sociedad argentina. Tal peligro consistiría en el descreimiento popular respecto a la política y a sus representates. A su vez, la oradora señalo entonces al nuevo “otro” en aquellos que compiten con los políticos por el sistema de decisiones; aquellos que, como los medios económicos concentrados y mas específicamente los medios de comunicación, asocian a los políticos con la corrupción generando la apatía popular hacia la política. Así, la recuperación del mensaje de Perón debía ser entendido como un gesto de recuperación de la política.

Pero entonces, ¿cómo actuar frente al desprecio hacia la política? Los militantes encontraron tal respuesta en un ritual político, en la celebración de un nuevo acto conmemorativo. Fue ante la percepción de la devaluación del sistema político que los militantes organizaron el acto en coincidencia con una de las fechas centrales del calendario peronista, el 17 de noviembre o el “Día de la Militancia”[vi]. ¿Por qué asociar al mensaje con el “Día de la Militancia” a través de una ceremonia conmemorativa? El ritual brinda una respuesta, pues el mismo supone el uso de un lenguaje performativo que no provee una descripción de cierta acción, sino que él es por sí mismo una cierta conducta. Connerton (1989). De esta manera, el ritual performativo implica darle una determinada forma a la conducta, al discurso.

La conexión entre el antepasado que dio origen a la propia genealogía y los jóvenes es el elemento que aporta la carta; la conmemoración de la militancia, su valoración positiva es el elemento que aporta el 17 de noviembre –que en si mismo condensa la militancia de todas las generaciones. Estos dos elementos fueron unidos en un tiempo y bajo una lógica ritual, la cual posee particularidades que la diferencia del tiempo de la vida cotidiana. El tiempo de la vida cotidiana se caracteriza por el uso de nociones temporales de producción, contrastando con el tiempo del ritual que se caracteriza por ser estático o cíclico –lo cual permite la sensación, tan característica de todo ritual, de fusión del pasado en el presente. Bloch (1989). El tiempo del ritual permitió así una fusión entre el tiempo de la militancia con el presente. El elogio de la militancia se dio, vale la pena recordarlo nuevamente, bajo un contexto de apatía y desprecio por parte de la población ante todo lo relacionado con la política. En este contexto y pensando en esa capacidad que posee el rito de incidir sobre quienes participan en él, es útil recordar lo que escribió Connerton: “los efectos que provoca el rito no se encuentran limitados en la ocasión ritual: los ritos poseen la capacidad de darle valor y sentido a la vida de aquellos que forman parte del mismo”. Connerton (1989: 45).

2. Conclusión

El pasado nacional, así como el peronismo, históricamente fueron interpretados sobre la base de una lógica donde lo político fue el eje estructurador. Así, el dualismo que durante años caracterizó a la manera de explicar el pasado tuvo su base en una lectura política del mismo.

Si la “globalización” supone una primacía del Mercado Mundial sobre los Estados Nacionales, generando así un impacto subordinador y aún impotentizador de la política, entiendo entonces que el avance de “lo económico” sobre el terreno de las discuciones del destino nacional supone la puesta en jaque de la forma tradicional de interpretar el pasado nacional a través de lo político, generando así una nueva reonfiguración en las identidades.

Bibliografía

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Ciria, Atilio, 1983, Política y cultura popular: la Argentina peronista (1946-1955). Buenos Aires, Ediciones de la Flor.

Connerton, Paul, 1989, How societies remember. London, Cambridge University Press.

Davies, John, 1989, “The Social Relations of the Production of History”. En: Tonkin, Elizabeth, Maryon Mc DONALD & Malcolm CHAPMAN (eds), History and Ethnicity, London, Routledge.

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(1992-1952)”. En On Collective Memory, Lewis A. Coser (ed.), Chicago, The University of Chicago Press.

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Lowenthal, D. 1985 The past is a foreign country. Cambridge University Press.

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            Latinoamérica ahora o nunca. Editorial Pleamar, Buenos Aires.   

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Fuentes no Bibliográficas

Revista del Órgano Oficial del Club Libertadores de América del Movimiento Peronista, “No nos han vencido”,  Septiembre/octubre de 1987.

Diarios.

La Prensa 11 al 13 de agosto de 1948

El Mundo 11 al 13 de agosto de 1948


NOTAS

[i] La pirámide de Mayo, por su ubicación espacial en plena Plaza de Mayo, es un símbolo importante en la historia Argentina. Se supone que fue allí donde Juan de Garay fundó por segunda vez la ciudad de Buenos Aires en 1580, fue allí donde los ciudadanos se reunieron en 1810 en lo que fuera el origen del movimiento de independencia, y fue también allí donde las multitudes se dieron cita para manifestarse a lo largo de toda la historia del país.

[ii] Como consecuencia del Proceso de Reorganización Nacional existe una manera dominante de concebir “la memoria” en la Argentina; desde 1983 “la memoria” implica un concepto de uso estrictamente político, inexorablemente ligado a las prácticas de los organismos de Derechos Humanos tendientes a reclamar justicia frente a los crímenes perpetados por el terrorismo de Estado. Memoria aquí significa, pues, no olvido y justicia. Visacovsky (2001).

[iii] La liberalización de la economía pudo lograrse a través del plan de convertibilidad y reforma del Estado, encarada durante la gestión del ministro de economía Domingo Cavallo desde 1991. El plan de convertibilidad produjo una verdadera transformación en las reglas de juego económicas. Se efectuó un importante programa de privatizaciones de las empresas públicas que impactó por su celeridad y amplitud: se liberalizó fuertemente la inversión extranjera, se suprimieron los principales mecanismos de control del Estado sobre la economía en favor de las reglas del mercado. Asismismo se puso en vigor un programa de reestructuración global del estado a través de la reducción del gasto público, la descentralización estatal y el traslado de competencias a los niveles provincial y municipal, y la reforma administrativa. Sidicaro (2000).

[iv] Definir al país como débil y por lo tanto incapaz de crear un rumbo proprio en la historia supone un quiebre en la tradición peronista. Martucelli y Svampa remarcaron el contraste entre esta concepción de la política con la visión que sostenían quienes militaron en los distintos sectores de la JP en la década de 1970, para los cuales “el horizonte de los posibles históricos pareció ampliarse: la voluntad militante y la conducción política eran capaces de generar la historia”. Martucelli y Svampa (1997: 141).

[v] Es así como podemos comprender la siguiente explicación proporcionada por un militante acerca de la continuidad histórica del justicialismo: “(el peronismo) siempre estuvo, agarra cualquier período del peronismo, en la ola de lo que pasaba en el mundo, nunca a contramano. En el 45 estaba la posguerra y lo que imperaba en el mundo era el Estado de Bienestar, entonces Perón comienza a construir el Estado de Bienestar (…) en los 70’ el mundo se corre hacia la izquierda, el peronismo esta en ese corrimiento e incorpora a las clases medias y a los jóvenes (…) en los 90’ el mundo asiste a cambios muy repentinos. Cae el muro como expresión más gráfica… Los 90 es una etapa de transición hacia un mundo diferente. Y el peronismo lo que hace es verse a tiro con esa transición, intenta cabalgar sobre la incertidumbre” (entrevista a TI). Para estos militantes la continuidad no està dada por lo ideológico; por el contrario, el peronismo se caracterizaría históricamente por ser un movimiento que privilegia el pragmatismo político: “(Menem) adaptó la doctrina, las doctrinas no son eternas, sí los grandes principios. Ya lo había dicho Perón, las ideas no son cárceles, son instrumentos para cambiar la realidad (entrevista a MO).

[vi] Tal fecha remite al 17 de noviembre de 1972, cuando una multitud se movilizó para recibir a J. D. Perón tras su regreso al país luego de 17 años de exilio. Según se recuerda en la tradición peronista, fueron miles de militantes anónimos los que hiceron posible el retorno del líder, es por ello que tal fecha pasó a ser recordada como el “Día de la Militancia”


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