ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA
E HISTORIA |
Pinturas espirituales.
Identidad y agencia en el paisaje relacional de los cazadores, recolectores y pescadores del centro-oeste de Sonora
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE
DOCTORA EN
ARQUEOLOGÍA
PRESENTA
SILVINA ANDREA VIGLIANI
DIRECTOR DE TESIS: DR. STANISLAW IWANISZEWSKI
MEXICO, D.F. |
2011 |
IV. PLANTEAMIENTO DEL CASO Y OBJETIVOS
1. Planteos para el estudio de caso
Las investigaciones arqueológicas en el estado de Sonora son bastante escasas con relación a otros estados de la república mexicana. Esto se debe en parte a que la atención de la arqueología mexicana se ha centrado en estudiar sitios con arquitectura tanto para magnificar la “capacidad tecnológica y civilizada” del pasado prehispánico como para realzar la identidad nacional mexicana. Sonora no es la excepción a esta tendencia ya que la mayoría de los proyectos arqueológicos se concentran en el norte y este del estado, asociado con el fenómeno Trincheras y Casas Grande y a partir de ello con el complejo cultural Hohokam y el Gran Sudoeste.
El centro-oeste, área de nuestro estudio, y en especial la costa central de Sonora, ha atraído la atención más bien de antropólogos, etnógrafos y etnohistoriadores que de arqueólogos. Una de las razones de ello se debe en parte a la persistencia de grupos, particularmente los seris, con un modo de vida nómada y una relativa independencia respecto a la cultura occidental hasta bien entrado el siglo xx. Asimismo, la resistencia encabezada por estos grupos frente al dominio español y luego mexicano, ha dejado una cantidad considerable de fuentes escritas enriqueciendo de este modo el registro etnohistórico e histórico de alcance tanto regional como nacional.
Los escasos estudios arqueológicos realizados en el centro-oeste de Sonora han aprovechado, y con razón, la información etnográfica y etnohistórica de la región. Sin embargo, esto ha llevado a que la mayoría de estos trabajos se concentren en los periodos históricos, de contacto y, con suerte, inmediatamente anteriores a éste. Si bien existen evidencias de ocupación temprana a partir de la presencia de elementos adscriptos al paleoindio y arcaico [Robles, 1974], un problema real en la dificultad de profundizar cronológicamente la secuencia de ocupación ha sido el aspecto geológico y estratigráfico, especialmente de la costa central [véase Bowen, 1976]. No obstante, la escasez de trabajos sistemáticos en tan amplio territorio, especialmente tierra adentro, ha sido la causa fundamental del poco conocimiento respecto a las características de ocupaciones más tempranas y a la diversidad de los grupos que ocuparon y se movilizaron por esta zona en tiempos anteriores a la conquista, lo que lleva a desconocer la dinámica de cambios y reacomodos sufridos a partir de ella. 7
Por otro lado, hay que destacar la manera en que se ha tendido a abordar el estudio de cazadores recolectores. En primer lugar, los cazadores recolectores no son sociedades cerradas e internamente indiferenciadas, sino que engloban una diversidad de colectivos sociales distintos, complejos y dinámicos. En este sentido, hablar de grupos cazadores recolectores implica simplemente referirse a un conjunto de sociedades agrupadas en la misma categoría debido a que presentan similitudes en cuanto a sus economías y técnicas de subsistencia. Existe un amplio debate respecto a esta denominación ya que la misma asume que grupos tan diferentes y ampliamente separados unos de otros como los Aborígenes Australianos y los Inuit [Eskimo] puedan ser perfectamente comparados [Testart, 1988]. Sin embargo, hay grupos con bases económicas similares que presentan construcciones sociales muy diferentes y complejas teniendo que ver más con el parentesco y el simbolismo que con lo económico. Es decir, la diversidad existente entre los cazadores recolectores no queda necesariamente reflejada en el aspecto tecno-económico. Más bien, si algo relfleja este aspecto es una inquietud propia de la modernidad.
La historia de los estudios sobre cazadores recolectores ha corrido paralela a la historia de la disciplina antropológica así como del debate político de occidente. Filósofos como Hobbes, Locke y Rousseau en adelante han recurrido a los relatos contemporáneos de los “salvajes” para especular sobre la vida en el estado de la naturaleza y de lo que constituía la buena sociedad. Con la publicación, en 1859, de El origen de las especies de Darwin la cuestión de la antigüedad de la humanidad se convirtió en la preocupación central de los estudiosos. De este modo, la imagen de los cazadores recolectores ha variado entre dos polos. Por un lado, fueron considerados durante siglos como “salvajes” en contraposición al extremo opuesto y perteneciente a la sociedad moderna de los “civilizados”. Por otro lado, y en coincidencia con la “posmodernidad” comenzó a dominar una visión muy diferente: la de una forma de vida cuyas virtudes han desaparecido tras el materialismo y la marcada desigualdad de la vida urbana contemporánea [Lee y Daly, 2001]. Se trata, claro esta, de conceptualizaciones fuertemente arraigadas en nuestro presente social. Lo cierto es que los cazadores recolectores suponen grupos muy diversos viviendo en un amplio rango de condiciones.
La aceptación de esta diversidad ha llevado a los investigadores a tratar de explicar a estos grupos ya no desde la noción de sociedades simples o idealmente igualitarias sino a partir de sus múltiples formas de interacción. En este caso, se propone enfocar el estudio de la diversidad social a través de la noción de identidad. Esta postura busca centrar la atención en el aspecto cosmovisional y ontológico de los colectivos sociales, lo que da cabida a la consideración de la agencia y de la materialidad del paisaje, ambos de vital importancia en la definición y negociación de las identidades.
2. Objetivos de la investigación
Interrogarnos acerca de las distintas formas de expresión que pueden tener los pueblos es cuestionarnos acerca de la diversidad social y cultural de los grupos humanos, pero también y sobre todo es sumergirnos en las diversas formas de Ser-Humano. Esto nos lleva a hacer una mirada diferente de la problemática de la diversidad social y cultural, una que considere los parámetros más profundos de toda sociedad humana, parámetros desde los cuales cada colectivo social se construye a sí mismo al tiempo que los reinventa: la noción (ontológica) del ser y del mundo.
Los estudios de identidad parten de un supuesto básico: en todas las sociedades humanas existen mecanismos a partir de los cuales las personas y los grupos se reconocen a sí mismos y se diferencian de los demás. Estos mecanismos contribuyen a la producción, negociación y transformación de las identidades grupales y personales y, como tal, forman parte de la dinámica que caracteriza a todas las construcciones sociales.
Si la antropología como disciplina nace a finales del siglo XIX para conocer al Otro-exótico que iba conquistando, lo hizo a partir de un Sí-mismo. En términos de los estudios de identidad, la antropología clásica comenzó a conocer al “Otro-exótico” a partir de lo que lo diferenciaba y lo asemejaba con el Si-mismo. Este proceso, por supuesto, fue filtrándose en la identidad de la sociedad occidental y moderna al tiempo que la ubicaba en el pedestal de la “civilización”. Es por ello que la antropología desde sus inicios fue construyendo la identidad del “Otro” pero también su propia identidad [por definición, la occidental] desde un status quo idealizado, bastante conveniente y a veces poco cuestionado.
Ya en el siglo xx, desde la filosofía así como desde la antropología, se empezó a reflexionar acerca de la construcción de la identidad occidental y moderna, acerca de los parámetros que fueron definiendo su forma de ser y de conocer el mundo, y que están absolutamente ligados a la relación con los “Otros”. Esta reflexión será fundamental en esta investigación, no solo para ponerse a la par de los “Otros” sino sobre todo para entenderse como Diversidad.
En este trabajo, se plantea entender esa Diversidad no solo desde las distintas formas de expresión de cada pueblo, sino fundamentalmente desde las distintas formas de ser y de conocer, de identificarse y de construir su mundo, de relacionarse y de comunicarse. En otras palabras, se plantea indagar en la diversidad humana desde formas de Ser-ahí diferentes.
A partir de ello se plantean los siguientes objetivos
A. Esbozar una revisión crítica de las categorías y conceptos a utilizar relativos particularmente a las nociones de identidad y agencia, cuerpo y persona, paisaje y lugar, a partir de una hermenéutica interpretativa.
Este punto será fundamental a lo largo de esta investigación. Salvo los casos que estudia la arqueología histórica o la arqueología industrial, entre otras, la mayoría de las sociedades que estudian los arqueólogos se insertan en formas de ser y de conocer el mundo que no coinciden necesariamente con los parámetros occidentales y modernos de los académicos. Los marcos conceptuales que representan nuestra forma de percibir la realidad pueden contener un orden de racionalidad y de lógica radicalmente diferente al de los grupos que estudiamos. En este sentido, tomar conciencia de los fundamentos filosóficos en que se basa el pensamiento occidental es fundamental para evitar trasladar nuestras categorías a contextos socioculturales ajenos, distorsionando con ello la comprensión del pasado y de nosotros mismos.
B. Construir un planteamiento abierto al estudio de sociedades cazadoras recolectoras y pescadoras móviles con el fin de definir categorías y conceptos que permitan analizar la dinámica de este tipo de construcciones sociales.
La revisión crítica de nuestras categorías nos permite estar abiertos a la identificación de formas de ser y de relacionarse más propias de este tipo de colectivos sociales. Con ello, se busca entender la dinámica de estos grupos desde sus propias bases ontológicas y no desde las categorías que enmarcan a la sociedad occidental. En otras palabras, podremos seguir entendiendo la dinámica de estos grupos desde categorías evolutivas y/o funcionalistas tales como el desarrollo tecnológico, la organización económica, la complejidad sociopolítica o incluso la revolución [en términos childeanos], o bien podremos buscar y definir las categorías que más nos acerquen a estos grupos para entender el cómo y el por qué de sus prácticas sociales. Esto no implica que tales categorías sean étnicas: las categorías analíticas siempre son académicas. Se trata más bien de definir categorías que ofrezcan una apertura hacia otras formas de ser-ahí, lo que puede lograrse, por ejemplo, desde la noción de cuerpo y persona.
C. Discutir, desde diversos casos etnográficos, la noción de cuerpo y persona y evaluar su aplicación en el contexto arqueológico.
La noción de cuerpo y persona ha sido un tema de interés antropológico desde hace años (considérese, por ejemplo, “Las técnicas del cuerpo” de Marcel Mauss publicado en 1936). En este marco, la etnografía nos ha permitido ver la existencia de diferentes formas de entender el cuerpo y de concebir a la persona, particularmente en sociedades donde el paradigma cartesiano que separa cuerpo, mente y alma nunca tuvo cabida. En estos casos, la condición de persona suele no limitarse al humano, así como la noción de cuerpo tampoco se restringe necesariamente a la propiedad biológica. De este modo, la acción, la intencionalidad o la capacidad de modificar un estado de cosas (la agencia, tal como se la propuso desde la sociología) no se limita a la especie humana. En arqueología la aplicación de la teoría de agencia a sociedades del pasado requiere entender primero quién o qué pudo ser agente desde sus propios parámetros ontológicos ya que esta capacidad pudo estar condensada en otros restos materiales y/o formas del paisaje. La etnografía nos aporta abundante información acerca de la constitución anímica de las cosas y con ello de la noción de cuerpo y persona.
D. Analizar, desde la arqueología del paisaje y la noción de cuerpo y persona, el papel activo que ciertas entidades no humanas pudieron tener en la construcción dinámica de una sociedad.
Si hablamos de papel activo hablamos de agencia. Sin embargo, en arqueología la aplicación de los estudios de agencia ha estado limitada al mundo de los humanos. En este caso, y en virtud de lo que la etnografía nos aporta, creo importante considerar una noción de comunidad que abarca algo más que humanos. La arqueologia del paisaje y la noción de cuerpo y persona ofrecen la posibilidad de tener una visión más activa del “entorno” o “medio ambiente”. Esto implica dejar de lado el dualismo ontológico propio de la modernidad que separa al mundo de la naturaleza del mundo de la cultura, para partir de un enfoque relacional, esto es, aquel que considera que las cosas están en proceso de hacerse en virtud de sus relaciones. Desde este enfoque, es posible construir un análisis que tome en cuenta a las “cosas del entorno” como entidades potencialmente activas en el devenir de una sociedad.
E. Desarrollar una propuesta metodológica a partir de la cual interpretar las prácticas y los mecanismos sociales por los cuales los cazadores recolectores construían y negociaban sus identidades grupales y personales.
A partir de una revisión crítica de los conceptos a utilizar en el marco de la arqueología de la identidad, se buscará construir una propuesta metodológica que permita aproximarnos analíticamente a estos grupos desde bases ontológicas más próximas a los mismos. Con ello se intenta hacer un aporte al conocimiento de este tipo de colectivos sociales que se manifieste ya no como un punto en la escala de desarrollo humano sino como una forma más de ser y de conocer, de relacionarse y de identificarse. La arquelogia del paisaje, la teoría de agencia y la noción de cuerpo y persona ofrecen herramientas conceptuales útiles para lograr dicho objetivo.
Conjuntamente con ello, y en referencia al arte rupestre presente en la zona de estudio, se propone:
F. Analizar, identificar y definir los distintos grupos estilísticos del arte rupestre presentes en el sector noroeste de la Sierra Libre.
G. Analizar los contextos de ejecución de los grupos estilísticos en términos de asociación a lugares específicos y a prácticas sociales particulares.
H. Establecer una secuencia relativa de la gráfica rupestre que sirva como marco comparativo para la región.
Dado la escasés de estudios sistemáticos en la región y particularmente en el arte rupestre local, 8 se busca hacer un aporte al conocimiento del mismo sentando las bases para futuras investigaciones en la región así como para estudios comparativos en otras regiones. De más está decir que el estudio sistemático que se propone aquí (puntos F, G, H) constituye una etapa analítica necesaria para poder avanzar en la propuesta interpretativa del arte rupestre en el paisaje, tema central de esta investigación.
I. Analizar el papel activo de la pintura rupestre-en-el-lugar como parte de los mecanismos de formación y negociación de las identidades personales y grupales.
Este objetivo constituye el tema rector de esta investigación por lo que reúne y requiere de todos los pasos previos. Por lo general, el arte rupestre es considerado como la representación gráfica de algo, sean animales, humanos o fosfenos. Esto implica que la figura sea vista como algo que en realidad no es, y por lo tanto como una entidad estática e inanimada. En este caso, se intenta ver en el arte rupestre algo más que la representación de otra cosa. La noción de agencia en el marco de una ontología relacional (o animista), permite analizar el papel activo de las cosas, por ejemplo de las pinturas, en la conformacion y negociación de las identidades.
J. Con este enfoque se busca hacer un aporte, en el terreno teórico y metodológico, al estudio de las sociedades humanas en general y de los cazadores recolectores en particular.
Con esta propuesta se intenta llamar la atención hacia aspectos tradicionalmente negados o subestimados por la investigación arqueológica. A lo largo de este trabajo intentaré demostrar que mediante la aplicación crítica de determinadas herramientas teóricas y conceptuales es posible aproximarnos al trasfondo ontológico de los grupos del pasado que estudiamos, lo que a la postre permitirá interpretar la evidencia arqueológica desde parámetros cosmovisionales más cercanos a esos grupos, valorando las diversas formas de ser-ahi.
NOTAS
7 Al respecto, debemos reconocer el trabajo de Edward Moser [1976] acerca de las bandas seri en el que identifica y analiza la desintegración social ocasionada por las guerras contra el estado mexicano. Sin embargo, se trata de un estudio lingüístico a partir de la tradición oral y no de un estudio arqueológico.
8 A expensas del que se está realizando en el cañón de La Pintada.
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