HALLOWEEN: CONTROL SOCIAL E IDENTIDAD CULTURAL
Margarita Barrera Cañellas
Los estamentos institucionales de los estados ejercen en determinadas ocasiones un férreo control social, como forma de encauzar las diversas manifestaciones culturales que se producen en su territorio, y encaminarlas hacia nuevas reelaboraciones de sus celebraciones acordes con sus políticas de tipo cultural.
Un ejemplo claro de este proceso se está produciendo en Estados Unidos de Norteamérica, en donde el estado está ejerciendo una fuerte presión encubierta en las fiestas de las distintas culturas y pueblos que allí conviven, con el fin de amalgamar todas ellas en un ciclo festivo artificial, que cumpla con dos requisitos básicos. El primero de ellos, que todas estas culturas lo reconozcan como propio al menos en parte, y el segundo, que se sientan unidos bajo una misma celebración. Ambas condiciones persiguen el objetivo de una reetnización sutil de la población.
El control social es ejercido sobre la población más joven, utilizando como instrumento el diseño curricular de educación infantil y juvenil obligatoria en el ámbito nacional, consiguiendo que estos colectivos reaccionen ante unos modos de afirmación identitaria, que han sido manipulados adecuadamente por los estamentos institucionales en su beneficio, interfiriendo en el proceso cultural generacional habitual y obteniendo, que las generaciones estadounidenses más jóvenes ofrezcan una alternativa común frente a los diversos componentes culturales de las tradiciones de sus mayores, que conforman hoy en día el crisol de la sociedad norteamericana actual.
Así, la fiesta de Halloween es posiblemente la celebración estadounidense en la cual podemos ver más claramente este proceso, ya que forma por sí misma una unidad referencial compleja.
Halloween se celebra la noche del 31 de Octubre, es decir, la víspera de la celebración de Todos los Santos (BANNATYNE, 1990:6), y durante la misma, grupos de niños disfrazados recorren las calles de las ciudades y pueblos de casa en casa pidiendo dulces.
Su origen es el antiguo festival celta de Samhain, en el cual se celebraba el cambio de la estación cálida a la estación invernal, y que ha pervivido a lo largo de múltiples reelaboraciones culturales hasta nuestros días.
En los días previos a la fiesta, todas las casas se adornan con motivos y decoraciones referentes a la fiesta: brujas, fantasmas, calabazas, vampiros, esqueletos, gatos negros, arañas, espantapájaros y un sinfín de monstruos destinados a asustar a los visitantes, (GARDNER, 1977: 66).
Se organizan actividades en los colegios y parques, con juegos y atracciones adaptadas adecuadamente a la festividad, y la población se lanza a un consumismo sin freno en un intento de obtener la decoración más horripilante posible.
La fiesta suele desarrollarse en dos entornos distintos principales. El primero de ellos, dentro de recintos controlados como colegios, parques, o iglesias, que se han vuelto muy populares entre los padres, como consecuencia de la aparición de leyendas urbanas de terror, sobre envenenamientos de dulces, ataques y agresiones a los niños, o ritos satánicos, ya que proporcionan a los menores un lugar seguro de celebración, y en los cuales se organizan los juegos tradicionales de esta fiesta como el Juego de los 3 Cuencos o la Mesa de los Fantasmas (CAREY,1971:207), entre otros.
El segundo, son las calles de urbanizaciones y ciudades, que los niños recorren de casa en casa, gritando “Truco o Susto” 1, y que es la forma más típica, culturalmente hablando de celebración, rodeados en la actualidad por medidas de seguridad cada vez más severas, destinadas a protegerlos en las calles.
La representación simbólica por antonomasia de Halloween es la conocida calabaza esculpida con una mueca, llamada Jack o’Lantern, que se ha convertido en uno de los símbolos más conocidos de la cultura norteamericana reciente, y que aporta su color como uno de los colores típicos asociados a esta fiesta, (AINSWORTH, 1986:41). El otro color característico es el negro, el cual es representado por murciélagos, vampiros, gatos negros y arañas.
Entre los diversos elementos simbólicos que la conforman podemos destacar lo que podríamos señalar como los diferentes orígenes culturales de los mismos. Así, brujas, gatos, calabazas y arañas, procederían de la línea cultural de origen anglosajón, mayoritaria actualmente en Estados Unidos.
A los anteriores, que bien podríamos llamar elementos primarios se les han unido esqueletos, muertos, calaveras y cementerios, como elementos culturales procedentes de las grandes oleadas de emigración procedente de Latinoamericana, especialmente de Méjico y Guatemala, países de origen de gran parte de los habitantes hispanos de Estados Unidos, famosos por sus grandes celebraciones del Día de los Muertos, y cuyas representaciones más características son calaveras y esqueletos.
Asimismo, otros elementos que han sido incluidos con gran aceptación por parte de todos los públicos de Halloween, son los murciélagos y vampiros. Su inclusión en la fiesta es bastante reciente, creemos que se produjo a principios del siglo XX, con la llegada de oleadas importantes de gentes procedentes del Este de Europa, que llevaron consigo sus tradiciones, folklore y leyendas, entre las cuales el mito de los vampiros es una de las más importantes, así como su transfiguración en murciélagos, que también los unen con tradiciones de Europa Occidental, donde los murciélagos eran asociados a las brujas, de las cuales se decía que también podían transformarse en ellos.
A través del anterior recorrido podemos conocer de manera sucinta cómo Halloween es reelaborado en sus propias manifestaciones incluyendo en él símbolos y creencias de tradiciones culturales ajenas a él, que crean una amalgama que ha variado sus formas externas pero no su significado de muerte, oscuridad y vida eterna, rearfirmándolo con los nuevos elementos aportados, y permitiendo a su vez que emigrantes no procedentes de Europa Occidental participen de una forma activa en la elaboración cultural actual de Estados Unidos y obtengan un mayor grado de integración dentro de su sociedad.
Esta descripción de la fiesta de Halloween representa la forma de celebración que acepta la inmensa mayoría de la sociedad estadounidense, y es precisamente esta aceptación social generalizada, la que hace de ella una ocasión idónea para que los estamentos institucionales de Estados Unidos ejerzan su control social, con dos objetivos complementarios muy claros y marcados, que ya hemos apuntado antes: la creación de un ciclo festivo propio como nación, y la pretensión de la reetnización de su sociedad creando una uniformidad cultural que trascienda las raíces y tradiciones culturales diferentes de los norteamericanos, siguiendo el planteamiento antropológico cultura y personalidad de la década de 1950, que postuló que todas las culturas producen un tipo específico de personalidad entre sus individuos (HARRIS, 1989:508), así, al ampliar a todos los integrantes de una misma cultura o sociedad el conjunto de rasgos obtenido es denominado carácter nacional y se cree que define a través de ellos, la sociedad o cultura estudiada .
Esta corriente de pensamiento fue muy popular en los Estados Unidos de Norteamérica, sobre todo en el período comprendido entre la II Guerra Mundial y la década de 1970, (GONZALEZ GUARDIOLA, 2002:4). Creemos que este planteamiento fue utilizado como base ideológica por las instituciones estadounidenses, ejerciendo el control social en el intento de homogeneizar su país culturalmente. De esta forma y sobre todo a partir de la II Guerra Mundial implantaron un modelo cultural estadounidense, que aún hoy en día sigue evolucionando y que sigue mostrando su vigencia.
En la consecución del primero de los objetivos ya mencionados, es la creación de un ciclo festivo propio, donde el control social se ejerce de forma moderada sobre la población adulta, pero sin embargo, es ejercido con una gran presión en los niños, a través de la manipulación específica de los diseños curriculares de la enseñanza pública.
Este diseño de ciclo festivo está compuesto por dos tipos de fiestas muy diferentes:
- Fiestas que son tradicionales dentro de varias corrientes culturales mundiales, por ejemplo, Easter o Pascua, reconocida por una amplia mayoría de culturas, y por la práctica totalidad de la sociedad estadounidense.
- Fiestas creadas por ellos mismos y casi exclusivas de la tradición cultural norteamericana, como el Día de Acción de Gracias, el 4 de Julio o el propio Halloween, que son exportadas como reflejo institucionalmente establecido de su cultura.
En los colegios públicos, pero también en los privados, se enseña con exactitud el desarrollo anual del ciclo festivo estadounidense, racionalizando cada una de las fiestas y educando a los niños en los conocimientos sobre ellas, considerados institucionalmente correctos, permitiendo a su vez, y a través de estos, que los niños presionen a sus mayores para realizar la celebración tal y como les han enseñado.
La razón de ser de esta cuidada y dirigida enseñanza es la consecución del segundo objetivo: la reetnización de la población.
La sociedad estadounidense está compuesta por varias microsociedades, que si bien conviven en su vida diaria, no se relacionan entre sí. Los integrantes de unas y otras comparten lugares de trabajo, escuelas y sitios públicos, pero tienden a permanecer aislados unos de otros, de tal forma que es difícil que se interrelacionen entre sí.
Al implantar un ciclo festivo, al que ya hemos denominado artificial, se pretende crear la ilusión de una tradición cultural unitaria para todas estas microsociedades, que trascienda el individualismo y etnocentrismo de cada una de ellas y cree una uniformidad cultural a lo largo y ancho del país, que refuerce su unidad, no sólo en los aspectos territoriales y económicos, sino también en los culturales.
Es claro que esta transformación es imposible de llevar a cabo entre la población adulta, por muy fuerte que sea el control social a la que se la someta. La forma más efectiva de hacerlo es en las nuevas generaciones, a las que se las educa desde la infancia en el modelo creado por las instituciones. A través de esta implantación consiguen resultados tangibles en una sola generación, que son comparables a los obtenidos por varias generaciones en tradiciones culturales antiguas.
Podemos describir el proceso como de aculturación intensa de las microsociedades estadounidenses, para después reetnizarlas nuevamente, pero ya dentro de una nueva cultura nacional y uniforme, que da cohesión al resto de los pilares que conforman el estado y la sociedad de Estados Unidos.
Sin embargo cabe señalar, que este control social no es ejercido con la intención de exterminar las pequeñas sociedades, y hacer que desaparezcan. La propia sociedad actual estadounidense se reconoce a sí misma como un crisol de culturas, que se manifiesta con más fuerza a través de sus celebraciones festivas. El objetivo de las instituciones es que se desarrollen dentro de un marco más amplio que identifique al pueblo estadounidense, pero donde cada uno siga manteniendo su propia identidad.
El modelo cultural que pretenden desarrollar ha sido calificado de “unidad múltiple”, por Gómez García (http://www.ugr.es/~pwlac/G16_02Pedro_Gomez_Garcia.htm ). En él se produce un intercambio de elementos culturales que provocan una recombinación generalizada, generando de esta forma una cultura mixta.
Así asistimos a la creación de un proceso de imposición cultural promovido por las instituciones, y dentro del cual se incorporan a la cultura predominante, en este caso la tradición de Europa Occidental, los elementos vivos de otras facciones sociales distintas, que provienen de diferentes modos culturales, como las latinoamericanas o asiáticas, entre otras, y que enriquecen la corriente principal, a la vez que favorecen el pluralismo cultural, pero bajo el paraguas de la unidad.
Dentro de este marco de imposición cultural, Halloween constituye un ejemplo perfecto de la misma. El proceso ha sido realizado sobre la base de una tradición cultural mayoritaria de origen muy antiguo, a la cual se han incorporado figuras tradicionales de procedencias diversas, que enlazan en su significado con la primera, creando un conjunto armónico, bajo el atento control de las autoridades, que han hecho de este conjunto la postura institucionalmente correcta.
Figura 1: Dibujo de Jack O’Lantern, alrededor del cual bailan los personajes de Halloween. (SILVER RAVENWOLF, 1999:1) mostrándonos algunos de ellos.
BIBLIOGRAFIA
- AINSWORTH, Catherine
- America Calendar Customs. The Cycle Press. New York.
- BANNATYNE, Lesley Pratt
- Halloween: An American holiday, an american history. Facts on File. New York,
Oxford.
- CAREY, George
- A faraway today time and place: Lore of the Easter Shore. Robert B. Luce.
Washington.
- GARDNER, Emelyn
- Folklore from Scholarie Hills. Arno Press, New York.
- GOMEZ GARCÍA, Pedro. “La filosofía oculta en la antropología estructuralista”.
1983 Gazeta de Antropología nº 2. Universidad de Granada, Granada, España.
- GONZALEZ GUARDIOLA, Lola
- Proyecto docente. Inédito.
- HARRIS, Marvin
1985
- Introducción a la antropología Cultural. Editorial Alianza Universidad. Madrid.
- SILVER RAVENWOLF
- Halloween. Llewellyn Publications. Saint Paul, Minnesota.
1 “Truco o Susto” es una de las traducciones que podemos dar a la popular expresión norteamericana de “Trick or Treat”.
Buscar en esta seccion :